Joaquín Díaz

Poderoso


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Poderoso

Cuaresma, Semana Santa y Pasión en Castilla y León

CD
2003 - Openfolk

Intérpretes: Voz y guitarra: Joaquín Díaz
Productor: Fundación Joaquín Díaz
Técnico de sonido: Michel Lacomba

Reedición:
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Poderoso Jesús nazareno
De cielos y tierra rey universal
Hoy un alma que os tiene ofendido
Pide que sus culpas queráis perdonar.
Usad de piedad
Pues quisisteis por ella como hombre
Ser muy maltratado y en cruz expirar.
Del pretorio a casa de Pilatos
Será la primera estación que andarás
Y verás que azotaron mi cuerpo
Seis fuertes verdugos hasta se cansar
Sígueme y verás
Que Pilatos sentencia de muerte
Me dio, procurando al César agradar.
La segunda estación es a donde
Apenas oyeron la sentencia dar
Los sayones la cruz me pusieron
En hombros y, aprisa, me hacen caminar.
Sígueme y verás
Que una soga me echaron al cuello
De la cual tiraban con gran impiedad.
La tercera estación verás alma
Que como a empellones me hacen caminar
Y el madero que a cuestas llevaba
Del peso tan grande me hizo arrodillar.
Sígueme y verás
Que a patadas y palos y golpes
Aquellos tiranos me hacen levantar.
En la cuarta estación considera
Que cuando mi madre me vino a encontrar
En la calle amargura inspirada
Se hicieron sus ojos copioso cristal.
Sígueme y verás
Que aunque llena de pena y angustia
Siguiendo mis pasos va su majestad.
En la quinta estación alquilaron
Para que la cruz me ayudase a llevar
A Simón Cireneo, y lo hicieron
No porque movidos fuesen a piedad.
Sígueme y verás
Que lo hicieron temiéndose todos
Sería yo muerto antes de llegar
En la sexta estación una santa
Mujer fervorosa llegose a limpiar
El sudor de mi rostro sagrado
Con un lienzo blanco, llena de humildad.
Sígueme y verás
Que mi faz estampada en tres haces
Dejó testimonio de aquella verdad.
En la séptima estación es a donde
Tendido en el suelo tal vez me hallarás
Y de golpes que dieron tan grandes
Después no podía ni un paso avanzar.
Sígueme y verás
Que llagado mi cuerpo y mi rostro
Herido, escupido y renegrido está.
En la octava estación me salieron
allí unas mujeres con gran caridad,
Afligidas sentían mi muerte
Haciendo sus ojos con pena llorar.
Sígueme y verás
Yo las dije: no lloréis mi muerte
La de vuestros hijos y vuestras llorad.
La novena estación es a donde
Estando mi cuerpo desangrado ya
Fatigado y muy falto de fuerzas
Con la cruz a cuestas volví a arrodillar.
Sígueme y verás
Que esta fue la tercera caída
Y llegué con mis labios el suelo a besar.
La décima estación es a donde
Habiendo llegado al calvario ya
Al quitar de mi cuerpo la ropa
Volvieron mis llagas allí a renovar.
Sígueme y verás
Que la hiel con el vino mezclado
Aquellos sayones a beber me dan.
La undécima estación es a donde
Tendida en el suelo la cruz hallarás
Y sobre ella, extendido mi cuerpo
Verás pies y manos con fuerza clavar.
Sígueme y verás
Que al oir del martillo los golpes
Quedose mi madre del dolor mortal.
La duodécima estación es a donde
Habiendo llegado, considerarás
Cómo en alto la cruz levantaron
Clavado mi cuerpo, puesto a avergonzar.
Sígueme y verás
el dolor que sintió allí mi madre
al verme sufrido en la cruz levantar.
Estación es la décimotercia
Donde fervorosos fueron a bajar
De la cruz mi sagrado cadáver
Dos santos varones con gran lealtad.
Sígueme y verás
Que mi madre me tuvo en sus brazos
Mientras dispusieron llevarme a enterrar.
Estación es la décimocuarta
Donde sepultura viniéronme a dar
Por limosna en un santo sepulcro
En el cual estuve tres días no más.
Sígueme y verás
Que después de dejarme enterrado
Lloraba mi madre su gran soledad.
Pues hermanos amados de Cristo
Todo el que quisiese servir y agradar
A Jesús nuestro padre, procure
Su Pasión y muerte siempre contemplar
Y su Majestad
Nos dará en esta vida su gracia
Y después en la Gloria nos dejará entrar.