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Revista de Folklore número

123



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ROMANCES Y CUENTOS DE LA EMIGRACIÓN
(Primera aproximación a partir de una encuesta en tierras de Cataluña)

GARCIA MATEOS, Ramón

Publicado en el año 1991 en la Revista de Folklore número 123 - sumario >



Los romances y cuentos que aquí ofrecemos son, simplemente, una muestra de un trabajo sistemático de recopilación y análisis de la literatura tradicional, de un proyecto aún en curso que he denominado Romances y cuentos de la emigración; romances y cuentos recogidos de gentes que, desde otras tierras, llegaron a Cataluña en busca de mayor ventura siguiendo el duro camino de la emigración. Se trata de una encuesta aún en vías de realización, pero que nos facilita ya, además de las consiguientes observaciones de carácter sociológico y antropológico -que vamos a dejar al margen-, una primera panorámica de un campo escasamente explorado.

Algunas particularidades dignas de considerarse en el estudio de la tradición oral, tanto desde el punto de vista metodológico como de contenido, caracterizarían estos Romances y cuentos de la emigración; particularidades que afectan a los planteamientos iniciales de la encuesta y asimismo a las primeras conclusiones que podemos extraer, cuando aún no hemos dado por finalizado el estudio. Respecto a los primeros:

a) Se trata de una recopilación o «trabajo de campo» eminentemente urbano.

b) En un único centro de atención recogemos muestras literarias de origen, geográfico y cultural, muy diverso.

c) Posible interrelación de culturas (más notoria aún, ya que se trataría también de un encuentro idiomático).

d) Conservación de la «memoria literaria colectiva».

En cuanto a las conclusiones provisionales:

a) Recogemos material abundante de personas de edad media y avanzada -prevalecen también las que provienen de zonas rurales- y pertenecientes a la primera generación de emigrantes: los hijos de éstos, nacidos ya en Cataluña o llegados de corta edad, desconocen el acervo cultural de sus mayores.

b) Se hallan numerosas versiones de la mayoría de romances y cuentos habituales en la tradición peninsular. Asimismo encontramos el mismo tema en versiones de origen muy distinto -Andalucía, Extremadura, Castilla, León, etcétera-, aunque recopiladas en una misma zona de atención y trabajo.

c) No existe relación-contaminación entre tradiciones.

d) Estas muestras literarias son parte integrante de una memoria adormecida y se conserva como último vínculo de unión a una tierra ya lejana. No pasan a formar parte activa de la nueva vida adoptada por quienes, desde otros lugares, las trajeron a estas tierras -no se «integran» en el medio y desaparecerán cuando ellos desaparezcan.

Pero, por encima de todo lo demás, se trata de un trabajo apasionante de contacto con la tradición literaria viva, necesario para completar la visión actual de la oralidad en las distintas culturas peninsulares, y que viene a corroborar que, a pesar de los proyectos de estudio, de la sistematización de cancioneros y romanceros, es en la memoria de las gentes en el único lugar donde podemos dar con hallazgos capaces de sorprendernos y donde encontramos el mejor archivo tradicional posible, aún hoy, a finales del siglo XX.

Realizamos un breve comentario de cada uno de los temas presentados, resaltando aquellos aspectos que nos parecen de interés, pero sin pretender ser exhaustivos y huyendo siempre de la erudición gratuita.

Pero vayamos ya, directamente, con cuentos y romances, romances y cuentos, que en ellos está la sabiduría antigua de los hombres, desgranada en noches de invierno y atardecidas lentas; porque no olvidemos que se trata de romances para ser cantados entre la soledad o la alegría compartida, en el trabajo o el solaz, y de cuentos que llenen veladas de tertulia y confidencias, mientras tras los cristales cae la nieve.

I ROMANCES

Algunos autores consideran el Romancero como la columna vertebral básica de nuestra literatura, y no creo que sea una opinión desmesurada dada su presencia a lo largo de distintas épocas tanto en la literatura popular como en la culta.

A pesar de los distintos caminos recorridos por el género romancístico, desde su nacimiento en estrecha relación con la poesía épica hasta nuestros días, se ha mantenido vivo en la tradición, en la memoria colectiva, transmitiéndose oralmente y reuniendo casi todas las fases de su evolución, desde su origen hasta la actualidad. Nos lo explica muy bien Diego Catalán -uno de los mejores conocedores del género- en Siete siglos de romancero (Madrid, 1969) : «En cada versión tradicional coexisten, par a par, motivos y variantes de gran abolengo (poéticamente más o menos acertadas) con motivos y variantes de reciente creación (que, a su vez, pueden ser más o menos felices). El valor «arqueológico» de una versión es indudablemente mayor cuanto más conserva de la primitiva arquitectura del poema; pero el valor poético de un texto tradicional no se mide por el arcaísmo de sus variantes, ni tampoco depende de las dotes poéticas del cantor o de la inventiva de un afortunado refundidor, sino del juego combinado de las dos grandes fuerzas que gobiernan la creación colectiva: la repetición selectiva, a lo largo de los tiempos, de motivos, variantes o versos tradicionales poéticamente valiosos, y la incorporación al texto tradicional de nuevos hallazgos poéticos surgidos en el curso de la transmisión oral.»

Y es que los arquetipos o modelos tradicionales -situándonos en cualquiera de las ramas de la cultura tradicional- se caracterizan por su capacidad de perdurar, ya que el carácter de sus estructuras permite su adaptación continua en cada época y la aparición de nuevas versiones -manifestaciones nuevas- que, aunque conserven lo fundamental del modelo recibido. aportan nuevos elementos originales.

Incluimos aquí diez romances, alguno en distintas versiones, recogidos -en casi su totalidad- en tierras de Tarragona y que provienen. mayoritariamente, de Andalucía y Extremadura -como es lógico, dada la afluencia de emigrantes de esas zonas de España hacia Cataluña-.

EL CONDE PRESO

Al conde le llevan preso, / al conde Miguel del Prado;
2 no lo llevan por ladrón, / tampoco porque ha matado,
le llevan porque insultó, / caminito de Santiago,
4 a una niña muy bonita / tratándola sin reparo.

Por eso le llevan preso / al conde Miguel del Prado

6 De noche le guardan cien hombres / y de día ciento cuatro.

–Si estuviera aquí mi primo, / mi primo don Bernardo,
8 no le temería a cien hombres / ni tampoco a ciento cuatro.

Bernardo estaba en el juego, / y a la puerta le llamaron:

10 -Libertarás a tu primo / que ya lo estarán ahorcando.

Bernardo, el pie en el estribo, / doscientos pasos ha dado
12 con una espada en el cinto / y otra desnuda en la mano.

Al subir la calle arriba / con el rey se ha encontrado.

14-¿Dónde vas, gran caballero? / a dónde vas, don Bernardo?

–A libertar a mi primo / que ya lo estarán ahorcando.

16 –Pues por ser primo tuyo / yo mandaré libertarlo.

– No quiero empeños de reyes / ni de ningún soberano,
lo prefiero defender / con la fuerza de mis brazos.

Llegó Bernardo a la hora / y le estaban predicando,
20 dio un puntapié a la horca / que la hizo mil pedazos,
y al verdugo en la cabeza / que pronto mareó rodando:

22 toma, primo, esta es mi espada / defiéndete con tus brazos,
no quiero que de mi sangre / muera ningún ahorcado.

(Informante: Federico Quesada, 44 años. Nacido en Canena (Jaén) y residente en Montroig del Camp, Tarragona.)

Es ésta una lección andaluza -nuestro informante la aprendió en su pueblo natal, Canena, en la provincia de Jaén- del romance del «Conde Miguel del Prado» o «Conde preso». Es una versión bastante completa, a la que únicamente le falta, en su estructura básica, el episodio en el que Bernardo -¿tal vez Bernardo del Carpio, como insinúa José M. Fraile? juega a cartas con el rey; sin embargo, se nos dice que cuando le avisan del ajusticiamiento de su primo a «Bernardo estaba en el juego» - v. 9 y posteriormente no falta tampoco el encuentro con el rey y ese arrebato de rebeldía, característico de las versiones más antiguas, que, en ocasiones, se demuestra derribándole la corona o bien lanzando el naipe contra el monarca -como en la muestra que Agapito Marazue1a incluía en su Cancionero de Castilla (Madrid, 1982)-, y en nuestra versión en esos versos que rezan:

16 -Pues por ser primo tuyo / yo mandaré libertarlo.
-No quiero empeño de reyes / ni de ningún soberano,
18 lo prefiero defender / con la fuerza de mis manos.

Con todo lo que implica de orgullo ese valerse de «la fuerza de mis brazos».

El romance -cuya antigüedad podemos constatar en su estilo formulario, aunque no tengamos noticias de él ni en el siglo XVI ni en el XVII- se halla disgregado geográficamente en su difusión y su foco fundamental se encuentra en el antiguo reino de León.

2. SILVANA

Silvana se paseaba / por la romera florida,
2 su padre la remiraba / por un mirador que había,

-Silvana si tu quisieras / de tu padre ser querida,
4 de oro yo te vistiera / de plata te calzaría;
ya te lo he dicho / no te lo vuelvo a decir,
6 que pa las tres de la tarde / mi enamorada has de ser.

–Deja padre, que me ponga / otra camisa más fina,
8 que para dormir con reyes / es menester tela fina.
se entra para su cuarto / para su sala florida,
10 poniéndose la camisa / estas palabras decía:

–malditos sean los padres / que se enamoran de hijas.
12 la madre lo estaba oyendo / -¿Qué dices, hija querida?
-que mi padre me persigue / todas las horas del día.
14 Ay, madre si fuera santa / de virgen me quedaría.
..............................
-Cómo quieres que sea santa / si soy tres veces parida,
16 primero tuve a don Juan / y luego tuve a María
y luego tuve a Silvana, / que era la que tú querías.

18 -Tengo que hacer una rueda / de cuchillos y navajas,
tengo que hacer una rueda / para meter a Silvana.

20 Tres veces que la metió / la rueda se desbarata
y así comprendió su padre / que Silvana era una santa.

22 -Silvana, ¿quieres ser monja / o quieres ser bien casada?
-Padre, yo quiero ser monja / del convento de María.

24 La madre, como era buena, / a verla iba todos días
y padre, como era malo, / en los infiernos ardía.

(Informante: Carmen Hinojosa, 40 años. Nacida en Carcabuey, Córdoba, y residente en Cambrils.)

El incesto, culturalmente tabú en nuestra tradición, es, sin embargo, uno de los temas universales que adquieren características distintas en sus diferentes manifestaciones. En nuestro Romancero Tradicional los romances de «Silvana» y «Delgadina» -con el tema del incesto padre-hija como eje nuclear- aparecen muy relacionados, y frecuentemente la popularidad de este último contamina; sobre todo. en el episodio final, el de «Silvana».

Sabemos de su existencia ya en el siglo XVI, conservamos un texto judeo-español del dieciocho y son abundantes las versiones recogidas en el ámbito panhispánico. Esta versión es de origen cordobés -al igual que una de las versiones de «La doncella guerrera», otra de «La boda estorbada» y la de «Blanca Flor y Filomena», que aquí recogemos, nos fue facilitada por la misma persona y tiene una notable laguna interna: el momento en que se plantea la sustitución de la hija por la madre, en su papel de amante del padre; aunque esa omisión no fue señalada como olvido por nuestra informante, existe una clara distorsión que nos hace el texto prácticamente incomprensible -si no lo indicamos-, pues en ese fragmento dialogado la hija se dirige a la madre «ay, madre, si fuera santa / de virgen me quedaría» -v. 14-) y la madre, en su contestación, se dirige, sin embargo, al padre (-«Cómo quieres que sea santa / si soy tres veces parida» -v. 15-) , tras la secuencia omitida.

Hay en nuestra versión un error de rima en el sexto verso, así como una alteración de la misma en los versos 18-22; este hecho, unido al curioso relato que en ellos se nos narra: el intento de martirio de Silvana por parte del padre engañado «-Tengo que hacer una rueda / de cuchillos y navajas, / tengo que hacer una rueda / para meter a Silvana» -vs. 18-19-), nos lleva a pensar en un episodio añadido proveniente de otro romance, tal vez el de «Santa Catalina», donde se describe el legendario martirio de la santa de Alejandría en una rueda de clavos.

BLANCA FLOR y FILOMENA

Tarquino se paseaba / del corral a la alameda,
2 se enamoró de Blanca Flor / sin despreciar a Filomena.

-Buenos días, Tarquinito, / -Buenos lo tenga usté, suegra,
4 Blanca Flor ha quedao bien, / yo vengo a por Filomena.
para el parto de su hermana / que asista a la cabecera.

6 -No digas eso, Tarquino, / que está mocita y doncella.

-A punto con mi caballo / y a punto con mi guerrera,

8 Blanca Flor ha quedao bien, / yo vengo a por Filomena.

La ha montado en su caballo / y con ella va que vuela.

10 -Quedarse con Dios, vecinas, / que mi madre a mí me entierra.

-No te entierro yo, mi hija,/ que tu cuñado te lleva.

12 A la salida del pueblo / y a la bajada una cuesta,
viva le sacó los ojos, / viva le sacó la lengua

14 y debajo su caballo / hizo un hoyito en la arena,
medio cuerpo le enterró / y medio le dejó fuera.

16-Si viniera un pastorcito, / y pídele a Dios que venga,
que traiga tinta y pluma / y un papel en su cartera.

18 Estando en estas razones / el pastorcillo allí llega.
-Tinta y pluma yo no traigo, / papel traigo en mi cartera.

20 -Mi lengua sirva de pluma, / mis ojos de tinta negra,
para escribirle una carta / a Blanca Flor que la lea.

21 Estando la carta escrita / se marchó con sus ovejas.

-Si viniera un pajarito, / y pídele a Dios que venga,
22 para llevarle esta carta / a Blanca Flor que la lea.

Estando en estas razones / en esto que el pájaro llega,
24 cogió la carta en el pico / y con ella va que vuela.

Y estando Blanca Flor / Sentadita con su suegra
26 cogió la carta del pico / y en la falda se la suelta;
Blanca Flor leyó la carta / y al suelo se cayó muerta
28 y del mal parto que tuvo / lo frió en una cazuela.

Cuando llega Tarquinito: / -Blanca Flor ponme la mesa.
30....................................../ -Tarquino, la tienes puesta.
En la primera tajada: / -¿Qué carne tan dulce es ésta?
-Más dulce estaría la honra / de mi hermana Filomena.

-¿Quién te ha dado la noticia? / -Un pajarito que vuela,
34 a punto con mi caballo / y a punto con mi guerrera.

(Informante: Carmen Hinojosa, 40 años. Nacida en Carcabuey, Córdoba, y residente en Cambrils.)

El romance de «Blanca Flor y Filomena» -«romance-cuento» en la clasificación de los estudiosos- tiene un origen erudito: el mito clásico de Progne, Filomela y Tereo, convertido en leyenda medieval y convenientemente novelado. Se trata de un texto antiguo -dada su extensión en la tradición oral moderna-, aunque no tengamos referencias de su existencia en el siglo XVI, ya que por sus características y su truculencia sería de aquellas composiciones que los editores de romances del dieciséis no incluían en sus florestas.

Es una historia de horror -como podemos observar, los crímenes horrendos no son materia exclusiva de los romances de ciegos- adobada con la violación incestuosa, horribles mutilaciones y el infanticidio final. El personaje masculino, Tarquino en nuestra versión -según Michelle Débax, por contaminación de «Amnon y Tamar»-, es el esposo innoble causante de la desdicha de las ultrajadas protagonistas femeninas. que se nos presentan como víctimas inocentes de la crueldad del hombre.

En esta versión, de origen cordobés, se omite el episodio de la boda entre Tarquino y Blanca Flor -se sobreentiende en los versos primeros-, así como el desenlace final del romance: la muerte de Blanca Flor a manos de su marido o, en otros casos -la versión que Luis Díaz incluye en el Romancero Tradicional Soriano (Soria, 1983) o en numerosas muestras de la tradición canaria, por ejemplo, -la muerte de Tarquino por una Blanca Flor vengadora.

Hemos de sobreentender la violación en el episodio del ultraje, puesto que se nos confirma en los versos últimos del romance: «Más dulce estaría la honra / de mi hermana Filomena» -v. 32-. Curiosamente, hemos de dar por supuesto el forzamiento y, sin embargo, se nos relata con total crudeza la tortura física:

Viva le sacó los ojos / Viva le sacó la lengua
14 y debajo su caballo / hizo un hoyito en la arena,
medio cuerpo le enterró / y medio le dejó fuera.

También lo mágico y milagroso está presente en el romance: Filomena habla después de la mutilación de su lengua y, después, es la mediación de la divinidad -«y pídele a Dios que venga» quien propicia la presencia del pastor «escribiente» y del pájaro «mensajero».

4. LA CALUMNIA DE LA REINA

Diana tiene un jardín / lleno de flores y albahaca
2 y como dama de gusto / a pasear se bajaba.

Un día estando paseando / por unas espesas matas
4 oyó una voz que decía: / -No te asustes tú, Diana,
que soy el rey en persona / que por escucharte andaba.

6 -Más quiero la honra mi conde / que lo que el rey me mandara

La reina que los ha visto, / la reina que lo escuchaba,
8 mandó preparar la cena / pa tos los condes de España
y al acabar de cenar / de esta manera les habla:

10 -Todos ya tenéis mujeres, / mujeres buenas y honradas,
menos el pícaro el rey / con la pícara Diana,
12 que de día le da mesa / y de noche le da cama.

El conde que oye esto / de la mesa se levanta,
14 manda sillar un caballo / y a su casa se marchaba
al subir por la escalera / se encontraba con Diana,

16 Diana como es tan bella, / como es tan linda Diana
a abrazarle se le tira, / a sus brazos se arrojaba.

18 Pero el conde le decía: / -Quítate, perra malvada,
que en el palacio del rey / me has puesto roja la cara.

Presentamos aquí una versión aragonesa de este romance, que podríamos clasificar bajo el epígrafe de «mujeres calumniadas». Como en otros casos -«Blanca Flor y Filomena» o «El conde preso», por ejemplo-, es evidente su antigüedad, aunque no aparezca en las colecciones del siglo XVI.

El ejemplo que incluimos recoge tan sólo la primera parte del romance. a pesar de que ofrece una total unidad de contenido y su trabazón estructural es perfecta; la historia que el poema narrativo refiere suele finalizar con la muerte de la esposa calumniada, la presentación de su cabeza al rey y la boda de éste con la hija mayor de la protagonista. Carece también nuestra versión de los elementos introductores que dan un aire de magia y misterio al romance: la fuente de agua clara en el jardín, donde se baña Diana -Cipriana o Briana, en otros casos-, y la serpiente como elemento premonitorio de la tragedia final.

(Informante: María Latre Cuéllar, 65 años Nacida en Caspe, Zaragoza, y residente en Flix Tarragona.)

5 GERINELDO

-Gerineldo, Gerineldo, / Gerineldito pulido,
2 quién te pillara esta noche / tres horas en mi «albedrido».

-Como soy vuestro criado, / señora, jugáis conmigo.
4 -No me burlo. Gerineldo, / que de veras te lo digo.

-A qué hora va a ser, señora, / lo dicho y lo prometido.
6 -Entre las doce y la una / cuando el rey esté dormido.

Y dando las doce y media / Gerineldo en el castillo
8 y al ventanal de la reina / ha dado un fuerte silbido.

El rey que se lo sospecha / al encuentro le ha salido
10 y los encontró durmiendo / como mujer y marido.

-Levántate, Gerineldo. / Gerineldito pulido,
12 que la espada de mi padre / entre los dos ha dormido.

-Por dónde me voy, señora. / para no ser conocido.
14 -Vete por ese camino / cortando rosas y lirios.

El rey que se lo sospecha / al encuentro le ha salido.
16 No te mato, Gerinel.do, / desde chico te he cogido
y si mato a la princesa / tengo mi reino perdido;
18 mañana, entre doce y una, / seréis mujer y marido.

-Tengo hecho juramento / con la Virgen de la Estrella
20 de no casarme con dama / que yo haya dormío con ella.

(Informante: María José Soto Escribano, 39 años. Nacida en Don Benito, Badajoz, y residente en Cambrils, Tarragona.)

b)

Madrugaba Gerineldo / la mañana de San Juan
2 pa darle al caballo agua / y a la orillita del mar.

Mientras que el caballo bebe / la princesa echa un cantar

4 -No bebas agua, caballo, / no bebas agua, animal,
porque el agua es muy salobre / y es fácil de reventar.

6 Gerineldo, Gerineldo, / mi camarero pulido,
quién te pillara esta noche / tres horas en mi albedrío.

8 Como soy vuestro criado, / señora burláis conmigo.

-No me burlo, Gerineldo, / que de veras te lo digo.

Pues dígame usté a qué hora / puedo rondar el castillo.

-Entre las doce y la una / queda mi papá vencido.

Tres vueltas le dio al palacio, / tres vueltas le dio al castillo,
viendo que todos dormían / al cuarto de la infanta ha ido
y se ha encontrado a los dos / como mujer y marido.

(Informante: Lorenza López, 86 años. Nacida en Ibros, Jaén, y residente en Cambrils, Tarragona.)

c)

-Gerinerdo, Gerinerdo, / Gerinerito pulido,
quién te pillara esta noche / tres horas en mi «avenido».

-Si porque soy su criado / se va usté a burlar conmigo...
No me burlo, Gerinerdo, / que de veras se lo digo.

-Pues dígame usté a qué hora / he de rondar su castillo.

-Hasta las doce y la una / mi papá queda dormido.

A las doce de la noche / la niña siente un «ungido»

-¿Quién ha sido el arrogante? / ¿Quién ha sido el atrevido?

-Su camarero, señora, / que viene a lo prometido.

Lo ha cogido de la mano / y en su cama lo ha metido
y allí gozaron de amores / como mujer y marido,
dándose los seis abrazos / allí quedaron dormidos;
a las doce de la noche / la niña siente un quejido:

-Despiértate, Gerinerdo, / que de esta somos perdidos
que la espada de mi padre / entre los dos ha dormido.

-¿Dónde quieres que yo vaya / tres horas el sol salido?

-Echa por esos jardines / cogiendo rosas y lirios.

El rey, como era tan duro, / al encuentro le ha salido.

-¿Dónde va mi Gerinerdo / tan triste y descolorido?

-Las vergüenzas de una rosa / mi color se lo han comido.

-No me lo niegues, traidor, / que con mi niña has dormido.

-Máteme usté, mi buen rey, / si delito he cometido.

-No te mato, no te mato, / que te he criao desde niño.

(Continúa con «La boda estorbada».)

(Informante: María Josefa Martínez Gilabert 72 años. Natural de Castillejar, Granada.)

Ofrecemos tres versiones -entre las muchas recogidas- del romance que narra los amores novelescos de Eginardo y Emma. la hija del emperador Carlomagno; una versión de origen extremeño y dos andaluzas, la última de ellas -la versión c- continúa con «La boda estorbada». La fusión de «Gerineldo» y «La boda estorbada» es habitual en la tradición romancística y las opiniones sobre su origen diversas. Alvaro Galmés habla de una canción de gesta bretona, Horn et Rimel, que podría ser el punto de partida de la doble historia. lo que se opondría a la tesis de Menéndez Pidal que sitúa el relato romancístico de «Gerineldo» en el ciclo carolingio relatando los legendarios amores de la hija de Carlomagno y un paje del emperador; la versión doble, para don Ramón, se formaría en Andalucía, desde donde se extendería hacia el noroeste peninsular. Joaquín Díaz, Luis Díaz Viana y J. Delfín Val defienden, en sus Romances Tradicionales (Catálogo folklórico de la provincia de Valladolid, vol. I, 1978), la difusión de ambos romances como composiciones independientes y la configuración posterior de la refundición de los dos temas.

Luis Cortés, en Leyendas, cuentos y romances de Sanabria (Salamanca, 1981), recuerda que la inútil tentativa del rey de proteger la pureza de la princesa colocando su espada entre los amantes -la espada era símbolo de protección a la virginidad- es semejante a la escena de Tristán e Iseo «cuando los amantes colocan entre ambos una espada, durante su estancia en el bosque de Morois, cosa que preocupa y sume en la perplejidad al rey Marco, al sorprenderlos durmiendo de tal guisa, lo que le lleva a sustituir la espada por la suya».

Los textos a y c son versiones sintéticas, aunque completas y representativas, mientras que la versión b es fragmentaria y está claramente deteriorada, mas la incluimos, ya que se inicia con el exordio del «Conde Olinos» -otro romance que aparece frecuentemente relacionado con «Gerineldo»

6 LA BODA ESTORBADA

a)

(Continúa de la versión c de Gerineldo»)

La reina que supo aquello / una quinta mandó echar
2 y le tocó a Gerinerdo / de capitán general.

-Toma niña esta sortija / que te la doy por señal,
4 si a los siete años no vengo / niña te puedes casar.
Los siete años han pasado, / los ocho corriendo van.

6 Padre, déme usté licencia / pa Gerinerdo buscar.

-La licencia tienes dada / y también la libertad.

8 Ha corrido toda España, / no lo ha podido encontrar;
a la subida de un cerro / y a la bajada del mar
10 ha encontrado un ganadero / al que le fue a preguntar:

-Ganadero, ganadero, / por la Santa Trinidad,
12 que me niegues la mentira / y me digas la verdad,
¿de quién es este ganado / con tanto hierro y señal?

14 -Son del Conde Gerinerdo / que a punto casar está.

-Cógeme de la mano / y llévame a su portal
16 a pedirle una limosna / que sé que me la ha de dar.

-Cómo quiere usté, señora, / si el ganado se me va.

18 Le ha dado un doblón / y la ha llevado al portal;
de oro ha salido la criada / con un pedazo de pan,
20 ha encogido la mano, / no lo ha podido tomar.

-Ay, qué joven tan garbosa, / que en mi vida he visto tal,
22 que ha encogido la mano / y no lo ha podido tomar.
-Pues dile que suba arriba / y en la mesa comerá.

24 -Ay, qué ojos tan «garbales», / que en mi vida he visto tal.
-Sí los habrá visto el conde, / es que no se acordará.

26 Los borregos y los pavos / cantaban con gran afán
porque se casaba el conde / con su mujer natural.

(Informante: María Josefa Martínez Gilabert, 72 años. Natural de Castillejar, Granada.)

b)

Siete años por la arena, / siete años por el mar
Y a los catorce años vuelve / y no me conocerá.

Se vistió de peregrina / y para Barcelona va,
se ha encontrado unos caballos / muy elegantes que van.

-¿De quién son esos caballos / que tan elegantes van?
Son del conde de Barcelona, / mañana se va a casar.
Siete vueltas dio al palacio / Y a las siete lo encontró.

-Señor conde, una limosna, / se lo pido por favor.
Echó mano a su bolsillo / y una peseta sacó.

-Qué poca limosna, conde, / pa lo que acostumbro yo.

-¿Quién será esta peregrina? / ¿Tan bien me conocerá?
12 -Fíjate en estos pendientes, / y en este lindo collar.
Se besaron, se abrazaron, / se volvieron a abrazar ,

14 la novia que estaba enfrente / del balcón se iba a tirar.
-Que te tires o te mates / a mí lo mismo me da,
16 que los amores primeros / son muy duros de olvidar.

(Informante: Carmen Hinojosa, 40 años. Nacida en Carcabuey, Córdoba, y residente en Cambrils. Tarragona.)

Ofrecemos una muestra de los dos grandes grupos de versiones de «La boda estorbada», aquellas que van unidas a «Gerineldo» -versión a y las independientes -versión b-. La primera es una lección muy completa del romance, mientras que la segunda tiene la peculiaridad de la denominación del protagonista como «conde de Barcelona» y la modernización de la limosna que éste entrega a la romera «Echó mano a su bolsillo / y una peseta sacó» -v. 9-),

Se trata de un romance de difusión amplísima y. sin embargo, ninguna versión antigua se fijó por escrito. Parece estar claramente relacionado con el «Conde Dirlos», al menos según la opinión de numerosos romancistas, y hay semejanzas significativas con el cantar de gesta de Horn et Rimel.

7. LA ESPOSA INFIEL O BLANCANIÑA.

Estando una señorita / sentadita en su balcón

que con el oritú,
que con el oritón,
sentadita en su balcón

(El estribillo se repite en cada verso, repitiendo tras él el segundo hemistiquio.)

2 bien peinada y bien lavada / con un poquito de olor ,
pasó por allí un buen mozo / que de esta manera habló:

4 -¿Quién duerme contigo, luna, / quién duerme contigo, sol?
-Conmigo no duerme nadie / que solita duermo yo.

6 Mi marido está de caza / en los montes de León
y si acaso hoy volviera / le echaré una maldición:
8 los perros de mi ganado / le saquen el corazón.

Estando en estas palabras su marido fue y llegó.

10 -¿De quién es ese caballo / que en mi cuadra veo yo?

-Tuyo, tuyo, maridito, / mi padre te lo compró
12 para que fueras de caza / a los montes de León.

-¿De quién es esa escopeta / que en el rincón veo yo?

14 -Tuya, tuya, maridito, / mi padre te la compró
para que fueras de caza / a los montes de León.

16 -¿De quien es ese sombrero / que en la percha veo yo?

-Tuyo, tuyo, maridito, / mi padre te lo compró
18 para que fueras de caza / a los montes de León.

-¿De quién es esa carita / que en mi cama veo yo?
20 -Perdóname, maridito, / que te he jugado a traición.

La cogió de los cabellos / y a su casa la llevó.
22 -Tenga usté, suegro, /su hija que me ha jugado a traición.

-Haz con ella lo que quieras / que la Iglesia te la dio.

(Informante: María José Soto Escribano. 39 años. Nacida en Don Benito, Badajoz, y residente en Cambrils. Tarragona.)

El tema de la esposa infiel -de la mujer adúltera- es uno de los temas frecuentes en la tradición oral, motivo de muy distintos tratamientos y enfoques. El romance de «Blancaniña», que hallamos ya en el Cancionero de 1550 -aunque no tenemos, tal y como indica Rodríguez Moñino, referencias respecto a su origen, ni tampoco figura en pliego alguno-, se halla ampliamente difundido, y podríamos rastrear semejanzas y paralelismos -tanto conceptuales como de desarrollo estructural- en todo el folklore europeo.

El romance español se diferencia, básicamente, de los relatos europeos en que en éstos se hace escarnio del marido engañado, mientras en nuestra tradición la castigada es la esposa adúltera; sin embargo, en algunas versiones el castigo no aparece explícito y sí se deja traslucir un cierto sarcasmo hacia el marido vengador de su honra, así ocurre en aquellos ejemplos que finalizan:

«-Tenga, suegro, ésta su hija,
que me ha jugado a traición;
si la tié mal enseñada,
enséñela usté mejor.
Edúcala tú, mi yerno,
que tienes la obligación.»

Es ésta que ofrecemos una muy pulcra versión de origen extremeño que no ofrece peculiaridad alguna, en la que el romance, como es habitual, se canta con estribillo. Dos versiones muy interesantes del tema son la ya clásica de José María de Cossío, recogida en Hontoria (Cabezón de la Sal) y publicada en sus Romances de tradición oral, y la que el profesor Luis cortés Vázquez incluía en Leyendas, cuentos y romances de Sanabria, recopilada en San Martín de Castañeda.

8 LA DAMA y EL SEGADOR

Salieron tres segadores / a segar fuera de casa;
2 uno de los segadores / lleva dedines de plata,
el jubón de terciopelo / y el antepecho de holanda.

4 Una dama en su balcón / del segador se prendaba
y le ha mandado llamar / con una de sus criadas.

6 -Oiga usté, buen segador, / que mi señora le llama.

-¿Qué me querrá tu señora / que tan de prisa me llama?

8 -Que si quiere usté segarme / alguna de mis senaras.

-Sí, señora, por qué no, / ¿dónde las tiene sembradas?

10 -No está en cerro ni está en bajo, / ni en veredas, ni en cañadas,
que están entre dos columnas / que me sostienen el alma.

12 -Esas senaras, señora, / no son para mí segarlas.
-Siégalas, buen segador, / se te dará buena paga.

14 A eso de la medianoche / la señora preguntaba:
-Oiga usté, buen segador, / ¿cómo van esas senaras?

16 –Termino con las gavillas / y empiezo con las manadas:

Le ha dado siete doblones / en un pañuelo de holanda
18 que valía más el pañuelo / que el dinero que lleva.

-Y si no tiene bastante / vuelva usté por la mañana:
20 -Sí, señora, por qué no, / pero serán las espaldas.

Otro día de mañana / las campanas repicaban,
22 eran por el segador, / aquel que tanto segaba.

(Informante: María José Soto Escribano, 39 años. Nacida en Don Benito, Badajoz, y residente en Cambrils, Tarragona.J

Sería este romance una muestra más de los que algunos estudiosos califican como de «mujeres seductoras». Su origen, por la ausencia de antecedentes antiguos conocidos, es confuso y son muchas las hipótesis que los romancistas han barajado: tema de origen folklórico (la dama de alto linaje que seduce al segador), nueva manifestación de los tan difundidos amores de la hija del emperador (por aquellas versiones que empiezan: «El emperador de Roma / tiene una hija bastarda » o «La emperadora de Roma / tiene una hija bizarra» ), o tema picaresco nacido de la influencia de las pastorelas francesas. Lo cierto es que se trata de un romance ampliamente difundido y que, en muchas ocasiones, se ha utilizado como canto de siega.

Es la nuestra una versión de origen extremeño que se inicia con la descripción del segador (justificando mediante su atuendo la atracción que la dama siente por él -v. 2-3-) y no con aquellos versos que sitúan a la protagonista en una posición social elevada, como suelen comenzar las lecciones más habituales del romance. Curioso es, a este respecto, que algunas versiones hispanoamericanas hablen de la hija del presidente de Chile o de Perú, e incluso que alguna versión española considere padre de la dama a una muy conocida personalidad política de principios de siglo: «El conde de Romanones / tiene una hija serrana», como ocurre en la publicada en el Romancero del Bajo Aragón y recogida en Samper de Calanda (Inf.: Marino Fandos Ballester, 1985).

Michelle Débax (Romancero. Alhambra. Madrid. 1982) incide en que el calificativo de «bastarda» marca negativamente, ya desde su nacimiento. al personaje femenino del romance; sin embargo, no en todas las versiones aparece esa denominación, siendo frecuente también que se hable de «bizarra», «serrana» o simplemente, como en el ejemplo que ofrecemos, se omita cualquier calificativo.

Es esta versión extremeña recogida en tierras catalanas una buena muestra de la condensación sintética de la tradición oral, conserva los elementos esenciales comunes al tema -incluyendo la metaforización del acto sexual con referente en las faenas agrícolas de la siega, y el juego de palabras final: «-y si no tiene bastante / vuelva usté por la mañana. / -Sí, señora, por qué no, / pero serán las espaldas» (v. 1920)- y prescinde de otros episodios accesorios que en nada inciden en el desarrollo nuclear del romance. El final del texto es especialmente lacónico, aunque deducimos fácilmente que las campanas doblan -que no «repican», como se señala en nuestra versión en un error evidente de interpretación de los distintos toques de campana por la muerte del segador, exhausto de tanto trabajo.

Este episodio final, no obstante, ofrece algunas variantes dignas de mención. No siempre el romance de «La dama y el segador» termina con la muerte del galán; en una versión del Real de San Vicente (Toledo) se incide con orgullo en la condición humilde del segador frente a la nobleza de la dama:

«Pues dime cómo es tu nombre / por si salía preñada.
-Yo soy hijo de un porquero, / mi padre guarros guardaba
y me he venido a Galicia / a bailar la gallegada.»

En la muy breve y ya citada de Samper de Calanda se acaba el romance: «Al cabo de nueve meses / nació un segadorcico / con fal, zoquete y zamarra». Incluso cuando se contempla, como punto final, la muerte del segador, no siempre el motivo es el mismo; comúnmente éste es el exceso erótico -lo que podría entenderse como una especie de advertencia moralizadora-, aunque encontramos otras motivaciones especialmente interesantes. Eusebio y Pilar, Mayalde, han recogido en tierras de Salamanca una hermosísima versión del romance, con estribillo, que finaliza:

«No murió de mal ninguno, / ni de calentura malta,
que murió de un galicazo / que le pegó la bastarda.»

En el texto salmantino el segador muere a consecuencia de la sífilis o mal francés -también llamado gálico-; sin embargo, tal vez lo más interesante de esos últimos cuatro versos de la versión recopilada por Mayalde sea que nos ofrece una globalización gradual de todos los males que el hombre podía contraer: por un lado, sífilis y fiebres de Malta -como enfermedades puntuales y concretas-; por el otro, todas las demás dolencias.

9. LA DONCELLA GUERRERA

a)

Se ha establecido un bando / de Sevilla a Badajoz
2. que premio le vienen dando / al padre que tenga un varón,
un padre tenía tres hijas / y no había ningún varón;
4. la más pequeña de todas: / -Padre. a la guerra voy yo.

-A dónde vas tú. hija mía, / con esos ojos hermosos
6. de hembra y no de varón.
-Cuando los hombre me miren / al suelo miraré yo.

8 -A dónde vas tú, hija mía,/ con esa mata de pelo
de hembra y no de varón.

10 -Padre, tráeme un barbero, / un barbero afeitador.
-Y a dónde vas tú, hija mía, /con esa pechera linda
12 de hembra y no de varón.

-Padre, Cómprame un corsé, / un corsé ajustador.
14 Padre, cómprame un caballo / que a la guerra me voy yo.

Se ha montado en su caballo / y a la guerra se marchó,
16 y estando un día peleando / la espada se le cayó

y por decir pecador / dijo pecadora yo,
18 y el hijo del rey moro / la palabra le cogió.

-Ay, madre, querida madre / que yo me muero de amor,
20 que el caballero don Marcos / es hembra que no varón.

-Invítala tú, hijo mío, / a correr contigo un día
22 que si ella fuera mujer / atrás te la dejarías.

-Ya la he convidado, madre, / a correr conmigo un día
24 y el caballero don Marcos / un «expreso» parecía.

-Invítala tú, hijo mío, / contigo a comer un día
26 que si ella fuera mujer / silla baja cogería.

-Ya la he convidado, madre, / a comer conmigo un día
28 y el caballero don Marcos / la más alta que allí había.

-Invítala tú, hijo mío, / a las tiendas a comprar
30 que si ella fuera mujer / la seda le ha de gustar.

-Ya la he convidado, madre, / a las tiendas a comprar,
32 yo me he tirado a la seda y / ella se tiró a un puñal.

Ay, madre, querida madre, / que yo me muero de amor
34 que el caballero don Marcos / es hembra que no varón.

-Invítala tú, hijo mío, / a los ríos a bañar
36 que si ella fuera mujer / la orilla iría a buscar.

-Ya la he convidado, madre, / a los ríos a bañar
38 yo me he tirado en la orilla / y ella se fue a la mitad.

-Invítala tú, hijo mío, / a dormir contigo un día
40 que si ella fuera mujer / la luz apagaría.

-Ay, madre, querida madre, / que mi alma ha descansado
42 que el caballero don Marcos / la luz me la ha apagado

y el caballero don Marcos / en mis brazos se ha estrechado.

(Informante: Carmen Hinojosa, 40 años. Nacida en Carcabuey, Córdoba, y residente en Cambrils, Tarragona.J

b)

Un sevillán sevillano / la desgracia fue de Dios
2 que de siete hijos que tuvo / ninguno le fue varón.

Un día a la más pequeña / le cayó la tentación:
4 Padre, me voy a la guerra / vestidita de varón.

-Hija mía, no te vayas / que te van a conocer
6 con ese pelito largo / y carita de mujer.

-Padre, si lo tengo largo, / padre, córtemelo usted
8 y después de cortadito / un varón pareceré.

Siete años en la guerra / y nadie la conoció
10 y al subir a su caballo / la espada se le cayó:

-Maldita sea la espada / y maldita sea yo
12 Y el rey que la estaba oyendo / de ella se enamoró.

El sábado fueron novios / y el domingo se casó
14 y el lunes por la mañana / muertecita la encontró.

Hay abajito bajito / una fuente ensangrentada,
16 sangre de los españoles / que murieron por España.

(Informante: María del Carmen Escribano Nieto. 10 años. Nacida y residente en Gavá. Barcelona. Padres. de Chiclana de Segura. Jaén.)

El tema de la mujer disfrazada de hombre es asunto harto repetido tanto en la tradición oral como en la literatura culta -recordemos a Tirso de Molina o Lord Byron, por ejemplo- de numerosos países europeos. «La doncella guerrera» es un romance del que es difícil precisar su origen: temáticamente se le han buscado múltiples relaciones -algunas notablemente curiosas-, desde el mito helénico de Aquiles hasta algunas leyendas orientales, mientras que desde el punto de vista de su vinculación geográfica primigenia podríamos inclinarnos por la Francia del norte como fuente primera del texto romancístico. Aunque no conservamos versiones de la época, sabemos que era conocido en el siglo XVI, pues Ferreira de Vasconcellos pone en boca de uno de los personajes de su comedia Aulegraphia los primeros versos del romance.

Existen dos grandes grupos del poema: una vertiente en la que se agrupan los ejemplos más antiguos y completos, y otra, de difusión infantil, mucho más breve, en la que no aparecen las distintas pruebas a que es sometida la joven por el hijo del rey para descubrir su identidad. Nuestra versión a pertenece al primer grupo, ajustándose al esquema de episodios característicos del tema, salvo en la maldición del padre a la madre por no haberle dado un hijo varón.
En el texto que ofrecemos (versión a) aparecen unos versos a manera de estribillo, en la segunda parte del romance, en ,la que se narran las distintas estratagemas utilizadas por el hijo del rey -curiosamente rey moro en este caso- para demostrar la condición femenina del caballero don Marcos: «Ay, madre, querida madre, / que yo me muero de amor, / que el caballero don Marcos / es hembra que no varón.» Versos que se repiten en dos ocasiones (v. 19-20 y 33-34); en algunas versiones similares el estribillo aparece tras cada una de las respuestas del príncipe a las propuestas maternas para resolver sus dudas. Interesantes son también el incidente que provoca las sospechas del príncipe y el símil que se realiza en una de las respuestas de éste: la caída de la espada -símbolo por su forma de cruz- provoca la exclamación «y por decir pecador / dijo pecadora yo» (v. 17); y, por otro lado, para exaltar 1a fortaleza física de nuestro/a protagonista se la compara con un «expreso» (v. 24), una muestra más de la maleabilidad del texto romancístico en su adaptación a los nuevos tiempos -aunque no siempre estas adaptaciones sean literariamente del todo afortunadas-.

Hemos recogido también numerosas muestras que podríamos catalogar de difusión infantil, más breves y menos complejas, aunque algunas no exentas de interés; buena muestra de ello podría ser la que clasificamos como versión b, en la que hallamos, junto a las incongruencias típicas del romancero de repertorio infantil -ese «sevillán sevillano» del primer verso-, una gran agilidad narrativa y el dato curioso de la muerte final de la doncella. Además, se añaden al romance unos versos (15-16) , claramente postizos, que evocan alguna de aquellas canciones de la guerra de Africa.

DON BUESO y SU HERMANA CAUTIVA

En los montes más espesos / que tiene la morería
2 una morita lavaba allá / por la fuente fría.

Ha pasado un caballero / que de la guerra venía:
4 -Retírate, mora hermosa, / retírate, mora linda,
que va a beber mi caballo / de este agua cristalina.

6 Caballero, no soy mora, / que soy huérfana cautiva,
me cautivaron los moros / tarde de mayo florida,
8 en el jardín del amor / jugando con varias niñas.

-¿Te quieres venir conmigo / hacia los montes de oliva?
10 -Y mi ropa, caballero, / dónde yo la dejaría.

-La de hilo y la de holanda, / en mi maleta metida
12 y la demás inferior / el agua la llevaría.

Ya la monta en su caballo, / la mora llora y suspira.
14 -¿Por qué lloras, mora hermosa? / -¿Por qué lloras, mora linda?

-Que me acuerdo en otros tiempos / mi padre a cazar salía
16 y mi hermano don Alejo / y yo en su compañía.

-¡Ay!, qué oigo, virgen santa, / ¡ay!, qué oigo, madre mía,
18 pensé traerme una mora / y traigo una hermana mía.

Ábreme, madre, la puerta, / balcones y celosías,
20 que ya apareció la flor, / la flor que había perdida,
que ya apareció la rosa, / la rosa de Alejandría.

(Informante: María Carrasco López, 46 años. Nacida en Valdepeñas, Ciudad Real, y residente en Cambrils, Tarragona.

El tema de «Don Bueso» entroncaría con esa vertiente del Romancero que los estudiosos del género han denominado «romances fronterizos», de los que abundan numerosas muestras en la tradición oral. El asunto central del poema es el reencuentro familiar de cristianos cautivos en tierras de moros -como lo es en el romance de «Las tres cautivas» o en el de «Las hermanas reina y cautiva»- ajustándose perfectamente a la estructura narrativa arquetípica del tema: cautiverio, sufrimiento, rescate, regreso y reconocimiento. Asimismo sigue el esquema de los relatos odiseicos: ausencia, vuelta y reconocimiento.

Para Ramón Menéndez Pidal, el romance derivaría, por medio de una balada juglaresca alemana, del poema de Kudrun, y estaría en estrecha relación con otras muestras europeas de similares características; la balada de carácter paneuropeo se habría adaptado perfectamente al entorno y las circunstancias peninsulares: cristianos y moros.

Las versiones más antiguas y completas parecen ser las hexasilábioas, conservadas, sobre todo, en la tradición sefardí, mientras que en la tradición española abundan las versiones octosilábicas -como la que aquí incluimos-, especialmente las que comienzan: «Al salir de los torneos / me fui por la morería / yo vi una mora lavando, / lavaba en la fuente fría» (Inf.: María Visiga Preciados. 88 años).

En nuestra versión -que proviene de tierras de La Mancha- se obvia la narración del cautiverio al inicio del romance y se incluye en el diálogo (v. 6-8), en unos versos de acusado lirismo; lirismo que se manifiesta también, claramente, en los versos que cierran el poema (v. 19-21). No se hace referencia, sin embargo, al temor de la joven cautiva a perder su honra al partir en compañía del aguerrido caballero, como suele ser habitual; así ocurre en la versión que recogimos de María José Soto Escribano (39 años. nacida en Don Benito. Badajoz, y residente en Cambrils. Tarragona) :

8 -¿Te quieres venir conmigo / Aquí en mi caballo irías.
10 -y la ropita que lavo, / dónde me la dejaría.

-La de hilo y la de holanda, / aquí en mi caballo iría
12 y la de menos valor / río abajo la echaría.

-Y mi honra caballero / ¿dónde me la dejaría?
14 -Juro la cruz de mi espada / que en mi pecho va ceñida.

no tocarte ni mancharte / hasta los montes de Oliva.
al llegar a aquellos montes / la mora llora y suspira.

El personaje conocido genéricamente como Don Bueso es denominado en nuestro ejemplo Don Alejo -tanto en la versión que ofrecemos íntegra como en la que citamos de origen extremeño-, siendo nombrado también, en otras ocasiones, como Juan de la Oliva, Don Güeso o incluso José María.



ROMANCES Y CUENTOS DE LA EMIGRACIÓN
(Primera aproximación a partir de una encuesta en tierras de Cataluña)

GARCIA MATEOS, Ramón

Publicado en el año 1991 en la Revista de Folklore número 123.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz