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Revista de Folklore número

136



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LAS SOCIEDADES DE MOZOS. Un estudio antropológico en la montaña palentino-leonesa
(1)

MARTINEZ MANCEBO, José Carlos

Publicado en el año 1992 en la Revista de Folklore número 136 - sumario >



INTRODUCCION

En la más o menos abundante bibliografía etnográfica sobre las tradiciones y costumbres de nuestros colectivos rurales, no tengo conocimiento de que se hayan dedicado monografías especiales sobre las “Sociedades de Mozos”. Sí me he encontrado con noticias, datos y aspectos dispersos de dichas agrupaciones en compendios y estudios amplios. Antropólogos como Caro Baroja, Lisón Tolosana y algunos artículos en la Revista de Dialectología y Tradiciones Populares han destacado algunos aspectos esporádicos de la organización y funcionamiento de los grupos moceriles; pero dichas referencias han sido insertadas en otros objetivos más amplios y con fines ajenos a estas instituciones (1)

No nos cabe duda, de que para la ciencia antropológica, ha supuesto un reto y acicate el determinar las características y roles propios de la edad, el establecer sus pautas de comportamiento, el fijar el desideratum y cosmovisión
en los distintos períodos por los que atraviesa el hombre a lo largo de su vida.

En la mayoría: de sociedades, los grupos de edad formados en un mismo periodo de iniciación atraviesan juntos una serie de grados de edad. El grupo de edad es el conjunto o cuerpo de personas; y el grado, el estatus que han alcanzado en el curso de su camino por la vida (2). Esta distinción nos será útil para comprender mejor el ámbito social de la mocedad en los grupos rurales.

Así, nos encontraremos en que hay edades fijas en las que los individuos pueden dejar de ir a la escuela, contraer matrimonio, casarse sin el consentimiento de los padres, contraer deudas, conseguir el grado de “vecino” con derechos y obligaciones...

Nuestro objetivo investigador tenderá exclusivamente hacia la mocedad, pero sus roles y funciones –dentro del colectivo total- no tendrían sentido si no hubiese una confrontación explícita frente al mundo infantil y el mundo adulto. Mi primera intención será mostrar como la voluntad general de la mocedad consistirá en diferenciarse de los grupos antecedentes (mundo infantil) y consiguientes (mundo adulto). Será, por tanto, necesario destacar la propia comprensión de los miembros del grupo joven, con que se identificarán ellos mismos, qué funciones se autoasignan de modo exclusivo...Y, por otra parte, deberemos subrayar como les ven los demás subgrupos (adultos y niños).

Es un hecho incuestionable, que a partir de los años sesenta, la paulatina huida de los miembros jóvenes hacia las zonas periféricas del país, dejando nuestras áreas rurales castellano-leonesa sin savia vital. Ello no es óbice para tachar nuestra tarea como mera curiosidad arqueológica o simple rescate de una institución caduca y olvidada.

Ciertamente, hoy no encontraremos las actividades moceriles de manera esplendorosa. De antemano, he desechado el encontrarme con la vitalidad que dichas asociaciones mantuvieron en un pasado no muy lejano.

El contacto mantenido con los protagonistas, que un día lo fueron y con los representantes que hoy lo son, me permite hacer una primera deducción metodológica: entre la memoria colectiva de unos y los anhelos restauradores de los otros existe una fuerte conexión.

En el Otoño de 1984 pude presenciar los prolegómenos de una ceremonia nupcial. Los propios padres de la novia y otros vecinos interesados promovieron al grupo de jóvenes para que rondaran la víspera, con estrofas de "despedida" conocidas por todos, y para que colocaran la enramada en el balcón de la novia. Al final, cuando los padres invitaron a toda la ronda, el comentario era unánime: no se podía dejar en el olvido aquella costumbre inmemorial.

Otro rasgo socioantropológico patente es el fuerte deseo restaurador por parte de quienes "eligieron" el camino de la emigración. Su nula inserción social en el lugar de trabajo, sus descontentos y sus miedos han hecho que vuelvan su mirada hacia el lugar de origen. Con toda seguridad, estos deseos están enmarcados en un fuerte tono de autoafirmación. Ante frustraciones no esperadas, el individuo pretende instaurarse en su refugio natural, como miembro integrado en un colectivo amparador. El cordón umbilical con su primer medio se ha reforzado, aunque hemos de reconocer que jamás se quebró.

En éste el cariz ambiental con el que me he encontrado y el que he podido detectar. En mis descripciones de este fenómeno y otros aspectos costumbristas relacionados con él, tendré en cuenta el carácter histórico de muchos datos etnográficos, ya de por sí valiosos, y los confrontaré en mayor o menor medida con las expresiones presentes que puedan ser reflejo o supervivencias de lo anterior. En definitiva, no quisiera que esta investigación antropológica quedara en un simple rescate de las manifestaciones vividas en otros períodos de tiempo.

Finalmente, quisiera dejar a modo de advertencia, que no he pretendido alcanzar todos los pormenores que afectan a la juventud; únicamente, me centraré en los elementos significativos del grupo como tal. De cualquier forma, el deseo prioritario será mostrar la diferenciación y autoafirmación como grupo, la regulación y organización de la propia mocedad, sus deberes respecto al vecindario, sus obligaciones y contraprestaciones con algunas instituciones locales... Y, siempre que lo considere interesante y significativo, trazaré mis hallazgos de modo diacrónico, intentando dar coherencia al presente con significaciones pasadas.

Como colofón, y a modo de anexo complementario, expondré textual e íntegramente dos reglamentos de distintas Sociedades de Mozos, los cuales me han servido de fuente y base en la confección del trabajo.

1.DESDE EL MUNDO INFANTIL A LA MOCEDAD: DELIMITACION DE ROLES.

La estratificación por edades es una constante en todos los colectivos y es, sin duda, uno de los determinantes a la hora de definir cada una de las obligaciones, deberes, roles esperados, exigencias para cada uno de los grupos. Esta estructuración supone no sólo una interrelación entre cada uno de los estratos y el resto del colectivo, sino también una identificación de todos los miembros pertenecientes a un mismo subgrupo.

Trataremos a continuación de exponer cómo se distribuyen los distintos niveles de edades, teniendo en cuenta aportaciones de los propios individuos, que han discurrido por las sucesivas categorías de edad.

Acudiremos a distintas categorías explicativas, como son los juegos y las diferentes responsabilidades exigidas a cada uno de los individuos dentro de la economía familiar, para poder aclarar las fases por las que pasa un miembro hasta llegar al estado de adulto-vecino.

1.1 El mundo infantil.

Como los muy viejos, los niños están en los márgenes de la sociedad y, excepto por lo referido a la escuela y al catecismo, se les deja a sus anchas hasta que son lo suficientemente mayores para ser útiles; entonces, serán progresivamente admitidos en el mundo adulto y en las funciones propias de los adultos. Subrayamos de nuevo, que esta incorporación a la geografía adulta, se hace escalonadamente.

La separación entre críos y chiguitos es la que existe entre los que van o no a la escuela; la que hay entre chiguitos y chavalones, responde a la edad de abandonar la escuela; la distinción entre "chavalotes" y mozos equivale a la incorporación de estos últimos en la Sociedad correspondiente de Mozos, lo que traerá consigo diversos derechos: hacer rondas, poner enramadas, ir a bailes a pueblos vecinos...

1
2
3
CRIOS

5
6
NIÑOS

8
9
CHIGUITOS

11
12
13
CHAVALON

15
16
17
18
19
MOZO

VECINO

El último escalafón -alcanzar el grado de vecindad- se lograba o bien con el matrimonio, o bien cuando se alcanzaba una edad considerable, siendo independiente económicamente: poseer casa, ganados y terrenos propios. (v. Fig. 1.).

Por lo que respecta al "chiguiterío " -entre los siete y diez años-, destacamos un tipo de pastoreo encomendado a ellos. Los chiguitos son los directamente encargados de conducir los corderos, durante los primeros días de mayo, hasta los lugares de pasto, y después son los responsables para recogerlos en sus cortijos correspondientes. A esta operación se la denominaba "avezar los corderos". "Nada más que se podía con el zurrón, íbamos a avezar corderos a Valdegrullas... Ibamos descalzos por las gatuñas (zarzas) que no metían mano a los pies... y con pantalones de sayal y en sin calzoncillos... no asistíamos a la escuela, porque avezábamos los corderos".

A estas labores les correspondía, a su vez, una manifestación festiva de la que eran protagonistas únicos el. grupo infantil. El primer día festivo del mes de Mayo se iba por "lirones" (jacintos), que crecen durante la primavera en las "lamizas" (prados con fuentes), Con estas flores amarillentas se confeccionaban: unos lazos que recorrían y recubrían la mayor parte del cuerpo del mejor cordero, elegido, para tal efecto, por estos zagales improvisados, , "Iban dos o tres chiguitos mayores a por ellos (lirones), y se los tejía a modo de rosca. El amo del cordero obsequiaba algo a los chiguitos, como premio por haber señalado el su cordero".

La conducción, la doma y el cuidado de los corderos se acostumbraba a hacer por grupos, es decir, por los componentes de cada uno de los barrios que pudiera haber en cada pueblo. Esto daba pie para que los distintos grupos de muchachos se picardeasen y se lanzasen mutuamente frases burlonas. Cuando "echaban marro" los corderos (salir alborotados y sin rumbo) de una barriada, los otros proferían alusiones al hecho, poniendo en evidencia al resto de grupos pastoriles: "¡Marro a los del barrio La Puente, porque son poca gente!". "¡Marro a los del barrio Las Heras, porque son unos calaveras!", "¡Marro a los del barrio de Arriba, porque son mucha germanía!".

Estas obligaciones pastoriles contribuían a que los miembros infantiles del colectivo rural se identificasen entre sí y que el subgrupo se sintiera cohesionado a través de idénticas funciones.

Los distintos juegos -algunos relacionados con las labores pastoriles- nos muestran también cómo este subgrupo infantil se distanciaba del mundo adolescente y adulto, Entre los juegos más populares estaban "el pite", "el marro", "la gorgulla ", "el calvo", "la sopa"", Este último está relacionado con la citada actividad pastoril, Para "jugar a la sopa", se colocaba una vara pinada y en su base los trozos de pan de quienes participasen en el juego, acotándose una extensa zona en derredor de la vara, para que la distancia fuese igual a todos lo jugadores. Con la porracha o cachaba intentaban derribar la vara, quien lo lograse escogía un trozo de pan; el pedazo más grande y el de mejor calidad, "Lo primero que elegíamos era el “pan de cuartal” (pan blanco con la corteza muy fina) y dejábamos el de centeno. En más de alguna ocasión alguno de los chiguitos mayores se comió el pan de los demás".

Esta actividad pastoril tenía su culminación en una celebración festiva. "Ya de parte tarde, los chiguitos pedían los torresnos; los vecinos les daban tocino y huevos", Portaban un palo simbólico, que en su terminación tomaba forma de horquilla, y allí pinchaban varios "torresnos" sujetados al palo bifurcado. "Así era un Aleluya o pendón, y la gente sabía que andábamos pidiendo los torresnos; era como una contribución o paga por avezar los corderos de todo el pueblo”. Todos los alimentos recogidos se reunían, llevándolos a una casa donde les dejasen y diesen permiso para hacer la cena con la consiguiente velada "¡A comer los torresnos en ca tío Román! Así se corría la voz y se sabía dónde se debía ir. Era de mucha tradición hacer ese día torrejuelas (pan frito rociado con leche y miel) y, para eso, cada uno llevábamos un poco de miel”.

Estos días de pastoreo infantil podían durar más de una semana, eximiéndoles de su asistencia escolar, finalizando cuando se ajustaba a un cordero.

Con esta labor pastoril, encomendada a la chiguitería, hemos querido mostrar cómo sus miembros se sienten identificados y, al mismo tiempo, solidarios; siendo conscientes de su pertenencia a uno de los estratos sociales, establecidos por la edad. Son ellos mismos los que establecen un círculo limitativo frente al adulto, sintiéndose depositarios de las funciones que se les otorga y exigiendo las correspondientes gratificaciones a los propietarios de las reses.

Otro dato etnográfico, que corrobora lo ya dicho, está presente en un exponente de carácter festivo: la hoguera de Santa Agueda.

Al atardecer, en ese día festivo, y algo antes de lo acostumbrado la gente vuelve de sus campos. Los chiguitos se llaman a gritos y se reúnen en la plaza. "Se tocaba el tamboril de los niños para atropar las escobas (retamas). Los chiguitos pedían dos o tres escobas secas a cada vecino. Eran los más pequeños quienes arrastraban las escobas hasta el sitio indicado. Los mayores presidían la recogida con unas cachabas y eran los que hacían el montón, y bajo la autoridad de los tres mayores se colocaba la hoguera. Cuando llovía o nevaba se la encendía con un colmo de paja".

"A lo oscurecido", el vecindario se reúne en torno a la hacina de retamas en ambiente festivo. La prenden fuego, se alzan las llamas y chisporrotean. "A lo mejor empezaba a nevar, y en la claridad de la llama se veían caer los copos de nieve".

Lo más notorio y lo que más nos interesa mostrar aquí es el levantamiento de una prohibición. "Los chiguitos cortábamos puntas de nogal, que tienen por el medio cañada y que sirven para fumar. Otras veces se iba al pajar del toro, se recogía grana de la hierba y con eso hacíamos varios cigarros".

Esta desaparición de censuras, trastocamiento de normas y costumbres sancionadas durante el año responden a la aspiración de cualquier colectivo de obtener algún tiempo vacío de valores, en este caso, destinado a una determinada edad, asignándoles papeles o modos de comportamiento irreales. Pero lo que más nos interesa destacar, es el reconocimiento y aceptación, por parte del resto de los miembros del vecindario, al conjunto del mundo infantil como subgrupo con entidad propia, concediéndoles un escenario que posibilite sus roles específicos.

Para fundamentar más nuestra idea acerca del protagonismo propio e independiente del chiguiterío, expondré un último dato etnográfico, referido al período carnavalesco.

Entre los actos propios de Antruido, destaca en la víspera del martes de carnaval la acción de la gente menuda. "Los chiguitos tocábamos los cencerros, zumbas, latas y otros artefactos, y nos íbamos hasta la ermita de las Animas, que era el límite de los dos pueblos (Camporredondo y Alba de los Cardaños). Allí hacíamos lumbre y cuando llegaban los chiguitos de Alba, empezábamos a pedradas. Después volvíamos al pueblo cargados con los cencerros y los zarandeábamos la más fuerte que podíamos".

Observamos, por tanto, que junto a las manifestaciones de cohesión vecinal brotan síntomas de agresión entre los pueblos cercanos, protagonizados, en este caso, por el estrato de la vecindad más joven. Estos ejércitos infantiles representan un simulacro de batalla con el fin de defender simbólicamente los límites vecinales. Esta lucha ficticia es protagonizada entre quienes intentan traspasar los límites y por quienes los defienden. El lugar elegido para declarar una "guerra" y paz, ambas aparentes, son las fronteras de ambos pueblos.

Este hecho no es, sino una proyección de los intereses de ambas comunidades; intereses que, en este caso, están representados por el sector infantil, haciéndose eco del sentir general, son los auténticos emisarios, portavoces y, claro está, realizadores de los deseos del sentir común.

Hemos intentado trazar hasta aquí, en un único hilo conductor, la idea de una división, establecida en el grupo vecinal, que restringe a un determinado nivel de edad diversas funciones, obligaciones, juegos, roles festivos... Siendo reconocido, todo ello, por la globalidad de los miembros.

1.2 Inicio de la adolescencia.

A partir, más o menos, de la salida de la escuela, el individuo accede a otro estatus. no tan bien delimitado como el anterior; aunque sí representando un escalón intermedio entre la niñez y la mocedad. ; es lo que en la Fig. 1 recogíamos con la denominación de "chavalón".

"Llámanse chavales los jóvenes que no han pagado la entrada, la "patén" –patente que les da derecho a alternar con los mozos, a salir de ronda, a robar nateras, a sacar las mozas a bailar, etc. Son los mozalbetes o gente menuda (3).

Distintos hechos nos muestran el progresivo distanciamiento de la niñez; el inicio de la adolescencia trae consigo algunos cambios tanto en responsabilidades económicas, como en los juegos. "Los chavales mayores teníamos una bolera propia. También jugábamos a la "nita"(4). Era lo que más preferíamos".

Otro rasgo diferenciador, con el nivel de edad anterior, queda patentizado en la mayor contribución a la economía familiar de los adolescentes. "A los trece años estaba yo de pinche, tirando de cabra (transportando la cal a los mamposteros). También podíamos ser veceros (5) con las ovejas, cabras, vacas. Atábamos centeno y otras faenas".

El matiz diferenciador está representado por un aumento de responsabilidades de este miembro familiar. Como hemos visto, se les ajustaba laboralmente con mamposteros, canteros, albañiles, realizando trabajos de ayuda.

1.3 Ingreso en la Sociedad de Mozos.

La información utilizada en todo lo referente a las asociaciones de la mocedad está basada en dos reglamentos, que se podrán consultar al final con la totalidad del articulado, y en las propias observaciones de los diversos informantes.

En este apartado, abordaremos únicamente los modos, estrategias y condiciones para el ingreso en la asociación. He detectado diferentes mecanismos, utilizados por los miembros, para el acceso al grupo moceril.

Así, en los Estatutos de la Sociedad de Mozos de la villa de Camporredondo, en el capítulo II, correspondiente a altas, bajas y exclusiones, se recogen las condiciones de ingreso. "Pueden ser socios todos los individuos que habiendo cumplido la edad de 15 años soliciten su ingreso en la misma, bien sea verbalmente o por escrito" (6). "Todo joven que desee pertenecer a esta sociedad, se presentará en el domicilio de esta sociedad en días festivos o domingos y en horas competentes, y en el mismo acto de ser admitido quedará inscrito en el libro de Altas de esta Sociedad".

En otra reglamentación -la Asociación de Mozos de Prioro- se titula el capítulo I: "De quienes forman la asociación, De la edad para ingresar en ella". En los distintos artículos tenemos: "Forman la sociedad de mozos los hombres solteros, nacidos en este pueblo, siempre que hayan pagado la cuota correspondiente". "La Edad para ingresar será de 16 años". "Si algún mozo quisiera ingresar en la reunión, deberá pagar de acuerdo a la edad que tenga, las cuotas siguientes, de 16 a 20 años 0,50 pts, desde los 20 hasta los 24 1,50 pts.". "Ningún mozo que no haya satisfecho las anteriores cantidades será admitido a la Reunión". "No pagarán las cuotas de forma inmediata los mozos que estén ausentes o por causas análogas" (7).

A través del articulado expuesto, mostramos las exigencias generales y mínimas para el acceso a la Sociedad. Subrayamos la propia espontaneidad y la decisión personal de los miembros para incorporarse al grupo de mozos.

No obstante, debemos matizar lo que se desprende de los diversos artículos; para ello contaremos con algunas experiencias de integrantes, que nos ofrecen ciertas singularidades en las estrategias de incorporación.

La misma mocedad actuaba con fuerza coercitiva para que todos se integrasen. " Al entrar se era pinche, si había algún perezoso que no quería entrar, se le obligaba entre todos". No quedaba otra solución para el nuevo mozo si no quería su propia marginación y aislamiento del resto del grupo. Es preciso destacar que no sólo eran los individuos jóvenes quienes podían ser un tanto remisos al ingreso, sino también los padres solían poner impedimentos a la incorporación del hijo. "Los mozos mayores y la junta de la Sociedad iban a casa del padre y decían:

-Que ya es mozo, déjele entrar.

Y los padres solían poner alguna pega:

-No entra de mozo hasta que no sepa el doctrinario.

A lo que el Alcalde de los Mozos replicaba que le dejase entrar con confianza, que no iba a estar valduendo (sin saber qué hacer)".

Tenemos, por tanto, que la propia resistencia o la de sus padres al ingreso en la Sociedad era vencida por la coacción o el convencimiento, mostrando a los progenitores lo beneficioso de la convivencia en grupo.

Nos vamos a referir, por último, al carácter ritual, celebrativo y festivo que tenía lugar en la fecha de ingreso. En general, no hay un día determinado al que se asigne el ingreso de los neófitos, aunque en uno pueblos se me notificó que "por San Pedro se cambiaba el Presidente, tamborilero y alforjero y, entonces, los que queríamos entrar, acudíamos". Quienes accedían a este nuevo status debían ofrecer en compensación un tributo: en dinero o especies. Ya vimos anteriormente lo que se estipulaba de acuerdo con la edad del solicitante. En los dos reglamentos consultados la contribución de los aspirantes es monetaria, aunque de hecho consistía en media cántara de vino.

El ingreso del nuevo mozo se rodeaba de cierta ritualización en el momento de ser recibido por el grueso de la mocedad. "El Alcalde nos daba consejos y nos decía cómo debíamos comportamos". El Reglamento de Camporredondo dice al respecto:."El individuo que venga a formar parte de esta sociedad, se le dará lectura de este reglamento, y en caso de aprobarle, pagará como cuota de entrada una peseta cincuenta céntimos, esto para los socios locales; los forasteros que quieran ingresar como socios, pagarán de cuota dos pesetas, quedando desde su ingreso con todos los deberes que les impone este reglamento, así como los derechos a la sociedad” (8)

Una prenda -especie de bufanda de sayal- simbolizaba y exteriorizaba la entrada en la Sociedad. "Cuando nos hacíamos mozos, llevábamos un tapabocas muy grueso. El tapabocas se embozaba y quedaba con un pico atrás de franjas coloradas. Ibamos así a las reuniones. Quería decir que habíamos ascendido a mozos". La indumentaria será el elemento exterior que deje constancia ante los demás de la nueva situación de uno de los miembros.

Otra de las formas de ingreso, que difiere de lo explicitado, corresponde a una subárea cultural –Campóo- fronteriza con la que nosotros describimos. La peculiaridad en esta zona campurriana apunta a una menor reglamentación y a una mayor improvisación en el rito de entrada, aunque el sustrato socializante es el mismo. "Existe en la Montaña la costumbre de ir de ronda en pleno a sacar de casa al "nuevo mozo" que ingresa en ella, y lo hacen con toda solemnidad que el ritualismo requiere, cantando al llegar a la puerta del mozo:

Las güenas noches
te venimos a dar,
porque en la ronda
te dejamos entrar.

Y desde este momento tiene ya concedido el permiso para rondar en unión de los mozos...

En Campóo, cuando un nuevo mozo entra en la ronda tiene el ineludible deber de pagar una o media cántara de vino -según la costumbre establecida de antiguo en el lugar-, que ha de ser distribuida entre los que desde entonces van a ser sus compañeros de fiestas y cortejos (9)".

Con los datos expuestos hemos intentado mostrar cómo para ser aceptado en la asociación se requiere la ceremonia de iniciación, que señalará el paso de niño a joven, el cual debe quedar ritualizado y sancionado socialmente.

Los jóvenes de la misma generación se iniciarán juntos, dirigiéndose grupalmente hacia un nuevo rito de tránsito: el matrimonio, en el mismo veremos más adelante el fuerte protagonismo de la mocedad, señal inequívoca de los lazos solidarios que provoca la asociación.

2.ELEMENTOS ORGANIZATIVOS DE LA SOCIEDAD DE MOZOS.

En el apartado anterior, aclaramos los modos de ingreso en la Sociedad; ahora, especificaremos las distintas normas que apuntan a la organización interna y las que van dirigidas hacia la vecindad.

2.1 Jerarquización y cargos de la Sociedad.

En las páginas precedentes exponíamos, sirviéndonos de las experiencias de varios protagonistas, la categorización, según la mayor o menor veteranía de los miembros. Así, los recién ingresados ocupaban los puestos y funciones más serviles. "Los regidores del ave y el alguacil se nombrarán entre los más jóvenes de edad y de reunión...". "Hay en la Reunión de los mozos otros tres empleos de menor cuantía; éstos son: los dos regidores del ave y el alguacil". Los regidores del ave tienen obligación de preparar el nido de la cigüeña, si al llegar ésta al pueblo no le hay de años anteriores; y el tener siempre en buenas condiciones los bancos del "alto" de la calle que son propiedad de la Reunión". "El alguacil tiene que llevar, siempre que haya sesión en la Casa Consistorial, la llave de la misma, cerrar la puerta y devolver la llave después de haber terminado y estar a las órdenes del Alcalde o su representante para lo que necesite mandarle".

Los cargos de mayor responsabilidad y los componentes de la junta directiva de la Sociedad están destinados a los mozos de mayor edad: "Siempre se nombrará Alcalde de la Reunión al mozo más antiguo de reunión y de edad, entre los que nunca hayan desempeñado el cargo". "Los dos Regidores, El Teniente Alcalde y el Secretario también serán nombrados por antigüedad de edad y de reunión entre los que no hayan desempeñado el cargo, pero con la particularidad de que los dos últimos serán nombrados de entre los mozos del barrio contrario al que vive el Alcalde". "Para nombrar a las autoridades entrantes, en principio de año, el ayuntamiento saliente nombrará una comisión compuesta de dos mozos de cada barrio que no estén desempeñando cargo alguno, quienes presididos por el Alcalde saliente, nombrará en secreto los distintos cargos".

Se cuida no sólo que el principio jerárquico repose en la veteranía, sino también en la coparticipación de la función directiva; de ahí que, si el colectivo global se conforma con diversos subgrupos sociales o barriadas, éstos quedarán reflejados entre los representantes de la autoridad moceril.

En el mismo reglamento consultado y en el capítulo dedicado al modo cómo ha de desarrollarse las sesiones, se nos dice: "En las reuniones, las autoridades deben colocarse de la forma siguiente: el Alcalde en el centro, a su izquierda el primer Regidor, a su derecha el Teniente Alcalde, y junto a él el segundo Regidor, y a la derecha del primer regidor el Secretario". "Si sucediera alguna vez, que al reunirse los mozos no estuvieran los que constituyen la autoridad, es necesario que los mozos más antiguos se pongan al frente de los demás y desempeñen las funciones de las autoridades".

En los Estatutos de Camporredondo se ofrece, asimismo, los diversos cargos directivos, en un capítulo titulado "Administración de la Sociedad". "La sociedad será administrada por una Junta Directiva, compuesta por cinco miembros, nombrados por asamblea general, elegidos entre los socios, por el tiempo de un año; al terminar éste se hará una nueva elección; dichos miembros desempeñarán los cargos siguientes: de Presidente, Vicepresidente, Secretario, Tesorero y Bibliotecario".

Aunque la nomenclatura de los cargos directivos, son diferentes en cada uno de los reglamentos, las funciones y atribuciones a cada uno de ellos son las mismas. Señalaremos las obligaciones de cada uno de los miembros de la Junta Directiva. Están recogidas en el capítulo IV, titulado "Obligaciones de la Junta directiva".

"Del Presidente: Es obligación del Presidente, presidir las Juntas generales y extraordinarias, abrir las discusiones en caso necesario en las mismas, llamar al orden a todo individuo que faltare a dichos actos, llevar la representación de la sociedad en todos los casos y actos de la misma" (10).

"Del Vicepresidente: En caso de ausencia del Presidente tiene los mismos cargos y deberes".

"Del Secretario: Llevar un libro de actas, otro de altas y bajas de los individuos, despachar los asuntos de la Sociedad y sostener correspondencia con sociedades de la misma índole, y de los individuos que simpaticen con esta sociedad; llevar también un libro de registro con el número de árboles, naturaleza de los mismos y sitio de su plantación, fecha e individuos que asistieron a la plantación y dar de baja a aquellos árboles que por cualquiera causa se hayan secado o desaparecido".

"Del Tesorero: Administrar los fondos de la sociedad, siendo responsable de las cantidades recibidas".

"Del Bibliotecario: Conservar en buen orden todos los libros que pueda adquirir esta sociedad, cuidando el aseo y limpieza de la biblioteca, llevando un registro con el nombre de los donantes o forma de haberse adquirido dichos ejemplares".

"Todos los cargos serán honoríficos, así como otros, tal como criados y alguaciles y demás personal que desempeñen cargos en la sociedad".

En el reglamento de Prioro, registramos una mayor atribución de competencias a la figura del Alcalde o Presidente. No aparecen especificados los cargos de Tesorero y Bibliotecario, lo que nos hace suponer una mayor espontaneidad en la elaboración de las normas, sin seguir borradores legalistas.

El reglamento citado se refiere así a los distintos cargos directivos. "Es obligación principal de las autoridades, el cumplir y hacer cumplir a sus súbditos la presente ley". "Otra obligación de las autoridades es colocarse durante las sesiones por el orden indicado, bajo la multa de 0,10 Pts.".

"El Alcalde, que es el depositario de los fondos de la Reunión, tiene la obligación de llevar la contabilidad y de dar cuenta en cada sesión de los ingresos y gastos". "Para llevar la contabilidad, el alcalde tendrá un cuaderno empastado en cartón, tal como se venden en el comercio con este objeto; una libreta pequeña empastada en hule que servirá de borrador; un tintero para escribir las partidas en limpio en el cuaderno, y que además puede servir para escribir otros asuntos de la Reunión; una pluma, un lápiz para hacer las cuentas en el borrador y una goma ".

"El Secretario tiene la obligación de pasar lista parra las sesiones, cuando el Alcalde o su representante lo ordenen y anotar las faltas correspondientes a cada uno de los mozos". "Para que el Secretario cumpla su cometido, tendrá siempre consigo un cuaderno en el que con claridad y escritos con tinta, constarán los nombres de todos los mozos; un lapicero para que al lado de cada nombre anote las faltas de cada uno; y, por fin, deberá también llevar siempre consigo una goma para borrar, para que al satisfacer cada uno sus multas se borren las señales hechas y se puedan anotar más en el mismo sitio".

En resumen, hemos mostrado la división que se da en la Sociedad, ateniéndose los más jóvenes a funciones de "menor cuantía": pinches, alforjeros (11), criaos, alguaciles, regidores del ave... Los veteranos eran quienes optaban a los cargos de dirección ya expuestos.

Un importante detalle a destacar es, sin duda, el reflejo de la institución moceril con respecto a la estructuración del pueblo, porque la mocedad se ve como una especie de equivalente juvenil al concejo del pueblo.

2.2 Normas generales de funcionamiento

Abordaremos aquí, de forma general, lo concerniente a las obligaciones de los miembros para con la sociedad y al régimen disciplinario. Observamos en ambos estatutos la profusión y exactitud puntillosa para determinar el cómo y cuándo se han de celebrar las reuniones, distinguiéndose entre asambleas ordinarias y extraordinarias.

"Son sesiones ordinarias las que se celebran todos los años en las fiestas del Corpus Christi, Santiago, La Asunción de Nuestra Señora y Todos los Santos".

"Son sesiones extraordinarias las restantes que se celebren durante el año, ya sean convocadas por la Junta Directiva o por un número importante de socios".

En el reglamento de Camporredondo existe, al respecto, las mismas disposiciones: "La junta general ordinaria será convocada por la Junta Directiva dos veces al año, en los meses de Enero y Junio, y la junta general se reunirá extraordinariamente todas las veces que la Junta Directiva lo crea necesario, así como también si lo solicitasen la mayoría dejos socios".

La fórmula, para hacer la convocatoria y el anuncio de una próxima asamblea, estaba regulada por distintos toques de tambor, a cargo del tamborilero.

"Es obligación del encargado el hacer con el tambor la señal convenida para reunirse los mozos". "Dicha señal se hace: dando tres vueltas consecutivas tocando el tambor, alrededor de la Iglesia, yendo después por la calle abajo hasta el Santo Cristo cuya ermita rodeará y volviendo de regreso hasta la Iglesia sin dejar de tocar".

Serán los diversos redobles y la intensidad de los mismos indicadores del tipo de convocatoria que se efectúa. Así, si la reunión es extraordinaria, "además del toque ya indicado en el artículo anterior, al volver de regreso a la Iglesia continuará dando otras tres vueltas tocando alrededor de la misma". "Cuando sólo se toque para disfrutar derechos (12), se hace lo que se llama "una seña" del modo que sigue: dando una vuelta tocando alrededor de la Iglesia, yendo por la calle abajo después, dando otra vuelta alrededor del Santo Cristo y volviendo de regreso hasta la Iglesia sin cesar el toque".

Las mencionadas llamadas se deberán realizar respetando un mínimo de requisitos. "Para asistir a las Juntas, tanto ordinarias como extraordinarias, serán avisados con doce horas de antelación, citando hora a que ha de dar principio el acto; además, la caja y demás instrumentos que posea la sociedad, darán una vuelta por el pueblo, pasando lista a su terminación, imponiendo castigo al que sin causa justificada deje de asistir". También se anunciaba a la mocedad el momento de hacer rondas y poner enramadas. "Había un criao que avisaba, y a la primera vuelta de tambor, el que no salía a tiempo pagaba 15 céntimos. Y allí acordábamos qué se hacía".

Los estatutos recogen también el desideratum comportamental de sus miembros. Las infracciones graves o distintas faltas repetidas podían dar lugar a la expulsión. "Podrán ser excluidos todos los socios que cometan actos inmorales o dieran escándalo, dando motivo con sus actos a la alteración de algún hogar doméstico, o el orden público, en cuyo caso será juzgado en Junta general extraordinaria, dándole de baja o pagando la multa que se le imponga, según consta en este reglamento". También se inserta en el articulado los valores sociales, religiosos, conductuales, sancionándose a los infractores. "El socio que entre en el domicilio social, o casa particular y no se descubra, se desemboze o se siente sin ordenárselo el presidente, se le impondrán de multa 15 céntimos", "El socio que se embriague, se duerma o salga del local social, se le llame al orden para prestar silencio, y no obedeciese, se le impondrán de multa 15 céntimos". "El socio que, reunida la sociedad, hable sin cortesía o escandalice, pagará 30 céntimos". "El socio que penetrase en casa de algún vecino y se haya apoderado de algún objeto, tendrán derecho todos los socios a denunciarlo a los tribunales de justicia, y juzgarle además en Junta general, por si es o no acreedor a seguir formando parte de esta sociedad", "Debiendo manifestarse el orden de la Reunión de los mozos, no sólo cuando están en la Casa Consistorial, sino también cuando vayan reunidos por la calle, especialmente cuando vayan tributando honores a alguna persona, está absolutamente prohibido a todo mozo, el separarse de los demás, bajo la multa de 0,50 pesetas, cada vez que lo haga".

Hemos de reconocer que estas imposiciones tienen un marcado carácter legalista, pretendiendo contrarrestar algunos de los posibles abusos o desmanes, aunque éstos tenían un marco referencial, merced al cual los vecinos podían encajar las tropelías juveniles. Así, tenían los mozos, a modo de privilegio, la costumbre de ordeñar las vacas del vecino, espiar el comportamiento nocturno de las mozas, recoger huevos de los "neales" y atrapar alguna gallina mientras dormitaba, y todo ello de cualquier modo posible, escalando o asaltando la vivienda inclusive. Estas acciones quedan encuadradas en un toma y daca entre la mocedad y el vecindario, que admitía el comportamiento juvenil; y además participaba en este juego de la mocedad, preparando alguna encerrona o haciendo pasar algún apuro al atrevido mozo. "Una vez fuimos a ordeñar la vaca del tío Greñas, que entró de repente con una careta que nos asustó y se nos cayó la leche al suelo de la cuadra. ¡Cuánto nos divertíamos y nadie se enfadaba!". Se racionalizaban, por tanto, estos actos de rapiña institucionalizada. "Lo que más se hacía era coger docenas de huevos y se ordeñaban las vacas. La junta designaba a las cuadrillas dónde se cogían los huevos y dónde se ordeñaba, cada cuadrilla donde le mandaban".

2.3Interrelación entre la Mocedad y comunidad vecinal.

En los dos estatutos moceriles aparecen, en sendos capítulos, tanto los deberes de los mozos hacia el vecindario, como las obligaciones de la vecindad hacia los mozos.

El reglamento de Prioro recoge, en el capítulo V, todo lo correspondiente a los servicios ordinarios y extraordinarios prestados al vecindario. "Los servicios o trabajos ordinarios que prestan los mozos todos los años son en los días del Corpus Christi; Asunción de Nuestra Señora, y en la noche de Todos los Santos".

a) "Los trabajos que se prestan el día del corpus son los de poner estacas y las sogas para la procesión, cuyas estacas serán de dos metros" (13). "Cada mozo presentará, en dicho día, al pasar lista junto a la Iglesia dos estacas y una soga. Dichas estacas y sogas se colocarán por ambos lados de la carrera que ha de seguir la procesión y colocadas permanecerán hasta la salida del Sto. Rosario. El mozo que no asista a prestar dicho servicio pagará la multa de 0,75 Pts.".

b) "Los servicios que se prestan el día de la Asunción son los de llevar a Valnero pantalones de sayal para el aluche (14)". "El día de la Asunción, inmediatamente después de la misa mayor, se reunirán los mozos junto a la fuente de la Iglesia para determinar qué bueyes y carro se han de llevar por la leña, pudiendo cada uno retirarse después a sus casas, mientras el encargado de guiar la pareja la unce y prepara el carro... Después de haber cargado el carro, regresarán de nuevo juntos hasta el lugar de la hoguera y allí se da por terminada la sesión".

c) "El servicio correspondiente a la noche del día de Todos los Santos consiste en tocar las campanas a muertos. El que no asista a esta sesión, que dura toda la noche, será multado conforme indica el capítulo segundo en sus artículos acerca de las sesiones ordinarias y además por no tocar pagará 0,50 Pts.".

"Son servicios o trabajos extraordinarios los que presta la Reunión de los mozos con ocasión de circunstancias especiales, como son: cuando hay que poner mayos en el pueblo, etc...".

Hasta aquí hemos recogido las obligaciones de la mocedad, la cual deberá ser recompensada, a su vez, por contraprestaciones del vecindario. En el propio reglamento, bajo el epígrafe "Derechos de la Reunión de Mozos", se recogen las obligaciones del pueblo y las obligaciones de novio y padrino, éstas últimas las expondremos en otro apartado.

"Son derechos de la Reunión de mozos, los que como tales han venido considerándose desde tiempo inmemorial". "La Reunión de mozos ha tenido siempre derecho a cinco cántaros de vino pagados por el pueblo y entregados cuando el Alcalde de los mozos los va pidiendo". "La Reunión de los mozos, cuando ha prestado honores a diputados y otros altos personajes de la sociedad, siempre ha tenido derecho a una propina de parte de los mismos, la que nunca ha sido menor de 25 Pts.". "Estos que desde tiempo inmemorial se han considerado como derechos de Reunión, deben continuarse pidiendo en sus ocasiones propias".

Ahondaremos más en esta idea, mostrando la cohesión entre vecindario y grupo moceril a partir de la aceptación de ambos de la mutua reciprocidad. Utilizaré, a continuación, el estatuto de Camporredondo y varios datos de diversos informantes para reforzar este concepto: reciprocidad, de gran fertilidad antropológica.

El título del capítulo VII -Deberes para con esta villa ya es suficientemente aclarador. "Esta sociedad en pleno y sus individuos en particular tienen la obligación de servir al Ayuntamiento y algún vecino, en casos de necesidad, como son: llevar partes a otros pueblos, traer boticas, acompañar al peatón, correo, médicos y sacerdotes que tuvieran que transitar en días de grandes nevadas". "También es obligación de esta sociedad en los días de inundación de nieves, salir a hacer veredas quitando la nieve hasta la puerta de la Iglesia, donde se pasará lista, y castigando las faltas con 15 céntimos". En estas normas, advertimos la colaboración del grupo juvenil en tareas que van a beneficiar a todo el pueblo y, al mismo tiempo, surgen como respuestas directas a determinadas circunstancias geográficas y climatológicas. De esta manera, la mocedad es un instrumento eficaz para dar solución y sacar de apuros a la comunidad vecinal durante las temporadas invernales.

También se atendían a circunstancias especiales que pudieran surgir a cualquier particular. Ante la adversidad, la respuesta es fuerza, resistencia, habilidad, o ,en una palabra, juventud. "Si a alguien se le caía la casa, si se ponía malo y no podía recoger la hierba, si necesitaba botica, entonces el presidente iba a su casa a ponerse a us disposición”.

Otro tipo de deberes, contraídos por la Sociedad, se refieren a distintas obligaciones religiosas. "Esta sociedad se obliga a tocar las campanas la víspera del Día de Difuntos y lo mismo el día de su octava. También es obligación tocar y voltear las campanas en rogativas populares, días clásicos de procesiones, y llevar las insignias de la Iglesia en las mismas, y ayudar al preste el que posea facultades, y el que faltara a estos casos sin justificar su ausencia, pagará 15 céntimos por cada una de sus faltas". "Es obligación de esta sociedad poner cruces del calvario para el primer domingo de Cuaresma, y el que sin justificar causa deje de asistir se le impondrán 80 céntimos de multa".

A estas prestaciones corresponden tanto los vecinos, como la Cofradía de Animas por los servicios prestados. Hay un alto grado de espontaneidad y voluntariedad en estas prestaciones, pero irremediablemente, ninguna de las dos partes puede sustraerse de sus específicas obligaciones. En tal sentido el capítulo VII está dedicado a: "Gratificaciones que desde tiempo inmemorial percibe esta sociedad por los servicios prestados a la villa y sus vecinos" (15).

“Los vecinos de esta villa gratificarán a esta sociedad con aguinaldos a voluntad de cada uno en los días de Año Nuevo y Reyes". No hay una especificación concreta de la recompensa vecinal; es a través de los aguinaldos como se salda la obligación del "do ut des". En la petición de los aguinaldos se hacía una discriminación entre el grupo vecinal. A las autoridades locales: Alcalde, Secretario, Concejales y Sacerdote se les pedía el aguinaldo en la víspera de Reyes, al resto del vecindario para Año Nuevo. Sin duda, los favores moceriles eran mayores hacia las autoridades locales, por lo que también se esperaba una mayor compensación. "Se pedía aguinaldo a los vecinos para Año Nuevo, a los de Ayuntamiento se les dejaba para Reyes, y correspondían algo mejor".

En la víspera de Año Nuevo, se recorrían las distintas casas del pueblo. Al Alcalde de los mozos o alguien a quien él designase se dirigía a cada uno de los vecinos expresando su servicialidad y disponibilidad, con una fórmula salutatoria: "Somos la juventud desinteresada de esta culta y noble población, sintiendo sus desventuras y contratiempos, alegrándonos de la paz de los vecinos a quien pertenecemos y estaremos siempre dispuestos a vuestra voluntad, a servirles en casos necesarios, para lo que cuenten con nuestro concurso y amistad. Cuenta pueblo querido con tu juventud, que la tendrá a tu lado cariñosa, dispuesta y diligente. Esta misión, que nuestros antepasados nos legaron, muy gustosos la continuaremos".

A continuación, después de cantar o rezar -en caso de que hubiera un difunto reciente en la casa-, el vecino hacía su donación. "Los pinches llevaban las alforjas. No se mezclaban los "piques", en cada alforja se depositaban el tocino, costillas, "patos" (manitas de cerdo)... el Teniente de Alcalde hacía una lista de lo que entregaba cada vecino. Así controlaba al "pinche". "Decíamos que fulano hincaba el espolón a quien sobrepasaba y cogía más de dos castañas o nueces, cuando nos invitaban en las casas. Si se sobrepasaba alguno se le ponía 15 céntimos de multa".

Junto a estas gratificaciones, sin estipulación fija y dependientes de la espontaneidad vecinal, existían otras contraprestaciones, reguladas por el propio estatuto: "En la Junta general extraordinaria del día de Todos los Santos, el Ayuntamiento paga 5 pesetas, y el día de la Octava, el mayordomo de la cofradía de Animas pagará otras 5 pesetas a esta junta de mozos, así como el mismo Ayuntamiento el día de Reyes paga otras 5 pesetas para invertirlas en lo que esta Sociedad crea conveniente".

Efectivamente, en un cuadernillo de cuentas de la mencionada cofradía, he encontrado esta donación anual a la mocedad:

"Rebaja de cera e hilo para velas................................5 Pts.
Cuenta del Sr. Cura....................................................10 Pts.
Paga a los mozos por tocar las campanas..................5 Pts."

Ya anotamos, en páginas precedentes, que la festividad de Todos los Santos correspondía a una de las sesiones ordinarias a lo largo del año. Estas percepciones económicas recibidas se destinaban para una cena. "El día de los Santos se comía la borrega y el vino lo pagábamos con lo que nos daban por tocar a muertos".

En resumen, si examinamos las relaciones y transacciones recíprocas descritas, no será fácil observar que el mismo principio de mutualismo proporciona un sentido sancionador. En cada acto de intercambio hay un dualismo sociológico: dos partes que intercambian servicios y funciones, donde cada una de ellas cuida y exige de que la otra cumpla su parte del compromiso y se conduzca con honradez, es decir , de la manera esperada.



LAS SOCIEDADES DE MOZOS. Un estudio antropológico en la montaña palentino-leonesa
(1)

MARTINEZ MANCEBO, José Carlos

Publicado en el año 1992 en la Revista de Folklore número 136.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz