Revista de Folklore • 500 números

Fundación Joaquín Díaz

Si desea contactar con la Revista de Foklore puede hacerlo desde la sección de contacto de la Fundación Joaquín Díaz >

Búsqueda por: autor, título, año o número de revista *
* Es válido cualquier término del nombre/apellido del autor, del título del artículo y del número de revista o año.

Revista de Folklore número

148



Esta visualización es solo del texto del artículo.
Puede leer el artículo completo descargando la revista en formato PDF

LA CORRIDA DEL GALLO EN MECERREYES

ALONSO DE MARTIN, J. Salvador

Publicado en el año 1993 en la Revista de Folklore número 148 - sumario >



INTRODUCCION

Es de sobra conocida la importancia que entre los ritos paganos tiene los relacionados con el sacrificio de animales y muy especialmente de gallos.

Ya desde antiguo, iranos y armenios, entre otros muchos pueblos primitivos de Asia, consideraron al gallo como guardián del hombre y era un animal doméstico respetado. Los helenos y aún hoy los griegos modernos, creen en su canto como ahuyentador de los demonios de la noche.

Por su relación con el alba se asoció al gallo con el sol y el fuego; haciéndose sacrificios ya en la antigua India a Savitr (el sol) y a Agni (el fuego).

El gallo es el ave de la fecundidad y como tal desempeña un importante papel, en algunos pueblos, en los ritos matrimoniales. En el Talmud se dice que, el día de la boda, se ponía un gallo y una gallina en presencia de los contrayentes, como símbolo de la fecundidad. En Hungría es frecuente llevar durante la procesión nupcial un gallo que es ejecutado después de representar una farsa en la que es reo del delito de bigamia.

Se tiene constancia de la existencia de muertes rituales de gallos en casi toda la península; principalmente en la mitad norte. Así podemos ver en "El Carnaval" de Julio Caro Baroja, cómo se hace mención y se describen ciertas corridas de gallos en diversas provincias: Illescas (Toledo), Madrid, Villalba de la Lampreana (Zamora), Calatañazor, La Higuera y Casarejos (Soria), Alhóndiga (Guadalajara), Viana del Bollo (Orense), Allande (Asturias), Gordejuela (Vizcaya) (1). Otras en Nalda y Santurdejo (La Rioja) (2)...

En numerosos pueblos de la provincia de Burgos también han tenido importancia las corridas de gallos; en algunos hasta bien entrado nuestro siglo. He aquí algunos conocidos ejemplos y otros que no lo son tanto: Poza de la Sal, El Almiñé, Sotoscueva, Prádanos de Bureba, Castrojeriz, Gamonal, La Gallega, Atapuerca, Palazuelos de la Sierra, Cubillo del César, Santo Domingo de Silos, y un largo etcétera.

El trabajo que nos ocupa está reducido exclusivamente al análisis y descripción de "La Corrida del Gallo" en la villa de Mecerreyes, contribuyendo así a aportar una información puntual acerca de los ritos relacionados con los sacrificios de gallos.

Si bien existen en la corrida del gallo de Mecerreyes ciertas particularidades formales que la diferencian del resto, las características fundamentales que definen este tipo de ritos sacrificiales coinciden:

-En primer lugar, el rito consiste en dar la muerte al gallo o gallos, bien decapitándoles a lomos de cabalgaduras o hiriéndoles haciendo puntería en ojos y cabeza.

-Son representados, por lo general, en época invernal con motivo del Carnaval o alguna festividad cercana.

-Sirven de escenario para la petición de aguinaldos con los que preparar el banquete donde se comerán los gallos sacrificados.

El ritual del sacrificio del gallo está rodeado de numerosos simbolismos: invierno, carnaval, cuaresma, música, danza, fertilidad, sangre, sacrificio, comunión, etc. Pero cada pueblo, cada comunidad. adopta estos elementos, acomodándolos a su entorno y a sus necesidades. Es posible, que como apunta Jesús González (3), un cambio en el sentido de que la fiesta se produjera en Mecerreyes con motivo de la exención del lugar, de la villa de Covarrubias, en el año 1637. convirtiéndose en una celebración de la libertad.

Trataremos de enfocar la atención en el estudio morfológico de la fiesta. y no en sus aspectos esenciales y espirituales, pues vendrán a coincidir básicamente con el resto de carreras o corridas de gallos, y han sido ya escudriñados en otro tipo de estudios religioso-tradicionales.

LOS PERSONAJES

Participan en la corrida del gallo distintos personajes: rey, zarramaco, danzantes, gaiteros, vecinos, y cómo no, el gallo. Pero los auténticos protagonistas, de quienes surge la fiesta, quienes la organizan y en quienes revierte la colación resultante de ella, son los mozos.

Los jóvenes del pueblo se agrupan ya desde niños en cuadrillas de chicos y chicas. Sólo una, "la cuadrilla de mozos", es la encargada de preparar El Gallo. A ella pueden pertenecer los jóvenes varones que una vez salidos de la escuela, alcanzan la edad suficiente (en torno a 16 ó 17 años) de poder ayudar y escotar para pagar el baile. Se pasa a formar parte contribuyendo con una entrada, que normalmente se pagará en dinero o en vino (4). Les decían "mozos de gaita".

La cuadrilla de mozos es la encargada de ajustar los gaiteros para las Procesiones y para el baile de los Domingos y fiestas, entre otras la de San Martín patrón de la villa (5). Es la que organiza y supervisa la asistencia a los pasacalles; pues si un mozo es echado en falta tanto en un pasacalle como en la corrida del gallo, está obligado a pagar una multa, dependiendo ésta del número de cantones (6) que haya faltado. y por supuesto, se encargará de organizar minuciosa y ritualmente el Gallo de Carnaval.

Para su gobierno. existen en la cuadrilla ciertos cargos elegidos por votación; pensados y distribuidos a imagen del concejo o ayuntamiento de la villa: El Alcalde de Mozos o Mozo Mayor, cuya misión es, en palabras de los informantes, "mandar, y mandar bien". El Alguacil (aguacil) o alguaciles, pues en ocasiones fueron dos e incluso más, y que están a las órdenes del Alcalde. Eran éstos los últimos mozos ingresados en la cuadrilla. Y como persona de confianza. el Mayordomo, depositario del dinero de las recaudaciones.

Es figura de acentuado simbolismo EL REY, y como tal, hasta cierto punto algo pasiva en la fiesta. Se ve grandemente colmado de atenciones. Se le reviste de esmerado atuendo blanco. Es objeto de halagos y regalos por parte de los mozos. Pero con todo, y pese a ser un niño, lo cual le hace carecer de toda malicia y picardía para manipular la rueca en favor de nadie, tiene siempre en torno suyo y a su servicio al zarramaco y vasallos, los bailadores. Y es él quien al final, en el juicio del gallo, tomará la espada (asador) y tendrá la última palabra.

EL ZARRAMACO, también llamado ZARRAGON, protector y defensor del gallo, es la fuerza puesta en todo momento al servicio de ambos: rey y gallo. Personaje diabólico que con su máscara, pieles y cencerros, es motivo de bromas y risas, a la vez que causa miedo y respeto entre el gentío, sobre todo entre los más menudos (7).

El elemento fundamental de la fiesta es EL GALLO cuyo protagonismo y hado podrían analizarse y traducirse de diversas maneras, perdiéndonos en el tiempo y sin llegar a unificar su significado.

Aparte de la simple diversión carnavalesca, que intenta reducir la arrogancia y altivez de este peleón y enseñoreado animal, se han dado muchas interpretaciones al por qué del sacrificio en las carreras o corridas de gallos. Unas, defendidas desde la Edad Media hasta el pasado siglo, lo relacionan con la moral; justificando la muerte del gallo por considerarlo símbolo carnal y lujurioso; así pues, se le persigue y hostiga al acercarse el tiempo de la Cuaresma. Por otro lado, las interpretaciones más actuales, lo relacionan con sacrificios protohistóricos de origen pagano y telúrico; dándole un sentido más profundo y extendiendo su ámbito a otras culturas europeas y asiáticas. Primaría aquí el aspecto sobrenatural y mágico que supone la ofrenda ritual de un sacrificio animal. Ofrenda que no dejaría de ser una invocación para conseguir los favores de la madre naturaleza, reclamando de ésta la fecundidad y la fertilidad de los campos, cercana ya la primavera.

El elemento festivo y ceremonial lo ponen los gaiteros; que siempre los hubo buenos en Mecerreyes. Dos dulzainas (a las que también llaman gaitas) y un tamboril o caja envuelven el rito en ese halo extraordinario.

Por último, la participación del pueblo en la corrida es unánime. El pueblo no sólo es observador; canta, baila y corre el gallo, en definitiva, forma parte de la fiesta.

Los danzantes, a los que suelen aquí llamar con más frecuencia bailadores, serán tratados en otro apartado.

DESARROLLO DE LA FIESTA

Atendiendo al calendario, "la corrida del gallo de los mozos" de Mecerreyes tiene lugar el Domingo anterior al Miércoles de Ceniza, llamado aquí Domingo de carnaval o Domingo el Gordo.

Mucho antes, desde hace semanas e incluso meses, han comenzado los preparativos. Los mozos centran su atención en los más pomposos y apuestos gallos que se pasean por las calles y corrales del pueblo. Este punto lo describe muy sutilmente Mariano Alonso; aunque refiriéndose a la corrida del gallo de los chicos y chicas de la escuela y no a la de los mozos: «Era todo un rito esto de "ajustar el gallo", pues desde el mes de Octubre, durante el rato de recreo que precedía a la clase de la tarde, en lugar de jugar al "empruño", recorríamos el pueblo sin llamar la atención, pero fijándonos dónde había algún gallo que tuviese las plumas del cuello bien vistosas y brillantes, con preferencia rojas o de color naranja; se procuraba tener en vista varios ejemplares por si fallaba alguno o por si los mozos, que ajustaban varios gallos, nos "pisaban" alguno de ellos; nadie se enteraba de nuestras pesquisas, ni el propietario del gallo, ni los pequeños de la escuela, ni nuestras familias, hasta diez o quince días antes del" ajuste" » (8).

La cuadrilla compraba cuatro gallos, uno para cada vuelta y otro para la media vuelta restante. Serafín Santamaría, que fue zarramaco el año 1927, recuerda así los gallos que se pelaron en su mocedad: «El primer gallo era pardo o pintirrojo, el segundo empedrao, el tercero blanco y el último negro, de luto».

Días antes de la fiesta, los mozos de la cuadrilla tienen una merienda en el Ayuntamiento o en la taberna. Allí reunidos, trataban el ajuste de los gaiteros y tenía lugar la subasta de la que habían de salir el zarramaco y el rey. Se ajustaba de zarramaco al que más barato lo hacía. Para estos menesteres no se prestaba cualquier mozo, pues al carácter burlesco y diabólico que toma este personaje en muchas fiestas o danzas similares de otros lugares, se le añade aquí otro valor que goza de mayor reconocimiento. Ser zarramaco en Mecerreyes requería ante todo poseer unas piernas sueltas que le dieran cierta destreza y rapidez, para lo que no todos los jóvenes del pueblo estaban capacitados. Con el tiempo se impuso la necesidad de alternar de zarramaco, pues era muy grande el esfuerzo para uno sólo y no había quien se ofreciese a ello, llegando así a haber un zarramaco para cada vuelta. Si se quedaba uno sólo con el papel de zarramaco, se elegía "a remate"; mientras que si eran tres, se echaba "a suertes" entre los mozos. Se les regalaba un par de alpargatas y no entraban a "escote" en los gastos de la cena.

Para la figura del rey se elegía un niño de unos ocho o diez años (más recientemente también niña) que normalmente era propuesto por los mismos mozos de la cuadrilla entre sus familiares: un hermano menor, un sobrino, o el hermano de la novia por ejemplo. Al contrario que en la subasta del zarramaco, que se cobraba por serlo, en ésta, el mozo que ponía el rey pagaba por ello.

La víspera de la corrida por la tarde ya estaban la mayoría de los mozos de fiesta, dando vueltas con los cencerros por las calles del pueblo.

El Domingo de Carnaval de madrugada, previamente convocados por el aguacil, se reúnen el zarramaco y los mozos en el Ayuntamiento para dar comienzo al pasacalles y pedir los aguinaldos por todas las calles del pueblo. El zarramaco, repleto de cencerros, no deja de hacerlos sonar, para que al reclamo salgan prestas mujeres y mozas a sus puertas; que si alguna casa demoraba en abrir, ya se encargaría el zarramaco de llamar a su puerta a golpe de tarrañuela: "¡Aguinaldo pa los mozos!". Es así como poco a poco se van ensartando los chorizos, morcillas y torresnos en el asador que a tal efecto lleva exhibiendo el zarramaco. También van haciendo bolsa con algunas monedas que les dan en unas casas y llenando la cesta de los huevos de otras. Hasta garbanzos, lentejas y trigo les daban, para luego venderlo. Gran deleite para los mozos el ver engrosar los donativos con que se habrán de regalar en la cena.

La casa de Ayuntamiento es cedida estos días a los mozos y se dispone como centro de reunión de la cuadrilla. Allí hacen los preparativos y se cocinan almuerzos, comidas y cenas. Tienen una mujer de cocinera que les prepara los banquetes: cocido, chivo y "plato de gallo" en la cena del Domingo.

Y llegó la hora. La corrida del gallo comienza ese mismo día después de comer, con el anuncio de la música de los gaiteros que va atrayendo la atención de la chiquillería y del vecindario. Antes de nada, el zarramaco con el gallo puesto ya en la rueca, y acompañado de los mozos y gaiteros, se dirige a la casa del rey, donde engalanado ya, se suma al grupo y le hacen entrega del gallo, regresando de nuevo al Ayuntamiento.

Una vez allí, se forma la comitiva: rey, zarramaco y bailadores, seguidos siempre de los gaiteros, alcalde de mozos y aguaciles, y acompañados por los mozos y todo el pueblo. Parten de la casa de Ayuntamiento y hacen su primera parada en la plazoleta que hay junto a las escuelas.

El público se dispone haciendo un gran corro con "entradas" y "salidas" para dejar libre la escapada por las calles del pueblo. En ocasiones el mismo zarramaco describe un cerco con la tarrañuela por los pies del público para que se aparte. Otras veces le ayudan en poner orden los aguaciles. En el centro del corro se sitúa el rey con el gallo, flanqueado por las dos filas de bailadores, y el zarramaco en "la punta" de éstas.

Sin más preámbulos y a una orden del alcalde de mozos, comienza la música y con ella la danza, las corridas y los cantares. Algún atrevido y avispado de entre el público, aprovecha un descuido del zarramaco y salta al corro "a pelar el gallo" (9). Se lo arrebata al rey de las manos sin que éste oponga resistencia, y sale huyendo entre la algazara y los gritos de la gente. El zarramaco, como servidor del rey, vela por proteger al gallo del acoso y robo, saliendo inmediatamente en su persecución con el fin de dar alcance y atizar con la tarrañuela al atrevido en tanto no suelte la rueca. Bien claro lo deja al cantar: "El que entre por el gallo / lo que en limpio va a sacar / es un palo con la estaca / y no puede reclamar". El zarramaco, normalmente recupera el gallo y regresa para entregarlo de nuevo al rey entre la admiración y aprobación del gentío. Si el que roba el gallo es más rápido y consigue volver a entregarlo al rey sin ser alcanzado, los aplausos y cumplidos serán para él.

Las salidas esporádicas se suceden una tras otra, al igual que los rescates. Mientras suenan las dulzainas y al ritmo de éstas, los bailadores danzan sobre un sólo pie; en tanto que entre danza y danza los mozos y acompañamiento entonan un cantar de los versos de El Gallo. En ocasiones los más viejos del pueblo eran solicitados por los mozos para cantar las coplas; y lo hacían luciendo la capa y subidos en un alto o en un banco.

Después de cantar varias coplas (10), la comitiva se traslada a la siguiente plazuela, donde hacen parada y se continúa cantando las coplas, danzando y corriendo el gallo. Recorren así las 4 plazas establecidas (11), dando la vuelta al pueblo hasta llegar de nuevo al Ayuntamiento, donde los mozos regalan al rey con alguna pasta o golosina, echan un trago de vino y refrescan al zarramaco y al gallo, sustituyéndoles si es necesario; porque la fiesta no acaba aquí. Aún ha de repetirse el ritual en cada una de las mencionadas plazas, cantando de nuevo las coplas, hasta completar un número de tres vueltas y media al pueblo.

Es después de la media vuelta, cuando paraban bajo el balcón de la casa del tió Pedrote, donde tiene lugar el rito último del entierro y muerte. En un hoyo hecho en la tierra se introduce al maltrecho gallo tras desprenderle de la rueca, cubriéndole con un césped por el que sólo se deja asomar la cabeza del animal por un agujero. Se danza por última vez, y el rey, vendados los ojos con un pañuelo, intenta pinchar con el asador los ojos del gallo para herirle o darle muerte. Incluso en este estado había quien intentaba llevarse el gallo agarrándolo por la cabeza y arrastrando el césped con él.

El gallo muerto ya o malherido, es retirado del hoyo por el zarramaco y llevado al Ayuntamiento; donde la cocinera dará la misma suerte que al resto de sus compañeros, la cazuela. Mientras tanto el pueblo se divierte alegremente con la música y el baile que amenizan ahora la Plaza. La corrida del gallo ha terminado, pero la fiesta sigue. Es Carnaval.

Por la noche tiene lugar la frugal cena, al término de la cual y como colofón a la fiesta, se subastarán entre los mozos de la cuadrilla las crestas cortadas a los gallos corridos esa tarde, llegándose a pagar por cada cresta una cantidad mayor a lo que entonces valía el propio gallo. El motivo de este interés por la cresta estaba en que cada mozo la quería conseguir como trofeo para regalársela a su novia o a la chica con la que quería salir de novio, viéndose correspondido si ella aceptaba el regalo, o rechazado de lo contrario.

LA DANZA

La danza, que en El Gallo que hoy se representa ha dejado ya de practicarse de forma rigurosa, tuvo también un marcado carácter ritual, ejecutándose de acuerdo a unas reglas fijas. Las dos hileras de bailadores, compuestas de 6 a 8 mozos cada una, sorteados y escogidos entre los más diestros en el baile, se situaban frente a frente (3 a 4 metros de distancia) dejando una separación entre danzantes(un metro y medio aprox.) suficiente para permitir el paso a los que entran a llevarse el gallo. En el centro de las filas quedaba el rey con el gallo; y en "la punta" de ambas, atento a este último, el zarramaco.

Mientras suena la música, el rey alza la rueca moviéndola arriba y abajo. y los bailadores, con las manos en alto, danzan saltando "a la pata coja" y sin moverse del sitio, al compás de la gaita (12). En la pequeña pausa o silencio que hace la gaita en mitad del estribillo, los danzantes cambian de pie; y en la última nota, para terminar la danza, dan una vuelta sobre sí mismos.

De inmediato, al cesar la música, se cantará una copla. Se suceden así, repetidamente, cantar y danza. cualquier persona del público puede entrar "a pelar el gallo" mientras se baila y toca la dulzaina o al tiempo que se cantan las coplas. Tras danzar varias veces, la comitiva se traslada de una plaza a otra; y en este trayecto, los bailadores siguen en sus filas dando escolta al rey y al gallo.

Hasta aquí, casi todos los informantes han sabido dar cuenta; pero el recuerdo de varios de ellos alcanzó aún más, haciendo memoria de las evoluciones de ambas filas. Los bailadores, al terminar la danza, van caminando, formando a su paso un círculo en torno al rey, hasta quedar cada fila donde antes estaba la otra. Esta vuelta o cambio de filas no la daban después de todos los sones. Solían hacerlo antes de cambiar de plaza y al final, cuando enterraban al gallo; y con más motivo y solemnidad si se encontraban al pie de una casa de la que habían recibido buen aguinaldo por la mañana. Mientras daban la vuelta era muy difícil entrar a pelar el gallo porque estaba muy protegido por el corro que hacían los danzantes (13).

La danza, los movimientos de las filas, las referencias a "la punta" y "la cola" que Emiliano hace a la hora de describir estos movimientos, e incluso la tarrañuela cortada en dos (14), nos hacen pensar en una posible "danza de palos" desaparecida. Un apoyo a esta hipótesis puede estar en las referencias a los danzantes de Mecerreyes que aparecen, en al menos tres ocasiones, en los "Libros de Fábrica" de la Colegiata de Covarrubias, con motivo de las fiestas de San Cosme y San Damián y de El Corpus. En uno de estos libros, en las cuentas de 1631 dice así: «Se pagan a unos danzantes de Mecerreyes que vienen a danzar a la procesión de la Octava del Corpus 8 reales» (15).

¿Son los danzantes de El Gallo los restos de un paloteo? ¿Derivan de esos otros danzantes aludidos en los libros de cuentas? No podemos asegurarlo. Lo cierto es que los más ancianos del pueblo recuerdan que los bailadores tomaron, en otro tiempo, parte más activa en el desarrollo de la fiesta.

INDUMENTARIA Y UTILES

En el Gallo de Carnaval. como en todo rito o ceremonia, la indumentaria fue algo esencial e identificativo. Aunque no hemos encontrado ningún material gráfico ni fotográfico de las corridas del gallo de principios de siglo, detallaremos las vestimentas y otros objetos utilizados tal como nos las han descrito quienes las recuerdan.

El atuendo del Rey fue siempre el más cuidado y refinado de cuantos componen el grupo de personajes de la corrida. Todos los informantes coinciden en decir que iba muy guapo y muy bien vestido; pero sólo los más mayores supieron hablarme del traje que llevaba y que ahora describo: Zapatos, los de los días de fiesta, medias blancas, enaguas con bordados bastante largas y blancas, camisa blanca, tocado con un gorro de niño con volantes bordados también blanco (16), una banda o cinta de seda de color normalmente morado o rojo que pasaba por encima del hombro y cruzaba el cuerpo hasta la cintura, y otra rodeando la cintura (17), y como último complemento un pañuelo de seda doblado en cuatro partes y prendido a la cadera por medio de un alfilerón. y por supuesto la rueca en alto con el gallo cubierto por el mantón.

En torno a 1922, la maestra de escuela Doña Angeles Pérez cambió este atuendo blanco que hasta entonces venía usando el rey por otro que ella confeccionó: capa azul, corona y una cinta cruzando el pecho.

Servía de rueca cualquiera sólida y resistente de las que usaban las mujeres del lugar para hilar. Sujetaban la cabeza del gallo introduciéndole el pescuezo por el hueco de la rueca y atándoselo a ésta, atándole también por la patas al palo, y envolviendo su cuerpo con un mantón o pañuelo de lana o de seda vistoso, procurando dejar las partes más llamativas de su plumaje. Cada vuelta cambiaban de gallo y le mudaban también el mantón.

El Zarramaco va ataviado de diabólica y ruidosa indumentaria, como corresponde a su identidad: Una piel de oveja o de cabra envolviendo el cuerpo (aunque algunos años, por comodidad, no la llevaron) (18). Cencerros y cencerras de todo tipo sujetos a la espalda y a la cintura con correas y cordeles, que eran mucho mayor en número durante la ronda mañanera del aguinaldo que en la corrida de la tarde. Veinte o más por la mañana frente a una media docena por la tarde, eso sí, escogidos entre los que mejor sonaban (19). La cara tiznada de carbón o cubierta con una careta de cartón según distintas versiones, y el pantalón y calzado que con más comodidad le permitía moverse; consistiendo este último en alpargatas blancas normalmente.

Armado en ambas manos, llevan en la derecha la amenazadora tarrañuela, palo o bastón de madera de salce u otra no muy frágil y de poco peso, de poco menos de un metro de largo y unos cinco centímetros de diámetro en la empuñadura, siendo algo más grueso en el otro extremo. El palo está abierto en dos hasta casi el mango y atadas las dos puntas, con el fin de amortiguar los golpes. La empuñadura estaba guarnecida de un cordón para sujetarla a la muñeca (Ver nota 14). En la mano izquierda e inclinada hacia el suelo la espada, trocada hábilmente en asador de cocina. Servirá el asador tan sólo para obstaculizar el paso a quien desee llevarse el gallo por esa mano, sin poder usarlo en defensa del gallo.

Los bailadores, hasta donde los ancianos del pueblo recuerdan, no llevaban nada especial que les distinguiera. Unicamente Emiliano Alonso hace memoria de haberles visto lucir una escarapela en la solapa. Lo que sí solían llevar puesto, aunque más tarde lo hacían también otros mozos de la cuadrilla, era una pluma de gallo larga y vistosa trabada en el pelo.

El alcalde de mozos y sus alguaciles tampoco se hacían distinguir. En algunas ocasiones se acompañaron de una vara para hacer el cerco entre el público y regular el orden.

Se introdujo algunos años en la corrida, por parte de alguaciles y mozos, el uso de las alforjas llenas de ceniza para manchar y molestar a la concurrencia; siendo una diversión que se usaba en Mecerreyes no sólo del Domingo de Carnaval, sino el resto de los carnavales, Lunes y Martes de Carnaval o Martes de Carnestolendas, sobre todo (20).

LA CORRIDA DEL GALLO DE LOS CHICOS DE LA ESCUELA

Los chicos y chicas de la escuela hacían también su corrida del gallo, siendo el desarrollo prácticamente el mismo que el de la corrida del gallo de los mozos; por lo que haremos relación únicamente de las diferencias que distinguen una fiesta de la otra:

-Eran loS maestros de la escuela quienes lo organizaban.

-Lo hicieron por separado chicos y chicas hasta 1925, en que por primera vez bailaron el gallo con una fila de cada sexo.

-Eligieron los chicos su rey y las chicas su reina cuando lo hicieron por separado; y rey o reina indistintamente cuando lo hicieron juntos.

-El Miércoles de Camaval, chicos y chicas de la escuela, los más mayores, iban hasta Mazariegos a pedir aguinaldo. Algún año incluso a Mambrillas de Lara y Quintanilla de las Viñas.

-Ese mismo día, para la merienda del día siguiente, llevaban todos su "ración" a la escuela, que consistía en una cazuelita de garbanzos, un huevo, un trozo de chorizo y unas astillas de leña.

-Se hacía la corrida el "Jueves de todos" por la tarde (21). Con un gallo completaban las tres vueltas y media de rigor.

-Hacían comida y merienda en las escuelas (22).

OTROS DETALLES

El sentido que tuvieron las corridas de gallos en su origen ha desaparecido por completo, pues han desaparecido también las religiones o creencias populares que lo sostenían. Podemos afirmar que lo substancial e innato de las corridas de gallos ha muerto. Por tanto, sería más denunciable que defendible su representación hoy. Pero no es mi intención adoptar posturas a favor o en contra de tales representaciones, sino hacer un retrato de ellas.

La corrida del gallo dejó de organizarse regularmente en Mecerreyes a comienzos de los años 30. Una de las razones que alegan algunos de quienes la conocieron es la crueldad y dureza con la que los zarramacos llegaron a responder a quienes cogían el gallo. Contribuyó posteriormente a ello la censura y el comienzo de la contienda civil. terminándose por prohibir El Gallo y otras manifestaciones populares: La ronda de las Marzas, el Carnaval. e incluso el baile.

Todos los informantes coinciden en que era, si no la más importante, una de las fiestas más grandes del pueblo. E incluso venían a estar presentes y participar desde otros lugares cercanos: Cuevas, Covarrubias, Puentedura, Burgos, Cubillo, Madrigal, Torrecilla. etc.

El afán por rescatar lo tradicional, el interés de unos pocos jóvenes y la aprobación de todo el pueblo, hizo posible la recuperación de la fiesta en 1980, que hoy sigue representándose, con ciertas variaciones respecto a la de principios de siglo. El cambio de la sensibilidad hacia los animales observado en la sociedad actual ha motivado alguna de estas mudanzas.

Estas variaciones son las siguientes:

-La fecha se hace coincidir por razones de afluencia del público con el fin de semana en el que también se cantan Las Marzas.

-No se pide el aguinaldo a la manera de antes, ni se hace la colación de la noche.

-La rueca se ha sustituido por un palo acabado en una horquilla que protege el cuerpo del gallo para procurarle el menor daño.

-Sólo se da una vuelta al pueblo.

-El rito del entierro se ha suprimido. Al final se subasta el gallo entre el público y vuelve al gallinero.

La corrida es hoy en sí, un alarde de agilidad y soltura de los mozos y del zarramaco; y un pretexto para pasar un fin de semana invernal en el pueblo en compañía de familiares, amigos y el calor de la tradición.

CARNAVALES

La corrida del Domingo no era un hecho aislado, sino que durante los tres días de Carnaval disfrutaban de diversión y chanza.

Los chicos escotaban "a real y a huevo" y pedían aguinaldo para la merienda del Martes de Carnaval. En ella era costumbre preparar el guirlache, golosina consistente simplemente en azúcar quemado en una sartén, al que, si alcanzaba, añadían almendras u otros frutos secos.

El Martes también era día de disfraces (23), del entierro de la sardina, de carnavaladas y zarramacadas. «Se vestían de carnaval. Unos tiraban puñaos de ceniza que llevaban en una alforja o en un bolso. El tio sastre hacía con tiras de trapos como un espantapájaros para darte con ellos. El tio Dominguín llevaba un botín lleno de agua o ceniza en la bragueta y se arrimaba a las mujeres y apretaba, pu, pu... y las meaba; y luego iba tol cuerpo vestido de nabos que llevaba cosidos en una anguarina de pastor y ponía un letrero; "Aunque de nabos me ves vestido, el más gordo llevo escondido". ¡Anda la patena. Vaya juerga que armaban! (24». «Hacían carrozas que figuraban un carrusel de los húngaros. El hermano del canene, Lázaro, se vistió de oso, con una piel encima y el estrinque de un carro. Andaba a cuatro patas y se ponía a veces en dos manos para asustar a la gente. Esto lo hacían los casaos el Martes de Carnaval» (25).

Era costumbre en el pueblo que el Lunes de Carnaval fueran a pedir el aguinaldo los guardas del monte, del Bardal y del Ruyal; al igual que los pastores: cabreros, choteros y burriqueros.

El Miércoles de Ceniza se hacían ya las cuentas del gasto de los tres días de Carnaval, incluida la corrida del gallo.

RELACION DE LAS COPLAS DEL GALLO DE CARNAVAL

El paso del tiempo se ha encargado de que existan, como ocurre con todos los campos de la tradición oral, distintas versiones de las coplas de la corrida del gallo. Incluimos junto a la partitura tomada del "Cancionero Popular de Castilla y León" (Dip. Provincial de Salamanca. Vol. II, Salamanca, 1989, págs. 183-185), dos versiones de las coplas.

a) Versión íntegra de la copia escrita por Cecilio y Cipriano Alonso Portal, nacidos en Mecerreyes los años 1879 y 1885 respectivamente, y recogida a Carmen Cuevas en Agosto de 1992:

Atención que va la historia
Y a referirla me atrevo
y el más desdichado gallo
que se ha corrido en el pueblo.

Ya le han pinchado los ojos
ya han arma(d)o traición con él
ya le han vestido de galas
pa(ra) que no haga sentimiento.

Terrible modo de amar
duro campo de pelea
que al inocente sin culpa
y en un alfanje le llevan.

Guarnecido de oro y plata
y para mayor afrenta
le quiere entregar al fuego
sin ojos pa(ra) que no vea.

Si hubiera un embajador
que a su rey le diera cuenta
bajara la águila real
cien mil aviespas con ella.

Y cargarán con el gallo
y las damas que le llevan
ellas dejarán al gallo
y partirán de carrera.

Traemos gallo y gallina
armados en banderillas
venimos mozos y mozas
todos juntos en cuadrilla.

Si el gallo lleva listones
las doncellitas amores
si el gallo lleva corales
las doncellitas galones.

Este gallo pintirrojo
pintirrojo y muy galán
le tengo cortar la cresta
y la tengo presentar.

A Don Félix Covarrubias
mozo rebusto y galán
para que si caigo malo
me arrecoja en l'hospital.

Quién te dijera a ti gallo
ayer tarde en el corral
tanto gozo con las damas
las querías afanar.

Pídelas perdón de veras
gallito de la mi alma
pídelas perdón de veras
que ellas serán tus contrarias.

Perdón ya las he pedido
no me quieren perdonar
por negocio cinco reales
de mí se quieren gozar.

Maldita sea mi ama
qué poca estima tié en mí
por negocio cinco reales
no canto el quiquiriquí.

Si tu ama te ha vendido
será porque cantas mal.
Miente miente la mi ama
ella que se dormirá.

Si mi ama está dormida
cómo (me) ha de sentir cantar
sino que al amanecer
que la despierta el galán.

Y las señoras mujeres
que se sienten donde quieran
en ajuntándose al sol
cuatro, cinco, media ocena.

No dejan cura ni fraile
ni casada ni soltera
ni ermitaño ni ermitaña
porque todo lo dan vuelta.

Ven acá gallo galán
me han dicho que eres putero
haz una declaración
porque vas a morir luego.

La declaración y está hecha
y el cargo te dejo a ti
mando el pico a las mujeres
pa(ra)que se alcuerden de mí.

Las plumas mando a las mozas
que las suelen menester
para que barran la artesa
cuando vayan a cocer.

Las uñas mando a los gatos
que las suelen de continuo
y con ellas muchas veces
suelen rapar el tocino.

Las tripas mando se guarden
que suelen ser estimadas
y se las den a las viejas
para que morcillas hagan.

La cresta mando a los curas
que de mí coman también
coma el rey y la reina
y sus vasallos también.

El cuerpo mando a los mozos
que de mí es lo mejor
lo rellenen de chorizos
para que sepa mejor.

Este gallo ya murió
como suele remediar
las mocitas de este pueblo
que le vengan a pelar.

Pelaile mozas pelaile
tanto rancho le tenéis
pelaile mozas peleaile
pero no le cataréis.

Dale el diablo al tamboril
al cojo y a la su suegra
que la flauta de los mozos
que costó mucho en hacerla.

Este gallo escarbador
que escarba trigo y centeno
y ha de venir a morir
a la punta de este acero.

Este gallo escarbador
que escarba trigo y cebada
ha de venir a morir
a la punta de esta espada.

Este gallo escarbador
que escarba trigo y avena
y ha de venir a morir
a la punta de esta era.

Estas coplas se edifican
y se cantan en el pueblo
y el que las edificó
fue el mal pega del herrero.

Estas coplas se edifican
y se cantan en la villa
y el que las edificó
fue el mal pega de bolilla.

b) Este es el texto más difundido de las coplas del Gallo de Carnaval, el que se canta actualmente:

Atención que va la historia
a referirla me atrevo
del más desdichado gallo
que se ha corrido en el pueblo.

Nosotros nos presentamos
con mucha formalidad
para cantar estas coplas
el día de Carnaval.

Traemos gallo y gallina
armados en banderillas
venimos mozos y mozas
todos juntos en cuadrilla.

Si el gallo lleva listones
las doncellas los galones
si el gallo lleva corales
las doncellas los amores.

Por muchas voces que den
el zarragón no acobarda
que el que se deje acercar
ya le dará con la estaca.

Y el que entre por el gallo
lo que en limpio va a sacar
es un palo con la estaca
y no puede reclamar.

Este gallo pintirrojo
pintirrojo muy galán
le tengo cortar la cresta
y la tengo presentar

A Don Félix Covarrubias
mozo robusto y galán
por si acaso caigo malo
me vaya a visitar .

Y las señoras mujeres
que se sientan donde quieren
ajuntándose al sol
cuatro, cinco, seis o siete.

No dejan cura ni fraile
ni casado ni soltera
ni ermitaño ni ermitaña
porque todo lo dan vuelta.

Ya le han pinchado los ojos
y arman traición con él
ya le han vestido de gala
para mayor sentimiento.

Ya le ponen en la rueca
ya le ponen el mantón
y con atención le mira
el que va de zarragón.

Terrible modo de hablar
duro campo de pelea
al inocente sin culpa
en un alfanje la llevan.

Guarnecido de oro y plata
y para mayor afrenta
le van a entregar al duelo
sin ojos pa que no vea.

Si hubiera un embajador
que a su rey le diera cuenta
bajaría un águila real
cien mil avispas con ella.

Y cargarán con el gallo
y las damas que le llevan
ellas dejarán el gallo
y partirán de carrera.

Ven aquí gallo galán
me han dicho que eres putero
si no dices la verdad
la muerte te darán luego.

Quién te dijera a ti gallo
ayer tarde en el corral
tanto gozo con las damas
las querías afanar.

Pídelas perdón de veras
gallito de la mi alma
pídelas perdón de veras
que ellas serán tus contrarias.

Perdón ya las he pedido
no me quieren perdonar
por negocio cinco reales
de mí se quieren gozar.

Maldita sea mi ama
qué poca estima me tiene
por negocio cinco reales
en esta prisión me mete.

Si tu ama te ha vendido
será porque cantas mal.
Miente miente la mi ama
ella que se dormirá.

Si mi ama está dormida
cómo me ha de sentir cantar
sino que al amanecer
que la despierta el galán.

Y como sé que pronto
la muerte me vais a dar
para hacer mi testamento
a un notario hay que llamar.

En el nombre del Señor
empieza mi testamento
que se repartan mis bienes
como yo lo voy diciendo.

Encargo a todos los hombres
que por mí van a pelear
que no me tiren al suelo
porque me voy a manchar.

Las plumas de mi cuerpo
lo primero quitaréis
se las daréis a las mozas
que las suelen menester.

Pa que todos los Domingos
antes de salir al baile
que se limpien todo el polvo
que se les pega en las carnes.

Otras plumas pa las viejas
que las suelen menester
para que barran la artesa
cuando vayan a cocer.

La sangre dais a las mozas
las que tengan mal color
y se den de colorete
para enamorar mejor.

La cresta mando a los curas
que de mí coman también
coma el rey y la reina
y sus vasallos también.

El pico mando a las suegras
que le suelen emplear
para desollar al yerno
que no quiere trabajar.

Las tripas se las darán
a las suegras zalameras
para que hagan morcillas
y conviden a sus nueras.

El cuajo se lo daréis
al botero de este pueblo
para que me haga una bota
para celebrar mi intierro.

El corazón le darán
al cura de este lugar
para que rece por mí
el día de Carnaval.

Las uñas mando a los gatos
que las usan de continuo
y con ellas muchas veces
suelen rascar el tocino.

El cuerpo mando a los mozos
que de mí es el mejor
lo rellenen de chorizos
para que sepa mejor.

La declaración está hecha
y el cargo te dejo a ti
mando el pico a las mujeres
pa que se acuerden de mí.

Este gallo escarbador
que escarba trigo y cebada
ha de venir a morir
a la punta de esta espada

Este gallo escarbador
que escarba trigo y centeno
ha de venir a morir
a la punta de este acero.

Este gallo escarbador
que escarba trigo y avena
ha de venir a morir
a la punta de esta era.

Este gallo ya murió
como se ha de remediar
las mocitas de este pueblo
que lo vengan a pelar.

Pelarle mozas pelarle
tanto rancho le tenéis
pelarle mozas pelarle
pero no le cataréis.

Dale al diablo el tamboril
y el cojo a la su suegra
y la flauta a los mozos
que costó mucho el hacerla.

Al chirinchinchinchinchín
entre el pimiento y el ajo
con dos onzas de manteca
y un puchero zamorano.

Estas coplas se edifican
y se cantan en el pueblo
y el que las verificó
fue el mal pica del herrero.

Estas coplas se edifican
y se cantan en la villa
y el que las verificó
fue el mal pagado Golilla.

Las coplas han terminado
el pueblo a todos dedica
para que el próximo año
ninguno falte a la cita.

____________

NOTAS

(1) CARO BAROJA, Julio: El Carnaval. Ediciones Taurus. Madrid, 1989, pp. 75-90.

(2) QUIJERA PEREZ, José Antonio: "Las carreras de gallos en La Rioja" en Revista de Folklore, nº. 120, pp. 198-201.

(3) GONZALEZ ALONSO, Jesús: "La fiesta del gallo. ¿Celebración de la Independencia?, en Revista Mecerreyes, Año III, nº. 10, Mecerreyes, 1987, pp. 14-17.

(4) .El último que entraba a la cuadrilla se quedaba de aguacil y pagaba media azumbre de vino cuando estaban todos reunidos. Le tenían con gorra y todo. Información recogida a Paula Burgos Cuñado.

(5) El Primer día de San Martín daban dianas a los de Ayuntamiento. El Segundo a todas las chicas del pueblo. y el Tercero por la tarde, 6 ó 8 bailadores echados a suertes entre los mozos de la cuadrilla, tenían costumbre de "bailar" a la mozas, a las mujeres casadas, e incluso a los niños de teta que sus madres aviaban y ofrecían a los mozos, con el fin de recoger de éstas propinas para pagar a los gaiteros de las fiestas, que entonces corrían siempre a cargo de los mozos.

(6) Cantón: Piedra colocada a distintas esquinas de las calles del pueblo para protegerlas de las ruedas de los carros.

(7) Sirva de ejemplo a este respecto lo que nos dice Mariano Alonso: Del gallo de los mozos apenas recuerdo otra cosa que el miedo que me causaba el zarramaco y ello por varios motivos: era el primero, aparte de su corpulencia, el hecho de que cubría la cara con una máscara de cartón troquelado, en lugar de la de papel Pintado que usaba el de los chicos, lo cual le daba un aspecto más feroz que difícilmente permitía reconocerle; el segundo motivo, más real, fue que un año (hacia 1920 ó 22) en que hacia de Rey un chico algo mayor que yo: Silvino Burgos, al ir un mozo (creo que de Cuevas) a “pelar el gallo", no apuntó bien el zarramaco y le propinó un respetable tarrañuelazo al mismisimo Rey, abriéndole una brecha en la cabeza; creo que no debió ser cosa mayor, pero se suspendió la corrida y el tal Silvino tardó varios dias en aparecer por la escuela..

ALONSO LOZANO, Mariano: "Aclaraciones en torno al Gallo de Carnaval", en Revista de Mecerreyes, Año III, nº. 10, Mecerreyes, 1987, pp. 11-13.

(8) ALONSO LOZANO, Mariano: Op. Cit.

(9) Saltar "a pelar el gallo" significa entrar a robárselo al rey. (10) Los informantes no coinciden en el número de coplas que se cantaban en cada parada. Para Modesto y Emiliano eran tres cantares en cada sitio. Serafín recuerda que eran diez o más. Dice Emiliano: Cantaban dos o tres cantares en cada parada na más; aunque algunas veces, si habian dao perras, pues...¡Venga otro!, se daba un bailecito más, que siempre ha habido gallos de ventana y gallos de corral..

(11) Estas paradas eran: 1ª.Las escuelas. 2ª.La plaza. 3ª.Frente a la casa del tío herreromanco, en mitad de la calle Garcifernández (esta parada se cambiaba algunas veces a la plaza anterior o a la siguiente, en la misma calle). 4ª.Junto a las eras de la calle La Iglesia (a veces en las eras mismas). La parada final, la de la muerte, se hacía junto a la casa del tío Pedrote (en otro tiempo eras).

(12) Emiliano explica que al bailar levantaban sólo una mano, la misma que la del pie que levantaban.

(13) Informaciones recogidas a Emiliano Alonso, Paula Burgos Cuñado, Rosa Alonso y Serafín Santamaría.

(14) Algunos encuestados llaman a la tarrañuela tarrañuelas. Es posible que antaño estuviese formada por dos palos unidos, como sucedió en el pueblo vecino de Cubillo del César, donde también se corrieron los gallos y las tarrañuelas que usaban eran (según información recogida a Gerardo Heras, natural de Cubillo, de 68 años de edad, el día 28-XII-I992), dos palos a modo de largas castañuelas unidos por una cuerda.

(15) Información recogida a Javier Gómez Oña, párroco de Covarrubias, el día 6 de Febrero de 1993.

(16) Hacemos notar que este detalle tan curioso del gorro, no es un caso aislado; pues es utilizado también por el Rabadán de los danzantes de "Las Machorras", pueblo al norte de la provincia de Burgos.

(17) . «Esta cinta servía para tapar los dobleces si las enaguas no iban a la medida». Información de Paula Burgos Cuñado.

(18) . «El tió cubete iba con los pellejos puestos y todo, un pellejo negro atrás y otro alante, que eso ata mucho para correr, pero aquel hombre era bárbaro». Información de Serafín Santamaría.
)
(19) «llevaban hasta veinte cencerros por la mañana. El tió Pedro me decía: "to lo que ocupa el cuerpo de un hombre lleno de cencerros"-. «las cencerras las pedíamos a los pastores del pueblo. El tió chincho las tenía buenas para las cabras». Información de Emiliano Alonso.

(20). «El Martes de Carnaval, decían nuestros mayores Martes de Carrestolendas, que no sé lo que quiere decir eso, era cuando se disfrazaban». Información de Paula Burgos Cuñado.

(21) Modesto Blanco en su descripción de El Gallo de los chicos y chicas hacia 1910, dice que se celebraba el Jueves de todos por la mañana, y terminada la función se iban a comer cada uno a su escuela.

(22). «Se iba a celebrar El Gallo a las escuelas. Había que pagar, la que iba a comer sólo, un real; la que iba a comer y a cenar, dos reales». Información recogida a Juana Cuevas Vicario.

(23). «Las chicas íbamos disfrazadas con refajos, enaguas, delantales que se gastaban con volantes, faldas de barros y pañuelos de colores». Información de Rosa Alonso.

(24) Información recogida a Serafín Santamaría.

(25) Información recogida a Paula Burgos Cuñado.

INFORMANTES

Todos los informantes son naturales de Mecerreyes y han sido espectadores o protagonistas de las corridas de gallos de la villa a principios de siglo.

Alonso Alonso, Antonio: 83 años, encuestado el 2-VIII-1992.

Alonso Cuevas, Rosa: 88 años, encuestada el 26-VIII-1992.

Alonso Urien, Emiliano: 89 años, encuestado el 27-VIII-1992.

Arribas Alonso, Felipe: 87 años, encuestado el 3-VIII-1992.

Arribas Alonso, Perpetua: 70 años, encuestada el 6-IV-1991.

Blanco García, Modesto: 91 años, encuestado el 3-VIII-1992.

Burgos Arribas, Paula ( ): 78 años, encuestada el 28-"VIII-1992.

Burgos Cuñado, Paula ( ): 87 años, encuestada el 1 y 25-VIII-1992.

Cuevas González, Juana: 74 años, encuestada el 6-IV-1991.

Cuevas Portal, Eugenia: 77 años, encuestada el 12-XII-1992

Cuevas Santamaría, Maura: 85 años, encuestada el 3-VIII-1992.

Cuevas Vicario, Juana: 78 años, encuestada el 28-VIII-1992.

Díez Blanco, Angel: 77 años, encuestado el 12-XII-1992.

Díez González, Ambrosio: 84 años, encuestado el 23-1-1993.

González Alonso, Remedios: 78 años, encuestada el 31-VIII-1992.

Portal Arribas, Rosa: 84 años, encuestada el 3-VIII-1992.

Santamaría Sancho, Serafín: 85-86 años, encuestado el 28-VlII-1991 y el 1-IX-1992.

Vicario Marín, María: 86 años, encuestada el 18-VII-1992.



LA CORRIDA DEL GALLO EN MECERREYES

ALONSO DE MARTIN, J. Salvador

Publicado en el año 1993 en la Revista de Folklore número 148.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz