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Revista de Folklore número

172



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EL PAN, ORACIONES AL METERLO AL HORNO

PUERTO, José Luis

Publicado en el año 1995 en la Revista de Folklore número 172 - sumario >



Hasta no hace muchos años, sobre todo en el mundo rural español, el pan, alimento el más emblemático de entre todos, ha sido elaborado, generalmente, en cada una de las casas, que solían contar para ello con un horno, situado en algún lugar de las mismas: bien el desván o sobrado, o en alguna estancia de la vivienda, dando en ocasiones su boca a la cocina, o bien incluso en alguna pequeña edificación aledaña a la propia casa. Hornos, que, en ciertas zonas, como por ejemplo, la leonesa de Rueda, estaban en la propia calle, bien visibles, defendidos de las inclemencias del tiempo por un tejadillo, y cuya boca daba al interior de la vivienda; o en otras, también en zonas del dominio leonés, como la Maragatería, o, en el norte de Cáceres, Las Hurdes, intuible en la forma exterior, formando un semicírculo, correspondiente a las dimensiones de un horno, casi siempre semiesférico, de algunas paredes de la casa.

La elaboración tradicional del pan, casi siempre en manos de las mujeres, requiere unas materias primas, como son el agua, la sal, la levadura y la harina; y una serie de utensilios e instrumentos, como son, por citar sólo algunos de ellos: las artesas, varillas, cedazos, rastrillas, tornos (o bregas), camas, hurganderos, sacaderas, tirabrasas, barredores, varales, palas, sellos del pan... (1).

Todo el proceso de elaboración tradicional del pan ha requerido siempre una sabiduría y una experiencia que, a veces, se ha expresado de una forma artística, mediante panes adornados con distintas formas y figuras, como ocurre, por ejemplo, en La Alberca, con las picas, panes (con un hueco central, que los asemeja a una gran rosquilla) que se hacen para ser bendecidos en la fiesta de las Candelas (2 de febrero); y en otros lugares, en momentos tan distintos como las bodas o celebraciones festivas de distintos tipos.

Y, además, como signo de distinción o de mero adorno, el pan era sellado mediante instrumentos, generalmente de madera, elaborados por pastores, carpinteros o por personas con especial habilidad para ello, o por herreros, si eran de hierro, los setos de pan, verdaderas muestras del arte popular, que, afortunadamente para su conservación, ya forman parte de museos y colecciones, y de los que se han realizado y realizan, para su mejor conocimiento por parte de las personas interesadas, exposiciones, catalogaciones y estudios (2).

EL RITO DE LA COCHURA

Una vez que se ha amasado, se le ha dado forma al pan, sellándolo incluso, y ha reposado en la cama para que pudiera fermentar su masa, hay un momento, en el proceso de su realización, que quienes lo han elaborado lo han sentido como delicado y crucial, ya que del resultado del mismo dependía que el alimento se lograra o se malograra, y este momento no es otro que el de la cochura en el horno de los panes.

Tal es la importancia que se le ha dado, que, al introducir los panes en el horno, se ha realizado un verdadero ritual, con oraciones específicas, dirigiéndose a Dios, la Virgen o algunas santas y santos, para que la cochura llegara a buen puerto, de lo que dependía el que el pan pudiera convertirse en alimento, es decir, pudiera estar bueno.

Las oraciones que se rezan al meter el pan en el horno constituyen, sin duda, una interesante muestra dentro de las tradiciones orales de tipo popular, muestras, en este caso a las que apenas se les ha prestado atención y de las que existen escasas recopilaciones.

En el presente trabajo, ofrecemos algunas de esas oraciones, rezadas al meter el pan en el horno, que nosotros mismos hemos recogido, en distintos momentos, en dos comarcas del dominio leonés muy ricas ambas en manifestaciones de cultura de tradición popular: La Maragatería (León), sobre todo la Alta, y la Sierra de Francia (Salamanca).

En las oraciones que mostramos, aparecen los siguientes personajes, todos ellos de la esfera de lo religioso:

- Dios
- Cristo
- La Virgen (en alguna de las oraciones, con la advocación del Robledo, imagen venerada en Sequeros, Salamanca).

- Santa Catalina de Siena o de Sena ("de Seno" dice la oración).
- Santa Teresa
- San Vicente
- San Juan

MOMENTOS DE DICHO RITO

El rito de la cochura tiene distintos momentos, verdaderas secuencias, que se van sucediendo unas a otras y que conforman todo el conjunto de un ritual cuya finalidad más importante es que el pan quede bien cocido, momento sentido, según ya hemos indicado, como crucial por parte de quienes han elaborado el pan tradicionalmente, ya que de su buena cocción dependía el que pudiera comerse.

En Maragatería (hemos recogido datos en lugares como Andiñuela, Lucillo, El Ganso, San Martín del Agostedo y Boisán), dicho rito consta de los siguientes momentos o secuencias:

- Se introduce el pan en el horno, con una pala.

- Quien lo ha introducido hace, en la boca del horno, una vez que ha quedado cerrada y que el pan comienza a cocer, dentro del horno ardiendo, la señal de la cruz con la propia pala. (Puede hacer varias, como ocurre en El Ganso).

- Se reza la oración específica, que alude al hecho de que el pan ha sido introducido en el horno, a través de la cual se solicita la ayuda divina.

- Se reza un padrenuestro.

- A continuación se dice: "San Antonio bendito nos guarde" y se reza otro padrenuestro.

- "Por nuestros padres, que descansen en paz", otro padrenuestro.

- Luego, tres avemarías, "A la Virgen santísima, que nos ampare y favorezca en nuestras necesidades, si nos conviene".

- A continuación un credo, en profesión de fe.

- Y, por fin, "Una salve a la Virgen santísima, que nos ampare y defienda de todos los enemigos".

Esta secuencia de oraciones y rezos pueden cambiar de orden e incluso variar de unos lugares a otros, aunque la cita suele ser muy habitual.

En La Alberca, pueblo de la salmantina Sierra de Francia, también es prolongado el ritual, una vez que se han introducido los panes en el horno y que se ha tapado la boca de éste con una tapadera de hierro:

- Junto a la boca del horno, se rezan, "para que quedara bueno el pan", siete padrenuestros y la estación del Santísimo:

Oh admirable Sacramento,
de la gloria dulce prenda,
tu nombre sea ensalzado
en los cielos y en la tierra,
en la pura concepción
María de gracia llena
sin pecado original.

- Se reza a continuación un credo "a Jesús sacramentado".

- Después, diversas oraciones a distintos santos, entre los que se encuentra Santa Catalina de Sena (en su momento, indicaremos la oración a esta santa, para que salga bien el pan).

EL PAN Y LAS ANIMAS BENDITAS

En las oraciones del pan maragatas, aparecen las Animas Benditas del Purgatorio. La devoción a las Animas es común a la comarca leonesa y a la salmantina, una devoción que se expresa de muy diversos modos en una y otra zona, algunos de ellos coincidentes, y que tiene, posiblemente, una gran antigüedad.

En Maragatería Alta, tenemos datos de Andiñuela y de Lucillo, pero sabemos que la devoción a las Animas Benditas era general en toda la zona. En Andiñuela, al amanecer, día tras día, salen tocando la esquila por todas las calles del pueblo y, al oírla, todos los vecinos, en familia, rezan sus oraciones por las Animas Benditas; el toque de esta esquila de Animas se realiza por velía, es decir, por turno semanal, que va pasando de un vecino a otro. Y, al anochecer, repican las campanas de la iglesia, para tocar a las oraciones por las Animas, que se vuelven a rezar en cada uno de los hogares.

En Lucillo, tanto "al ser de día" (según la expresión de nuestro informante) como "al ponerse el sol", tocaban las campanas de la iglesia, para rezar "la oración de las Animas"; de madrugada, solía tocarlas gente mayor, y, al oscurecer, los muchachos. La esquila de las Animas se tocaba, por todo el pueblo, cada oscurecer; se hacía también por velía, es decir, pasando de unos vecinos a otros según un turno establecido, la esquila tocaba cuando el pueblo estaba en silencio; quien lo hacía, si se encontraba con alguien por la calle, se la daba a besar; "como se andaba apurado en el trabajo -nos dicen-, se mandaba a un chico" a tocarla.

El hecho de tocar la esquila de las Animas Benditas al amanecer, por velía, ha dado lugar a una leyenda maragata, relacionada con el tema: A un vecino determinado se le olvida salir con la esquila cuando le corresponde por turno y, al llegar el momento del amanecer, ya que él no sale, se va escuchando por todo el pueblo la esquila de las Animas, aunque nadie ve quién la toca.

En la Sierra de Francia, los ritos de Animas más conocidos tienen lugar en La Alberca, ritos todos ellos que tienen al oscurecer y a la noche como marco temporal de su realización. Vamos a mostrar algunos datos que hablan por sí mismos de la devoción de los vecinos de este pueblo por las Animas Benditas:

- En diversas casas (quedan aún en alguna), había pequeñas campanas que, al oscurecer, eran tocadas por sus dueños, para que los vecinos se encomendaran en sus casas a las Animas del Purgatorio.

- Todos los días del año, también al oscurecer, sale la esquila de las Animas recorriendo todo el pueblo. Una mujer devota, que ha hecho una manda o promesa, recorre todas las esquinas del lugar tocando la esquila, entonando una salmodia y rezando; la siguen las mujeres que lo desean, formando una minúscula procesión, con sus rezos bisbiseantes. La mujer se va parando en cada una de las esquinas señaladas, toca tres veces la esquila y entona:

Fieles cristianos,
acordémonos de las Benditas Almas
del Purgatorio,
con un padrenuestro y un avemaría
por el amor de Dios...

Calla luego; da, por segunda vez, otros tres toques de esquila y vuelve a entonar: Otro padrenuestro y otra avemaría por los que están en pecado mortal, para que su Divina Majestad los saque de tan miserable estado.

Cesa la salmodia, toca por última vez otros tres toques y continúa su camino. Y así hasta que realiza el recorrido completo por todo el pueblo.

- Cada primer viernes de mes, a altas horas de la madrugada, un grupo bien nutrido de mujeres albercanas recorre el pueblo, rezando en voz baja por las Animas Benditas; el murmullo de los rezos puede escucharse, mientras pasa esta "santa compañía" nocturna.

- Otra costumbre albercana relacionada con las Animas Benditas del Purgatorio es la de la caja de las Animas. Todos los domingos y días de fiesta, el animero (un hombre encargado de ello) recorre el interior de la iglesia durante la misa, en el momento del ofertorio, y va pidiendo con la caja, al tiempo que dice cada poco en voz alta: "¡Animas Benditas; Animas Benditas!"; la caja es redonda, de madera, con dos cuencos, superpuestos, el superior más pequeño que el inferior, unidos por un eje, y rematados ambos por una placa metálica con la representación de las Almas del Purgatorio en un lado y del escudo del Carmen en el otro, placa en la que sobresale una cruz; los asistentes echan bien dinero, en el cuenco más pequeño, o bien huevos, que llevan a la iglesia, en el inferior, de mayor diámetro; todo lo recogido se destina al culto de las Animas Benditas.

- Existe, además, en el ámbito de los tejidos, un traje femenino de luto, el llamado de ventioseno; y paños, bordados, de difuntos, tanto para ofrecer, como para pulir cuando se está de luto.

Pero, ¿a qué se debe que en las oraciones maragatas, cuando el pan se introduce en el horno, se ligue el alimento con las Animas Benditas? ¿Acaso se quiere hacer participar de la vida, a través del manjar más emblemático, al mundo de los muertos? ¿No estamos ante una asociación, constante en diversas culturas humanas, entre el mundo de los muertos y el mundo de las semillas (de las que el pan surge)? Sea lo que fuere, el caso es que los familiares desaparecidos están, de continuo, en el recuerdo y la memoria de los que viven; rasgo muy acentuado en las dos zonas de las que venimos tratando.

Y es que el pan y las Animas Benditas vuelven a aparecer relacionados en una creencia maragata (que se da también en la zona cacereña de Las Hurdes): Tras la cena familiar, no se recogen las migas de pan de la mesa ni las que han caído al suelo, ya que, cuando todos duerman, acudirán las Animas Benditas a recogerlas, pues para ellas son.

Esta misma creencia aparece en dos versos (5 y 6) del soneto VI de la primera parte de los sonetos a Orfeo del gran poeta checo-alemán Rainer María Rilke:

Al iros a la cama no dejéis en la mesa
ni pan ni leche: atraen a los muertos (3).

A la creencia de la presencia nocturna de las Animas Benditas en la cocina de su antigua residencia familiar alude también José Miguel de Barandiarán, cuando afirma: "existe la creencia de que las almas de los antepasados vienen de noche a la cocina de su antigua morada" (4).

Posiblemente, la extensión de dicha creencia será muy amplia, a lo largo de la mayor parte de las tierras europeas, en dominios como los del Mediterráneo, el germánico e incluso el eslavo, como lo acreditan citas como las que acabamos de indicar.

LAS ORACIONES

Finalmente, ésta es la muestra de las distintas oraciones que hemos recogido en la zona leonesa de la Maragatería y en la salmantina de la Sierra de Francia (dos ámbitos que cuentan con muy diversos rasgos comunes en su cultura de tradición popular y de los que hasta el momento apenas se ha hecho estudio comparativo alguno). Oraciones rezadas en el momento de meter el pan en el horno y que forman parte, como una secuencia más, de rituales que más arriba hemos descrito.

- Maragatería

1. Dios que lo crió en el campo lo aumente en el horno, Animas Benditas del Purgatorio.
(Lucillo)

2. Dios que te crió en el campo que te crezca en el horno, Dios con los santos, Cristo con todos.
(Lucillo)

3. El pan enfornao, Cristo alabao.
La Virgen venga pol bollo
que ya lo tien nel horno,
si no quiere el bollo
lleve el pan todo.
Animas Benditas
del Purgatorio.
Por ellas.
(Andiñuela)

4. Pan entornado,
Cristo alabado.
Dios que te acrecentó en el campo
que te acreciente en el horno,
salgan las Animas Benditas
del Purgatorio
y venga la Virgen,
venga por el bollo
y, si no quiere el bollo,
lleve el pan todo.
(San Martín del Agostedo)

5. Cuando se mete el pan en el horno, la mujer que lo ha hecho, con la pala que lo ha metido, una vez que está ya dentro y con la boca tapada, para que crezca y tenga una buena cocción, hace tres sucesivas cruces del mismo modo (cada una con la pala en el lado de arriba de la boca, después en el de abajo, luego en el de la izquierda y, por fin, en el de la derecha), a la vez que recita la siguiente oración:

Primera Cruz:

Pan entornado
Cristo alabado.

Segunda Cruz:

Dios que te acrecentó en el polvo
que te acreciente en el horno.

Tercera Cruz:

Para pobres y Animas
del Purgatorio.
En el nombre del Padre,
del Hijo
y del Espíritu Santo.
Amén.
(El Ganso)

6. Pan entornado,
Cristo alabado.
Las Animas Benditas del Purgatorio
vengan por el bollo,
si no quieren venir por el bollo
venga por el pan todo.
Dios que te crió en el campo
que te críe en el horno.
(Boisán) (5).

Sierra de Francia

7. A Santa Catalina de Seno,
que del mal pan
lo hizo bueno.
(La Alberca)

8. Dios te bendiga,
Dios te adonezca,
Dios te haga
buen pan de mesa.
(Miranda del Castañar)

9. Dios te cure,
Dios te salve,
Dios te ponga
todo lo que te falte.
(Cepeda)

10. Dios te haga,
buen creciente
y los ángeles
del cielo,
que se cumpla
lo que yo deseo.
(Herguijuela de la Sierra)

11. La bendición,
de Dios Padre,
que Dios te dé
lo que te falte.
(Cepeda)

12. La bendición,
de Santa Teresa,
Dios te crezca
y te adonezca,
te dé gracia,
sabor y olor
y sea
tan permanente
como el agua
en la fuente.
Amén. Jesús.
(Miranda del Castañar)

13. San Vicente
lo acreciente
como a las almas
en los cielos;
una salve a la Virgen
del Robledo,
que quede bueno.
(San Martín del Castañar)

14. San Vicente,
pan creciente;
San Juan
te haga buen pan;
Dios te críe,
Dios te cueza
y Dios te haga
pan de mesa.
(Cilleros de La Bastida) (6)

La irregularidad de las Oraciones es su nota más característica desde el punto de vista métrico. El carácter amétrico o anisosilábico de los versos y la presencia de asonancias en ciertos versos, para facilitar el ritmo en la recitación, a la vez que el aprendizaje de las mismas, son los rasgos más acusados de estas oraciones sobre el pan.

GLOSARIO

Adonezca: Adorne
Alabao: Alabado
Enfornado, enfornao: Metido en el horno.
Nel: en el.
Pol: Por el.
Tien: Tiene.

____________

NOTAS

(1) Tomamos estas denominaciones de:

OJERO MARCHENA, Lucila: "Los sellos de pan", en Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, Tomo XLII, Madrid, 1987, pp.271-305.

Esta autora realizó asimismo la catalogación de los ejemplares expuestos en la exposición sobre sellos del pan realizada en la Casa de Cultura de Zamora, del 25 de Junio al 27 de Julio de 1986, y sobre la que se editó un catálogo: VV.AA., Sellos de pan, Ed. Caja de Ahorros Provincial de Zamora, Casa de Cultura-Ministerio de Cultura, Instituto de Estudios Zamoranos "Florián de Ocampo" (C.S.I.C.), Zamora, 1986.

(2) Aparte de las catalogaciones realizadas por Lucila Ojero, sabemos que en el presente se halla realizando otra Marta Sánchez Marcos, del Museo Provincial de Salamanca, partiendo de los fondos de dicho centro.

(3) RILKE, Rainer María: Obras de Rainer María Rilke, Traducción de José María Valverde, Plaza&Janés Editores, Barcelona, 1967, p.833.

(4) BARANDIARAN DE, José Miguel; Mitología vasca, 7ª ed., Editorial Txertoa, San Sebastián, 1988, p. 69.

(5) Estos son nuestros informantes maragatos:

Andiñuela: Encarnación Pérez Castro (83 años), Moisés Fernández Miguélez (70 años), Irene Calvo Castro (70 años).

Boisán: Marifé Santiago Bolaños.

El Ganso: Felisa Fernández Fernández (59 años).

Lucillo: Eleuterio Pérez Castro (67 años), Emiliano Rodera Alonso (69 años).

San Martín del Agostedo: Asunción Fernández Rivera (82 años).

(6) Nuestros informantes serranos han sido los siguientes:

La Alberca: Dolores Hernández Hoyos (67 años).

Cepeda: Victoria Hernández Pérez (77 años).

Cilleros de la Bastida: Petra Muñoz Vidal (65 anos).

Herguijuela de la Sierra: Rafaela Cerezo (78 años).

Miranda del Castañar: Margarita Hernández Domínguez (75 años), Mª Teresa Lucas Maza (82 años).

San Martín del Castañar: Rita Peña González (79 años).



EL PAN, ORACIONES AL METERLO AL HORNO

PUERTO, José Luis

Publicado en el año 1995 en la Revista de Folklore número 172.

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