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Revista de Folklore número

198



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La tensión del cambio. Conflictos generacionales en la vivencia del cambio económico de un valle altocantábrico

FERNANDEZ DE LA MATA, Ignacio

Publicado en el año 1997 en la Revista de Folklore número 198 - sumario >



La comunidad de estudio, el valle de Lamasón (1), es una zona tradicionalmente ganadera, siendo la dedicación al ganado la base fundamental de su economía y sociedad. Situado en plena cordillera cantábrica, el valle, entendido como unidad administrativa tradicional en esta área montaraz, es en realidad una sucesión de espacios montaraces, con dos zonas marcadas: la que recibe la ubicación de seis de los pequeños núcleos poblados, con sus praderías y montes alrededor, y la zona del valle de Tanea, valle interior completamente dedicado a praderías y cuadras de alta montaña -invernales-, que nace en las faldas de Peña Sagra. Estos valles, además de una agricultura complementaria de la economía casera con dos cultivos fundamentales, maíz y patata, se han dedicado a la ganadería de la vaca tudanca, raza autóctona de la zona.

Dice el Madoz sobre este valle: Lamasón: Valle de la provincia de Santander, partido judicial de San Vicente de la Barquera. Comprende los pueblos de Sobrelapeña (cap.), Quintanilla, Río, Cires y La Fuente, que forman un ayuntamiento con jurisdicción y presupuesto mancomunado que asciende a 1000 rs., pagado por reparto entre los vecinos. Todos sus montes son comunes, con bien poca excepción. Desde el pueblo de Quintanilla, corriendo al S.O. hasta Peñasagra, hay un vallecito denominado Tanea, inhabilitado, cuyas laderas pobladas de monte de haya y roble, pertenecen a Lamasón; otro monte llamado Arria, por el terreno que radica, se eleva al N. cubierto de haya, roble, acebo y avellano; es también común al valle con la circunstancia de tener derecho los de Herrerías a la corta de madera para formar sus cabanas. POBL.: de todo el valle y ayuntamiento 124 vecinos, 631 almas. CAR PROD e IMP (V. el art. de parí. Jud.) CONTR.; 8.683 rs. 14 mrs.

La enciclopedia Espasa cita el censo de 1910, asignándole 995 habitantes de derecho, habiendo descendido a 949 en el momento de redacción de la "entrada". A su vez, la Enciclopedia de Cantabria, citando datos de 1984 le atribuye 530 vecinos, "a partir de 1950 ha perdido el 50 % de su población". El censo de 1991 le daba 460. En consecuencia, es uno de los términos más despoblados de Cantabria.

El pueblo donde se han situado las siguientes notas es el de Quintanilla. El valle, perteneciente a la comarca de Tudanca-Cabuérniga, limita con el Principado de Asturias por la parte nororiental del valle, con el valle de Herrerías por el norte, Rionansa por el oeste, con Cabezón de Liébana por el sur, Castro-Cillórigo al suroeste y al oeste con el valle de Peñarrubia. El municipio está formado por el conjunto de núcleos o pueblos del valle: Quintanilla, Río, Sobrelapeña (cabecera municipal), Lafuente, Cires, Burió y la Venta Fresnedo.

Nos encontramos, como señalábamos, con un núcleo de economía plenamente ganadera con una pequeña complementación hortícola únicamente destinada al servicio autárquico de la casa, que, además de las cuadras y pajares situadas en el espacio acasarado posee, en las brañas o seles, cuadras de montaña denominadas invernales, en los que también se recoge hierba y que determinan parte de los movimientos invernales del ganado consumiendo las reservas heniles almacenadas durante el verano mientras el ganado está en los puertos.

El pueblo es el primero que se encuentra si se sigue la carretera que va de Cabezón de la Sal a Puentenansa hacia La Hermida. Es el núcleo más poblado junto a Lafuente siendo, también, el que más servicios ofrece al concentrar el único bar-restaurante, una tienda de alimentación tradicional, un supermercado y un hostal.

Este núcleo presenta una alongamiento en su espacio acasarado con una línea media de unificación: el antiguo camino real, hoy carretera principal. Está compuesto por una sucesión de grupos de casas y cuadras, denominados barrios, que no llegan a mostrar una total discontinuidad espacial. La denominación que reciben es: La Horga, Orbaneja, la Concha, la Barcena, el Pereu, Valle, el Torracu y Quintanilla de abajo.

Hay varias casonas de estilo montañés con cierto aire nobiliar en sus galerías arcadas, uso de sillar y escudos frontales, siendo la casa tradicional la que presenta la cuadra de los animales en su parte de abajo (también antes la cocina) y la vivienda en el piso superior, realizadas en piedra de mampostería y teja.

Otro de los elementos destacables del pueblo es la ermita de San Bartolo, patrón del pueblo (fiesta 24 de agosto), de pequeña fábrica y muy tradicional en su concepción, sin interés arquitectónico destacable, que está ubicada en una suerte de lugar central con respecto al conjunto de barrios que conforman el pueblo. Sobre esta zona pivotaba antaño el centro social del pueblo, sin que exista un espacio definido como plaza que así lo identifique. En este espacio que mencionamos existió una taberna-tienda y una bolera.

A la vez que la transformación socioeconómica del pueblo se fue dando una traslación de los espacios físicos. Hasta hace unos 9 años existían dos tiendas-bar que habían sucedido a la antigua, antes mencionada, sita en la Barcena, estas dos estaban ubicadas en la Concha, y, entre medio de ambas, perteneciente a la de abajo, había una bolera. A la muerte de ambos dueños (Venancio y Miguel), la una se rehizo en otro local en la Barcena y la otra, más fuerte y de mayor empuje, se trasladó a la parte de abajo del pueblo (Quintanilla de Abajo), y allí ubicó además el supermercado y el hostal, con lo que el centro de acción e intercambio del pueblo se ha ido desplazando paulatinamente hacia su barrio último en estos últimos años. La ermita, por supuesto, ha quedado aorillada de la zona por la que transcurre la vida del pueblo y sólo se acude a ella en el día de la fiesta.

Otro foco de atención particular dentro del valle es la iglesia de Santa María, situada en un altozano entre Quintanilla y Sobrelapeña, emergiendo con potencia sobre el resto del espacio edificado. Es uno de los elementos de identificación del valle y sobre ella flotan algunas historias a las que los informantes dan un cierto carácter mágico o misterioso muy habituales en otros núcleos: desplazamiento nocturnos de los cimientos en su momento de construcción hasta ser aceptado el "mensaje" de su cambio de ubicación, que en sus cimientos se "esconde" un templo más antiguo (evidencia de reutilización de una fábrica anterior de la que la actual muestra algunos restos románicos), etc.

En los últimos 12 años ha experimentado cambios importantes para la vida del pueblo, desde la simple instalación del alumbrado público al asfaltado de las calles y, especialmente, la concentración parcelaria, que propició la rentabilización de un espacio económico seriamente fragmentado así como dotarse de una mayor y mejor infraestructura viaria hasta el punto de que pueblos como Burió, Río y Cires consiguieran que la carretera llegara por fin a sus pueblos

Por lo que se refiere a las transformaciones económicas se ha venido produciendo un cambio en la especializacion del ganado: de ser una zona tradicionalmente volcada en la raza autóctona tudanca a irse especializando en el ganado lácteo, particularmente la vaca frisona (holandesa) y la pardo-alpina (suiza) que llegó a eclipsar a la raza tradicional. Este cambio ha sido percibido por las personas más mayores como "brutal" con respecto a la lentitud y estancamiento económico conocido en la primera mitad de sus vidas.

"La mía vida cambió como nunca se había visto antes. Desde los antiguos las cosas habían sido más o menos igual, pero desde la guerra aquí todo ha cambiado una barbaridad. Hubo unos años muy malos, hasta el 55, pero luego todo cambió. El campo se mecanizó, ya nadie quiere bestias. Fíjate los bueyes tudancos, que muchos burgaleses venían a comprarlos aquí... ". (Miguel, 67 años)

En este sentido, la búsqueda, el rastreo de los datos económicos me ha llevado a configurar, de algún modo, la situación actual de transformación económica como un conflicto generacional importante. Los más ancianos, acostumbrados a una "feroz" vida diaria, con un trabajo basado en unos aperos muy tradicionales y unos ritmos de dedicación intensiva, denostan públicamente el cambio operado. A pesar de reconocer las ventajas y comodidades de la ardua mecanización que se está operando en el valle, la negación de los valores del trabajo como ellos lo conocieron, la demanda de ocio y tiempo libre, las aspiraciones consumistas y de alejamiento de la comunidad por los más jóvenes, más que en un lamento se convierten en una increpación:

"No quieren más que correrla. Y en la época nuestra no estaban así las cosas. No había con qué correrla. Sí, te ibas algo pero era otra cosa. Eso de irte el sábado al oscurecer y volver el domingo por la mañana, en la época nuestra eso no existía. Y no los llames. Venías a las dos o las tres de la mañana, y venías cansado porque entonces veníamos andando, arrancar de Puentenansa y venir aquí, acostarte un pocu y al hacerse de día, te llamaba tu padre, ¡anda que vamos a segar a la Corona, o a Tanea! y había que arrancar. ¡Qué cuerpo llevabas, pero tenías que ir! Hoy no, hay que dejarlos que duerman, y encima venir en coche ya de día a casa, después hay que dejarlos todo el día que duerman. Así no fue la vida nuestra. La vida nuestra fue muy mala, muy mala. Cuando se puso buena fue ahora, ahora que ya no puedes trabajar. No hay más cojones. Si trabajas lo que trabajas, lo trabajas arrastrado". (Miguel)

Desde la introducción del ganado lácteo en el valle las estructuras sociales han cambiado mucho. No hay más que ver la enorme dificultad que representaba un inicio de vida separado de la casa paterna hace cincuenta años: acogimiento a regímenes de aparcería, trabajar de "serrón" un tiempo para conseguir una cierta liquidez monetaria, etc. Varios informantes nos contaban cómo se iniciaban antaño los matrimonios: "

¿Que cómo se iniciaban los matrimonios antes? Por medio de Miguel (otro Miguel)

p: Sí.

c: Sí, home. Era el pedir vacas en aparcería.

p: ¡Cuántos habría aquí! Se casaban y aquí no había nada, y aquí había dos o tres señores que eran ricos, bah!, ricos en aquellos tiempos en ganados y en fincas. Bueno, pues aquel hombre le daba a lo mejor dos vacas o tres en aparcería y una tierra para sembrar, que la tierra era a medias: la mitad para él y la mitad para ellos. Y un prau pa segar pa las vacas y la mitad de la hierba era pa el dueñu del prau, y la otra mitad era para el que lo segaba, que las vacas también eran del dueño y que a él ¿qué le quedaba?. La aparcería no sé como era, no era ni a medias. A menos que mitad.

p2: Yo no sé si luego no las desempeñaba.

p: ¿Y quién desempeñaba entonces 2 vacas?. No sé bien cómo era. Yo todavía lo conocí. Si perdías una de las que te daban tenías que dejar una de las que habías criau tú para que quedara en el puestu de ella. Yo todavía conocí aquí vacas en aparcería, lo que no sé bien qué beneficios eran los que le quedaban al que lo tenía.

¿Y las crías para quién quedaban?

p: Ahí estaba el asunto.

p2: Las crías yo no sé si eran a medias.

p: Yo sé que tenías que responder al capital, lo primero. Después con el tiempo esas vacas eran pasas, si ibas ganando para desempeñarlas y después ya eran tuyas y las crías eran a medias. O sea que una vaca en aparcería que paría un jatu cuando vendías el jatu, la mitad era para tí y la otra mitad era para el dueño, al que te había dado la vaca. Yo creo que era así.

p2: Me caguen la leche, todavía hace unos años lo había.

p: Sí, lo tenían estos, los de Prellejo, cuántos aparceros tenían...

p2: ¿Y en San Sebastián? (de Garabandal)

p: San Sebastián, medio pueblo era de ellos.

(Marcelino, Miguel y Paulino. Jubilados)

Otro:

"El del pueblo que se casaba aquí andaba mal para poder empegar. Le daba su padre una vaca y se acabó.

Yo siempre le oí a mi padre: mi güelu no tendría muchas vacas, no sé, pero se casó mi padre y le dio una vaca, una novilla que no había parido todavía. Bueno, y otra que le darían a mi madre, allá en Ríu. Y el hombre no se podía estar alrededor de dos vacas, es de comprender que no se podía estar alrededor de dos vacas. Bueno, pues las vacas, ahí las arrimó donde las de mi güelu y dos, tres, cuatro, dos, tres, cuatro, muchos años las traía ahí con las de mi güelu, mi padre le tenía que ayudar a hacer el verano, tenía que ir los días allá por linderos cuando hubiera alguna fiesta, tenía que ir mi padre de vaqueru, para que el vaqueru se quedara en la fiesta, para que se divirtiera, y para que se las arreglara por la semana las que tenía él porque él se tenía que ir a trabajar, porque él de dos vacas no podía vivir. Tenía que ir a trabajar a donde fuera, que mi padre era canteru. Así estuvo muchos años, hasta que nosotros ya salimos y éramos unos chavaletes, y el primero que empecé fui yo, que era el mayor y me acuerdo que eran 7, y yo andaba de vaquero siendo un criu ahí riba, de unas ovejuchas, así estuve unos años. Llevábamos unos praus en renta, y mi güelu pues le había dado algún pia^uco pero muy poco. Y esos praus que llevábamos en renta, después con el tiempo, eran de una señora que estaba en Barcelona, que vinieron aquí diciendo que lo vendían, y en aquel tiempo se vendía y lo tuvimos que comprar, se lo compramos en 27.000 pesetas de aquel tiempo. En aquellos tiempos era dinero... Bueno que dijeron que con el dinero no tenían prisa y pagó la mitad cuando se compró y la otra mitad a pagar pues cuando se pudiera. Y tenían un invernal allí arriba, muy altu y costoso, el prau era costoso y la cuadra estaba mal. Tenía otro pocu otro vecino, y, bueno, que había que arreglar la casa y que el otro vecino no rezaba pa arréglala, y le propusimos el cambiárselo por un pocu que teníamos en Tanea. Tampocu le armaba, pero después tuvo que entrar. Estaba mal del tejado lo de él y ya un día se le dijo: oye, o arreglas el tejado o te demando, yo lo mío no lo pierdo por tí. A lo otru no te podré obligar, pero a retejar el tejado sí. Ya el tíu lo vio duro y dijo que sí, que lo cambiaba. Lo cambió. A la cuadra le tuvimos que cambiar los pesebres que tiene, de roble, hubo que serrar el maderu allá en el monte, que lo sacamos con dos parejas, que no creas que fue ninguna broma. Hubo que hacerle la pared trasera, que se había caído, ponerle una puerta nueva, arreglar el tejado y tal. Y hoy allí está. El año pasadu segué la mitad o así, la otra mitad se quedó sin segar. Y nadie te da nada por él. Como ese tengo varios por allí, algunos que eran de mi güelu, y está todo perdido. Sí por la primera llevo a las vacas y lo pastean algo, pero los praus si no se siegan... si no se siegan no hay prau, ahí por lo menos.

No home no,... Y se formaban ¡coño!, con aquella miseria, la gente se casó y se quedó aquí y a fuerza de tiempo se fueron hiciendo algu. Ahora: ponte a hacer la linde a las fincas, después una casa para vivir, después alguna cuadra para meter las vacas, las fincas, después algo de arríos de labranza, que si pareja, que si esto, que si lo otro... (Miguel).

Por todo ello, la introducción del ganado lácteo, con lo que esto suponía de conseguir unos ingresos fijos al mes por la venta de la leche supuso un gran cambio en las condiciones de vida ganaderas. Sin embargo, a partir de ahí se fue operando una cierta “desestructuración" del complejo de débitos e instituciones que el sistema ganadero del valle, basado en la ganadería extensiva de la vaca tudanca, había mantenido.

"Si, home, antes todo era tudancu. Aquí hubo tiempos que me acuerdo yo cuando todavía no había más que dos o tres vacas de leche. Después ya la gente empegó a tener una vacuca de leche para la casa, que no se vendía leche aquí. Después ya vino aquí la granja Poch, que fue la primera que empegó a llevar leche. Ya la gente empezó a poner por ahí, uno dos, otro tres, otro una y ya la gente se fue dedicando algo a la leche. Después vino un tiempo en que varios ganaderos ya quitaron las tudancas y se pusieron con vacas de leche, ya ahora se volvió a acabar otra vez." (Marcelino).

A partir de ese momento el ganadero generaba un continuum de decisiones económicas individualizada en la selección de razas, de empresas a las que vender la leche, de mejoras en infraestructura, etc. La vieja solidaridad comunal de las vecerías, de la roturación y explotación de las zonas comunales desapareció, hasta tal punto que hoy en día no queda apenas en la memoria de la gente conocimiento de terrenos, montes o pastizales de carácter comunal, salvando casos del mancomunado monte Arria, con el valle de Herrerías.

La individualización del contexto social tuvo un primer momento con la solución momentánea de la emigración ante la fuerte presión de la población sobre el terrazgo:

p: Cuando yo era un chiquillu no encontrabas una finca libre. Nada, todo tenía amo. Eran muchos vecinos, y esto se hacía a base de gente. Si no era por la gente que había esto no se podía hacer. Y se acababa luego, la hierba se hacía enseguida, porque era mucha gente la que estaba sobre ello. Entonces no había trabajos, oye, y el que no podía pues metía un obrero para hacerlo, hoy no, porque un obrero en quince días te costó lo que no dan las vacas, y antes había muchísimos vecinos que lo hacían a base de obreros, y ellos también trabajaban algo. Hoy en ocho días el obrero te llevó el valor de tres vacas o cuatro, te trae más en cuenta comprarlo [la hierba] que ir a segar al prau.

-La gente ¿se quedaba aquí o se iba a trabajar fuera?

p: Bueno, antes iba también mucha gente a trabajar por ahí afuera, pero en verano se venían para hacer la labor de la hierba, de agosteros.

p2: Hubo un tiempo que se salía a la sierra [serrones], no se salía más

p: No, al monte, claro.

p2: Después vino ya esto de los eucálitos.

p: Después hubo un tiempo en que la gente emigró mucho: para Australia, para Francia..., emigraron muchos. Y claro, ya fue aflojando ya la gente. Pero que ahora llegó la hora de que aquí no quedan más que cuatro viejos. La poca gente que hay joven esto no lo miran para ellos, esto no lo quieren. Verán que no es rentable, que no lo es pero...

p2: Bueno, te voy a decir una cosa, aunque lo fuera tampoco lo querían. El ganado es esclavo, lo tienes que atender. Aunque dieran almidón las vacas, estos no lo quieren. (Marcelino y Miguel)

Esta continua toma de decisiones en la búsqueda de la optimización del capital, tuvo un segundo momento que supuso un primer corte con el pasado: la concentración parcelaria, que desenquistó viejas catalogaciones de los vecinos -si bien también, como siempre, benefició a algunos hábiles (2)-:

1.-p: ¡Joder! si no es por la parcelaria aquí estaría todo hecho un cristo. La gente que hay hoy no podría hacer nada. De nada te valía tener una empacadora, porque no tenías por donde entrar a las fincas. La mayoría de las fincas eran de 1 área o de 2 áreas, no la mayoría, pero había muchas fincas de 2 áreas y de 1 área, que daban un colono de hierba ... ¿onde entrabas? si no había caminos ni había entrada. Por lo menos ahora nos hicieron unas parcelas que todas lindan con la pista o con carretera, y entra la empacadora, entra un tractor, pones el pastor [eléctrico] a unas vacas a pastearlo y también tienes defensa, y antes ¿que antes qué ibas a hacer en una hazuca de 4 áreas?. Y si tuvieras que ir con una empacadora o con una segadora a segar un pocu de aquello, no te podías valer allí. Antes, para juntar un carru de hierba había que andar unos cuantos praus. Antes todo era a base de colonos y llevarlos a donde los cogiera el carro, ahora a la mayoría de las parcelas entra el tractor [el pascualín].

Algunos ya habían cambiado mucho antes de venir la parcelaria. Hubo quien le costó mucho, por ajuntarlo y ajuntarlo y después vino la parcelaria y no hicieron nada porque lo tuvieron que deshacer. No, no, la Parcelaria fue la mayor ventaja para los que están aquí a trabajar. Claro que a la hora de la hora... antes valía poco dinero, pero lo vendías, sin venir la Parcelaria, porque yo mismo me tocó comprarlo, arrabales por ahí que no valían para nada, pero como no tenía más... y lo llevaba lo mío comprarlo. Ahora resulta que lo tengo en una parcela, la mayoría de ello, buena: la siega la segadora, la empaca la empacadora, entra allá el tractor.... Y si mañana la pongo en venta no hay quien me dé una perra por ella, si la pongo en renta no hay quien la siegue ni regala. El día que pare yo de segarla, ahí se quedó, hecha un bardal. Porque aquí, lo veo yo, no va a haber quién hacerlo, la poca gente que queda ya tiene terreno bastante, home, si es alguna finca buena, buena, la cogen y aunque sean dejan la suya pa monte, que eso vale mucho [repoblación forestal, subvencionada]. Ahora a hacer lo que es de maquinaria, lo otro ahí se va a quedar".

p2.- El que tuvo acierto o lo hizo bien fue Junquillo, todos los prados buenos son de él.

p: Bueno, es que él se ajuntó a la gente de la Casona. El heredero de la Casona de Sobrelapeña no lo tenía muy claro... lo tenía muy atrasado... no coincidían ni los apellidos.

p2: Esi fue el que movió la parcelaria. Tenía amigos allá en aquello de la parcelaria y fue el que lo trajo aquí.

p: Claro, él dijo: la mejor forma de hacerme a ello es trayendo la parcelaria y poniendo todo a mi nombre por medio de comprarlo. Entre él y el que lo compró lo arreglaron: una la ponía a nombre de él y otra a nombre del otro. Así levantaron unas parcelas de los demonios.

C: Y ha tenido acierto o habilidad para hacerse con una buena cabaña de vacas. Acierto o buenos apoyos.

p: Bueno, ha tenido muchos apoyos, no creas que ha sido porque es más inteligente que los demás. Porque tuvo apoyo y le abrieron los ojos. No es porque trabajó más que otros ni por más inteligencia, es porque le vino así, que se hizo con esas fincas de esa casa, que fue él el último que estuvo en ella y después se lo adjudicaron a él, este, el dueño, el que le heredó, que si no es porque lo heredó no disponía de ello. Que estaba todo muy atrasado, a nombre de herederos del abuelo, no llegó a estar ni a nombre de los tíos. Y de tíos a sobrinos luego cuesta mucho pasarlo.

C: Y menos mal que vino la gente esa que si no le hubiera costado ponerlo a su nombre más de lo que valen. Ya lo sabía él. Si después vendió todo: vendió la casa, cuadras, una parcela grande que tenía encima de la casa, eso se lo vendió a los de Sobrelapeña, ya estará todo abandonado.

p: La parcelaria fue una cosa muy buena, de no haber sido por ella esto no valía ni para tacos de escopeta. Y con todo y eso no vale nada... La gente le costó mucho conformarse. Había quien no estaba conforme con nada, la gente somos muy egoístas y a todos se nos hacía... a todo el mundo decía que le había perjudicado.

C: ¿No hubo una protesta enorme cuando quisieron llevar la carretera ahí a Río?

p: Sí. Ahora, la mayor fuerza que hizo aquí la Parcelaria fue porque había que hacer una carretera para ir a Gires, a Burió. Y si no hubiera sido por la parcelaria, no se habría hecho, porque había que expropiar las fincas... Trazaron la carretera, después hicieron las pistas y después hicieron la concentración. El terreno de la carretera sí lo perdimos entre todos, a razón de lo que tenías te cogieron el terreno. Ahí la mayor fuerza la tuvieron esos pueblos porque no tenían la carretera y la gente no les daba el paso para hacerla, pedían la luna. (Marcelino, Miguel, Antonio y Donoso).

El tercer punto de en lo que ya parecía una economía consolidada sobre el que se estaban haciendo inversiones y planes de futuro: la integración en la Comunidad Europea. La aplicación que la Política Agrícola Comunitaria (PAC) ha tenido sobre el valle ha sido demoledora. El sector lácteo se ha visto obligado a una reestructuración fortísima que ha dejado al ganadero desorientado y sufriendo alzas y bajas desconocidas hasta ahora. La necesidad de especialización de las explotaciones, primada desde la U.E., que obliga a una intensificación concentrada en pocas manos ha hecho que la pequeña economía de supervivencia basada en unas pocas vacas, cuyo aporte lácteo podía significar un ingreso de 70 u 80 mil ptas.mensuales hubiera de desaparecer. Así, en este momento en el pueblo, y por ende en el valle, se produce una situación de readaptación a las nuevas directrices, quedando solamente 2 vecinos reconocidos que continúen con la venta de la leche a las centrales, habiendo hecho estos fuertes desembolsos en infraestructura (tanques frigoríficos, ordeñadoras, mejora de las cuadras, obtención de más prados, etc) que los demás no han podido o no han querido realizar. Así, en estos momentos encontramos un sector fuertemente subsidiado por las ayudas europeas, que parece estar volviendo al ganado autóctono o mixto para dedicación cárnica, lo que hace que la comunidad esté en un interesante momento de reelaboración de su identidad colectiva a través de ir orientando su economía y adaptando sus usos sociales a las imposiciones que la construcción de una sociedad económicamente globalizada con una abusiva presencia de los medios de comunicación social, produce.

Esta tensión y confrontación de los valores que deben dominar en la comunidad, muy determinada por los usos económicos, es a la que nos referíamos anteriormente. Así las situaciones descritas por los ancianos son ya, no sólo momentos de edad dorada, tan comunes a los lugares de la memoria, sino situaciones perdidas que vienen dadas por la descripción del brutal cambio que su vida ha dado desde la guerra (para unos) y desde la democracia (para otros). La imagen de prados abandonados, del bosque adueñándose del terreno, la desaparición del ganado, de los jóvenes... provoca una sensación de crisis total, de desorientación, que es encarnada por un encaramiento a los usos y costumbres de la juventud, que les lleva a increpar su gandulería, su afición al ocio, al salir los fines de semana, que apetezcan comodidades, maquinaria, etc. Es una suerte de traición a lo que es su forma de haber vivido y percibido la comunidad, sintiendo, o empezando a sentirse ajenos, extraños a esta "moderna" forma de vida. Este salto y enfrentamiento generacional es algo sensitivo, palpable, fruto de influencias endoculturadoras muy diferentes, muy distintas y potentes. Lo que "era" y lo que "es" son dos juegos de intangibilidades que pesan sobre la comunidad: el venero gaseoso de la costumbre y los recuerdos frente al gas expansivo de los sueños, los planes y... la huida.

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NOTA

(1) Un primer esbozo: FERNANDEZ DE MATA, I. (1995) "Desarticulación de la estructura social de un espacio rural altocantábrico. Breve visión de un proceso". Revista de Folklore, n.º 148.



La tensión del cambio. Conflictos generacionales en la vivencia del cambio económico de un valle altocantábrico

FERNANDEZ DE LA MATA, Ignacio

Publicado en el año 1997 en la Revista de Folklore número 198.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz