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Revista de Folklore número

218



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APUNTES ETNOGRAFICOS: OFICIO DE TRATANTE EN LOS PEDROCHES

MORENO VALERO, Manuel

Publicado en el año 1999 en la Revista de Folklore número 218 - sumario >



1.-INTRODUCCIÓN

Son muchas las dehesas en la comarca de Los Pedroches, aunque las más famosas han sido, la de la Concordia que las Siete Villas adquirieron de Obejo y la de La Jara, que durante siglos mantuvieron de manera proindivisa las Siete Villas (1). Igualmente fueron famosas las dehesas de Cañadallana, en el Condado de Santa Eufemia y con gran repercusión para la localidad de El Viso (2). Sin duda alguna, éstas han sido las más estudiadas y por tanto de las que más datos poseemos. Su repercusión económica en toda la comarca ha sido grande pues en la de la Concordia, comenzó en el siglo XVIII su transformación con la plantación del olivar, que dura hasta nuestros días y la de la Jara, que fue pro indiviso de las Siete Villas, y hoy tienen parte todas ellas después de su división y a la que de manera más concreta nos referimos ahora (3).

Cada localidad tenía y tiene sus propias dehesas y todas ellas mantienen una similitud de configuración de forestación y dedicación tanto a la agricultura como para el ganado, en una muy bien entendida simbiosis.

La comarca constituye una penillanura resultante de la erosión de una cúpula de batolito de materiales endógenos de naturaleza granítica entre materiales pizarrosos.

En estas dehesas abunda la encina quercus rotundifolia, aunque también pueden verse algunas otras especies, como el quejigo quercus faginea, el alcornoque quercus súber y el melojo quercus pyrenaica.

En el extracto arbustivo encontramos la coscoja quercus coccifera.

El encinar está enclavado en terrenos llanos y su vegetación ha sido transformada, presentando en la actualidad una vegetación natural, que forma las grandes dehesas en las que las encinas son la base de su forestación y protegen a grandes áreas de pastizales.

2.- APROVECHAMIENTO DE LA DEHESA DE LA JARA

Tiene una extensión de 28.047 fanegas de Córdoba que equivalían a 25.000 de Castilla, que era el modo de medir en nuestra comarca. Sus límites, eran por una parte las posesiones del Marqués de la Guardia por el norte, por el oeste tierras del Duque de Béjar y término de Espiel, por el sur la villa de Obejo y Adamuz y por el este terrenos pertenecientes al término de Montero.

En unas Ordenanzas dadas por los Reyes Católicos en Valladolid, el 15 de julio de 1492, se les concedió facultad a los vecinos de Córdoba para adehesar terrenos y en concreto los vecinos de Los Pedroches consiguieron hacer escritura pública en 1629 por 6.400 ducados.

La extensión de la misma ya la hemos dicho y en ella existían en esa misma época 163.777 árboles y además 6.950 en tierras de particulares llamadas labrados o sea 170.727 árboles de fruto de bellota (4).

El tipo de arboleda que han ido perfilando estas dehesas ha tenido un aprovechamiento, que ha marcado en parte la forma de vida de sus gentes. Según puede verse en los archivos de la justicia impartida durante los siglos XVII y XVIII abundan los delitos que señalan esta circunstancia, pues muchos de los delitos cometidos por el vecindario, eran de corte y tala de árboles y muy en concreto, de encinas, en todos y en cada uno de los pueblos. El usufructo de la bellota, su arrendamiento, el robo o el impago de los mismos, y los incendios de la dehesa, así como muerte o robo de ganado que en ella pastaba.

2-1.- Alimentación animal

En Los Pedroches sus dehesas son lugar de paso para sus ganados y las clases de ganado vienen muy bien determinadas en ellas: vacuno, ovino, caprino y cerda y los animales de carga: yeguas, mular, caballar y asnal (5).

El ramón de la encina lo aprovecha el animal de cerda, vacuno, ovino y caprino en dos momentos: en otoño, al varear el fruto, para que caído al suelo, en forma de ramitas tiernas, lo coman también junto con las bellotas e ingieran los animales; el otro momento es, una vez finalizada la montanera, comienza la tala del encinar y sus ramas son parte de la alimentación.

La cabra ha sido muy extensiva en otros tiempos pues la hierba otoñal era aprovechada junto a las ovejas pero este animal aprovecha mucho los arbustos y la misma bellota tanto de encina como de alcornoque. La importancia de esta especie de animal es tan notable que incluso hubo cofradías en la comarca, que como principal fuente de ingreso para sostener sus cultos, tenían una piara de cabras que arrendaban al mejor postor cada año (6).

En el vacuno, se ha mantenido la raza autóctona, retinta, como productora de carne (7).

La dehesa ha acaparado tradicionalmente la crianza y explotación del ganado de cerda dado que su alimentación básica es la bellota y está preparado para transformar los hidratos de carbono que abundan en dicho fruto y es la razón de su abundante grasa.

Entre la dehesa y el cerdo ibérico existe una simbiosis muy estrecha de tal modo que cualquier alteración que se produjera en uno de estos dos elementos tendría repercusiones muy serias para el otro. Si no hubiera cerdos posiblemente el encinar desaparecería y si no existiese encinar no podríamos soñar con las piaras o varas de cerdos que pueblan nuestras dehesas.

2.1.1.- Cerdo Ibérico

Como todos los demás de su especie, proviene de África Central y según los estudiosos, de él se derivaron tres troncos que se desarrollaron en distintos puntos del globo terráqueo: Asia, Europa central y litoral del Mediterráneo, que es el que ha dado lugar a que se desarrolle dentro de la península Ibérica y llamamos de esta manera.

Fueron nuestros antepasados, dedicados a la agricultura y pastoreo, los que hicieron la conveniente selección de las encinas de mejor calidad y también del cerdo del que dependía su alimentación fundamental y la supervivencia a través de los siglos (8). La conjunción de ambas circunstancias ha hecho que este animal encontrara en nuestras dehesas la más completa idoneidad para su conservación, realidad que no ha acontecido en otros países, donde ha desaparecido.

El cerdo ibérico, asimila mejor la bellota porque antes de engullirla la pela con sus dientes y no come la cascara que es mala de digerir. Tiene más grasa por propia evolución de su especie, adaptándose al campo, en otoño come bellota, castaña y mastica la hierba tierna, pero no la come. En verano tiene menos de qué comer en el campo y la grasa le ayuda a vivir esos meses Los modos de explotación tradicional usados en la comarca se han sustentado en mantener dos crías anuales una a finales de año y otra en medio de la primavera por mayo.

2.1.1.1- Cruces realizados

El cerdo ibérico es más pequeño, más fino y de menos hueso. Cruzado con el duroc-jersey se obtiene más peso, más vísceras y más estómago pero menos canal aunque más magrosa y de menor calidad.

Se han obtenido frutos asequibles cruzando el ibérico con el alentejano portugués desarrollando más los jamones, paletas y lomos aunque también de menos calidad.

Los cruces han llegado en tiempos recientes con los adelantos de la biología y de la inseminación artificial, pero antes las razas autóctonas no se cruzaban, los prados no se fertilizaban con abonos y a los encinares no se les hacían tratamientos para desinfectarlos.

En nuestra comarca siempre ha tenido un aspecto que le ha distinguido con sus cercados de piedra y últimamente alambradas por el grande costo que tiene la mano de obra.

2.1.1.2.- Cochinas de cría

El ciudadano pedrocheño siempre ha encontrado en la explotación del cerdo, una de sus más generalizadas fuentes de ingresos económicos. En los cortijos se instalaban las ahijaderas, grandes zahúrdas provistas para la cría. Las cochinas previstas para madres eran seleccionadas, así como el berraco o berracos de la piara con el fin de obtener el mayor grado de pureza genética.

Los lechones a los diez días ya comen piensos y se destetan a los sesenta días, progresivamente, empleando en ello cuatro o cinco días. Cuando se destetan se realiza la castración y con el fin de que formen bien su osamenta deben tener espacios libres como es el cercado de la comarca donde ellos campean a su humor de un lado para otro. Los nacidos a final de año aprovechan las rastrojeras de las siembras y la montanera pues se sacrificaba aproximadamente a los catorce, dieciséis o dieciocho meses de vida. Mientras los nacidos en mayo se introducían en la montanera, una vez que los cebados salían de ella, pero luego aprovechaban de lleno la del año siguiente.

Se le llamaba cochino estudiante, a aquel que en su día no daba el peso porque estaba enfermo.

2.1.1.3.- Cerdos a reposición

Una costumbre es dar los cerdos a reposición. Consiste en que el dueño de los cerdos, cuando la bellota está en su sazón óptima, los mete durante el tiempo de la montanera en el encinar de otro dueño.

Antes de entrarlos en la finca se pesan los cerdos y se vuelven a pesar cuando finaliza la temporada de la bellota. Las arrobas de diferencia, son las que abona al dueño de la bellota según el precio que se haya pactado previamente.

2.1.1.4.- Los guardas

El porquero mayoral estaba encargado de varias piaras de cerdos y el zagal ayudaba al porquero.

Su indumentaria era muy rudimentaria, para cubrirse de la lluvia en invierno usaban de un capote de hule que al resbalar el agua, evitaba que se empaparan sus pocas y pobres ropas. Sus pies descalzos o unas albarcas, hechas de goma de auto cruzando unas tiras de material.

En tiempo normal sus zahones hechos con la piel de algún animal muerto, su zurrón donde llevaba su escaso alimento diario, su cayado y siempre junto a él un par de perros amaestrados para que cuidaran y condujeran el ganado.

Vivían las pocas horas de descanso en chozos redondos hechos con palos de encina que se escogían durante la tala. Encima de los palos se hacía el techo aplastado de támaras secas, sin hojarasca; luego se le echaba retama y encima de la retama se colocaba paja de la más alta que se recogía de los rastrojos y se tejía, y posteriormente, se le echaba un poco de agua y se pisaba. En la corona del chozo, por donde salía el humo de la candela, había que poner retama verde para que hiciera buen cuerpo y evitar que se encendiera.

Dentro se metía la cantarera, las camas hechas de retamas y enhiesta. En las noches de invierno, se cubrían con todo lo que tenían a su alcance hasta con los aparejos de las bestias.

Alrededor del chozo le hacía una canal por donde corría el agua de la lluvia y no entraba en el chozo.

El plato usado, era el dornillo, en él se comía el gazpacho y también la leche migada. Estaba hecho de una sola pieza, de madera de raíces de brezo, y las cucharas las fabricaban ellos mismos, con cuernos de los carneros o de vacas. Los ponían a calentar en la candela y adquirían mucha ductibilidad y con un arte muy rústico, componían sus utensilios para comer.

2.1.1.5.- Industrias Pecuarias de Los Pedroches

A finales de 1918 según consta en el cuestionario del Instituto de Reformas Sociales, cuyas respuestas publicó dicha institución decía: "Son industrias susceptibles de establecerse aquí, a base de productos agrícolas y sus derivados:

1.-Salazón de carnes de cerdo, de las que se producen más de mil toneladas..." (9).

Antes de 1920 surgió la idea de construir en Pozoblanco una importante empresa dedicada a la matanza de cerdos, salazón de sus carnes, productos e industrias complementarias.

La materia prima la aportaban todos los pueblos de la comarca cuyos encinares abastecían grandes piaras de cerdos.

El 7 de octubre de 1923 se celebró una reunión en la sede del Banco Español de Crédito en Pozoblanco que aportaba una cantidad alta para dicho proyecto.

Comenzaron las obras los primeros días de febrero de 1924 junto a la estación del ferrocarril y ya habían determinado el nombre social de la empresa, "Industrias Pecuarias de Los Pedroches S.A.", siendo presidente D. Elias Cabrera y secretario Antonio Varo, director de la sucursal de Banesto en Pozoblanco. La escritura se firmó el 29 de marzo de 1924 ante el notario D. Juan Ponce Vega. Se inauguró el 24 de diciembre de aquel año siendo su primer gerente D. Cesar Arrieta Navarro.

La primera matanza fue de 80 cerdos de más de 16 arrobas cada uno y el primero pesó más de 20 arrobas y fue donado al Hospital de Jesús Nazareno.

Esta empresa ha tenido distintos dueños, pero existe aún en la actualidad aunque abundan empresas de este tipo en la zona, si bien la de mayor resonancia actual es C.O.V.A.P. (Cooperativa del Valle de los Pedroches).

2.1.2.- Ganado Vacuno

En cada localidad existe su dehesa boyal o para los bueyes (10). La raza más habitual entre nosotros ha sido la llamada retinta del Guadalquivir por ser muy rústica y haberse adaptado extraordinariamente al clima y a los pastos.

Por su resistencia tradicionalmente estuvo dedicada también para realizar las faenas agrícolas como animal de tiro hasta que más modernamente se impuso la yunta mular.

Con esta raza autóctona, que da poco rendimiento cárnico, en tiempos recientes se han hecho cruces con otras razas consiguiendo mejorías con los resultados.

Así se ha cruzado con la llamada parda alpina. Otras razas que se han afincado en nuestra continua cabaña han sido la charoláis o hereford y limusina, siendo esta última junto con la charolesa las que mejores partos tienen y según los ganaderos las que mejor rendimiento cárnico consiguen.

Este tipo de ganado no ha estado estabulado sino suelto, en libertad. Su alimento ha sido el prado, que se fertilizaba abonándolo, paja y heno.

El vaquero mayoral, es el que dirige varios vaqueros y zagal el joven que ayuda al vaquero. Siempre se han visto con su zahones, sombrero, zamarra de cuero, honda y zurrón. En las grandes fincas usaban de caballo con montura vaquera para trasladarse de un lugar a otro.

2.1.3.- Otros aprovechamientos

2.1.3.1.- Fuente de energía

La dehesa a lo largo de la historia ha sido una de las fuentes de energía cuando no se conocía las emanadas del gas, las petroquímicas y nuclear.

Carbón de encina ha sido muy valorado y empleado como combustible así como la parte más menuda ha sido empleada en picón para calentar los hogares con el brasero (11).

Las támaras se vendían en haces para hacer las candelas del hogar donde se preparaba la comida o se calentaba el agua. Era la manera habitual de calentarse durante el invierno a base de leña de encina, grandes y gordos troncos en las candelas de la cocina y la leña de aire, más endeble y fina y se consume más rápidamente.

2.1.3.2.- En la construcción

Los troncos retorcidos de encinas, aquilones, han sido empleados como vigas en la construcción de la casa popular de toda la comarca y aún hoy se pueden ver ejemplares en algunos de sus pueblos como Belalcázar y Pozoblanco.

En tiempos pasados, cuando se hizo una desforestación, se llevaban desde Pozoblanco a Almadén, para entibar las paredes de los pozos de las minas de azogue y de ahí viene el gentilicio de sus habitantes. Cuando llegaban los carros porteando dichos palitroques se gritaba para avisar que acudieran obreros: "Ya están aquí los tarugos". Se referían a los troncos porteados no a los hombres que los porteaban (12).

2.1.3.3.- Muebles populares

Aunque es madera dura y no muy moldeable, sin embargo siempre se usó para construir un tipo de banqueta muy rudimentaria, de tres patas, que servía para sentarse no sólo en el campo sino también en la población, aunque era menos frecuente. Otras de mayores dimensiones que servían de mesa para sacrificar los cerdos de la matanza domiciliaria.

3.- EL TRATANTE O CORREDOR DE GANADO

La comarca de Los Pedroches ha sido, y es en la actualidad ganadera. Sus tierras, poco propicias para la sembradura son más rentables en pastos para el ganado, por esta razón han proliferado las personas dedicadas a comprar ganado. La cabaña se compone fundamentalmente de ganado de cerda, ovino y vacuno aunque en tiempos pasados también tuvo importancia el caprino. Entre nosotros, siempre han proliferado las personas dedicadas a comprar ganado.

3.1.- Nombre

Se les ha bautizado con diversos nombres, que originariamente no siempre significan lo mismo, aunque todos ellos convergen sobre el trato de ganado: tratante de ganado, comisionista, compra-ventista, merchante, corredor o mediador de ganado.

Comisionista: Intermediario entre el ganadero y el tratante que interviene entre ambos para llevar a cabo la operación de compra-venta.

Trabaja a comisión, de ahí proviene su nombre. Normalmente era el 1% de cada parte: comprador y vendedor.

Tratante: Se dedica a comprar y vender ganado exponiendo en cada operación el riesgo que conlleva de beneficios o pérdidas. Trabaja solamente sobre una especie de ganado, siempre sobre el que tenía más amplios conocimientos: vacuno, lanar, equino o cerda.

Entrador: La persona que recibe el ganado y lo vende al carnicero.

3.2.- Cometido y cualidades

El tratante surge necesariamente del modo de vivir nuestras gentes. El ganadero estaba toda la jornada, día y noche, pendiente de su ganado, de que no le faltara el alimento, el agua y no tenía ocasión para estar al día de cómo andaban los precios. Pasaba la jornada en el campo, alejado de las fuentes de información de precios y por tanto se encontraba a la hora de vender su producto con el problema de no saber cuál era el precio en ese momento.

De ahí surgió la necesidad, de alguien que pudiera decir al ganadero a cuánto podía vender su producto en aquel preciso momento. Esto lo solucionaba el tratante de ganado.

Por eso cuando alguien quería vender informaba al tratante de la oferta que tenía, cotejaba los precios base y de ahí ya comenzaba a plantearse en serio la conveniencia de ir hacia adelante o detenerse en busca de ocasión más propicia.

El tratante transcurría días enteros montado a caballo, viendo ganado en las distintas fincas, donde previamente le habían ofertado para verlo, con sus propios ojos el tipo y condiciones en que se encontraba el ganado.

Después, utilizaron motocicletas, que les facilitaban estas visitas, hasta llegar al vehículo todoterreno, que tienen en la actualidad.

El papel que ha representado dentro de la estructura económica de la zona ha sido importante siendo intermediario entre la persona criadora de ganado y la persona compradora del mismo.

A veces ha sido una persona independiente arriesgando él mismo en la compra y venta, mientras otras veces, ha obrado como representante de una firma comercial de entrante de ganado en los mataderos de plazas importantes.

Este cometido exigía en algunos momentos estar al tanto de la ley en lo que concierne al fisco y a la seguridad social. En el anterior régimen político de sindicalismo vertical, estaba enclavado dentro de las Actividades Diversas.

El buen corredor debía ante todo estar al corriente y bien informado de la clase y cantidad de ganado existente en el término en que él se desenvuelve. Era su materia prima y esta información podía facilitarle el acceso de quien tuviera necesidad de comprar. Por otro lado tenía siempre un número amplio de amigos ganaderos que anualmente reponían su cabaña, que vendían y compraban. Los conocimientos amplios y detallados de dónde se encontraban piaras de ganado de una y otra clase, era algo que daba prestigio y facilidad para acercarse a él y proponerle una acción de envergadura, pues el oficio prioritario del corredor era poner en contacto a la persona deseosa de vender con la persona deseosa de comprar y mediar entre ellos para llevar a cabo la operación.

3.3.- Cómo se aprendía el oficio

Todos los oficios se aprendían a través del contacto personal con los maestros del oficio y el corredor no era una excepción. Al amparo casi siempre de la experiencia del padre, iba aprendiendo a sortear las dificultades y asumir los conocimientos necesarios para su desempeño. Viendo actuar a los ya veteranos en el oficio aprendía los trucos, conocía a los criadores de ganado.

Se requería unas cualidades de trato afable, facilidad de expresión verbal, lo que determina tener buena imagen y unas buenas relaciones públicas.

Este trato y experiencia iba enseñando los secretos del ganado, sus razas, cualidades de cada una de ellas, alimentación, rendimiento en canal pues no todas las razas tienen el mismo rendimiento una vez sacrificadas.

El mercado oscila mucho y no es ajeno a ello la climatología que facilita en el campo los pastos naturales a su tiempo o no, en abundancia o precariedad. Si no hay pastos naturales, los animales tienen que alimentarse con piensos añadidos que encarecen la crianza y entonces no todos los ganaderos tienen el respaldo económico para sostener durante tiempo su ganado y hay quienes lo echan rápidamente fuera para evitar que les sea más costoso.

De ahí que el buen corredor, debe poseer un cierto olfato para percibir estos detalles importantes para la economía. Es muy cualificado todo aquello que hace referencia a la formalidad y seriedad de los compromisos contraídos. Siempre se ha destacado entre ellos lo que se le llama seriedad o formalidad a la hora de hablar las cosas y cumplirlas, y no dar marcha atrás.

3.4.- Organización extralocal

Los tratantes de ganado hacían su vida a caballo entre la localidad y el campo, visitando el ganado. Cada uno tenía sus lugares de encuentro, incluso sus horas y eran conocidos por todos los interesados de la localidad e incluso comarca.

Todo el abundante ganado de Los Pedroches se ha derivado a tres importantes plazas: Madrid, Barcelona y Valencia.

El ganado vacuno tomaba dirección de Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla. A Córdoba solían llevarse los toros, erales y vacas.

Los corderos se enviaban a los mataderos de Madrid, Barcelona y Valencia.

Los cerdos tradicionalmente han sido comercializados en Guijuelo (Salamanca), Segovia y Jabugo (Huelva).

En cada una de estas plazas, existía un entrante o persona, que recogía el ganado donde iba a ser sacrificado. Normalmente el corredor local trabajaba para el entrante y de él recibía con la frecuencia necesaria las órdenes de compra y los precios del mercado.

3.5.- Lugar del trato

El epicentro era el bar, antiguamente la taberna, el casino y alguna vez en casas particulares. Allí se buscaba al amigo y comprador de siempre al rayar el alba, tomando unas copitas de aguardiente pues los ganaderos madrugan mucho para soltar el ganado a los pastos. Lugares frecuentados en Pozoblanco eran Eulalio Bejarano y Pedro José ambos en el centro de la población mientras en Villanueva de Córdoba era el Casino igualmente situado en el corazón de la ciudad.

Allí estaban los que pretendían vender y los que deseaban comprar y en medio el tratante.

Ofrecía la mercancía: número de cabezas y peso aproximado de media que podían tener. Este dato del peso podía alterar mucho el precio.

Si llegaban a un acuerdo se pasaba a ver el ganado, por lo que había que desplazarse al campo y allí, sobre el terreno, y teniendo ante la vista el objeto del trato, a veces se rectificaba lo convenido si no había sido fielmente descrito.

Si todo iba tal y como se había dicho y convenido se aceptaba la señal, cantidad de dinero que se adelantaba como formalización y compromiso del trato y se fijaba el día del peso.

Si durante el tiempo transcurrido desde la fecha de la venta y la del peso habían subido o bajado los precios en el mercado, el trato no se alteraba y se respetaba lo pactado.

3.6.- El peso del ganado

El peso del ganado se realizaba a primerísima hora de la mañana por razón de que los vientres no estuvieran llenos y ganar así en peso. El pesador portaba la romana al hombro y existía cierta callada rivalidad entre los afamados ganaderos para ver qué borregos, becerros o cochinos conseguían mejores pesos que era un título de gloria personal.

El ganado vacuno se hacía aforando el peso a ojo, es decir, calculándolo personas avezadas en este cometido, ganaderos por regla general, y que variaban escasamente del peso real. Posteriormente vinieron las básculas en las mismas fincas o en la localidad. Finalmente con los mismos camiones adaptados para el transporte de ganado con sus jaulas y ascensor incluido para varios pisos. Se embarcaban en la finca y se pesaban en el pueblo en básculas de gran tonelaje mucho más cómodo e higiénico. En defensa de los animales, se han dado leyes relativas al transporte para no hacer sufrir a las reses.

El ganado vacuno se compraba por cabeza y tenía un precio distinto según fuera toro, vaca, eral, añojo o ternera que determinaba la calidad de la carne y por tanto el precio distinto.

Con los adelantos de los estudios genéticos se cruzaron distintas razas y la autóctona de nuestra comarca llamada retinta para mayor producción de carne se cruzó con el Charoles y Limusín.

El ganado ovino o lanar se pesaba con romana y por libras (460 gramos) en la misma finca. Cuando aún no existían establos podía suceder que el día señalado para el peso hubiera llovido y en ese caso la lluvia empapaba la lana de los corderos y le daba mayor peso, por lo que se suspendía el peso para no perjudicar al comprador. También el ovino merino se cruzó con otras razas para obtener más libras en menor tiempo.

Con los cerdos ocurría cosa parecida, el peso se hacía con romana mediante arrobas (11,50 kg).

Mientras se pesaban se marcaban con un hierro al fuego.

El ganado vacuno de leche, caballar, mular y asnal siempre ha gozado de más chalanería y ha sido habitual que dichos tratos se hagan durante varias jornadas, sentándose en el bar, con muchas copas de por medio.

3.7.- Formalidades y rito

El lugar preferido para el trato eran las tabernas, bares y siempre junto al mostrador o alrededor de un velador con unas copas encima. El alcohol calentaba los ánimos y se volvían todos muy parlanchines.

El trato se cerraba, tras un forcejeo por ambas partes, hasta ponerse de acuerdo, en el número de cabezas, precio, forma de pago, tiempo de recogida.

Todo culminaba cuando el tratante tomaba una mano del comprador y otra del vendedor y las unía entre las suyas y preguntaba: ¿Trato hecho? Cuando respondían sí, todo había finalizado y en aquel momento se daba la señal convenida. En aquel preciso instante, era costumbre entregar el 10 ó 20% del valor de la operación. Las más de las veces no hacía falta ni dar señal, bastaba la palabra dada, pero si era de mayor cuantía, se formalizaba a veces un contrato escrito y aquello se cumplía como si estuviera firmado ante notario.

Se tomaba el alboroque, unas copas o un café y nada más, por cuenta del comprador.

Si por cualquier circunstancia se rompía el trato ya formalizado esa cantidad la perdía el comprador y si se rompía por parte del vendedor, éste doblaba la cantidad recibida.

3.8.-Traslado del ganado

El día señalado, el ganado comprado se encerraba en corrales próximos al pueblo. Venían de las distintas fincas, andando a dichos corrales y una vez allí reunidos se llevaba a embarcar.

A Córdoba se llevaban andando, los de Villanueva de Córdoba empleaban dos días haciendo descanso en Adamuz e igualmente desde Pozoblanco haciendo escala en Villaharta.

Cada corredor de ganado tenía a su disposición un grupo de hombres prácticos en la conducción de ganado y que se llamaban acarreadores que eran los que traían desde su finca el ganado a pie. En tiempos pretéritos eran llevados así hasta el mercado donde se entraban. Más tarde, y con la instalación del ferrocarril, toda esta comarca embarcaba el ganado en la estación de Los Pedroches, posteriormente y cuando se instaló el ferrocarril de vía estrecha de la Compañía Minera Metalúrgica de Peñarroya-Puertollano ya hubo varios puntos desde donde embarcar el ganado: Pozoblanco y Villanueva de Córdoba.

Más recientemente y con la generalización del transporte por carretera, se acondicionaron camiones de gran tonelaje para estos menesteres. Empresas dedicadas al transporte de ganado se aprovisionaron de este tipo de camiones de varios pisos, y en cada piso, distintos departamentos, con el fin de no aglomerar mucho ganado y evitar que se dañen unos a otros. En los mismos cortijos, cuando eran de gran extensión, tenían sus propios embarcaderos.

Los gastos ocasionados en estos trayectos siempre eran a cuenta y a cargo del tratante comprador: facturación, bajas ocasionadas, etc.

Estos largos trayectos hacia las grandes ciudades eran un verdadero calvario pues los trenes de carbón tardaban a Madrid dos días, a Valencia tres y a Barcelona hasta cinco.

Eran trenes de mercancías, los vagones en estado lamentable, con los pisos rotos, sin ventanas, con las puertas descolgadas y todos estos desperfectos los tenían que reparar por su cuenta.

Había que solicitar los vagones con algunos días de antelación y aportando una fianza de 50 pesetas por unidad que luego se dejaba al Jefe de estación por el servicio prestado.

Cuando llegaba el ganado a Puertollano de nuevo había que pedir vagones pues la compañía ferroviaria era de distinto titular o empresa. Si estaban disponibles, cuando llegaba el tren de vía estrecha se hacía el transbordo para llegar a destino con la mayor celeridad posible.

En las operaciones del transbordo ayudaban unos hombres que se dedicaban a este menester de pasar ganado de unos vagones a otros, de vía estrecha a los de la Renfe, y sus honorarios también corrían a cargo del tratante.

Una vez hecho el traslado se hacía la facturación desde Puertollano al lugar de destino y a continuación iba en busca del Jefe de circulación para que enganchara los vagones al tren que más pronto los hiciera llegar al destino y esto siempre lo hacían dando propinas para obtener su colaboración.

Durante el recorrido se aprovechaba la parada en las estaciones para meterse en los vagones y dar una vuelta al ganado porque muchas reses se caían o tumbaban por el exceso de calor, cansancio y agotamiento que los animales sufrían en tantos días de embarque. Muchas veces usaron de botellas de vino para reanimar a los animales. Las bajas producidas eran a costa del tratante. A veces arrancaba el tren y hacía grandes trayectos revuelto con los mismos animales. Como se usaban trenes de mercancías el mayor trayecto se hacía de noche.

Cuando llegaban al lugar de destino se procedía a desembarcar y llevarlo a los corrales del matadero pues tan sólo el matadero de Madrid tenía ramal ferroviario que llegaba hasta sus instalaciones. En Barcelona y Valencia había que llevarlo por las mismas calles de la ciudad.

Una vez el ganado en los corrales de los mataderos se dejaba descansar al menos tres días antes de sacrificarlos para que se recuperaran y se les pasaran las fiebres.

3.9.- Diferencias en los mataderos

En Madrid el ganado se vendía en canal o sea ya matado y de ahí que las canales que no se vendían había que introducirlas en las cámaras frigoríficas para otro día. Cada día que transcurría las canales perdían peso y por tanto también precio debido al secado de las carnes y la pérdida de color.

Sin embargo en Barcelona, Valencia y Alicante el ganado se vendía en vivo en las cuadras y se sacrificaba los días indicados por el comprador.

A finales de la década de los cuarenta debido a la escasez y los llamados años del hambre existía más oferta que demanda y a veces los animales pasaban hasta treinta días de espera hasta sacrificarlos con las sensibles pérdidas. En aquellos tiempos había quien arrendaba rastrojeras en las cercanías de Madrid y sacaba el ganado a pastar porque era una manera de subsanar las pérdidas.

Cuando se finalizaba de sacrificar toda la expedición el entrador entregaba la correspondiente factura detallada de pesos, precios, bajas, gastos de mantenimiento, su comisión, etc.

3.10.- Una etnia enraizada en este oficio

En todos los pueblos de la comarca de Los Pedroches existe una pequeña población gitana.

Desde siglos atrás, están registrados en sus padrones y nunca hemos tenido noticia de que se haya quebrantado la convivencia de ellos con sus vecinos.

Al menos en esta zona la figura del gitano está siempre ligada al trato de bestias: equino, mular o asnal. Ha sido siempre éste un terreno en que se han desenvuelto muy bien con mucha práctica y conocimiento.

En las ferias de ganado que existieron en Hinojosa del Duque y Pozoblanco la figura de las familias gitanas rodeadas de churumbeles con churretes y mocos en la cara, montados en bestias junto a jergones llenos de paja, era una estampa repetida cada año (13).

3.11.- Arreglar las bestias

Los gitanos han gozado fama de adecentar las bestias para el trato de modo que aparecieran más valiosas de lo que realmente eran. Se daban arte esquilándolas, las atalajaban para hacer invisibles sus males y sobre todo las vendían donde no eran conocidas. Se dice que hasta le cambiaban la dentadura.

Había muchas yeguas de vientre y las mejores las usaban los ganaderos para criar potros.

Los potros que no reunían cualidades se destinaban a muletos y había épocas que valieron mucho aunque hoy sólo valen los que tienen casta.

Sin embargo no pretendemos decir que el trato con bestias estuviera reservado a los gitanos y vetado a los payos. En cada población han existido igualmente personas muy cualificadas y famosas en el trato de este tipo de ganado. En Pozoblanco hay que recordar a los Bernias y los Molinas. Estos llevaban todas las tardes el ganado que tenían a la venta, a darle agua en las cajas de la calle Real cuando existía el Chumbo y más reciente cuando vivían en la calle Travesía Alfareros los llevaban al Chorrito. Estos paseos les servían al mismo tiempo como de exposición del material que tenían disponible para la venta.

Hoy las bestias de tiro y de carga, casi no se usan; han sido anuladas por las máquinas agrícolas, sin embargo las de silla o de lujo se cotizan muy altas (14).

3.12.- La parte oficial

Una vez finalizado el trato quedaba la parte que correspondía al veterinario y si había que trasladar el ganado previamente tenía que llevar su guía de circulación. La guía para el ganado era como su documento nacional de identidad y también servía para saber que aquellas cabezas no eran producto de un latrocinio como tan frecuentes eran en siglos pasados

3.13.- El ganado no agotaba su ámbito

Si es verdad que principalmente el tratante o corredor se ha aplicado al ganado, también se ha dedicado a venta de viviendas y sobre todo de fincas.

No era tan habitual y frecuente el movimiento de fincas de una mano a otra como el ganado que tenía su ciclo en un año: se producía, se criaba o engordaba y se deshacían de él cuando obtenía el peso apropiado.

Pero además, este tipo de venta, sí exigía la ley hacerlo ante notario y pasarlo por el Registro de la Propiedad.

Otro aspecto era no ya la venta de las fincas sino el arrendamiento de las mismas y entonces sí que podía hacerse al margen y en exclusiva competencia de los corredores y unos testigos.

Traemos aquí el ejemplo de una finca emblemática de la comarca y quizá de las de mayor extensión que existieron desde que se implantó el Registro de la Propiedad, nos estamos refiriendo a La Canaleja en la dehesa de la Concordia en Sierra Morena.

"En la villa de Pozoblanco, a veinte y nueve de septiembre de mil novecientos once, y ante los testigos que al final se expresarán se reunieron para celebrar un contrato de arrendamiento: De una parte, D. Andrés Peralvo Cañuelo, soltero, abogado, mayor de edad y provisto de su correspondiente cédula personal: Y de otra, D. Florencio Moreno y su hermano D. Aurelio, vecinos de ésta, casados, con sus respectivas cédulas, por las que acreditan ser mayores de edad, y con la capacidad necesaria para realizar este contrato...".

Después de exponer las distintas cláusulas del contrato finaliza éste:

"Ambas partes contratantes, lo aceptan así, con todos sus efectos y consecuencias, y quieren tenga la misma fuerza y valor que si fuera Escritura Pública, obligándose a su más exacto cumplimiento, en prueba de lo cual lo firman ante los testigos D. José Caballero Cabrera, D. Segundo Delgado Cabrera y D. Pedro García Caballero, en Pozoblanco, y en la fecha al principio indicada" (15).

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NOTAS

(1) OCAÑA TORREJON, Juan: La dehesa de la Jara. Imprenta de Pedro López Pozo, Pozoblanco, 1947. MUÑOZ CALERO, Andrés: Las Siete Villas de los Pedroches y sus Bienes Comunales, Córdoba, 1981.

(2) Cfr. VALVERDE FERNANDEZ, Francisco; "El Condado de Santa Eufemia a mediados del siglo XVIII", Colección de Estudios Cordobeses, Excma. Diputación Provincial de Córdoba, 1983.

(3) Cfr. MORENO VALERO, Manuel: Olivar de los Pedroches. Tradiciones y Folklore, Córdoba, 1987.

(4) OCAÑA TORREJON, Juan: Op. cit., pp. 25 y 27.

(5) Cfr. en la Normativa para el cuidado de la dehesa en Los Pedroches. Archivo Municipal de Dos Torres.

(6) MORENO VALERO, Manuel: San Isidro en Los Pedroches, Pozoblanco, 1995, pp. 44 y ss.

(7) Sólo muy recientemente, a partir de los años setenta, promovido por la C.O.V.A.P. se puebla el paisaje de la comarca de la estampa de establos para abrigar la vaca lechera y por decreto de la Comunidad Europea, comienza un saneamiento de la cabaña vacuna.

(8) La matanza domiciliaria ha tenido una transcendencia grande para la economía familiar pedrocheña. Bien lo dice el refrán: "Con una Misa y marrano hay para todo el año. Sobra Misa y falta marrano".

(9) Artículo publicado por Moisés Moreno Castro en "El Cronista del Valle", n.° 709.

(10) En 1696, el Ayuntamiento de Pozoblanco, ante el estado lastimoso en que estaba su dehesa boyal y la de la Jara, porque se destruían los árboles, prohibió echar ramón al ganado vacuno y de otro género y pidió colaboración a los vecinos, para que con cargo a los propios guiaran los mejores chaparrales y las mejores matas que había para que se criaran más rápidamente. Cfr. A.M.P. Leg. 208.

(11) En otro lugar, hemos escrito sobre oficios desaparecidos, allí pueden verse unos apuntes etnográficos del carbonero y piconero. "La Voz del Hogar". Pozoblanco.

(12) Cfr. OCAÑA TORREJON, Juan: Boletín de la Real Academia de Córdoba, n.° 81, año 1961, pp. 141-148.

(13) Esos días se recomendaba no dejar las puertas abiertas por miedo a los robos, signos hoy no tan latentes que expresaban una antigua xenofobia contenida contra la raza gitana. Sin embargo en nuestros pueblos han convivido familias gitanas muy queridas, en Pozoblanco, los Salguero; en Villanueva de Córdoba, estuvieron los Castro, Manzano y Heredia. Mariano Castro era su Rey a quien respetaban ciegamente.

(14) Actualmente existen en Pozoblanco varios hierros dedicados a la cría caballar y son notables los premios conseguidos en muchas ferias de Andalucía y la que organizan cada año con motivo de la Feria y Fiestas de Ntra. Sra. de las Mercedes. Esto según puede comprobarse en los archivos municipales viene desde siglos atrás y por alguna razón hemos tenido siempre una parada de la remonta caballar del Ejército Español en Pozoblanco.

(15) Publicado por MORENO VALERO, MANUEL: Cfr. Olivar de los Pedroches. Tradiciones y Folklore, p. 187.



APUNTES ETNOGRAFICOS: OFICIO DE TRATANTE EN LOS PEDROCHES

MORENO VALERO, Manuel

Publicado en el año 1999 en la Revista de Folklore número 218.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz