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Revista de Folklore número

032



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EL MAGOSTO

LOPEZ TEMEZ, Xesús

Publicado en el año 1983 en la Revista de Folklore número 32 - sumario >



El magosto, fiesta tradicional de nuestros pueblos se celebra a principios del mes de Santos (noviembre), tradicionalmente dedicado a nuestros muertos.

Por San Martiño, en el mes de octubre, las castañas empiezan a abrir los erizos y dejan caer su fruto a la tierra. Estas primeras que caen son llamadas "As do engazo", que reciben el nombre al ser recogidas con el "engazo", una especie de rastrillo. Los que se ocupan de esta labor son niños y mujeres. Posteriormente el castaño es vareado con la "baloira", un palo de larga longitud. Caídos todos los erizos se llevan a una caseta donde se deja pudrir el erizo, sacando las castañas con el engazo. Aquellas castañas que no van a ser comidas en el acto, se llevan al "canizo" (especie de caseta que se forma a cierta altura sobre el hogar).

En algunos lugares se construyen edificios específicos para el secado de la castaña: el "sequeiro". Son construcciones anexas a la casa, que constan de dos pisos. En el primero, de tierra, se prende fuego. El humo va pasando al segundo (separado por unas tablas), en el que están las castañas y son secadas.

En Galicia se pueden encontrar castaños a lo largo de todo el país, y por tanto las costumbres que vamos a relatar aún están bastante difundidas por nuestra tierra. En comarcas del mismo área cultural, como puede ser El Bierzo, la producción se limita a lugares cercanos: Villafranca, Vega de Espinareda y otros de menos interés. Igual sucede en Asturias y en la parte oeste de Zamora. En estas comarcas limítrofes con Galicia son muy escasas ya las manifestaciones de magosto que quedan.

Las formas de comer la castaña son muy variadas: crudas, cocidas, o asadas. Se pueden cocer con cáscara y sal ("zonchos") o sin ella. Se pueden, igualmente, comer acompañadas de chorizo, con habas, mojadas en leche o en vino. En algunos lugares la castaña se utiliza para dar de comer al ganado. Pero la forma más tradicional de cocinarlas es asadas, bien en el horno o en los magostos.

Según el vocabulario del Bierzo, el magosto es la "operación de asar y comer castañas". Para el Diccionario Gallego es una "reunión para comer castañas al aire libre". El origen de la palabra parece ser de origen latino, según Cabal: "magnus-ostus", gran quema, montón quemado; aunque esta etimología no convence a casi nadie, por la poca base en la que se sustenta.

El origen de la fiesta, es remoto, aunque nos parece clara la conexión con otras fiestas del fuego. En Galicia reúne características similares a las hogueras de Nochebuena y a las de Navidad. En la Península y en otros países, parece guardar relación con las de San Juan y San Silvestre. Todas estas celebraciones nos recuerdan a la vieja fiesta del Imbolc, fiesta celta dedicada al fuego sagrado.

Pero su significado va más allá del ritual del fuego. Este es, sin duda, el elemento que purifica, por el que se logra de algún modo la inmortalidad. Este purificar es el renacer. Los celtas, pueblo omnipresente en la cultura galaica, celebraban el año nuevo, justamente cuando ahora se celebra el magosto. Ese día los celtas tenían también una fiesta: el Samainn. Los muertos bajaban a las casas durante las noches. Las puertas debían de ser dejadas abiertas y la lumbre encendida para poder así mitigar el frío.

Entre los gallegos, se tiene la creencia de que las ánimas, bajan a calentarse al lado del fuego del magosto. Y cada castaña comida es un alma que se salva. Las concomitancias entre una y otra fiesta son claras.

LAS CASTAÑAS Y EL FOLKLORE POPULAR

Como ejemplo de la importancia de la castaña en la cultura gallega y en las zonas gallego-hablantes, van incluidas en este trabajo cinco canciones tradicionales. Tres de ellas pertenecen a Galicia y dos a la comarca galaica del Bierzo. La primera dice así:

A castaña saíu podre
mozos de Nigueiroá,
a castaña saíu podre
outra boa sairá!

Suele ser utilizada o bien refiriéndose a las castañas en sí o también a las mujeres.

No las quiero, no las quiero,
castañas de tu magosto,
no las quiero, no las quiero,
que me saben al chamosco.

Referencia a los escarceos amorosos que se daban dentro de cualquier magosto de importancia dentro de la comunidad.

A castaña no ourizo
quixo reír e estralou,
caíu do castaño embaixo
mira que tumbo levou.

Es una cántiga que hace referencia a la época de recogida de la castaña cuando ésta empieza a caer del árbol.

Ay magosto, ay magosto,
donde hay mozas y mozos
hay magosto.

Todo buen magosto es únicamente hecho por y para la juventud. Es la clásica creencia de la fiesta para la juventud, del renacer del que antes hablamos.

Naquela banda do río
ten meu pai un castiñeiro,
bota castañas no outono
uvas no mes de xaneiro.

Poco que decir, a no ser lo extraño que es el último verso.


EL MAGOSTO EN LA LITERATURA GALLEGA

Traemos hasta aquí dos escritos de un poeta y de un investigador gallegos. Hemos creído conveniente traducirlos al castellano (aunque siempre se pierda algo) por si entrañaba alguna dificultad su comprensión.

EL OTOÑO EN GALICIA
(Por Florentino Cuevillas)

Venid a Galicia en el mes de San Martiño, si queréis ver cómo se marchitan las hojas de las cepas. Venid a Galicia en el mes de San Martiño, si queréis ver humear los fuegos del magosto. Es en las riberas de nuestra tierra, donde el otoño pinta sus cuadros. Son, primero, sólo unos hilachos rojos que estallan entre las viñas como los cohetes en medio de la noche; y vienen luego, otros hilachos morados, amarillos y verdes; enseguida, donde antes había una viña, hay ahora un jardín. Y los jardines surgen rápidamente, cerca y lejos. Los hay pequeños, casi como un paño, pero de tal manera alegres por sus colores, que los pinos que los rodean se quedan pasmados al mirarlos. Hay otros que se tienden por las laderas y que parecen tapices persas que un mago del Irán hiciese nacer para hacer huir su tristeza. Y los hay que bajan brincando por las cascadas de un río de crisantemos.

En este paisaje pintado por el otoño y cubierto muchas veces por un cielo oscurecido, sube directo el humo de los magostos. Se encienden las hogueras en los pinos, al pie de los peñascos, debajo de las ramas aún vestidas de los robles y de los castaños; y en derredor de ellas, la rueda de mozos y mozas espera y bromea.

Se asan las castañas en la hoguera, las pobres castañas, que cayeron desde la boca pasmada de los erizos, para morir en el fuego como si fuesen brujas endiabladas; las pobres castañas tan vergonzosas y maduras, que hasta que están muertas no se dejan quitar del cuerpo la última de sus túnicas. Aguardan los mozos y las mozas, mientras arde el fuego, y ríen y hablan y cantan; y una cántiga va derecha a un corazón, otra cae a tumbos por el monte abajo, y otra queda presa en los pinchos de un tojo.

Las castañas asadas son dulces, y el vino nuevo tiene picor. Entran las manos en la ceniza de la hoguera, y apañan las castañas asadas; y el vaso en el que la bota acuesta al vino, va lleno y vuelve vacío.

Hay aún cántigas en el aire, pero el Coro ya no concierta y alguien grita su alegría, sin darse cuenta ya ni de que grita ni de que está alegre. Y siempre son ellas las que hunden las manos en la ceniza, como si fuesen a buscar castañas, y con una buena parte cogida, van a tiznar la cara de un mozo.

Puede haber de todo; puede haber solamente deseos de saltar; puede haber deseo de burla dirigido a un tonto; pero puede haber anhelo de llamar la atención, o de vengar un descastamiento. Porque el encanto de las mujeres coge, en muchos momentos, caminos desviados.

Murieron las castañas en el fuego, la bota ya está sin aliento y el garrafón no pesa; pero aún alrededor de la ceniza de la hoguera sin fuego estallan las risas en las gargantas nuevas. Diréis que los hojatos marchitados de las viñas son señal de muerte que trae el invierno. Diréis que el magosto es el final del fruto de los castaños; y tendréis razón; pero tendréis que confesar que las viñas convertidas en jardines son bien hermosas y que las castañas se queman entre las risas y entre amores. Porque en nuestra tierra, hasta la muerte tiene encanto. Y si no lo creéis, venid a ver Galicia en el mes de San Martiño.

LA CASTAÑERA EN SANTIAGO.

(Por Marcial Valladares)

Mocitas madrugadoras
que todas llenas de frío,
a la ciudad venís ligeras
a hacer vuestro avío
y volveis a vuestras cocinas
a trabajar cotidianamente:
castañas cocidas vendo,
ay que ricas, hirviendo.

Rapazas calentad las manos;
un cuarto de ellas siquiera,
que no hartan a los perros,
un cuarto lo da cualquiera,
y en estas crudas mañanas
ahorrarlo mal parecerá;
sabrosas aquí las tengo.
Ay, que ricas, hirviendo!

............

Degaros son escogidos
castañitas de rastrillo,
juraré que entre los nacidos
no hay quien les ponga aquella.
A probar, pues, sin cumplidos;
la prueba no se recela
y al anís irá oliendo.
Ay, que ricas, hirviendo.

BIBLIOGRAFIA

CUEVILLAS, Florentino: Prosas galegas. Vigo, 1982.

LOURENZO, Xaquín: A terra. Vigo, 1982.

CARRACEDO,J.Aurelio: El Magosto. "La Voz de Galicia", 9 noviembre 1982.

Revista "Nós". Ed. Facsímil. Vigo, 1979.

GRANDE, X. L. Franco: Diccionario galego. Vigo, 1968.

REY, Verardo: Vocabulario del Bierzo. León, 1979.

MOREAU, Marceal: Les civisations des etoiles. París, 1973.

AYERBE, Amador R.: Cancionero Berciano. Rec. Madrid, 1977.



EL MAGOSTO

LOPEZ TEMEZ, Xesús

Publicado en el año 1983 en la Revista de Folklore número 32.

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