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Revista de Folklore número

289



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El teatro popular navideño leonés en la actualidad

HUET, Charlotte

Publicado en el año 2005 en la Revista de Folklore número 289 - sumario >



La conmemoración religiosa de la Navidad siempre tuvo amplio eco popular en la Península Ibérica y dio lugar a numerosas representaciones teatrales. En este contexto, bien se sabe que la provincia de León destacó por la abundancia de sus obras dramáticas populares. La “pastorada”, también llamada “corderada”, “cordera” o simplemente “villancicos”, tiene, como su nombre indica, a los pastores como protagonistas principales. Escenifica el anuncio del ángel y la adoración del Niño Jesús. El Auto de Reyes Magos, comúnmente llamado “los Reyes”, representa la adoración de los Reyes Magos en el portal de Belén y la ira de Herodes, enfrentado al curioso personaje del contradiciente (también llamado en algunos pueblos “contradictor”), especie de personaje alegórico que se podría asociar tanto a la conciencia de Herodes como al ángel enviado de Dios o a la figura del Bien.

El estudio de tales obras teatrales llevó, en la mayoría de los casos, a preguntarse de dónde venían y en qué fecha se podían situar: ¿en la Edad Media o en siglos más recientes? No es ésta, sin embargo, una pregunta que debamos hacernos ahora. En vez de remontar en el pasado, el propósito de este artículo es presentar brevemente en qué estado se encuentran estas tradiciones populares leonesas hoy. Ante todo, hace falta mencionar que las pastoradas y autos de Reyes leoneses, como muchas tradiciones de tipo popular, se vieron involucrados en un juego variable de desapariciones y pervivencias: si se pudo documentar su existencia en casi todos los pueblos de la antigua diócesis de León (incluyendo las actuales provincias de León, Zamora, Palencia y Valladolid), son pocos los pueblos que hoy mantienen vivas una o dos de estas representaciones navideñas.

Para dar cuenta de la realidad del teatro navideño leonés actual, sólo trataremos aquellas representaciones teatrales que se escenificaron a partir del año 2000. Al examinar el periódico Diario de León, se pueden encontrar varias referencias (1). En cuanto al primer año, aparecen cuatro: en San Justo, se recuperaron las antiguas pastoradas que en la localidad se celebraban hace más de cien años; también los colegios de León realizaron pastoradas y representaciones teatrales; el municipio de Villaquilambre organizó pastoradas para mayores y para niños; y el grupo de teatro Arpegio representó la pastorada en la iglesia de Santa María de la Regla y en la Residencia Virgen del Camino.

En el año 2001, se habló una vez más del grupo de teatro Arpegio y de su representación de la pastorada en Valencia de Don Juan y León; también se mencionan las pastoradas de Villaquilambre, interpretadas por los grupos de los centros de día La Hacendera y Agora; cita también el pueblo de Espinosa de la Ribera, con su auto de Reyes que se celebró en el pueblo hasta 1958 y su pastorada.

En 2002, Gordaliza del Pino representó su auto de los Reyes Magos después de 60 años sin llevarse a cabo; también se pudo disfrutar de una magistral interpretación de la pastorada interpretada por los geniales representantes del histórico pueblo de Aviados; el grupo Tenada cantó, en la iglesia leonesa de San Martín, villancicos de la Cordera; los niños del colegio San Andrés de Pobladura de Pelayo García celebraron la tradicional pastorada; y en Joarilla de las Matas, se representó la Cordera, acto aletargado desde el año 1964.

En 2003, el grupo Arpegio siguió representando la pastorada y el pueblo de Joarilla de las Matas interpretó esta vez los Reyes, tras cuarenta años en el olvido.

A primera vista, tenemos la impresión de que la pastorada se sigue representando con más frecuencia que los Reyes Magos, a no ser que las pastoradas referenciadas sean una adaptación teatral actual que ya no tenga mucho que ver con las tradicionales pastoradas rurales.

También podemos destacar tres tipos de teatro navideño popular existente hoy en día en la provincia de León:

a) un teatro interpretado por compañías de teatro o grupos folklóricos (Arpegio, Tenada) que supone una recuperación de la tradición desde la ciudad.

b) un teatro tradicional recuperado por los propios pueblos (Gordaliza del Pino, Espinosa de la Ribera, Aviados, Joarilla de las Matas).

c) un teatro adaptado a la actualidad, a sus actores o público que supone una recreación de la tradición (colegios y centros de día).

Con el fin de entenderlos mejor, estudiaremos cada uno de esos modelos gracias a tres ejemplos: el del teatro Arpegio, el del pueblo de Gordaliza del Pino y el de Villahibiera.

a) ARPEGIO El grupo de teatro Arpegio es el único que actualmente sigue representando cada año la pastorada. Para ello, se basa en el texto elaborado y publicado por Maximino Marcos y Felipe Magdaleno en 1962 (2). Cuando en el año 1963 Felipe Magdaleno estrenó la pastorada en el teatro Emperador, Arpegio ya pertenecía al grupo de los actores y con toda naturalidad, en 1978, sus integrantes decidieron retomar la pastorada que, en León, nunca había vuelto a representarse. Gracias a los textos y a las partituras de Felipe Magdaleno, pudieron reestrenar la pastorada en la parroquia de la Catedral y desde entonces no dejaron de representarla cada año.

En un artículo reciente, Alonso Ponga exponía que

muchos han sido los valores del teatro religioso popular a lo largo de la historia. Como teatro, como representación, ha tenido la función de distraer; como religioso de catequizar; y como popular la de ser capaz de servir de piedra de toque, de espejo en el que se mira el pueblo, o al menos alguno de los grupos que lo integran (3).

Vemos que, al ser recuperada desde la ciudad, la pastorada de Arpegio pierde sus valores religiosos y populares para conservar solamente su papel de obra de teatro que no busca otra cosa que distraer. Desvinculada de la iglesia y del pueblo, procura sin embargo conservar una postura tradicionalista. Se realza una voluntad de autenticidad que encontramos, por ejemplo, en su estreno en la parroquia de San Juan de Regla. A pesar de haber perdido todo tipo de relación con la liturgia, se representó en el marco de una iglesia por ser éste el lugar donde se escenificaron las primeras pastoradas. Así mismo, esta voluntad de autenticidad se encuentra en el canto, los bailes y, por supuesto, en la vestimenta. El uso de trajes típicos, tanto por parte de los pastores como por parte de las zagalas (llevan el traje tradicional de León), se generalizó con gran aceptación en las últimas pastoradas a pesar de alejarse muchas veces del atuendo que realmente usaban los pastores y de la poca antigüedad que ilustra el traje femenino. Estas costumbres parecían encajar tan bien con la idea de tradicionalidad evocada por la pastorada, que acabaron formando parte de las características de este tipo de evento.

Con el propósito de ofrecer a su público los más fieles cantares posibles, Arpegio solicitó la ayuda de las personas mayores que habían representado esta misma obra en su pueblo. Y con el mismo afán de ofrecer un espectáculo rico en costumbres típicas y elementos tradicionales, se añadieron una serie de danzas que nunca estuvieron asociadas a la pastorada. En efecto, los pastores cantaban pero no solían bailar. Los únicos movimientos que se podían asemejar a unos pasos de baile eran los que hacían con las cachas golpeando el suelo así como unos pocos pasos para adelante y para atrás que se hacían cuando iban a ofrecer sus dones en el portal de Belén. Sin embargo, en esta búsqueda de lo tradicional, se incluyeron unos bailes autóctonos enseñados por grupos de baile tradicional o por gente mayor o que habían sido vistos en distintos pueblos.

De esta forma, el elemento tradicional queda subrayado. Además, el propósito inicial de distraer a la gente está tomado en cuenta: esta obra dramática de origen popular y rural, normalmente volcada hacia una colectividad determinada (pastores o labradores del pueblo), se transforma radicalmente al dirigirse a un público ciudadano que hay que seducir. Se emplean entonces los elementos teatrales a los que este público está acostumbrado: la pastorada está dividida en dos actos, aparecen juegos de luces y de sonidos, se introducen bailes para que el público no se aburra al escuchar villancicos a menudo largos y monótonos.

Heredera de la pastorada reconstruida por Felipe Magdaleno, esta obra aspira también a ser un nuevo modelo de pastorada, reconocida y aceptada por todos. Es lo que podríamos calificar como una voluntad de universalidad. La función de espejo de la cual hablaba Alonso Ponga ha desaparecido: no se trata de que la colectividad de los pastores –o el mismo pueblo– se reconozca en la actuación. El sentimiento de pertenencia a una comunidad así como el de ser un momento único han desaparecido. La obra se representa varios días, en diferentes lugares y no se hace durante la noche de nochebuena. Se convierte en un espectáculo estándar, que se puede dedicar tanto al público de León, como al de Valencia de Don Juan, al de Astorga o al de Burgos, donde ni siquiera se representaba este tipo de teatro.

Otros pequeños cambios, debidos a la fluctuación en el número de actores, modifican notablemente la forma de la pastorada: son muchos más personajes (una treintena) y cuando faltan diálogos, se dividen entre varios protagonistas. Si no hay ofrendas suficientes, entonces se inventan unas nuevas en acorde con el carácter rústico de los regalos y la rima de la copla.

Esta nueva pastorada es, en definitiva, una obra abierta, adaptable a su público y a sus intérpretes.

b) GORDALIZA DEL PINO

En Gordaliza del Pino, se recuperaron primero los Reyes en 1992, y luego la cordera en 1994. Los dos habían dejado de representarse desde hacía unos cincuenta años. En 2002, volvieron a escenificarse los Reyes y desde entonces no se han vuelto a poner en escena (4).

El impulso por recuperar esas tradiciones teatrales partió de la Asociación Cultural del Pino. La recuperación de estas tradiciones olvidadas representa ante todo una manera de potenciar un sentido de identidad. En un momento en que los pueblos tienden a despoblarse y a envejecer, el rescate de obras teatrales reconocidas como propias fomenta una unidad en el pueblo. La percepción de pertenencia a un grupo está reforzada y esto incluye tanto a la gente viviendo en el pueblo como a la que vive fuera. De esta manera, la comunidad vuelve a sentirse unida. La puesta en escena requiere la participación del pueblo entero, lo que fomenta un sentimiento de colectividad y da cohesión al grupo. Cada uno de los habitantes colabora a su manera en el acontecimiento, ya sea actuando, ensayando, cosiendo, transmitiendo sus recuerdos, o simplemente asistiendo al evento y opinando sobre la actuación de sus vecinos, preparándose quizás para ser uno de los futuros intérpretes. Al no tener un director que dirija la obra, cada uno debe sentirse responsable del buen funcionamiento del proyecto.

Además, este sentimiento de propiedad se ve incrementado por el hecho de que el proceso de recuperación se haga a partir del redescubrimiento del texto del pueblo, y no con la ayuda de algún texto estandarizado. El típico manuscrito conservado por uno de los actores y custodiado por su propia familia es finalmente sacado del olvido y transcrito de manera límpida para volver a representarse en un escenario. Este mismo texto tiende a estar sacralizado como algo único al subrayar sus diferencias con los otros autos de Reyes de los pueblos de los alrededores. En Gordaliza, todos insisten en que sus Reyes son muy distintos a los de Villamuñío o de Joarilla de las Matas, por ejemplo, y que no hay un rey Herodes similar al suyo.

La recuperación de su tradición teatral navideña sigue el proceso habitual de las tradiciones populares: el de una constante recreación. No sólo se mira hacia el pasado y se intenta copiar algo que ya existió sino que, con una voluntad de modernizar un poco la puesta en escena o de contextualizar el texto a la realidad del pueblo de hoy, se insertan pequeñas modificaciones capaces de agilizar la obra, de hacerla más amena: los disfraces están más cuidados, el decorado se enriquece de una taberna, se añaden pastoras, etc. Todo ello produce el descontento de algunos ancianos, que no reconocen estos “nuevos” Reyes y aseguran que aquellos eran Reyes pero estos son otra cosa.

En cuanto a su relación con la iglesia, la representación de los Reyes Magos no parece haber sufrido grandes cambios. Se sigue asistiendo a misa el día 6 de enero –los actores van disfrazados– antes de ir todos al lugar de la actuación. El auto de Reyes nunca ha estado muy ligado a la iglesia, mucho menos que la pastorada. Es esencialmente una obra dramática cuyo epicentro se sitúa en el personaje de Herodes. El conflicto creado por Herodes y su ira siguen impactando al público con la misma intensidad de siempre.

Si los Reyes actuales han cambiado en algo, es en su relación con el exterior. En efecto, si en el pasado asistían a la representación las gentes del pueblo y otras de pueblos vecinos, ahora su red de influencia es mucho más grande. Gracias a los medios de comunicación, se puede acceder a un público mucho más amplio y diverso. Se goza de un reconocimiento ya no sólo comarcal sino también provincial; por ello, en la primera representación de los Reyes, en 1992, asistió el presidente de la diputación. Además, estos mismos medios de comunicación implican un cambio en el sistema de transmisión de la obra. Si antes se transmitía de generación en generación de manera escrita (con la circulación de cuadernillos manuscritos) o de manera oral (sobre todo para los cánticos), ahora los sistemas de grabación sonora y visual permiten una transmisión mucho mas rápida y exacta.

c) VILLAHIBIERA

El caso del pueblo de Villahibiera (comarca de Rueda) es relativamente distinto a los demás. A pesar de seguir una misma línea tradicional de representación popular navideña, ya no se inspira en sus antecesores, la pastorada o los Reyes Magos. Es una nueva adaptación popular. Volviendo a la cita de Alonso Ponga, vemos que el ejemplo de Villahibiera permite reunir las tres funciones que el autor atribuye al teatro religioso popular. Si el teatro de Arpegio tenía la función de distraer, los Reyes de Gordaliza del Pino las de distraer y de ser un espejo en el que se mira el pueblo; la representación de Villahibiera tiene además la de catequizar. Es, en definitiva, la única representación teatral que se puede definir completamente como teatro religioso popular.

En Villahibiera, hace ya tres años consecutivos que, bajo la dirección de Carmelita, se representan obras teatrales navideñas. La primera, en el año 2001, escenificaba el evangelio. Eran estampas navideñas que narraban la Visitación, el anuncio a los pastores, etc. Escrita por la propia Carmelita, estaba interpretada por niños. La segunda, en 2002, se llamaba el Mesonero pesetero. Adaptada y traducida del inglés por Carmelita (quien la había dirigido en Estados Unidos), incluía actores de todas las edades. En la tercera y última obra, también participó gente de diferentes edades. Fue una adaptación de El día en que Jesús no quería nacer, de Antonio García Barbeito, obra que también interpreta el grupo de teatro Arpegio (5).

En este caso, el elemento tradicional ya no importa, pues no se busca ninguna recuperación folklórica. El vínculo con el pasado está roto. Lo que cuenta es el presente; por otra parte, el valor al que se da más importancia es el religioso. El primer propósito de estas representaciones es el de catequizar. Se escenifica la palabra evangélica con su mensaje de paz, de justicia, de pobreza. A la obra El día en que Jesús no quería nacer, se le añadió una segunda parte, inventada por la directora, en la que se escenifica la Adoración. Además de las figuras tradicionales del Belén, unos chicos representan las distintas virtudes (pobreza, paz, justicia,…) con unas pancartas que ofrecen al Niño, al que piden un mundo más justo, más pacífico, donde la fe sea verdadera y vivida. En las dos obras anteriores, encontramos el mismo afán de escenificar el mensaje navideño. Esta relación con el catolicismo también se puede notar en el hecho de que fueron a representar el Mesonero pesetero para las monjas de clausura de Gradefes.

En cuanto al componente popular, ocupa una parte importante del proyecto. Preparar una actuación teatral permite no sólo unir a todos en el pueblo, con independencia de su edad, sino también a la gente de fuera y de dentro de la localidad. Además, se intenta contextualizar la obra, hacer de ella algo propio del pueblo a través de varios elementos. Las ofrendas al niño Jesús son, como se veía en la pastorada, productos de la tierra. Además, aquí se incluyó desde la primera representación una nana, escrita por Carmelita y cantada por la Virgen, que reconocen como la nana de Villahibiera.

La función de distraer, tercer valor del teatro religioso popular, es bastante evidente y salta a la vista con el esfuerzo llevado a cabo para modernizar la obra, adaptarla a su público. Cada año se cambia de representación o, por lo menos, se modifica a través de nuevas aportaciones (personajes, bailes, villancicos…). Es la razón por la que no se recurre a la tradicional pastorada, que también se hacía en Villahibiera. Tal como dice Carmelita, los jóvenes pueden hacer la pastorada pero ellos no se identifican mucho con aquella época, y con aquellas cosas. Se intenta utilizar otras obras preparadas más actuales, más modernas.

Concluiremos recordando que el teatro popular navideño se mantiene vivo hoy en día en la provincia de León bajo tres aspectos: un teatro recuperado desde la ciudad, un teatro recuperado desde los pueblos y un teatro creado en los pueblos. Si los dos primeros modelos siguen el paso de las tradicionales pastoradas y autos de Reyes Magos, el tercero es el único en respetar los elementos fundamentales del teatro popular religioso: distraer, unificar y catequizar.

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NOTAS

(1) Diario de León, 22 y 26 de diciembre del 2000, 22 de diciembre del 2001, 5 y 7 de enero del 2002, 23 y 24 de diciembre del 2002, 19 de diciembre del 2003, 7 de enero del 2004.

(2) Teatro leonés: la “Pastorada” y Reyes Magos, libreto: Maximino Marcos, partitura: Felipe Magdaleno, León, 1962.

(3) ALONSO PONGA, José Luis: “El teatro religioso popular navideño en tierras leonesas y su valoración”, en Descubre tu patrimonio: Literatura de tradición oral, Fundación Hullera Vascoleonesa, Léon, 2003, pp. 91-101.

(4) CASADO, Concha: “Auto de Reyes en Gordaliza del Pino”, Tierras de León, nos 89-90, Año XXXI, Dic. 1992-Marzo 1993, pp. 165-190.

(5) GARCÍA BARBEITO, Antonio: El día en que Jesús no quería nacer, Edibesa, Madrid, 1996.



El teatro popular navideño leonés en la actualidad

HUET, Charlotte

Publicado en el año 2005 en la Revista de Folklore número 289.

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