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Revista de Folklore número

315



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CUENTOS POPULARES ANDALUCES (XIX)

AGUNDEZ GARCIA, José Luis

Publicado en el año 2007 en la Revista de Folklore número 315 - sumario >



Recogimos en el artículo precedente algunos cuentecillos sazonados con algunos ritmos muy apropiados para el recreo infantil. Siguiendo con las cadencias en los cuentos populares, recordamos el artículo “Ritmos, rimas y canciones populares” (en Pedro Piñero, De la Canción), donde pretendíamos demostrar cómo algunos cuentos lograban cierta perfección y gracia por el acoplamiento perfecto entre el tipo de fabulación y el carácter apropiado de los ritmos que armonizaban con maestría. Proponíamos el ejemplo del cuento El Cura y el Matrimonio Gitano; una de tantas versiones del tipo general 1419H, en que la esposa advierte al amante de la presencia del marido. En esta versión, el marido vuelve de improviso a casa, en vez de hacer el viaje planeado, por haber gastado el dinero en la taberna. El recurso del canto de la esposa para advertir al amante es, de por sí, brillante; pero si, además, se descubre la argucia de aprovecharse del niño que está en la cuna para improvisar una advertencia velada, el logro es gozoso. Evidentemente, el ritmo dulzón de la nana es el más apropiado. En sí, el cuentecillo ya resultaría exitoso con tan simple argumento, el fingimiento de la nana y la forma amena de ejecutarla que suelen tener los buenos narradores, transmisores del folklore. Pero el cuento tiene un ingrediente más, pues aparece el villano de tantos cuentos de este tipo, el clérigo; ante este personaje, lo que cabe celebrar en tales lances es la derrota, la burla y, a ser posible, la venganza. En esta ocasión, el cura deberá irse sin saborear los laureles de la conquista, con la burla del propio marido; marido suspicaz que logra desvelar el código, el mensaje de las nanas. El regocijo del triunfo del ser más rebajado socialmente, en este caso el gitano, frente al denostado clérigo a quien no se le permite ni un desliz más, es tan claro como innegable la comicidad de los tres personajes, cada uno en su estado, inventando letrillas con el mismo tono: los tres miembros del triángulo amoroso replicándose mediante nanas se antoja inmejorable. La gracia debió resultar irresistible y gozosa en determinados auditorios. En la versión que le sigue, Hombre que estás en el cesto, el argumento es más simple, pues únicamente se acude a la nana con el propósito de advertir al amante porque está dejando los pies al descubierto y los puede ver el marido. No hay más implicaciones: es argumento desnudo, una ejecución mínima de las infinitas posibles a que puede derivar el tema.

En la versión extremeña de Rodríguez Pastor, no se ejecuta una nana; allí informa la narradora: “La mujer coge una guitarra y empieza…”, evidentemente, no se trata de una nana en este caso. Tampoco Boccaccio en su versión, en la que el marido sí es burlado, utiliza el canto de la nana para que la esposa dé a entender la situación al amante, él conjura un espantajo o fantasma. No es general el uso de la nana; tampoco Lydia Cabrera, que retoma el tema popular en su ambiente cubano; la infiel esposa le reza a los muertos para advertir que el marido está dentro. Un hueso era la señal de advertencia de la presencia del marido, pero le canta la siguiente tonada al notar la presencia del amante: “Alma que anda en pena / Que tarde ve tanto suceso / Mi marido tá en la casa / No me cuenda qindá el hueso”. Idéntica situación se plantea en la versión portuguesa de Moutinho: “O alma do outro mundo / que vindes buscar socorro! / Meu marido está na cama, / ‘squeceu–me tirar o corno!”. En la versión argentina de “Don Pampa Viejo”, por ejemplo, tampoco hay nana, sino acento grave, además, el hermano sustituye al marido: “—Ánima que andas penando / déjate de todo eso; / mi hermano volvió p’al rancho / y olvidó colgar el güeso”.

Pero la nana sí está bien documentada, como tal, en muchos cancioneros. Así en el Cancionero popular español:

El padre del neñu
Se marchó pa Oviedo,
le dio el aire en popa
y se volvió luego,
ro, ro, mi neñu,
ro, ro, ea, ea (p. 343).

Donde viene a ser la primera nana, tras la que sigue una segunda, que también hace referencia al mismo cuento:
El que está en la puerta
Que non entre agora,
Que está el padre en casa
Del neñu que llora.

Ea, mi neñín, agora non,
Ea, mi neñín, que está el papón.

El que está en la puerta
Que vuelva mañana,
Que el padre del neñu
Está en la montaña (p. 343).

Véase también la partitura del cancionero zamorano de Miguel Manzano Alonso:

Esta madrugada – de casa salió
Se puso el día malo – y a casa volvió,
Se puso el día malo – y a casa volvió.
Si el padre del niño – no hubiera venido
Te abriera la puerta – y durmieras conmigo
Te abriera la puerta – y durmieras conmigo.

Palomita blanca – que andas a deshora:
Que está el padre en casa – del niño que llora
Que está el padre en casa – del niño que llora
Que tú no me oyes, – que tú no me entiendes:
Que está el padre en casa – del niño que duerme
Que está el padre en casa – del niño que duerme
(
I, p. 423).

La del cancionero asturiano de Eduardo Martínez Torner:

El que está a la puerta
que non entre ahora,
que está el padre en casa
del nenu que llora.
Ea, mió neñin, etc.

Válganse mil diablos
que mal entendéis
que volváis mañana
que tiempu tenéis.
Ea, mió neñin, etc. (p. 145).

La Canción de cuna de Gloria de Cárdenas y Juan Ignacio de Cárdenas (recogido como canción de Castilla y León):

El padre del niño
se marchó pa Oviedo,
le dio el aire en pompa
y se volvió luego;
ro, ro, mi niño;
ro, ro, ea, ea.

Palomita blanca
que andas a deshora
el padre está en casa
del niño que llora;
ro, ro, mi niño;
ro, ro, ea, ea.

Difícil resulta resolver en todos los casos si el cuento inventó las melodías o si las acarreó de ritmos sueltos utilizados para otros menesteres. No cabe duda de que el resultado final es perfecto.

En el tema de los adulterios y amantes o esposas escarmentadas parece que entramos a hurtadillas en el campo de los romances. No es de extrañar que se construyesen romances jocosos del tema. Lo cierto es que los romanceros y las recolecciones de cuentos coinciden sin discusión en estos temas. Los cuentos, evidentemente, usan parcialmente de estos ritmos, que los intercalan apropiadamente en la narración. En las melodías del cuento Mariquita Zurita, observamos cómo el cura imita los repiques de campanas, como nos apunta Joaquín Díaz:

—Mariquita Zurita,
sal que ya es hora.

Forma que imitará el marido, resultando en él burlón. Como artífice que ha cumplido con la venganza, su tono machacón debió resultar socarrón y escarnecedor para los amantes. Lo que se prometía tan festivo y prometedor, como el repique alegre de las campanas, instrumento en manos del sacerdote, debió tornarse en propio flagelo.

—Tiene el chufle quemado
Y no puede ahora.

En suma, en su habilidad, el cuento, indiscutiblemente, sabe utilizar las herramientas más apropiadas para afinar hasta en los detalles y crear escenas perfectas.

[EL CURA Y EL MATRIMONIO GITANO]

En tiempos malos, cuando se iba… —bueno, ahora se va la gente a verdear, vendimiar la uva—. Pues, un gitano tenía un niño chiquitito. La gitana estaba trabajando con el cura, y el cura se entendía con la gitana, porque le endiñaba el dinero, le daba el dinero. Y el gitano nada más, beber vino, emborracharse; y ya no sabía cómo engañar a la mujer, y le dijo:

—María, ¿por qué no vas, le dices al payo de Dios (el payo de Dios es el cura), al payo de Dios que nos endiñe cuatro mil reales, que me voy a Francia a la vendimia?

Dice:

—¿Tú ti vas a ir a Francia cun lo pellejo que eres? Y tú eres lo más malo de España, ¿¡te vas a ir!?

Dice:

—Sí, María, que me voy a ir. Me preparas la maleta, y me voy a la vindimia de España; pero me tienes que dar cuatro mil reales (cuatro mil reales son mil pesetas. Los gitanos hablan mucho de reales).

Bueno, dice:

—Tú se lo dices al payo de Dios.

Bueno, pues claro, como el gitano no la dejaba nunca, pues le dice la gitana al padre:

—Mire usted, don Juan, que me va a tener usted que dar mil pesetas, porque mi marido se va a ir a la vendimia a Francia. Le voy a preparar la maleta. Y cuando…, o sea, y ya, pues, ya va usted a mi casa cuando pueda.

Y resulta de que, de que se lo dio; en seguida le dio las mil pesetas.

—¡Ea! ¿Te preparo la maleta?

Dice:

—Pero me das quinientas pesetas y lo otro lo echas a la maleta.

Y el tío, en vez de irse a Francia, cogió la maleta y se metió en un bar de estos que le dicen…, a las afueras, como el bar Peseta, a las afueras. Se fue por la mañana, llegó a su casa a las diez de la noche, y se acostó.

—Aunque, ahora, ¿qué le digo yo al cura? ¿Qué le digo? Ahora que… —total—. Que si eres un granuja, que si, ¡ay que ver lo que has hecho! —se acostó.

Y cuando era de noche, llega el cura a la puerta [golpea con los nudillos en la mesa], llama. Y la muchacha, la gitana, pegó un pellizco al niño y empezó a mecerlo, dice:

— Y el padre del niño que salió para Francia.
Vino el aire en contra y duerme en su casa.
¡Ea, nana, coco, duérmete ya! [cantando].

Y el cura [golpes], y sigue cantando:

—Este cura tonto que no me comprende,
y el padre del niño y en su cama duerme
¡Ea, nana, coco, duérmete ya! [cantando].

Y ya el cura se dio cuenta y dice el cura:

—Yo, blanca paloma, ya te he comprendido.
¡Qué noche más buena mos bemos perdido!
¡Ea, nana, coco, acuéstate ya! [cantando]

Y el gitano se estaba enterando, y le dijo:

—El que entró por lana, salió trasquilado.
De las mil ligero, quinientas he gastado.
¡Ea, nana, lárgate ya! [cantando].

GABRIEL BURGUILLOS BEJARANO Arahal, 1996.

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CATALOGACIÓN

Aarne–Thompson, nº 1419H: Woman Warns Lover of Husband by Singing Song.

Robe, nº 1419H.

Thompson: J155.4, J1140, K1271, K1546.1, K1546.2, K1550, K1550.1, K1570, Q434.1, T41, T42, T42.1.

VERSIÓN ESPAÑOLA

Gómez López (C… Poniente Almeriense, pp. 565–567), nº 114: La Mujer del Emigrante.

Reinón (Cuentos… Vélez, p. 17): El Gitano.

Ruiz Fernández (Campo de Gibraltar, p. 152), nº 3: La Nana de la Adúltera.

Camarena (León, II, p. 68), nº 193: [La Nana de la Adúltera].

Suárez López (Cuentos… Asturias, pp. 231–234, 285), nº 72 (5 vers.): La Nana de la Adúltera, nº 88.3: La Nana de la Adúltera El Culo de Candelero.

Noia Campos (Contos Galegos…, pp. 315–316): Carmiña cántalle ó Amigo.

VERSIÓN PORTUGUESA

Moutinho (C. P. Portugueses, p. 99): Frei João.

VERSIÓN LITERARIA

Boccaccio (Decamerón, VII, I; pp. 446–451).

Lydia Cabrera (Francisco…, p. 55): Alma en Pena.

[HOMBRE QUE ESTÁS EN EL CESTO]

Esto era una señora que tenía un niño chico y estaba…; tenía un querido. Antonces, estando el querido allí, pues se presentó su marío. Y estaba el niño durmiendo.

Y ella lo metió en el cesto y le dejó los pies fuera.

Viendo que los pies se los iba a ver el marío, entonces cogió y decía: Hombre que estás en el cesto y no estás bien escondío, que tienes los pies al aire y te los ve mi marío… ¡Ea, nana, niño, duérmete ya! [cantando] AMPARO LÓPEZ OJEDA El Palomar–Paradas, 2002.

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CATALOGACIÓN

Variante sobre el tema anterior, Aarne–Thompson, nº 1419H (La mujer le advierte al amante cantándole una canción).

VERSIONES ESPAÑOLAS

Sánchez Ferra (“Camándula (El C. P. en Torre Pacheco)”, pp. 156–157), nº 189: Limosna para las Ánimas.

Rodríguez Pastor (C. Extremeños Obscenos y Anticlericales, pp. 238–239), nº 105: El Cura y el Cesto.

[EL ESTUDIANTE TUNANTE]

Éste era un muchacho que estaba ahí en Utrera. Y estaba estudiando. Y estaba buscando una casa para parar. Total que buscó…: había un zapatero que era solo, nada más tenía una mujer, y se enteró la mujer, dice:

—Mira, yo tengo ahí habitación para ti.

Dice:

— ¡Vale!

Y estando allí… Pero la mujer era una mujer muy apañada, y el zapatero… ¡como todos los zapateros: cojo! Y estaban los dos enamorados (¡para qué te voy a decir!), el estudiante y la mujer del zapatero. ¡Pero como siempre estaba el zapatero pegando puntadas allí, pues…! Pero ya un día dice el muchacho, el estudiante, dice:

— ¡Ea, hoy me las voy a jugar todas!

Y le dice:

—Maestro, ¿quiere hacer usted un favor?

Dice:

— ¡Tú dirás!

Dice:

—Ir a Osuna y llevar una carta al señor duque de Osuna.

Dice:

— ¡Vale! Escribe la carta y se la da…

—Se la entrega usted al mismo duque.

Llega a la misma casa del duque, y llama. Y estaba la criada a la puerta, dice:

—Pues, pase usted.

Pasó y coge la carta el duque. Y lee la carta. Y dice la carta:

Señor duque de Osuna,
hombre de mucho poder,
entreténme usted a ese hombre
mientras coja la mujer.

Dice:

—¡¡Ojú!! Éste es tan granuja, éste es tan granuja que… ¡vaya granuja!

Dice:

—Maestro, usted se va a quedar aquí unos días. Esto no lo puedo arreglar yo de momento.

Total, que lo puso allí una quincena, quince días. Y a los quince días, dice el duque: “Ya habrá tenido bastante ése”.

Y dice:

—Toma usted –le contestó para atrás la carta, dice–, tome usted la carta para el estudiante, la contestación.

Pilló el duque, lo tenía allí, le ponía de comer todo lo que quería… ¡Bueno! Estaba allí como, como, como, como en un hotel: muy buena cama, y muy…, muy bien el zapatero; pero más bien estaba el gachón el otro. Total, llega a Utrera, y le entrega la carta al estudiante, dice:

—¡Ojú, no he estado bien allí, vaya bien!

Y lee la carta el estudiante, y dice:

Estudiante tunante,
Te quisiera conocer.
Si no has tenido bastante,
Me lo envías otra vez.

CLAUDIO GALLEGO DEL RÍO Arahal, 1991.

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CATALOGACIÓN

Podría ser versión bastante alejada de Aarne–Thompson, nº 1419J* Husband Sent for Water.

Boggs, *1850.

Thompson: T35, T230, T281, T481.

VERSIONES

Llano Roza de Ampudia (Cuentos Asturianos, pp. 272–274), nº 105: El Estudiante y el Zapatero. Los versos que aparecen son muy semejantes:

—Señor conde de Piedralba,
conde de mucho poder,
detenga ahí al zapatero
mientras le birlo la mujer ……..

—Estudiante de los diablos
te quisiera conocer;
si te estorba el zapatero
mándalo pa acá otra ve.

Camarena (“Cuentos de Tradición Oral y Novela Picaresca”, RDTP, XLIII, p. 81) nos da noticia de este cuento; menciona la catalogación de Boggs, que cita únicamente la versión de Llano Roza de Ampudia. Afirma que conoce otra versión.

En todo caso, nosotros no conocemos ninguna versión más exacta a la nuestra. Deducimos de las palabras de Camarena que no es cuento muy conocido.

Hallamos semejanzas en una versión sefardí (Pascual Pascual, Sefardíes, 57; pp. 103–104) del grupo de Cuentos de Argueti, tomado de una edición de Esmirna (1873). “Un ombre metyó sus ozôs en la muzêr de su maestro, ke le estaßa enbezándole ofisio, i no la po_ía alkansar”. Como el maestro necesitaba dinero prestado, el aprendiz dijo que le enviase a la mujer que él le daría el dinero a ella. “Le enbió la mu^zer para ke le diera los aspros, i se la detubo aí tres días. Bino el marido a buxkar a su mu^zer”. Pero el aprendiz dijo que él había dado el dinero a la mujer y que, en el camino unos mancebos “tubieron ke azer kon elya”. Le aconsejó que se divorciase de la esposa; pero el marido se lamentó, porque no tenía dinero para el divorcio. No hubo inconveniente, porque el aprendiz se prestó a dejarle el dinero que necesitase. Roto el matrimonio, el aprendiz tomó a la mujer para sí.

El entremés La Petición, de la primera mitad del siglo XVIII, también parece poseer semejanzas con el tema, según se desprende del argumento que nos explica Cotarelo (Colección…, p.

CXXXVIIIa): “…el letrado va á ver la mujer de su cliente, mientras un amigo le despacha y entretiene en la consulta”.

[MARIQUILLA TIQUI]

Y otro, que era una señora que… Antes los curas dice que andaban mucho con las mujeres, y eran muy ¡muy flamencos! Pero, vamos, de incógnito: nadie sabía si era un cura. Nada más se ponían las capas aquellas… Y entonces dice que, que pasaba por la calle, estaba conquistando a una, y entonces dice que pasaba y le decía:

— ¡Mariquilla, tiqui!

— “¿Éste que quiere, Dios mío?”

Y otra vez estaba:

— ¡Mariquilla, tiqui!

Y ya un día se lo dijo al marido cabreada. Le dijo:

—Mira, aquí pasa el cura y a mí me dice esto. A mí eso no me hace gracia. Este cura es muy flamenco en el pueblo: a mí no me hace gracia eso.

Dice:

—Pues mira. Cuando a ti te diga eso, le dices tú: “Padre, taco”.

Entonces ya dijo:

—Bueno, se lo voy a decir.

Dice:

—Se lo dices el día que yo esté aquí dentro.

Él tenía un molino de moler habas. Y entonces, cuando pasó, le dijo:

—Mariquilla, tiqui.

Le dijo ella:

—Padre, taco.

Y entonces, ¡pum!, el marido… ¡se coló dentro de la casa! Y en seguida, el marido le echó mano y lo puso a moler habas. Soltó el burro del molino y lo amarró en el molino. ¡Y venga a moler habas todo el día allí! Y estuvo moliendo habas todo el día. Y al otro día, cuando le soltó, se fue a la iglesia; pero tenía que pasar por la puerta de ella al otro día. Y cuando pasó, le dijo:

—Padre, tiqui –le dijo ella.

Dice:

—Ni tiqui, ni taco. Si tu marido quiere moler habas, que compre un jaco.

AMPARO LÓPEZ OJEDA El Palomar–Paradas, 1993.

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CATALOGACIÓN

Aarne–Thompson, nº 1730: The Entrapped Suitors. Cf. nº 1359: The Husband Outwits Adulteress and Paramour. No explica el contenido de este cuento.

Chevalier (“Veinticinco Cuentos…”, pp. 117–119), nº 8.

Chevalier (Cuentos Españoles, pp. 191–192).

Beltrán (“Notes… l’Alacantí”, pp. 127–128), nº 18: Tico–Taco o el capellà que va fer oli.

Thompson: J1251.1, J1263, J1264, J1532, K1210, K1218.9.1, P426, Q200, Q241, T181, T310, X700, V465, V465.1.

VERSIONES ESPAÑOLAS

Espejo–González (Cuentos… de Linares, pp. 49–50): El Cura y los Chorizos.

Larrea (Gaditanos, pp. 201–203), XXXVII: [Don Juan Burlado].

Gómez López (C… Poniente Almeriense, pp. 543–546), nº 109: Trique y Traca.

Rodríguez Pastor (C.E. de Costumbres, pp. 257–261), nº 100: El Cura y el Lino, nº 101: Niqui, ñaca.

Bonifacio Gil (Cancionero… Extremadura, II, p. 469), Nº 64: El Cura Burlado (versión del cura como molinero).

Rodríguez Pastor (C. Extremeños Obscenos y Anticlericales, pp. 246–247), nº 110: Mariquilla, Zipi Zapa.

López Megías (Tratado…, pp. 312–312), nº 129: El cura y el Chirro.

Hernández Fernández (C. P… Albacete, pp. 248–250), nº 182: La Molienda del Cura, nº 183: El Cura y la Mujer del Tendero.

Sánchez Ferra (“Camándula (El C. P. en Torre Pacheco)”, pp. 187–188), nº 246: El Cura cría un Cherro.

González Sanz (La Sombra… Guara, pp.109–110), nº 55: [Ñiquis y Ñacas], nº 56: [Ni ñiquis yni ñacas. Si quieres nobillos, te compras bacas].

Lorenzo Vélez (C. Anticlericales…, pp. 92–93, 138–139): El Cura amamanta Chotos (dos versiones: Madrid y Salamanca), El Cura muele en la Almazara (versión de Ciudad Real).

Puerto (C… Sierra de Francia, pp. 169–170), nº 129: María, Chapi.

Espinosa (CPCL, II, pp. 320–322), nº 395: Zapatera, tiqui, nº 396: María, ñiqui.

Díaz–Chevalier (C. Castellanos, pp. 61–62), nº 27: El Cura y el Tratante.

Fundación Centro Etnográfico (K5.20, K44.48, K78.37), versiones vallisoletanas.

Camarena (León, II, pp. 46–50), nº 177: [El Cura Amamanta Jatos], nº 178: [El Cura cría Xatos], nº 179: Triqui, traca.

Suárez López (Cuentos… Asturias, pp. 285–292), nº 89 (7 vers.): El Cura amamanta Xatos.

También recuerda una canción tradicional que extracta José María Alín (Cancionero Tradicional, nº 585; pp. 342–343), y que comienza: “Corrido va el abad / por el cañaveral. // El abad de Oriejo / viendo qué aparejo / tiene la de Alejo / para oír su mal / (por el cañaveral)…”; en esta versión el marido termina castigando al abad, como en nuestro cuanto; en otras versiones el religioso queda impune (Alín, nº 111, pp. 142–144, acompañado de notas).

Lorenzo Pérez (Gravuras… Valadouro, p. 50), nº 20.

Prieto Rodríguez (“Contos de Cregos”, pp. 23–24), nº 8: Chuscurruchús, Señor Cura.

González i Caturla (Rondalles de l´Alicantí, pp. 135–138): Tico –taco o el capellá que fer oli.

VERSIONES HISPANOAMERICANA Y PORTUGUESAS

Pino Saavedra (Nuevos… Chile…, pp. 71–72), nº 71: Chasco.

Vasconcellos (Contos, II, pp. 55–57), nº 366: [Bico, Menina!].

Braga (C. Português, pp. 265–266): Tic–Taco.

VERSIONES LITERARIAS

Posiblemente, el Dr. Fradejas se refiere a este cuento u otro similar cuando refleja un canto de Rodríguez Marín [Cantos…, nº 7293]:

Señor cura, usté procura
llevar mi mujer al huerto;
señor cura, usté procura
que yo le caliente el cuerpo.

Afirma que “es resumen de un cuento” (La Forma Litánica…, p. 42).

Aparece en Luis Zapata (Miscelánea, pp. 484–485: De una honrada muger y de un considerado marido, y de una templada y bastante venganza), donde se supone hecho real y notable, como todos los casos que allí se exponen, acaecido en Extremadura. El burlado no es clérigo.

Chevalier, que recoge esta versión de Zapata, menciona (p. 250) otra tomada por Pidal del Romancero Judioespañol.

De la Granja (“El Castigo del Galán”), dice que es cuento bien conocido en la literatura árabe, de donde pasó a la cultura hispana. Opina:

Parece lo más lógico pensar que la historia de al–Mada’ini (vivió entre los siglos VIII y IX) recogida por al–Husri y presumiblemente por otros compiladores de obras de adab se conoció y divulgó en la España musulmana. Tal vez se mantuvo como cuento popular hasta que lo recogió Zapata, muy abreviado y deformado, probablemente de la tradición oral (p. 240).

Y menciona una versión similar de Antonio Liñán y Verdugo [Guía y aviso de forasteros que vienen a la corte (1620)], que recuerda el cuento del jurista granadino Abu Bakr Muhammad ibn Àsim (1359–1426). En este caso, el amante burlado se deja extraer un diente en cada cita. Asegura, además, Fernando de la Granja que estas versiones árabes antiguas fueron la fuente de las Mil y Una Noches para la historia del primer hermano del barbero (véase, en nuestra bibliografía, la “Historia de Bakbuk…”, noches 38–39; I, pp. 620–625).

También aparece como romance, como hemos visto. Piñero y Atero, por ejemplo, recogen dos versiones gaditanas con el título de La Mujer del Molinero y el Cura, una en el Romancero Andaluz de Tradición Oral (nº 39) y otra en el Romancerillo de Arcos (nº 2.11). Igualmente en el Catálogo Folklórico de la Provincia de Valladolid, de Joaquín Díaz, José Delfín Val y Luis Díaz Viana (nº 34: El Molinero y el Cura). Según estos recopiladores, que agregan otras versiones, el romance deriva de un entremés de Quiñones de Benavente. Menéndez Pidal, aunque no especifica la autoría del entremés, también sostiene que el romance “es del siglo XVII, y sin duda se deriva de un entremés de nuestro teatro” (Los Romances de América…, pp. 170–171; nº 118: El Molinero y el Cura).

Las versiones sobre amantes burlados son más abundantes. Las de engaños al marido, un largo rosario de extensa tradición. Véase, como ejemplo, el Tipo 1730: The Entrapped Suitors, con abundantes versiones hispánicas.

REFRANES

La literatura popular, por otro lado, se ha cebado en la figura del clérigo, socialmente enquistado en privilegiado estamento. Martínez Kleiser (Refranero General Ideológico Español) recoge, en el apartado de frailes, más de dos centenares de refranes y otros dos centenares en el de sacerdotes. En una de las pocas explicaciones, nos dice el recopilador (p, 276b): “Reflejan los refranes siguientes fobias anticlericales provocadas por el pueblo por toda clase de predicaciones contra las órdenes religiosas”. Algunos pueden recordarnos esta realidad: – 25.016. Ni fíes mujer de fraile, ni barajes con alcaide [de Hernán Núñez].

– 25.151. Cuando toma cuerpo el diablo, se disfraza de fraile o de abogado [de Rodríguez Marín].

– 55.674. Al rey, casarlo; al fraile castrarlo [de Rodríguez Martín].

– 57.145. Vivir junto al cura es gran locura [de Correas].

El pueblo no le ha perdonado los posibles lances amorosos o ha buscado el motivo más apropiado para zaherirlo.

El molino lugar de encuentros amorosos En otro orden de cosas, no parece casual que, en el cuento que nos ocupa, el cura recale en el molino para sus devaneos y sea el molinero su burlador. Agustín Redondo (“Folklore y Literatura…”, en Cuento, Mitología…, pp. 81 y ss.) explica cómo el molino era tenido, en nuestro Siglo de Oro, como lugar diabólico, tanto por los robos, como por las hablillas y comentarios, ya que el molino era “frecuentado por mujercillas” y en él “los encuentros y amoríos se hallaban favorecidos” (p. 85). “Cuando llegaba la noche infundía miedo. Estaba envuelto en ruido infernal” y –se nos dice– el molinero “representaba el contacto con el mundo de los muertos”.

[MARIQUITA ZURITA]

Esto era una señora. El marido era zapatero, y ella estaba con el cura; se llamaba, ella se llamaba Mariquita Zurita, y ella estaba con el cura. Andaba de juerga con el cura, y el cura llamaba y decía:

—Mariquita Churita,
sal, que ya es hora [cantando].

Y el marido se dio cuenta de que ella se acostaba con el cura. Y tenía la piedra de marino, el zapatero tenía una piedra de mármol para zapatos, para la banquilla esa.

Echó el mármol en el fuego y lo caldeó; fue y lo caldeó. Y llegó la madre, la mujer, y se sentó y se quemó el pepe; se quemó el culo. Y le decía…, llegaba el cura y decía, cantando el cura…, cuando se dio cuenta el marido, decía:

—Mariquita Zurita,
sal que ya es hora [cantando].

Y le contesta el marido, dice:

—Tiene el chufle quemado
Y no puede ahora [cantando].

FRANCISCO NARANJO SANTIAGO Arahal, 1992.

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CATALOGACIÓN

Variante de Aarne–Tompson, nº 1359: The Husband Outwits Adulteress and Paramour.

González Sanz (Catálogo… Aragoneses), [1733C]: El cura hace el amor a través de la gatera.

Thompson: J1541, K1218.1, K1550, K1550.1, K1551, K1556, P453, Q200, Q241, Q261.2, T481, T400, X700.

El estudio que el Dr. Fradejas (Novela Corta…, I, pp. 98–110) hace sobre algunos motivos, especialemente el K1550.1 (“Husband discovers wife’s adultery”), nos dispensa de todo comentario sobre la trayectoria literaria de este tema.

VERSIONES POPULARES ESPAÑOLAS

Rodríguez Pastor (C. Extremeños Obscenos y Anticlericales, pp. 231, 233), nº 100: Tirurí, tirurí, cf. nº 102: Ten con ten.

García Surrallés (Era… Gaditanos, p. 292), nº 109: El Sastre.

Recogemos la disculpa del marido: “Pues dile a tu tío que no puede ir, que lo tié quemao y no pué serví”.

Rodríguez Pastor (C E. de Costumbres, pp. 263–264), nº 103: La Piedra del Zapatero.

Hernández Fernández (CP… Albacete, pp. 203–204), nº 140: El Zapatero y su Mujer.

Díaz–Chevalier (C. Castellanos, pp. 65–66), nº 32: El Zapatero y el Cura. Sin variación alguna. Extractamos el canto final:

Mariquita encantadora,
ven, ven, que ya es hora.
Tiene el culo quemado
no puede ahora.

Fundación Centro Etnográfico (K5.19), versión vallisoletana.

Rubio Marcos (C. Burgaleses…, pp. 256–257), nº 152: El Cura y la Mujer del Zapatero.

Martín Criado, (“Cuentos… castellanoleoneses”, p. 55b), nº 41: [La Mujer de un Zapatero y el Cura] Llano Roza de Ampudia (Cuentos Asturianos, pp. 277–278), nº 108: La Mujer del Zapatero. Falta el motivo principal de la piedra calentada: “¡Fotre y refotre/ ¡Si yo me enojo/ le echo el cerrojo!/ ¡Dile que no va:/ tranlará, tranlará!”.

Suárez López (Folklore de Somiedo, pp. 150–152), nº 129: Ten con ten, nº 130: ¡Palomita, vente, que es Hora! Quintana (Lo Molinar… Mequinensa, pp. 223–224), nº 160: Lo del ten con ten.

VERSIONES HISPANOAMERICANA Y PORTUGUESA

Pino Saavedra (Nuevos… Chile…, p. 329), nº 72: El Fraile.

En Vasconcellos (Contos e Lendas, II, p. 50), nº 360: [O Frade e o Sapateiro], la historia es muy escueta, pero los versos finales apoyan la identidad del cuento:

Pasarinho triguêro
Anda cá pra fora:
Tenho as barbas queimadas
Não posso lá ir agora.

CULTURA ÁRABE

Fanjul (Literatura Popular Árabe, p. 187) recoge una versión de la cultura del título muy similar. Obsérvese el principio, ya que es un cuento familiar a nuestra cultura. El castigo final es el que nos recuerda nuestra versión:

Una mujer cuando dormía dejaba la cabeza para el marido y lo otro lo sacaba fuera de la jaima para su amante y allí le hacía lo que quería.

Un día se quedó dormida y su marido salió fuera de la tienda y vio el engaño y con un cuchillo que puso al rojo vivo le quemó el “higo”.

Como se observa, este cuento popular conserva el sabor misógino de algunas series orientales. La castigada es la mujer, no el cura. En estas versiones que recoge Fanjul, la mujer es tratada o calificada como Saytan (o demonio), encarnando papeles traidores. Al fin, la mayoría de colecciones orientales que han llegado a nosotros nos previenen contra las argucias de las mujeres. Generalmente burlan, con sus maldades, al confiado marido. No es este el caso.

En nuestra versión, efectivamente, la castigada es también la mujer, pero la verdadera crítica o burla recae sobre el cura.

EL CHISTE VERDE, SEGÚN FREUD

Freud (Obras, III, p. 94), desvelando la esencia de los chistes, asegura que los verdes vienen a ser una agresión. Explica:

El dicho “verde” se dirigía, pues, originariamente tan sólo a la mujer y suponía un intento de seducción. Cuando, después, un hombre se complace refiriendo o escuchando tales dichos en la compañía exclusiva de otros hombres, la situación primitiva, a consecuencia de los obstáculos sociales no puede ya constituirse, queda con ello representada. Aquel que ríe del dicho referido, ríe como el espectador de una agresión sexual. El dicho “verde” es como un desnudamiento de la persona de diferente sexo a la cual va dirigido.

[CUATRO PIES SON SEIS]

Y otra vez un cura también –ahora vamos a ir de curas –, otra vez un cura también corría con una mujer –porque antes los curas serían muy flamencos; en fin, yo no sé lo que pasaba–, lo que quiere decir de que… Bueno, pues corría con ella. Y cuando estaba en la casa, el marido.

—Mi marido. ¿Qué hago yo? ¿Qué hago yo con mi marido ahora? Yo no sé lo que voy a hacer con mi marido… Bueno. Pues lo que voy a hacer yo es que, que voy a coger al cura y le voy a meter por donde pueda. Y ¡la ropa!; yo no sé la ropa dónde la llegaré a meter, la ropa…; yo no sé dónde la voy a poner la ropa.

Total, que puso la ropa allí, encima de la cama, y le dijo al cura:

—Usted se queda acostadito, muy quietecito. Mi marido cuando se meta en la cama, no va a saber.

Pero dice que a media noche, empezó a tocar y le dice:

—María, aquí hay seis pies.

—¿Seis pies? Tú estás loco, hijo. Seis pies ¡cómo va a haber aquí! Aquí nosotros no tenemos nada más que dos pies.

—No sé, hija –tocaba otra vez–. ¡Que doy con seis pies!

—Que no, hijo, que no. Mira, aquí no hay nadie: estamos solos.

El hombre se conformó. Y por la mañana temprano, el hombre se levanta muy oscurito: se tiene que ir al campo. Y ahora, resulta que, que echa mano –y entonces los hombres del campo tenían capa–, y ahora, en vez de echarle mano a su capa, se puso la sotana del cura. Cuando la mujer se da cuenta y no ve la sotana del cura, dice:

—¡Ay, Dios mío de mi vida! Ahora mi marido se ha liado con la sotana del cura. ¿Qué hago, Dios mío de mi alma? Conque coge camino adelante, en busca del campo donde estaba el marido, y viene corriendo por el camino.

—¡Niñoo, niñoooo!

—¿Qué te pasa, qué te pasa que vienes loca?

Dice:

—Ay, hijo mío, mira: que hoy es, es el día de la Cemeritana, que seis pies, que cuatro pies son seis en la cama, y los hombres de campo todos visten sotana.

Dijo:

—¡Maldita sea tu puñetera madre! Si yo sabía que tú me la estabas jugando a mí.

AMPARO LÓPEZ OJEDA El Palomar–Paradas, 1993

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CATALOGACIÓN

Cf. Aarne–Thompson, nº 1419: The Returning Husband Woodwinked, nº 1419G: The Prist´s Breeches.

Cf. Boggs, 1419.

González Sanz (Catálogo… Aragoneses), [1419K]: La Sotana del Cura.

González Sanz (Revisión del Catálogo…), reconsidera el número del Catálogo (1419K) y lo pasa a nº 1419G.

Cf. Chevalier (Cuentecillos), J12 y J13 Tompson: J1112, J1545, J1702, J2301, K1500, K1501, K1510, K1521, T30, T35, T250, T257, T400, T481, X700.

Wilbert–Simoneau: T250 .

VERSIONES POPULARES

Gómez López (C… Poniente Almeriense, pp. 311–315), nº 44–44A: El Pastor y el Artículo Pastoré y El Marido Tonto (tipo 1362A*: El niño de tres meses) Ruiz Fernández (Campo de Gibraltar, p. 157b–158a), nº 7: Abril, Abrilete.

Rodríguez Pastor (C. Extremeños Obscenos y Anticlericales, pp. 162 y 243), nº 70: Marzo Magarzo (1362A*), nº 108: Los Pies (contando los pies, final diferente).

Sánchez Ferra (“Camándula (El C. P. en Torre Pacheco)”, p. 162), nº 202: Las Cuentas de la Madre (absurdo de los meses por tres).

Hernández Fernández (“Sobre novios…”, p. 100): Los Años Bisiestos (idéntico).

Hernández Fernández (“C. humorísticos… Javalí Nuevo”, pp. 92–93): Los Años Bisiestos.

López Megías (Etno…Alto de la Villa, pp. 153–154), nº 83: El Pastor y el Parto (cuenta absurda del parto a los tres meses para hacer nueve).

Fraile (C… Madrileña, pp. 264–265): El Cura y la Mujer del Pastor.

Lorenzo Vélez (C. Anticlericales…, p. 104): Seis Pies en la Cama (versión de Cuenca).

Rubio Marcos (C. Burgaleses…, pp. 248–249), nº 144: Seis Pies en la Cama La Anguarina se vuelve Sotana.

Camarena (León, II, pp. 66–68), nº 192: El Año de la Titirindáina.

Puerto (C… Sierra de Francia, pp. 137–138), nº 84: El Tiempo de la Tracamandaina.

Cortés Vázquez (C.P. Salmantinos, I, pp.104–105), nº 48: Las Alcantorras del Fraile [C… Ribera del Duero (pp. 53–54), nº 17: Las Alcantorras del Fraile].

Contos P. Lugo (p. 53), nº 48: O Marido Burriño.

Noia Campos (Contos Galegos…, pp. 290–293): A Muller de Xan y O fillo do embarcado (1362A*).

Otero Pedrayo (Historia de Galicia, I, p. 712): O neno que nacéu do seu tempo.

En los cancioneros, ejemplo: Cancionero Tradicional, ed. de José Mª Alín (nº 38; pp. 95–96):

Pinguele, respinguete.
¡Qué buen San Juan es éste!

Fuese mi marido
A ser del obispo,
Depárame un fijo
Y fallóme cinco.
¡Qué buen San Juan es éste!

[Depárame un fijo
y fallóme cinco: ]
dos hube en el Carmen
y dos en San Francisco.
¡Qué buen San Juan es éste!

VERSIONES SOBRE EL TEMA

El cuento parece reflejar el tema de la mujer infiel que consigue engañar al marido por la simplicidad de éste (J2342.2); sorprende, por eso, el descubrimiento final del hombre. El descaro de la esposa y la ingenuidad del hombre dando por válido el cómputo de pies entroncan directamente con el tema de la aceptación de la imposible paternidad que prolifera en la literatura y folklore de todas las épocas. No nos extenderemos en dicho tema porque enlaza con el nuestro sólo tangencialmente, únicamente reflejaremos algunas posibilidades del mismo:

– La mujer hace creer al marido que ha concibido por la gracia de Dios; el marido se ofende por esta intervención divina (véase Lacarra, C. de la Edad Media, pp. 289–293).

– La mujer convence al marido mediante una cuenta absurda: “Cuatro meses y medio de día y cuatro y medio de noche son nueve meses”, tal como se expresa López de Úbeda en la Pícara Justina (véase Chevalier, Tipos Cómicos…, p. 66). Chevalier nos habla de la presencia de este Tipo [Aarne–Thompson, 1362A] en el Auto del Nacimiento de Timoneda, El Libro de los Leones [II, Acad. N., XII, p. 281a] de Lope de Vega y el entremés Las Tajadas [Floresta de Entremeses y Rasgos del ocio, 1691].

Similar es la versión de Feijoó (Cubanos, p. 166): Los Nueve Meses.

Según la cuenta de una versión portuguesa:

Março, ma–Março, o mês de Março;
Abril, m’Abril, o mês Abril;
Maio, ma–Maio, o mês de Maio;
Logo são nove meses

(Vasconcellos, Contos, II, p. 81; nº 388: [Logo São Nove Meses…]).

– El marido, simplemente, está orgulloso de su singular mujer (J2342.3):

BLAS. Después de luchas mortales
Bartolote se casó
con Casilda, que parió
á seis meses no cabales.
Y andaba con placer
diciendo:”¡Si tú la vieses!
Lo que otra hace en nueve meses,
hace en cinco mi mujer”

(Calderón, La devoción de la Cruz [J.2, E. 7], en Jiménez Hurtado, Cuentos Españoles…, p. 43)

– Cotarelo (Colección…, p. CXXXb) resume el argumento del entremés anónimo de la primera mitad del XVII titulado Los Peregrinos como sigue:

El bobo anduvo á pleitear su vara de alcalde durante cuatro años, en cuyo tiempo su mujer se fué con un forastero y tuyo un hijo. Al mismo tiempo regresaron al pueblo, y como los amigos han preparado el ánimo del marido haciéndole creer, entre otras cosas, que el hijo será suyo al cabo de algunos años, recibe á su mujer con alegría y más cuando ésta, vestida de peregrina, le enseña el baile de los peregrinos.

– El marido, ausente durante once meses, admite extrañas semejanzas: “Trahe la borrica doce meses el hijo; por qué no podrá traherle la muger once”. (Asensio, Floresta, III, V, V, XXXI)

– Véanse la Novela del Cordero y la Novela de “Quiera Dios, Matea…”, ambas anónimas y reflejadas por Fradejas (Novela…, I, pp. 293–310), así como los textos afines propuestos. La última la copia Mal Lara (Philosophía…, II, 99; pp. 289–293) para su idéntico refrán.

– La importancia del vestido del cura, que posiblemente no llega a desarrollarse plenamente, nos recuerda el cuento del Fabliaux (Du Chevalier a la Robe Vermeille, pp. 155–171) en el que el marido repara en las buenas ropas del amante, que acaba de esconderse ante su imprevista llegada. La esposa le hace creer que las ha traído un hermano suyo para regalarlas al cuñado. A la mañana siguiente, el amante ha escapado con las ropas y la mujer le convence al desconcertado marido que no ha habido ropas, que todo ha sido un sueño.

La misma historia, con ligeras variantes, surge entre los romances (Durán, Romancero…, I, p. 461a; nº 298: El Adúltero Castigado).

Ramsel (Todos buenos…, nº 94): Los hay como Mantas (le hacen creer que es posible en los primeros partos a los tres meses).

Lydia Cabrera (Francisco…, p. 62): El embarazo de Francisca (cuenta truculenta: “E mé ante que tu te fuite, y abrí, y con mayo y mamayo, que son cuatro…”).

MOTIVOS QUE SE CITAN THOMPSON

J155.4 Esposa como consejera, advierte.

J1112 Esposa lista.

J1140 Inteligencia en la detección de la verdad.

J1251.1 Amante humillado por la aguda réplica de la desdeñosa dama.

J1263 Agudezas sobre abusos del clero.

J1264 Agudezas sobre clérigos impúdicos.

J1532 Castigo absurdo a la adúltera.

J1541 Marido más listo que su mujer.

J1545 La esposa es más lista que el marido (Neugaard).

J1702 Esposo tonto.

J2301 Maridos crédulos. (Keller).

K1218.1 Pretendientes entrampados.

K1218.9.1 A amante insistente se le da una cita y se ejecutan en él engaños obscenos.

K1271 Intriga amorosa descubierta y revelada.

K1500 Engaño relacionado con el adulterio.

K1501 Marido cornudo. Marido engañado por esposa adúltera.

K1510 La adúltera burla al marido. (Keller).

K1521 Amante ocultado con éxito del marido.

K1546.2 La mujer dirige al amante mediante una canción.

K1550 Marido descubre a la adúltera y al amante.

K1550.1 Marido descubre el adulterio de la esposa.

K1551 El marido vuelve a casa secretamente, y espía a la adúltera y al amante.

K1556 El Viejo Hildebrand. El cornudo oculto revela su presencia por rimas. Responde a las rimas hechas por la esposa y su amante.

K1570 El tramposo descubre a la adúltera y al amante.

P426 Clerecía.

P453 Zapatero.

Q200 Hechos castigados.

Q241 Adulterio castigado. (Keller, Tatum).

Q261.2 Esposa traidora castigada.

Q434.1 Adúltera y amantes (estorbados).

T30 Encuentro de los amantes.

T35 Cita de los amantes.

T41 Comunicación de los amantes.

T42 Conversación de amantes.

T42.1 Ignorados amantes conversan con lenguaje figurado.

T181 Marido peligroso.

T250 Características de esposas y maridos (Keller).

T230 Infidelidad en el matrimonio (Tatum).

T257 Esposa o marido celosos.

T281 Hospitalidad y sexo.

T310 Celibato y continencia (Keller).

T400 Relaciones sexuales ilícitas.

T481 Adulterio (Tatum).

V465 Vicios del clero.

V465.1 Incontinencia del clérigo.

X700 Humor basado en el sexo.


WILBERT–SIMONEAU

T250 Esposa lista, marido crédulo.

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CUENTOS POPULARES ANDALUCES (XIX)

AGUNDEZ GARCIA, José Luis

Publicado en el año 2007 en la Revista de Folklore número 315.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz