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Revista de Folklore número

364



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Las ferias tradicionales de Galicia en la obra del pintor Abelardo Miguel

FIDALGO CASARES, María

Publicado en el año 2012 en la Revista de Folklore número 364 - sumario >



RESUMEN:

Abelardo Miguel es uno de los máximos representantes de la pintura identitaria de Galicia. El gran valor etnoantropológico de su legado pictórico, singulariza su producción dentro del panorama artístico gallego y su obra se convierte en Patrimonio Cultural de Galicia. De estilo posimpresionista dentro de los géneros que cultivó están las ferias agroganaderas y la temática marinera, géneros completamente imbricados en la idiosincrasia gallega.

PALABRAS CLAVE: Etnografía, antropología, identidad, idiolecto estético, volkgeist.


TITLE: The ethnographic side of Art: Abelardo Miguel.

ABSTRACT: Abelardo Miguel is one of the highest representatives of identitary painting. The great ethnoantropologic value of his legacy singles out his production within galician artistic field and his work is Galician Cultural Patrimony. A Postimpresonist, he produced several genres such as cattle fairs and seamen topics, genres which are completly envolved in galician idiosincrasy.

KEY WORDS: Etnographic, Anthropology, Identity, Esthetic idiolect, Volkgeist.


Introducción

1. Síntesis biográfica y estilística

2. La temática labriega

3. Valor Etno-antropológico

4. Simbolismo e identidad

5. Bibliografía


A lo largo de los últimos siglos la cultura en Galicia tuvo como uno de sus quehaceres básicos la construcción identitaria. La Etnografía fue uno de sus pilares y se centró fundamentalmente en los aspectos diferenciales que definían la identidad gallega. En ella, subyacía la idea de que el pueblo gallego creó una cultura propia consecuencia de un alma específica, una idea cuyo antecedente más claro era el concepto de Volkgeist surgido en el seno del movimiento romántico alemán.

Desde Risco a Bouza Brey y estudiosos más actuales se fue insistiendo en que la reivindicación de la unidad e identidad de un pueblo no debía argumentarse sólo en la lengua o el determinismo geográfico, sino que el tema debía trascender a sus esencias culturales, y dentro de estas esencias, se reivindicaba el valor relevante de las creaciones estéticas que poseyeran los rasgos diacríticos que generaban una identidad definida.

De aquí el valor de la figura del artista Abelardo Miguel, uno de los principales representantes de la pintura identitaria gallega, cuyos ingentes valores etnográficos singularizan su figura dentro del panorama artístico del siglo xx.

La obra del artista es fundamental como técnica de registro de información etno-antropológica de la Galicia de su tiempo. Extrae generalidades de significaciones individuales y grupales, y sus creaciones estéticas son crónicas gráficas de una existencia popular de calidad documental extraordinaria, y se constituyen como documentos valiosos de consulta y trabajo desde diferentes ópticas, no sólo desde el punto de vista etnográfico, antropológica o artístico, sino también histórico, sociológico, periodístico, tecnológico...

Las obras del pintor eumés, muestran el valor intangible que las etiqueta como Patrimonio Etnográfico y Antropológico, por ser la plasmación de un mundo que debe preservarse para las generaciones venideras, ya que representan los valores de Galicia que desde cronologías inmemoriales se fueron transmitiendo y permaneciendo en la memoria, aceptándolas como intemporales y representativas de la identidad de Galicia.


1. Síntesis biográfica y estilística

Abelardo Miguel López Leira nació pintor en Pontedeume, A Coruña, villa de las rías Altas gallegas en febrero de 1918 en una humilde familia de pescadores, siendo el quinto de once hermanos. Pontedeume era entonces una villa marinera como tantas otras de la costa gallega, con la estructura socioeconómica propia del siglo xix y principios del xx en la que convivían la emigración a ultramar, la mayoritaria dedicación a la pesca con actividades agropecuarias complementarias.

Excepcionalmente dotado para el Arte, Abelardo dibujó desde su mas tierna infancia. Su afición artística... nace con ella, sus cualidades son innatas y el estilo le sale desde dentro, es el claro resultado de un mundo propio marcado por su identidad gallega. La gran valía del artista hará que, pese a lo humilde de su origen, pueda formarse con becas, desde la Escuela de Artes y Oficios de La Coruña hasta su formación en una de las escuelas de la arte mas prestigiosas de Europa: la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. La concesión de esta beca dice mucho del talento del humilde niño pintor, ya que no tenía padrinos ni influencias y la Diputación de la Coruña, concesora de las becas, no era muy generosa con estas ayudas (1).

Tras el paréntesis de la Guerra Civil, continúa sus estudios en San Fernando, entonces se abrirá las puertas del elitista Círculo de Bellas Artes de Madrid. El dominio de la técnica al óleo, el sentido de monumentalidad y de la construcción plástica, la lucidez con la que resuelve los problemas de perspectiva, luz y espacio atestiguan una inteligente asimilación de las prácticas académicas de San Fernando. Viaja a Italia pensionado en la prestigiosa Escuela Española de Arte de Roma y para completar su formación amplía sus estudios, también becado en París y Países Bajos. Tras sus viajes al extranjero, el pintor se lanzará a una vorágine de exposiciones y eventos.

Constatamos entonces en su obra, la gran admiración por los barrocos españoles y holandeses, la inmersión en un luminismo casi sorollesco y una gran pasión por Cezanne, pero todo ello lo aclimatará a su universo personal sin caer en amaños reproductores. Lo más significativo es que desde que nace y desarrolla sus planteamientos estéticos volverá a ellos de forma recurrente y los mas emblemáticos no sufrirán grandes variaciones. Los cimientos de su universo plástico se forjan en su infancia, y los posteriores estudios académicos, su apertura de horizontes al extranjero, el contacto con las vanguardias, su admiración por los clásicos, no harán que varíen sus conceptos iniciales, llegando a pintar los últimos días de su vida apuntes y retratos muy semejantes conceptualmente a los que pintó siendo un niño.

Los 50 y 60 fueron sus años mas prolíficos, en ellos se afianzó su estilo y su repertorio iconográfico quedó fijado. Expuso en todas las capitales gallegas con un enorme éxito de público. Y aunque rehuía las salidas de Galicia, también expuso en León, Bilbao, Oviedo, Madrid, Salamanca y en ciudades lusitanas como Oporto y Lisboa. Sus elevados precios y las seguras ventas en todos los foros donde presentaba su obra, consolidaban su carrera como pintor, llegando en frecuentes ocasiones a colgar el cartel de vendido a todos los cuadros a las pocas horas de la inauguración. Todas sus exposiciones llevaban el título de Xentes e Cousas de mar. Independientemente donde las presentara, Galicia o fuera de ella, siempre enfatizaba su identidad con el nombre en gallego, algo muy poco frecuente en los pintores de esta época.. También en estas décadas realizará los encargos mas grandes de su carrera. el Centro Gallego de la Habana óleos de marineros para el personal norteamericano del astillero ferrolano, (existen en Estados Unidos por tanto, un número elevado de obras del pintor), docenas de óleos para la decoración de las estancias del mas avanzado complejo turístico de Castilla, Las Torres en Salamanca. Pero sobre todo realizará una de sus obras más significativas: el gran proyecto mural de la decoración de la Cooperativa de Santa María de Castro, un trabajo audaz e independiente que será todo un hito en su producción ya que abordará el tema mitológico, plasmando una Galicia arcádica de campesinos y labriegos.

Este trabajo mostrará la capacidad conceptual e intelectual de Abelardo como pintor. La cooperativa cerró pocos años después y los murales permanecieron ignotos durante décadas hasta su reciente descubrimiento tras arduas investigaciones por su biógrafa María Hidalgo (2).

Independiente y con escasas ansias de figuración social rechazó la asistencia a certámenes y premios, aun así, en 1961 como motivo de la celebración de la Feria del Mar, obtuvo el Primero Premio por la decoración mural del pabellón de Vigo, y en el mismo certamen también consigue una Primera Medalla con el óleo Os Rapaces. En 1972 volvía a obtener la Primera Medalla en la exposición Cara al. Mar de Ferrol y en 1974 se le concederá el Premio de la Sociedad artística ferrolana. En 1975 es elegido por el prestigioso Chamoso Lamas Delegado de Bellas Artes.

A partir de los 70 se recluyó en su villa natal y siguió trabajando al margen de los circuitos artísticos y comerciales, pero no abandonará la pintura hasta Marzo de 1991, fecha en la que muere en su villa natal. Desde su muerte pocos actos recuerdan su memoria, a pesar de que en 2003, el Ayuntamiento de su villa le concede la Medalla de Oro al Mérito artístico.

En la actualidad su figura está siendo reivindicada y estudiada en profundidad. En Mayo de 2008 fue candidato al Premio Nacional de la Cultura Gallega (3) . En Diciembre del mismo año María Fidalgo presentó en la Universidad de Sevilla la Tesis Doctoral sobre la vida y obra del artista.

Abelardo posee lo que los historiadores del arte llaman idiolecto estético: la huella que todo artista estampa en su obra, rasgos que distinguen un un genio creador. Su pintura revela a primera vista una personalidad autónoma. Los lienzos, surgen como entidades obedientes a uno orden intrínseco: el estilo de Abelardo, una individualidad intransferible.

Parte de una concepción académica de poderosa fuerza dibuística y evoluciona hacia un estilo vanguardista de cuño impresionista. La creación de su universo plástico personal se forja a fuego en su infancia y estará marcado contundentemente por su identidad gallega.

Su repertorio iconográfico se centrará en los géneros marinero, agroganadero, bodegón, y paisaje (4) . Pero serán los dos primeros los más valiosos por su valor identitario y etnográfico. Abelardo fue uno de los pintores que mejor retrató la esencia de la Galicia marinera y labriega, mujeres y hombres dignos que viven en comunión espiritual con la tierra, marcando siempre el binomio clásico de la etnografía gallega Terra-Pueblo, un concepto de Aristocracia moral gestado en el Rexurdimento. En este trabajo de investigación desarrollaremos su temática agroganadera, en especial sus “feirones”, palabra mezla de gallego y castellano con la que denominaba las ferias agroganaderas de Galicia. En un próximo número de la revista ahondaremos en el género marinero.

En relación al valor etno-antropológico de estos lienzos, el pintor actúa como un etnógrafo. Cuando el etnógrafo estudia una cultura atiende a aspectos concretos, la conducta, el conocimiento y los objetos... y la recolección de información se realiza en su ambiente natural, lo que supone trabajo y observación sobre lo terreno (5) . Abelardo Miguel, lo hace así desde su observatorio de Pontedeume, villa marinera y comarca agrícola desde épocas ancestrales.

Asímismo en todos sus lienzos hay una integración total con el contexto, y las imágenes se completan en el caso marinero con una descripción de los paisajes marineros, fisonomías de hombres y mujeres, embarcaciones, indumentarias, instrumentos y aparejos de marinería y, productos del mar, elementos que aparecen insertados en el espacio natural en el que surgen y desarrollan, en este caso el mar de Galicia y los puertos de sus villas costeras. El material humano de las corporaciones marineras, está formado por eumeses reales de su tiempo, hombres y mujeres, viejos y maduros, niños, patrones y grumetes con nombres y apellidos y aún hoy reconocibles por los más viejos del lugar.

El material instrumental también es el propio de Pontedeume, con las embarcaciones, aparatos e instrumentos de marinería propios de la zona y de su tiempo. En las ferias agroganaderas aparecen hombres reales y la captación de acontecimientos reales. Tan real es el mundo marinero de Abelardo como que sus padres, abuelos, y los abuelos de sus abuelos se dedicaron a la pesca, y el mundo de las ferias agroganaderas tan auténtico como que el propio Abelardo en su infancia vivió estas ferias tanto como visitante, como participante, ya que ayudaba a su madre peixeira en las tareas de venta en fechas señaladas como la feria del 21 de Pontedeume que ejemplificaría cualquier feria de la época en cualquier otro lugar de Galicia.

En el caso del mundo labriego, como veremos, en sus ferias y en sus paisajes agrarios, siempre animales y productos son tan protagonistas como el hombre, que aparece complementado con los aperos, indumentarias, productos y escenarios, tanto en el espacio del intercambio, como en el espacio de producción, en este caso el paisaje agrario, tan patrimonial como el resto de los aspectos.

En el ámbito antropológico los investigadores tienen que estar en contacto por largo tiempo con los grupos humanos concretos para obtener su conocimiento de la vida cotidiana (6) histy. Es necesario infiltrarse en el grupo, aprender su lenguaje y costumbres, interpretaciones y significados de los sucesos, no se trata de hacer una fotografía con los detalles externos, hay que ir más atrás y analizar los puntos de vista de los sujetos y las condiciones histórico-sociales en que se dan.

Más que en ninguna otra forma de investigación social, en Etnografía se depende de los informantes. Abelardo tiene la ventaja de que no tiene que insertarse en la vida del grupo, ni convivir con sus miembros por un tiempo prolongado, ni la necesidad de ser aceptado en el grupo, ni aprender su cultura, ni comprenderla, pues nació en ella, es uno mas de ellos, y describe lo que sucede mediante el uso del mismo lenguaje de los participantes.

Abelardo aporta el privilegiado punto de vista de quien pertenece de manera natural a ésta, para construir la teoría de la cultura que es particular al grupo, capta la visión de los nativos, su perspectiva acerca del mundo, así como el significado de las acciones y situaciones sociales relacionadas con las personas, acciones y pensamientos .


2. La temática labriega

Risco, Otero Pedrayo, Antón Losada... y otros teóricos del nacionalismo gallego consideraron al campesinado como la auténtica reserva de las esencias nacionales gallegas, y a las costumbres rurales tradicionales como estas ferias, las ideales y apropiadas al territorio galaico. Formas de relación armónica, profunda y respetuosa entre la sociedad y la naturaleza, cambios, equilibrios y compensaciones entre el hombre y la tierra en un sistema adaptado.

Abelardo Miguel la abordó desde niño y desde diferentes enfoques, existen lienzos de paisajes agrarios con gentes sembrando, recogiendo la cosecha o cuidando el ganado. También para la Cooperativa de Castro desarrolló un complejo programa iconográfico de tema agrícola, pero las más significativas representaciones en este ámbito irán asociadas a las ferias agroganaderas de Galicia.

Este tema había fascinado a Abelardo desde su infancia y será el origen de una de las temáticas más definitorias de su estilo que cultivará hasta el fin de sus días. Su origen humilde le acerca al género, como ningún otro pintor, ya que como hemos comentado, tenemos constancia de que en su infancia solía acompañar a su madre peixeira a vender el pescado en estas ferias, por lo que en las escenas que pinta hay un gran componente autobiográfico. De hecho, acostumbra a incluir niños entre los feriantes.

La representación de ferias y mercados había sido tratada con anterioridad por artistas de generaciones anteriores. El costumbrismo, en la pintura va unido a los movimientos nacionalistas que exaltan las tradiciones, de hecho, la celebración de ferias y mercados según los etnógrafos gallegos son uno de los eventos más categóricos de la identidad gallega, Personas y lugares públicos se constituyen en referencias inexcusables de la vida cotidiana… pero el pintoresquismo en estas representaciones entraña superficialidad, los lugares y ambientes se describen con elegancia y gracia, pero no hay penetración en la trama del asunto, no descienden al fondo del tema, están vistos desde fuera, son visiones apasionadas e idealizadas que rinden culto al pasado o alejadas de la realidad.

El pintor costumbrista representa a una clase social culta, urbana y exquisita que se siente atraída por el espectáculo que las clases populares ponen ante sus ojos, pudiendo caer en ocasiones en el desdén o en el paternalismo...

La creación y aportación de Abelardo al género radica en que las escenas pintadas por Abelardo son la descripción de un hecho rigurosamente real, de ahí su gran valor etnográfico y antropológico, aunadas a una particularísima visión personal. Abelardo se mediatiza con la composición y es uno más de los que participan en la feria, porque el pintor es parte del pueblo, siente y piensa como ellos... Su mundo toma forma plástica en sus lienzos. En estas ferias encontramos más sinceridad que en las representaciones hechas por otros artistas porque traslada al lienzo su realidad, y en la realidad está el verdadero proceso creador capaz de superar el paso del tiempo, rubricando así la eternidad de estas obras, como una extensión de su personalidad.

Su obra surge de la observación precisa, de una captación inmediata, siempre dinámica y leal a su tiempo, y en las exposiciones que presentó estos lienzos fueron muy elogiados, en especial por la crítica portuguesa “Abelardo Miguel se realiza poeta pintando, y plasma lo que en Galicia es más pintoresco y sabroso de su historia y pueblo” (7) , “Llega interpretando con el espectáculo vivo, colorido y animado de las ferias gallegas donde todo es movimiento y armonía”3.


3. Valor etno-antropológico

La representación de estas ferias agroganaderas tienen un infinito caudal de información, con el valor añadido de ser testimonio y documento de grupos humanos muy caracterizados e identificables tanto en sus formas de producción-consumo como en su calidad de arquetipos laborales propios de una sociedad artesana en transición y sobre todo por el planteamiento de unas relaciones específicas lúdico-laborales que se conservan y resguardan en toda su pureza en las obras del pintor.

Estos lienzos son testimonio palpable de que su pintura responde a su inserción medular en su tierra y su cultura. Son claramente la expresión de una cultura que hunde sus raíces en elementos telúricos y ancestrales.

A pesar de la gran belleza de sus representaciones y al componente romántico de la personalidad del pintor, nunca entra en la órbita de los románticos de idealización de la realidad..., los mercados son como eran, como los vio “Tiene el cuño de la verdad, fácilmente reconocible por quien sabe ver y sentir” (8) , pero nunca cae en el anecdotismo reporteril “No fotografía los motivos, antes los interpreta y compone al sabor de la realidad revistiéndolos de sueño y poesía” (9).

Plasma unas ferias ancestrales en las que se hacía promoción de los productos agropecuarios y que atendían no sólo la demanda de la zona sino la de mercaderes foráneos. Estos eventos suponían mucho más que un simple encuentro de carácter mercantil en el que cambiar, comprar o vender productos, en realidad era días de fiesta mayor en toda regla en el que se reflejaban los más variados comportamientos sociales, del mercader ambulante al rico ganadero.

En la plaza se daban cita las más variopintas formas culturales de gentes de distinto origen, constituyendo una puesta en escena del contraste enriquecedor de diferentes formas de vestir, alimentos, expresiones, negocios... en suma, de convivir y entenderse...

Abelardo no pinta sólo el escenario de la feria, sino también la villa en día de feria. La celebración de la feria no era sólo un evento en sí incluso, la villa se transformaba, los caminos que conducían a la feria se llenaban de hombres y mujeres portando mercancías o guiando a los animales que iban a vender, otros llegaban cabalgando, ocasionalmente los autobuses eran compartidos por personas, vacas y cerdos (10) .

Las mujeres de luto que no participaban en las ferias locales salían de su reclusión para ir a la feria... Ajetreo de cientos de personas que van y vienen curioseando de puesto en puesto. Se vendía y compraba todo el necesario para la vida de la comarca y fuera de ella. Los paisanos llevan a feriar o comprar principalmente vacas, novillos y terneras, cerdos o bueyes. La negociación de los animales da el tono mercantil a la feria, pero además se comercia con otros animales vivos como conejos, cabras, ovejas, gallinas, ganado caballar y mular. A los huevos, jamones, tocino, mantequilla, quesos hay que añadir verduras, frutas, pan, vino y licores, también carros, arados, hoces, azadas, gradas de madera y demás aperos de labranza, herramientas y el pescado tanto en salazón como el fresco que las peixeiras como la madre de Abelardo vendían procedentes de los barcos de pesca de la villa.

La atmósfera ferial se llena de voces de mercaderes y vendedores, exámenes minuciosos de objetos y animales, apretones de manos al realizar los tratos. También se venden toda clase de tejidos, ropajes y calzados, peines, bisutería, mantas, quincalla, cacharrería de cocina.., incluso maderas de castaño, roble, abedul y boj.

Todos los personajes de los cuadros de Abelardo portan y plasman para la posteridad las indumentarias propias de la época y de la profesión. Según fuera de cotío o de garda, de verano o de invierno, incluso la condición social o el estado civil en caso de las mujeres. Aparecen tejidos hoy obsoletos, desde el lino hecho en la casa, como sus variantes: estopa, lienzo, lino fino, como el algodón y sus combinaciones de lino y lana (picote) y algodón y lana (candil). En el caso de las indumentarias la estética quedaba un poco al margen, y recoge la funcionalidad y comodidad de estas prendas. El atuendo era sobre todo una necesidad para escapar del rigor climático. Además de que, sobre todo en el caso de las mujeres. “Tapar el cuerpo era algo obligatorio en una sociedad en la que el pudor ocupaba un lugar importante en la vida y pensamiento de las gentes” (11).

Entre los personajes de sus lienzos, descubrimos oficios hoy desaparecidos, herreros, curtidores, zoqueiros, quincalleros, caldereros pulpeiras, queixeiras… El día de la feria se despliegan otras actividades, la gente aprovechaba para hacer gestiones en la villa, el notario, farmacéutico y médico triplicaban su actividad...el notario si no tenía sede notarial en la villa, se desplazaba allí los días feriados. Al fondo de tabernas, bares y tiendas abren los bufetes de los peritos o contadores o partixeiros, a ellos recurren antes que al abogado o notario. Junto a los médicos, están menciñeiros, compostores, atadores, carteras, sabias y brujas que atienden toda gama de dolencias reales o psicológicas, aconsejan, adivinan y pronostican el futuro...con más clientes que los médicos. También aparecen mendigos y eivados (ciertos o figurados), charlatanes, timadores y gente de mal vivir...incluso romancistas, personas que contaban sucesos reales (12) o ficticios de diversa índole.

La feria es también una ocasión para que los mozos de los contornos se conozcan y conciten citas posteriores... la feria es una ventana al mundo, es el puente de conexión con el mundo exterior...

El enorme bullicio de personas y el trasiego de mercancías y animales debía de ser un espectáculo de gran dinamismo y colorido digno de verse. Los ojos del niño ya pintor debieron quedar deslumbrados de tal manera que siempre permaneció en su universo plástico y siempre representó estas ferias transmitiendo la misma pasión que sintió siendo niño. Siempre estará latente la presencia constante del mundo de su infancia en toda su producción pictórica.

Los feirones tienen la maravillosa particularidad de situar al espectador en medio de la feria, haciéndole percibir las relaciones lúdico-mercantiles con toda nitidez. El espectador se convierte en un ente activo del proceso creador, son imágenes que tienen un ritmo, el de la vida fluyendo.

El juego especular que conforman sus imágenes es totalmente escenográfico, la mirada del espectador es dirigida y transportada a escenarios del pasado, pero con referentes visuales contemporáneos, planos generales, planos medios y detalles que parecen dialogar y entroncar con la mejor pintura figurativa del siglo xx.

Las características de este dominio temático abelardesco serán la variedad y sabiduría compositiva, la aplastante modernidad de factura, la potencia del dibujo, un rico y vibrante cromatismo y un uso virtuosista de la perspectiva con un magistral dominio de las masas en el espacio.

Se encuentran lienzos con protagonistas muy destacados y concretos, bellas mozas campesinas de frescas carnaciones que ofrecen sus productos, viejos tratantes de ganado, ancianos y niños, ancianas con sus quesos, parejas de ancianos portando animales en los brazos que aparecen como si posaran para el pintor. Estas figuras pueden llegar a la docena y siempre comparten el protagonismo con animales y cacharrería variada.

El tratamiento animalístico es prodigioso... gallinas, bueyes, vacas, ovejas, cerdos... son de un naturalismo exacerbado. Algunos bueyes y vacas tienen mirada humana, dándole el tratamiento que solían dar a los animales los mismos labradores y ganaderos.

Al fondo, puede aparecer un paisaje del camino a la feria y en este caso se acerca al paisajismo sintético, pero lo más habitual es que las figuras desarrollen su actividad en el mismo feirón, plasmado en toda su plenitud, con un lenguaje de formas y colores que traducen las emociones anímicas del artista, un ritmo musical hecho de prolongaciones, convergencias y divergencias e intensidad con la libertad y la espontaneidad que siempre caracterizaron al pintor eumés.

En otros lienzos el mismo feirón es el protagonista, y Abelardo despliega sus asombrosas facultades de forma más intensa llegando a la genialidad. No hay jerarquía de escenas, sus protagonistas son masas anónimas en movimiento, y logran la impresión de una gran multitud con rasgos apenas abocetados.

Las figurillas son pinceladas de color, sueltas y cargadas de pasta con variedad de tonalidades que muestran una extraordinaria facilidad para sugerir los diversos detalles y convierten a estas obras en piezas excelentes que sugieren a la perfección el ambiente que el artista desea expresar, vestiduras, carros, tenderetes, cesterías…

El efecto dinámico general del conjunto responde al deseo de plasmar lo pasajero y mutable, con una visión única tratada con gran celeridad sin la ralentización que toda composición preparada de antemano entraña “Animación viva, resuelta en planos múltiples, un poco anárquicos pero bien estudiados. El movimiento, alcanza ritmos danzantes? (13).


4. Simbolismo e identidad

En su reiteración en su incesante retorno a las tradiciones de su pueblo, Galicia se contempla a sí misma transfigurada a imagen del alma que la transfigura: Abelardo Miguel...y como dijo Castelao “Sólo un pueblo que posee el sentido de la tradición puede ser grande.. El pueblo que abandona la tradición no tiene derecho a la existencia” (14) estas ay constante acerca la realidad a una orden de valores en relación con el mundo del espíritu.

Las ferias de Abelardo poseen claros valores socio-históricos: carácter testimonial, coherencia con el tiempo y respuesta al entorno, su más íntima raíz, y expresada en su apariencia más familiar y cotidiana, un humilde feirón agroganadero.

Los lienzos de Abelardo Miguel sustituyen la vieja consideración académica que considera las obras de arte fundadas en la espacialidad, composición, claroscuro, perspectiva..., por el carácter de acontecimiento.

Trasciende el valor artístico para entrar en el campo antropológico e histórico. Sus pinturas pertenecen más al tiempo que al espacio, e inclinan la balanza del lado de la temporalidad. Sus obras significan no sólo una revelación del espacio, sino la condensación del tiempo, un tiempo. representativo de la identidad de Galicia.


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NOTAS

1 LOPEZ MARINA: Segura Torrella. Concello de Ferrol 2000.

2 RICO, MJ: “Las pesquisas de María Fidalgo sacan a la luz los murales perdidos de Abelardo Miguel” . Diario de Ferrol, 7 de Enero 2006

3 “Pontedeume presenta ó pintor Abelardo Miguel ós Premios Nacionais de Cultura Galega”. La Voz de Galicia 29 de Abril de 2008

4 Revista Cátedra num 14 “ El programa iconográfico de Abelardo Miguel en la cooperativa de Santa María de Castro”.

5 MORFOUX, LM.: Diccionario de Ciencias Humanas Grijalbo Barcelona 1985.

6 El prestigioso antropólogo Carmelo Lisón Tolosana, Doctor en Antropología por la Universidad de Oxford en su su clásica Antropología cultural de Galicia relata que tuvo que trabajar varios años en Galicia becado por la fundación Gubelkian para poder realizar su investigación.

7 AZEVEDO ARTUR. “Oleos de Abelardo Miguel no Coliseo Doporto” Diario da Manhá, 10 de Abril de 1962.

8 TEIXEIRA “ Exposición de pintura de Abelardo Miguel ” Journal do Comercio de Porto, 13 de Abril de 1962.

9 THUNDA “Triunfo de Abelardo Miguel en Portugal ” La Voz de Galicia, 26 de Abril de 1962.

10 Curiosamente Abelardo solía pintar los autobuses en algunos de sus lienzos, pero no eran del gusto de su clientela que prefería aquellos donde no aparecían y ante las quejas tuvo que dejar de pintarlos.

11 ACUÑA X.E: “As imaxes do traxe en Galicia” Ir Indo Vigo 1992.

12 Carlos Pedreira recuerda que en los 60 uno de los sucesos mas contados en las ferias gallegas fue la tragedia de
Ribadelago (1959), consecuencia de la rotura de la presa Vega de Tera en el que se ahogaron 144 personas.

13 ALCÁNTARA J. A.: “Exposición de Abelardo Miguel en Asociación de Artistas” El Ideal Gallego, 5 de Octubre de
1978.
14 MÁIZ SUAREZ, R. “O rexionalismo galego: organización e ideología” Publicación do Seminario de Estudios
Galegos, A Coruña, 1984.

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BIBLIOGRAFÍA


BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA

Tesis Doctoral “Abelardo Miguel, vida y obra” presentada por María Fidalgo Casares en la Universidad de Sevilla en Diciembre de 2008, calificada con Sobresaliente cum Laude por unanimidad.

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Las ferias tradicionales de Galicia en la obra del pintor Abelardo Miguel

FIDALGO CASARES, María

Publicado en el año 2012 en la Revista de Folklore número 364.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz