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Revista de Folklore número

418



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Exvotos verbales

MARTIN CRIADO, Arturo

Publicado en el año 2016 en la Revista de Folklore número 418 - sumario >



Resumen:

El artículo comienza con dos ejemplos de exvotos verbales de la Antigüedad, uno oral y otro escrito. Los exvotos verbales forman una categoría independiente dentro de la clasificación triple de los exvotos que, a continuación, propongo: exvotos objetuales, iconográficos y verbales. Gran parte de los exvotos objetuales e iconográficos se pueden considerar «exvotos con texto», pero los verbales, tanto los escritos como los orales, están elaborados solo, o principalmente, con palabras.

Palabras clave:

Exvotos, exvoto objetual, exvoto iconográfico, exvoto verbal.

Abstract:

The article begins with two examples of verbal votive offerings of the Antiquity, the oral one and another writing. The verbal votive offerings form an independent category inside the triple classification of the votive offerings that, later, I propose: votive offerings objectuals, iconographic and verbal. Great part of the votive offerings objectuals and iconographic they can be considered «votive offerings by text», but the verbal ones, both the writings and the oral ones, are elaborated only, or principally, by words.

Key words:

Votive offering, votive offering objectual, iconographic, verbal.

Introducción

El poeta romano Albio Tibulo (54-19 a. C.), en la elegía tercera de su primer libro, se lamenta de encontrarse enfermo durante un viaje a Oriente con su protector Messala, y duda entre pedir ayuda a la diosa Isis, por quien su amante Delia siente gran devoción, o seguir la antigua costumbre romana de confiarse a los Lares y Penates domésticos. A pesar de las dudas, y de que el culto recién introducido en Roma en el siglo i a. C. no le satisface, eleva una plegaria a la diosa egipcia, pues, después de todo, los abundantes exvotos pintados llevados a su templo por devotos curados le hacen creer que Isis tiene el poder de hacer lo mismo con él. Si en efecto le curase, su amante Delia cumplirá su promesa de sentarse a la puerta del templo, y, vestida de lino y la melena suelta, de recitar dos veces al día alabanzas a la diosa ante la multitud[1]. Así, como ejemplo de religión votiva, interpreta Walter Burkert[2] el pasaje (I, 3, vv. 27-32) siguiente:

Ahora, oh diosa, socórreme —pues tu poder sanador se manifiesta en las muchas tablillas pintadas de tu templo—, para que mi querida Delia, cumpliendo sus promesas, permanezca sentada, vestida de lino, ante las puertas sagradas, y dos veces al día, con el cabello suelto, te diga alabanzas ante la muchedumbre egipcia[3].

El voto o promesa de Delia a la diosa Isis, de quien era devota, no es que, si la diosa le otorga la curación, llevará una tablilla pintada al templo, como hacían muchos devotos, sino otra forma de dar las gracias a la diosa que entonces debía de ser frecuente: dos veces al día, cuando los devotos acudan a los actos de culto, se sentará a la puerta del templo vestida de blanco, con el cabello suelto, y relatará el milagro que la diosa ha obrado al curar a Tibulo. Es una pena que el poeta no nos haya transmitido la narración oral que supuestamente Delia haría ante Isis. Sin embargo, sí que se conservan textos escritos en estelas pétreas, verdaderos exvotos, como el que se exhibe en el Museo de Epidauro, ofrecido por Marco Julio Apellas al dios curador Asclepio (fig. 1). El personaje, que vivió en el siglo ii, acude desde Asia Menor en busca de curación de sus desarreglos digestivos. Según comenta, el dios le sugirió la visita a Epidauro, y, una vez en el santuario, le fue indicando lo que tenía que hacer: comer pan, queso, apio y lechuga; beber zumo de limón diluido en agua y leche con miel; caminar, correr, restregarse el cuerpo con arena y vino antes de bañarse, a veces con mostaza y sal. También acudía a la biblioteca del santuario a estudiar, pero esto le provocaba dolores de cabeza, para lo que le recomendó aceite de oliva con eneldo. Todo este proceso de curación seguía el método de la enkoimesis o incubatio, consistente en dormir en el abaton del santuario, donde el dios se aparecía en sueños a los enfermos para indicarles el remedio de sus enfermedades[4]. El proceso terminaba con las ofrendas de agradecimiento a la divinidad, una de las cuales fue este exvoto.

Ensayo de clasificación de los exvotos

Se han hecho muchas clasificaciones de los exvotos, algunas muy prolijas y detallistas, otras más generales. Teniendo en cuenta algunas de las publicadas y mi propia experiencia, distinguiré, como hipótesis de trabajo más que nada, tres grandes grupos:

a) Exvotos objetuales[5], cosas muy variadas tras las que se perciben distintas actitudes de los devotos, según las cuales se pueden clasificar en dos subgrupos:

a.1. Al primero, de carácter subjetivo y metonímico, pertenecen todos aquellos objetos tomados de la vida del devoto que él considera directamente relacionados con el milagro sufrido, y a los que asigna un valor simbólico, a veces difícil de comprender para el observador si no lo especifica un texto. Puede ser la ropa que vestía en ese momento, una prótesis que usaba y que ya no necesita, una herramienta o arma con la que se accidentó, un paquete de cigarrillos que ya no fuma, una parte de su cuerpo (un hueso, un quiste, etc.) que se le extirpó. Aquí nos tropezamos con la gran cantidad de trenzas y prendas de vestir que cuelgan en algunos santuarios, pero la mayoría no son propiamente exvotos, sino ofrendas relacionadas con un rito de paso, como los ramos y vestidos de novia.

a.2. Un segundo subgrupo, de carácter menos subjetivo, son los objetos ofrecidos para el culto de la imagen en agradecimiento de un hecho milagroso, por ejemplo: un edificio, un rebaño de ovejas, unas andas para sacarla en procesión, un cuadro o una escultura para ornato del santuario, una vela para alumbrarlo, un vestido o un manto bordado, unas joyas para ponérselas a la imagen el día de la función, o simplemente dinero para la fiesta o lo que se necesite. En el primer grupo predomina la intención testimonial, pues los objetos no suelen tener apenas valor económico, pero forman parte de la vida del devoto, son un trozo de sí mismo. De ahí el carácter subjetivo, de metonimia. El objeto, por su contigüidad al sujeto, lo representa, por lo que cumple una función similar al retrato. En el segundo grupo se aprecia la intención de hacer una ofrenda valiosa para el culto de la imagen, por eso a menudo se sustituyen por una cantidad de dinero. En este caso, la carga subjetiva es menor, pero no hasta el punto de que el objeto se independice del sujeto para acercarse a la imagen, pues, si bien el culto se identifica con ella, la huella del donante siempre permanecerá en el objeto donado y, para que no se olvide, se deja bien claro por medio de inscripciones que lo proclaman.

b) Exvotos iconográficos son los constituidos por imágenes relacionadas con el milagro. Tienen carácter metafórico, pues son, o al menos pretenden ser, una representación visual de la realidad. Según la técnica artística empleada en su elaboración, pueden ser:

b.1. Escultóricos (modelados), pequeñas esculturas o relieves en cera o en metal, algunos en barro, madera u otros materiales, que representan al protagonista, una parte de él en la que se ha producido el hecho maravilloso, los conocidos exvotos anatómicos o incluso una escena en que se trata de contar ese suceso.

b.2. Pintados, cuadros sobre tabla o lienzo en que aparece un retrato de la persona afectada por el hecho milagroso, o una escena que representa un suceso o una situación en que se considera que ha intervenido la divinidad. Aquí se suelen incluir algunos exvotos dibujados sobre papel, en ocasiones por los propios oferentes, o grabados de imágenes religiosas.

b.3. Fotográficos, retratos de estudio casi siempre, muy abundantes desde finales del siglo xix hasta ahora mismo. En las últimas décadas se multiplicaron las pequeñas fotografías hechas para documentos. A veces están combinadas con dibujos y textos.

c) Exvotos verbales, «exvotos texto» los denomina Rodríguez Becerra[6], son por lo general textos escritos (c.1) sobre diferentes soportes, en prosa o en verso, que narran el suceso milagroso. Pero también han existido exvotos orales (c.2), recitados por el devoto oferente ante la imagen sagrada, como estaba dispuesta a hacer Delia, la amante de Tibulo, delante de Isis. No tenemos muchos testimonios de este segundo tipo de exvotos, pero debieron de ser más frecuentes de lo que parece.

Estas categorías no son absolutas, pues es sabido que los exvotos objetuales y los iconográficos suelen ir acompañados de una leyenda explicativa o narrativa sin la cual el objeto o la imagen quedan casi mudos. No deja de ser paradójico que una manifestación que muchos antropólogos consideran característica de la religiosidad popular se base en textos escritos, imposibles de entender por un pueblo en su mayoría analfabeto. No es casualidad que los exvotos verbales escritos empiecen a ser abundantes a mediados del siglo xix, cuando la creación de la escuela pública abre las puertas del mundo de la escritura a obreros, artesanos y campesinos.

Exvotos con texto

Como decía antes, los textos acompañan a casi la totalidad de los exvotos, pues parece que la publicidad ha sido uno de los requisitos del exvoto, por lo que al objeto o a la imagen debían acompañar algunas palabras explicativas, a pesar de que la escritura no fuera entendida por la mayoría, pero sacerdotes, frailes y ermitaños recitarían a quien quisiera saber el nombre del beneficiado por los dones de la divinidad, pues ese conocimiento transmite confianza, así como el anonimato provoca lo contrario. A pesar de que el cristianismo recomendaba dar anónimamente, como dice el Evangelio, está claro que el devoto que ofrece un exvoto sigue unas pautas distintas y lo diferencia claramente de lo que se conoce como una obra de caridad: dar limosna a un pobre, por ejemplo.

La mayoría de los exvotos objetuales solían ir acompañados de algunas palabras, a veces escritas sobre el mismo objeto, otras en una tablilla o en un pequeño trozo de piel o de papel. En todo caso, en esos breves textos suele figurar el nombre del devoto, la fecha en que se ofrece y el motivo. Hay algunos en los que, junto al objeto, destaca el texto, sea por su extensión y detallismo, sea por la emoción que transmite o cualquier otra razón. En el santuario de Nuestra Señora de Sonsoles, de Ávila, existe un exvoto que es un gran cuadro de madera con cristal y cierta profundidad, como si fuera una caja, donde se halla un destrozado traje de molinero (fig. 2), según se nos explica en un texto que hay fijado sobre la ropa que dice lo siguiente:

MILAGRO. Acaecido en la ciudad de Ávila de los Caballeros. León Rodrigo Alonso, de 28 años de edad, de profesión molinero: estando en operaciones de su oficio el día 27 de julio de 1885, en la fábrica de harinas de Santa Teresa, a extramuros de esta ciudad, le cogió una correa o trasmisión de la máquina y en el momento quedó sin sentido; pero al grito de ¡¡Socorro!! mi hermano, mi padre y demás compañeros acudieron al lugar del suceso, pero ya era tarde, cuando me vieron colgado sin sentido envuelto entre la máquina y la ropa hecha girones; todos me creyeron muerto, o por lo menos todos los huesos mutilados o partidos; en tal estado y a los ayes, acudieron los vecinos lindantes y entre ellos mi esposa y mi familia, y en un colchón a especie de camilla entre cuatro hombres me llevaron a mi casa; una vez allí, avisaron a los médicos, por más de que todos me creían muerto, y los médicos dijeron que aún tenía vida y quizás esperanza de salvación, pero yo a decir verdad, en el momento que me sentí en peligro, me acordé de la Virgen, y mi esposa y demás familia cuando me vieron en tal estado, me ofrecieron a la Virgen de Sonsoles de todo corazón pidiéndola me restableciera la salud o por lo menos si vivía quedase útil para el trabajo, y milagrosamente a los ocho días después del suceso, recobré el habla y todos mis remos tan sanos como antes, y eso que todo el cuerpo estaba hecho una llaga y la ropa hecha andrajos; por lo tanto, el quedar útil de todos mis remos, fue debido a la fe conque me encomendé a la Santísima Virgen, que con su poder consiguió saliese ileso de tanto peligro; por lo mismo pongo mi ropa en cuadro, para que todo cristiano tenga presente el Santísimo nombre de la Virgen de Sonsoles.

A menudo, una ofrenda o donación a la Virgen o a un santo se debe a un voto, aunque no siempre se hace constar de forma expresa. A veces encontramos en iglesias y ermitas inscripciones como esta de la peana de la imagen de santa Lucía de la iglesia de La Seca, provincia de Valladolid: «ESTA IMAGEN DE S[ANT]A LUCÍA SE DIO A DE / BOCIÓN DE D. MANUEL BAIÓN Y DOÑA / MARÍA PAZ SV MVJER. AÑO DE 1816», pero no se manifiesta el carácter votivo, aunque pudiera tenerlo, pues la devoción casi siempre es una relación de reciprocidad de la que forman parte los exvotos[7]. Por otra parte, libros de fábrica y de cofradías contienen inventarios de los bienes pertenecientes a ciertas imágenes que suelen ser donaciones votivas, aunque no siempre se especifique quién o por qué lo donó.

Un caso en que se manifiesta, de forma clara, la donación de un objeto para el ornato del templo como consecuencia de un favor recibido de la Virgen lo tenemos en la ermita de Nuestra Señora de Valsordo de Cebreros (Ávila). Se trata de un cuadro que solo contiene una inscripción que acompañó a la ofrenda de una lámpara votiva especial, «una araña», en agradecimiento a un favor también especial de la Virgen, como fue la recuperación de una importante cantidad de dinero robado (fig. 3), asunto que no suele aparecer en los exvotos:

Acto milagroso / por / Nuestra Señora de Valsordo. / En la Villa de Cebreros, 21 de No[viem]bre de 1882, ocurrió en la posada que habitaba Santos Ro- / bledo y su esposa Saturnina Piñero, un robo de la cantidad de 4.500 pets; con este motivo / se ofrecieron en el acto a Nuestra Señora de Valsordo y a los pocos instantes fue capturado el / autor y conducido a la cárcel prestó declaración ante el Juez de Instrucción a quien manifestó / dónde estaban los intereses que fueron recojidos y entregados en el acto a su dueño. / En vista de este milagro realizado por la gloriosa intervención de la Santísima Virgen / de Valsordo nuestra escelsa patrona, los esposos Santos y Saturnina ya expresados deter- / minan en ofrecer a la Virgen una preciosa araña la cual obra en la Ermita. / Cebreros 15 de agosto de 1889.

Un tipo particular de exvoto que conoció gran difusión en el siglo xx es el desarrollado en revistas devotas que ciertas órdenes religiosas hicieron populares en los medios rurales de España. En una de ellas, El Mensajero de San Antonio, que se edita en Zaragoza[8] y tiene mucha difusión por la provincia de Soria y la Ribera del Duero, hay una sección fija en que se da testimonio de los donativos en metálico que envían las devotas, titulada «Gracias y favores». Si bien muchos donativos, siempre en dinero, son para hacer peticiones o bien una simple obra de caridad «para el comedor de los pobres», el título nos remite a la verdadera naturaleza con que se concibió, y así encontramos expresiones como: «agradecida», «dando gracias», «en acción de gracias», «dándole gracias al santo», «por favores recibidos», «por gracias y favores», «por aprobar exámenes», «por feliz operación», etc. (fig. 4).

En los exvotos iconográficos, sean escultóricos, pictóricos o fotográficos, casi siempre hay un texto más o menos largo, aunque he visto algunos sin texto o con un simple nombre de persona. Como en los anteriores, no suelen faltar los datos de la persona favorecida, los de quienes le ofrecen, el lugar y la fecha, y la enfermedad, accidente o cualquier otra causa que dio lugar a la petición y a la feliz intervención divina. E, incluso, algunos devotos van más allá y componen un pequeño poema para la ocasión, como es el caso de un exvoto del santuario de Santa Casilda, en La Bureba, de mediados del siglo xix (fig. 5). Por lo que se dice en el propio texto, el protagonista ofrece a la santa «esta mano»; podemos suponer que de cera, como tantas otras que había en este y otros santuarios y ermitas, por haberse curado de una rotura de brazo que sufrió al cargar un carro. En el texto se declara autor del mismo, «el que esto discurrió» dice, y manifiesta su satisfacción y agradecimiento por las muchas veces que la santa le ha favorecido:


Santa Casilda Señora

Hija de REY Toledano

Aquí os trae esta mano

Hermosísima y vella aurora:

Un devoto que os adora

Y está muy agradecido

Pues le habéis favorecido

Y aliviado de sus males,

Muchas veces por los cuales

a vos recurrió afligido.

En España con premura

Hasta la Reina hace votos

Lo mismo que otros devotos

Os visita Virgen Pura:

Sea Fraile, sea Cura,

Sea seglar o muger,

Todos dejan su quehacer

Y bienen a daros culto,

Por acojerse al indulto

De vuestro grande poder.

El que esto discurrió

Es Fernando de Aguilar,

Quien yendo un carro a cargar

un brazo se le partió.

Sucedió en la Provincia de Logroño, pueblo de Ochanduri, en / quince de Febrero de mil ochocientos cincuenta y nueve.


Hay casos que destacan por su originalidad, o por la belleza literaria o plástica del texto. Esto es bastante frecuente en los exvotos pictóricos dieciochescos, en los que los textos, trazados con excelente caligrafía y muchas abreviaturas, suelen ir dentro de artísticas cartelas barrocas. Un buen ejemplo puede ser el exvoto que Fernando Pollán ofreció a san Antonio de Padua en la iglesia de Santiago Millas (León), en el año de 1746, con motivo de un accidente de su hijo Antonio, pero que el oferente aprovecha para agradecerle otros favores que ha recibido del santo con motivo de varios accidentes, tanto de él como de sus hijos.

Durante el siglo xix, el exvoto pictórico evoluciona al compás de los cambios artísticos que se producen en España. En lo relativo a los textos, desaparecen en las primeras décadas del siglo aquellas grandes cartelas rococós, con sus textos tan cuidadosamente compuestos y llenos de abreviaturas, y son sustituidas por textos trazados en letras capitales, algunos en una cuidada cursiva escolar, que se colocan en la banda inferior del cuadro, con lo que a veces se produce el efecto de una partición poco estética. De vez en cuando, aparece alguno de estos exvotos en que el texto va más allá de lo que hemos considerado habitual, por trascender las formas más o menos estereotipadas y darnos a entender los sentimientos y las emociones que embargan a los protagonistas en momentos difíciles. Podrían ponerse muchos ejemplos. He seleccionado uno del Cristo de las Batallas de Toro, de hacia finales de siglo (1879), que representa un interior, un «retrato» familiar en una sala amueblada con una mesa y varias sillas, con el enfermo en su cama sobre la que resplandece el Cristo (fig. 6). El padre a la cabecera, la madre arrodillada a los pies reza y su plegaria se dibuja en el aire:

AL SANTÍSIMO CRISTO DE LAS BATALLAS POR NUES /

TRO HIJO FLORENCIO EN AGOSTO DE /

1879.

Debajo, en la consabida banda, se escribe el resto del texto en letras blancas sobre fondo gris, con rasgos anárquicos, con minúsculas y mayúsculas, en prosa que quiere a ratos ser verso sin conseguirlo, pero de una gran expresividad:

Con La Fiebre Ful Minante Herido Nuestro Hijo amado, a este Cristo Soverano Una Oferta Hicimos / al instante; él Cariñoso Y amante escUCHÓ La Petición; Y como en nuestra Devoción su miseri / cordia acatamos. a La Par DE este Retrato. le consagramos el Corazón. AQUÍ NOS TENÉIS / SEÑOR CON LÁGRIMAS EN LOS OJOS Y POR ÉL PUESTOS DE HINOJOS RECONOCIENDO EL / FAVOR ES JUSTA NUESTRA GRATITUZ Y AL COMPÁS DE LA VIRTUD. POR MÁS QUE EL INFIERNO LADRE TÚ / SERÁS SIEMPRE NUESTRO. PADRE Y EL CRISTO DE LA SALUZ. CARPIO GUISADO Y BERNARDA ALONSO.

También son muy abundantes los exvotos fotográficos, por lo general retratos de estudio, que en la actualidad suelen colocarse en algunos corchos sin más que el nombre del representado si acaso, pero que, a finales del siglo xix y primeras décadas del xx, en ocasiones, se incluían en un cuadro con un texto, lo que suponía una elaboración personalizada y artesanal muy representativa de la época. Uno que me sorprendió por la minuciosidad narrativa con que cuenta el suceso, propia de un militar de profesión que hace un informe, está en Nuestra Señora de Sonsoles de Ávila (fig. 7). Es uno de estos cuadros en que se aprecia el trabajo artesanal, personal, hecho con mimo de escolar. Rodeada por una orla, hay una composición presidida por tres estampas: en el centro, en color, la Virgen de Guadalupe; a su derecha, la Virgen de Sonsoles, y a su izquierda, santa Teresa. Estas dos tienen un agujero hecho por la bala que, gracias a ellas, no mató al oferente. Bajo la estampa central, está el retrato de un sargento que escribió su historia a ambos lados con letra muy clara y la firmó en mayo del año de 1937, dos meses después del suceso que estuvo a punto de causarle la muerte, y que dice:

Yo Manuel Municio Molina, sargento de transmisiones me encontraba en el frente de Brunete el sábado 6 de marzo de 1937 con motivo de la gloriosa reconquista de España. Cuando en dicho frente quedó sin comunicación una de sus líneas telefónicas y encontrándome yo solo en la centralita salí en busca de mis compañeros para reparar la avería y en el camino me detubo una bala marxista atravesándome por el lado izquierdo la guerrera, los dos jerseys, camisa, camiseta y la cartera que en el bolsillo llevava con mi documentación y las fotos de Nuestra Señora de Sonsoles y Santa Teresa de Jesús, caí al suelo y al grito que di acudieron mis compañeros en mi auxilio y cuál sería el asombro de todos al despojarme de las prendas y encontrarme la bala entre la camiseta y sin lesión alguna en mi cuerpo y sí perforado todo como lo atestiguan las presentes estampas de Nuestra Señora de Sonsoles y Santa Teresa de Jesús, y al verme ileso, exclamé como la Santa: ¡Quien a Dios tiene nada le falta! pues ellas me libraron de una muerte segura. En agradecimiento prometí venir a dar las gracias a las dos milagrosas imágenes y traer este cuadro con Nuestra Señora de Guadalupe patrona de mi pueblo, a Nuestra Señora de Sonsoles que yo no conocía y que un amigo me trajo a este santuario donde adquirí esta estampa al pasar por esta tierra al incorporarme al ejército y me puse bajo su protección la que no me ha faltado en cuanto la llevo pedido y prueba de ello es este milagro. [Firma] ¡Viva la Virgen de Sonsoles! ¡Viva Santa Teresa de Jesús! ¡Viva España! Ávila, mayo 1937.

Exvotos verbales escritos

Pocos autores se han ocupado de este tipo de exvotos. Uno de los que se ha fijado en ellos es el profesor andaluz Salvador Rodríguez Becerra, quien puntualiza: «Hay pocos exvotos-textos, salvo los que figuran junto a las pinturas y en los llamados libros de milagros [...], o aquellos en que el exvoto consistía en imprimir y divulgar el hecho portentoso atribuido a la imagen»[9], y ofrece uno de Trebujena de 1950. Ya hemos visto que el exvoto de la figura 4, del santuario de Santa Casilda, está en un papel impreso. Lo que no sabemos es si, además de este ejemplar, el devoto encargó más y los repartió o colocó en otro lugar, o qué otros medios de divulgación pudo emplear en el caso de que lo hiciera. En el santuario de Nuestra Señora de Sonsoles se conserva un exvoto verbal de este tipo (fig. 8). Es una hoja impresa, enmarcada y protegida con cristal, encabezada por un grabado de la Virgen de Sonsoles y, a continuación, un texto en prosa con esta narración:

[Imagen de Nuestra Señora de Sonsoles] El jueves 12 de julio de 1849 salió de su casa, para atender las faenas del campo, Cipriano Ponsa, hijo de D. Francisco y Dª Antonia Hernández, vecinos de Ávila, y pasada la iglesia de Santiago, le cayó una exhalación, que dejó muerto en el acto al caballo que montaba, a él gravemente herido y la ropa abrasada. El haber quedado con vida lo atribuye a que al pasar por la casa donde está estampada la Imagen de Nuestra Señora de Sonsoles rezó una salve, rogándola le librase de la recia tempestad, que amenazaba a la ciudad, y a que sus Padres y Hermanos se ocupaban en su casa en suplicar lo mismo. Puede contarse este suceso por uno de los muchos milagros que S.[u] D.[ivina] M.[ajestad] ha obrado por la intercesión de la Reina Soberana de Sonsoles; y el espresado Ponsa tiene una satisfacción en publicarlo, para el mayor aumento de la devoción a tan Sagrada Imagen.

Este texto nos muestra una composición equilibrada y sobria de un suceso dramático, sin caer en el detallismo sentimental (compárese con el protagonizado por el molinero, de este mismo santuario) y acaba con una expresa declaración del fin que solían tener estos exvotos: publicarlo para contribuir al aumento de la devoción a esa imagen.

Muy distinto es este exvoto que se halla en la ermita de San Antonio de Padua del Tiemblo (Ávila), consistente en una composición en verso de una mujer, Eusebia Fernández, seguramente analfabeta, que le dicta el poema o «verso» a Manuel Cuesta, escribiente de buena letra pero no muy ducho en las normas ortográficas del español (fig. 9). Está escrito con tinta sobre un papel vasto, y protegido con su cristal y marco dorado:


Berso escrito por Manuel Cuesta.

Bendito sea Sn Antonio,

qué santo tan milagroso,

a mí me sacó de apuros

estando malo mi esposo

sin acer menos a Dios

ni oi nuestra Virgen María

yo le pedí con ferbor

estando recién parida.

Como no savía su mal

en su cama me metí

y al saber que heran biruelas

Señor, qué me pasa a mí

me quitaron a mi niña

ebitando ese peligro

que no le dieran biruelas

al pobre del Angelito

y yo le estube asistiendo

con los trabajos del mundo

pidiéndole a Sn Antonio

me sacara de este apuro,

y lla que me e puesto buena

con mis hijos y mi Esposo

bengo a cumplir la promesa

a este santo milagroso,

y yo sí que creo que ahi Dios

bien claro lo beo ahora,

por mucho mal que se tenga

apreta pero no ahoga.

Se escribe en La Mata de Sn Pedro

el día 8 de Setiembre del Año 1914.

Eusebia Fernández.


Según se desprende del propio texto, procede del pueblo de La Mata, cercano a Torrijos, comarca del norte de la provincia de Toledo, donde ha habido mucha devoción al san Antonio de Padua de El Tiemblo.

Poético, en parte, es el siguiente exvoto de la ermita de Nuestra Señora de Castro, santuario que se levanta sobre las ruinas de Clunia, en el pueblo burgalés de Peñalba de Castro. Con una correcta ortografía y una lengua culta, el favorecido por el milagro de la Virgen expresa su agradecimiento en primera persona en tres cuartetas, y después, en tercera persona, narra el acontecimiento objetivamente, con datos concretos:

A MARÍA SANTÍSIMA DE CASTRO / En mi grave enfermedad / Que duró varias semanas, / Mi madre llena de pena / Os dirigió sus plegarias. / Ella oró por mi salud / Y os prometió una visita, / Que contritos y humillados / Cumplimos en vuestra Ermita. / Después de estar deshauciado / Me concediste salud / Hoy a vuestros pies postrado / Os muestro mi gratitud.= MANUEL TEJEDOR PÉREZ, hijo de Fernando y Ana, / natural de Hinojar del Rey, en el año de 1877 y a los 3 de edad, / sufrió un ataque cerebral que le tuvo postrado en el lecho 21 días, / durante este tiempo su madre y su madre política Adelaida Tapia, / le ofreció a visitar a Nuestra Señora e Castro, promesa que ambos / cumplen en acción de gracias por su restablecimiento y dedican / este RECUERDO (fig. 10).

En la nave de la gran ermita de Nuestra Señora de Allende el Río, situada a la entrada de Palenzuela, antes de llegar al puente que cruza el río Arlanza y que da entrada al pueblo, hay una lápida de mármol con un cerco de hierro (fig. 11), y en ella grabada la inscripción siguiente:

V. [cruz] AE. / LOS MILAGROS DE LA VIRGEN DE ALLENDE EL RÍO / EN LA PERSONA DE D. MIGUEL ALBA Y EGÜES. / FUE SALVADO MILAGROSAMENTE EL 22 DE MAYO 1868 / DEL POZO DEL PALACIO DE PALENZUELA (PALENCIA) / EL 25 DE AGOSTO 1895 DEL RÍO QUE PASA POR EL SOTO / DE ALCOLEA. TÉRMINO DE TORREJÓN DE ARDOZ (MADRID) / EL 25 DE MAYO 1900 EN EL MUELLE DE CARTAGENA (MURCIA) / DICHO SEÑOR EN AGRADECIMIENTO ROGÓ LA COLOCACIÓN / DE ESTA LÁPIDA Y SUPLICA UNA SALVE. / MÁLAGA 8 DE MAYO DE 1917.

La enmarcación del texto, o la realización de la inscripción en un material duradero[10], hace que el texto tenga más probabilidad de conservarse, aparte de su vistosidad y el carácter más o menos estético que le atribuyamos. En algunas iglesias de Europa occidental, he visto exvotos verbales escritos sobre unos modelos más o menos estandarizados de pequeñas placas de mármol. En la iglesia de Santa María (Brujas), por ejemplo, se colgaban en el muro junto a la imagen de la Virgen (fig. 12). Todos contienen textos muy breves, en flamenco o en francés, redactados de la misma forma[11] o similar, la mayoría de principios del siglo xx. Más modernos son los de la Madonna degli Orfani, de Roma, colocada hace unos setenta años en una capillita callejera que hay sobre el muro de unos espacios deportivos junto al hotel Dulcis in Fundo del Viale Trastevere, frente al Ministero della Pubblica Istruzione. Abundan las placas de mármol con la inscripción «per grazia ricevuta» o sus iniciales PGR, característica de los exvotos italianos. Hay muchos fechados en el siglo xx, pero también se ven bastantes del xxi (fig. 13). Modernos parecen también los depositados a los pies del Senhor dos Aflitos en un sencillo oratorio que hay en la torre de la Puerta dos Ferreiros de la muralla de la ciudad portuguesa de Guarda (figs. 14 y 15). Exvotos verbales grabados sobre pequeñas placas de mármol, la mayoría fechados en la primera mitad del siglo xx, había en la capilla del Santo Niño del Remedio de Madrid[12]. Eran textos breves que daban las gracias por curaciones milagrosas, y cubrían los muros de la capilla que está en la calle de los Donados, junto a la calle Arenal. En 1995, Luis Carandell, en un artículo en el diario El País, denunciaba su desaparición[13]. Según Jesús Callejo, había más de seiscientos exvotos grabados en placas de mármol, pero, en la reforma del templo que el arzobispado de Madrid realizó en 1993, desparecieron sin que, al parecer, ninguna institución los recogiera[14].

En Castilla y León, en aquellos santuarios donde se siguen depositando exvotos, abundan los fotográficos y los textos escritos, presentados ambos tipos de cualquier modo. Por no alargarme, hablaré solo de dos casos. En Nuestra Señora del Valle de Saldaña (fig. 16), en un rincón del lado del Evangelio, hacia los pies del templo y ocupado por andas y otros trastos, se ha colocado un panel de madera donde se pueden insertar unas tablillas. En ellas, algunas personas han escrito su agradecimiento. Como ya están todas escritas, otras personas dejan trozos de papel con lo mismo. En el santuario de Nuestra Señora del Henar de Cuéllar (fig. 17), en la sala de exvotos, hay un gran corcho donde se pinchan pequeñas fotografías de tamaño carnet y textos escritos sobre un folio o un trozo de papel cualquiera.

En algunas iglesias de países católicos de Europa, sobre todo en templos y santuarios urbanos, se ven a los pies de algunas imágenes devocionales (de la Virgen María y san Antonio de Padua, sobre todo) montoncitos de fotos de tamaño carnet, muchas de niños, o textos escritos en papelillos doblados (figs. 18 y 19). Por lo que he podido concluir, gran parte de los textos son peticiones que se hacen de forma anónima y muy general, como si, al dejarlas escritas a los pies de la Virgen, adquirieran una fuerza que no tuviera la petición privada, mental o vocal. En cuanto a las fotos, abundan los «ofrecimientos»[15], retratos de niños que son ofrecidos por sus padres a la Virgen para que los tenga bajo su protección.

Exvotos verbales orales

De las Cantigas de Santa María del rey Alfonso X, muchas narran milagros ocurridos en territorio español; entre ellas está la 107, que cuenta el famoso milagro segoviano de la judía Mari Saltos. Esta mujer fue acusada por sus correligionarios de caer en el error y despeñada desde una alta roca donde se levanta el santuario de Nuestra Señora de la Fuencisla, pero ella se ofreció a la Virgen María y prometió bautizarse si la salvaba. Cayó al pie de una higuera sin ningún daño, echó a andar y encontró una iglesia, donde entró y, delante de mucha gente, narró el milagro de la Virgen y fue bautizada. En la miniatura correspondiente, las dos primeras viñetas corresponden a la detención y conducción fuera de la ciudad; al fondo se ve el acueducto, para despeñarla, lo que se narra en la tercera viñeta, y en la cuarta la vemos sana al pie de la peña dando gracias a María. En la viñeta quinta (fig. 20), la mujer está dentro de una iglesia, contando el milagro a muchas personas ante el altar de la Virgen, y en la sexta y última es bautizada. Fidel Fita publicó a finales del siglo xix, entre otros testimonios de la judería de Segovia, el testimonio del fraile dominico Rodrigo de Cerrato, quien escribió que estuvo en la ciudad poco después de que sucediera el milagro y que conoció a esta mujer[16].

Hace ya muchos años, en una de las encuestas que yo llevaba a cabo con algunos alumnos del instituto de bachillerato donde impartía clase, en Tordesillas, dimos con un señor muy mayor que, entre varios romances y otras cosas, nos recitó una composición propia, que él tituló Virgen de la Guía, exvoto, y que rezaba así:


Virgen santa de la Guía

por ser tan sencilla y pura

yo te quiero con locura

y antes que a la calle salgas

con todos en procesión

escucha con atención

mis palabras tan sinceras

que te las digo de veras

con todo mi corazón.

Quiso el destino o la suerte

que enfermo en cama cayera,

por eso vengo yo a verte,

por eso estoy a tu vera,

no a pedirte, a agradecerte

el que hace diez años viste

bien cerquita de la muerte.

Ese soy yo: Donato García Sanz,

natural de Tordesillas,

que tenemos muy presente

a la Virgen de la Guía[17].


Según nos dijo, este exvoto lo había compuesto él y recitado delante de la imagen de la Virgen de la Guía en la iglesia de Santa María de Tordesillas (fig. 21), en el momento en que se disponía a salir en procesión el día de su fiesta, que es el 8 de septiembre, unos años antes de nuestra entrevista. Este tipo de composiciones, verdaderos exvotos orales, que solían ir acompañados de una ofrenda en cera o dinero, debieron de ser más frecuentes que lo que las obras publicadas de literatura popular nos muestran. En el santuario salmantino de Valdejimena, en la romería que se hace por Pentecostés, al terminar la procesión, a mediados del siglo xx se formaban corros de gentes de un mismo pueblo ante la imagen, cantaban canciones y «almas favorecidas recitan versos y dan gracias en voz alta»[18].

De mediados del siglo xx es también un exvoto doble de este tipo que está impreso en una hoja por ambas caras, pero que, según dice en el texto, fue recitado ante la imagen, dedicado a la Virgen de las Mercedes de Valdunquillo (Valladolid), que no he encontrado en la iglesia del pueblo, sino en la Biblioteca Digital de Castilla y León[19]. El oferente es Emilio Martín Cordero, de San Agustín del Pozo, pueblo zamorano próximo a Valdunquillo. La pieza consta de dos exvotos. Uno de 1952, cuando Emilio acudió el día de la fiesta, 24 de septiembre, a agradecer a la Virgen de las Mercedes el haberle curado de una grave enfermedad, y comienza así:

Oh Virgen de las Mercedes / por ser tan divina y pura / yo te quiero con locura, / y antes que a la calle salgas / con todos en procesión, / escucha con atención / mis palabras tan sinceras.

A continuación, va contando cómo cayó enfermó y los médicos lo dieron por desahuciado. Entonces, «de ti me acordé al momento / hice voto de venir / descalzo a tu procesión / si salud me concedías». Al final, expresa la alegría de sentirse recuperado, y de haber venido a cumplir su promesa. Termina haciendo otra: «… si salud me das diez años / estrenas una corona», y promete declarar su identidad en esa ocasión. Y, en efecto, volvió en 1962, el día de la fiesta, a ofrecer la corona que había prometido, proclamar su nombre y el de su pueblo, y a dar las gracias públicamente a la Virgen.

En romanceros y cancioneros se encuentran a menudo cantos de petición a la Virgen local o al santo patrón; más raros son los cantos de agradecimiento. En ambos casos, son de tipo colectivo. Es el conjunto del pueblo quien solicita o agradece, por lo general con motivo de fenómenos que afectan a todos, como sequía, tempestades, plagas, guerra, etc. Quizás lo más conocido son las fiestas votivas establecidas en el pasado precisamente para dar las gracias por haber sido salvados de uno de estos males, cuyo cumplimiento recae en la comunidad o en sus representantes. También se encuentra este tipo de milagros en cuadros de santuario que la cofradía o autoridad religiosa titular de la ermita o el santuario mandaba pintar.



NOTAS



[1] Dos veces al día, al amanecer y al mediodía, se celebraban actos de culto en los santuarios de Isis.

[2] W. Burkert, Cultos mistéricos antiguos. Madrid: Trotta, 2005, p. 35.

[3]Nunc, dea, nunc sucurre mihi- nam posse mederi / picta docet templis multa tabella tuis-, / ut mea votivas persolvens Delia voces / ante sacras lino tecta fores sedeat / bisque die resoluta comas tibi dicere laudes / insignis turba debeat in Pharia.

[4] La incubatio, en griego enkoimesis, es el «acto de dormir en un lugar sagrado en la espera de obtener una revelación sobre un problema cualquiera de un ensueño enviado por el numen local», según Luis Gil, Therapeia. La medicina popular en el mundo clásico. Madrid: Guadarrama, 1969, p. 352.

[5] Si bien el DLE no contiene esta palabra, es de uso común en ciertas disciplinas, como la historia del arte y la lingüística. Se emplea en contraposición a conceptual, y es frecuente oír y leer expresiones como arte objetual, poesía objetual, sustantivos objetuales, etc.

[6] Este autor divide todos los exvotos en narrativos (pictóricos y textos) y simbólicos (todos los demás): S. Rodríguez Becerra, «Los exvotos como expresión de las relaciones humanas con lo sobrenatural. Nuevas perspectivas desde Andalucía», en México y España. Un océano de exvotos: gracias concebidas, gracias recibidas. Zamora: Museo Etnográfico de Castilla y León, 2008, pp. 95-119, en especial p. 107. No comparto esta clasificación, pues todos los exvotos, por su propia naturaleza, son simbólicos, y en cuanto a si todos los exvotos pintados y textuales son narrativos, creo que se pueden expresar dudas, pero ello nos llevaría a recordar las diferencias entre descripción, explicación y narración, y a tratar de analizar la mezcolanza de géneros que se suele dar en los exvotos, pero no es el momento.

[7] Carácter votivo tuvo el levantamiento del monasterio de San Lorenzo del Escorial, según recuerda S. Andrés Ordax. Una tradición ha atribuido la construcción de una nueva iglesia, en el siglo xv, a la Virgen de San Lorenzo de Valladolid a un voto del noble Pedro Niño porque la Virgen salvó a su hija de la muerte; véase J. Burrieza Sánchez, La Virgen de San Lorenzo, patrona de la ciudad. Valladolid: Ayuntamiento, 2007, pp. 79-83.

[8] En el santuario y parroquia de San Antonio de Padua, que se fundó como mausoleo y convento capuchino para enterramiento de los soldados italianos muertos en la guerra civil española. Cf. http://parroquiasanantonio.asksa.es/ y http://www.santuariosanantonio.com/. Existe otra revista denominada simplemente El Mensajero, que editan los jesuitas y que, junto a El Promotor, también jesuita, ha tenido mucha difusión por Tierra de Campos.

[9]«Formas de la religiosidad popular. El exvoto: su valor histórico y etnográfico», en C. Álvarez Santaló, M. J. Buxó Rey y S. Rodríguez Becerra (coords.), La religiosidad popular I, Barcelona: Anthropos, 2003, pp. 123-134. Cita en la p. 127.

[10] En la ermita de la Virgen de Madrigal de Villahoz (Burgos), he visto varias placas metálicas con cubierta de porcelana, con sencillas inscripciones como «Tomás, Rosario y Lucia / en agradecimiento».

[11]«Dank U Maria» y la fecha, en flamenco, y «Reconnaissance a la St. Vierge» y la fecha en francés.

[12] Sobre la historia de esta reciente devoción madrileña, se puede ver el reportaje aparecido en la revista Nuevo Mundo, 07-02-1900. http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0001280188&search=&lang=es [consulta: 23-10-2015].

[13]«Yo recordaba haber visto la capilla, con su interior totalmente revestido de lápidas de mármol en las que los devotos daban las gracias por las mercedes recibidas. Muchas de ellas llevaban fechas de finales del siglo xix y principios del xx. Mi asombro fue comprobar que estas lápidas han sido retiradas al restaurar la capilla. Era una interesante colección de exvotos que ha estado allí hasta hace muy poco tiempo y que se menciona en todas las guías de Madrid. Noté que la gente de la cola estaba disgustada por la decisión de los curas o del obispado de retirar de la capilla estas muestras de la antigua devoción al Niño del Remedio: “Antes era más bonita”, “Viendo las lápidas, parece que tenía más fe”, “El lugar era, ¿cómo le diría yo?, más impactoso”». http://elpais.com/diario/1995/09/24/madrid/811941872_850215.html [consulta: 23-10-2015].

[14] Jesús Callejo, Un Madrid insólito. Guía para dejarse sorprender. Madrid: Editorial Complutense, 1997, pp. 57-58.

[15] Sobre los ofrecidos, véase mi artículo «Retratos para la Virgen. Exvotos pintados de Nuestra Señora de Serosas de Montealegre de Campos», Revista de Folklore, noviembre de 2015, n.º 405, p. 37.

[16] Fidel Fita, «La judería de Segovia. Documentos inéditos. Marisaltos, ó la hebrea de la Fuencisla. Siglo xiii». http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-judera-de-segovia-documentos-inditos-1/html/00a19b2a-82b2-11df-acc7-002185ce6064_16.html [consulta: 26-08-2015].

[17] Composición grabada en Tordesillas en el mes de abril de 1986 a Donato García Sanz, de 86 años de edad.

[18] José Sánchez Vaquero, Nuestra Señora de Valdejimena. Historia de un santuario de Castilla en tierras salmantinas. Salamanca: Centro de Estudios Salmantinos, 1958, p. 86.

[19]http://bibliotecadigital.jcyl.es/bdter/es/catalogo_imagenes/grupo.cmd?interno=S&path=10001811&presentacion=pagina&posicion=1&registrardownload=0 [consulta: 26-08-2015].



Exvotos verbales

MARTIN CRIADO, Arturo

Publicado en el año 2016 en la Revista de Folklore número 418.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz