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Revista de Folklore número

049



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ALFARERIA DE CACERES Y SALAMANCA (contornos de la Sierra de Gata)

DELGADO, Severiano / SANZ MONTERO, Domingo

Publicado en el año 1985 en la Revista de Folklore número 49 - sumario >



Para los que estamos de algún modo emparentados con las labores en torno a los menesteres del barro, conocida es la pionera y gran labor que D. Luis Cortés Vázquez hizo sobre la alfarería de la provincia de Salamanca. De esto ya hace treinta años, y es sorprendente que de los cinco centros que él contempla, sólo en uno de ellos hayan dejado de forma definitiva de trabajar, cuando lo normal es que, dentro de estas tres últimas décadas, lo hayan dejado un porcentaje más elevado de alfares.

En la provincia de Salamanca existieron en otro tiempo unos treinta centros en activo, pero por ahora nos ocuparemos nada más de los cercanos a las Sierra de Gata y La Alberca, en función de las similitudes y contactos de las producciones a través de los suministros recíprocos entre las provincias de Salamanca y Cáceres.

CESPEDOSA DE TORMES, que se escapa un poco de este área geográfica, merece la pena de incluirse, debido al alcance de sus labores, que a través de Béjar llegaron hasta el cacereño Valle del Ambroz, compitiendo con las de Arroyo de la Luz. Pródiga sobre todo en lo concerniente a su producción de cántaros y en general de piezas para agua, las cuales no tenían rival en cuanto a calidad. Amplias son las referencias que de todo lo relacionado con este centro se pueden encontrar en la publicación antes mencionada del profesor Cortés.

Cerca de Cespedosa existía otro lugar de parecida producción, pero se dedicaba a suministro local y a abastecer parte de la provincia de Avila, por lo que no nos detendremos en él, dejándolo para una posterior visita junto con el resto de alfares extinguidos de Salamanca.

Muy fácil camino es el que nos conduce a la cabeza del partido del término donde nos encontramos. Nos recibe Béjar, la industrial, encaramada y estirada en su cerro como un lagarto de teja al sol. A pesar del nombre de Olleros, que lleva una de sus calles, parece que los paños hubiesen estado de toda la vida reñidos con el barro, no conociéndose aquí nunca el oficio que nos ocupa. Los tejidos acapararon todo el mérito artesanal, dicho sea de paso que no desmerecidamente, aunque si siguiéramos por la carretera que nos ha traído, llegaríamos a Torrejoncillo, lugar también de tradición de telares y en el que se decía que "aunque en Béjar los pongan más brillo, para paños los de Torrejoncillo".

Pero, bueno, como lo nuestro es el barro y de ello vamos, olvidémoslo y sigamos nuestro andar. Nos desviamos hacía la Peña de Francia y Sequeros, según indicador de carretera. Hacia cuatro años que no llovía, y en esta primavera recién estrenada, serpenteando paralelos al río Sanguisín, nos detenemos para admirar el espectáculo que ya casi teníamos olvidado de las manchas de colores variados de las flores de los frutales, sobre el tapiz verde del campo, que rezuma agua por todas partes.

Gran falta comete quien habiendo oído hablar de ello, no conoce Miranda del Castañar. Aquí, las viejas memorias, que disfrutan del tiempo apacible, nos ratifican que no han oído hablar nunca de otros cacharros que no sean los de Zamora, Tamames, Cespedosa y Alba, que son los que aquí compraban y, según nuestros informantes, "los únicos barros que existen: para fuego, para agua y para la mesa". Acierto popular.

De los veintitrés alfares con que TAMAMES contaba en el año 1953,sólo uno queda en pie, el de los hermanos García Martín. Ultimo baluarte de la tradición en el lugar, apenas ya se hace nada. Francisco y Andrés, medallas de Mérito al Trabajo en el año 81, con 96 y 87 años cada uno, prácticamente lo han dejado. No conocemos de labor tan dilatada en este oficio y que haya justificado tanto un galardón de este tipo, que no más.

De lo variado de las labores de este centro, también da cuenta el provechoso andar de Cortés Vázquez, por lo que sólo destacamos de entre sus notas que lo principal de aquí fueron los cacharros para el fuego; sobre todo, los pucheros. De ellos, muchos viajaron a través del grato lugar de La Alberca, hasta llegar a las lumbres de todas Las Hurdes. Humildes hogares, en los que como en pocos se estimaban estos bienes materiales.

Rodeamos la Peña de Francia, cubierta su cumbre por nubes, resistiéndose a mostrar la en otra hora hermosa vista de su cima. Hoy está mermada, con perdón de la técnica, por el repetidor de la televisión. Tal vez sea mejor que las nubes no tengan prisa en marcharse y arraiguen.

CIUDAD RODRIGO siempre fue ciudad abierta, junto con Plasencia y Coria, para el comercio, y las tres consideradas como "capitales" sociales de la Sierra de Gata, al menos a nivel popular.

Los barros mirobriguenses no han visitado de manera comercial digna de mención las Sierras que tratamos. Nemesio García Pérez continúa trabajando de una manera regular, vendiendo sus productos para los alrededores y, en general, zona oeste de la provincia, donde aún se usan con bastante frecuencia.

Lo que si ha llevado Ciudad Rodrigo más cerca de la Sierra de Gata, ha sido mano de obra. Juan Domínguez, después de trabajar aquí y en Portugal, llevó el oficio a EL BODON, donde enseñó a Primitivo Santos, natural del lugar, la base del oficio que más tarde amplió en C. Rodrigo. Pucheros, cazuelas, barreños, botijos, cántaros, tiestos y juguetes apenas difieren de los de C. Rodrigo, salvo en la calidad y tipo de barro. Hace quince años, dejó de funcionar el obrador de este lugar.

Desconocida es la antigüedad de la tradición alfarera de la localidad de FUENTEGUINALDO. En su término, restos celtibéricos que bien pudieran ser, por qué no, coetáneos del oficio en el lugar.

Veintiséis años hace que dejó de faenar la rueda de Fernando Marcos, último representante del gremio. Hace setenta años, había cinco familias dedicadas al oficio, agrupadas en el barrio. Las producciones, en general, no destacan de las realizadas en centros cercanos, siendo dignas de mención: las ollas para mondongo, las cántaras para vino, los botijos de pega y los jarrones llamados de lujo.

El tratamiento del barro, casi exacto al de los centros extremeños, incluso en el acabado de algunas piezas: enchinadas con "espejuelo" (mica) o bruñidas con piedra de río o en los últimos años con bombillas desechadas. Nunca usaron de forma comercial el vidriado.

Abandonamos la provincia de Salamanca a través del Puerto de Perales, para internarnos en la vecina de Cáceres. El rincón Noroeste de ésta, lo ocupa la comarca denominada Sierra de Gata. Su capital es Hoyos y agrupa a una serie de pueblos que pertenecieron en su mayoría a la Orden de Alcántara. Los entramados de madera y el granito, armonizan formando peculiares conjuntos, sabrosas plazas y calles de gran belleza. Importante y de calidad es en este rincón extremeño el aceite. Sus huertos producen gran variedad de frutos, llegando a sorprender el naranjo. En sus pueblos, artesanos de la madera, la cestería, el encaje...y hubo artesanos del barro.

En la parte más occidental de la descrita, se encuentra el pueblo de VALVERDE DEL FRESNO. Un hombre del lugar, trajo hace un siglo el oficio que aprendió en Zarza la Mayor. Sus descendientes fueron continuadores de él y hasta hace treinta años se mantuvo la actividad. Posteriormente se dedicaron a comprar en Zarza y Montehermoso material para vender en esta localidad.

Pucheros y ollas destacaban en la producción. El horno no era de mucha altura y cuando cargaban, suplementaban sus paredes si ello era necesario, con tiestos de cacharros rotos de anteriores hornadas y barro. La producción se comercializaba en la localidad y pueblos cercanos.

GATA tuvo una gran importancia como plaza fuerte. En lo alto de una loma cercana, se encuentran los restos del castillo de Almenara, llamado "Almenarilla" por los árabes, sus constructores y considerado como el mejor y más útil de los interesantes y abundantes baluartes de esta Sierra. Tal vez sea el pueblo más representativo de la arquitectura de esta zona.

Jesús García Sánchez fue el último alfarero de Gata y las técnicas y formas fueron las mismas que más adelante describiremos en Torre de Don Miguel, con las siguientes excepciones: el barro fuerte, una vez cribado, se echaba en el "barrero" (media tinaja) y después de batido se sacaba y mezclaba con el flojo (este último en seco), quedando listo para su torneo. Se usaba mucho del alcohol de hoja. También las labores destacaban en parte de las de Torre; modelado de imaginería y figuras decorativas, con y sin molde y piezas para uso de gran creatividad tales como loza para servicio de mesa, soperas de leche. azucareros, barreñones, etc.

Como nota curiosa mencionaremos el hecho de que en invierno llevaban las piezas ya elaboradas, al local del horno de pan del pueblo para su secado.

Teodoro García Sánchez, hijo del alfarero de Gata, hace treinta años que instaló su taller en TORRE DE DON MIGUEL. La técnica era básicamente la aprendida de su padre y de él también heredó la habilidad del modelado.

Sus labores siempre han sido bastante inconstantes, por alternarlas con mucha frecuencia con las tareas del campo, que por esta rica zona son más rentables que las del alfar. Emigró hace trece años a Bilbao, donde sufrió un accidente laboral que le afectó a una mano, viéndose por esto disminuido para su tradicional oficio, al menos de manera oficial, porque lo cierto es que aún, debido a su gran amor al barro, realiza si no tiene otro trabajo que hacer, alguna que otra pieza de encargo. Con mucho esfuerzo y alguna limitación. Con gran acierto, Cortés Vázquez menciona que en pocos oficios se requiere tanta integridad física para su ejecución como en éste de la alfarería.

El recinto del alfar es en su conjunto, de gran belleza, espacioso y con un horno que es una representación más de la arquitectura popular de la Sierra.

Un alfarero procedente de Portugal, fue a Zarza la Mayor en el año 1925, donde trabajó como albañil y se casó. En el 1929, se trasladó a la localidad de HERNAN PEREZ, donde debido a la escasez de trabajos de albañilería instaló un alfar en el que trabajaba durante los meses menos duros, alternando con su otro oficio. Murió hace veintidós años y lo realizado no difiere de modo notable con lo que por esta parte de Cáceres hemos ido viendo.

El alfar estaba ubicado en el zaguán de la vivienda. Los barros, blancos y rojos de la dehesa, se transportaban en burro al alfar, donde se machaban y mezclaban. Al formar la pella y para la ejecución de ciertas piezas, espolvoreaban en seco una pequeña cantidad de tierra amarillenta para que al cocer no ennegreciesen.

Cántaros, barriles, pucheros, "cagilones" (pucheros grandes), tinajas para agua, barriles de campo, eran las piezas de uso más corrientes que realizaban y se vendía en el lugar y a veces el propio alfarero salía a vender por las cercanas Hurdes, donde era corriente que el pago que recibía por su mercancía, fuese el de castañas, en la medida de la capacidad de cada pieza.

Nos acercamos ya a Las Hurdes y nos asomamos a las páginas del viaje de Ponz a esta zona a finales del siglo XVIII: "...cerca de Portugal, ha exercitado la fantasía y curiosidad de muchos acerca de su descubrimiento, y sobre si era un país incógnito, sin noticias de nuestra religión". "En pueblos más distantes eran mayores las patrañas, creyendo que los moradores de Batuecas eran salvages, sin conocimiento de más mundo que aquel y que veneraban al demonio". "El Padre Feyjoo recogió cuanto le hacia el caso para demostrar, que el país incógnito de las Batuecas, era un ente de razón Y justamente se admira de las falsedades que de él se contaron". "...sus aguas... se crían en ellas regaladas truchas, y en las márgenes, mayormente después de las avenidas, se encuentran granos de oro". "También tienen guarido en estas breñas venados, jabalies, lobos, zorras, garduños, gatos de algabia".

En CAMINOMORISCO, Basilio Gómez Domínguez, tejero, nos cuenta que hace veinticinco años y dentro de un programa que para desarrollo de Las Hurdes se llevó a cabo, vinieron aquí a impartir enseñanza de varios oficios. Entre ellos y tal vez por existir tejar, trajeron un maestro de Alba de Tormes para enseñar el oficio de la alfarería. Hasta ese momento, los tejeros fabricaban los pocos y toscos cacharros que para ellos necesitaban, cántaros y botijos que no llegaban a comercializar. Durante dos meses se impartieron clases y nuestro informante fue el que más provecho sacó por su conocimiento de la materia. No obstante, el oficio nunca llegó a arraigar, ya que el barro de los lugares cercanos no era bueno para estas labores y el traerlo de sitios más lejanos no interesaba comercialmente, por lo que Basilio volvió a su trabajo tradicional.

Hasta hace unos ochenta años se trabajó también en CASAR DE PALOMERO, pero hasta este momento no tenemos datos que no sean los del emplazamiento del alfar.

Salimos de Las Hurdes a través del Puerto del Gamo, en cuyo alto está ubicada una ermita dedicada a la Santa Cruz. Hermoso lugar esta puerta hurdana. Nos despedimos para nuestros adentros de estos " mares de montañas" donde reina la pizarra y clama la piedra, a decir del buen conocedor de esta tierra Juan A. Pérez Mateos.

Un descenso rápido nos lleva hasta el pueblo de MOHEDAS DE GRANADILLA. Existió aquí oficio durante un periodo de doce años. Comenzó con la llegada de Ezequiel Rangel en el año 1934. Este hombre provenía de Zarza la Mayor y después de ejercer en diversos centros de la zona Oeste de la provincia, asentóse en este lugar. A su muerte, un hijo suyo continuó durante algunos años más, esto hasta el año 1946, en que murió sin dejar descendientes que llegasen a aprender el oficio. Los acabados de la producción a veces eran de vidriado, las menos de enchinado y las más, de basto.

Aún se conservan a pesar del tiempo transcurrido, los restos del alfar, situado a la afueras del pueblo y construido enteramente de pizarra.

Continuamos hacia AHIGAL, donde Pablo García Esteban dejó de trabajar hace cinco años, aunque bien es verdad que este paro tal vez sea transitorio, ya que es posible que su hijo continúe la labor. Pablo dejó de trabajar por un motivo que no es con el que nos solemos encontrar de manera habitual, es más, debe ser único.

Al morir un curandero de mucha tradición y conocido en el lugar de Casar de Palomero, dejó dicho según nos cuenta Pablo, y esto es conocido por las gentes de la zona, que en breve tiempo surgiría otra persona que le reemplazaría en estas tareas del sanar. Pues bien, hace cinco años, sin ningún antecedente de estos conocimientos y de manera espontánea, nuestro hombre, pariente del mencionado curandero, se vio con la facilidad de poder sanar males a través del uso de hierbas. Desde entonces, y con una habilidad que a él no sorprende ni valora de modo extraordinario por considerarlo natural, cura muchas enfermedades de las que aquejan a sus vecinos y a gentes que cada día con más frecuencia y de más lejanos lugares vienen a visitarle.

Dejamos este hecho, relacionado con la medicina popular en uno de sus aspectos, el natural, para volver a dar cuenta de lo que este nuevo sanador hizo cuando se las veía con el barro. Su padre era tejero y él aprendió el oficio de un maestro de Plasencia hace unos cincuenta años. Los barros, rojo y blanco, los traían del término de Guijo de Granadilla y mezclaban en proporción de dos del primero y uno del segundo. Machaban, batían en el pilón y pasaban a través de escobas a las eras, donde reposaba, sangrando el agua sobrante. El combustible era de jara para el caldeo y escoba para avivar. Para ver el estado de la cocción cuando metían material vidriado, se servían de un trozo de corcho que pinchado al extremo de una varilla e introducido en el horno por una tronera que a tal efecto dejaban, combustionaba, dando su llama luz suficiente para ver y determinar el estado del mineral.

José Monje cerró el taller hace seis años. Procede su conocimiento de su fugar de origen, Salvatierra de los Barros, de donde lo trajo a fa localidad de GUIJO DE GRANADILLA. Vino en principio a trabajar en las obras del pantano de Gabriel y Galán, de esto hace diecisiete años. Abrió el alfar y llegó a enseñar a un hijo suyo, pero posteriormente lo dejaron y ahora se dedican a comprar material en otros centros y venderlo por estos lugares.

Cerramos este pequeño andar en torno a las Sierras de separación entre Salamanca y Cáceres, mencionando que curiosamente y en contra de lo que ocurre en otras zonas de nuestra geografía, aquí, y en general en la zona occidental de España, los accidentes geográficos no son suficiente para alterar las similitudes de procesos, formas y léxicos del oficio de la alfarería.

___________

LEXICO

Acribar: Cribar el barro después de molido (Cespedosa).
Adrear: Colocar las piezas por clases (Tamames).
Ahiguerá: Cantidad de leña que coge de una sola vez el jurgonero (Cespedosa).
Alvedrío: Vidriado. (De uso general en los centros cacereños.)
Amollecer: Ablandar el barro (Torre y Gata).
Amorosear: Sobar el bolo (Cespedosa).
Arbol: Eje del torno o rueda (C. Rodrigo).
Arrengar: Bajarse el barro por no estar suficientemente amoroseado (Cespedosa).
Asedá: Pieza con alguna hienda o fisura (C. Rodrigo).
Atronao: Pieza con alguna rotura (Tamames).
Avioneras: Agujeros de comunicación entre la caldera y el horno (Cespedosa y Torre).
Barda: Roble (Tamames y en general Sur de Salamanca).
Barrera: Lugar comunal para la extracción del barro (Cespedosa y Tamames).
Barrero: Almacén para guardar el barro una vez extraído (Cespedosa y Tamames).
Batidera: Tabla para batir el barro en el pilón (C. Rodrigo).
Betume: Cierto tipo de barro fino (Valverde).
Bolo: Porción de barro lista para su manejo en la rueda (Cespedosa y Tamames).
Botijero: Nombre tradicional del oficio de alfarero (Torre D.Miguel).
Bramá: Pieza abierta por defecto de secado (Tamames). Rota en la cocción (C. Rodrigo).
Brocal: Boca de cántaro u otra pieza (Cespedosa).
Cabecera: Rueda superior del torno (Cespedosa y Tamames).
Cacharrero: Nombré tradicional del oficio de alfarero (Mohedas y Ahigal).
Cantarero: Id. Id. (Cespedosa).
Carquesa: Criba o tamiz (Valverde del Fresno).
Ceazo: Criba usada para tamizar el barro, una vez molido (Cespedosa).
Cernido: Cribar el barro después de machado (Tamames).
Cogolmo: Suplemento a base de tiestos y barro con que se aumentaba la altura del horno (Valverde del Fresno).
Coladero: Conjunto de pilas para preparado del barro (C. Rodrigo).
Colador: Pila grande del coladero (C. Rodrigo).
Concha: Tipo de barro fuerte (Tamames).
Corcha: Trozo de corcho que servía para comprobar el estado de las cocciones de material vidriado (Torre D. Miguel).
Correa: Trozo de badana o cuero fino usado para alisar las bocas de las piezas (Ahigal).
Criba: Tradicionalmente, retamas que hacían las veces de fino cedazo en el que colaba el barro (General de Cáceres).
Cuerda: Trozo de alambre o cuerda fina usado para separar las piezas del torno (Torre D. Miguel).
Chinarro: Piedras menudas que en la operación de cribar, quedan en el ceazo (Cespedosa).
Descabezar: Limpieza de hierbas, chinas y arenas orgánicas, en la superficie del terreno, antes de la extracción del barro (Tamames).
Desmontar: Igual definición que la anterior (C. Rodrigo).
Eje: Pieza de unión entre el vuelo y el rodal de la rueda (Torre D. Miguel).
Embrocar: Poner las piezas boca abajo para que seque el hondón (Tamames).
Enasao: Poner las asas (en general).
Encañar: Colocar las piezas dentro del horno para su cocción (en general, en Salamanca).
Enchinao: Tipo de decoración de algunas piezas, consistente en la incrustación de pequeños fragmentos de guijarros en la pieza, antes de secar (Torre D. Miguel y Gata).
Enjornar: Colocar las piezas dentro del horno para su cocción (de uso general en los centros de Cáceres).
Era: Conjunto de pilas para la preparación del barro (Ahigal).
Escabezar: Limpieza del terreno donde se va a proceder a extraer barro (Cespedosa).
Espiritu: Cierto tipo de barro fino (Valverde del Fresno).
Fenefas: Adornos incisos que en el romo se hacen sobre la pieza (de común denominación en los centros mencionados).
Gobernar: Mezclar el polvo con el agua para su amasado (Cespedosa).
Grancia: Lo que queda en el cribo y se mezcla con agua para que con su amasado con el polvo se obtenga el barro (Tamames). Impurezas que quedan depositadas en el fondo del pilón (C. Rodrigo).
Hornilla: Caldera del horno (Torre D. Miguel).
Hueco: Lugar donde se enjornan o colocan las piezas para su cocción (Torre D. Miguel).
Jarriza: Pieza excesivamente cocida (Cespedosa).
Jerreño: Color Oscuro del barro por exceso de cocción (Hernán Pérez).
Jurgonero: Horquilla que se usa para meter la leña en la caldera del horno (Cespedosa).
Lasca: Amasadero. Pieza de pizarra o lancha que descansa sobre base de fábrica de ladrillo (Valverde del Fresno).
Machar: Moler el barro (Tamames).
Manotada: Conjunto de piezas abiertas, metidas unas dentro de otras para ahorro de espacio en el horno (Tamames).
Mastro: Mazo de madera usado para machar el barro (Hernán Pérez).
Mazón: Id. Id. (Gara).
Monte: Nombre genérico dado a escobas, retamas y brezo usado como combustible para el horno (Gata).
0reao: Secado del barro después de extraído (Cespedosa).
Palo de hondón: Palo usado para cortar las sobras de la base de la pieza, antes de retirarla del romo (Cespedosa).
Paseo: Pasillo que circunda la parte superior del hueco (Torre D. Miguel).
Pella: Porción de barro listo para su soba (Cespedosa y Tamames).
Pelleja: Trozo de badana para alisar la pieza durante su ejecución (Tamames, Gata y Torre D. Miguel).
Pilón: Pila pequeña del coladero (C. Rodrigo).
Platillo: Tercio superior del cántaro (C. Rodrigo, Tamames y Cespedosa).
Polvo: Barro limpio y útil para su amasado (Cespedosa).
Porro: Mazo de madera para machar el barro (Tamames).
Portal: Entrada al recinto del alfar, donde están situadas las pilas del barro (Torre D. Miguel).
Púa: Palo usado para cortar las sobras de la base de la pieza, antes de retirarla del torno (C. Rodrigo y Tamames).
Pucherero: Nombre tradicional del oficio de alfarero (Tamames y Hernán Pérez).
Rangua: Base sobre la que gira el eje del torno (Torre D. Miguel).
Rebabas: Barro sobrante del bolo, una vez realizada la pieza (Cespedosa).
Retejón: Cubierta que se realiza sobre las últimas piezas colocadas en el horno, a base de cacharros rotos (Cespedosa).
Rodal: Rueda superior del torno (C. Rodrigo y Torre D. Miguel).
Rueda. Torno (C. Rodrigo, Tamames, Cespedosa, Gata y Torre D. Miguel).
Sobao: Amasado con las manos de la pella para formar los bolos (Cespedosa y C. Rodrigo).
Socochar: Primera cocción (Tamames).
Solear: Secar al sol .(Torre D. Miguel).
Saleta: Trozo de madera, para al tornear dar forma a la pieza (Cespedosa). Trozo de cuero duro o suela para el mismo fin .(Gata y Torre D. Miguel).
Tabla: Para batido del barro en las pilas (centros cacereños).
Tacón: Trozo de madera, para al tornear, dar forma a la pieza (C. Rodrigo y Tamames).
Tejones: Cubierta que se realiza sobre las últimas piezas colocadas en el horno, a base de piezas rotas (Tamames y C. Rodrigo).
Tenao: Habitación situada en la parte superior del alfar, para secado y almacén (Torre de D. Miguel).
Tiesto: Los dos tercios inferiores del cántaro (Cespedosa, Tamames y C. Rodrigo). En la provincia de Cáceres, en general, pieza rota. Recipiente donde se humedecen las manos durante la ejecución de la pieza (Torre D. Miguel).
Tortear: Sobar el bolo (Tamames).
Triste: Pieza que sale después de la cocción, ahumada (C. Rodrigo).
Vaqueta: Trozo de badana para alisar la pieza (Cespedosa y C.Rodrigo).
Vidriao: Vidriado (en general, en la provincia de Salamanca).
Ventanal: Aberturas para aireación, situadas en la parte superior del conjunto del horno (Torre D. Miguel).
Vioneras: Orificios de comunicación entre la caldera y el horno (C. Rodrigo).
Volandera. Rueda inferior del torno (C. Rodrigo).
Vuelo: Rueda inferior del torno (Tamames y Torre D. Miguel).




ALFARERIA DE CACERES Y SALAMANCA (contornos de la Sierra de Gata)

DELGADO, Severiano / SANZ MONTERO, Domingo

Publicado en el año 1985 en la Revista de Folklore número 49.

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