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Revista de Folklore número

484



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Ventas, ventorros y ventorrillos

RODRIGUEZ PLASENCIA, José Luis

Publicado en el año 2022 en la Revista de Folklore número 484 - sumario >



No hay ningún río sin puente,
ni camino sin vereda,
ni vereda sin parada,
ni parada sin su Venta.
Copla

Cuando viajamos por las carreteras o autovías de la geografía hispana es fácil toparse con algún mesón, venta o restaurante donde descansar nuestro cuerpo tras un largo trayecto o reponer fuerzas con una buena comida. Ahora nos resulta sencillo recorrer estos caminos, debido a los modernos medios de transporte con que contamos actualmente, pero antaño las distancias eran mayores y para recorrer los kilómetros que separaban algunos municipios había que dedicarles un día entero, muchas veces expuestos a fuertes lluvias, a calores extremos o, incluso, a salteadores de caminos. Circunstancias que obligaban a parar y buscar refugio en las ventas o mesones construidos en las antiguas carreteras, donde el viajero encontraba cobijo, comida y cama, de ahí que muchas veces en torno a ellas surgieran pueblos enteros, atraídos por el fluir constante de viajeros, que roturaron sus tierras y construyeron allí sus viviendas. Pero estos establecimientos eran conocidos desde antiguo con otros nombres o características. Como se lee en la Wikipedia –Posada, establecimiento– más allá de la hospitalidad «recomendada y practicada en Occidente desde la Grecia Clásica dando posada privada o pública al viajero», o de la máxima cristiana de dar «posada al peregrino», la posada como establecimiento oficial –caupona, de la que se encargaba el caupo– se sitúa en la época de Augusto, como punto de parada o pausa –parador– en el camino, aunque «el sentido práctico de la política romana apuntaba más a la seguridad de los correos imperiales y al puesto de posta –para alimentar, descansar o cambiar las caballerías– que a la necesidad de los posibles viajeros de la época».

Por su parte, Rosario Baños Oliver, Francisco Salgado Vázquez y Juan Carlos Molina Gaitán, p. 551 –tras indicar que las primeras referencias a establecimientos vinculados al camino datan de la época íbera en la que se construyeron grandes santuarios situados estratégicamente junto al camino en las rutas tradicionales «con la doble finalidad de servir de referencia y dar cobijo a los viajeros y agradecer a la deidad haber llegado a salvo, tras recorrer rutas colmadas de peligros»– añaden que fueron los romanos quienes establecieron un importante sistema de comunicaciones con un servicio de correos y postas perfectamente estructurados que contaba con tres clases de estaciones a lo largo del camino: La mutatio –albergue destinado al cambio de carruaje, cambios de tiros y sillas que estaban al servicio de los correos y podrían considerarse predecesoras de las casas de postas–, la mansio –como asiento permanente, precedente de las actuales ventas– y la statio, una residencia o albergue, puestos de vigilancia militar con el fin de proteger el camino de bandoleros. «Todas estas construcciones estaban dotadas de víveres y servicios para los caballos, poseían un gran patio, habitaciones para los viajeros, así como cuadras y establos. Su uso estaba limitado casi exclusivamente a funcionarios, militares romanos y hombres de negocios».

Los autores antes citados añaden que en el mundo islámico también era frecuente la existencia de construcciones destinadas al albergue y alimentación de los viajeros. Los árabes jalonaron sus vías con manziles, o de caravasares un tipo de edificación surgidos en los principales caminos donde las caravanas que hacían viajes de muchas jornadas podían pernoctar y descansar tanto viajeros como animales. Según algunos estudiosos, se les considera como los verdaderos antecedentes de los modernos hoteles y hostales de carretera

Mas, en España, como en otras partes, el fin de las ventas que pueden asociarse con los mesones o las posadas no fue únicamente el servir como lugar de cobijo para los viajeros, que podían verse «expuestos a las injurias del tiempo», sino también a los ataques de bandoleros, como la famosa cuadrilla de «los siete niños de Écija», que se mostró muy activa en las proximidades de la sevillana Écija entre los años 1814 y 1818, llegando a dominar la carretera general entre Sevilla y Córdoba. Y aunque en sus inicios fuera una guerrilla patriótica que se constituyó en 1808 para luchar contra los franceses, acabó degenerando en cuadrilla de bandoleros al mando del capitán Luis de Vargas. A ellos alude el poeta sevillano Fernando Villalón en su poema Diligencia de Carmona:

Diligencia de Carmona,
la que por la vega pasas
caminito de Sevilla
con siete mulas castañas,
cruza pronto los palmares,
no hagas alto en las posadas
mira que tus huellas huellan
siete ladrones de fama.

En el mismo poema dice que cuando los siete bandoleros –Tragabuches, Juan Repiso, Satanás y Malafacha, Jose Candio, el Cencerro y el capitán Luís de Vargas– bajaban por los alcores del Viso y se detienen en la posta, uno de ellos se dirige al ventero diciéndole «echa vino, montañés / que lo paga Luis de Vargas».

María Luisas Torre García –en el apartado Comerciantes montañeses en Andalucía. S. xviii y xix, p. 25– dice que no hay duda de muchos de los montañeses que emigraron a Andalucía cosecharon fortuna, prestigio y poder, mientras las clases más humildes les siguieron en estas andanzas y que será en estos momentos cuando se acuñe la imagen prototípica del montañés que hizo fortuna por esas tierras gracias a las tiendas o tabernas. Y añade: «Existe una dualidad en el uso del término tabernero para referirse al montañés que se emplea en uno de estos establecimientos. La razón principal es que el vino, producto más demandado en las tabernas, era al mismo tiempo uno de los productos estrellas de las tiendas de comestibles, creando esta doble acepción del término».

La antigüedad de las ventas en España se manifiesta desde antiguo en algunas obras literarias. Así, en el Libro del Buen Amor del Arcipreste de Hita, Juan Ruiz hace referencia a la Venta Cornejo o de Cornejo donde, según dice, durmió en 1329. Sin embargo, no se han encontrado aún restos de la que fuera alberguería o venta de la serrana de armas tomar –a la que llama Chata de Malangosto– que le asaltó «donde se asoma el rostro» –verso 959–, es decir, en la cumbre misma del puerto, cuando se divisa la otra falda de la sierra.

Juan de Timoneda en El sobremesa y alivio de caminantes, en el cuento xvii de la 1ª parte, p. 178, escribe:

Vino un gentilhombre de la corte a posar en una venta, que la ventera era viuda, la cual tenía una hija de quince años, y como fuese en invierno, ya después de haber cenado, estándose todos calentándose alrededor del fuego, dio la ventera: ‘¿Qué hay de nuevo en la Corte, señor’? El gentilhombre por reír le respondió: ‘Lo que ay de nuevo, señora, es que ha mandado su Majestad, por falta que hay de gente para la guerra, que las mujeres ancianas casen con mancebos, y las mozas con hombres ancianos’. ‘Ay’, dijo la hija, ‘en verdad, señor, que su Majestad no hace lo que debe, ni parece bien ese mandamiento’. Respondió la ventera: ‘Calla, rapaza, no digas eso, que lo que su Majestad manda está bien mandado, y parecerá bien a todo el mundo, y Dios le alargue la vida’.

Cervantes en el Quijote también hace mención en diferentes capítulos a las ventas que fueron el escenario de las venturas y desventuras del Caballero de la Triste Figura. Así en el capítulo 2º de la 1ª parte, se dice que Don Quijote que … «anduvo todo aquel día, y al anochecer, su rocín y él se hallaron cansados y muertos de hambre; y que mirando a todas partes, por ver si descubriría algún castillo o alguna majada de pastores donde recogerse, y adonde pudiese remediar su mucha necesidad, vió no lejos del camino por donde iba una venta, que fue como si viera una estrella, que a los portales, si no a los alcázares de su redención, le encaminaba». Y donde finalmente será armado caballero. Venta-castillo que algunos investigadores y cronistas han querido identificar con la venta Quesada. Sin embargo, según puede leerse en abc.es (actualizado a 4 de junio de 2014) el historiador y archivero Francisco Javier Escudero y la arqueóloga Isabel Sánchez Duque han creído localizar ese lugar en una venta medieval que estuvo abierta durante más de dos siglos junto a la actual ermita de Manjavacas, en el término municipal conquense de Mota del Cuervo. «A mediados del siglo xv, el comendador de Vejezate tenía en Manjavacas una pequeña dehesilla para la cría de ganado mayor, una ermita y una venta en la que se cobraba el portazgo a los caminantes que cruzaban y que sería en la que Don Quijote se armó caballero» y como era el único establecimiento que había en el camino de Toledo a Murcia –asegura Escudero– «la lógica nos lleva a pensar que Cervantes pasó por allí varias veces».

Sin embargo, tanto los dichos populares como la literatura nos han dejado infinidad de testimonios sobre la mala fama que tenían las antiguas ventas, ventorrillos y mesones, con alusiones tanto a la incomodidad de sus alojamientos como a la mala calidad de los productos que allí se ofertaban. O incluso sobre el mal carácter de venteros y mesoneros.

Así, en el refrán «En venta y bodegón, paga a discreción», revela la necesidad de pagar en estos lugares lo que quiera el ventero o bodegonero. O en la frase figurada y familiar Ser una venta se explica lo caro que cobraban en estos lugares. Y si querías ser tratado bien «Cuando fueses a la venta, la ventera sea tu parienta» o «En casas y en la venta, ten a la mujer por parienta».

Mateo Alemán, en su Guzmán de Alfarache hace varias veces mención a ventas y venteros. Así, en el capítulo V de la 1ª parte, reseña Lo que a Guzmán de Alfarache de aconteció en Cantillana con un mesonero: «Llevóme al mesón del mayor ladrón que se hallaba en la comarca. donde no menos hubo de qué hacerte plato con que puedas entretener el tiempo, y por saltar de la sartén caí en la brasa, di en Scila huyendo del Caribdis».

Y en el capítulo III de la 2ª parte, Guzmán dice: «Sali de ladrón y di en ventero».

Otro de nuestros clásicos que atacó de firme a los venteros fue Francisco de Quevedo. Así, en la Premática del tiempo: «Primeramente, informado de los grandes robos y latrocinio que de ordinario se hacen en ventas, mandamos que nadie sea atrevido de aquí adelante a llamarlas ventas, sino hurtos, pues en ellas hurtan más que venden, so pena de que las haya menester el que a lo tal no obedeciere».

En una de sus letrillas satíricas:

Toda esta vida es hurtar,
no es el ser ladrón afrenta,
que como este mundo es venta,
en él es proprio el robar.

Y en el Entremés de la Venta, la moza canta:

Ventero murió mi padre;
Satanás se lo llevó,
porque no piense el Infierno
que hubo sólo un ladrón.

Por su parte, Salazar Rincón recoge esta poesía de Gabriel León de Marchante:

La comida de la venta
como siempre puerca y cara,
porque el ventero era Caco
y la ventera era caca.

En mi libro De tomo y lomo recojo la expresión Dar gato por liebre, que se emplea para referirse a quienes desfiguran una cosa y la hacen pasar por otra. Su origen, como el de muchos otros del decir popular es desconocido, Covarrubias, sin embargo, cree que hallarlo en la costumbre que tenían los venteros y mesoneros de su época e incluso de épocas anteriores y posteriores, de vender a los viajeros gato guisado como si fuera liebre, o asno adobado por ternera, como descubren estos versos anónimos:

–¡Ah de la casa!
–Puede entrar
a la venta el forastero.
–¿Qué hay de comer,
señor ventero?
–Si quiere, iré por un par
de huevos al gallinero.
Y de aquel tasajo tan rico
de la otra vez, hoy no tiene?
–¡Pobre de nosotros – dijo el chico.
¡Si cada vez que usted viene
se nos muriera un borrico!

En Como el enano de la venta recogía la explicación que Vicente Espinel –en su Diccionario ilustrado de frases célebres y citas literarias–, daba a este dicho, al que hacía referencia Luis Montoto en Personas, personajes y personajillos:

Dicese de la persona que amenaza con hacer o decir algo de suma importancia, tratando de atemorizar a aquel a quien se dirige, y, cuando éste, agotada su paciencia, lo reta para que se ejecute su amenaza, hállase con que todo era ‘flatus vocis’. Así aconteció en una venta, allá por tiempos de Maricastaña. Cuando los viandantes, arrieros, estudiantes y mozas de la llana, en su mayor número, o andaban a la greña o íbanse de las manos, o negábanse a pagar al ventero la costa hecha, asomaba por la venta una cabeza fenomenal de un ser que, por las apariencias, recordaba al gigante Goliat, y con voces estentóreas decía: ‘¡Si bajo!’, ‘¡Si voy allá!’, con que amenazaba a los alborotadores, y el ventero cobraba lo que pedía. Pero aconteció que un mozo de pelo en pecho no se intimidó, y al grito de ‘¡Si bajo!’ hubo de replicar. ‘¡Baje vuestra merced, señor guapo!’ Bajó en efecto, el que todos disputaban como un Caraculiambro, y se vio, con risa y chacota de los circundantes que, que el temido gigantón era un enanillo despreciable.

Juan Eugenio Haztzenbusch sitúa el hecho –más ampliado– en una venta que, según él, se llamaba «del Candil».

Igualmente, recojo «Tomar o echar la espuela», que significa echar el último trago los que han bebido antes venta, colmado o taberna.

Según algunos investigadores, el origen de este dicho hay que buscarlo en la costumbre que tenían algunos acérrimos bebedores de tomar la última copa, el último trago, ya montados sobre su cabalgadura, y antes de picar espuelas. Aunque más correctamente el dicho debería ser «Tomar, o echar, la (copa) de la espuela».

También se dice: «Hombre a caballo, en cada venta echa un trago».

Y para concluir este apartado:

Cojo la vara y mi carro,
y voy por la carretera,
no hay venta que no me pare
y moza que no me quiera.

El Diccionario Geográfico de España, publicado por primera vez en 1958 por la Editorial Prensa Gráfica de Madrid y reeditado posteriormente en 1960 por la Editorial del Movimiento como actualización del ya célebre Diccionario Geográfico de Pascual Madoz, recoge en doce páginas –desde la 758 a la 769, ambas inclusive– un sinfín de nombres de ventas, ventorros y ventorrillos, con su ubicación a lo largo de la geografía española, con la salvedad de que no menciona el porqué del nombre de los mismos. Ello me llevó a indagar en otras publicaciones –especialmente en la Wikipedia– y a solicitar información en las ventas que actualmente siguen activas –conservando los antiguos nombres– y en los Ayuntamientos o Bibliotecas de las localidades mencionadas en el Diccionario. De estas instituciones, algunas pudieron darme información, aunque fueron más las que no supieron el porqué de los nombres que les mencionaba, como Venta del Señorito, en Cartagena, Murcia, Venta del Niño en Cóbdar, Almería, o Venta Levita, en Serón, también en Almería, entre otras. Tal vez porque tras la modernización de los medios de trasporte y la caída en desuso de dichos establecimientos y su posterior abandono y deterioro, la falta de curiosidad o interés sobre los mismos, llevó a que con el tiempo se olvidasen sus orígenes, el nombre de sus dueños y el porqué de los nombres con que se conocían desde antiguo.

Con mis indagaciones he conseguido identificar las ventas, ventorros y ventorrillos que a continuación relaciono, con la esperanza de que, al menos, no se pierdan sus orígenes y el porqué de sus denominaciones.

ÁLAMO, VENTA DEL.- Dúrcal, Granada.

En el camino que cruzaba el espacio donde se producía la división territorial de las localidades granadinas de El Padul y Dúrcal, la vía o camino llegaba hasta un álamo antiguo, donde posteriormente se erigiría la venta de ese nombre.

ALCOLEA, VENTAS DE.- Ventas de Alcolea o Alcolea, Pedanía de Villarrobledo, Albacete.

El nombre proviene de la existencia en el lugar de algunos mesones o ventas que servían de alojamiento a cuantos viajeros transitaban por estos lugares de La Mancha ya en el siglo xvi.

ALOCAZ, VENTA.- Torre Alocaz. Pedanía. Utrera. Sevilla.

«El término Torre Alocaz evoca a la civilización fenicia, pero, se les suponen origen celtas, antiguamente eran conocidas como Ugia formando parte de la Vía Augusta entre Gades, Cádiz y Orippo, Dos Hermanas. (Wikipedia).

La venta se erigió allí porque era un importante nudo de comunicaciones entre Sevilla, Medina Sidonia y Cádiz.

ALTO, VENTA DEL.- El Garrobo, Sevilla.

Hay estudiosos que creen que este lugar existía ya en la época romana como lugar de parada y descanso para los viajeros y las caballerías que transitaban la Vía de la Plata, pues por él pasaba todo el mineral procedente del norte de España en dirección a los puertos de Sevilla y Cádiz, donde embarcaban para Roma. La Venta está situada donde terminaba la llamada cuesta de la Media Fanega –un imponente repecho de ocho kilómetros que culmina en el Collado de las Nieves– que se iniciaba en la Rivera de Huelva y que resultaba todo un suplicio para cuantos la subían por ella.

Existen varias teorías para el nombre que se le ha dado a este camino. Una de ellas cuenta que el nombre de Media Fanega viene de la cantidad de grano que se les daba a los burros, una vez culminaban la temida pendiente, para resarcirles del esfuerzo realizado durante el ascenso. Otros, sin embargo, dicen que media fanega de grano era el alquiler a pagar por el burro que te subía toda la cuesta.

Esta venta fue famosa también por ser el lugar donde capturaron al bandolero utrerano del siglo xviii Diego Corrientes, famoso por su generosidad con los más necesitados, pues solía robar a los ricos para repartirlo entre los pobres.

BAÑOS, VENTA DE.- Palencia.

Venta de Baños tuvo su origen en la estación ferroviaria que en 1860 se construyó para enlazar Madrid con el noroeste y norte de España junto a una antigua venta o posada existente en las proximidades de Baños de Cerrato. Venta o posada que según Madoz había servido de casa de postas desde tiempos pasados. En ella hacían parada los correos que iban de Burgos a Valladolid y viceversa. Dicha venta ofrecía fonda y cantina, y más tarde –ya como estación ferroviaria– servía como sala de espera para los pasajeros que por ella pasaban.

BAS, HOSTALETS DE.– Vall de Bas, municipio de La Garrocha, Gerona.

Tuvo su origen allá por el siglo xviii a partir de un hostal u hostalet existente en el antiguo camino real que iba de Olot a Vich.

BOTELO o BOTELLO, VENTAS DE.- Valle de la Serena, Badajoz.

En el siglo xiii y a instancias del Maestre de la Orden de Alcántara Don Arias Pérez se reunieron en el lugar que hoy ocupa dicho municipio las numerosas alquerías diseminadas por el entorno. Entre ellas se encontraba una con ese nombre, debido al apellido de su dueño – Botello– y que según parece era lugar de paso o abastecimiento para el resto de las alquerías.

BUEY, VENTA DEL.- Cabeza del Buey, Badajoz.

El origen de esta venta o posada se remonta a la época romana, ubicada en la comarca de La Serena, entre Turóbriga –que pasó a llamarse más tarde Puebla de Almorchón– y Miróbriga –la actual Capilla–, donde se ubicaba una centuria encargada de cobrar las alcabalas de la zona y donde confluían los caminos que atravesaban el puerto montañoso de Almonacid, que comunica los valles de La Serena y Los Montes con los de Pedroche y Alcudia por esta zona, donde con el tiempo se fue formando un pueblo que empezaron a llamar Armentaria, que quiere decir buey, ganado mayor, boyerizo... en latín. Y más tarde Cabeza del Buey, topónimo que según unos derivaría del paso de los rebaños de vacas y según otros del árabe Buwaub, paso entre montañas.

CABALLO, VENTA DEL.- Cilleros, Cáceres.

Estaba ubicada en una de las antiguas cañadas o caminos que salían del pueblo en dirección a Zarza la Mayor y Alcántara en las proximidades de la finca Valdecaballos, llamada así por ser un terreno apropiado para la cría de tales équidos. El lugar era muy peligroso, ya que se allí sucedieron muchas muertes y robos.

CEBOLLA, VENTA DE LA.- Cebolla, Toledo.

El municipio de Cebolla pertenece a la comarca de Torrijos, en el camino de Talavera, lugar donde antiguamente existió la venta de ese nombre.

Aunque los estudiosos no se ponen de acuerdo sobre el origen del sustantivo cebolla. Para unos procede del latín caepulla –cebolleta– y para otros procedería del árabe, bien de yevayla –montecillo o cerro–, bien de Gebel La –Dios me ha hecho–. Lo cierto es que en el camino de Talavera estuvo la venta de ese nombre, sin que ninguna de las dos posibles versiones aclare con seguridad el nombre del establecimiento hotelero.

CHARCO, VENTA DEL.- Venta del Charcho es una pequeña aldea dependiente de Cardeña, Córdoba.

La venta se construyó en el camino que unía Andalucía con la Meseta, una ruta obligada hacia Castilla la Mancha. Y su nombre hace referencia a que la zona de Cardeña es el lugar de la provincia cordobesa donde más llueve.

CHATA, VENTA DE LA.- Masía rústica ubicada entre Benisa y Calpe, que comenzó a ofrecer sus servicios como parada de postas y de venta en 1825. Es fácil suponer que el nombre del establecimiento dependía del apodo con que era conocida la dueña.

CHIRAU VENTA DE.- San Vicente de Raspeig, Alicante.

El edificio se levanta entre los términos municipales de San Vicente y Tibi. Su construcción data del año 1893 y se usó como posada o venta y cambio de caballerías.

Las referencias a esta venta –también conocida como Venta de Xirau– son muy escasas. Según información remitida desde el Ayuntamiento de San Vicente, el nombre de la venta aparece en la documentación notarial y sus correspondientes notas registrales en Registros de la Propiedad, de mediados del siglo xix, como: «Hacienda denominada de la Venta de Girau» –escrituras de 1860-1862-1866–. Es decir, el nombre es Girau –apellido valenciano-catalán–, y por la fonética se pronunciaba como Chirau o Xirau, según se adapte la grafía en español o valenciano. De ello se deduce que la venta se denominaba de Chirau por el apellido del dueño de la misma.

CUERNO, VENTA EL.- Alange, Badajoz.

En las proximidades de dicho pueblo se encuentra la venta de ese nombre. Según información recibida del Ayuntamiento la historia del lugar se remonta a muchos años atrás, cuando esta venta era una posada. Cierto día unos bandidos, con la intención de robar, echaron cuernos en la chimenea que estaba encendida y los huéspedes, atosigados a consecuencia del humo, abandonaron rápidamente la estancia para poder respirar aire puro. De esta forma, los bandoleros pudieron hurtar a sus anchas. A partir de este hecho, la venta fue conocida con el nombre que hoy ostenta. «Como leyenda que es, no tenemos constancia de su veracidad, por supuesto», aclaran desde la Alcaldía.

Otros dicen que fue una mujer despechada la que echó el cuerno porque su marido estaba en la venta con su amante.

Madoz cita otra venta «nombrada del Cuerno» en el término de Ferreruela de Huerva, al noroeste de Teruel, pero no aclara el porqué del nombre.

CULEBRÍN, VENTA EL.- Monesterio, Badajoz.

Se sitúa en la Sierra de Tentudía –estribaciones de Sierra Morena–, en el punto conocido como puerto de las Marismas, en el culmen de las llamadas Cuestas del Culebrín –en plena Vía de la Plata– donde hasta mediados del siglo xix se cobraba derecho de portazgo.

La venta se sitúa en los inicios del puerto y recibe el nombre de Culebrín por el arroyo de igual nombre, que culebrea por entre los bajos de la sierra. También es conocido como arroyo Helechoso, por la abundancia de esta planta a lo largo de su recorrido.

DON JOSÉ, VENTA.- Badajoz.

Se halla situada y activa en la salida de la capital. Fue fundada por José Fernández Fernández en 1969. Por ella han pasado numerosas personalidades, cuyas fotografías cuelgan de las paredes de la misma.

ELIZALDE, LA VENTA DE.- Dúrcal, Granada.

El nombre de la venta procede del apellido de origen vasco-navarro de su dueño –Elizalde– que en euskera significa «al lado de la iglesia».

ESTRECHOS, VENTA DE LOS.- Águilas, Murcia.

Esta venta se encontraba en el estrecho camino de herradura –de ahí el nombre– de la cuesta del Grajo –que antiguamente unía Águilas con Lorca– al final del cual había una aduana donde se pagaba el portazgo.

FLORÁN, VENTA DE.- San Martín del Rey Aurelio (Blimea), Oviedo.

En el departamento de cultura del Ayuntamiento de Blimea, no saben nada en concreto en relación al origen del nombre de esta venta, aunque piensan que su dueño pudo llamarse Floriano o Florián, con procedencia del latín Florianus –patronímico de Flrus– derivado de Flos, flor.

GAETA, VENTA.- Venta Gaeta. Aldea del municipio de Corte de Pallás, Valencia.

Originariamente Venta Gaeta fue una parada de postas en un cruce de caminos ya en el siglo xvi, adaptándose para atender las necesidades de los viajeros que por él circulaban. Posteriormente derivó en aldea, sin cambiar de nombre.

Respecto a Gaeta se trata de un apellido procedente tal vez del municipio italiano de igual denominación situado en la provincia italiana de Latina, en la región del Lacio, que se extendió por diversos países, incluida España.

GASPAR, VENTA.- Pegalajar, Jaén.

Esta venta, posada, mesón o albergue para caminantes fue construida a finales del siglo xix por Gaspar Espinosa. Según informes recibidos, de la antigua venta ya no queda nada, pues el actual edificio es de nueva construcción.

HERRERÍAS, LAS.- Alcuéscar, Cáceres.

Estas ventas no tienen nada que ver con restaurantes que actualmente se encuentran en el llamado Cruce de las Herrerías, dentro del término del mismo municipio.

Según el Diccionario Geográfico-Histórico de España, estas ventas se situaban al oeste de dicho municipio, a una legua del mismo. Era el tránsito del antiguo camino real de Madrid a Badajoz, por cuya razón se mencionan en antiguos itinerarios. Con el tiempo quedaron sin uso al dejar de ser útiles las herrerías que se ocupaban de herrar las cabalgaduras que por allí pasaban. Al perder su uso se fueron destruyendo paulatinamente.

HIJA DE DIOS, LA.- Ávila.

Según la Wikipedia, Camilo José Cela, según relata en su libro Judíos, Moros y Cristianos, el vagabundo llegó a la Hija de Dios, a orillas del Adaja. Pero «Este Dios no es Dios Padre Todopoderoso […] sino un ventero, Juan de Dios, que murió viudo y dejando en este valle de lágrimas a una hija moza que hubo de gobernar –a la fuerza ahorcan– la venta y su clientela de arrieros, trajinantes y truchimanes de todo pelaje», que habían sido clientes de su progenitor.

HUELMA, VENTAS DE.- Ventas de Huelma, también llamado popularmente Las Ventas. Municipio de la comarca de Alhama, Granada.

En el siglo xiv el historiador garnatí Ibn al-Jatib menciona en sus crónicas once alquerías de la zona, entre las que se encontraba al-Walima –la anfitriona–; su nombre sugiere que por la zona había alguna posada o lugar de descanso durante esta etapa histórica, a partir de la cual se construyó un núcleo de población más amplio.

Algunos autores defienden que llegó a ser centro geográfico del distrito de El Temple y desde luego se hallaba en la ruta de las grandes aldeas entre Granada y Alhama.

JAMÓN, VENTA DEL.- Llanera, Asturias. Con capital en Posada de Llanera.

Según los datos facilitados por la misma venta, en 1897 un joven matrimonio procedente de La Habana –Matilde Díaz y Jesús Fernández–, deciden arreglar una vieja casona en un lugar apartado –aunque bien situado– al lado de la carretera que iba de Oviedo a Gijón, para montar un negocio donde ofrecer comida a los viajeros que cruzasen por allí. El negocio estaba ya abierto, cuando Jesús se entera de que el rey Alfonso XIII va a pasar por aquella carretera. «Tal acontecimiento no puede llegar en mejor momento y, si faltaba algún detalle, la pareja se apura a disponer comedor y viandas de primera. Además, Jesús quiere hacer algo que impacte al rey, para que no pase delante de su casa de comidas sin saber que ahí hay unos asturianos decididos a ofrecer lo mejor de la tierra». Por ello construye –frente a su negocio– un arco que cruzara de parte a parte la carretera y colgó del mismo cuatro jamones serranos bien curados que había sido capaz de reunir. Y llega el monarca y la sorpresa le hizo exclamar: «¡Hombre, la venta del jamón! ¡Esto parece Jauja, donde se come y no se trabaja!» Expresión que motivó la paternidad del establecimiento.

JAQUESA, VENTA DE LA.- Despoblado. Término municipal de Albentosa, Teruel.

En un texto latino del siglo xiv se cita como Jaccensis, impuestos que tenían que pagar por el ganado que entraba en el Reino de Valencia procedente de Aragón.

Un siglo después el lugar aparece mencionado en castellano como La laquesa, aldea dependiente de Teruel.

Igualmente fue itinerario entre Zaragoza y Valencia hasta muy avanzado el siglo xix –conocida ya como La Jaquesa–, que entonces era un caserío con venta y aduana, por estar cerca de la frontera entre los reinos citados.

Actualmente el paraje donde quedan las antiguas edificaciones es conocido como La Jaquesa o Venta de la Jaquesa. Cabe reseñar que Antonio Ponz en su Viaje de España –año 1788– no habla muy bien de dicho mesón o venta.

JOROBA, VENTA.- San Martín del Pimpollar, Ávila.

En esta pequeña localidad existe una venta ubicada en la cañada leonesa occidental, que en la actualidad se llama de San Miguel. Lo de Joroba le vino –año 1451– de un antiguo arrendatario del local llamado Julio, apodado tío Joroba por tener esa deformación de la columna vertebral.

En el término existen otras tres ventas, llamadas Rasca y Rasquilla –por el frío intenso que hace por allí– y del Obispo, en la carretera de Ávila a Talavera de la Reina, fundada en 1803 por el Obispo Gómez de Salazar, de la que trataré más adelante.

JUAN ROMERO, VENTA DE.- Huélamo, Cuenca.

Según datos facilitados por Torres de Mena sobre Huélamo –Diputación Provincial de Cuenca– en 1878 en el lugar había una venta-posada y en 1893 cita a dos mesoneros –Pedro Juan Rolanía y Ramón Saiz López– que pagaban su correspondiente contribución. Y en 1940 cita la Venta de Juan Romero, que tenía una población de 35 habitantes.

JUNCO, VENTA DEL.- Muniesa, Teruel.

La venta se encontraba en un valle llamado del Junco, formado por tierras bajas y húmedas, que favorecían la aparición de esta planta de la familia de las juncáceas, ligadas al agua o a zonas húmedas. Con igual denominación se encuentra otra venta en la carretera de Sevilla a Málaga, en el municipio de Alcalá de Guadaira, pues su terraza esta próxima a un arroyo donde abundan lo juncales.

LECHE, VENTA DE LA.- Pedanía de Zafarraya, Granada.

Según información recibida desde el actual cortijo –venta de la Leche– pasaban por el lugar numerosos hatos de cabras, que se detenían a pastar y descansar. También se las ordeñaba para vender su leche.

LECHES, VENTA DE.- Setenil de las Bodegas, Cádiz.

Esta pedanía de Setenil se sitúa en un cruce de cañadas pastoriles y fue en la época romana una importante vía de comunicación.

Según información recibida desde el Ayuntamiento, el topónimo elches es un arabismo, que procede de la palabra ildj, que se aplicaba al bárbaro, no árabe, que no era musulmán, que posteriormente se incorporó al castellano, aplicándose a quien se consideraba como hijo de renegado y posteriormente a los moriscos. Así – Edad Media– un elche era una persona repudiada por los suyos y expulsada del asentamiento principal, ante lo cual los elches se encontraban lo más lejos posible de sus vecinos.

El documento más antiguo conocido en el que se cita este lugar es el Libro de Repartimiento de Setenil –del siglo xv– donde se hace referencia a la toponimia de camino de elche, los elches y fuente de elches, topónimo que fue evolucionando hasta convertirse en la actual Venta de Leches, que sigue siendo una pedanía de Setenil.

MADERO, VENTA DEL.- Fuente Ovejuna, Córdoba.

Según información remitida desde el Departamento de Cultura del Ayuntamiento melariense, no existe ninguna documentación en el archivo municipal que señale la procedencia de dicho nombre, como tampoco han encontrado ningún dato histórico que haga mención a ella. «Es muy probable –añade Ángel, el encargado de dicho Departamento– que su nombre se tomara de un apellido corriente en la aldea próxima a la misma –Mohadero, Aldea de Cuenca– que limita con el término de Los Blázquez, donde se ubica esta venta, pues es muy normal por estas latitudes que se le dé el nombre a los lugares, parajes e incluso aldeas diseminadas, tomándolo del propietario o propietarios que habitan en esta zona. Es el caso de la aldea de Los Morenos o la de Los Rubios, características de las personas que las habitaban. Igualmente sucede en cortijadas como Los Domarcos, Los Doñoreos…, que procedían originariamente de los terrenos de Don Marcos y Don Oñoro, y se concatenan lingüísticamente con estos nombres. Las gentes los llamaban así para identificarlos de otros parajes o terrenos próximos».

Por cierto: En la localidad hay una calle llamada Venta del Madero.

MANCO, VENTA DEL.- Dúrcal, Gramada.

El nombre procede de la deformidad física que tenía el dueño del local.

MASES DEL VENTORRILLO, LOS.- Andorra.

Mas o mases es el nombre con que se conoce a un conjunto de viviendas y edificaciones agrícolas, explotada conjuntamente por los miembros de una pequeña comunidad. En Andorra, los mases del Ventorrillo recibieron este nombre por la existencia en el lugar de una venta, donde vivían fijas cuatro familias y otras de temporada. Esta zona también era denominada como «la estación de la albarca», porque allí paraba el coche correo. El nombre tenía que ver con el calcero –o calzado– que solían llevar los usuarios de la línea.

«El mas cuya puerta se abre la carretera era el más de los Ventorrillos y recuerda Santiago Aznar –que Pilar Sarto cita– que la mujer siempre tenía la puerta abierta para que los que esperaban el coche correo pudieran refugiarse y calentarse en el fuego. Siempre estaba aparente: «¡Pasar y calentaros!»

MEA, VENTA DE.- Buitrago del Lozoya, Madrid.

Según señala Vicente González Pachón en La Cañada Real Segoviana a su paso por Buitrago del Lozoya –texto que me envía Julián Alonso desde el Museo Picasso de Buitrago– la Cañada Real Segoviana que forma parte de la Red Nacional de Vías Pecuarias que atraviesa el país desde las sierras más septentrionales del Sistema Ibérico hasta las tierras del valle del Guadalquivir, a su paso por el término de Buitrago, se abría en tres ramales y seis coladas que entroncaban con la ruta principal y el descansadero de Las Ventas, lugar donde se detenían los pastores y sus ganados para descansar después de bajar el puerto de Somosierra para reponer fuerzas. Y González Pachón añade que bajando desde el descansadero hacia el Cigüeñuela por las laderas de las Cárcavas «se dejan a la derecha las ruinas de una posada de viajeros, la ‘Venta de Mea’, que estaba junto a un trazado antiguo de la carretera de Francia».

Por su parte, la Wikipedia recoge «mea» como «’altitud mínima en ruta’ por sus siglas en inglés ‘Minimum Enroute Altitude’». ¿Acaso será éste el origen de tan curioso nombre? Téngase en cuenta que la venta se encontraba junto a la carretera proveniente de Francia y en un lugar llano, en relación con el paisaje montañoso que habían tenido que circunvalar los pastores y adonde pudieron llegar viajeros de otros países, entre ellos ingleses, que bautizaron el lugar en relación con el resto de la orografía del lugar.

MENDOZA, VENTA.- Villaverde de Guadalimar, Albacete.

El nombre de esta venta proviene del apellido del dueño: Mendoza.

MERCADER VENTA DEL.- Adamuz, Córdoba.

En el Ayuntamiento únicamente saben que debió de ser un lugar de posada y descanso al pasar por el camino de Córdoba a Toledo, denominado Camino Real de la Plata. Desconocen por qué se llamaba así, aunque recurriendo a la definición que la Real Academia da para mercader, es de suponer que perteneciera a una persona que tratara con géneros vendibles antes de regentar la venta, a la vez que comerciaba con diferentes mercancías.

MORO, VENTA DEL.- Requena-Utiel, Valencia.

Se basa en la hipotética existencia de una venta regentada por algún musulmán en el camino que iba de Toledo a Valencia y que comunicaba Iniesta con Requena por el Puente de Vadocañas, por donde «pasaban bestias, y todo lo demás, de Toledo y otras partes a Valencia y Requena donde está la aduana. Es también por Vadocañas por donde pasa la Cañada de La Mancha o San Juan que se une en las cercanías de Jaraguas con la Cañada de la Serranía de Cuenca o de Hórtola. Por tanto, ésta fue siempre una zona de tránsito de arrieros, caminantes, comerciantes y ganado entre Castilla y Valencia». (Wikipedia). Según el Diccionario Geográfico de España –tomo 16– tenía «una fonda y una posada».

OBISPO, VENTA DEL.- San Martín del Pimpollar, Ávila.

Situada entre los puertos del Menga y del Pico dirección Hoyocasero-Barraco al Sur de la Serrota y al Norte de Gredos.

Primero fue Majadas Viejas, ocupada por venteros, vaqueros y pastores, compuesta por casas y chozas para los dueños, corrales y majadas para el ganado. Según datos escritos su origen data del siglo xii. Prueba de ello son las marcas de cantería que se pueden apreciar en la fachada del edificio y en interior, junto a la cañada Real Leonesa, a orillas del río Alberche, muy próximo a un antiguo Convento, actualmente en ruinas.

Parada obligatoria de las Diligencias de Correos y de pasajeros y, por supuesto, descansadero de los Arrieros que subían de los pueblos de las Cinco Villas, del Norte de Extremadura y Toledo con sus mulas y mercancías, así como los trashumantes de vacas y ovejas que tenían corrales para que el ganado descansase y posada para sus pastores.

El nombre de Venta Del Obispo viene de su fundador el Obispo de Ávila Manuel Gómez De Salazar que lo fue de 1802 a 1815. El edificio actual se mandó reconstruir en 1803 por el Obispo para el amparo de los viajeros y arrieros, pues era un lugar estratégico de encuentro entre el Norte y Sur de la provincia de Ávila, Gredos y el Valle de Iruelas.

El Obispo de Ávila –que solía viajar en visita pastoral a las diócesis del sur–, en los meses invernales solía sufrir las inclemencias del tiempo, de ahí que ordenara construir en el lugar de las Majadas Viejas una venta en sustitución de éstas.

A partir del 1836 –con la desamortización de Mendizábal– paso a ser del Estado Español hasta el día 6 de diciembre de 1887 que la compró Lorenzo Fernández Jiménez.

«Nuestro antepasado la tenía la Venta con anterioridad, lo mismo que su padre, abuelos y demás antepasados, y así pasando de padres a hijos hasta hoy. No nos podemos olvidar de que en sus viajes en dirección hacia Arenas de San Pedro los santos Teresa de Jesús y San Pedro de Alcántara paraban en las Majadas Viejas lo que hoy es Venta Del Obispo».

Fue pintada por Goya y visitada por el rey Alfonso XIII en 1913 y el día 16 de julio es la fiesta de la Venta con misa oficiada por el Obispo de Ávila en la capilla familiar de la Venta, dedicada a la Virgen del Carmen.

Estos datos me fueron facilitados por César del Río Martín, uno de los dueños de la venta. Y también la relación que Francisco de Goya – apasionado por pintar ventas y mesones– tuvo con esta venta.

En el verano de 1783 cuando don Francisco de Goya veraneaba en el palacio de Mosquera de Arenas de San Pedro, se acercó a la sierra de Gredos y más concretamente a la actual Venta Del Obispo –por entonces conocida como Majadas Viejas– para reflejarla en unos de sus cuadros. Y fue también por entonces cuando puso su interés en el famoso bandolero conocido como El Maragato, a quien Goya retrató. Igualmente propuso a Don Nicomedes Ximede, antepasado de los actuales dueños, pintar la venta. Durante ese tiempo hablaron de todo, aunque la conversación más habitual se centraba en el citado bandolero, pues su guarida estaba a escasos tres metros de la venta. Y tan grande fue el interés que le despertó dicho bandolero que cuando el fraile vasco fray Pedro –Pedro Argaia Mendizábal– logró arrebatarle el arma, dispararle y reducirle, don Francisco no dudó en retratarlo en varios de sus cuadros.

PAJARES, VENTA.- Serón, Almería.

El nombre procede del de su dueño, Miguel de Pajares. La venta se encontraba en el camino de Baza, debajo de la terrera de las eras de la Alcudia y lindante con el río Almanzora. Luego pasó a llamarse Venta Levita, cambio que no han sabido aclararme en el Ayuntamiento.

PAJAZO, VENTA. – Requena, Valencia.

Esta venta estaba situada en la el puente del Pajazo, sobre el río Cabriel y era un paso decisivo en el camino real de Valencia a Castilla, pues era el único por el cual se percibían los derechos de pontaje, pasaje y peaje, una concesión real otorgada a los administradores del Pajazo que era la villa de Requena por una parte y por otra Dª. Elvira de Jaraba, mujer del Comendador Diego de Aguilera y los sucesores del Mayorazgo de los Aguilera, Condes de Mora en el s. xviii.

Por su ubicación, el Puente de Pajazo fue testigo del paso de personajes históricos, entre los que cabe destacar el emperador Carlos I, que durmió y comió en dicha venta.

Se desconoce el porqué de dicho nombre.

PANDO, VENTA DE.- Madridejos, Toledo.

Se encontraba en el Camino Real de Andalucía. Y según Sagrario Téllez Labrador, «es fácil que su origen se remonte antes del S. xvi, llamada por entonces la Venta de la Cañada de la Higuera –nombre del paraje–, hasta el último tercio del S. xviii cuando aparece Josephs Matheo de Pando –un rico adinerado madrileño– hermano de un secretario de estado de Carlos IV, que se casó con María Gallego, hija de los propietarios de dicha Venta y del Palacio de las Cadenas, hoy Casa de la Cultura».

PANTA, VENTA DE. – La Colilla. Ávila.

Raúl Pindado cree que es apócope de Pantaleón, su dueño. Aunque también dice que en algunos mapas ha visto escrito Venta del Alambre, que los vecinos de Colilla decían del Hambre, ¿tal vez porque su dueño, Aniceto, era una persona austera, sobria?

Según la Wikipedia es la primera hospedería que se encuentra saliendo de Ávila por la N-110. Cronológicamente, aparece primero en el mapa confeccionado por Francisco Coello en 1864 con el nombre de Venta del Hambre o Venta del Tío Panta. Posteriormente, figura solo con el nombre de Venta de Panta. Hoy en día se llama Venta de La Colilla, porque pertenece –como su nombre indica– al municipio de La Colilla, en el Valle del Amblés.

PANTALONES, VENTA DE.- Aldea, hoy casi despoblada, en la provincia de Jaén, ubicada en la carretera entre Martos y Alcaudete, que tomó su denominación de la venta de igual nombre que se ubicaba en aquel lugar, y que en un principio parece que se conocía como Venta del Tío Pantalones, reduciéndose con el tiempo a actual apelativo.

Sobre el curioso nombre de dicho establecimiento hay dudas. Para unos haría referencia a la existencia en el lugar de comercios, alguno de los cuales se dedicaría a la confección de pantalones. Para otros se trataría del apodo de alguno de los venteros que regentaron el lugar, conocido como «el tío pantalones», pues cuenta la tradición que el tal era muy bajito y que –obligado por la pobreza de aquellos tiempos– se veía obligado a usar los pantalones y otras prendas que sus vecinos generosamente le donaban.

PEÑA AGUILERA, VENTAS CON.- Toledo.

El término de Ventas con Peña Aguilera proviene de los pueblos habitados antes del siglo xv: Ventas proviene de Las Ventillas que antiguamente se situaba donde está el pueblo actualmente. Fueron un pequeño grupo de personas que se establecieron allí y tenían pequeños comercios. Peña Aguilera era el nombre antiguo del pueblo –en el valle del Chorrito– que se situaba en el cerro llamado Santa María del Águila.

Al no tener Peña Aguilera los suficientes habitantes, Ventas se empezó a repoblar formando Ventas con Peña Aguilera. (Wikipedia).

PESADILLA, VENTA DE.- San Sebastián de los Reyes, Madrid.

En la época de los Reyes Católicos existía una villa llamada Pesadilla, donde se levanta una encina con una antigüedad de más de quinientos años. Próxima a ella y al río Jarama se levantó la venta de ese nombre, una parada de postas donde se detenían los viajeros que iban hacia la capital. Según dicen fue un nido de bandoleros durante muchos años, entre los que cabe destacar a Luis Candelas y a Francisco de Villena, alias Paco el Sastre.

Se desconoce por qué se llamaba de Pesadilla, aunque bien pudo ser porque era una pesadilla alojarse en ella por el temor que inspiraban los bandoleros antedichos.

PÉTROLA, VENTA DE. – Pétrola, Albacete

Se llamó así por estar situada en el municipio de igual nombre. Fue parada de postas del correo de Alicante.

PÍCOLO, VENTA. – Lorqui, Murcia.

Casona señorial situada en el paraje llamado de Pícolo, entre los lugares del Obispo y Las Cumbres.

Según información recibida del Archivo de Lorqui, el último señor que la habitó temporalmente fue D. Sebastián Servet, burgués murciano de origen valenciano que vivía en ella cuando venía de la capital a cobrar las rentas de su casa y hacienda. Cosa que ocurrió hasta principios de siglo, fecha en la que todo fue adquirido por D. Juan de la Cierva. Entonces el nuevo señor edificó nueva residencia en el paraje de la Arboleda y la antigua casa señorial paso a tener otros usos, entre ellos el de venta.

Su último casero, en tiempos de D. Sebastián Servet, fue D. Vicente Hernández, de apodo Pícolo, nombre del que ha derivado el de la Casona y hasta el de la toponimia del paraje.

PINILLA, LA VENTA DE.- El Fresno, Ávila.

Este lugar tuvo gran importancia estratégica en tiempos antiguos, pues, como su nombre indica, era una venta que servía de hospedaje o posada para los arrieros que acudían desde los más diversos lugares a la ciudad de Ávila.

Se contaba de este lugar que en tiempos muy remotos hubo una famosa banda de atracadores de caminos que era dirigida por un individuo a quien apodaban el Tío Conejo, apodo que pasó al último propietario de este lugar, de apellido Pinilla. Una gran persona y muy entrañable que no merecía tal apelativo.

Hoy ya no existe.

POBRE VENTA DEL.- Níjar, Almería.

Los carreros de Huércal-Overa y Vera hacían el camino para vender sus productos a la capital –Almería– y cansados del viaje pernoctaban en el ventorrillo que Francisco Bascuña Cruz –conocido como el tío Frasquito El Pobre– había construido por sus propias manos con piedras, cañas y barro. Allí –según escribe Manuel León González– «se reponían con unos huevos fritos y daban paja a los animales en la cuadra. Se echaban a dormir sobre colchones de perfolla de panizo sostenidos por sogas cruzadas de esparto, hasta el día siguiente», en que reemprendían la ruta hasta la capital.

Tío Frasquito –natural de Níjar– había sido arriero, hasta que «se cansó de arrear a la mula y colgó los capachos» para construir aquella posada a la vera del camino de Níjar a Almería, «en lo que era una ancestral cañada ganadera» en el año 1853, haciéndose desde entonces parada obligada para los cabreros que iban a Almería con el ganado, de las primitivas tartanas de viajeros de Levante y de los pescadores de Carboneras que hacían noche en los camastros de la venta antes de embarcar en Almería para la almadraba gaditana.

Muerto el tío Francisco, sus hijos la vendieron a José Vergel Torrecilla que –al emigrar a Argentina en busca de fortuna– se la traspasó a su hermano Luis –recién llegado de ultramar–, que más tarde se hizo también con la Venta de Bernarda –llamada así por el nombre de su dueña–, limítrofe con la suya, ampliando así el negocio, pudiendo llegar a presumir «de que en sus catres durmieron desde guardias civiles hasta misioneros, desde carreros a diputados de distrito, desde pastores a médicos de parturientas».

POTRO, VENTA DEL.- Morgente, en valenciano y cooficialmente Moixent.

Según información remitida por Cosme Camarasa Tortosa, la Venta del Potro en Moixent era la más antigua de la provincia de Valencia, cimentada sobre la antigua villa romana At Statuas, ubicada en la carretera Real de Madrid a Valencia. Era una parada de enganches y postas por concesión Real y es por ello que prestaba distintos servicios como el de hospedaje y otros relacionados con las caballerías, el cambio de caballo para el jinete de postas, de las caballerías de los coches y diligencias o alquiler de caballerías con que reforzar los enganches para subir el puerto de Almansa. Y cuentan los mayores que una vez arriba del puerto soltaban los caballos que volvían solos a la Venta del Potro. Es por ello que se denominó así tanto en las escrituras –oficialmente– como públicamente por la cría de potros y gran número de caballerías, siendo por aquel entonces muy significativo, ya que no solo ofrecían pupilaje como en otras ventas, sino también por lo citado anteriormente. Al ser una parada de enganches y postas por concesión Real, debía cumplir muy bien tanto en calidad como en existencias de caballos.

En esta Venta del Potro se hospedó Fernando VII.

PUGA, VENTA.- Pruvia, Asturias.

Según información recibida desde Pruvia, la construcción de dicha venta se debió a un amigo de Jovellanos –de apellido Puga– con quien colaboró en el proyecto de la carretera de León y que además fue comisario de caminos del Principado.

PULGAR, VENTA DEL.- El Salar, Granada.

Esta venta fue edificada por carta de privilegio que el rey Carlos V y su madre Dña. Juana dieron en 1526 a favor de Hernán Pérez del Pulgar –señor de Salar y regidor de Loja– para que construyeran una venta en el río de Cacín –entre Loja y Santa Fe–, «libre y franca de todos derechos», «para siempre jamas de alcavala de qualesquier biandas e cebada paja e vino que el dicho ventero e su muger hijos e criados vendieren en ella por menos o por quanto de los que por ally pasaren e para sus bestias e de los que en la dicha venta mozaqren segund eque en la dicha nuestra carta de merced suso incorporada contiene e declara para los caminantes que por ella pasasen procedentes de Loja». Dicha venta serviría «para recreación e descanso e refrigerio de los caminantes que por el dicho camino pasan por que a causa de no aver pueblo ninguno» en el desde la dicha cibdad de Loxa hasta la villa de Sancta Feeque ay seys leguas como quiera que ay fuera del camino algunos lugares pasan trabajo e fatiga». La única condición impuesta era que dicha venta no se hiciese a media legua de ningún lugar poblado que estuviera en ese camino.

Según nota adjunta a lo anterior –remitida por el profesor granadino José Montero Corpas– «los viajeros románticos que en el siglo xix, pasaron por la misma, creyeron que el nombre se debía a que en la denominada venta había muchas pulgas, desconocían el origen del nombre».

PUNTAL, VENTA DEL.- Huélago, Granada.

Esta venta recibe este nombre por hallarse en la cima o puntal –prominencia de un terreno, que forma como punta– de la Sierra Arana o Sierra Harana –se utilizan ambas formas–, una unidad montañosa situada en el corazón de la provincia de Granada.

PUÑALES, VENTA.- Ulea, Murcia.

La venta Puñales –antiguamente conocida como Venta Miñano– está situada en la margen izquierda de la Autovía Madrid-Cartagena a unos 500 metros del cruce de Ulea.

La Región de Murcia digital señala que finales del siglo xix –cuando el bandolerismo se había convertido en una forma de vida para famosos delincuentes– el área del Valle de Ricote estuvo visitada frecuentemente por uno de estos bandoleros, El Periago, que capitaneaba una banda conocida como «del Vivillo», pues éste era su segundo mote.

Y el diario añade: «Siendo esta venta de Ulea un lugar concurrido entre viajeros y visitantes, su dueño, conocidas las andanzas de El Periago, se cuidó de armar a los huéspedes con puñales. Cuando la venta recibió la visita del bandolero, éste se encontró con la sorpresa de que los huéspedes le hacían frente con armas blancas y el dueño de la venta hacía lo mismo armado con trabuco, situación que puso en escape al bandolero, que recayó en Molina de Segura, donde fue muerto en la cueva donde se escondió. Así que el último asalto de la Partía del Vivillo terminó en esta venta que, más tarde, quedaría con el nombre de Venta Puñales», sustitutivo de su primitivo de Miñano.

El Cronista Oficial de Ulea, Joaquín Carrillo –La leyenda de Venta Puñales– añade que Periago era un joven apuesto, bien vestido y de buena figura, «de barba recia y bien poblada y con grandes patillas y que su banda era el terror de las ventas, casas de campo y de sus habitantes» y que «usaba escopeta al arzón y canana a la cintura».

Como era de suponer las autoridades dieron la orden de caza y captura y pusieron precio a su cabeza. La oferta, sin embargo, no estimuló a los temerosos ni él sintió miedo al saberlo. La muerte le provino cuando dos pastores le aplastaron la cabeza con unas piedras en la misma cueva donde se había refugiado.

QUEMADA, VENTA.- Cúllar, Granada.

El camino entre Antequera y Lorca –con anterioridad a la dominación romana– sirvió de línea de separación entre la Sierra Morena de la Penibética y un lugar de paso entre Andalucía y el Levante y –por tanto– un lugar de constantes enfrentamiento entre el reino árabe granadino y el cristiano de Murcia, hasta que los Reyes Católicos conquistaron Granada. Con la desaparición de la inseguridad en la antigua frontera –escribe Javier Castillo Fernández– hizo que se recuperaran los intercambios comerciales y las vías de comunicación tradicionales, «y el Camino Real de Lorca a Granada volvió a estar transitado por carreteros y arrieros, mercaderes genoveses de lana y seda con destino al puerto de Cartagena». Esta circunstancia motivó que el trayecto entre Cúllar y Vélez Málaga se viera necesitado de establecer una serie de ventas para abastecimiento y descanso de los viajeros. Entre ellas estuvo una que fue conocida como venta de Alama, que cambiaría por venta Quemada tras un incendio que asoló la zona allí localizada, llena de pinos, venta que con este nombre –durante el siglo xvii– se consolidó «como un núcleo de población formado por la posada y varios cortijos habitados por familias de campesinos de larga tradición en la zona».

En la localidad valenciana de Siete Aguas hubo otra venta, llamada «de las Casillas» –más tarde Venta Quemada– porque en 1769, según acusación de su propietario Alonso Navarro, los vecinos de dicha localidad le prendieron fuego por estar situada fuera del pueblo, lo que percibieron como un perjuicio para sus intereses.

QUINQUILLER, VENTA DEL.- Alginet, Valencia.

Según algunos datos recogidos de un artículo de Rafael Bosch –cronista d’Alginet–, publicado en Periòdic Local La Veu d’Alginet, juliol de 2020, página 14, remitidos y traducidos por Francisco González Llopis, Bibliotecario-Archivero del Ayuntamiento de Alginet «el hecho que Alginet cuente con dos vías de comunicación que traviesan su término hace que la construcción de hostales y ventas para atender y dar alojamiento al tránsito que se movía por esos caminos sea muy temprana, al menos la de los hostales dentro del núcleo urbano».

Al encontrarse Alginet en el antiguo camino Real de Valencia, se construyeron numerosas ventas, entre las que se encontraba la del Quiquiller. «Estas ventas se construyeron porque esta zona del término se reavivó con la construcción de la Acequia Real y la transformación agraria inherente con la introducción del Arroz, ya que fueron lugar de hospedaje para las cuadrillas de agricultores que bajaban a los campos a plantarlo y para hacer la siega, ya que no les valía la pena hacer el largo camino hasta el pueblo. Además, la venta del Quinquiller también sobresalió como un lugar de hospedaje para los carreteros que llevaban los troncos, que habían bajado del río Júcar hasta Alzira –conocido como la ‘maerà’–, hacia la ciudad de Valencia», venta que estuvo en funcionamiento hasta 1940.

Y Francisco González apostilla: «Respecto al significado de la palabra ‘quinquiller’, en valenciano ésta no existe. Se debieron inventar el mote del propietario».

O tal vez su anterior oficio pudo haber sido el de quinquillero, dedicado a fabricar o vender baratijas, es decir, cosas de poco valor. También se les conoce como buhonero.

RATONERA, VENTA.- Fiñana, Almería.

En este municipio hubo una venta donde – desde finales del siglo xviii– se elaboraban diversos útiles artesanales destinados a las labores del campo. Y entre esos útiles estaban las ratoneras, útil que propició que esa venta recibiera dicho nombre.

REBOLLAR, VENTA DEL.- Siete Aguas, Valencia.

Según información recibida desde el Ayuntamiento no se conoce exactamente el porqué del nombre de dicha venta, aunque suponen que su dueño la denominó así por su proximidad a un lugar poblado de rebles rebollos, nombre común del árbol Quercus pirenaica.

RELATOR, VENTA DEL.- Siete Aguas, Valencia.

Al parecer, la primera mención a esta venta se debe al embajador Barón de Bourgoing que, en su viaje a Valencia en abril de 1783, dice que llegó a «una venta absolutamente aislada a la que llaman Venta del Relator, porque fue construida para la comodidad de los viajeros por un relator del Consejo de Finanzas». El relator de referencia era Alonso Navarro, propietario también de la Venta de las Casillas, ya citada al tratar de venta Quemada.

RELLENO, VENTA DEL .- Almogíjar, Granada.

Recibe este nombre por las obras de relleno con tierra y piedras del terreno donde iba a construirse la venta o cortijo, pues éste se hallaba a un nivel más bajo que la carretera.

RETAMOSA, LA VENTA DE.- Toledo.

Este municipio se conoció anteriormente como Venta de Cabeza de Retamosa, como referencia a un pequeño cerro próximo, que ostentaba el nombre de Cabeza Retamosa, por la abundancia de retamas que había en él, donde ya en el siglo xviii existieron algunas ventas o posadas, entre las que estaba la de este nombre, que posteriormente se abreviara suprimiendo el sustantivo Cabeza.

RÍO, VENTA DEL.- Restábal. El Valle, Granada.

Según información recibida desde la Biblioteca de Dúrcal, el 28 de octubre de 1579 el nuevo poblador de Restábal – Cristóbal García – dio un poder a Gonzalo de Salazar «para que lo pudiera obligar de mancomún a pagar el censo perpetuo junto al resto de los vecinos. Gracias a este documento, sabemos que entonces también existía una venta en el pueblo llamada Venta del Río, lugar donde se realizó el acuerdo». Por ello se sabe que Restábal, además de esta venta, disponía de «tres mesones al servicio de los transeúntes que hacían la ruta Granada-Motril».

SAN JULIÁN, VENTAS DE.- Toledo, Campana de Oropesa. Campo Arañuelo.

Una vez concluida la reconquista cristiana, la zona comenzó a repoblarse bajo la dirección del conde Raimundo de Borgoña en 1088, para lo cual se dividió en dehesas y majadas dependientes de las tierras de Ávila, una de las cuales fue la de San Julián, santo que tomaron como patrón. El determinante de Ventas se le añadió posteriormente por los tres mesones o ventas que se erigieron en el lugar para hospedar a los pastores y los numerosos caminantes y trajineros que recorrían el señorío de Oropesa –al que pasó a depender– aunque continuase formando parte de la diócesis de Ávila, donde pagaban los impuestos y alcabalas.

SOTERO, VENTA.- Nacimiento, Almería.

Esta venta llevara probablemente el nombre de su propietario, Sotero, nombre de origen griego –latinizado en Soterus– que significa Salvador y que fue frecuente entre los cristianos por su sentido simbólico, pues lo relacionaban con Jesucristo.

En la Iglesia hubo un papa del siglo ii, San Sote, que murió mártir durante el mandato del emperador Marco Aurelio.

SANTOS, VENTA DE LOS.- Venta de los Santos, Jaén.

Este pueblo –hoy pedanía perteneciente al municipio de Motizón– se fundó durante el reinado de Carlos III, dentro del plan de repoblación de Sierra Morena y Segura al objeto de dar seguridad a la zona acabando con el bandolerismo.

En el lugar existía una venta y en sus proximidades un convento o retiro religioso conocido como «de los Santos». La unión de ambos topónimos dio nombre al lugar.

TÍA, VENTA LA.- Benahavís, Málaga.

Aunque es más conocida con ese nombre, también se referían a ella como Natía y Matía, que era explotada por un sobrino de la dueña, su tía –de ahí el nombre– que vivía en una casa próxima al establecimiento. La venta es anterior al año 1900.

TIERRA, VENTAS DE.- Alovera, Guadalajara.

Según información remitida por Ana Isabel López desde el Archivo Municipal de Alovera el municipio ha estado enclavado en una localización estratégica en el valle del Henares y ha sido lugar de paso a lo largo de los siglos. En la época romana pasaba por la zona, la vía romana que unía Zaragoza con Mérida y en el siglo xvi y siguientes el Camino hacia la Corte también pasaba por allí y era muy transitado por arrieros, lo que cuadraría muy bien con la existencia de una posada, venta, mesón.

Igualmente, en el Catastro del Marqués de la Ensenada, en la pregunta 29 se constata la existencia «de una taberna y un Mesón que bien podría ser casa mesón y alojar a transeúntes y viajeros, sin embargo, en ningún sitio aparece la denominación Venta o Ventas de Tierra». Y añade: «Respecto a la documentación que custodia el Archivo Municipal tenemos una serie de Expedientes judiciales derivados de las competencias judiciales que tenían los alcaldes en el Antiguo Régimen, antes de la creación de los Juzgados municipales hacia 1870. Dentro de estos expedientes judiciales, tenemos uno que hace bastantes referencias a una Posada en Alovera que también menciona como Casa Mesón, aunque en ningún caso aparece el nombre de Venta de Tierra. En este curioso expediente de 1787 la posadera Antonia Sabatini reclama justicia al alcalde de Alovera para defender la honra de una de sus criadas que fue agraviada por los comentarios de un vecino, realizados en la posada, de forma pública delante de varias personas entre ellas un grupo de arrieros que estaban cenando. Hay otros expedientes judiciales del siglo xviii referidos a peleas etc., ocurridos en la taberna, pero tampoco se menciona ‘la venta de Tierra’».

La única mención a Ventas de Tierra se hace en el Diccionario Geográfico de España, página 767.

TRABUCO, VENTA DEL.- Villanueva del Trabuco, Málaga.

Según los cronistas de finales del siglo xv el lugar llamado Trabuco surgió durante la conquista de Vélez-Málaga por los Reyes Católicos. Según unos el nombre surgió con anterioridad a la llegada al lugar del Marqués de Cádiz, Don Rodrigo Ponce de León en abril de 1487, pues en ese lugar se había construido un trabuco catapulta que se usó un año antes para la toma de Loja.

Igualmente, la Wikipedia recoge una leyenda –sin ninguna base científica ni documento que la respalde– que existía una venta en un cruce próximo al pueblo, cuyo propietario, para proveerse de víveres, se dirigía a Archidona. «En sus continuos viajes era asaltado por los caminos y le robaban las mercancías, por lo que decidió comprarse un trabuco –arma de fuego–, del que no se separaba ni a sol ni a sombra, de ahí, que cuando iba a Archidona decían ‘aquí viene el tío del trabuco’». Y añade: «Dicha leyenda se contrapone también al hecho de que el nombre del Trabuco como pueblo, aldea, venta o sitio ya existía desde 1478 y aparece reflejado en multitud de documentos, mapas y otros de los siglos xvi, xvii y xviii sin que se hubiera inventado aún el trabuco-escopeta al que refiere la leyenda».

VADO, VENTA DEL.- Fuente Ovejuna, Córdoba.

Como su nombre indica –vado– se trata de un lugar de paso de un río, arroyo o corriente de agua con fondo firme y poco profundo, por donde se puede pasar.

La posada o venta del Vado es mencionada en los hechos acaecidos en 1476, cuando el pueblo de Fuente Obejuna se sublevó y acabó con la vida del Comendador Mayor de la Orden de Calatrava Fernán Pérez de Guzmán, sucesos que probablemente estuvieron relacionados por el pleito existente por el Maestrazgo de dicha Orden entre los Girón y los López de Guzmán y los enfrentamientos entre el Concejo de Córdoba y la propia Orden. Los pactos de dicha sublevación se acordaron en dicha venta o mesón.

Este hecho inspiró la obra de Lope de Vega Fuenteovejuna.

VALPIERRE, VENTA DE.- Briones, La Rioja.

El término de Valpierre fue una llanura de mediana extensión localizada al sur de Briones y al norte de Nájera, donde en el siglo xv se formó la Hermandad o Junta con ese nombre, que integraron catorce concejos de la Tierra de Rioja que tenían intereses comunes en el lugar conocido como Valpierre. El objetivo de la comunidad era favorecer el aprovechamiento de los pastos y cada primero de mes se reunía un representante o yuntero de cada municipio en un lugar conocido como «horno viejo»… ¿Horno Viejo? ¿Acaso el lugar que más tarde se conocería como venta de Valpierre? Venta que estuvo en funcionamiento hasta finales del siglo xviii y que dejó de ejercer dicha función para servir de almacén o lugar donde depositar los aperos de labranza de los campesinos hasta finales del xix en que quedó totalmente despoblada, lo que fue provocando su progresivo deterioro.

Este despoblado se conoce también por las dos calzadas romanas que pasaban por allí, cuyos puntos de encuentro eran las ventas, donde se recogía agua para la mansión romana de Atiliana, que según algunos autores estuvo en este lugar.

VEGUILLAS, VENTA DE LAS.- Umbrías, Ávila.

Si nos atenemos al significado de vega – terreno bajo, llano, fértil y húmedo– veguilla sería su diminutivo que debió recibir su nombre por su ubicación en un terreno de tales características, opinión que quedaría reforzada por el hecho de encontrarse a 1 kilómetro de Umbrías, cuya etimología hace referencia a un lugar resguardado, orientado hacia el Norte, donde nunca toca el Sol o muy poco.

«Sin embargo, la villa de Venta de las Veguillas ya aparece documentada en el siglo xiv, pero es probable que su fundación tuviera lugar durante el siglo xii, como consecuencia de la repoblación llevada a cabo por Raimundo de Borgoña».

«El anejo de Venta de las Veguillas está situado en el camino real. Como es conocido, por el mismo pasó Carlos I de España y V de Alemania camino del monasterio de Yuste tras su abdicación en su hijo Felipe II, debido a (dicen) la enfermedad de la gota. La comitiva que acompañaba al rey y él mismo pararon para descansar, por lo que, para combatir el posible tedio del monarca, un vecino de la aldea los entretuvo mediante el difícil arte de encestar –¿quizá encantarar?– alubias en un cántaro, lo que hizo, al parecer, con éxito, puesto que la leyenda cuenta que el mismo rey ordenó premiar al lanzador con un cántaro de alubias o su valor. La leyenda no cuenta a costa de qué erario». (Wikipedia).

VIDRIÉ VENTA.- La Fresneda, Teruel.

Según información recibida de Antonio Algueró su bisabuelo Francisco –que vivía en Mora de Ebro, Tarragona– regentaba una tienda de vidrios y vajilla. Pero en 1898 se trasladó a La Fresneda y construyó dicha venta, que recibió ese nombre por el apodo con que comenzó a conocérsele, relacionado con su anterior oficio.

VALSEQUILLO, VENTA DE.- Córdoba.

Valsequillo debe su nombre a la unión de dos palabras: Por un lado, val –apócope de valle– y sequillo –diminutivo de seco–, relacionado con la escasez de agua que años atrás hubo en el lugar.

En el término de Valsequillo existía una venta que atendía las necesidades de los viajeros –La Ventilla–, que por lo reducido de sus dimensiones se la llamaba así.

VENTASECA.- Mazarrón, Murcia.

Los dueños de las casas rurales que forman hoy el complejo de Ventaseca o Venta Seca ignoran por qué se llamó así a la venta donde antaño paraba el ganado en su paso de Lorca a Cartagena para reposar del largo y sediento camino, aunque sospechan que pudiera deberse a que estaba en tierra de secano, con escasa pluviometría, donde no había más que chumberas, algún almendro y alguna higuera o piteras.

VILLACÍN, VENTA.- Tineo, Asturias.

El nombre proviene de la localidad de igual nombre –también en el concejo de Tineo– de donde era natural su dueño, Pedro Álvarez.

VIRGEN, VENTA DE LA.- Baños y Mendigo, Murcia.

El historiador Juan Torres Fontes cuenta que Juan Ruiz –de profesión trajinero– tras su continuo deambular desde Murcia a Cartagena y a la albufera de Cabo de Palos por pescado y al Pinatar por sal, en uno de sus regresos a Murcia, comenzó a concentrarse en una idea, «en algo que si él consideraba necesaria y resultaba atractiva para su cansancio, también lo sería para los demás y que podía tener éxito y con el éxito el beneficio, el descanso, el dejarse de los trajines de los trajineros, del sobresalto y de no trajinar andando».

La idea era sencilla: Construir una venta en un lugar que sirviera de posada y refugio donde descansar «y, en ocasiones, para pernoctar cuando la noche no era propicia por el mal tiempo, por lo avanzado de la hora, por cansancio o por temor al peligro cercano». Y para ello eligió el lugar que le parecía más adecuado, el campo de Cartagena, al iniciarse el llano, «después de haber subido el retorcido y empinado camino del Puerto, el de las siete revueltas, al cabo del cual las recuas forzosamente necesitan un respiro, un descanso y los arrieros, al menos, un trago».

Y fue la situación la constante amenaza de revueltas y la inseguridad, ataques inesperados de los almogávares granados o cristianos, la que llevó a Juan Ruiz –ya ventero– a solicitar del concejo un solar donde construyó su venta y unas casas. «Pero si con ellas estaba a cubierto de las amenazas que podrían producirse de algún desembarco de corsarios en las costas del Mar Menor o el rápido paso de los veloces caballos de los almogávares granadinos, surgió lo inesperado, una nueva amenaza y en esta ocasión, al parecer, más peligrosa, ya que la ruptura de las relaciones entre Aragón y Castilla desembocaron en una movilización militar y en frecuentes algaras de los oriolanos en tierras murcianas y de los murcianos en territorio enemigo, en busca unos y otros de cautivos o valioso botín. Peligro para la venta de Juan Ruiz, recién estrenada y para los que en ella pudieran acogerse, ya que desde el vecino término de Orihuela el desplazamiento de los almogávares cristianos podía efectuarse en cualquier momento y con gran rapidez aprovechando la despoblación del campo y su proximidad». Por ello, se dirigió nuevamente al Concejo para que le permitieran construir una torre en la venta, «modo de hacer efectiva la defensa de las casas y asegurar el refugio de quienes huyeran de los almogávares y acudieran a acogerse en ella». Además, pedía dinero para construirla porque tal edificación era en beneficio de la comunidad. Hubo unanimidad entre los regidores, de modo que le fueron concedidos trescientos maravedíes como ayuda para la construcción de dicha torre, «ya que de esta forma se proporcionaba mayor seguridad a los caminantes, arrieros y trajineros que abastecían la ciudad, al mismo tiempo que a los peregrinos que iban a San Ginés de la Jara, a los cazadores o a los pastores que apacentaban sus rebaños en el campo de Cartagena». Y de este modo surgió la que conocería como Venta de la Virgen el 3 de septiembre de 1429. (páginas 5-7).

Sin embargo, Torres Fontes no especifica por qué se la denominó «de la Virgen». ¿Acaso porque la venta y su entorno se pusieron bajo la protección de la Virgen en aquellos difíciles momentos y de la que tenían alguna pequeña imagen o lienzo al que dirigir sus ruegos? Ése es el misterio.

ZAFARRAYA, VENTAS DE.- Zafarraya. Municipio de Alhama, Granada.

El lugar comenzó como una venta junto al camino Real Granada-Málaga. Con el tiempo, el lugar pasó a tener más importancia, pues según se recoge el Diccionario Geográfico de España, Tomo XVI, pg. 767, en 1956 había tres posadas.

Además de estas ventas, hubo otras muchas sobre las cuales los Ayuntamientos donde se ubicaban no pudieron dar información por desconocer el porqué de tales nombres.

En Andalucía venta es sinónimo de ventorro –venta pequeña o miserable– y ventorrillo, casa de comidas o bodegón a las afueras de una población y con estos apelativos se recogen en algunas localidades, aunque tales denominaciones no son exclusivas de dicha comunidad autónoma. Por ejemplo, en el municipio de Pesquera –en la provincia de Santander– hay una localidad con ese nombre, que tuvo su origen en el paso del Camino Real que se construyó en la primera mitad del siglo xviii por Real Orden de Fernando VI, como alternativa al antiguo de la calzada romana que pasaba por el valle de Pujayo dirección Somaconcha.

Pero donde más abundaban las denominaciones de ventorros y ventorrillo es en Andalucía, hasta el punto de que algunos ventorros hoy perviven como pedanías.

VENTORROS DE BALERMA.- (O simplemente Balerma). Localidad y pedanía. Loja, Granada.

Según recoge la Wikipedia, el caserío tomaba su nombre de la cercana fuente de Malerva, vocablo procedente del árabe «Ma al-Arba» y que significa «agua del miércoles, que puede aludir al turno de riegos», que por transliteración se convirtió finalmente en Balerma. Aunque nos sería hasta comienzos del siglo xx cuando se formó la localidad alrededor de unos ventorros para hospedaje situados junto a la carretera de Loja a Iznájar los que darían nombre a la pedanía, que según iba creciendo fue adentrándose en territorio cordobés, donde se encuentra.

Sin embargo, no sería hasta comienzos del siglo xx cuando se forma la localidad alrededor de unos ventorros –pequeñas ventas de hospedaje, que le darían nombre a la pedanía– situados junto a la carretera de Loja a Iznájar, adentrándose en territorio cordobés a medida que iba creciendo, donde se encuentra la otra mitad del núcleo urbano que recibe el mismo nombre que la parte granadina, donde «existe una calle llamada El Limite y una fuente que marca la separación administrativa entre las dos provincias».

Algo más alejado –en territorio granadino– existe otro núcleo llamado Ventorros de la Laguna, cuyos habitantes son conocidos como «ventorrilleros», debido a que la pedanía es conocido popularmente como Ventorrillo.

VENTORROS DE SAN JOSÉ.- Localidad y pedanía. Loja, Granada.

En sus inicios fue una venta donde paraban los arrieros para aposentarse y dar de comer a sus ganados. El determinante hace mención a San José, su patrono. Aunque es más amplia la de ventorrillos.

VENTORRILLO LA FRAGUA DE LA ENCARNÁ.- Montoro, Córdoba.

Según información recibida de los actuales dueños el comedor del restaurante está revestido con enseres familiares de de artesanía y forja, así como útiles propios de la tierra y del campo, todo ello en homenaje a su abuelo Juan González Sánchez, más conocido como el Herrero de la Encarná, cuyo apellido de artesano era González. «La Fragua está revestida dejando una máquina de taladrar, cuya fecha data del 1913 de la Antigua Fundición, y respetando los recuerdos y recopilando enseres de la tierra, muchos de los cuales han sido donados para realizar este pequeño museo, y conmemorando a todos los artesanos y trabajadores que nos dejaron este valioso patrimonio».

Lo de «encarná» proviene de la zona donde se ubicó la fragua y hoy el ventorrillo es un lugar descarnado, sin apenas arbolado, en pendiente, con un terreno desigual y arenoso.

VENTORRILLO DE ‘EL CHATO’.- Puerto Real, Cádiz.

Este ventorrillo fue construido a finales del siglo xviii, como lugar de descanso para los viajeros que iban desde el espigón que unía Cádiz con la isla del Trocadero, en la bahía gaditana.

Según se recoge en Wikimapia –Ventorrillo El Chato. Islas Gaditanas– no se sabe muy bien qué hay de verdad y de leyenda en la historia. Se dice que la venta fue fundada –por autorización de Conde O´Reilly– por Chano García, a quien apodaban «El Chato» por causa de su gran nariz. «Y cuentan también que en 1823, cuando las Cortes del Reino apresaron a Fernando VII en un encierro tan benigno que le permitía ir de aquí para allá a divertirse donde quisiera, el rey solía visitar el ventorro acompañado de un personaje llamado ‘Fray Manzanilla’. El Fray’ le venía de su apariencia de fraile, con el pelo cortado en redondo alrededor de la cabeza y una calva a modo de coronilla. Lo de ‘manzanilla’, claro está, por su afición a este vino. ‘Fray Manzanilla’ se encargaba de buscar entre las mozas que bailaban en la venta las idóneas para divertir a El Deseado, a quien agradaba extraordinariamente el contoneo de las bailarinas gaditanas».

Con El Deseado, el texto hace referencia a Fernando VII, al que se relaciona con el origen del término tapa o aperitivo que en bares y mesones se le pone al cliente como acompañamiento de la bebida. Su origen estaría en Cádiz y –concretamente– en el ventorrillo de El Chato.

Existen dos teorías que refuerzan esta idea. La más extendida se remonta hasta el siglo xix. Según cuenta el historiador gaditano Luis Benítez Carrasco, en 1823 Fernando VII –que se encontraba apresado, pero de una forma demasiado benevolente en la capital gaditana– solía visitar ese Ventorrillo en compañía del Fraile Manzanilla, que se encargaba de buscarle al monarca bailarinas que lo entretuvieran.

Según explica en su tesis Benítez Carrasco, Fernando VII en una de esas visitas al Chato pidió una copa de Jerez. En ese momento se levantó una gran polvareda en la tasca, ya que el viento empezó a soplar. El camarero, para evitar que la arena entrara en el vaso del rey, colocó una loncha de jamón a modo de tapadera. Parece que al monarca le gustó encontrarse algo gratuito sin haberlo pedido, y en la siguiente ronda exigió su tapa.

VENTORRILLO DEL CURA.- Diseminado las Tres Marías, Málaga.

Situado en una finca que perteneció a un sacerdote que emigró en su día a América y se la dejó a unos vecinos.

VENTORRILLO DE ‘LA PERRA’.- Arroyo de la Miel. Benalmádena, Málaga.

Fue construido en 1785 por el Tío Cachorreras, para atender a cuantos arrieros, toreros –incluso contrabandistas– que pasaban por el lugar. Y su nombre proviene de la perra Picarona, propiedad del mencionado Cachorreras.

VENTORRILLO DE ‘CURRO EL COJO’.- Arcos de la Frontera, Cádiz.

El local se situaba a la salida oriental de la localidad, en dirección a los municipios de El Bosque y Prado del Rey y Ubrique, entre otros.

Su dueño se llamaba Francisco Durán Valle, aunque era más conocido como Curro el Cojo, sobrenombre –el Cojo– que le provino porque a los dieciséis años –cuando trabajaba en el campo como agricultor– tuvo un accidente en el campo y se quedó cojo. Con anterioridad había abierto una taberna en el mismo centro del pueblo. Sus locales fueron famosos por la chacina que servía, especialmente el jamón, el morcón y el lomo en manteca, de ahí que su local fuera visitado por personalidades tales como el Rey Emérito, el Príncipe y algunos presidentes del Gobierno.

VENTORRILLO DE. ZOCUECA.- Zocueca. Municipio de Guarromán, Jaén.

El Ventorrillo es un pueblecito situado entre Bailén y Zocueca, al borde de la Autovía de Andalucía, aunque en un principio fue una venta situada entre ambas localidades, donde paraban los viajeros a dormir y descansar. Posteriormente la venta desapareció y en su lugar comenzaron a construirse casas que ocuparon los campesinos de los alrededores. Y cuando a mediados del pasado siglo murió su último alcalde, como desde entonces no eligió a ningún otro, El Ventorrillo pasó a depender de la cercana aldea de Zocueca que, a su vez, pertenecía al término municipal de Guarromán.

Por último, cabe citar El Ventorrillo de Cercedilla, Madrid, cuyos orígenes, según Julio Vías –Cuadernos de Bitácora sobre la Sierra de Guadarrama– «los orígenes y la historia del Ventorrillo están indisolublemente unidos a la carretera de Villalba a La Granja, construida a finales del siglo xviii según proyecto de Juan de Villanueva y por expreso deseo de Carlos III».

Este arquitecto situó en este lugar una casa de peones camineros y una venta o parador para arrieros y carreteros en donde cambiar los tiros de mulas y encuartar, es decir, enganchar otra yunta a las carretas de bueyes antes de emprender las duras pendientes del puerto.




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Ventas, ventorros y ventorrillos

RODRIGUEZ PLASENCIA, José Luis

Publicado en el año 2022 en la Revista de Folklore número 484.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz