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Con frecuencia hemos insistido en la necesidad de documentar el patrimonio arquitectónico popular, especialmente ante el mal estado de conservación de una parte importante de los ejemplos conservados.
En el presente trabajo vamos a reflexionar sobre el mencionado trabajo de documentación analizando dos casos, uno de un contexto urbano, y otro de una población rural, que han acabado siendo excepcionales (quizá únicos) en su género en sus respectivas localidades (al menos por lo que sabemos en el momento de redactar las presentes líneas). Probablemente en la época de su elaboración habría más muestras de índole similar en los núcleos de población en los que se encuentran. Sin embargo, la desaparición de edificios tradicionales ha conllevado que estas piezas se hayan convertido en testimonios singulares en sus localidades.
D. Miguel Delibes afirmó: «Todo cuanto sea conservar el medio natural, es progresar; todo lo que sea alterarlo esencialmente, es retroceder»[1]. Es fácilmente aplicable el espíritu de esta idea al campo de nuestro estudio: el progreso ha de preservar el conocimiento de nuestro patrimonio etnográfico y conservar ejemplos suficientes. En esta línea escribimos el presente artículo, de modo que nuestro análisis incluye también las imágenes de las piezas estudiadas, para que quede testimonio de ellas, que, como ya hemos indicado, en su día no serían excepcionales en las localidades donde se encuentran, pero hoy ya lo son. Si, desgraciadamente, en un futuro no fuesen conservadas in situ o en un museo etnográfico, al menos quedarían documentadas.
1. Un escudo en la ciudad de León
En el barrio de San Lorenzo, extramuros de la ciudad de León, cerca de la Catedral, se encuentra una casa tradicional en la que, sobre la puerta de acceso, hay un escudo (fotografía 1), con símbolos religiosos, como las llaves de San Pedro y el cáliz con la hostia, además de un corazón y una estrella.
D. Arturo Martín Criado, en su excelente libro titulado La ornamentación en la arquitectura tradicional de la Ribera del Duero, ofrece muestras de este tipo de escudos, con figuras similares, de una cronología de finales del siglo xviii[2]. Bien podría ser de este momento el ejemplo de León que hemos fotografiado. ¿Cuántos ejemplares más habría otrora en la misma ciudad? En todo caso, todavía no hemos encontrado más en la misma con estas características.
2. Un motivo tradicional en Turienzo Castañero
La localidad de Turienzo Castañero (municipio de Castropodame) se encuentra en la ladera de El Redondal, una zona montañosa de los Montes de León, con una preciosa vista sobre el valle del río Boeza y la Sierra de Gistredo.
A pesar del deterioro de muchos ejemplos de arquitectura tradicional, todavía hay bastantes muestras bien conservadas en varios pueblos de El Bierzo Alto. Sin embargo, en Turienzo Castañero ha quedado un número limitado de edificios típicos. En uno de ellos reparamos en la presencia de una ventana en cuyo dintel se encuentra un motivo bien conocido (fotografía 2 ):
Se trata de un círculo con los radios curvados. Este motivo es de gran antigüedad y extensión geográfica, desde inscripciones romanas de la misma provincia de León[3] a estelas discoideas en Portugal[4], por citar solo algunos ejemplos.
La ventana (como puede apreciarse en la fotografía) presenta otros motivos decorativos, que también, parcialmente, se representan en otro ejemplo de la misma localidad berciana (fotografía 3).
Pero volviendo a la decoración del mencionado dintel, lo cierto es que se documenta en la arquitectura tradicional de otras zonas[5].
Bien podemos aplicar a este motivo unas palabras de D. Julio Caro Baroja:
Aceptemos que hay un «Arte popular» […] sobre el que se puede fundar un «Arte culto». Mas también hemos de aceptar que en muchos casos lo que hay son artes y técnicas popularizadas…[6]
En efecto, este antiguo motivo decorativo fue asimilado a las técnicas «popularizadas» y ello explica su amplia repetición. Que se constate su uso en la Edad Antigua no significa, obviamente, que comparta tal cronología o que el carpintero que lo talló en el dintel de Turienzo Castañero tuviese un modelo de época romana delante; como acertadamente recordaba el citado Julio Caro Baroja en otro lugar, hemos de «ponernos en guardia ante las pretensiones ingenuas de hallar a toda costa vestigios de lo primigenio en sociedades con una historia tan larga y rica como lo son todas las de la vieja Europa»[7].
Lo que hace especial al ejemplo de Turienzo Castañero es, en nuestra humilde opinión, su supervivencia: muy probablemente habría más en la localidad, pero este es, actualmente, excepcional en la misma (de hecho, es el único que, por ahora, hemos podido localizar en ella[8]). Y, además, como puede verse en una ampliación de la parte del dintel correspondiente al motivo decorativo en cuestión (fotografía 4), se encuentra bastante desgastado por efecto de los meteoros atmosféricos. Es decir, que, incluso si el edificio se conservase en el futuro, el deterioro de la madera por causas naturales llevaría a que el motivo decorativo se iría perdiendo paulatinamente.
Terminamos. Una vez más, urgimos a la conservación y/o documentación de los elementos que componen nuestro patrimonio etnográfico. Procrastinar esta tarea puede llevarnos a considerar como poco frecuentes o únicas piezas que, en origen, no lo fueron en su contexto geográfico. Incluso, podría significar que lleguemos demasiado tarde, dejando que la pieza en cuestión se deteriore irremisiblemente o desaparezca sin haber sido documentada y/o conservada[9].
NOTAS
[1] Citado en ERNESTO ESCAPA, El siglo de Miguel Delibes, Valladolid 2019, p. 218.
[2] ARTURO MARTÍN CRIADO, La ornamentación en la arquitectura tradicional de la Ribera del Duero, Ávila 2008, p. 129: «Las llaves cruzadas, un motivo que en este siglo [xviii] es muy frecuente, son las llaves de San Pedro, las llaves que Cristo entregó al apóstol y que se convirtieron en emblema tanto del santo como de la Iglesia. Se colocaron, por lo general dentro de un escudo sencillo, en la puerta de casi todas las casas rectorales de la Ribera, buena parte de ellas dieciochescas, así como en otras construcciones de propiedad eclesiástica, como lagares, bodegas, graneros, etc. Por otro lado, tenemos bastantes inscripciones y figuras sin fechar, a las que, con bastante probabilidad, ateniéndonos al estilo y la casa donde están localizadas, podemos situar en el siglo XVIII. […] Además de la cruz, aparecen otros emblemas de tipo religioso, como el cáliz, las conocidas llaves y el jarrón de flores mariano…».
En las láminas XXV y XXVII del citado libro se reproducen ejemplos en los que aparecen motivos similares a los que se encuentran en la pieza leonesa.
[3] FRANCISCO DIEGO SANTOS, Inscripciones romanas de la provincia de León, León 1986, láms. II, C, CLV y CLVI, por ejemplo.
[4] EUGENIUSZ FRANKOWSKI, Estelas discoideas de la Península Ibérica, Madrid 1920, p. 131.
[5] Arturo Martín Criado (o. c., p. 246) recoge un ejemplo, en una puerta de madera, de Aranda de Duero.
[6] JULIO CARO BAROJA, Temas castizos, Madrid 1980, p. 11
[7] Citado en JESÚS ANTONIO CID, «La literatura oral y popular en la obra de Julio Caro Baroja»: VV. AA., Julio Caro Baroja. Premio Nacional de las Letras Española 1985, Barcelona 1989, 68-88, concretamente p. 70.
[8] El autor de las presentes páginas agradece a su amigo D. Antonio Gómez Marqués el transporte a la localidad.
[9] No queremos dejar de destacar, como algo muy positivo y esperanzador al respecto, la creación en los últimos años de diversos museos etnográficos.