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Revista de Folklore número

505



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Una fábula «oriental» entre las páginas de Guido Gustavo Gozzano: rastreando el camino que lleva de Japón a Agliè (y más allá)

CID LUCAS, Fernando

Publicado en el año 2024 en la Revista de Folklore número 505 - sumario >



Para José Muñoz Rivas, por mostrarme «La via del rifugio»

Érase una vez...

Introducción

Bastante menos difundida que su poesía es la prosa de Guido Gustavo Gozzano (1883-1916). Tanto en Italia como en España es así; y aunque poco conocidas y estudiadas, las prosas de Gozzano exhiben una exquisita delicadeza, muy a la altura de su poesía[1], tal y como la crítica más reciente se está encargando de teorizar. Sin embargo, no es raro encontrar a quién recuerda todavía alguna de sus fábulas infantiles, tal es el caso de mi compañera de Departamento, la profesora Irene Arbusti, quien, al hablarle yo del artículo que preparaba, me contó que su madre le leía de pequeña las fábulas del autor de Le farfalle en una edición de bolsillo de la editorial Garzanti.

En cuanto al corpus de las fábulas compuestas por Gozzano, no se trata de una producción abundante[2], como sucede con las atribuidas al griego Esopo o como las del indio Naraian Pandit, pero sí son suficientes, como decía, para constatar que su habilidad como narrador hace justicia a la de poeta. Uno de los mayores estudiosos de la obra de Gozzano, Marziano Guglielminetti (1937-2006), dijo sobre el arte de escribir fábulas de Gozzano que:

[...] oltre l'entomologia [Gozzano] conosce bene la «fiaba popolare di magia» e i suoi meccanismi, quelli cari a Propp; e li applica con garbo estremo, che va dalla scelta dei nomi a quella dei loro attributi. Lieve è anche la scrittura, appena agghindata, sì da non confonderla con quella un po' più trascurata delle novelle, o meglio più grigia[3].

Sin embargo, nosotros nos ocuparemos en este breve artículo tan sólo de una de sus fábulas, en concreto de la titulada La danza degli gnomi (La danza de los gnomos), aparecida por primera vez en el Corriere dei Piccoli[4] el 1 de mayo de 1910, con ilustraciones de Gustavo Carlo Claudio Rosso (1881-1950) –alias «Gustavino»–, turinés como Gozzano. Más tarde se recogerá junto a otras composiciones del mismo género en el libro titulado I tre talismani[5], de 1914; y en 1917, un año después de su muerte, se publicará una segunda antología de las fábulas de Gozzano, La principessa si sposa[6] (una edición hermosa y cuidada, por cierto, con primorosas ilustraciones de Golia[7] y con una encuadernación en color verde botella de calidad).

Guido Gozzano fabulista

En lo que se refiere a las fábulas de Gozzano, es de rigor comenzar diciendo que hunden sus raíces en las fábulas más antiguas, en aquellas provistas de moraleja (acaso el elemento fundamental de las fábulas[8] más añosas), en las que siempre se premia al justo y se castiga al malvado, en donde los grises no existen y se trabaja con arquetipos: el héroe, el villano, el ayudante, etc[9]. Es esta una literatura que, sin duda, Gozzano conocía bien desde niño. No tenemos que imaginar mucho para evocar a la madre, parientes o ayas del pequeño Gozzano contando cuentos y leyendas de la tradición a un niño embelesado; o a Guido pidiendo a sus familiares que le narrasen historias de reinos lejanos y de seres maravillosos[10]. A manera de curiosidad añado que, antes incluso de ponerse a escribir sus fábulas, en las cartas de adolescencia dirigidas a su amigo Ettore Colla[11] ya encontramos mucho de fabuloso y de fantástico, está casi el oficio de contar traspasando los límites de la realidad: cachivaches salidos de su imaginación, exageraciones que rozan lo ficticio o que incluso lo sobrepasan e historias de la cotidianidad que acaban por ser toda una aventura.

En lo tocante al estilo de las fábulas escritas por Gozzano, su lenguaje es siempre elegante y cuidado, deja a un lado el descaro y la sinvergonzonería de sus cartas adolescentes y su prosa se vuelve sencilla en lo que a la gramática se refiere, pero eficaz. Las fábulas se van trenzando con levedad, sumando gradualmente todos los elementos propios de las fábulas tradicionales: un inicio que engancha, un desarrollo trepidante y un final que logra satisfacer al auditorio.

Tenemos que observar al Gozzano niño, un pequeño burgués del norte de Italia, distraído y soñador, pendiente de los rincones de su espléndido jardín familiar, donde muchas veces se desarrollan sus juegos y fantasías. Allí es posible el mundo de las hadas, duendes, gnomos, reyes antiguos... es un escenario en el que Gozzano se mueve con desenvoltura. Ahora bien, Gozzano no se limita a reescribir las fábulas tradicionales, sino que toma de ellas los elementos que le interesan (su armazón, podríamos decir) para luego crear con ellos fábulas nuevas. Por supuesto, están las niñas desvalidas, los encantamientos y los animales dotados de conocimiento dispuestos a ayudar a los protagonistas[12]. Todo bajo el sutil «barniz» gozzaniano que las vuelve elegantes, conmovedoras y, hasta en cierta manera, pomposas.

En cuanto al interés de Gozzano hacia este género literario, debemos desterrar la idea de que las escribiera con un fin meramente económico o comercial. Más atractiva resulta la teoría de que Gozzano fue alguien interesado desde su infancia por aprender y por contar fábulas, alguien con predisposición para escuchar y también para contar. Leamos ahora las palabras al respecto de la profesora Elisabetta Tonello:

L’interesse di Gozzano verso il mondo fiabesco (…) non fu dovuto a semplici contingenze, né dettato da ragioni economiche, ma lo accompagnò per tutta l’esistenza e determinò alcuni tratti della sua poesia. Studioso assiduo e grande conoscitore dei meccanismi narrativi, egli stesso ricorda la sua abitudine, da adolescente, di riunire i ragazzi del quartiere per intrattenerli con i racconti che inventava sul momento, e la pratica di narrare ai nipoti le fiabe che conosceva e che scriveva per loro. Le fiabe vere e proprie rappresentano del resto una parte cospicua della produzione dell’autore e la loro stesura impegna Gozzano per un periodo di tempo piuttosto lungo, dal 1908 fino alla morte, nel ’16[13].

Con estas palabras comprobamos que Gozzano contaba a los chicos de la calle (amigos, conocidos, desconocidos... no importaba) las historia que él inventaba sobre la marcha; como hizo el profesor Tolkien con sus hijos mucho antes de dar a la imprenta títulos como The Hobbit o Roverandom (libro póstumo de 1998)[14]. Lo mismo que el lánguido reverendo Charles Lutwidge Dodgson, alias Lewis Carroll, hizo durante aquel memorable paseo en barco por el Támesis del 4 de julio de 1862, cuando contó las aventuras de una intrépida niña a las tres hermanas Liddell. Lejos estaba entonces el texto definitivo (si es que puede haberlos alguna vez[15]) de Alice's Adventures in Wonderland[16]. Por si me preguntan, soy de la opinión de que para escribir este tipo de literatura primero hay que sentirla en la boca. Hay que compartirla y ver en primera persona la reacción que suscita en los ojos o en los ceños de los concurrentes. Una fábula no la puede escribir sino quien conoce cómo son los seres humanos, cuáles son sus virtudes y sus vicios. Una fábula no puede ser un diario secreto. Es por eso –por ese nexo con lo que todos llevamos dentro– que las fábulas resultan creíbles, aunque aparezcan en ellas conejos con reloj de faltriquera y chaleco, dragones avariciosos o gnomos danzarines.

Decía que durante la infancia de Gozzano, en el ambiente burgués en el que creció, no habrían sido raros los cuentos y las fábulas nacidos para entretener a los niños de la casa. Sabemos del amor de Gozzano por la lectura (aunque sin excesos, muy lejos del amor por los libros del joven Leopardi, por ejemplo), más por las que él descubría por sí mismo que por las obligatorias durante sus años de estudio, como él mismo confiesa en una carta a su amigo Fausto Graziani:

Tu conosci la passione che io ho per le lettere; ho molto letto e molto appreso, non nelle aride aule del liceo, ma per conto mio, sollevandomi molto, lo sento, sui miei compagni che vivono nell’incoscienza della volgarità: ho molto letto e mi sono appassionato per tutti i poeti che cantarono la voluttà e la vita[17].

No vamos a entrar aquí en el interesante argumento de la «voluttà e la vita» según Gozzano. Dediquemos, en cambio, unas pocas líneas ahora a la literatura para niños en su época. Cuando Guido vino al mundo se había obrado hacía poco el largo y complejo proceso que fue la Unificación de Italia. En este marco histórico la literatura para los más pequeños (y pudientes) viene a ayudar en la labor de difusión del italiano estándar, que se quiere imponer por encima de las otras lenguas de la Península Itálica en las que ya se habían impreso libros de cuentos como, por ejemplo, el formidable Pentamerone (Lo cunto de li cunti overo lo trattenemiento de peccerille), de 1634, escrito en napolitano por Gianbattista Basile (1583-1632). Así:

Libri e periodici per l’infanzia nel neonato Regno d’Italia veicolano i valori della classe dominante e naturalmente la grammatica italiana, sconosciuta ai più data la preponderanza dei dialetti nella lingua parlata. Non mancano però di sostenere idee politiche: è il caso ad esempio del Giornalino della Domenica di Vamba a favore dell’irredentismo e del nazionalismo[18].

De Amicis, Vamba, Collodi... son autores que pertenecen a este periodo. Gozzano crece con esta nueva realidad de una Italia recién unida. Si hacemos caso a uno de sus mejores biógrafos, Giorgio Rienzo, el niño Gozzano pedía a su madre que le recitara los versos de Pietro Paolo Parzanese o los de Aleardo Aleardi, imaginativos y llenos de acción, acordes con el momento histórico, que no harían más que agitar su ya de por sí vívida imaginación.[19]

En el principio... fue la fábula

No vamos a añadir aquí nada nuevo para referirnos a lo que la fábula ha significado para el ser humano. La fábula ha acompañado al hombre desde hace mucho, quizás sea una de las primeras formas de expresión literaria[20]. Yendo hacia sus orígenes, Bernard le Bovier de Fontenelle (1657-1757) creía que era la forma en la que en India los adultos podían explicar a los jóvenes de buena familia (destinados a ser los líderes de sus comunidades) la manera más recta de gobernar y los designios de los dioses[21]. En diferentes puntos de la geografía y en diferentes momentos históricos ha sido una forma entretenida de enseñar[22], un ejemplo perfecto del «prodesse et delectare» horaciano[23]. Útil recurso literario que contiene una dosis de moral y que consigue permanecer en nuestra memoria. En un reciente ensayo publicado en Italia por la profesora Silvia Vegetti Finzi podemos leer lo siguiente:

L´adulto che racconta fiabe sa rimaneggiare materiale incandescente per cui cerca, con variazioni e modulazioni, di controllare le emozioni che suscitano; selezionando le espressioni, fa in modo che le sue parole siano adeguate all´età del bambino, idonee al suo temperamento, capaci di farlo crescere e renderlo migliore.

Le situazioni evocate –il bosco, il castello, l´orco, la strega, gli animali parlanti, gli incantesimi– sono cosí inconsuete che richiedono di creare, in senso artistico, le forme e i colori da utilizzare per rappresentale, per metterle in scena, Se alla fine il bambino chiede «ancora», è perché conoscere lo svolgimento dei fatti lo rassicura, gli consente di prevedere le conseguenze, di controllare le emozioni, di sentirsi padrone del suo destino[24].

Con las fábulas de Gozzano sucede esto mismo, y no sólo con los niños, también los adultos exclamamos: «¡Continúa!». Los mecanismos narrativos son eficaces y las tramas atractivas; se nos aparecen como un regalo para antes de ir a dormir (como era el caso de mi compañera Irene Arbusti) o como alternativa (hoy casi utópica) a una partida de PlayStation o a un largo y yermo vagabundeo por las redes sociales.

La danza degli gnomi en el corpus fabulistico de Guido Gozzano

Al inicio de este artículo decíamos que Gozzano es conocido principalmente por sus poemas. Sin embargo, algunos estudios reciente están dando valor a sus prosas[25] y, por supuesto, a su producción como fabulista:

Fiabe spesso e volentieri trascurate dalla critica e anche dai lettori, per colpa di un pregiudizio che fa della fiaba (e della favola) un genere che può essere fruito esclusivamente da bambini (d’altronde lo stesso Gozzano aveva scritto le sue fiabe per il «Corriere dei Piccoli»). Peccato, anche qui, perché fiaba e poesia in Gozzano sono strettamente connesse – insieme opposte e complementari – e perché tralasciare testi la cui stesura impegna Gozzano dal 1908 fino al 1916, anno della morte, significa lasciare in ombra una parte importante di un poeta sempre molto apprezzato[26].

Como el resto de fábulas escritas por Gozzano, La danza degli gnomi demuestra la atención del poeta hacia el mundo de los más pequeño, tal vez porque, como ha dicho Stella Grillo:

Guido Gozzano era un malinconico perennemente alla ricerca del passato ed estremamente legato alla dimensione infantile[27].

La danza degli gnomi apareció por primera vez –como dijimos– en 1910, el mismo año en el que Gabriele D'Annunzio (primero amado y luego despreciado por Gozzano[28]), publicaba su novela Forse che sì, forse che no y Carlo Galetti ganaba la segunda edición del Giro d´Italia.

En La danza degli gnomi se nos cuenta la historia de Serena, hija de un rico viudo que vuelve a casarse con una mujer envidiosa que aporta al matrimonio otra hija más, Gordiana. Ya desde los nombres de las dos hijas podemos saber quién es la buena y quién la malvada. Mientras que Serena nos evoca la paz y la calma, Gordiana, amén de evocarnos «algo difícil de superar si no es pagando un caro precio», podría aludir a un tipo de gusano, los gordiàcei[29]. Gozzano era un buen conocedor del reino de los insectos, en concreto de los lepidópteros, por lo que tal vez la elección del nombre no fuese casual[30].

En el relato Serena es obediente y sumisa, aun cuando sabe que algún peligro se cierne sobre ella, pues, aunque sabe que en el bosque que está entre el castillo en el que vive con su familia y el pueblo los gnomos salen a bailar y a celebrar por las noche –eso sí, sin privarse de importunar a los viajeros–, obedece a su madrastra, que obliga a Serena a dejar el hogar para recoger el libro de oraciones que olvidó adrede en la iglesia. En mitad de la noche Serena avanza por la foresta hasta que encuentra a los gnomos danzando, acompañados por los estridentes graznidos de algunas aves. Serena quiere pasar sin ser vista, pero es descubierta. Los gnomos, en lugar de castigar su intromisión, hacen que baile con ellos. Tal es la dulzura de Serena que los gnomos no pueden hacer nada malo contra la muchacha; al contrario, le conceden varios dones: el don de la belleza, el de la mesura, el don de que a cada palabra suya caiga de su oreja una perla y de que cada cosa que ella quiera pueda transformarse en oro. Así, después de la danza, la muchacha llega hasta el pueblo, despierta al sacristán para pedirle el misal de su madrastra (no sin antes dejar caer varias perlas que el sacristán recoge) y luego vuelve apresuradamente al castillo. Cuando su madrastra la ve no puede creer que haya regresado con vida del bosque, sin embargo, pide su libro de oraciones; Serena se lo da, pero ahora está hecho de oro. La madrastra entiende entonces que algo mágico le ha sucedido por el camino.

El domingo siguiente por la noche hace la misma petición a Gordiana, quien no quiere ir a por el libro a la iglesia del pueblo por lo peligroso del recorrido. Sin embargo, al final accede. Yendo por el camino Gordiana vuelve a encontrar a los gnomos danzando; estos la descubren. El baile se para y uno de ellos le tiende la mano para que dance con él, sin embargo, Gordiana, en tono grosero, lo rechaza y le dice que ella sólo baila con nobles y no con «sapos» como él. Los gnomos, muy enfadados, le lanzan toda suerte de maldiciones: la vuelven fea, jorobada, coja, hacen que a cada palabra suya un escorpión[31] nazca de su boca, que se cubra de babas todo lo que toca... así, con sus nuevos «dones», sale corriendo a por el misal de la madre y a toda velocidad vuelve al castillo, donde esta le pregunta quién le ha hecho eso. La respuesta es muy interesante, ya que Gordiana, en lugar de acusar a los gnomos, acusa directamente a su madre, por haber sido tan irresponsable y haberla dejado a su suerte por los oscuros caminos, a merced de los gnomos.

Y mientras Gordiana queda recluida en sus aposentos, al cuidado de los médicos que, en vano, intentan curarla de sus males, la noticia de la hermosura y la delicadeza de Serena se expande por tierras lejanas; hasta el remoto reino de Persegonia, donde su rey quiere ir en persona a conocer a la joven. Nada más verla su corazón queda cautivado por la belleza y las virtudes de Serena y le pide matrimonio. Serena accede, pero la madrastra, verde de envidia, piensa en esconder a Serena en un baúl de madera y en vestir a Gordiana con las ropas y con las joyas de su hermanastra y presentarla así ante su prometido el día de la boda. Con el velo protegiendo su rostro y en silencio avanzan en la carroza del rey hasta que, al pasar por un arroyo, Gordiana dice a su madre en voz alta que tiene sed. Al momento tres escorpiones caen de su boca y el rey descubre que aquella no es Serena sino su hermanastra. A toda velocidad toma un caballo, llega hasta el castillo, saca a Serena del baúl con la ayuda de su espada y la pareja -y también el padre de la novia, que en toda la historia no ha intervenido- son felices hasta el fin de sus días, mientras que de Gordiana y de su madre, de la que ni siquiera se nos ha dicho el nombre, nadie vuelve a saber nada.

Está es, colorín colorado, la fábula de La danza degli gnomi. En ella, como en cualquier fábula canónica, están muy definidos el bien y el mal. A un padre benévolo se opone una madrastra terrible y a una protagonista que es un dechado de virtudes se contrapone una deuteragonista que es todo lo contrario. En cuanto al padre (en otros caso rey o patriarca), en numerosos cuentos es alguien del que sabemos muy poco, a veces ni siquiera su nombre, tan sólo la posición que ocupa. En este tipo de fábulas el protagonismo recae siempre en la madrastra (tampoco es necesario conocer cómo se llama), un personaje pérfido que busca el bien para ella o para su progenie, sin que le importen lo más mínimo su marido o los hijos de este.[32] Es este otro de los ingredientes fundamentales de esta fábula, que sirve de pivote a toda la acción, la relación conflictiva de la madrastra hacia la hijastra (siempre así y no al contrario), algo que sucede también en cuentos tan conocidos como el de Cenicienta, Blancanieves o Hansel y Gretel. El profesor y folclorista siciliano Salvatore Ferlita ha dicho a este respecto:

I meccanismi della fiaba prevedono che matrigna e orfana entrino in conflitto, a volte in competizione sfrenata. Le dinamiche della rivalità e della sfida in un primo momento mettono l´orfana in un angolo, la prostrano sino all´inverosimile facendole rischiare un processo di disumanizzazione fino a quando, però, accade qualcosa che controbilancia le parti fino alla compensazione vera e propria, che di solito consiste in un matrimonio altolocato, vero e proprio elemento di definitiva discontinuità[33].

Evidentemente, si en el palacio de Serena todo hubiese sido paz y armonía no habríamos tenido acción, la madre no la habría lanzado sola por los caminos y el resto de la historia no se habría desarrollado nunca.

Por otro lado, el bosque es otro de los elementos cardinales en la fábula de Gozzano. El bosque es el marco mágico en el que trascurren los prodigios. En el bosque está la casa de chocolate que encuentran Hansel y Gretel; es el bosque el que se apodera del castillo en La bella durmiente; es donde Caperucita Roja se topa con el lobo feroz; es más, es en un oscuro bosque donde Tolkien ambienta algunos de los pasajes más memorables de The Hobbit y The Lord of the Rings. Y el que tal vez sea el caso más paradigmático de todos los bosque de ficción es el bosque que vertebra toda la novela de Wenceslao Fernández Flores de 1943 titulada, precisamente, El bosque animado.

El bosque se opone al castillo y al pueblo en esta fábula, no es parte del territorio que habitan los mortales, sino que es un territorio mágico. El bosque de Gozzano, como el del resto de ejemplos que hemos dado en el párrafo anterior, no es un mero lugar de paso, es un lugar en el que tiene lugar lo sobrenatural, y así se nos dice desde el principio al lector, aunque no sepamos bien qué es lo que sucederá (la buena fábula ha de guardarse siempre un as en la manga). Aquí el bosque es el escenario en donde suceden los prodigios, donde los gnomos danzan, donde las aves van a acompañar con sus graznidos a estos seres deformes y misteriosos. Es, en definitiva, un «espacio sagrado». Primero porque no pertenece a la jurisdicción de los mortales, segundo porque en él rigen unas normas que prohíben a estos pisar por allí cuando cae la noche. Sólo los animales y los gnomos tienen licencia para habitarlo. Serena es una extraña que es invitada temporalmente, que es respetuosa con el lugar y que no inflige las normas de quienes gobiernan ese espacio; por el contrario, Gordiana no sigue las reglas del juego y por ello es castigada.

Al respecto de los lugares sagrados, la profesora Lia Zola ha escrito:

[...] l´imposizione di norme comportamentali sembrano invece essere caratteristiche comuni al concetto di sacro in più culture (…). Esso si riferisce a limitazioni derivanti da tutto ciò che ha attinenza con il quale, nel rapportarsi ad esso, deve osservare norme ben determinate. Questo significa, in genere, che ciò che è ritenuto sacro, sia un oggetto o un luogo (oppure una persona), deve essere collocato lontano dalle cose e dai luoghi quotidiani, in modo che il suo valore particolare possa essere riconosciuto e le regole che lo riguardano rispettate[34].[35]

Hacia el origen de la fábula

Aunque atractivo, el argumento que nos presenta Gozzano no es original. Sí lo son el lenguaje y el estilo que el escritor piemontés volcó en la breve prosa infantil. Pero La danza degli gnomi pertenece al grupo de las fábulas que nos advierten sobre la envidia y la avaricia. Uno de los textos populares que más se parece a la fábula de Gozzano es el cuento japonés titulado Kobutori Jisan (algo así como El viejo al que le quitaron un bulto), muy conocido aún hoy en el país asiático, del que existen varias versiones del mismo y que en España se ha traducido en varias ocasiones. Yo recuerdo, en concreto, la recogida en uno de los cuatro tomos publicados por Hiperión al cuidado de Luis Caeiro[36]. En lugar de castillos, nobles y reyes, en el relato nipón tenemos a un anciano leñador que tiene un lobanillo o bocio (según la versión) en su cuello. Mientras está cortando leña comienza una gran tormenta y el leñador tiene que refugiarse en el tronco seco de un árbol. Tras la lluvia, un grupo de ogros (oni) llega hasta allí y se pone a tocar música y a danzar. El leñador es descubierto, pero es tan agradable y divertido que comienza a bailar con ellos. Los ogros, satisfechos con el invitado, en lugar de enfadarse con él le dicen que les pida algún deseo, que ellos se lo concederán, a lo que el buen anciano responde que nada le gustaría más que librarse del gran bulto que tiene en el cuello, por el que los demás habitantes del pueblo se burlan de él. Dicho y hecho, los ogros le conceden su petición y feliz vuelve a su aldea. Ahora bien, al regresar, un vecino, que también tenía un bulto en el cuello, escuchó la historia del viejo y los ogros mientras se la contaba a su esposa. Sin pensarlo, la mañana siguiente corrió hasta el lugar en el que habían aparecido los ogros y los esperó en el mismo tronco hueco. Como había pasado el día anterior, los ogros llegaron tocando instrumentos y danzando. El segundo viejo hizo su aparición y los ogros lo confundieron con el primero, por lo que le invitaron a danzar, pero este anciano era tan torpe que no sabía moverse, ni agitar el abanico... Uno de los ogros se le acercó y le dijo: –«¡Esto no es nada de lo que vimos ayer, así que, vete de nuevo a tu pueblo y llévate contigo tu bulto en el cuello!»–. En un periquete, le colocó el bulto del primer anciano en el cuello. El desdichado anciano, por egoísta, tuvo que cargar por siempre con su bulto y con el de su vecino.

Este relato, que, como digo, cuenta con numerosas variantes en Japón, está incluido en la famosa colección de fábulas titulada Uji shūi monogatari (aunque no hay unanimidad entre los estudiosos, se cree que pudo ser compilada durante la era Kempō (1213-1219)), en donde se recoge un buen número de leyendas venidas desde China y desde India[37]. No es de extrañar por ello que en estos países (y también en otros) encontremos esta misma historia con diferentes variantes.

Pero, mientras que en Oriente el bulto se encuentra en el cuello, en Occidente –por lo general– es una joroba lo que produce la mofa en el protagonista (o los protagonistas) de la fábula. Los hermanos Grimm[38] tienen un cuento –que no está entre los más conocidos de cuantos escribieron– que se ha traducido al español como Los regalos de los gnomos[39], en donde un misteriosos anciano de larga barba blanca y casaca multicolor es quien quita y quien pone la joroba del protagonista y de su antagonista mientras se toca y se baila en corro. Con toda seguridad está conectado con un cuento florentino que recogió Italo Calvino[40], en el que los protagonistas son dos hermanos jorobados, uno de buen corazón y otro egoísta (el lector, a estas alturas, ya intuirá quién termina con la espalda lisa y quién con dos jorobas cual camello); sólo que aquí las que ponen y quitan la chepa de turno no son los gnomos, sino brujas.

Así, la fábula de Gozzano, como el cuento japonés, como otros tantos cuentos más esparcidos por el mundo, tienen como moraleja prevenirnos de la avaricia y de la envidia. «La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual», dijo don Miguel de Unamuno. Envidiar a los demás nunca puede acabar bien. En cuanto a los gnomos perversos de la fábula, se comportan exactamente igual a otros pequeños seres misteriosos, difíciles de describir, los chinka del folclore georgiano, cuyo principal entretenimiento es molestar e intimidar a los viajeros solitarios que recorren los caminos al caer la noche y que también protagonizan un buen número de cuentos populares[41]. Suponemos que tras esto se esconde la recomendación de no caminar a solas, no por el riesgo real de los gnomos o por los chinka, sino por peligros de carne y hueso que acechan a los caminantes, como salteadores y ladrones. No en vano, se cree que por esto nacieron leyendas urbanas como la de «la chica de la curva» o la de «la muchacha del baile»[42].

Con seguridad, como sucede con muchos otros relatos de la tradición nipona, el germen de Kobutori Jisan proviene de India, en donde todavía se recuerda la historia en la que el dios Krishna quita la joroba y otras deformidades a Malini, una justa mujer[43]. En el canon de la literatura infantil del País del Sol Naciente Kobutori Jisan está siempre presente y ha trasvasado las fronteras de la literatura, apareciendo en diferentes mangas y animes.

Es más, incluso creo ver ramalazos de este cuento en el primero de los «relatos» fílmicos de esa obra maestra que son los Sueños (1990), de Akira Kurosawa. El niño protagonista también invade un recinto sagrado que no le pertenece, durante un momento muy determinado, cuando llueve y hay sol a la vez, que es cuando los zorros llevan a cabo sus esponsales. El pequeño es espectador de uno de los bailes nupciales de estos seres sobrenaturales relacionados con la diosa Inari, que están tan presentes en la mitología nipona[44]. Como castigo, los zorros mandan a la casa del niño un puñal con el que debe suicidarse, pero el final... está en cada espectador.

Aunque con algunas diferencias, esta fábula de los ancianos con bultos en sus cuellos la encontramos en Tibet[45], China, la Península de Corea[46] o en la región del Kurdistán[47]. La más conocida y traducida es, sin embargo, la versión japonesa, donde se valora la capacidad para cantar y bailar de manera chocarrera del leñador, que tiene gran parecido con la fábula de Gozzano, en donde los gnomos admiran la forma elegante en la que baila Serena.

Sabemos que Gozzano fue lector de algunos autores orientales, Omar Khàyyàm, Aśvaghoṣa, quizás Las mil y una noches... pero no he podido averiguar aún si conocía o no las fábulas del lejano Oriente. Tal vez esto pudiera ser material para un futuro trabajo.

Coda

Las fábulas son parte inherente de nuestra forma de ser. Las antiguas o las más cercanas a nosotros nos describen y nos ayudan a mejorar, si bien, simplificando demasiado en ocasiones. Las fábulas de Guido Gozzano, aún desconocidas en nuestro idioma, son un campo todavía virgen para traductores y estudiosos, a la altura del mejor Iriarte o Monterroso. Estoy seguro de que el lector se sorprenderá y que a cada fin exclamará: -«¡Una más antes de cerrar el libro!»-, y si no lo creen, vayan hasta sus paginas. Gozzano les está esperando entre mariposas, gnomos, princesas y madrastras.




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TURNER, Victor, Dal rito al teatro, Bologna, Il Mulino, 1986.




NOTAS

[1] Véase para esto el estudio introductorio de José Muñoz Rivas en: GOZZANO, Guido, La ciudad de la fantasía. Prosas para la Exposición Internacional de Turín de 1911 (José Muñoz Rivas trad. y ed.), Vigo, Editorial Academia del Hispanismo, 2018; o la introducción de Marco Maggi en: GOZZANO, Guido, Anacronismi e didascalie. Prose varie 1903-1916, Roma, Edizioni di Storia e Letteratura, 2023; además de los artículos de: MUÑOZ RIVAS, José, «Guido Gozzano. Entre poesía y prosa», VV.AA., Homenaje a la profesora Carmen Pérez Romero, Cáceres, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura, 2000, pp.87-96; y ZACCARIA, Giuseppe, «Gozzano in versi e in prosa: l’ironia postmoderna», «L’immagine di me voglio che sia».Guido Gozzano cento anni dopo: convegno internazionale (Torino, 27-29 ottobre 2016), Alessandria, Edizioni dell’Orso, 2017, pp. 175-184.

[2] La profesora Gioia Sebastiani reunió las veinticinco «fiabe» y «novelline» de Gozzano en su monografía dedicada a este asunto, que sigue siendo el libro de referencia a este respecto (ver bibliografía final).

[3] En: GUGLIELMINETTI, Marziano, Introduzione a Gozzano, Roma-Bari, Laterza, 1993, p. 134.

[4] También conocido como Corrierino. Fue la primera revista de cómics italiana. Se imprimió desde 1908 hasta 1995. Esta exitosa revista infantil fue ideada por la pedagoga y escritora Paola Lombroso Carrara (1871-1954). Autores tan reconocidos como Dino Buzzati, Grazia Deledda o el propio Gozzano publicaron en sus páginas.

[5] Ostiglia, La scolastica editrice.

[6] Milano, Fratelli Treves Editori.

[7] Pseudónimo de Eugenio Colmo (1885-1967); turinés como Gozzano, quien fue su compañero en el colegio. Precisamente fue Guido el que le puso el mote de «Golia» («Goliat»), debido a su gran estatura. Desarrolló una larga e importante carrera como ilustrador, diseñador de moda y ceramista.

[8] Léase para esto, por ejemplo, el interesante artículo de: AMORES, Montserrat, «Moraleja, moralina y reflexión ética en las adaptaciones de cuentos folclóricos del siglo xix», Revista Hispanica Moderna, vol. 53, nº2, 2000, pp. 293-304.

[9] Léase para esto el libro, referente ya para estos asuntos, de PROPP, Vladimir, Morfología del cuento; seguida de Las transformaciones de los cuentos maravillosos, Lourdes Ortiz (trad.), Madrid, Editorial Fundamentos, 2006.

[10] Véase para esto el artículo de: PALMIERI, Giovanni, «La «fotografia» di un mondo perduto: il dialogo con l´infanzia di Guido Gozzano», Italogramma, vol. 4, 2012, pp.101-115.

[11] Véase para esto el libro de: GOZZANO, Guido, Lettere dell´adolescenza a Ettore Colla (a cura di Mariarosa Masoero), Alessandria, Edizioni dell´Orso, 1993.

[12] Véase para esto: CID LUCAS, Fernando, «Animales que ayudan: El gato con botas y Momotaro», Peonza: Revista de literatura infantil y juvenil (Ejemplar dedicado a: Cuentos de antaño, cuentos de siempre), nº 111, 2014, pp. 11-16.

[13] En: TONELLO, Elisabetta, «Guido Gozzano dalla poesia alla fiaba, dalla fiaba all poesia», Giornale Storico della Letteratura Italiana, vol. CLXXXI, Fasc, 625, 2012, p. 111.

[14] Véase para esto: CID LUCAS, Fernando, «Sobre las obras menores de J.R.R. Tolkien. El filólogo y el padre», Quince caminos para seguir a Tolkien (Fernando Cid Lucas ed.), Cáceres, Excma. Diputación Provincial de Cáceres, 2007, pp. 261-277.

[15] Léanse para esto las apreciaciones al respecto de: COLINA, Carlos, El lenguaje de la red: hipertexto y posmodernidad, Caracas, Universidad Católica Andrés Bello, 2002.

[16] Véase para esto: DAY, David, Alice’s Adventures in Wonderland Decoded, Toronto, Doubleday Canada, 2015.

[17] Fragmento de la carta dirigida a su amigo Fausto Graziani fechada el 5 de junio de 1903. Texto disponible en la web: https://www.internetculturale.it/it/284/guido-gozzano-colloqui-con-la-poesia-la-sua-biblioteca (última consulta. 12/09/2023).

[18] En: http://www.bibliotecaregionalepalermo.it/index.php?it/525/la-narrativa-per-linfanzia-nella-storia (última consulta: 10/10/2023).

[19] DE RIENZO, Giorgio, Guido Gozzano. Vita breve di un rispettabile bugiardo, Milano, Rizzoli, 1983, pp. 14-15.

[20] Léase para esto el esclarecedor trabajo de: VINDT, Lidiya, GELFAND, Miriam & PARROTT, Ray, «The Fables as Literary Genre», Ulbandus Review, nº 5, 1987, pp. 88–108.

[21] Sobre la fabulística india y su posterior expansión, véase el excelente artículo de: ZUGASTI, Miguel, «Las fábulas del Panchatantra y sus nuevas versiones en el Kalilah wa Dimnah árabe y el Calila e Dimna español», Papeles de la India, vol. XIX, nº 3, 1990, pp. 40-61.

[22] Léase, por ejemplo, el artículo de: RUIZ RODRÍGUEZ, Ana Belén, «La fábula en la Educación Primaria», Pedagogía Magna, nº 5, 2010, pp. 19-26.

[23] Véase para esto: MONTANER BUENO, Andrés, La transmisión de valores a través de fábulas bajomedievales de origen oriental. Una propuesta didáctica, Santiago de Compostela, Andavira, 2017.

[24] En: VEGETTI FINZI, Silvia, «Raccontami una storia: le risorse della fantasia», AA.VV., Narrare humanum est,. La vita come intreccio di storie e immaginari, Torino, UTET, 2023, p. 96.

[25] Véase la nota nº 1 de este artículo.

[26] En: https://shockwavemagazine.it/letteratura-arte/guido-gozzano-e-le-sue-fiabe/ (última consulta: 20/09/2023).

[27] En: https://metropolitanmagazine.it/guido-gozzano-il-poeta-crepuscolare-e-la-letteratura-per-linfanzia-la-danza-degli-gnomi-e-altre-fiabe/ (última consulta: 10/10/2023).

[28] Para saber más sobre la relación entre Gozzano y la poesía de D’Annunzio véase el interesante artículo disponible en: https://gabrieledannunzio.it/archivio/gozzano-e-dannunzio/ (última consulta: 30/09/2023).

[29] Véase: https://www.treccani.it/vocabolario/gordiacei/ (última consulta: 03/10/2023).

[30] Véase el artículo de: DI CIOCCIO, Maria Cristina, «La perspective curieuse: Guido Gozzano tra letteratura ed entomologia», en: https://www.italianisti.it/pubblicazioni/atti-di-congresso/letteratura-e-scienze (última consulta: 16/10/2023).

[31] Para autores como Jean Campbell Cooper el escorpión es el símbolo de la envidia y del odio. Véase para esto, por ejemplo: COOPER, Jean Campbell, Dizionario degli animali mitologici e simbolici, Vincenza, Neri-Pozza, 1997, pp. 299-300.

[32] Véase para esto el artículo de: CEBALLOS-VIRO, Ignacio, «Comparando romances y cuentos: suegras malvadas y madrastras malvadas», Miscelánea de estudios sobre el Romancero: homenaje a Giuseppe Di Stefano (Pere Ferré, Pedro Manuel Piñero Ramírez, Ana Valenciano López de Andújar & Giuseppe di Stefano eds.), Sevilla, Editorial Universidad de Sevilla, 2015, pp. 149-180.

[33] En: FERLITA, Salvatore, Se non diventerete come bambini: Letteratura, scuola, miti dell´infanzia, Palermo, il Palindromo, 2022, p. 16.

[34] El subrayado es mío.

[35] En: ZOLA, Lia, Paesaggi, luoghi e spazi sacri nello sciamanesimo siberiano, Torino, Meti Edizioni, 2015, p. 25.

[36] Véase: CAEIRO, LUIS, «El lobanillo del leñador», Cuentos y tradiciones japoneses. I. El mundo sobrenatural, Madrid, Hiperión, 1993, pp. 159-164.

[37] Véase para esto el excelente artículo de: FORSTER, John S., «Uji Shūi Monogatari», Monumenta Nipponica, vol. 20, nº 1-2, 1965, pp. 135-208.

[38] No he podido saber si la familia Gozzano tuvo acceso o no a los cuentos de los hermanos Grimm. Si bien, la primera edición de sus cuentos infantiles se publicó en Italia en 1897 bajo el título de Cinquanta novelle, en la prestigiosa editorial Hoepli.«Para los niños y las familias», rezaba su subtítulo.

[39] Véase, por ejemplo, la traducción recogida en: https://www.grimmstories.com/es/grimm_cuentos/los_regalos_de_los_gnomos (última consulta: 13/10/2023).

[40] Véase, por ejemplo, la versión recogida en: https://www.giochicreativi.com/2011/10/italo-calvino-due-gobbi.html (última consulta: 13/10/2023).

[41] Véase para esto: CID LUCAS, Fernando, El pequeño libro de los mitos, leyendas y tradiciones georgianas, Pesaro, Intra, 2023.

[42] Léase para esto el libro de: PEDROSA BARTOLOMÉ, José Manuel, La autoestopista fantasma y otras leyendas urbanas españolas, Madrid, Páginas de espuma, 2004.

[43] Una versión de este relato puede leerse en: https://isha.sadhguru.org/us/en/wisdom/article/krishna-meets-trivakra-in-mathura (última consulta: 14/10/2023).

[44] Véase para esto el artículo de: OPLER, Morris E. & HASHIMA, Robert, «The Rice Goddess and the Fox in Japanese Religion and Folk Practice», American Anthropologist, vol. 48, nº 1, 1946, pp. 43-53.

[45]https://sacred-texts.com/asia/tft/tft44.htm (última consulta: 09/09/2023).

[46]https://www.youtube.com/watch?v=lxxW8J5PBIg (última consulta: 09/09/2023).

[47] Léase para esto el libro de: DE CHIARA, Matteo & GUIZZO, Daniele, Fiabe e racconti popolari del Kurdistan, Roma, ISMEO, 2015.



Una fábula «oriental» entre las páginas de Guido Gustavo Gozzano: rastreando el camino que lleva de Japón a Agliè (y más allá)

CID LUCAS, Fernando

Publicado en el año 2024 en la Revista de Folklore número 505.

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