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Revista de Folklore número

096



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MANUSCRITO DE ASTORGA "Libro de adereçar y adobar plumas para pescar truchas"

BUSTILLO NAVARRO, Angel

Publicado en el año 1988 en la Revista de Folklore número 96 - sumario >



Fuera de las cuencas de los ríos trucheros, suele ser materia de desconocimiento general las artes e ingenios que desde muy antiguo se emplearon para la pesca y captura del más preciado de nuestros peces: la trucha.

Como aporte a la etnología de la región leonesa, me parece interesante presentar uno de los documentos más antiguos de España y Europa sobre el arte de imitar con plumas y sedas multicolores los mosquitos que emergen de nuestros ríos.

El llamado libro para «adereçar y adobar plumas para pescar truchas», escrito en la ciudad de Astorga, tiene su origen en el año 1624.

«En nonbre de Dios y de Nuestra Señora. Este es un libro de adereçar y adobar plumas para pescar truchas en algunos meses del año y en particular Henero y Hebrero y Março y Abril y Mayo asta San Juan.

Va sacado y aprobado por libros de pescadores de mucha hesperiençia y conprobado por Lorenço Garçía, pescador, veçino desta ciudad de Astorga y sacado por mano de Joan de Bergara, cuyo es el dicho libro y comiença en la manera sigiente a la buelta desta oja. Fecho en este año de 1624.

Joan de Bergara (Rubricado)

Los orígenes de la historia halieútica son inciertos. Tenemos algunas noticias de que los egipcios conocían las imitaciones de insectos alados.

En el siglo III a. d. C., Eliano Claudio, en su obra De Natura Animalium, nos describe cómo algunos pescadores de Macedonia, Grecia, lanzaban al agua un anzuelo cubierto de lana roja y plumas del cuello del gallo y« ...el pez atraído por el color se excita mucho y va a su encuentro imaginándose una comida deliciosa por lo atractivo de su apariencia, pero apenas muerde el cebo, queda enganchado en el anzuelo encontrando así su fin».

El «padre» de las ninfas, Skues, sugirió la hipótesis de que los vikingos en los primeros tiempos del cristianismo introdujeron en Europa, vía Inglaterra, esta forma original de pescar, traída desde Macedonia o los Balcanes.

Durante la Edad Media debió de generalizarse este sistema en Inglaterra y Francia.

Mi suposición es, ateniéndome a los puntos donde localizo testimonios antiguos de esta forma de pesca, que debieron filtrarse en España por medio del camino de Santiago. Los pasos de Roncesvalles, Navarra y Somport (Huesca) constituyen las dos entradas principales de la Ruta hacia España. Son lugares de montaña, nevados gran parte del año; paisaje de encanto, bravío y soberbio, con ríos poblados de suficientes truchas para tentar a cualquier mortal.

En el año 1539 se publica en Zaragoza el Diálogo, de Fernando Basurto, nacido hacia el año 1460 en Jaca (Aragón). Fue soldado y murió en Zaragoza en 1540, y donde se imprimió el Diálogo en marzo de 1539.

El documento se cita por algunos amantes de la literatura aragonesa en los siglos XVIII y XIX, pero queda totalmente olvidado en el siglo XX. Hace algunos años, un erudito español, Antonio Rodríguez Moñino, encontró un ejemplar en la biblioteca de El Arsenal (1).

Este documento consta de dos partes. Primero, inicia un largo diálogo entre el pescador, hombre de rancias raigambres populares, y el cazador, joven e impetuoso perteneciente a la nobleza.

Admito la posible relación que pueda establecerse con el libro de Izaak Walton, The Compleat Angler or The Contemplative Man's Recreation. Presenta en estructura similar un extenso diálogo entre el «venator» y el «piscator».

La supuesta relación no está lejos de la realidad, si tenemos en cuenta los estrechos lazos que existían entonces entre Inglaterra y España. María Tudor, hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón, reina de Inglaterra en 1553, fue esposa de Felipe II en 1554. Esta situación facilitó intercambios entre los dos países, y no sería descarriado pensar que un ejemplar del libro de Fernando Basurto pudiera haber llegado a Inglaterra.

El libro de Walton es un clásico dentro de la literatura inglesa. Con la disculpa del ejercicio de la pesca con caña, ofrece una visión bucólica del campo al estilo inglés, ya expresado por Dame Juliana en The Treatyse of Fysshynge wyth an Angel, publicado en 1496, donde recomienda la pesca, principalmente, para el propio consuelo y salud del cuerpo y especialmente del alma, puesto que es una diversión en solitario que aleja la ociosidad y deja tiempo para la profunda y seria contemplación.

En la segunda parte de la obra de Fernando Basurto aparece el «Tratadico de la Pesca». Enseña al joven cazador las artes y observaciones necesarias para pescar, como la filosofía que alienta este ejercicio, similar a la de los autores ingleses.

«y como todo esto sea necesario para que los hombres se hagan maestros y gozen de tan sobrado plazer, conviene que se rijan por la memoria deste tratado, el qual va sacado de la esperiencia de muchos y grandes pescadores, y de la mía, que algunos años por mar y por tierra lo he usado, por apartarme de algunos vicios que son sepultura de los hombres y perpetua prisión de sus ánimas, lo qual escusa este exercicio por los nobles efectos de que está vestido; aunque en la verdad, no es sinrazón avisar a los menestrales que no todos los tiempos que corren buenos para pescar deven de yr a pescar, por las faltas que harían en sus casas; ni los clérigos todos los días, a lo menos antes de cumplir con Dios lo que deven en dezir su missa y rezar sus oras; ni tampoco los letrados por la falta que harían a los playteantes; porque como este exercicio sea tan codicioso, no es en las manos del hombre dexarse dél quando la ventura corre.» Citados estos documentos, y alguno de ellos, como el de Fernando Basurto, desconocidos prácticamente en España, ofrezco el documento que se escribe en Astorga y que presenta la colección más amplia de moscas que hasta ese momento se conoce en España y Europa.

No es raro que lleguen estas tradiciones a Astorga, puesto que las peregrinaciones que llegan de todas partes de Europa al sepulcro del apóstol Santiago tienen en esta zona un hito primordial. Sabido es también la riqueza acuífera de las cuencas leonesas. La región maragata es un ejemplo. La proximidad de las sierras del Teleno y Foncebadón, cubiertas de nieve gran parte del año, aportan las aguas de los ríos que riegan la zona maragata: Argañoso, Duerna, Jerga, Turienzo, que vierten su caudal al río Tuerto.

Sobre el hallazgo y paradero de este curioso e importante documento no existe la suficiente claridad. Algunos datos aporta D. Jesús Pariente Díez, vecino leonés, en sus publicaciones sobre el tema (2).

Parece ser que pertenecía a D. Julio del Campo, documento que guardaba en su taller de escultura de la calle Ordoño II número 25. El mismo lo dio a conocer en la armería de D. Néstor Alonso. Allí, en 1935, lo conoció Louis Carrere, prestigioso pescador francés, divulgándolo en un artículo aparecido en la revista de «Pesca y Caza», que entonces se publicaba en la capital de España. Luego, a través de sus obras y artículos en Francia, le dio proyección internacional.

Generosamente, el pueblo leonés regaló el manuscrito al Jefe del Estado, Francisco Franco, amigo de la pesca, y a partir de aquí se perdió su rastro y paradero.

Lamento que la publicación realizada por D. Jesús Pariente Díez esté tan poco asistida de una labor crítica a la vez que incurre en una lamentable transcripción.

También con falta de rigor crítico se publica en Dinamarca, año 1984, una edición trilingüe, patrocinada por el Cónsul General de Dinamarca en Madrid, D. Erling V. Kikegaard (3).

Con el mejor intento de subsanar esta laguna y mostrar la cara auténtica del documento, realicé una publicación facsimilar con transcripción y análisis de manuscrito de Astorga (4)

ANALISIS DEL MANUSCRITO DE ASTORGA

Rasgos paleográficos.-EI documento está manuscrito por dos personas, con la intencionalidad común de sintetizar algunos libros anteriores de pescadores avezados.

Las nueve primeras páginas y las dos primeras líneas de la diez corresponden a un escribano, y las restantes, a otro (5).

La letra es la bastarda española, con perfiles gruesos y delgados, derivada de la humanística redonda, de influjo italiano, llamada también aldina.

La segunda parte pertenece al mismo tipo de letra, pero adopta la forma cursiva, de trazo rápido y libre y enlazado que a veces se llama tirada cuando se quiere designar una caligrafía suelta con rasgos ligados.

Legado del manuscrito.-Este Manuscrito es una guía de uso de pequeñas o grandes experiencias contrastadas entre pescadores que habrían de servir para la confección eficaz de estos mosquitos de pesca. Popularmente no eran raros estos tipos de anotaciones. Había recetas de dulces, licores y otras industrias, y que generalmente pasaban de generación en generación, y muchas veces con carácter oculto.

El Manuscrito de Astorga, en grandes líneas, se atiene a estas características. Es un conjunto de notas expresadas de la manera más sintética posible. Tal vez, copiando y entresacando, como se asegura en la introducción del manuscrito, aquello que fuera meramente imprescindible.

El texto, desde el punto de vista gramatical, es bastante imperfecto; quizá el grado de cultura del recopilador no fuese demasiado amplio ni tuviera motivaciones estilísticas, caso totalmente distinto del Dialogo, de Fernando Basurto, que busca la recreación literaria.

El Manuscrito hay que situarlo dentro del contexto popular, y aporta un vocabulario interesante y específico, raro en la literatura de esta época. Por tanto, este legado es importante por único, porque nos acerca a la observación del hombre que ama la Naturaleza y aporta el léxico popular del medio en que se escribe.

Conocimiento del medio natural.-Este documento indica los materiales con que deben realizarse los mosquitos. Para imitar las alas de las efémeras, tricópteros y plecópteros, recurre a las plumas de algunas aves, que lógicamente estaban a su alcance y con los nombres populares al uso. Así, se nos cita:

«Pica el pez». Martín pescador. Una de las aves más llamativas y bellas de la avifauna española. Poblador de los cursos medios de los ríos con aguas claras y poco profundas.

«Filomena». Zorzal común. Llamado también tordo filomeno por su trino melodioso. El plumaje es pardo con reflejos rojos.

«Pita ciega». Nombre popular del chotacabras. Ave perteneciente al orden de las caprimúlgidas. Tiene plumaje gris con manchas y rayas negras en la cabeza, cuello y espalda, y algo rojizo por el vientre. También se llama «engañapastores», por la antigua creencia de que mamaba de las cabras durante la noche.

«Zarapico» o zarapito real. Ave zancuda del tamaño del gallo; cuello y tarsos, largos; plumaje, pardo por encima y blanco por debajo.

«Cuco». Debe de referirse al europeo o común. Tiene cabeza gris y pecho con un barrado de fondo blanco.

«Sisón». Ave del orden de las zancudas, de plumaje leonado con rayas negras en la espalda y cabeza; blanco en el vientre y en los bordes de las alas y la cola.

«Grulla». Ave del orden de las zancudas. Corona roja y raya blanca desde la mejilla; cola espesa y caída; plumaje de color gris.

«Ganga». Gallinácea de forma y tamaño semejantes a los de la perdiz.

«Codorniz». De amplia difusión y conocimiento entre las aves de caza.

Pero las plumas de gallo capitalizan la mayor importancia para realizar las alas, hakles (6) de los mosquitos.

En la actualidad han adquirido un nombre casi mítico y de difícil explicación los gallos de la Cándana, en la ribera del Curueño, Boñar y La Vecilla y los pueblos de Campohermoso, Aviados, La Mata, La Matica y Valdepiélago.

La textura y brillo que adquieren estos gallos se pierde si el pollín se traslada, aunque sea a unos pocos kilómetros, me confesaba recientemente José Aller Rubio Pastorín, afamado montador de mosquitos de Benavides de Orbigo.

En el Manuscrito se habla de distintas clases de plumas, con tonalidades que van del claro al más oscuro. Así, se habla de negriscos. Se usan plumas con las siguientes tonalidades: color de espada (7), acerado, arrubiscado, acerado claro, bermejo de muladar encendido, vidriado, crudo, claro pasado, ahumado.

Otras plumas excelentes para la pesca son las de tonalidad parda: «Pardo crudo conchado, pluma dorada» (que tenga cuatro o cinco pencas), pardo maduro corzuno.

El texto en alguna ocasión recomienda que sean obradas; es decir, que la pluma esté tupida.

El cuerpo de los mosquitos se confecciona con seda o lino que debe reflejar lo más posible la realidad entomológica.

Las tonalidades en cuanto al color son variadas. Seda leonada muerta oscura, seda acavellada, plateada algo oscura, seda avinagrada, seda verdegayo, seda pajiza, seda cruda; lino negro, lino algo verde.

El vinco, palabra dialectal de la maragatería, es el hilo fino que debe simular cada uno de los segmentos en que está dividido el cuerpo del mosquito. Así, han de usarse según los distintos tipos: leonado claro, blanco, azul, naranjado, amarillo, plateado, verde crudo, etc.

Para que no falte nada, también se imita la cabeza del mosquito, que es donde va hecha la atadura del anzuelo con la línea. Se nos dice que la cabeza sea leonada, y en muchos casos que «vaya del mismo vinco».

Técnica para la confección del mosquito.-Poco se nos dice en el Manuscrito de Astorga de cuál ha de ser la técnica de juntar todo esto en el anzuelo. Deducimos que el texto va dirigido a personas que de alguna forma están habituadas a estos montajes. En el texto se dice: «Llevan dos vueltas de pica pez.» «La pluma puesta de al revés y la otra de al derecho como la mesma. Cuerpo se ha de conferir con lino verde. Redondo el cuerpo. Encima, una betica de lino plateado. Binco blanco. La cabeza leonada escura.»

Más detalle ofrece el texto de 1539 sobre cómo se montaban estos artilugios piscatorios y que merece la pena traer a colación:

«La pluma se pone en el anzuelo en esta manera: puesto en el anzuelo el sedal que sea blanco y bien torcido de solas seys cerdas, y el anzuelo que sea de media vuelta bien templado, tomarán unas poquitas de las plumas y, dende la enxeridura del anzuelo, poner las han que vayan las plumas hazia el sedal, y començáranlas a atar dende casi la buelta del anzuelo hasta la paleta, y llegada la atadura hasta allí, retornarán las plumas azia el anzuelo de manera que con ellas le escondan hasta encima de la punta; y, hecho aquello, harán la cabeça de la mosca, junto a la paleta, de seda negra, que esté encima de la pluma; y después harán el cuerpo de seda negra, y pondrán encima la seda amarilla que quede como escalerica, porque el cuerpo se parezca debaxo de la pluma. La pluma escura de color es buena para en agua muy clara para las mañanas. La pluma muy clara de color es buena para en agua algo pardilla por las tardes y aun para las mañanas.»

La lengua del Manuscrito.-No pretendo realizar un estudio detallado sobre los elementos lingüísticos del Manuscrito, pero sí las particularidades lingüísticas más notables, de tal forma que nos ayude a entender mejor este curioso cuaderno de campo para guía de pescadores.

Ordenaré los rasgos principales por niveles lingüísticos.

1. NIVEL FONICO.

En la primera mitad del siglo XVI se tolera todavía la /f/ arcaizante de fijo, fecho. etc.; entre notarios y plebeyos se atestigua a lo largo del siglo XVII.

La conservación de la /f/ latina inicial es un rasgo que une al leonés con el Occidente.

En este texto de 1624 se utiliza la /f/: «fecho, forcalinas, etc.».

Se produce el ensordecimiento de los sonidos s, z y g, j (dz ó z), confundidos con los sordos correspondientes ss, ç y x (s). «Lorenço, çiega, çedaço».

Março alterna ya en el texto con la grafía /z/ Marzo.

La confusión de /b/ y /v/ es general, y como dice Cristóbal de Villalón, en 1558, «ningún puro castellano sabe hacer diferencia».

Algunas palabras ofrecen, en el mismo texto alternancia de consonantes: «muradal -muladar, esmórido -esmólido».

Aparece la vacilación entre «mesmo» y mismo; «escuro» y oscuro. Estas vacilaciones debidas a la imprecisión en el timbre aparecen también en todo el ámbito del español rural vulgar.

La arbitrariedad ortográfica es normal en esta época, pero tal vez aparezca incrementada por la cultura del escribiente.

2. NIVEL MORFOLOGICO.

En el siglo XVII se incrementa de manera notable el número de vocablos. Una de las fuentes es la creación popular que llegará a usarse en la lengua literaria junto a los vocablos más insólitos y deslumbrantes.

Este escrito, nacido en el medio rural, usa palabras y expresiones que surgen del lenguaje figurado y que aplica a los mosquitos: «forcadinas, longaretas, encubiertas, salticas, vícaro, esmóridos».

Aplica palabras dialectales de uso doméstico al montaje de mosquitos: «vinco, collón, cocote, betica, papo, cola».

Utiliza nombres dialectales de algunos animales para la fauna: «zarapico, pita ciega, picapez, filomena, cuco, ganga».

En cuanto al verbo, aparece ya generalizado el uso del auxiliar, haber, en los tiempos compuestos de verbos intransitivos.

Usa algunas perífrasis obligativas: «han de llevar, han de ser, etc.», que expresan la fidelidad con que debe realizarse el montaje.

El uso de la tercera persona se emplea en casi todo el texto: «hay, lleva/n, dura, corren, mata, pesca, sirve, etc.», conlleva la omisión del sujeto reforzando la deixis del objeto, provocando en el texto cierto carácter impersonal.

Extensión semántica de algunos verbos: «matar» por pescar; «correr» por volar.

La adjetivación. En el siglo XVII se da un notable incremento de vocablos por la formación de derivados. Este texto es abundante en el uso de adjetivos formados por derivación de sustantivos con incremento protético: «acernadada, enaguados, arrubiscados, abermejado».

Aparece un adjetivo de origen onomatopéyico: «zumbones». Utiliza otros adjetivos de uso más restringido, en la actualidad son considerados como formas arcaicas: «negrestino, humorrediza, verdegayo».

Se recurre a la doble adjetivación con la finalidad de matizar y precisar los colores: «ceniciento abermejado, dorado conchado, pardos zumbones, negrisco vidriado, bermejo sangriento, pardo maduro, pardo dorado y obrado».

Diminutivos. Aparece en el texto la alternancia de los sufijos diminutivos-ico/a, -ito/a. En el siglo XVII, y sobre todo hasta Quevedo, las dos Castillas usaban-ico, en disputa con-illo, -uelo. Actualmente, en Astorga, según G. Salvador (8), el sufijo diminutivo -ico es el segundo significante en importancia por su uso. V. Madrid Rubio (9), en su tesis doctoral, afirma que hasta hoy día es el que sigue, aunque de lejos, a-in.

Uso del superlativo. En esta época está plenamente arraigado el superlativo-ísimo. «Bonísimo», denota la influencia latina del vocablo no diptongado.

Alternan también las formas: «muy menudo, muy delgado, muy anchas».

En cuanto al pronombre, lo más notable es la- frase: «Tienenlas debajo del ala.» Según G. Salvador, los usos enclíticos del pronombre en la zona maragata son más frecuentes.

En este aspecto, la influencia de Asturias y Galicia es importante.

No obstante, anotamos una frase en donde se antepone el pronombre de forma innecesaria: «Las traen las costeras».

Resaltamos el adverbio de lugar «embajo», caído hoy en desuso.

3. NIVEL SINTACTICO.

Es el aspecto que más llama la atención en la lectura de este texto: el aparente desorden interno y la omisión de algunos elementos en la oración. Esto dificulta en gran manera la lectura y comprensión de un texto demasiado sincrético.

Abundantes frases con omisión del verbo: «Comienzan a correr otros (que tienen) más verdes los cuerpos», «La cabeza (ha de ser) del cuerpo», El cuerpo (tiene que ser, debe ser de) seda plateado oscuro», «Luego (poned) una vuelta».

Omisión del nombre en función de sujeto. El empleo de verbos en tercera persona facilita la omisión de muchos sujetos. Exige al lector mucha compenetración con el texto para establecer la relación mental con el sujeto.

« ...De febrero a marzo han de llevar dos, plumas cortas.»

«... Matan en días aguanosos fríos.»

«Lleva un negrisco debajo algo crudo.»

Omisión del artículo. Es casi constante en todo el manuscrito «(El) cuerpo de seda plateada», «(El) vinco blanco.»

Omisión de preposiciones. «Cuerpo (de) seda leonada», «En las montañas y (con) aguas calientes».

Orden en la frase. La posición de los elementos dentro de la oración no es fija, pero tampoco arbitraria y caprichosa. Veamos algunos ejemplos: «Y una betica de morado delgado» (y una betica delgada de morado).

«Vinco seda leonada escura muy delgado, torcido» (Vinco torcido delgado, de seda leonada oscura).

Colocar el verbo al final de la frase no es de uso normativo en nuestra lengua. «La cabeza encarnada, puede» (La cabeza puede ser encarnada).

Concordancias. Pienso que los defectos de concordancia, en el texto, se deben a la supresiónde algunas palabras que pueden sobreentenderse y, por lo tanto, la concordancia que se establece es ad sensum. «Un pardo maduro corzuna» (de pluma corzuna).

Falta de concordancia por descuido en la narración: «Cuerpos de seda plateado oscura.» Anteriormente escribe: «Costera por el lomo de seda plateada oscura.»

Pensamos que el texto es un conjunto de notas expresadas de la manera más sintética posible, tal vez copiando y entresacando, como se asegura en la introducción del manuscrito, aquello que fuera meramente imprescindible.

CONCLUSIÓN

He podido comprobar, desde mi óptica de pescador, que las directrices que marca Juan de Bergara en el arte de montar mosquitos para pescar truchas, ha perdurado básicamente hasta hoy. Los clásicos montadores leoneses siguen este legado, al que han añadido algunas transformaciones nacidas de su propia experiencia.

Dicha modalidad de pesca, arraigada desde antiguo, sigue aumentando cada día y despierta cada vez más curiosidad. El aliciente e interés que surge de este ejercicio ya nos lo desvela en las primeras páginas de la historia de pesca Fernando Basurto: «Mas después que comencé a gozar desta gloria humana, desterré de mí el sentimiento de los trabajos y ni se me dio nada de estar en pie, ni dolor ni pena de estar assentado, quanto más deque los peces me pican, que entonce ni hay sed ni hambre, frío ni calor; y si alguna vez pena o trabajo recibo, no es sino de ver el temporal contrario, o los ríos tan crescidos que no se puede pescar; que de otra manera, ¿qué ejercicio hay que a su çapato se yguala?...» (1)

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Bibliotheque de l'Arsenal. 4º H. 2213. (22 folios 13 X 19 sin numerar). Documento comentado por Pierre GENESTE en Bulletin Hispanique: "Un oubrage retrouvé: Le colloque de chasseur et du pêcheur de Fernando Basurto. Vol. LXXX, 1978.

(2) Jesús PARIENTE DIEZ En torno al Manuscrito de Astorga y la Pesca de la trucha en los ríos de León. León, 1968.

La Pesca de la trucha en los ríos de León. Ed. Nebrija. Oviedo, 1979.

Cincuenta años de historia a la orilla del río. (Memorias de un pescador leonés de truchas. Imprenta Mijares. León, 1985.

(3) Preben Trop JACOBSEN. El Manuscrito de Astorga de 1624. "Flyleaves" Dinamarca, 1984.

(4) Angel BUSTILLO NAVARRO. Manuscrito de Astorga. Libro de adereçar y adobar plumas para pescar truchas. Ed. Bustillo-Martínez. Valladolid, 1988.

(5) La distribución hace referencia de la edición de A. Bustillo.

(6) HACKLE. Término inglés empleado para mencionar las plumas del cuello de un gallo, aunque pueda referirse a otras aves, especialmente cuando la pluma va a ser utilizada como hackle, en una mosca artificial. El hackle o pluma, puede emplearse para confeccionar las alas, el cuerpo o la cola de la mosca.

(7) El negrisco acerado lo describe Luis Peña en su documento de 1825: "Este mosquito se hace con una pluma de gallo negrisco ahumado, pero muy cristalino, de modo que, bien mirada la pluma a la luz tenga un color como el acero bruñido". Louis CARRERE. Pesca de la trucha con mosca artificial. Trad. Juan Francisco Llatjós, Barcelona, Pulide, 1976, pág. 64.

(8) SALVADOR CAJA, G. "Encuesta de Andiñuela" en ARCHIVUM, XV, Oviedo, 1965, pág. 225.

(9) MADRID RUBIO, V. Aproximación al habla maragata. Tesis doctorál. En publicación, Universidad de Valladolid, 1984, pág. 346.



MANUSCRITO DE ASTORGA "Libro de adereçar y adobar plumas para pescar truchas"

BUSTILLO NAVARRO, Angel

Publicado en el año 1988 en la Revista de Folklore número 96.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz