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Revista de Folklore número

115



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¡OH, QUE MAÑANA DE PASCUA!

SANTOS TARDON, María Eugenia

Publicado en el año 1990 en la Revista de Folklore número 115 - sumario >



El solemne luto, que reinaba durante toda la Cuaresma y Semana Santa, concluía a las doce en punto de la noche del Sábado de Gloria, en que por primera vez se tocaban las campanas que habían permanecido mudas desde Jueves Santo, día en el que se suplían los toques a oficios por el ronco sonido de la carraca, con la que los monaguillos recorrían las calles del pueblo.

Mientras tocaban a Gloria, las mujeres se afanaban en recoger guijarros del goterío de las casas, y después los guardaban en un paño o calcetín viejo, pues se tenía la creencia de que estas pequeñas piedras ahuyentaban las tormentas y nublados si se arrojaban hacia el lugar por donde éstos se acercaban.

Después, los mozos templaban instrumentos y voces en la taberna, con una jarra de buen vino, antes de empezar la ronda, la primera que se llevaba a cabo tras la Cuaresma (a partir del Domingo de Piñata se prohibían los cantos Profanos y los bailes). Esta primera ronda de primavera no iba solamente dirigida a las mozas, sino también a algunos personajes de relieve, como pone de manifiesto esta coplilla de ronda, recogida en el pueblo de Valseca:

«Levántate, sacristán;
levántate, perezoso,
que ha resucitado Dios
la alegría de los mozos.»

Al día siguiente se celebraba el primer domingo de Pascua: en Pinarnegrillo, al amanecer se reunían las mujeres, por iniciativa propia, y sin intervención ni representación eclesiástica se dirigían a la ermita del Cristo del Penegral (2), que está situada fuera del pueblo («Muy de madrugada, el primer día después del sábado, en cuanto salió el sol, vinieron al monumento» -Marcos 16,2-), una vez allí cantaban el Viacrucis o Calvario, concluido éste, y tras rezar las oraciones propias de la mañana de Pascua, donde se anunciaba de manera más oficiosa la resurrección del Cristo («El les dijo: no os asustéis. Buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el sitio en que lo pusieron» -Marcos 16,6-), y regresaban al pueblo gritando y, cantando («Saliendo, huían del monumento, porque el temor se había apoderado de ellas» -Marcos 16,8-) manifestando su alegría por la conclusión del luto y la abstinencia, y el renacimiento de una nueva etapa.

Entraban en el pueblo con gran alborozo, iban a las casas de los mozos, que acababan de recogerse tras la noche de ronda, con la intención de sacarles a la calle o «rondarles»,

Esa mañana también aparecían en las fachadas de las casas, que estaban encaladas, una decoración de círculos, pintados con hierba, y que se denominaban «rosquillas». Los más ancianos desconocen el origen de esta costumbre, y sólo recuerdan el consiguiente enfado de quienes después debían limpiar las fachadas por lo tanto nunca aparecía el autor o autores; las mujeres decían que era obra de los mozos que esa noche salían de ronda, y éstos acusaban a las mujeres que iban de madrugada a la ermita.

Es posible que esta tradición encerrase un elemento doblemente simbólico: por ser la «rosca» o «rosquilla» un producto típicamente pascual, preparado especialmente para este día, y por el carácter protector que representa en las fachadas de las casas («Tomando un manojo de hisopo lo mojáis en la sangre del cordero, untáis con ella el dintel y los postes (...) pasará de largo por vuestras puertas y no permitirá al exterminador entrar en vuestras casas para herir (...), es el sacrificio de la Pascua de Yavé, que pasó de largo por las casas de los hijos de Israel en Egipto cuando hirió a Egipto salvando nuestras casas» -Exodo 12ss-).

Ya entrada la mañana, tiene Jugar la procesión del Encuentro: las primeras en acudir a la iglesia son las mujeres, y se dirigen con la imagen de la Virgen del Rosario hacia la ermita, situada a las afueras de1 pueblo:

«Cojamos cuatro doncellas
estas andas con cuidado
llevaremos a Maria
en busca de su hijo amado.»

En Pinarnegrillo son los llevadores, nombrados por la Cofradía del Rosario, los encargados de realizar el traslado (3), acompañados por la comitiva de mujeres. En el pueblo de Valseca llevaban la imagen las mujeres de madrugada, envueltas en riguroso luto, y la dejaban en la ermita, hasta que, ya entrada la mañana, comenzaba la procesión.

El repique de campanas es la señal convenida para el inicio de las dos procesiones, que indica a las mujeres, que se encuentran en la ermita, que la procesión del «Niño de la Bola» ha salido ya de la iglesia a hombros de los quintos que entran en sorteo ese año, acompañada por el resto de los hombres y el señor cura.

Cuando se encuentran las dos comitivas se realiza la ceremonia conocida como las arrodilladas:

«Madre e hijo, arrodillaros,
Vuestras Glorias Celestiales,
Y a los tres o cuatro pasos
volveros a arrodillar.»

Se arrodillan consecutivamente tres veces, y en la última «arrodillada» se le quita el manto negro que cubre a la Virgen del Rosario y al niño que lleva en brazos, y aparece el manto blanco que se oculta debajo:

«Quitarla el manto de luto,
ponerla el manto de gala,
quitarla el manto de luto
a esta Virgen Soberana.»

La mayordoma es la encargada de desprender el manto de la Virgen, sujeto con unos alfileres, aunque en algún caso aislado, esta función la realiza el alca1de de la Cofradía, ayudado por el bastión de mando que debe llevar consigo en las procesiones de la Virgen del Rosario.

Una vez llegado este momento, se rompe el luto que ha precedido toda la ceremonia, repican las campanas, y comienza a resonar el tamboril y la dulzaina: de esta manera vuelven las dos comitivas a la iglesia, con danzas y aire festivo:

"El Niño pase adelante
con su procesión tan larga,
que su madre irá detrás
siguiéndole las pisadas.»

En esta mañana de Pascua se lleva a cabo también la ofrenda de rosquillas, que se hace a cada uno de los santos de la iglesia, luego eran subastadas a la salida de misa, y durante ésta permanecían en sus correspondientes altares. Especial atención merece la ofrenda de rosquillas hecha a la Virgen del Rosario, a la cual se la denomina "manga"; y que consistía en adornar una especia de estandarte de forma cónica, coronado por una cruz, que se sacaba en la procesión; estaba decorada con rosquillas, caramelos y frutas, y su ornamentación corría a cargo de la mayordoma; posteriormente el marido de ésta, es decir, el mayordomo, era el encargado de subastarla, dirigiéndose al público asistente con la siguiente fórmula:

-"¡Rosquillas, naranjas, limones de Nuestra Señora!, ¿quién hace mejora?"

Esta tradición de la" manga" viene documentada en Pinarnegrillo en el libro de la "Cofradía del Rosario”: en el año 1893 se hace referencia a la costumbre ya existente para el día de la Pascua de Resurrección, y a la obligación de poner otras «mangas» el día de la Cruz de Mayo y el día de la festividad del Rosario, esta última se suprime cuatro años después, en 1898.

El día de la Pascua es el señalado para comer la «rosquilla» (hasta ese momento estaba terminantemente prohibido su degustación por contener como ingrediente básico manteca de cerdo), que ahora se va a convertir en protagonista de la fiesta, sobre todo en el Lunes de Pascua, día en el que los mozos piden la rosquilla a las mozas, obteniendo éstas por ello el derecho a ser «bailadas». Los niños, a su vez, piden la rosquilla a los padrinos, a la madrina solamente en el caso de las niñas; considerándose el obsequio de estos presentes como símbolo de buen augurio.

LA PASCUA (Arroyo de Cuéllar) (4)

Cojamos cuatro doncellas / estas andas con cuidado,
llevaremos a María / en busca de su hijo amado.

Coged, doncellas, la Virgen / poco os puede pesar,
ella con sus alabanzas / algo nos ha de ayudar.

Ya repican las campanas / ya sale la procesión,
ya sale la cruz de plata / y en medio Nuestro Señor.

Por allí viene Jesús, / aquí traemos su madre,
¡anchura!, ¡anchura!, señores / que tienen gana de hablarse,
que hace que no se han visto / desde el jueves por la [tarde.

Quitarla el manto de luto, / ponerla el manto de gala,
quitarla el manto de luto / a esta Virgen Soberana.

Repiquen esas campanas / y también el esquilón,
salga esa cruz bendita / y el encarnado pendón.

(ya en la iglesia)
¡Oh, qué mañana de Pascua! / Pascua de Resurrección
todas las aves del campo / saludaban al Señor.

Salga, salga el señor cura, / salga de la sacristía,
a decir misa solemne / que asi lo requiere el día.

LA PASCUA
(Bercimuel) (5)

Sale el sol echando rayos / por la ladera pegada,
sale llena de laureles / esta Virgen Soberana.

Levanta el vuelo, paloma / de esa mesa de nogal;
levanta el vuelo, paloma, / que a tu hijo vas a buscar.

Mírale por donde viene / tan lleno de resplandores,
pues es el Niño Jesús / el mayor sol de los soles.

Madre e hijo, arodillaros, / Vuestras Glorias Celestiales,
Y a los tres o cuatro pasos / volveros a arrodillar.

Quitarla el manto de luto / a la Sagrada María,
quitarla el manto de luto / que otro tiene de alegría.

El Niño pase adelante / con su procesión tan larga,
que su madre irá detrás / siguiéndole las pisadas.

____________
(1) Con más o menos variantes, la mañana de Pascua se Celebra, o celebraba, de manera similar en la provincia de Segovia, e incluso en otras provincias españolas. Los ejemplos que yo aporto en este artículo se refieren a cuatro pueblos de la provincia de Segovia: Pinarnegrillo, que es el ejemplo que mejor conozco; Bercimuel, pueblecito de tierra de Sepúlveda; Valsaca, ya en tierra de Segovia; y Arroyo de Cuéllar.

(2) El nombre del Cristo proviene de la misma raíz que da nombre al pueblo: pino negral (pre-negral), Pinarnegrillo (situado entre pinos negrales).

(3) En el libro de la Cofradía del Rosario, que ha consultado en el archivo parroquial de Pinarnegrillo, consta que se nombran llevadores de la Virgen por primera vez en 1754.

(4) Recogida por Pablo Zamarrón Yuste.

(5) De melodía similar a algunas versiones recogidas por el profesor García Matos:

-"Magna antología del folklore musical español" (17 Lps). Ed. Hispavox, 1959; Castilla la Vieja: "la Pascua" (Burgos).

-"Cancionero popular de la provincia de Madrid", vol II; Consejo superior de Investigaciones científicas; Barcelona-Madrid, 1952; pág. 29, núms. 322 y 324.

Esta melodía se repire básicamente en otros temas que he recogido, propios de la Semana Santa ("la Baraja", "la Semanilla", “las siete palabras", etc.).

INFORMANTES:

Porfiria García y Nicanora Tardón (Pinarnegrillo)
Lucía Gómez y Juana Yuste (Arroyo de Cuéllar).
Trini Rahona (Bercimuel).
Alejandra de Pablos (Valseca).



¡OH, QUE MAÑANA DE PASCUA!

SANTOS TARDON, María Eugenia

Publicado en el año 1990 en la Revista de Folklore número 115.

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