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Revista de Folklore número

132



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HABITAT Y ENTORNO ECOLOGICO II (El Valle de Valdivielso - Burgos)

TEMIÑO LOPEZ-MUÑIZ, Mª Jesús

Publicado en el año 1991 en la Revista de Folklore número 132 - sumario >



LAS VIVIENDAS BLASONADAS

La casa blasonada, en general tiene dos o tres pisos. Casi siempre su planta es rectangular o cuadrada. Las paredes exteriores son recias, en la mayoría de los casos son volúmenes sobrios y de gran factura.

Las fachadas utilizan la sillería de piedra caliza, bien despiezada, sin ningún elemento protector. Estos muros las convierten en ejemplos importantes de la arquitectura de la zona, contribuyendo a potenciar las construcciones similares de su entorno. Aportan las cualidades necesarias para la Conservación de los edificios a lo largo de los siglos. Su solidez está perfectamente demostrada, casi siempre la ruina se produce debido a la estructura de madera que no resiste la mala trayectoria de los tejados. Es difícil que toda la construcción esté realizada en sillería. Los muros laterales pueden aparecer en mampostería o sillarejo, aunque se muestran ejemplos con los paramentos uniformes, lo que contribuye a realzar su belleza.

Con estas viviendas se constatan las interrelaciones entre la arquitectura culta y el medio rural. Los modelos desarrollados en la Edad Media, se multiplicarán en los siglos posteriores.

QUINTANA

La denominada, a nivel popular, "Casa Grande" es una de las construcciones más espectaculares de toda la Merindad de Valdivielso. Sus dimensiones pueden ser consideradas excepcionales dentro de las casonas levantadas en la zona.

Los edificios situados en núcleos rurales de escasa demografía, han sufrido el deterioro provocado por el abandono como vivienda habitual. Posteriormente, pudo ser convertido en un centro hotelero, pero por circunstancias que desconozco, se encuentra sin finalidad determinada.

La fachada nos muestra sus dos plantas Con balcones y ventanas. Es significativo el gran despliegue de sillería, contrastando Con sus elementos decorativos y blasones inacabados, lo que desmerece la fábrica.

EL ALMIÑE

A pesar del escaso número de habitantes y, de no contar con un número rural amplio; El Almiñé conserva algunas viviendas de gran valor para los investigadores del hábitat y de los espacios arquitectónicos. Me interesa destacar tres casas, cada una con aspectos completamentarios en su volumetría.

En el barrio del Pontón, en el denominado Camino Real que asciende a la Mazorra, se construyó en el siglo XVIII una mansión que exteriormente conserva el escudo y dos balcones moldurados en su primer piso. Debido a su orientación, ha sufrido gran deterioro, además de las transformaciones que se aprecian en su estructura. En el muro oriental se abren varios arcos, tanto en la zona inferior como en el último piso. En su parte posterior desarrolla una solana que corresponde al desván. Esta edificación conforma una serie de espacios auxiliares que se ubican en este área. Todavía se mantienen en pie dos hornos y varias construcciones anejas. A todas ellas da paso un arco que lleva inscripción y fecha del siglo XVIII.

El escudo corresponde a los Ruiz Puente, aunque mal formado (Huidobro y García, 1930:127), consta de un árbol con caldera y lobo empinante, brazo armado y tres lises; castillo formal, todo sobre un puente de tres arcos.

El barrio de la Iglesia se encuentra en torno a la parroquia de San Nicolás de Bari. A la entrada se levanta una casa propiedad de la familia Temiño. En ella destaca la fachada en perfecta sillería, la piedra recibe la caricia del sol contribuyendo a su excelente conservación. Es una pena, que su escudo se dejara sin labrar; a pesar de ello el yelmo y la decoración son de muy buena calidad. Sus ventanas llevan orejeras barrocas con unas molduras muy finas. El resto de los muros no tienen ningún interés. Tampoco la distribución interior, reformada a principios de siglo sólo cuenta con un espacio de carácter rural: la cocina baja. El desván dispone de un estupendo viguerío, su estructura es importante, dadas las dimensiones de la vivienda.

En contraposición con esta edificación, tengo que remitirme a una casa, que no considero como excepcional en su aspecto exterior, aunque ha permanecido su primitiva caracterización espacial, así como diversos elementos de extraordinario valor.

En otros ejemplos he obviado la descripción interior de las viviendas, en esta ocasión voy a sintetizar en este edificio las características del resto.

La planta baja permite un área de acceso en el que se conserva el primitivo empedrado, así como la escalera, la puerta y la estructura del techo. Se observa la conjunción que se ejercía entre la piedra y la madera, creando un bello ambiente espacial. A un lado se sitúan varias zonas utilizadas como cuadras o lugares de almacenamiento.

En el primer piso se desarrolla la vida del campesino. Tanto los dormitorios como la cocina nueva están orientadas al este. En la fachada hay un comedor que no se utiliza, ya que es la cocina el espacio preferido, para este cometido. La antigua cocina, cuya disposición es muy similar en todas las viviendas del Valle, queda en un segundo plano; su finalidad radica en servir como área de conservación y curación de los productos de la matanza.

El desván conforma todo el maderamen de la cubrición. En esta ocasión, el "payo" es diáfano, sin elemento que tabique el espacio disponible. Su desnivel no es muy profundo, observándose el caballete perpendicular a la fachada.

Ya he hecho mención del interés que reune esta casa. Interiormente hay que destacar ciertos detalles de la carpintería de bella factura: puertas y contraventanas especialmente. Exteriormente, el vano de entrada adintelado con dovelas, muestra una puerta claveteada. Dispone de una hoja cuya parte central se abre, dejando el resto fijo, pudiéndose mover, si es necesario. La decoración presenta clavos con forma de estrella, bocallave recortado y llamador zoomórfico. Sobre la entrada, un balcón de hierro torneado, da paso a una talla con dibujos geométricos, tanto del dintel como de las jambas.

LA COCINA EN EL VALLE DE VALDIVIELSO

La casa del Valle ha perdido, interiormente, parte de su trazado primitivo. En numerosas ocasiones las reformas han incidido, preferentemente, en intentar facilitar la vida del campesino. En otros casos, las transformaciones como vivienda de vacaciones, han supuesto un cambio de ubicación.

La cocina es el elemento primordial, junto con los alojamientos, para el ganado. Hace algunos años, se empezaron a abandonar las cocinas denominadas "bajas", por las "económicas". Tanto en unas como en otras, se llevaba a cabo la vida, especialmente en los crudos meses del invierno. Estas últimas, resultaban más limpias y cómodas, por eso fueron desplazando a las primeras. A pesar de ello, la primitiva cocina no desapareció, siguió siendo útil, como lugar para conservar y elaborar los productos de la matanza. Su característica más sobresaliente es su campana, generalmente troncopiramidal, que se apoya en una de las paredes frontales. En la parte inferior lleva un reborde, que rodea todo su perímetro; de él penden varios ganchos con finalidades diversas. Sobre el suelo se sitúa una plataforma que se levanta como unos 20 centímetros, en ella se coloca el fuego y todos los complementos necesarios para la condimentación de los alimentos.

Algunas cocinas disponen de pequeñas hornillas, para apoyar el fuego libre, que se lleva a cabo en el centro de la plataforma. La iluminación de este espacio suele ser escasa, una ventana en una de las esquinas genera una luz indirecta, que produce una atmósfera un tanto cargada.

TOBA

La carretera que se dirige a Logroño, atravesando el Valle de Valdivielso, nos permite observar una vivienda con el escudo en esquina. Su construcción en manpostería sencilla, presenta varias edificaciones anejas.

Ubicada en la localidad de Toba, sus armas nos muestran dos lobos reversantes y cruz de Calatrava en los dos primeros cuarteles; en la zona inferior, dos lagartijas sobre castillo, una encina con caldera y dos lobos empinantes. El primer balsón, según Huidobro y García (150), puede corresponder a las familias vascongadas Arrese y Arana, aunque ninguna figura en el Catastro. Suponen estos autores, que se encuentre relacionado con una persona, emparentada con la familia de Fernández Valdivielso.

PUENTE ARENAS

Significativa, por su gran volumen y antigüedad, es la casa que habitaba, según el Catastro, Don Alejandro Gandía. La fachada de sillería está orientada al sur, su cubierta a cuatro aguas ha sido restaurada por sus actuales propietarios. El escudo es sencillo, un león portando una cruz rodeado por una orla. Debajo de él, se encuentra un víctor con espada y palma, pintado en rojo. Se puede leer: "Don Juan de Yedra Colegyal de S. Ildelfonso".

QUECEDO

Dentro de las numerosas edificaciones que se levantaron, casi todas las localidades poseen ejemplares dignos de mención.

Los escudos determinan la propiedad que nos remonta a tiempos pasados. Es significativa la relación de unas familias con otras, las armas nos señalan estos enlaces.

El solar de los Gómez de Quecedo tenía su vivienda a la entrada de la población. Su fachada en sillería permite el acceso, a través de una puerta adintelada.

Sólo hacer mención de los escudos esculpidos en el muro principal. Existen dos, uno partido en pal con roble y perro pasante, a la derecha castillo coronado por una estrella; lleva varias cruces en la orla, así como yelmo y lambrequines. Junto a él, sobre una ventana con pequeñas ménsulas en su parte superior, hay un víctor de Don Esteban Arroyo, alcalde de Corte de Madrid. El arzobispo Fernández de Valdivielso unió sus armas a esta construcción. Su sombrero es sostenido por dos angelotes que sobrevuelan sus blasones. En el primer cuartel presenta un castillo con dos lagartijas y banda, en el segundo dos caballos. En 1752, pertenecía a Don Manuel Antonio Fernández Valdivielso.

ARROYO

Se desarrolla de forma alargada, adaptando su hábitat al terreno, marcado a su vez por la ubicación de un arroyo que baja de la Tesla.

Su arquitectura repite esquemas generales de todo el Valle; debido a ello, nos volvemos a encontrar numerosas edificaciones con piedras armeras. Es fácil constatar ejemplos de diferentes épocas, las casas más antiguas se localizan en la calle Real.

Una de ellas presenta escudo similar a los de la Torre de Loja y El Almiñé, de corte arcaico, lleva una loseta protectora. Su blasón es un árbol del cual penden dos calderas, debajo dos lobos con corderos; García y Huidobro (261) suponen que son las armas de los Valdivielso.

La casa número 28 fue torre (Huidobro y García, 1930:261 ), conserva sus aspilleras primitivas, además de un escudo muy singular. Cuartelado con cinco lises en el primero y en el cuarto, corresponde a los Arce-Zorrilla; las ruedas en el segundo y tercero son de los Rueda.

Otro escudo interesante es el que lleva una inscripción en su parte inferior:

"Año de 1446 fundó esta casa Alonso Ruiz de San Román bisaguelo de Juan López de Quecedo que la reedificó. Año 1578".

Es cuartelado con castillo, al lado águila explayada; debajo cinco lises y a la derecha árbol con caldera y perro.

"Estudiando sus balsones, se observa que el último es el que corresponde al apellido Ruiz; el primero, un castillo, que, con orla general de cruces, usaron alguna vez los Valdivielso; el águila y lises en los restantes, propios de los Saravia y Arce. Esta manera caprichosa de cuartelar complica el estudio de la heráldica del Valle" (Huidobro y García, 1930:262).

La vivienda de la familia Puente tiene un escudo del siglo XVIII, sostenido por dos niños y protegido por yelmo, que también es tenido por dos pequeños. En torno a él, se pintó una inscripción, algo diferente al original. Esta fue concedida por el rey a Díaz de la Puente, caballero de Puenteviesgo, por haber tomado una fortaleza, después de pasar valientemente un puente:

"Por pasar el puente, me pondré a muerte"

Perteneció a Don Manuel Alonso de la Puente, este señor fundó un vínculo sobre ella.

En el barrio de Santa María, en la carretera que bordea el río Ebro en su margen izquierda, se encuentra la mansión del Señor Bustamante; pertenecía a los herederos de Don Pedro Alcaraz y Cartes, vecino de Baeza y conde de este título. Se accede a través de una portada con frontón y escudo con cinco lises y castillo en orla con ocho aspas. La fachada orientada al sur tiene tres balcones y portada adintelada flanqueada por dos columnas. Sobre el balcón central, un escudo con las armas del anterior, más un castillo en orla de seis conchas y águila sobre peñas. En el muro, edificado al poniente, existe una galería con cuatro arcos apoyados en finos pilares. Es toda de sillería muy bien despiezada y conservada.

TORRES, CASAS-TORRES Y CASAS-PALACIOS

Las torres fueron numerosas en todo el Valle, actualmente se observan diversas fábricas, aunque su situación es muy variada. La conservación de estas construcciones ha contribuído a que su evolución haya influído, muy directamente, en la arquitectura de la zona.

En primer lugar, he de destacar la torre de Loja en Quintan. Su estado es lamentable, interiormente ha perdido toda su belleza arquitectónica. Estamos ante una verdadera ruina, sin perspectivas de cambio.

Enclavada en un estupendo lugar, entre El Almiñé y Quintana, desde sus vanos se divisaba la Merindad y el discurrir del Ebro a lo largo del Valle.

Construida en mampostería concertada, no muy bien labrada, consta de tres plantas y un remate almenado. Su acceso se llevaba a cabo por dos de sus muros, uno al norte y otro al sur. La entrada, situada en el sur, estaba realizada para emplear una escalera exterior de piedra. Ambas puertas son adoveladas con arco de medio punto. En la fachada principal se distribuyen los numerosos escudos de los que consta esta torre; sobre la puerta aparecen dos, bajo guardapolvo:

-El primero cuartelado con cinco lises y dos ruedas alternando.

-El segundo lleva árbol con lobo pasante y caldera.

En el primer piso, una ventana se inscribe en un marco labrado, en el centro destaca el primitivo escudo de los Velasco (escaques de veros). Juan Saravia de Rueda fundó en 1515, en esta torre, un mayorazgo que heredó su hijo, alcalde mayor del Condestable de Castilla. En el segundo se repite, en tres escudos, las armas de los anteriores. Para terminar, un matacán y una ventana gótica dan paso a la zona almenada, con un cubo en cada esquina.

Es interesante hacer mención de un apeo de los bienes pertenecientes al mayorazgo y casa de Loja, realizado en 1782 (Huidobro y García, 1930:95), en él se describe la torre de esta manera:

"No menos interesante es el interior, que conserva sus pisos de madera y yeso, su escalera y la decoración de sus estancias. Estas se apoyan sobre fuertes machones de madera, con un gran pie derecho en el centro, provisto de bellas zapatas.

En el primer piso hay un gran salón con chimenea para la leña al fondo, iluminado por una gran ventana y tres compartimentos, a los cuales se pasa por graciosas puertas de madera góticas, con arco de yesería gótico-mudéjar. Una de ellas está adornada por librillos góticos.

El segundo es muy semejante al anterior en su distribución, pero sólo una de las portadas de forma adintelada tiene yesería mudéjar".

También ha llegado hasta nosotros una torre, situada en Valdenoceda. Similar a la de Quintana, se encuentra en buen estado de conservación, debido a la restauración llevada a cabo por sus actuales dueños.

Siguiendo con este modelo arquitectónico, he de reseñar otras torres que con el paso del tiempo han sido transformadas, aunque todavía podemos observar detalles que nos acercan a su primitiva estructura.

Una construcción muy interesante, es la ubicada en El Almiñé, en la zona denominada el "Pontón". Su fachada, al mediodía, poseía una escalera exterior que daba paso a un arco de entrada. Esta parte se transformó en un balcón, pasando el acceso a realizarse en el área inferior. Se conserva la ventana de arco lobulado e inmediatamente debajo de ella varios canes que sirvieron para sostener un elemento defensivo. Algunas saeteras se distribuyen en su perímetro, lo que nos hace pensar en su antigüedad. Respecto a la heráldica es significativa su similitud, tanto de las armas como de la fábrica de los escudos, con los ejecutados en la torre de Loja.

He de referirme dentro de este grupo de torres, aunque por desgracia ya desaparecida, a la casa perteneciente a la familia Temiño en Puente Arenas. Debido a esta circunstancia, me remitiré a la descripción realizada por Huidobro y García (186):

"Casa con su torre unida todo de mayorazgo, surca a calle real y callejas que bajan a la ribera. La casa tiene sobre una de sus ventanas el escudo de los Temiño: castillo del que cuelgan dos llaves, y debajo, dos lobos atados. Construida al gusto del XVI, lleva bello escudo incluído en orla del Renacimiento, con las armas descritas de los Temiño. Una inscripción puesta allí dice que le fundó Pedro Ruiz de Temiño, y a continuación, después de una invocación a Jesucristo, recuerda a los viandantes que por allí pasen, tengan presentes los novísimos para no pecar".

Muy próxima a la anterior se encuentra la actual farmacia; a pesar de los añadidos posteriores, es fácil comprobar como estamos cerca de las torres, por su desarrollo vertical. En uno de sus muros muestra el escudo de los Ruiz del Valle o Fernández del Valle; dentro de una orla de estilo renacimiento, quizás del siglo XVI. Es cuartelado, en el primer y cuarto lleva un castillo; en el segundo y tercero, una cruz.

En Arroyo también existió una torre de gran importancia. Como en algunos ejemplos anteriores, he de recurrir a las descripciones antiguas. Las torres, en Valdivielso, han sufrido un proceso de desaparición preocupante. Esto sucedió con la denominada de San Román, propiedad de los Varona.

"Señores de la torre de Villante (Villadiego) y después Marqueses de este título, la cual, según el Catastro, tiene doce varas de ancho y veinte de alto"

Según el Diccionario o Enciclopedia Heráldica de Caraffa, hacia mediados del siglo XVI estaba establecida en Arroyo una casa muy principal del linaje de los Barona o Barahona. De esta casa fue Juan de Varona, natural de Arroyo, señor de Villante. Este dato coincide con la fecha en que debió ser construida.

Esta casa actualmente abandonada, consta de dos pisos. En su fachada principal, tiene una gran portada de arco, con grandes dovelas y dos aspilleras. Sobre ella, en el primer piso, se abre una elegante ventana adintelada, flanqueada de columnas cilíndricas, terminadas en flameros al mejor gusto del Renacimiento. Del mismo estilo son dos flamantes escudos, uno con cuatro bandas del apellido Varona, surmontado de yelmo con lambrequines y cintas, donde se lee: "Hec est Babarona honoris mani digna que campo et sibi hoc conomem debelabit et arma tarraconensis..." El otro, protegido igualmente de yelmo con lambrequines, es partido en pal con castillo en el primero y dos leones en el segundo cuartel... Sobre la ventana corre una cornisa y sobre ella, otra ventana sencilla" (Huidobro y García, 1930:264).

En Población se debe destacar un torreón desmochado con aspilleras; se encuentra en la calle San Pablo.

Próxima a la iglesia de Santa María en Condado, hay una vivienda llamada de la Torre; en 1752 pertenecía a Doña Petronila Ruiz. Conserva varias butroneras, una ventana y adornos de arquillos. También del mismo siglo, es la de los Valdivielso, su fachada de sillería presenta una puerta adintelada y ventana sencilla.

La mansión de los Huidobro en Quecedo, se construyó en el siglo XVI. Consta de casa fuerte con torre, almenas y barbacanas, estando situada en el barrio de San Lorenzo. En 1752 perteneció al Marqués de Espinardo, posteriormente se la conoció como de los Varona, en el siglo pasado fue del señor González Peña.

Su estructura de sillería la conforma como una gran fortaleza, de impresionantes dimensiones para la utilización actual. Es muy difícil mantener este tipo de edificios, que han perdido la finalidad para la que fueron construidos.

Se accede a él a través de un arco, donde se encontraba un escudo. En la fachada, situada detrás, se ubican las armas de los Varona y del Marqués de Espinardo. A la izquierda, escudo sencillo con varias barras y corona; en la derecha otro con cuatro cuarteles: corona y barras, castillo, castillo y ondas; para terminar con lises y ruedas.

La torre consta de cinco pisos, con cubos en las esquinas y matacanes en la parte superior. Varios escudos con guardapolvo nos acercan a los Huidobro e Incinillas, familia de gran raigambre en el Valle.

El palacio denominado de Bonifaz situado en Población, perteneció a esta familia, aunque sus armas son de los Alonso Huidobro. Su entrada principal orientada al oriente, forma un amplio arco de medio punto, con remate de cornisa y tres almenas. En la clave se encuentra el escudo con una torre, lobos y banda con orla de castillos, armas de los Alonso de Huidobro (Huidobro y García, 1930:283). El torreón, cuadrado con almenas, desvela una portada ojival con un escudo semejante al primero. Edificada en la Edad Media, debió rehacerse en el Renacimiento.

El palacio de los Porres de Condado, llamado de la Marquesa de Canalejas o La Lastra, ya en ruinas a principios de siglo, tenía dos entradas con arcos de sillería. El Catastro (Huidobro y García, 1930:168) dice de él: "tiene treinta varas de ancho, ocho de fondo y su agregado de doce varas. En lo bajo hay dos bodegas y dos corrales, donde están la tina y el lago para el mosto de uvas, un pasadizo y portal. En los altos, sala, antesala, cinco cuartos pequeños, dos cuartos y tres cocinas, más una entrada de campo de dos celemines y una huerta de tres y medio, todo cercado de pared y alenas".

A lo largo de todo el Valle he ido descubriendo numerosas edificaciones; en ocasiones había una cierta similitud entre ellas, en otras era difícil establecer paralelismos. Hay torres, casas-torres, casas fortificadas y viviendas blasonadas muy singulares, algunas con arco de entrada, al estilo montañés.

En Hoz de Valdivielso no se conservan edificios blasonados, pero destaca, por su magnitud, el palacio de los Ruiz de Valdivielso. Se ubica a la entrada del pueblo, siendo construido en sustitución de una casa, desaparecida bajo las llamas.

Su fábrica, toda de sillería, está formada por un cuerpo central de dos alturas y dos torres de tres. Parece inacabado, no lleva armas, sólo un frontón triangular sobre el balcón principal.

Dada su ubicación y las características de la Merindad, sería un fantástico lugar para desarrollar un espacio turístico. Es muy lamentable, que contando con estos magníficos ejemplos arquitectónicos, no se tomen iniciativas de restauración y acondicionamiento.

CASAS CON SOLANA

La solana desempeña un papel muy importante dentro de la arquitectura del norte peninsular. En el Valle se desarrolla con diferentes características, conformando la fisonomía de la vivienda. Hemos observado distintas variaciones, tanto de ubicación, como de tamaño y decoración de la barandilla protectora.

En la fachada principal se generan un número significativo de vanos, en Valdivielso es más fácil encontrar ventanas o balcones, especialmente en las casas blasonadas. Contamos con algún ejemplo interesante de solana en esta ubicación, sobre todo en edificios de estructura más sencilla.

Situada en la planta superior pueden hallarse dos tipologías:

-Protegida por los muros laterales, los cortafuegos se mantienen a la altura de la solana o descienden hasta el suelo.

-Por el contrario, hay otras que van voladas sobre la calle sin protección del muro, en los laterales.

En Puente Arenas existe una solana muy interesante, se destaca sobre la fachada, siendo toda ella en madera. La barandilla está compuesta por tablas recortadas de decoración simple.

En Santa Olalla observamos dos modelos: una solana protegida por los muros de las esquinas y otra rehundida por el tejado en uno de sus lados, situándose paralela al caballete; aprovechando la inclinación de la cubrición.

El balcón abierto en el desván o payo, resguardado por el hastial es otro de los modelos que proliferan en el Valle. Dentro de esta especificidad, hay variedades respecto a la situación, siendo corriente que se abra en cualquiera de las paredes, especialmente en la parte posterior. En relación con su posición respecto al muro, si está retranqueada, es de menor tamaño.

Esta posibilidad se repite en varias casas de Puente Arenas y en alguna de El Almiñé. Por su longitud sólo se necesita un pie derecho en el centro, para sujetar la viga que va de lado a lado.

En El Almiñé existe una casa blasonada con solana en el testero. Es muy importante ver cómo, en este caso, las dimensiones alcanzan casi todo el hastial. Así mismo, se produce un balcón corrido y volado, con varias vigas verticales que recorren su perímetro. Esta morfología nos acerca a la arquitectura del País Vasco, especialmente es similar a los caseríos que se distribuyen por su territorio.

Cuando la solana se sitúa en el hastial, puede darse la circunstancia de un desarrollo a doble altura, amparada por el tejado. En la localidad de Puente Arenas, hay varios casos, de esta tipología.

La orientación de la solana está en función de la situación de la vivienda. Es evidente que se huye del norte, dejándose este muro con escasos vanos. Por eso, es fácil encontrar este elemento en las paredes este, sur y oeste.

La solana ejerce diferentes cometidos, entre ellos servir como protección de la puerta o situarse como pieza auxiliar, para el secado o colocación de dujos. Es el ejemplo de El Almiñé donde se aprecia cómo a la solana se accede desde el desván; así su destino es meramente un complemento de otras áreas.

CASAS DE ENTRAMADO DE MADERA

Los entramados de madera del Valle de Valdivielso no proliferan, no es un modo de construir al que se recurra con frecuencia. La piedra en sus diferentes aparejos, sillería y mampuesto, es lo más corriente, en los distintos núcleos rurales.

A pesar de ello, en El Almiñé, he encontrado varias edificaciones que merece la pena resaltar. En el barrio de la Iglesia, se levantaba una casa a la que ya he hecho referencia al hablar de las escaleras exteriores. Además de esta singularidad, su otra fachada poseía elementos constructivos dignos de destacar. Combinaba el piso inferior de mampuesto y el superior de entramado, con piedra de toba recubierta de cal. Estos entramados son los primitivos, pues sólo mantienen elementos verticales, no se distingue ninguna viga cruzada. Toda la estructura va sobre canes de madera de gran consistencia; en los laterales son lobulados de piedra, para soportar los cortafuegos que recogen todo el entramado, ligeramente volado sobre la parte inferior de la vivienda.

Similar a esta casa es la que nos encontramos en el camino de la Hoz, una vez pasado el barrio del Molino. Difiere con respecto a la anterior en la longitud de los cortafuegos, ya que se prolongan hasta el suelo. Todo el cuerpo va volado, sobre un conjunto de vigas, que sirven de apoyo. Este tipo de cerramiento facilita la construcción, pero es una técnica que desapareció en el área de las Merindades, al pasar a un uso generalizado de la piedra.

CASA CON ESCALERA EXTERIOR

Existen algunos ejemplos, posiblemente autóctonos, con escalera exterior, que nos recuerdan a las casas con patín gallegas y a las construcciones pasiegas. Quintana, El Almiñé y Santa Olalla han contado con esta tipología arquitectónica.

En Quintana, la escalera exterior va paralela al corredor, que da paso a la vivienda. Desplazada a la izquierda, permite el acceso a la parte inferior de la casa desde la calle. Es toda de piedra, de composición irregular, sin ninguna característica especial.

En El Almiñé, el ejemplo con el que contábamos, ya ha desaparecido. Debido a su estructura y a la falta de inquilinos, hace varios años empezó su ruina. Gracias a una foto, realizada a principios de siglo, observamos cómo su escalera desembocaba en el corredor, al que daba la puerta de entrada. En esa misma zona se localizaba la cocina, siendo el resto de la fachada, de entramado de madera. Al este se situaba otro muro también de entramado y piedra de toba. Esta singular simbiosis caracterizaba a ciertas edificaciones del Valle, dotándolas de un primitivismo excepcional.

Santa Olalla, a pocos kilómetros de El Almiñé, guarda entre sus caminos, otro caso digno de mención. Actualmente permanece habitado, lo que produce cierta satisfacción, en función de un futuro más duradero. De las tres, es la de factura más esbelta y consistente. Orientada al oeste, sus muros de mampuesto permiten la apertura de algunas ventanas de escaso tamaño. La escalera conduce al espacio que nos permite, a través de una puerta adovelada, acceder al interior.

Cabe la hipótesis, de estar ante la presencia de un modelo arquitectónico derivado de las torres medievales. Hemos visto los accesos de la torre de Loja, Valdenoceda y El Almiñé. También se destaca una gran similitud con los parajes, que adquieren personalidad propia, en todo el Valle.

En los tres ejemplos, la escalera es de piedra, carece de barandilla y da paso a un espacio techado; el tejado se prolonga hacia afuera, apoyándose en pies derechos. Hay que resaltar cómo, en Santa Olalla, esta prolongación cubre el corredor y la escalera. Este genera un área que, en el caso de El Almiñé y Quintana, sitúa una barandilla de madera, aproximándose a la estructura de la solana.

ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS COMPLEMENTARIOS Y DECORATIVOS

Dinteles y arcos.

En las fábricas de sillería, especialmente, aunque también en las de mampostería, los vanos se resuelven de formas diversas. Tanto las puertas como las ventanas, promueven soluciones que hemos denominado decorativas, pero que cumplen una funcionalidad constructiva.

Es muy frecuente encontrar puertas con dinteles dobles de descarga. Hay arcos dovelados de gran factura, aunque existen dovelas rectas colocadas en diagonal, en torno a la clave. Significativos ejemplos son los de El Almiñé y Valdenoceda. Aquí las dovelas del dintel reflejan la categoría de los canteros que las tallaron. Vemos cómo se encajan, bien redondeadas o de forma quebrada, produciendo un efecto óptico enormemente interesante.

Las ventanas generan gran cantidad de variaciones respecto a la forma de su parte superior. Arcos de medio punto, apuntados, lobulados, trilobulados, orejeras barrocas resguardando su perímetro, son los elementos más generalizados. Estos vanos de iluminación y ventilación se completan con óculos, troneras y saeteras como pervivencia de formas defensivas.

Las inscripciones, tanto en ventanas como en puertas, son muy frecuentes; su situación espacial es muy variada, preferentemente en los dinteles de ambos vanos.

Su contenido suele estar relacionado con el propietario, los blasones y la fecha de construcción o reconstrucción. Las bendiciones o alusiones religiosas sirven como protección a la fábrica. A veces estos motivos se sitúan solos o con otros; los hay geométricos, zoomórficos, vegetales y religiosos.

También las jambas y las claves de los vanos han sentido la mano de estos artífices de la piedra.

Aleros.

Respecto a los aleros, cuando son de piedra, suelen ser moldurados; bien sencillos o con molduras más complicadas. En algunas construcciones hemos observado piezas de piedra rectangular, que nos aproximan a cierto primitivismo en la solución arquitectónica.

Pavimentos.

Es difícil encontrar los suelos originales de cantos rodados o de baldosas de barro. Algunos se han cubierto, otros fueron levantados para ser sustituidos por cemento que supone una facilidad para la limpieza. En El Almiñé, ya hemos descrito una casa que conserva todos los elementos de su construcción previa. Uno de los más significativos es el pavimento de su portal, que muestra el terreno cubierto de cantos de río. Su morfología está formada por círculos y piezas esféricas combinadas.

Las escaleras

Son dignas de mención, pues desarrollan tipos, en materiales pétreos, de gran consistencia. Están divididas en dos tramos de dirección quebrada. Su composición nos permite observar los escalones de una sola talla, cuya labra destaca espléndidamente.

Relojes de sol y pilas de cocina

Dentro del material a que nos referimos en este apartado, hay dos objetos cuya finalidad y estética se combinan a la perfección.

El reloj de sol produce la sensación de su belleza; a pesar de su mecanismo simple, nos atrae extraordinariamente. No proliferan en este área, mas bien sólo he podido encontrar dos; curiosamente en el mismo núcleo rural: Santa Olalla. Uno de ellos, está compuesto por una losa de piedra triangular, con el vértice superior matado. Actualmente, está situado en una pared semiderruida, orientado al sur. El otro modelo, forma parte del cortafuego de una de las casas con solana, a las que he hecho alusión.

Respecto a las pilas, me comentaban que hace poco el interés que están despertando entre los anticuarios y los aficionados a las piezas rurales como objetos decorativos. En Valdivielso es fácil distinguir, en la parte posterior de la vivienda, los conductos de desagüe. Todavía se conservan muchas de ellas; en ocasiones, el desalojo del agua se efectua por una parte tallada con motivos antropomorfor.

LAMADORES CLAVOS Y BOCALLAVES

El trabajo de los metales ha servido como elemento complementario, para conformar piezas con una funcionalidad específica. Hay que hacer mención de los llamadores, bocallaves, tiradores, bisagras y veletas. Especialmente realizados en hierro, fueron llevados a cabo por artesanos especializados. El herrero ha jugado un papel muy significativo dentro de la vida rural; recurrir a él era inevitable para el agricultor. Las herrerías fueron imprescindibles para el desarrollo de cada comunidad, sus secretos eran transmitidos de generación en generación, cuidando con esmero todo el proceso.

A partir del siglo XV, los llamadores tienden a cambiar su morfología. Se va pasando de formas más sencillas a algo más complejo, produciéndose una transformación del martillo con el que se golpea.

Los clavos y bocallaves, que acompañan a los llamadores, crean un conjunto muy singular. Los primeros adquieren formas variadísimas, destacando las estrellas con un pequeño pomo en el centro. Las bocallaves presentan una placa de hierro recortada, creando espacios huecos y redondeados.

Los clavos y bocallaves, que acompañan a los llamadores, crean un conjunto muy singular. Los primeros adquieren formas variadísimas, destacando las estrellas con un pequeño pomo en el centro. Las bocallaves presentan una placa de hierro recortada, creando espacios huecos y redondeados

CERRAMIENTOS DE VANOS, PUERTAS y VENTANAS.

Los elementos estructurales realizados en madera presentan una gran simplicidad, unida a un interés estético, que nos permite observar bellos modelos de talla. En el artículo anterior, describí ciertas pautas seguidas en las soluciones habituales de las cubiertas de Valdivielso, por eso voy a referirme a los cerramientos de vanos, exclusivamente.

Las carpinterías de los huecos de acceso producen una serie de tipologías muy concretas. Si cuentan con un hueco amplio, disponen de una parte central con una sola hoja, aunque es fácil encontrar numerosas modificaciones dentro de este cerramiento; pero se pueden distinguir cuatro grandes grupos:

-Puertas de una sola hoja con marco fijo o no.

-Puertas con una hoja dividida horizontalmente, bien con marco o sin él.

-Puertas desplazadas del centro, quedando una tabla fija en uno de los laterales.

-A veces, se encuentran puertas de una sola hoja con un cerramiento suplementario, que llega a la mitad del vano.

Generalmente, su construcción se lleva a cabo disponiendo de varios tablones, que se sujetan con clavos lisos o decorados. Las tablas situadas verticalmente, a veces, se configuran con los bordes biselados. Como afirma Grinda (1988:99), éste es el caso mas frecuente, pues la puerta entrepañada, por su mayor dificultad, se deja para los huecos interiores.

Las ventanas de Valdivielso se cierran por dentro con contraventanas de madera, que a nivel popular, se denominan "postigos". En el armazón se insertan los entrepaños formando casetones que, en ocasiones, llevan tallas con dibujos geométricos o vegetales.

Además de en estos vanos, la madera es un material de utilización muy diversa, por ello aparece en "tarabillas" y cerraduras de construcciones complementarias. Las "tarabillas" son piezas de forma rectangular que sirven para ajustar las contraventanas al marco. Es un elemento muy simple, de uso preferencial en cocinas, despensas, habitaciones auxiliares, cuadras y alacenas.

Dibujos: Ignacio Rayón



HABITAT Y ENTORNO ECOLOGICO II (El Valle de Valdivielso - Burgos)

TEMIÑO LOPEZ-MUÑIZ, Mª Jesús

Publicado en el año 1991 en la Revista de Folklore número 132.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz