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Revista de Folklore número

015



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SOBRE EL CULTO A LAS AGUAS

GRANDE DEL BRIO, Ramón

Publicado en el año 1982 en la Revista de Folklore número 15 - sumario >



El medio acuático ha inspirado a los hombres de todas las épocas un sentimiento de veneración. En mayor o menor grado, los mares, los ríos, los lagos y las fuentes han sido objeto de manifestaciones culturales por parte de la práctica totalidad de los pueblos de la tierra.

La mayoría de las grandes corrientes de agua inspiraron en cada región una serie de leyendas concernientes a la impresión de vida que su propio decurso despertaba. La sugestión que los ríos más caudalosos producían, explica el desarrollo de determinadas creencias cosmológicas, en las que aquéllos desempeñaban una función generativa. Como elemento telúrico aportaron toda suerte de significantes. Un río podía introducir la amnesis en la mente del hombre, cual ocurría con el río Lethes (Limia, Orense) en época romana; podía también sugerir ideas de inmortalidad como ente procreador: Vidomaros, jefe galo vencido y muerto por el cónsul romano Marco Claudio Marcelo en el año 222 a.C., decíase encarnación del Rhin, antepasado suyo.

En la Península Ibérica han persistido hasta nuestros días diversas formas de expresión del culto, particularmente referido a las fuentes; de lo cual se conservan multitud de aras votivas que señalan la existencia de númenes a quienes se ponía en relación con aquéllas. En muchos casos, la posterior cristalización de los veneros sacralizados permitió, a través de los correspondientes topónimos, mantener la memoria del culto primitivo. Por otra parte, la asociación fuente-árbol constituye una constante, por lo que con frecuencia dicho binomio es entendido como expresión de una sola categoría númica.

Alguna vez, cual sucede en el pueblo de Endrinal de la Sierra (Salamanca), de donde procede la familia del autor por rama materna, se advierte la presencia de una triada compuesta por una fuente, un árbol y una ermita en la que recibe culto San Juan. A este respecto, como ya advierte el profesor Caro Baroja, es probable que dicho santo de la hagiografía cristiana sustituyese y unificase siglos atrás los diferentes númenes acuáticos, siendo así que las ermitas de San Juan se encuentran por lo regular cabe una serie de fuentes antaño veneradas. Máxime si las cualidades terapéuticas de las mismas se hallaban suficientemente probadas. El ejemplo de las caldas es en este sentido revelador, cuando menos por lo que respecta al noroeste hispánico. Citaremos asimismo la fuente de Casa Santa, en cuyas inmediaciones fue descubierta un ara dedicada a las ninfas (innominadas). El agua de dicha fuente, ubicada a unos dos kilómetros de la ciudad de Valladolid, fue analizada por miembros de la Jefatura Provincial de Sanidad a instancias de Ricardo Martín Valla y Germán Delibes de Castro, autores del trabajo en que daban a conocer el epígrafe que el ara contenía (BSAA, Univ. Valladolid, 1977). Los análisis revelaron ciertas propiedades del agua, que pudo haber sido utilizada, tal como ya apuntan los citados autores, con fines terapéuticos.

Análogo sentido tiene la presencia de ermitas dedicadas a la Virgen, la cual suele aparecer bajo el nombre de Virgen de la Fuente Santa (o simplemente de la Fuensanta), cual ocurre en el término de Medinilla (Avila) y en los alrededores de Navarredonda de Salvatierra (Salamanca), por solamente citar algunos. Resulta interesante el comprobar que en ambos casos existen castros o edificaciones primitivas en sus inmediaciones y que nos remiten sin duda a momentos en que ya debió existir algún tipo de práctica cultual. Así, en las áreas próximas a la mencionada Medinilla, se levantaba un poblado denominado genéricamente "El Cerro del Berrueco", conocido a través de las excavaciones realizadas por el padre Morán y posteriormente por el profesor Maluquer de Motes, y en el ámbito del cual se encuentran los restos de una ermita dedicada a San Cristóbal, a la que los lugareños dan el nombre de Casa del Santo.

En cuanto a la ermita de la Fuente Santa, cerca de Navarredonda de Salvatierra, se levanta junto a la calzada de la Plata, antigua vía romana. Dentro de la ermita hay ruinas de un pozo que, como bien apuntara el citado padre Morán, hablan de la existencia de un culto primitivo. Al igual que en las también localidades salmantinas de Pereña y Zarza de Pumareda, donde perviven leyendas relativas a apariciones de la Virgen en puntos de ubicación de castros o peñas notorias, junto a fuentes santas y pozos de agua. La lista sería interminable.

En esta somera alusión a antiguas formas cultuales del medio acuático, incluiré por último algunos datos correspondientes a otros lugares de la provincia de Salamanca: los Humos de Masueco, el agua santa, en Pereña y el valle de Belén, en Herguijuela de la Sierra. En todos los casos hay, en las inmediaciones, pinturas prehistóricas y/o bien fuentes (en Pereña y en Herguijuela de la Sierra) o bien (Humos de Masueco) una cascada de singulares características. En lo que respecta al valle de Belén, es de significar el hecho de que el arroyo del mismo nombre discurra por terrenos que presentan topónimos de concomitancias "paganas", como el Pozo Airón, la Orconera, la sierra del Castillo (pervivencias de antiguos lugares sagrados donde el autor ha descubierto asimismo la existencia de pinturas rupestres). y el propio nombre de Belén presenta afinidades con otros hidrónimos del norte de la Península, claramente relacionados con el Belén galo.

Entre las propiedades atribuidas a ciertas fuentes se cuenta el infundir a las mujeres estériles la capacidad prolífica. No es algo muy conocido en España, siendo por otro lado realmente infrecuente en el acervo de creencias. Tan sólo un caso menciona Caro Baroja correspondiente a Oñate (Guipúzcoa), aunque se han recogido testimonios referentes a ciertas regiones de Francia, Grecia e Italia. Sobre este particular, hay que recordar que, según la mitología céltica, el héroe Conall nació de mujer infértil, después que ésta adquiriera condición prolífica por efecto de su inmersión en las aguas de una fuente que un druida había encantado.

Perdido hoy ya el carácter sagrado, muchas de tales fuentes han continuado ejerciendo una forma de influjo sobre las gentes, especialmente aquellas que viven en lugares apartados. Prácticas curanderiles y rituales pantomímicos -típico caso, el lanzamiento de monedas en la fontana de Trevi, Italia- han ido desvirtuando paulatinamente el sentido originario del culto a las aguas, que ha pasado a relacionarse con "simples" creencias y con supersticiones. Y en cuanto a los ríos, algunos conservan el dualismo simbólico de que las aguas aparecen revestidas como hábitat de genios benéficos o maléficos, según los casos. Así, mientras que el Miño, río alocuo (por mandato de la Virgen María discurre en silencio) ejerce una acción benéfica sobre las gentes, el Homen es un río que, en su fluir por determinadas áreas del norte de Portugal, va devorando personas o animales. Se trata, en fin, de creencias mantenidas hasta bien entrado el presente siglo y cuyo origen hay que buscarlo en la idea de la existencia de un poder fluvial cuyo comportamiento con respecto a los hombres se corresponde en cierta medida con la actitud adoptada por éstos hacia su propio entorno.

Si en los casos antes apuntados, el agua puede ser un elemento venerado o temido, en otros muchos constituye únicamente un elemento receptor de un genio númico: ondinas y nereidas moran en las fuentes y en los lagos y reciben culto. Con todo, el nombre con que en el ámbito hispano suelen aparecer mencionadas en las diversas aras votivas es el de ninfa. (Hay una Nymphae calidae en Tarragona, una Dominae nymphae en Sevilla, algunas Nynphis en Baños de Montemayor, Cáceres, etc.).

Aparte la dedicación de monumentos las ninfas eran objeto de ofrendas que eran arrojadas al agua, o simplemente depositadas en algún lugar apropiado en los alrededores de aquélla. El depósito de armas hallado en la ría de Huelva constituye, a juicio del profesor AImagro, un ejemplo de culto a las aguas. Por su parte, el profesor Caro Baroja da cuenta del hallazgo de una gran cantidad de exvotos en Despeñaperros, ya publicados por el investigador Alvarez Osorio en 1935, y apunta la idea de que, por localizarse en torno de una fuente de aguas finas debieron de tener entidad como de culto. Caro Baroja enuncia otro hallazgo de bronces ibéricos, de similares características, en cierta área cultural de Murcia, donde existiera un templo dedicado a una divinidad acuática y que ha dado nombre a la actual Virgen de la Fuensanta. A este respecto, nos permitimos recordar las concomitancias que se producen en alguna medida entre tales cultos y la pervivencia de la costumbre de las rogativas impetrando lluvia y que tiene lugar todavía en algunas zonas de la península ibérica. Procurando huir del simplismo, nosotros vemos en ello la permanencia de una metafísica del rito que viene determinada por la existencia de una categoría de universalidad -ontológica y cosmológica- superior a toda fórmula de expresión concreta. El abuso de estas últimas ha dado como consecuencia una erudición mediatizada por el afán reduccionista que pierde la perspectiva de la unicidad. Por ello juzgamos de singular importancia destacar la trascendentalidad de las creencias, según hemos apuntado en otra ocasión. En el caso presente, resulta tentador para algunos el considerar el fenómeno númico como parte del capítulo de supersticiones paganas propias de "mentalidades arcaicas". De ese modo el desavio es inevitable.

Vayamos con otra dimensión.

LA DAMA DEL LAGO

Aun en el plano alegórico, la fuente atiende consideraciones vitalistas de renovación -centro energético-, de la inagotabilidad. La dinámica de las fuerzas elementales que sostienen el universo se halla contenida, implícitamente, en la fuente. En el caso concreto del ciclo del Grial, la dama de la fuente (que no es una ninfa), mujer del caballero negro, categoriza el principio pasivo, fuerte en su inmutabilidad. Es el equivalente de la dama del lago, quien presenta una espada mágica al rey Arturo. Nos permitiremos un breve comentario al respecto.

No pretendemos forzar la interpretación. Veamos las características principales del simbolismo que afecta a la dama del lago: su permanencia en el seno de las aguas hasta el momento en que deba cumplir su cometido, que está siempre en función de la empresa de un caballero determinado; su pasividad, constituyéndose en depositaria y receptora de elementos y fórmulas de equilibrio, en contraposición a la fuerza y al dinamismo del caballero a quien pertenece. La concepción estática de la dama del lago corresponde al carácter "pasivo" que se atribuye desde antiguo a las ninfas. Hasta tal punto es esto interesante que, si observamos con atención las características propiamente ecofísicas -de naturaleza y ubicación- de los lagos y de las fuentes, anotaremos el hecho de que ambos entes presentan un alto grado de estatismo como carácter connatural. En cambio, los ríos presentan un dinamismo per se, que es lo que les confiere su naturaleza de elementos fundamentalmente móviles, cambiantes. Pues bien, las ninfas son númenes adscritos a los primeros, en tanto que las aguas de los ríos son veneradas por si mismas, por el poder de su movimiento.

BIBLIOGRAFIA ANONIMO: "La morte d'Arthur".

BLAZQUEZ MARTINEZ, J. M. :

CARO BARO]A, J. : "La estación de amor". Madrid, 1979.

D'ARBOIS DE JUBAINVILLE, H.: "Le cycle mytologique irlandais". París, 1884.




SOBRE EL CULTO A LAS AGUAS

GRANDE DEL BRIO, Ramón

Publicado en el año 1982 en la Revista de Folklore número 15.

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