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Revista de Folklore número

166



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LA VESTIMENTA ALBERCANA

ALVAREZ CURTO, María José

Publicado en el año 1994 en la Revista de Folklore número 166 - sumario >



Enclavado en la comarca de la Sierra de Francia, al sur de la provincia de Salamanca, el núcleo de población de La Alberca constituye uno de los más genuinos reductos del tipismo provincial. La vestimenta tradicional del albercano presenta una serie de características que han llamado siempre la atención entre los etnógrafos.

Aun contando con la idea de que un estudio a fondo del tema exigiría, naturalmente, dar un tratamiento amplio y detallado al mismo, nosotros ofrecemos aquí diversas referencias, en forma de síntesis, pretendiendo, con ello, destacar la singularidad de la vestimenta local y la belleza de su ornato.

Esta vestimenta no sólo representa su propia tradicionalidad, sino que es, también, un lenguaje por el cual podemos intentar conocer la personalidad de las gentes.

La indumentaria albercana forma un conjunto importantísimo, dentro de la gran variedad de trajes salmantinos. Y, es principalmente el de la mujer, el de más valor pintoresco.

Cierta vez, alguien escribió: "Una de las épocas históricas más esplendorosas y de mayor apogeo en el florecimiento albercano debió ser el siglo décimo octavo. Así lo demuestran las más ricas joyas y la típica indumentaria de gran gala, que aún se conserva en las más aristocráticas y linajudas familias albercanas" (1).

El más conocido de ellos es el llamado "traje de vistas'" del que actualmente no quedan muchos ejemplares.

TRAJE SERRANO DE VARON

Lo primero que se ponen los albercanos es un camisón ancho de blanco lienzo que le cuelga hasta las rodillas. El cuello alto luce un dibujo marcado a punto de cruz, al que las labranderas llaman ojito amarillo. El cuello se cierra por delante con un gemelo formado por dos abultados botones de oro.

Sobre los calzoncillos largos, hechos también de lino, va el calzón de terciopelo azul. Se cierra en la cintura, por delante, con el arzapón, que sostiene un botón de plata, y con una delgada correa de piel de cabra, que arranca de los riñones, se anuda en el ombligo. El calzón se estrecha piernas abajo, y puede ceñirse bajo las rodillas con botonadura de plata o quedar abierto, dejando sueltos los botones y colgantes de plata, a los que llaman follajes, para que campanilleen al andar. Hay otro tipo de calzón que no se estrecha en las rodillas, sino que está siempre abierto. Lo llaman bombacho.

Para cubrir las piernas, utilizan las calcetas, que suelen ser de hilo blanco, sin pie.

Sobre los zapatos van las polainas negras.

No puede faltar el chaleco, que es de terciopelo azul con doble hilera de botones de plata. La botonera de la izquierda sirve para cerrar el pecho, aunque solamente se abotona hasta la mitad. Hay otro tipo que es el chaleco cuadrado que lleva cuello bajo para poder mostrar la pechera bordada de la camisa galana.

La chaqueta corta de rizo, va sobre el chaleco, con broches de plata.

Finalmente la cabeza se ciñe con un pañuelo de seda, al estilo moro. Y la cintura, con una faja roja terminada en flecos que caen por delante.

TRAJE DE VISTAS

El traje de vistas femenino (el masculino se perdió a principios de siglo), además de haber sido confeccionado antaño para los Días de Boda, se puede contemplar ahora en los días de Fiestas Grandes: Santa Agueda, el Corpus y, más particularmente, en el Ofertorio de la Asunción. De ahí que haya sido tema de nuestro estudio.

Es un traje que esconde la anatomía de la mujer y oculta sus formas. Algunos le han atribuido orígenes moriscos, especialmente en sus alhajas. A otros le sugiere algún parecido con las damas oferentes ibéricas (Dama de Baza), que se presentan en pie, hieráticas, portando sobre sus pechos gran cantidad de adornos y collares. Y, sin embargo, casi todos coinciden en afirmar que el "traje de vistas" es el más hermoso y rico de España, además de ser el más antiguo.

Se coloca, primeramente, un camisón de lienzo y varias sayas ligeras. En la cadera se suele poner un refajo de vuelo, cortado en linea recta y fruncido, que soporta encima las faldas y manteos. El último manteo, que es el que se ve, es de color morado, realizado en paño de lana, cortado a capa y cruzado por detrás. Todo el borde va adornado con franjas de terciopelo negro.

El manteo se ajusta a la cintura mediante un cinturón de alegre colorido, que se llama fajero. Este se cubre con el ceñidor, cinta de seda bordada que se anuda a la espalda, dejando ver los borlones dorados de sus extremos.

El pecho se cubre con el jubón de terciopelo negro. Por el escote del cuello y por las mangas asoman los bordes de una camisa negra de seda bordada formando "escamas". El jubón lleva en las mangas una botonadura de plata afiligranada.

El hernia o mandil o delantal es de la misma tela que el manteo, y lleva, como peculiaridad una puntilla de plata. Casi cubre la parte anterior del manteo y tapa el farraco.

Las piernas se cubren con unas medias encarnadas con bordados de lana admirables.

Finalmente, está el zapato de charol o terciopelo negro; que lleva una ancha hebilla de plata cincelada y también sobredorada.

"El tocado está formado por una especie de velo o mantilla rectangular, confeccionada sobre una tela, especie de nansú de seda, labrado y guarnecido de galones de seda en color coral, formando dibujos y bordada de un encaje de bolillo blanco.

Hoy resulta difícil encontrar una mantilla en buen estado de conservación, ya que la fragilidad de la seda natural hace que estén todas tazadas por los dobleces. Se coloca como especie de rebocillo, haciendo que coincidan un pico sobre la frente, otro sobre la espalda y los otros dos sobre los hombros" (2).

Son las personas mayores, abuelas y bisabuelas, las que tradicionalmente, suelen vestir, por ser las que mejor saben hacerlo.

Las joyas son abundantes y riquísimas. En el "traje de vistas" no hay oro; sólo se usa la plata. Los collares suelen tener tres vueltas dobles de coral y dos o tres de plata y el rosario. Hay otros collares pequeños, llamados manojitos de coral, de los que cuelgan Santiagos matamoros, Cruces de Oviedo, Lignum Crucis y otros relicarios. El collar mayor, la "vuelta grande" ha sido hecha ensartando gruesas bolas afiligranadas, a las que se conoce con el nombre de bollagras, que alternan con castillo o carretes de plata sobredorada, y caen hasta la mitad de la falda y a veces hasta por debajo de la rodilla. En la mitad de la vuelta grande está suspendida la venera o patena, redonda joya renacentista en la que está cincelado Santiago matamoros.

Entre carretes y bollagras cuelgan grandes cruces de plata, que, a su vez, llevan medallas de este metal colgando de uno de sus brazos.

Sobre los costados, de unos ojales o corchetes que el corpiño tiene ante el arranque del brazo, cuelgan las brazaleras, conjunto de cadenillas de plata, de las que están suspendidas campanitas y sonajeros, amuletos y medallas, relicarios y estuches, trozos de cristal de roca y otros curiosos detalles. Las brazaleras han tenido origen en las cadenas adornadas con que las mujeres sostenían cómodamente la rueca. Sobre el uso de los dijes por parte de las mujeres para adornarse, es interesante lo que dice Sebastián de Covarrubias: "Ir una muger cargada de dixe, es quererse tratar como niña" (3).

Entre estos relicarios destaca la trucha de plata, que está articulada y representa la fecundidad, el águila bicéfala que está ligada a la unión y el "corazón de la novia", regalo de su futuro esposo. Además hay otros dijes como la pezuña de la Gran Bestia, la media luna, la mano de rayo, las piedras de leche y sangre, campanitas, chupadores... La mayoría de ellos podrían atribuirse a influencia de judíos (4).

TRAJE DE MANTEO

Este traje recuerda al de Candelario, aunque es más majestuoso y típico el albercano. Está confeccionado con negro paño fino. Sus principales prendas son: el jubón de terciopelo negro o labrado en color; una falda, llamada refajo, cortada en forma de manteo, o sea de capa, abierta por detrás y luego otra sobrepuesta en tonos oscuros. Lleva la saya una franja de terciopelo labrado, que se conoce en La Alberca con el nombre de "tirana" y termina con un festón calado. El bordado es a base de mostacilla o trencilla.

La mandila, bordada en mostacilla o trencilla también, está hecha de tela fuerte y en la parte baja lleva un volante en seda o raso. Dicen que la mandila continúa con la tradición del bernio, no como prenda protectora contra la suciedad, sino como garante de la fertilidad y virginidad.

A continuación se coloca el mantón de Manila, que ha sustituido el dengue del traje charro. Y, sobre éste, se ponen más o menos collares de oro o plata dorada, de los que cuelgan cruces, santos, veneras (medallas esmaltadas), galápagos, relicarios... Es un traje con mucho oro y alhajas.

El cabello se recoge atrás en forma de moño trenzado, y se adorna con horquillas de plata dorada que representan figuras animalísticas (palomas, águilas, gallos...).

En vez de la cinta del moño que lleva el zagalejo, y como lujo insustituible, el manteo lleva mantilla para la cabeza.

Las medias son, generalmente blancas y caladas. Los zapatos, de terciopelo o charol con hebilla de plata, se denominan "zapatos de hebilla".

TRAJE DE "DAGALEJO" (ZAGALEJO)

Es una modalidad del manteo. Está formado por el jubón de terciopelo negro con abalorios en los puños; la corbata de tela blanca bordada y la falda de paño rojo, bordada con abalorios y lentejuelas y adornada con caracoles y sobrepuestos.

El pañuelo de rebozo se coloca sobre el pecho, y, sobre él, los hilos o collares de oro que la familia, dentro de sus posibilidades, posee. Están formados por cuentas pequeñas de madroños o aceitunillas, de los que cuelgan galápagos, cruces...

Sobre la falda se pone lo siguiente: por la parte delantera la mandila, de paño negro que tapa prácticamente el farraco de terciopelo, y, por la parte trasera, la llamada cinta grande de atrás de terciopelo negro y bordada.

A diferencia del manteo, el zagalejo no lleva mantilla, y sí una cinta de moño que se coloca sobre el rodete.

Las medias son de peto y los zapatos negros de hebilla.

TRAJE SERRANO DE SAYAS

Es de gran riqueza y vistosidad, pero sin gusto, con respecto a los anteriormente descritos.

Es el popular traje de sayas amplias y redondas adornadas con abalorios y lentejuelas de múltiples colores chillones, y que ante la sobriedad y elegancia del "traje de vistas", llaman la atención a quienes las contemplan por su gran profusión ornamental.

Sobre la blusa y el mantón de manila van de nuevo todas las joyas y alhajas, de gran riqueza y suntuosidad.

Es un traje que, en La Alberca, está progresivamente desaparecido, prevaleciendo en otros pueblos serranos como Cepeda y Mogarraz.

TRAJE DE VENTIOSENO

Este traje era el auténtico traje de respeto. Exclusivo de las personas mayores, era propio de ceremonias de luto. En él todo es austero.

Se compone de una serie de prendas: un manteo negro bajo el cual asoman medias de algodón blancas o de color, una mantita y debajo un pañuelo de pecho. Finalmente encontramos un amplio manto de color negro, cubriendo la cabeza, envuelve todo el cuerpo de quien lo lleva, y "fija sobre la frente una graciosa y solemne borla de seda, de belleza clásica, por su originalidad".

ALHAJAS

El uso de las alhajas de La Alberca encierra una antigua sabiduría popular, que las mujeres de La Alberca muestran cuando se las colocan sobre sus pechos y hombros para celebrar fiestas u otros acontecimientos importantes.

Están realizadas en materiales nobles como el oro y la plata. Todas ellas llevan grabados o tallados símbolos iconográficos, como motivos vegetales, animales, geométricos...; o llevan recogidos dentro de los relicarios estampas o pinturas de vírgenes y santos, fotografías de familiares, además de alguna que otra reliquia.

"Las alhajas consisten en hilos de oro, calados o no, en redondo o en forma ovoidal; gruesos y pequeños. Los pendientes son de aro, de pera, superpuestos y de otras clases diversas. Los hay de oro con aljófar y precioso esmalte, en blanco, azul, verde y rubí. Los famosos galápagos, las llamadas cruces de diamante, los cristos de oro, de muy diverso tamaño, las veneras en oro con esmalte, y los anillos, integran principalmente la orfebrería albercana" (6).

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NOTAS

(1) HOYOS, Manuel Mª. de los: La Alberca. Monumento Nacional. Historia y fisonomía. Vida y folklore. Salamanca, 1982, p.102.

(2) HOYOS, Manuel Mª. de los: Op. cit.; pp. 457-458.

(3) CEA GUTIERREZ, A.: "La comunidad judía en el entorno social de la Sierra de Francia (Salamanca), Revista de Dialectología, vol. XLIII, Madrid, 1988, p. 173.

(4) COVARRUBIAS, S.: Tesoro de la lengua castellana o española. Edición de Martín de Riquer, Barcelona, 1987, p. 479.

(5) HOYOS, Manuel Mª. de los: op. cit.; p. 460.

(6) HOYOS, Manuel Mª. de los: op. cit.; p. 462.

BIBLIOGRAFIA

CEA GUTIERREZ, A.: "La comunidad judía en el entorno social de la Sierra de Francia (Salamanca)", Revista de Dialectología, vol. XLIII, Madrid, 1988, p. 173.

COVARRUBIAS, S.: Tesoro de la lengua castellana o española. Edición de Martín Riquer, Barcelona, 1987.

HOYOS, Manuel Mª. de los: La Alberca. Monumento Nacional. Historia y fisonomía. Vida y folklore. Salamanca, 1982.

HOYOS SAINZ, L. y HOYOS SANCHO, N.: Manual de Folklore. La vida popular tradicional en España, Madrid, 1947.

ORTIZ ECHAGUE, J.: España, Tipos y Trajes, Bilbao, 1963.

PUERTO, J. L.: Ritos festivos. Centro de Cultura Tradicional. Diputación Provincial de Salamanca, 1990.



LA VESTIMENTA ALBERCANA

ALVAREZ CURTO, María José

Publicado en el año 1994 en la Revista de Folklore número 166.

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