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Revista de Folklore número

214



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CUENTOS POPULARES ANDALUCES (1)

AGUNDEZ GARCIA, José Luis

Publicado en el año 1998 en la Revista de Folklore número 214 - sumario >



Uno de los cuentos maravillosos más hermoso y largo es el de Los tres hijos de oro. Tanto la literatura escrita, como la oral, han recreado muchos de sus motivos.

Aarne-Thompson estructura el argumento en cuatro partes. En la primera, el rey oye una conversación entre tres hermanas sobre sus planes en caso de casarse con el príncipe: decide hacerlo con una de ellas (generalmente, hablan de los signos que distinguirán a sus hijos, aunque en ocasiones pueden ofrecer otras características). En la segunda parte, cuando el príncipe parte hacia la guerra, la mujer da a luz tres hijos; pero las envidiosas hermanas (especialmente la mayor, y generalmente con connivencia de la suegra) se deshacen de los niños colocándolos en una cesta y depositándola en el mar, aduciendo que su hermana ha dado a luz a tres perros; la encierran. Pero los niños son rescatados del agua y criados en una casa extraña. En una larga tercera parte, cuando los hijos son mayores, acuden sucesivamente en busca del padre, o bien del pájaro que habla, el árbol que canta y el agua de la vida, pero son encantados. La hermana menor, que acude a rescatarlos, consigue la ayuda de una vieja agradecida y obtiene los objetos y la liberación de los hermanos. Nuestro cuento carece completamente de esta parte. En la última parte, los hijos consiguen el reconocimiento del padre, tras la vuelta de la guerra. El loro revela toda la verdad, el matrimonio se reestablece y las traidoras son castigadas.

EL TESTIMONIO DEL LORO

Vivía una junto del rey, y tenía tres mocitas, y dice una de ellas:

-¡Uf!, si yo me casara con el hijo del rey, le iba a hacer un terno que le cabría en la cáscara de una nuez.

Dice la otra:

-¡Oy, oy, oy! Si YO me casara con el hijo del rey, le haría un terno que cupiera en la cáscara de una avellana.

Dice:

-¡Yo, yo, yo! ¡Qué tontas sois! Si yo me casara con el hijo del rey, lo que iba a tener [eran] tres hijos con..., la mar de bonitos, con tres luceritos en la frente...¡Tres hijos iba a tener yo si me casara!

Ya el rey se estaba enterando, y va y enseguida las manda llamar, dice:

-Dile usted a sus hijas que vengan -llamó a palacio-, dile usted a sus hijas que vengan.

Cuando va:

-¡Ay!, ¿para qué será -toda asustadita perdida-, para qué será, para qué será?

Cuando va, dice:

-¿Quién es la que estaba diciendo que si se casaba conmigo iba a tener tres hijos?

Dice que cada uno contó su historia; cada uno contó lo suyo; dice:

-Era una broma que teníamos -por decir algo.

Dice:

-Pues yo me voy con la que iba a tener tres hijos.

Pero se arma una guerra, y llevan al rey...y la pobre se queda sola, y dice:

-Pues que vengan sus hermanas con ella, que estará más acompañada con sus hermanas.

Cuando las hermanas..., lo único que la tenían era mucha envidia; las hermanas, dice que:

-Tres perros, tres perros puede tener. ¿¡Quién sabe lo que va a tener!?

Pues ella cae mala, y tiene tres hijos, como le dijo al rey

-Vamos a quitárselos, vamos a quitárselos de en medio; le decimos que su mujer lo que ha tenido [son] tres perros.

Y les hicieron una cajita, y metieron los tres niños y los tiraron al mar.

Pues dice que iba un maestro escuela con los niños de paseo:

-Mira qué cajita. Eso se le habrá caído a algún barco; eso se ha caído.

Empezaron los niños a quererla coger. El que era más grandecito se metía... ¡Que pudieron alcanzar la cajita!: y la cogieron. Cuando cogieron la cajita. la llevaban...los niños. El rey, digo, el maestro, dice:

-Esto no se abre hasta que llegue a casa. Cuando lleguemos a casa, entonces veremos lo que viene.

Cuando abrieron la caja, salieron los tres niños.

¡Oy! La madre, que los vio, se volvió loca.

-¡Ay, qué bonito, ay, qué bonito! Estos los crío yo, estos los críos yo.

Bueno, pues ya se acaba la guerra y viene el rey. Empiezan a celebrarlo; que había venido el rey. Hicieron un convite para comer. Y dice que tenía un canario, y él, que nada más decía:

-¡Falta una, falta una!

-¡Oy!, ¿qué dice el canario? Mira, trae la moza aquella.

Le llevaron la moza, la otra.

-¡Falta una, falta una!

Y que nada más era [eso] lo que sabía decir el loro.

-¡Ay, Jesús, ahora veremos!

Y a la mujer la habían emparedado (que antes no lo había dicho), la habían emparedado en... (que antes dice que emparedaban en las paredes, y le daban nada más por un agujerito de comer). Conque:

-Falta una [...] -a ella.

Hasta que ya se acordaron de la que tenían emparedada. Dice:

-La madre de los niños, la madre de los niños...

Que fueron por los niños. Y dice que:

-¡Porque los niños son tan graciosos! ¡Ay, tres niños que les está criando el maestro escuela!

-Pues vamos a ir por ellos.

Y los trajeron. Y dice que ya el lorito, que más que lo que decía era eso:

-¡Falta una, falta una!

Y entonces correteaban todo el palacio, y que no decía nada más el lorito:

-¡Falta una, falta una!

Hasta que se acordaron de la emparedada, y dice:

-¡La madre de los niños, la madre de los niños...! -dice que decía el lorito.

Informante: María Fernández Fernández (n. 1900). Arahal (Sevilla), 1990. Transliteración al español normalizado del cuento nº 47 de La Tradición Oral...

CATALOGACION

ASTRID LUNDING, 44: The Disowned Qeen and the Talking Bird, the Singing Tree, the Flowing Watel:

AARNE THOMPSON, nº 707: The Three Golden Sons.

BOGGS, 707.

HANSEN, 707.

ROBE, 707.

PUJOL, 707: Els tres fills amb l'estel al front.

ESPINOSA, II, pp. 446-460.

CAMARENA-CHEVALIER, 707.

AMORES GARCIA, nº.41.

THOMPSON: I: N201, H71, H71.1 F545.2.1, N455.4, L50. L162. II: K2210, S0, S23. S51, K2212, K2218.1, K2100, K2110.1, S410, G263, K2115, S430, S322.6, S301. S331. S142. S141. R131, K1840, K1900. P262, Q455. III: Totalmente omitido. IV: K1911.3.1, B131.2, B122.1.1, B131. B210. B120, R151.1, S451, (Q261), HI381.2.2.1, B122.1, B130, B143.1, B143.1.3. B469.9, T298. B292.

VERSIONES POPULARES ESPAÑOLAS

JOSE LUIS RAMIREZ (en Folklore-Andaluz. organo..., pp. 305-308): "El Agua Amarilla".

JIMENEZ (La Flor..., pp. 147-154), nº 39: "Las Tres Costureritas"; nº 40: "Las Tres Mocitas de la Albahaca"; nº 41: "Los Caballitos de Caña".

GARCIA SURRALLES (Era... Gaditanos), nº 46: "El Lucerito de Oro en la Frente"; nº. 47: "Fernando y María Engracia".

SANDUBETE (Cuentos... Cádiz, pp. 64-68), nº. 27: "El Lucerito de Oro en la Frente".

ESPEJO-GONZALEZ (Cuentos... de Linares, pp. 29-30): "Los Hijos del Pescador".

Cf. NAVEROS (C... de Baena, pp. 89-95): "La Niña y la Losa".

HERNANDEZ DE SOTO ("Extremeños", BTPE, X, pp. 175-185), XIV: "El Papayago Blanco". Muy perfecto, con las aventuras de los hijos muy bien trazadas.

CURIEL MERCHAN (Extremeños), "Los Tres Hijos del Sultán" (pp. 138-142; CSIC, pp. 284-286). Cf. "Los Hijos de la Modista" (pp. 416-418; CSIC, pp. 248-287); la acción se centra, precisamente, en las aventuras de los hijos, ausentes de nuestra versión.

CARREÑO (C. Murcianos, pp. 101-105 y 113-114): "Las tres Hermanas y el Castillo de Irás y no Volverás" y "Las Modistas de Madrid".

MOROTE (Cultura Tradicional de Jumilla, pp. 227-232): "La Marrana Fregona" (precedido del Tipo 510).

CAMARENA (C... Real, pp. 326-335), nº. 131: "La Madre Emparedada", cf. 130: "La Fuente de los Encantos de los Colorines".

CORTES VAZQUEZ (C. P. Salmantinos, II, pp. 103-109), nº. 120: "El Canario que hablaba", nº. 121: "El Pajaritu que hablaba". [Cortés Vázquez (C... Ribera del Duero, pp. 75-77), nº. 26: "El Canario que hablaba"].

PUERTO (C... Sierra de Francia, pp. 81-83): "Las Tres Hermanas y el Rey".

CAMARENA (León, I, pp. 281-286), nº. 122: "El Palacio de Irás y no Volverás"; nº. 123: "Las Hermanas Envidiosas".

LLANO ROZA DE AMPUDIA (Cuentos Asturianos, pp. 69-75,123-125), nº. 6: ”El Pájaro que habla, el árbol que canta y el agua amarilla"; nº. 19: "Los Hijos de la Mar".

ESPINOSA (CPE),”Col. Austral”, pp. 143-153): "El Pájaro que canta el Bien y el Mal".

ESPINOSA (CPE), nº. 119: "Los Siete Infantes".

ESPINOSA (CPCL), nº. 138: "El Pájaro Sabio"; nº. 139: "La Hija del Carbonero"; nº. 140: "El Pájaro que canta el Bien y el Mal"; nº. 141: "El Arbol del Paraíso".

SACO y ARCE (Lit. Pop. de Galicia..., pp. 243-246): "Los Dos Niños Abandonados".

AMADES (Folklore de Catalunya..., pp. 338a-339a, 350b-352a, 518b-519b, 607a-611a, 620a-621b), nº. 98: "El nen i la nena bonics com el sol i la serena", cf. nº. 102: "La Caseta d'Or"; nº. 153: "La Toronja Encantada"; nº. 177: “Els Tres Fills del Rei"; 180: "El nen i la nena bonics com un sol".

SCANU (R. Alguereses, pp. 51-54): "Lo Paldal Verd" [de Aplec de Rondalles, de Guarnerio, recopilado el año 1883].

ESPINOSA (CPE, II, pp. 446-460) hace un largo estudio de este Tipo. Nuestra versión, según sus ideas, posee los siguientes elementos:

A. Conversación de las tres jovencitas sobre lo que harían de casarse con el rey.

B. Al dar a luz es difamada y los hijos arrojados al agua.

C. Búsqueda del objeto maravilloso y testimonio del loro.

Dice que es de fuente oriental y lo relaciona con "Los Niños Cisnes" (versión de La Gran Conquista de Ultramar). Reflejando esta materia selecciona tres grupos con todas las versiones modernas.

I. Mahometanas.

II. Occidentales de Europa (marca en la frente, madre emparedada, testimonio del pájaro, desarrollo extraordinario del elemento C).

III. Indias y africanas.

VERSIONES HISPANOAMERICANAS, SEFARDI y PORTUGUESAS

RAMIREZ DE ARELLANO (Folklore Portorriqueño, pp. 67-74), nº. 60: "Las Tres hermanas"; nº. 61: "El Pájaro que habla"; nº. 62: "Las Tres hermanas y el Rey".

FORESTI (C. T O. Chilena, pp. 197-205): "La Niña con la Estrella en la Frente".

CONTRERAS (C... Chile, pp. 47-52, 141-156), nº. 5: "Juan y Juanita, o el Sol y la Luna en la Frente"; nº. 16: "La Niña de la Estrella en la Frente"; nº. 17: "Historia de la Princesa Parisada".

AÑIBARRO (La Tradici6n Oral en Bolivia, pp. 258-260), nº. 48: "El Sol y la Luna".

ROBE (Mexican Tales... from Los Altos, pp. 331-359), nº. 91: ["El Agua de Todos los Colores"]; nº. 92: ["Los Hijos del Rey]"; n.ºs 93 y 94: "Los Acoronados"; nº. 95: "El árbol que canta, el pájaro que habla y el agua de oro".

JAMESON-ROBE (Hispanic Folktales..., pp. 104-112), nº. 63 (sin título); nº. 64: "The King and his Three Jealous Daugbters".

LARREA (Judíos, pp. 250-256), nº. 85: "El Agua Verde, la Caña que tañe y el Pájaro que canta".

VASCONCELLOS (Contos e Lendas, I, pp. 493-513), nº. 282: ["A Irma Invejosa"]; nº. 283: ["El Rei Escuta..."]; nº. 284: "Os Meninos de Oiro na Testa" (prácticamente sin variantes con respecto al nuestro); nº. 285: "A Mulher que teve três filhos, cada um com sua estrella na cabeça",

PEDROSO (C. P. Portuguezes, pp. 194-195), n° 37: "Os tres meninos que tinham una estrella de ouro na testa" (poco desarrollado).

VERSIONES NO HISPANICAS

ITALO CALVINO (Italianos), nº. 87: "El Pájaro Belverde", cf. nº. 75: "El Dragón y la Yegua Mágica"; incluído en nº. 141: "La Pava".

PITRE (La Bolsa... Sicilianos, pp. 69-78): "Las Hijas del Hortelano".

ANONIMO (Lituanos, pp. 109-117): "Cabellos de Oro y Lucerito de Oro" (sin variantes y completo).

GRIMM (CC, pp. 302-305): "Los Tres Pájaros" (completo). El canto del pájaro es muy poético:

Solita está la madre
en la negra prisión.
¡Oh rey! Ahí están tus hijos,
sangre de tu coraz6n.
Las hermanas impías
causaron tu dolor:
Al agua los echaron
los salvó el pescador:

FABRE (Languedoc, pp. 245 y ss.): "El Agua que danza, la Manzana que canta y el Pájaro de todas las Verdades".

CREUS (Ndowe de Guinea), nº. 10: "El Cerco de los Leones". Solamente algunos motivos que testimonian la antigüedad y extensión espacial de tales motivos. Dos hermanas discuten sobre el hijo que tendrá cada una. La primera tendrá un niño hermoso; el de la segunda será hermoso y, además, tendrá dos estrellas en la frente y en el pecho. Cuando ambas tienen los hijos, la primera arroja los hijos de la segunda a los leones, en sangrienta un palo y le dice a la madre que ha tenido un palo como hijo. La desgraciada madre acude a ver a un brujo, que le revela que ha concebido un hijo humano, que lo busque en los leones. En efecto, allí está vivo: los leones no se habían atrevido a comerlo por la luminosidad de sus estrellas.

EQUILBECQ (Africa, pp. 65-67): "Las Tres Mujeres del «Sartyi»". Tres mujeres expresan su deseo de casarse con el rey, al que le daría dos gemelos con el ombligo de oro, la primera; la segunda le barrería todas sus chozas con una brizna de paja y la tercera sacaría a todos con un grano de arroz. El rey se casa con las tres. Lo anterior nos interesa para ver cómo los motivos se adaptan a las sociedades, en esta africana es posible la poligamia, lo que no ocurre en las nuestras. Por lo demás, la versión sigue por los cauces de las versiones occidentales, salvo en el reconocimiento de la verdad, que sucede por medio de una prueba.

LIBRO DE LAS MIL y UNA NOCHES (noches 640 a 651; III, pp. 307a-335b): "Historia de Parisad y sus Hermanos". Dice el propio Assins que esta historia debe pertenecer al "fondo más antiguo de la compilación miliunanochesca ". Lo cual se atestigua, dice (p. 306), por la radicación inicial en la corte del rey persa Jusravschah, los ideales caballerescos y los elementos populares (pájaro hablador...) que intervienen en el folklore occidental, especialmente en el eslavo. Elementos, agrega, que utilizaron Chukovski y Puschkin para los epos de Isarevich Iván y el lobo gris, el primero y Tsar Saltanah y su hijo, el segundo.

Este cuento de Las Mil... es de los más semejantes a las versiones occidentales. El rey citado arriba, de mendigo, oye la conversación de tres jóvenes que desean casarse con el repostero, el cocinero y el propio sultán respectivamente. La última le daría al sultán hijos con los cabellos de oro y plata, sus lágrimas serían perlas, su risa de oro, sus sonrisas capullos que se abrirían en los labios. Se realiza el triple matrimonio y todo sigue el ritmo de nuestros cuentos conocidos. La historia es muy poética. Nos interesa descubrir los sentimientos del jardinero al encontrar al niño en el canal del jardín, dentro del cesto, porque nos descubre que también Muza se cuenta entre los héroes colocados, al nacer, en un cesto dejado a merced de las aguas: "Y dizque al verlo, sintió el mismo asombro que la hija de Firaun al encontrar entre los juncos aquel cestillo en que iba Musa, niño" (p. 307a). Las aventuras de los hijos, ya mayores, no presentan novedad. El reconocimiento se efectúa por medio del pájaro parlante que dice a la niña que prepare un manjar al rey, calabacines rellenos de perlas. Le dice dónde hallar los ingredientes. El sultán, ante la comida, se asombra: " ¡Por vida de mi cabeza! ¿Qué novedad es ésta? ¿De cuándo acá los calabacines se rellenan de perlas y no de arroz u otras materias?". El pájaro responde: "-¿y desde cuándo, señor, se da el caso de que una sultana de Al-Fars, en vez de un niño, para un animal? Pues tú lo creiste, señor, y quien tales tragaderas demuestra tener no debe asombrarse de lo que ahora ve". Así se descubre la maldad de las otras esposas y se aplica el correspondiente castigo junto a la liberación de la esposa difamada.

ALEJANDRO CASONA incluyó la versión de Las Mil..., en su Flor de Leyendas, publicada en 1934 (pp. 63-72: "Historia del pájaro que habla, el árbol que canta y el agua de oro".

VERSIONES LITERARIAS

MENENDEZ PELAYO (Orígenes..., III, IX; p. 145) señala la presencia del cuento en los Contos e historias de proveito e exemplo (1575) de Trancoso, menciona la gran difusión popular de la historia, los estudios de Reinhold Köhler y Estanislao Prato al respecto, y las apariciones literarias en "Las mil y una noches, en Straparola (nº. 4,fáb III); en la Polisecheata del obispo Pompeyo Sarnelli, publicada por Imbriani (cuento tercero);" en Mad. D'Aulnoy, La Princesse Belle-Eloile el le prince Chévi. Carlo Gozzi le transportó al teatro en su célebre fzaba filosofica «L'Aufellino belverde», y don Juan Valera lo rejuveneció para el gusto español... ".

La historia se recoge en La Gran Conquista de UItramar, I ("El Caballero del Cisne"). La hija del rey Popleo huye para evitar el incesto que propone el padre y llega a tierras del conde Eustacio (cap. XLVII). El citado conde se casa con Isonberta, así llamada la joven (XLVIII-XLIX). El rey Liconberte llama al conde Eustacio para la guerra y la esposa da a luz siete “fijos varones, cada uno con un collar de oro al cuello”; venía un ángel a ponérselos (L-LI). La condesa Ginesa, en connivencia y ayudada por el mensajero, intercepta cartas que acusan a la esposa (LII-LIV). El encargado de la crianza, Bandoval, guiado por las falsas cartas, lleva los infantes al monte, donde los cría una cierva hasta que son hallados por un ermitaño (LV-LVI). La Condesa envía por los niños que se transforman en cisnes cuando los escuderos Dransot y Frongit les quitan los collares. Escapan los cisnes a un lago cercano al ermitaño (LVII-LIX). Retorna Eustacio y su madre acusa a la nuera de adulterio; esto hace que el Conde acuda a Portemisa, donde se hallaba su esposa, para exigir la muerte de Isonberta si no había caballero que la defendiese. Como nadie quiere defenderla, un ángel enviado por Dios, le pide a un hijo de la difamada que la defienda. El hijo vence en el torneo (LX-LXIV). Descubre al Conde cómo él es su hijo y cómo tiene otros seis hermanos. Los cisnes vuelven a su estado humano, excepto uno al que le faltó el collar. (Avellaneda parece mencionar al personaje de esta historia: "...que me dejen yr a dezir a mi amo cómo unos follones y malandrines no me dexan poner los papelones del desafío; que verán cómo viene hecho un cisne encantado y no dexa ningún pagano dellos a vida" [Don Quijote..., cap. XXIV; II, p. 216]. En realidad se trata de un personaje frecuente en la Edad Media; también es Lohengrin. Y también Casona (Flor..., pp. 73-83), recogió la historia de Lohengrin).

Algunos de los motivos hallados anteriormente, los podemos encontrar en Bernardo del Carpio; matrimonio separado, hijo expuesto, peligros y aventuras del hijo, hijo reconocido, confirmación del matrimonio de los padres. Los elementos que se hallan en Bernardo del Carpio reaparecen modernamente en Valera (El Caballero de Azor; pp. 15-24).

Las desventuras de Hysiphile también recuerdan, en algún aspecto, a la esposa de nuestro cuento. Como ella, es arrojada del hogar y reconocida por sus propios hijos en un encuentro casual cuando iba a ser condenada a muerte. Como ella, había sido repudiada por el marido, Jasón; pero las causas del rechazo difieren: Jasón dejó a Hysiphile porque se enamoró de Medea, como después lo haría de Creusa, según nos cuenta Lozano en el siglo XVII (Historias y Leyendas, XVII: Los Argonautas; I, pp. 165-183).

En la tradición oral, aparecen diversos motivos en varios romances, que recuerdan nuestro cuento. Así, por ejemplo, en el romance La Mala Suegra (Menéndez Pelayo, Los Romances de América..., p. 155), topamos con la perversa suegra que envía a la mujer del hijo con su madre para denunciarla ante el hijo. El hijo, convencido de la traición de su mujer, termina con ella. En otro romance, recordado por el mismo Menéndez Pelayo (p. 153; nº. 66: El Pájaro Verde), hallamos el motivo del pájaro en el centro de unas intrigas y asesinato. A una hermosa dama “quieren casar con un pariente rico, ella se enamora de un joven, a quien matan a traición; la dama se encierra en una sala llorando la muerte”. Cuando abren la habitación aparece, tan sólo, el pájaro verde.

Es conocidísima la versión de nuestro cuento en Fernán Caballero (El Pájaro de la Verdad, en Cuentos, Oraciones..., BAE, 140, pp. 206-211). Bastante perfecta, al igual que la de Hernández de Soto.

Igualmente, la de Juan Menéndez Pidal (Poesía Popular, pp. 342-344): El Pájaro que habla, el Arbol que canta y la Fuente Amarilla.

MENTALIDADES

Muchos de los episodios y fenómenos que perviven en los cuentos son prolongación de concepciones ancestrales que los daban por verdaderos y han perdurado durante milenios asentados en la mente de los pueblos. Aunque hoy solamente sean admitidos por la mentalidad infantil, debemos suponer que, hasta fechas no muy alejadas de nosotros, disfrutaban de la credulidad de un mayor público.

El nacimiento del héroe

La forja de los antiguos héroes pasaba inevitablemente por el abandono o persecución nada más nacer (como les sucede a los niños de nuestro cuento). Esta persecución, en principio por parte del padre, venía precedida por unos sueños premonitorios que daban a entender que el recién nacido arrebataría el trono al padre si sobrevivía.

El caso de Ciro es de sobra conocido. Heródoto (Historia, I, pp. 107-113) recoge una versión según la cual Astiages, hijo de Ciaxares, soñó que su hija Mandane inundaba Asia orinando. Esto le llenó de miedo y la alejó, dándola por esposa a un persa, Cambises. Pero cuando tuvo un nieto, volvió a soñar algo que suponía, al realizarse los vaticinios, que perdería el trono arrebatado por Ciro, el recién nacido. Astiages ordena a su fiel Harpago que mate al niño y lo sepulte, pero éste encomienda la labor asesina a un boyero de Astiages, que lo presenta a Cino, su esposa. No cumple la orden. Dado que Cino había dado luz a un hijo muerto, se quedó con el hijo de Mandane y expuso el suyo, durante dos días como el hijo sacrificado.

El mismo Heródoto nos narra la historia de Cipselo (V, 92). Anfión también dedujo de sus sueños que el hijo que iba a nacer de su hija Labda aplastaría a los Baquíadas. Estos enviaron a diez de los suyos para que se deshiciesen del niño; pero éste sonrió al primer emisario, que lo pasó al segundo, que lo pasó al tercero; ninguno se atrevió a degollarlo. Al salir los emisarios, la madre supo a qué venían: Los enviados entraron de nuevo en casa, pero, para entonces, la madre lo había ocultado en una jarra. Los emisarios marcharon y comunicaron la falsa noticia de que habían cumplido la orden.

La historia anterior difiere en un detalle de la de Ciro; el niño se salva en una jarra. Este rasgo nos pone en conexión con la mayoría de héroes, históricos o no, que fueron arrojados al agua en una cesta. En este caso, la jarra también representa, simbólicamente, la salvación por medio del agua.

Rank (El Mito del Nacimiento, II, passim) pasa revista a la historia de los héroes que han marcado los acontecimientos más descollantes de la civilización occidental. Recoge las palabras que se atribuyen al propio Sargón, uno de los fundadores de Babilonia (sobre 2800 a. C.), aparecidas en una inscripción:

Nací en un lugar oculto. Luego mi madre me colocó en un cesto de juncos, cerró la tapa con betún y me depositó en las aguas del río, y yo sobreviví. La corriente me llevó hasta Akki, el aguatero. Akki, aguatero, me alzó en la bondad de su corazón; Akki, aguatero, me abrazó como a su propio hijo; Akki, aguatero me convirtió en jardinero. y haciendo este trabajo de jardinero, gané el amor de Istar; me convertí en rey y como soberano goberné durante cuarenta y cinco años.

Seguidamente recuerda la historia de Moisés, bien conocida y creída por toda la cristiandad. Sobre Karna, aunque no dentro de la cultura occidental de forma directa, pero de gran importancia para los mitos arios, dice Otto Rank lo siguiente: "La princesa Pritha [...] dio a luz, siendo virgen, al niño Karna, cuyo padre era el dios solar; Surya. El joven Karna, nació con los adornos de oro de su padre en las orejas y con una cota de malla indestructible" (extractamos esta cita porque, de paso, nos introduce en el motivo de las marcas regias). Siguiendo con la historia de Karna, Rank refiere que el niño es depositado en una cesta de juncos revestida de cera. En esta cesta es arrojado al río Acteva, que lo arrastra al Ganges. El auriga que pasa y ve la cesta salva al niño. Karna, ya de mayor, debe participar en un torneo (que nos recuerda al del Caballero del Cisne, de La Gran Conquista de Ultramar). La madre descubre a Karna por sus marcas divinas.

Rank compara la historia de Karna con la de Apolo. Este dios "engendró un hijo con Greúsa, hija de Erecteo. Y en esta misma gruta vio la luz y fue abandonado el niño, poniéndolo su madre en una cesta de mimbres, con la esperanza de que Apolo no lo dejara perecer".

Sobre Edipo, recuerda cómo Layo, que conscientemente se abstenía de relacionarse con mujer alguna, engendró, en estado de embriaguez, un hijo que dejó, nada más nacer, en el río Citerón. Otros, dice, afirman "que el niño fue abandonado al mar en una arquilla, de donde fue recogido por Periboa". Sobre este mito de Edipo, recuerda, se han construido gran cantidad de leyendas cristianas. Judas, de quien se predijo gran maldad fue arrojado al mar en una arquilla. Lo halló la reina de la isla de Iscariot, que lo adoptó, afirma la leyenda. Algo similar le ocurrió a S. Gregorio.

Siguiendo a Ranke, aludimos a la crianza de Paris, que fue dejado por el esclavo Agelao en un monte y una osa lo alimentó durante un tiempo. De igual forma, recordamos: Aleo, entregó a su hija al rudo Nauphilios para que la arrojase al mar, cuando supo de su preñez; en el camino dio a luz a Télefo y ambos se salvaron. Dánae fue arrojada al mar en una arquilla, junto con su hijo. Un pescador la sacó en su red y la salvó, igual que al niño.

Y, sucesivamente, revive Ranke las leyendas de Gilgamés, Ciro, Tristán, Rómulo, Heracles, Jesús, Sigfrido, Lohengrín. Todos ellos fueron perseguidos, algunos arrojados al agua. Podríamos analizar todos los casos y proponer más (Fradejas Lebrero, p. 129, Pidal, pp. 1032-1033,...), pero no aportaríamos nada nuevo y nos extenderíamos en exceso. Una cosa queda clara: la leyenda refleja unos hechos verosímiles a nuestra cultura. Algunas de estas leyendas aún perviven como hechos históricos o dogmáticos.

Otto Rank (III, passim) intenta dar una interpretación de estos mitos. Lo hace basándose en los estudios del propio Freud, que analizó la mentalidad infantil de algunos psiconeuróticos adultos. Según la experiencia con estos adultos estancados en etapas infantiles, llega a relacionar las persecuciones paternas de los mitos, con la etapa infantil, dolorosa, en que el niño se desliga de la autoridad paterna. El psicoanalista, asegura, también revela estos problemas archivados en el inconsciente de las personas no necesariamente afectadas por la neurosis. El niño, llegado un momento, intenta sustituir al padre natural, de quien descubre las normales limitaciones, por otro más distinguido. Trata de buscar el padre que había idealizado. Idealización, no obstante, que "perdura en los sueños del adulto normal".

El héroe, en sus actos, se identifica, de esta forma, con el yo del niño. "La novela ficticia es la excusa, por así decirlo, de los sentimientos hostiles que el niño abriga contra su padre. El abandono mítico equivale, por lo tanto, al repudio o no reconocimiento que tiene lugar en la fantasía novelesca" (p. 87).

La ruptura con el padre, resumiendo, supone un renacer a un nuevo orden de cosas. Este renacer viene representado por el bautismo o la liberación por medio del agua. Rank demuestra cómo ciertos sueños con referencias al agua tienen que ver con el nacimiento. El mismo sueño que precedió al nacimiento de Ciro venía representado por el flujo que brotaba de la madre e inundaba toda Asia.

La utilización del mismo material en los sueños de personas sanas y neuróticas indica que el abandono al agua no es ni más ni menos que la expresión simbólica del nacimiento. Los hijos nacen del agua. La cesta, arquilla o receptáculo significan, simplemente, el vientre, de modo que el abandono representa directamente el proceso del nacimiento, si bien está representado por su opuesto " (pp. 88-89).

Debemos recordar que, según estas interpretaciones psicológicas, muchos de estos problemas de rechazo del padre, vienen señalados por rivalidades sexuales; el padre como rival del amor materno. Debemos aclarar también, como señala Otto, que, en las leyendas más modernas, la rivalidad paterna delega en otro ser más alejado, como en el caso de Ciro en que el perseguidor es el abuelo; en nuestro caso, la abuela o las tías. Otra aclaración que nos parece pertinente es que el héroe, caso de Moisés, por ejemplo, no es arrojado al agua con finalidad de que perezca.

Para finalizar, debemos decir que Otto Rank justifica el nacimiento de estos mitos porque "son creados por adultos mediante la regresión a las fantasías de la infancia, y el héroe se forja y nutre de la historia infantil personal del autor del mito. Entretanto, todo este proceso tiende a justificar a las gentes como unidades individuales, por su propia rebelión infantil contra el padre" (p. 101).

Es cierto, estos mitos son creación individual; pero ellos representan unos conceptos asimilados por los individuos que integran una sociedad que los acoge crédulamente. Aceptando la concepción de Rank, tenemos que admitir que estas ideas conectan con nuestras estructuras almacenadas en el inconsciente, por lo cual no podemos extrañarnos de que no nos repugnen y de que las asimilemos conscientemente, de que las aceptemos.

María Rosa Lida comienza su libro (El Cuento Popular y Otros Ensayos, p. 15), precisamente, con este motivo.

Thompson (El Cuento F.), no añade nada nuevo sobre los motivos S301 (Niños expuestos) y S141 (Exposición en el Bote).

Las señales de la divinidad o realeza

Ya vimos, cómo el niño Karna nacido de Pritha, nació con los adornos en las orejas. En este caso son signos que traslucen el carácter solar, o la paternidad solar del recién nacido. Es un motivo sobre el que no nos vamos a extender; pero tampoco vamos a desatender y, aunque sea someramente, trataremos este hecho que afecta a nuestra idea de las mentalidades: las marcas que identificaban a los niños regios o sagrados, que no son ajenas en nuestra cultura actual. Fernández de Avellaneda [Don Quijote de la Mancha, cap. IX; I, p. 179], por ejemplo, nos confirma la idea de que, en la mentalidad caballeresca, los héroes debían nacer con señales especiales. Cuando D. Quijote le descubre sus deseos a don Alvaro, le dice que pretende conquistar el imperio de Trapisonda y casarse con la reina de Inglaterra, de la que tendrá dos hijos "avidos por muchas lágrymas, promesas y oraciones [recuérdese el tema de los hijos rogados]. El primero de los quales, porque nacerá con una señal de una espada de fuego en los pechos, se llamará el de la Ardiente Espada; el otro, porque en el lado derecho tendrá otra señal parda, de color de azero, a modo de una maça, significadora de las terribles maçadas que ha de dar en este mundo, se llamará Mazinibruno de Trapisonda". Durán (Romancero General, nº. 1345: Los Cinco Hijos de un Parto) nos presenta el caso sorprendente, extendido por los romances, de los hermanos que nacieron con marcas (espiga de trigo, de cebada, espadas y racimo). Juan Menéndez Pidal (Poesía Popular, XVI, pp. 115-116) también nos descubre este tema en el romance de Don Bóyso:

-Yo soy Rosalinda;
que ansí me pusieron,
porque al ser nacida,
una linda rosa
n'el pecho tenía.
-Pues tú, por las señas
mi hermana serías!!

El tema de los estigmas, por otra parte, está aún candente en nuestra sociedad. Actualmente, solemos identificar al estigmatizado con el elegido por Dios. El tema es antiguo, veamos, por ejemplo, el Especulo (443, p. 337): "E aún en la Vida de Sant Françisco se lee que commo él estuviese un día pensando en la Pasión de Sennor aparesçiole Ihesu Christo en semejança de serafín e pusole las sennales de las llagas en los pies e en las manos e en el costado, e toulas e sintiolas demientra bivió, e aún peresçieron en él después de la muerte".

El testimonio del loro

Una de las mayores aspiraciones del hombre, a lo largo de toda su historia, ha sido la de poseer los secretos y virtudes de las aves. No ha habido civilización que se haya privado de interpretar sus sonidos, ni personajes excepcionales que no supiesen su propio lenguaje.

Dice La Zarza Ardiente, serie de leyendas y enseñanzas hebreas, que Salomón comprendía el lenguaje de los pájaros. Un día (pp. 77-78), tuvo una pequeña conversación con un gorrión fanfarrón.

Uno de los viajeros más extraordinarios que registra la cultura occidental, Apolonio de Tianes, también conocía el lenguaje de las aves. Dice Filostratos:

"No obstante ello, no dejaré de mencionar dos cosas: el valor del que dio pruebas Apolonio viajando a través de poblaciones bárbaras [...] y la ciencia mediante la cual, de acuerdo con el modo de hacer de los árabes consiguió entender el lenguaje de los animales. Consiguió aprenderlo en el discurso de su viaje a través de estas poblaciones árabes de las que hablo, que le conocen bien y lo practican. Pues entre los árabes es hábito común escuchar lo que predicen los pájaros, como hacen los adivinos. Adquieren la inteligencia del lenguaje de los animales alimentándose unos dicen con su corazón, otros con el hígado de las serpientes" (Novela Griega..., pp. 292-293).

Verdaderamente, la cultura árabe, en efecto, ha conservado esta facultad, también popularmente. En El Libro de las Mil..., la participación de las aves en la vida de los seres humanos ocurre con frecuencia. Y en cuanto al aprendizaje de su lenguaje, recordemos, como ejemplo, el de la noche 301 (II, p. 171a) y lo que le dice el scheif Nazr a Chanischah: " Has de saber cómo nuestro señor Soleiman me confió la guardia de este alcázar y me enseñó el lenguaje de las aves y me nombró monarca de las aves todas, cuantas son en el mundo". Sin duda, de esta tradición llegó a los Cuentos de la Alhambra. En la Leyenda del príncipe Ahmed al Kamel o el peregrino de amor, podemos ver cómo el joven recluido por el padre para ser apartado de los peligros de la pasión amorosa, es instruido por su maestro Ebón Bonabén que había sido, durante su estancia en Egipto, instruido en el lenguaje de los pájaros por un judío rabino que había recibido esta ciencia directamente del rey Salomón el Sabio, a quien a su vez, se la había enseñado la Reina de Saba (Irving, Cuentos..., p. 128). Por el lenguaje con ellos, supo del amor.

Dice Apolodoro ( Biblioteca, p. 27) sobre Melampo: "Pero él se despertó y asustado vio que entendía los gorgeos de los pájaros que volaban por encima y aprendiendo de ellos predecía a los hombres el futuro". Y también por ellos consigue los rebaños de Fílaco y la mano de Pero. Aulo Gelio (Noches Aticas, p. 93) habla del lenguaje de las aves junto al ungüento que hace invisible al que lo porta.

En la Vida de Alejandro (Lib. I, cap. 8), se nos cuenta que Nectanebo, por medio de magia, mostró a un halcón marino las cosas que debía decir a Filipo para convencerle de la honesta concepción de la reina, "y el halcón marino, enviado por Nectanebo, llegó por la noche adonde se encontraba Filipo, y le habló en medio de su sueño" (p. 49).

El mismo Alejandro cuenta (II, 40): "También vimos dos aves con alas y que tenían de humano sólo los rostros, y que graznaban en lengua griega: «¿Por qué, Alejandro, pisas un suelo reservado a la divinidad? ¡Vuelve, desgraciado [...]!». Una de las aves me gritó de nuevo en lengua griega: «Te reclama el Oriente y el reino de Poro será sometido a tu victoria»" (pp. 166-167). También Alejandro, en Liso, halló un templo en el que había una jaula de oro que encerraba un pájaro "del tamaño de una paloma, que, con una voz humana en lengua griega, chilló [...] y [...] dijo: «¡Alejandro, deja ya de oponerte a los dioses y vuelve a tu propia casa y no pretendas ascender por las rutas del cielo»" (III, 28; p. 209). Y no sólo son los pájaros los que hablan, según testimonia la biografía de Alejandro: "A su alrededor en círculo había árboles parecidos a la especie llamada en Egipto mirobálano y también sus frutos podían hablar, con voz masculina el uno, y femenina el otro". Estos árboles le predicen al caudillo su muerte a manos de los suyos (III,17; p. 189).

Anderson Imbert (Los Primeros Cuentos, pp. 34-35) hace memoria sobre la leyenda egipcia de Setna y el Libro Mágico. Con arreglo a ésta, Na.nefer.Ka.Ptah, tras una lucha con la serpiente que resucitaba, y después de hallar la caja que encerraba otra caja que ocultaba una menor, halló un pergamino, y al leerlo, "supo qué era lo que los pájaros, los insectos, los peces y las bestias se estaban diciendo".

En las Leyendas Africanas (p. 47), asistimos a un combate entre Sundiato y Sumaoro. "Sumaoro sabía que Sundiato era también un brujo; en lugar de enviar una embajada, confió sus palabras a uno de sus búhos. El pájaro de la noche se posó en el techo de la tienda de Sundiato y habló; el hijo de Sogolón a su vez envió un búho a Sumaoro".

En otra leyenda del Decamerón Negro (nº. 5: El Laúd de Gassire), expuesta por Frobenius, un anciano marca los designios del héroe: "Pero tu camino te llevará a donde las perdices. Entenderás su canto, y ése será tu camino y el de Wagadu" (p. 91). El joven descubre a la perdiz en el campo, y ésta le habla de que la vida es breve, pero que el recuerdo de las hazañas es perdurable. "Gassire se fue en busca del viejo sabio. Gassire dijo: «¡Kiekorro, he estado en el campo. He entendido el canto de las perdices...»".

Arnold van Gennep (Los Ritos de Paso, p. 185) nos habla de la "eficacia mágico-religiosa del coito con animales" y nos la ilustra con algunos casos aportados por el testimonio del doctor Mitrovics que expone algunas prácticas en Dalmacia: "Para librarse de la consunción, hay que copular con una gallina o un pato hembra; [...] para aprender el lenguaje de los animales, con una serpiente hembra".

No debe extrañarnos este interés por conocer la sabiduría de los animales, especialmente las aves. Ellas han conocido los designios que han aguardado a los hombres, por eso se ha pretendido entender su lenguaje. No descuidemos los oráculos griegos, por ejemplo, consultados y descifrados por la interpretación de los trinos, especialmente de los gorjeos de las palomas. Posiblemente, estos gorjeos de las palomas, tan similares al cuchicheo humano, influyeron decisivamente en la vida de griegos y romanos que acomodaron sus decisiones vitales a los dictados oraculares. Las aguas murmurantes de ríos y lagos también inspiraron a las sacerdotisas en los oráculos. Frazer (La Rama Dorada, pp. 183-185) evoca el recuerdo de las sacerdotisas inspirándose en las aguas que brotaban, en Dodona, de entre las raíces del roble sagrado. Propercio (Elegías, III, 111, 27-37) combina ambos elementos, agua y palomas, en las poéticas y hermosas palabras que dedica al idílico rincón del lago de la Gorgona, identificado con la fuente Hipocrene, que brotó de la roca cuando Pegaso la golpeó al iniciar su vuelo (tal como testimonia el editor):

Hic erat affixis uiridis spelunca lapillis,
prendebantque cauis tympana pumicibus,
orgia Musarum et Silene patris imago
fictilis et calami, Pan Tegeaee, tui;
et Veneris dominae volucres, mea turba, columbae
tiugunt Gorgoneo punica rostra lacu.

Sería redundante traer casos concretos históricos de presagios acarreados por las aves y que han decidido los destinos del hombre. El fenómeno es de sobra conocido. La interpretación de los signos y el lenguaje corría a cargo de los adivinos o las doncellas dedicadas a los dioses. De ellos podemos decir que entendían el lenguaje animal; pero a veces suceden hechos sorprendentes que hacen que la gente no pierda la fe en estos fenómenos. Puede que nunca sucediesen; pero el testimonio del que asegura haberlos visto sostiene la credulidad. Valerio Máximo (Hechos y Dichos Memorables, I, VII, 5), hablando sobre los presagios, dice que en "cierta ocasión, un buey se puso a hablar como un hombre en lugar de mugir y llenó de espanto, por la novedad del fenómeno, el corazón de cuantos lo oyeron". Poco después, asegura que "durante la segunda guerra púnica, un buey de Cneo Domicio había dicho: «Roma, ten cuidado»".

Quisiéramos omitir toda la visión ancestral de los animales totémicos, identificados con la esencia de los clanes, con los que era posible la comunicación; pero no podemos dejar de mencionar la deificación animal que ha sufrido la mentalidad de las primeras culturas, y que fueron creídas.

Entre los egipcios, dice Müller (Mitología Egipcia, p. 188), el pájaro sagrado más importante era el fénix. "Simbolizaba al dios Sol bajo los nombres de Re y Osiris [...]. En la mañana, de acuerdo con la creencia egipcia, la garza «creándose a sí misma», se elevaba en ardiente llama sobre el sicómoro celestial".

Entre los griegos, solamente como ejemplo, recordemos que Juno se transformó en grulla y que Antígona lo hizo en cigüeña (Metamorfosis, VI, IV), o Córnice en corneja y Nictimene en lechuza (II, IV).

Si estas aves son de origen divino, ¿por qué extrañarnos de que interfieran en la vida del hombre? Para una mentalidad tal, no es ajeno que un cuervo cuente a Apolo la infelicidad de Coronis con un joven de Tesalia (II, IV)...

No debe parecer imposible, tampoco, que estos hechos perduren en los cuentos.

El mismo Feijoó (Theatro Crítico Universal, III, 40; p. 74) acudió a una anécdota para desmitificar las artes adivinatorias.

No es menos chistoso lo que refiere Polidoro Virgilio de un Judio, llamado Masolano. Estaban de marcha unas tropas, donde este se hallaba, y oyendo á un agorero, que las mandaba parar, para contemplar el vuelo de un paxaro, y tomar de él vaticinio, promptamente levantando el arco, le disparó al paxaro una saeta, con que le echó muerto á tierra. Irritáronse contra él el adivino, y otros muchos; pero los sossegó diciendo: Cómo quereis que esta ave supiesse el sucesso de nuestro viage, quando ignoraba su proppria fortuna? pues es cierto, que si supiera lo que la esperaba, no huviera venido por aquí.

Y, poco más abajo (III, 42; pp. 74-75), nos revela cómo estos augurios aún eran creídos:

El sucesso, que acabo de referir, me lleva como por la mano á descubrir la causa, por qué las Artes Divinatorias, teniendo tan á la vista su nulidad, y falacia, que es menester una ceguedad total para no verla, logren no obstante la aplicacion de muchos sugetos, y en la antiguedad haya posseido la veneracion de todo el Mundo, y mas aun el de las Naciones mas cultas.

No cabe duda que estos prodigios de aves parlantes, y tomando parte de la vida del hombre, han entrado directamente, tras larga tradición, a formar parte de la verosimilitud de nuestra cultura. Las creencias religiosas, inesperadamente, han sostenido esta visión cuando, para relatar ciertos hechos milagrosos, han dado carácter humano a los animales para resaltar la grandeza divina. El episodio de nuestro loro tiene mucho de religioso, exalta la verdad y castiga la maldad de la difamación, aunque, tal como circula popularmente, ha perdido mucho de ese carácter. Mas, compruébese, por ejemplo, la versión (aunque distinta) de La Gran Conquista, con los milagros de la transformación en cisnes.

Iribarren (El Por qué de los Dichos, p. 167) comenta el dicho tan socorrido: Me lo ha contado un pajarito. Dice que es antiquísimo. Recoge una cita bíblica y otra del Libro de las Mil... Noches. Refiriéndose al Eclesiastés (cap. 10), retorna las palabras: "Ni en los secretos de tu cámara digas mal del rico, porque las aves del cielo llevarán la voz, y las que tienen alas harán saber la palabra".

Pero quizá el testimonio más sorprendente, por estar más próximo a nuestros días, y por la credulidad tan evidente, es el de Torquemada (Jardín..., pp. 143-144). Hay hombres que, dice tomando las palabras de Juan Bohemio Teutónico,

en lo que más difieren de nosotros es las lenguas; porque las de estos tienen una particularidad dada por naturaleza, la cual es, que desde el nacimiento están partidas o divididas de manera que parecen dobladas, y así, usan diferentes de ellas, y juntamente hablan diferentes razones, no solamente como hombres, sino que también recuerdan y contrahacen todos los pájaros y aves del campo; y lo que más es de admirar, que hablan a la par con los hombres, al uno con la una parte de la lengua y al otro con la otra.

O Villalón (El Scholástico, II, XV; p. 156), que además de recordar la anterior concepción tomada de la Historia de Diodoro Sículo, recoge el siguiente testimonio:

Juntamente con esto, sabréis que yo vi en casa de un perlado de Castilla un papagayo, el cual en compañía de unos cantors entonaba un villançico con tanto conçierto como cualquier buen músico, y cantaba solo y acompañado, y aguardaba sus tiempos sin errar punto alguno. Y vile muchas veces hablar con una dama en requiebros de amores y, demandándole, responderla sin dezir disparate alguno. Y acontesçió que le llevaban muchas veces en casa de una sobrina de su señor, la cual era dama hermosa y el papagayo se enamoró della tan de veras que muchas vezes adolesçía de pasión, y no quería comer sino por mano de aquella señora...

Amparándose en la autoridad de los clásicos griegos y latinos, nuestros escritores seguían recordando tales concepciones como la que presenta Torquemada. Pocos años antes, Villalón (Crótalon, p. 91; véase nota del editor), por ejemplo, insinúa “los diferentes casos de animales y objetos a los que la tradición clásica les atribuyó el habla y que Luciano enumera".

En resumidas cuentas, parece indiscutible que hasta tiempos próximos a nosotros se tuvo por seguro que las aves habían hablado en otros tiempos. Chaucer dice en el Cuento del capellán de monjas (ver Pidal, p, 366): "Pues en aquel tiempo según he oído decir, los pájaros y los animales sabían hablar y cantar". No es raro, pues, topar en la literatura con aquella expresión: "Cuando las aves hablaban".

MOTIVOS (ALGUNOS SE SUPONEN, PUESTO QUE NO SE DESARROLLAN DIRECTAMENTE)

B120- Animales sabios.
B122-.1 Aviso por ave.
B122.1.1- Pájaros dicen un secreto.
B130- Animales que dicen la verdad.
B131- Pájaro de la verdad.
B131.2- Ave revela traición.
B143.1- Ave que da avisos.
B143.1.3- Loro que avisa.
B210- Animales que hablan.
B292- Animal al servicio del hombre.
B469.9- Loro ayudante.
F545.2.1- Estrella de oro en la frente.
G263- Bruja perjudica, encanta o transforma.
H71- Marca de realeza.
H71.1- Estrella en la frente como signo de realeza. H1381.2.2.1- El hijo busca a su padre, al que no conoce. K1840- Engaño por sustitución.
K1900- Imposturas.
K1911.3.1- Sustitución de la falsa esposa revelado por animal.
K2100- Falsa acusación.
K2110.1- Esposa calumniada.
K2115- Maledicencias sobre el nacimiento animal. Una mujer es acusada de haber dado a luz animales. Los niños son ocultados, ocupando su lugar animales.
K2210- Parientes traidores.
K2212- Hermana traidora. Generalmente la hermana mayor.
K2218.1- Suegra traidora acusa a la inocente esposa.
L50- Hermana menor victoriosa.
L162- Heroína de bajo origen se casa con el príncipe (rey).
N201- Deseo del marido soñado realizado.
N455.4- El rey oye los alardes de las muchachas sobre lo que harían de ser reinas.
P262- Suegra.
Q261- Traición castigada.
Q455- Emparedamiento como castigo.
R131- Niños expuestos o abandonados son rescatados.
R151.1- Marido rescata a la esposa raptada.
SO- Pariente cruel.
S23- Hija cruel.
S51- Suegra cruel.
S141- Exposición en bote.
S142- Persona arrojada al agua y abandonada
S301- Niños expuestos
S322.6- Madre traidora y hermanas expulsan a los hijos de la mujer.
S331- Exposición en bote. (Cesta flotante)
S410- Esposa perseguida.
S430- Disposición de expulsar a la esposa.
S451- Esposa proscrita unida, al fin, con el marido y los hijos.
T298- Reconciliación de matrimonio separado.

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CUENTOS POPULARES ANDALUCES (1)

AGUNDEZ GARCIA, José Luis

Publicado en el año 1998 en la Revista de Folklore número 214.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz