Revista de Folklore • 500 números

Fundación Joaquín Díaz

Si desea contactar con la Revista de Foklore puede hacerlo desde la sección de contacto de la Fundación Joaquín Díaz >

Búsqueda por: autor, título, año o número de revista *
* Es válido cualquier término del nombre/apellido del autor, del título del artículo y del número de revista o año.

Revista de Folklore número

226



Esta visualización es solo del texto del artículo.
Puede leer el artículo completo descargando la revista en formato PDF

CUENTOS RECOPILADOS EN MAZUECOS

ALONSO RAMOS, José Antonio

Publicado en el año 1999 en la Revista de Folklore número 226 - sumario >



La localidad alcarreña de Mazuecos está situada al Sur de la provincia de Guadalajara, muy cerca del río Tajo, entre los embalses de Almoguera y Estremera. Conserva Mazuecos un rico patrimonio folklórico en el que destaca la "Soldadesca", que con su bandera y botarga continúan saliendo el día 24 de enero, fiesta de la Virgen de la Paz.

De su tradición oral hemos podido rescatar una serie de cuentos y relatos que enumeramos a continuación:

1. Estrellita de Oro

2. Relatos de hombres tontos

2.1. El pastor que quería buscar novia
2.2. Tres historias de Bertoldo

3. La mujer borracha ("Alcucita")

1. ESTRELLITA DE ORO

Transcripción del etnotexto

"Pues esto era una madre que tenía una hija muy guapa, muy guapa y murió ella -la madre de la chica ésta- y entonces él se casó con otra, con otra señora, con una madrastra y ésta era malísima, ésta era muy mala y tenía otra hija que era feísima, feísima.

Bueno y total que todos los días pasaba la muchacha y le decía:

- ¡Oye!, dile a tu padre que se case conmigo, que te via dar de comer pan y miel. Y ya... venga decírselo, venga decírselo... le dijo a su padre:

- Mia padre. ¿Por qué no te casas con fulana, que dice que me va a dar de comer pan y miel?

Dice el padre:

- ¡Uy hija algún día te dará pan y hiél!

—le dice el padre.

- Dice: pero bueno, tú le dices que te voy a hacer unos zapatos de hierro, que cuando los gastes, los rompas, que entonces me casaré con ella.

Conque fue y la hizo unos zapatos de hierro a la hija.

Conque llegó la mujer esa, la mala y dice...:

- ¿Le has dicho a tu padre...?

- Dice: pues sí, pero me ha dicho que hasta que no gaste estos zapatos de hierro... que no se casa con usted.

- Dice: ¡Uy hija mía!, ¡Pues entonces no se casa nunca! Trae un clavo y un martillo, ¡verás qué pronto los hacemos nuevos! Con que fue y le dio un martillo y un clavo y los hizo agujeros.

Y llegó a su casa: ¡Uy padre, padre! ¡Qué contenta vengo!

- Dice: pues ¿qué te pasa?

- Dice: pues, mira padre, que se me han roto los zapatos.

- Dice: pero ¿qué dices?

- Dice: mire, mire, mire ¡qué agujeros tengo! y el padre dice: pues sí, pues sí. Y se tuvo que casar con ella.

Se casó con ella y ella tenía una hija que era feísima y era la señorita y a la otra la ponía de cenicienta.

Le hacía trajes, le hacía todo... y la otra pobrecilla, pues... eso.

El padre se murió y, entonces, dice la madre: ¡Esta es la mía! y empieza a maltratarla y... todo y la manda a lavar al río con un pedacito de jaboncito pequeño. Y un día se le cayó el cacho de jabón en el río y, claro, al caérsele fue y metió la cabeza y, al meter la cabeza, sacó una estrella en la frente. Y llegó a su casa y le dijo la madrastra: ¡Uy! pues ¿qué traes ahí?

- Dice: ¡Uy! yo nada.

- Dice: ¿Cómo que nada?, ¿quién te ha puesto esa estrella en la frente? y ya le contó lo que había pasao.

Al otro día mandó a su hija al río y le dice: tú vas a ir y haces lo mismo que ha hecho tu hermana pa que te salgas con otra estrella.

Pero fue y, claro, lo hizo aposta y tiró un trozo grande de jabón y una pieza de ropa y, en esto, que le sale el genio de las aguas y dice: ¿Qué se te ha caído?

- Dice: ¡Ay! pues se me ha caído un pedazo de jabón y no puedo sacarlo.

- Dice: Pues nada, mete la cabeza y lo encontrarás.

Metió la cabeza y sacó un zancarrón de borrico en la frente.

Llegó a su casa y como llevaba el zancarrón del borrico, pues la madre le dijo:

- Pero ¿qué has hecho?

- Pues he hecho lo que me han mandao.

- ¿Cómo que lo que te han mandao? y... ¿ese zancarrón de borrico que llevas en la frente?

Pues... madre... me ha pasao esto.

- ¡Uy! ¡Dios mío!, pues ¡vaya plan! -dijo la madre.

Y luego, eso, todos los días se iban ellas y a la hija le compraba los trajes y a la otra de cenicienta con to lo pordiosero y to lo que no querían las demás.

Y ya, un día dijeron que el rey iba a buscar novia y que iban a dar un baile en palacio, que fueran todas las chicas jóvenes que hubiera en la aldea y que se presentaran para que el rey eligiera novia.

Pues, bueno, la madrastra llamó a las modistas para que hicieran un vestido a la fea y ya dijo: Esta noche nos vamos a palacio, porque hay un baile y ya verás y tú ahí te quedas, ¡toma!, esmotando estas lentejas (y se las echó aposta en la lumbre para que las esmotara) y ¡aquí te quedas! y la pobrecita se quedó sola y empezó a llorar. Y, claro, al llorar pues se le apareció el hada y le dijo: ¿Por qué lloras?

- Dice: Pues me pasa esto.

- Dice: Tú no te apures, pierde cuidado que vas a ir al baile la primera pero tienes que hacer lo que yo te diga.

- Dice: Bueno, lo que me diga.

- Dice: Mira tú toma esta varita y le dices:

Varita de la virtud,
préstame un traje
que sea de oro y plata
y con mucho encaje.

Y cuando tengas el traje, sales a la puerta y verás una carroza a to lujo, montas en ella... Dice: pero te voy a advertir una cosa: que cuando dé la primera campanada el reló tienes que estar en la puerta, porque si no te verás allí en palacio llena de andrajos como estás ahora.

- Pues sí, sí lo haré.

Bueno, pues así lo hace... dice... varita de la virtud... con el sol, con la luna... ¡Un traje espanpanante! Ya va y se presenta allí y el rey que la vio, como iba tan elegante, enseguida a sacarla a bailar y toda la noche bailando con ella. Pero da la primera campanada... ¡pum! dejó al novio, dejó al príncipe allí en su baile y se escapó. ¿Sabes? Pues, nada, llegó a su casa y, al llegar allí, desaparecen todos los vestidos y se queda igual que estaba.

Ya llega la madrastra: ¡Uy chilipolcón tenazas arrastras! si hubías venido tú no sabes...mira a tu hermana l'ha sacao el rey a bailar -el príncipe- y ha estao bailando con él y todo.

- Dice: pues sí, sí,
pues si no,
pues si sería yo.

— Ja, ja, ja, ja. Tú vas a ser, siendo la cenicienta pero... ¡qué dice! y la otra se reía.

Bueno, llegó la segunda noche... igual, se fueron al baile y allí se quedó. L'echó las lentejas...tú ya tienes oficio... ¡a esmotar las lentejas...! mientras venimos nosotras.

Claro, apareció el hada y dijo: no temas que ahora vienen los pájaros. Con la varita llamó y le esmotaron enseguida las lentejas y la preparó un traje más bonito todavía que la primera noche. Y así que iba de elegante que pa qué.

Llegó allí y el príncipe que la vio... enseguida a por ella.

La otra allí con la madrastra sentá en un rincón. Ni salieron ni na.

Y claro, pues ya dieron las doce... Pero el príncipe, como se había marchao mandó untar las escaleras de pez pa que así no pudiera correr y se quedara allí de pie hasta que él saliera corriendo.

Pues llegó la hora, la primera campanada...llegó, claro, la varita de la virtud... se puso el traje, salió la carroza ¡tan bonita! con sus caballos blancos y todo y se marchó a palacio. Llegó a palacio y ya estaba el príncipe esperándola.

Bueno, pues ya, a la primera campanada, echa a correr y el príncipe detrás d'ella. Pero se le quedó un zapato enganchado allí sobre la pez.

Bueno, pues se marchó a su casa, llegaron las otras... ¡Uy chilipolcón tenazas arrastras! Si hubieras venido hubieras visto... Estaban tus hermanas bailando con el príncipe, pero ha llegao una ¡Uy qué cosa más bonita! ¡Qué vestido llevaba!...

- Pues sí sí,
pues si no,
pues si sería yo.

- Ja, ja, ja, tú vas a ser... el chilipolcón de aquí y... tú ¡a esmotar lentejas!, ¿entiendes? -decían a la pobre chica.

Al otro día echaron un bando: que estuvieran todas las muchachas de por allí preparadas porque iba a ir el príncipe a probar el zapato a ver a quién le venía.

Pues bueno, la hija de la madrastra tenía un pie fenomenal de largo y ¿qué hizo?: le vendó y ¡hala! la preparó pa cuando fuera por allí el lacayo.

Llegó el lacayo y, ella, detrás de la puerta -la pobrecita— y decía el lacayo: pues no. Y decía la madrastra: ¿Cómo que no? si el zapato le viene y es éste ¿no han echao un bando que a la que le venga el zapato?... si a mi hija le vale el zapato, si es ella... Pero el otro decía que no. Pero tanto y tanto le insistió que dijo: Pues ¡Ea! Y fue y la montó en la carroza.

Y ella detrás y el perro en la casa. Y el perro se fue detrás de la carroza.

Decía el perro:

¡Guau, guau!
el zancarrón del borrico
en el coche va
y la estrellita de oro
detrás de la puerta está.

Y ya, tanto insistía el perro, que volvieron el coche y vieron que la una tenía el zancarrón del borrico y la otra tenía la estrellita de oro en la frente y, entonces, el príncipe se casó con la guapa.

Y fueron felices
y comieron perdices
y a mí no me dieron
porque no quisieron.

Comentario La historia que aquí se cuenta es muy popular. Se trata en realidad de la yuxtaposición de dos argumentos muy similares:

1. Las muchachas amable y antipática

Camarena y Chevalier (1) distinguen, por un lado el cuento tipo 480 que engloban en el epígrafe "Las muchachas amable y antipática" al que otorgan las siguientes características que resumimos, tomando los elementos que mejor se identifican con nuestro relato:

I.— Situación inicial:

A) Padre viudo se casa en segundas nupcias con viuda que tiene otra hija.

B) Hermanas contrapuestas.

II.- Alejamiento de la primera muchacha: En nuestro caso, la madre manda a la hermana amable a lavar ropa al río.

III.— Encuentro de la amable con un donante: Aunque no se nombra, al principio, se supone que aparece el genio de las aguas, del que recibe una estrella de oro.

IV.— Regreso a casa:

A) Le cuenta a la madrastra lo ocurrido.

V.— Alejamiento de la segunda muchacha:

A) La madrastra envía a su propia hija para que sea también recompensada.

VI.— Encuentro de la antipática con el donante: La antipática arroja aposta el jabón al agua y aparece el genio de las aguas quien la castiga.

Este mismo esquema lo presentan otros tipos clasificados por los autores citados con los números 610, 729 y 750.

Dentro del tipo 480, se distinguen, en el ámbito del español, cuatro subtipos el 480 A, 480 B, 480 C y 480 D. En nuestro caso se identifica con el primer subtipo del que los autores transcriben una versión extremeña, recopilada por M. Curiel que lleva por título "El galopín del agua" (2).

El subtipo 480 A se engloba bajo la denominación "Las dos hermanastras", del que se conocen multitud de versiones que podemos hallar en las distintas compilaciones de cuentos. Precisamente por su carácter compilatorio y por su reciente fecha de edición, aconsejamos al lector la consulta del Catálogo tipológico de Camarena y Chevalier (3), donde se señalan decenas de versiones de este subtipo en los cuatro idiomas españoles, en enclaves del judeo-español, en Hispanoamérica y en Portugal.

2. Cenicienta

Algunos elementos arguméntales del relato anterior se encuentran también en el relato de Cenicienta:

- El padre que enviuda.

- La bondad de su hija contrapuesta a la maldad de la madrastra y de la hermanastra (en Cenicienta son dos).

- La realización forzosa de tareas serviles por parte de la hija buena.

- La aparición de un ser sobrenatural -genio de las aguas o hada madrina— que ayuda a la hija buena.

Por todo esto no es extraño que la tradición popular haya reunido, en un mismo relato, lo que en su origen fueron dos distintos.

Cenicienta queda englobado en el "Catálogo Tipológico..." de Camarena y Chevalier dentro del epígrafe 510 y el de nuestro relato pertenece al subtipo 510 A.

También en este caso, los autores hacen referencia a múltiples versiones (4).

Poco más comentaremos acerca del relato de Cenicienta, uno de los cuentos más universales.

Parece que cuando se escribió, en China, en el S. IX d. C., ya tenía una larga tradición (5).

El cuento es en realidad un tratado sobre la rivalidad fraterna y, en Alemania, el hecho de vivir entre cenizas no sólo es signo de degradación, además es símbolo de rivalidad fraterna.

Todo esto y muchas otras cuestiones se tratan, en profundidad, en el libro de Bettelheim que acabamos de citar y que lleva un título clarificador: "Psicoanalisis de los cuentos de hadas". Cincuenta y cinco de sus cuatrocientas sesenta y una páginas están dedicadas a analizar el relato de Cenicienta desde el punto de vista del psicoanálisis. El resultado es enormemente clarificador, pues el autor demuestra con sólidos argumentos la gran importancia que los cuentos de hadas tienen en la formación intelectual y moral para los niños. Este tipo de cuentos no sólo suponían un agradable pasatiempo. La sabia tradición popular guarda en sí un caudal, oculto a primera vista, de pedagogía y psicología, aunque estos conceptos sean ajenos al léxico popular. Más bien habría que hablar de experiencia.

Sean cuales sean los términos utilizados, lo cierto es que estos cuentos ayudan al niño a superar las dificultades de la vida que aparecen desde el momento del nacimiento y le dan confianza para afrontar los retos cotidianos por muy dificultosos que éstos sean.

2. RELATOS DE HOMBRES TONTOS

Los estudiosos de los cuentos suelen dividirlos en varios apartados. El primero de ellos agrupa, normalmente, los cuentos maravillosos como el que acabamos de comentar. Pero hay otros muchos apartados que tratan de temas con frecuencia cotidianos.

Aurelio M. Espinosa (hijo) (6) agrupa una serie de cuentos en el apartado Núm. VII bajo el epígrafe de "Chistes y Anécdotas", dentro del cual existen sendos compartimentos para relatos sobre hombres listos y sobre hombres tontos. De momento no hemos hallado por estos pagos relatos de hombres listos y sí son abundantes los que hablan de hombres tontos, lo cual, en principio no querría decir otra cosa más que gozamos de buen sentido del humor y que somos capaces de reirnos hasta de nuestra sombra, ejercicio éste muy aconsejable en estos tiempos que corren.

El primero cuenta la historia de un pastor que pretendía buscar novia.

A continuación transcribimos tres historias de Bertoldo, un personaje muy nombrado por aquí. Nos contaron en Mazuecos que hay muchos cuentos de Bertoldo y alguien apuntó la idea de que pudieran haber estado escritos*.

Estos relatos me los enseñaron un día estando en familia y la grabación se interrumpía continuamente por las risas de la informante que incitaba con frecuencia a la carcajada general.

Decidí no incluir las risas en los textos, porque difícilmente el lector hubiera podido seguir el hilo argumental.

2.1. El pastor que quería buscar novia

Transcripción del etnotexto

"Esto era una vez un pastor y, claro, como siempre estaba en el campo, pues nunca tenía novia y ya la madre dice:

- Hijo mío: ¡A ver cuándo t’echas novia!, ¡pero no te da vergüenza a tí no tener novia!

- Dice: Y, madre, ¿qué tengo q'hacer?

Y ya dice la madre: Pues mira: tú vas y... eso, vas a fulana (una vecina que tenía una hija) vas y la ves y si te gusta pues tú te sientas allí y ya pues tú t’estás allí.

- Dice: ¿Y no tengo q'hacer más, madre?

- Na, tú estáte allí. Dice: Ya te preguntarán que a qué vienes.

Con que ya llega el pastor a casa la novia...

- ¡Buenas noches! ¡Buenas noches! Y ya: ¡Chacho! Siéntate por aquí, siéntate por aquí.

- Bueno lo que usté diga.

Y se sentó el hombre. Y ya venga estar, venga estar y na.

Y ya dice la novia: Muchacho ¿a qué vienes aquí? Y el chico que no decía nada. Y ya llega a su casa y le dice su madre:

- Pero hijo mío, qué, ya... ya l'has dicho que la quieres. Dice:

— ¡Huy madre!, a mí me da mucha vergüenza. Pues iré esta noche a ver.

Con que ya le dice la madre: Pues hay que ir a pedirle la mano.

Y esa noche no l'esperaban y estaban comiendo gachas y llaman y dice

—Soy yo, que vengo aquí a ver a la moza. Y dice la madre: anda, anda mételas aquí, no nos va a ver comiendo gachas mételas aquí, debajo del arcón, que no lo vea (debajo de la banca del arcón).

Pues, ni corta ni perezosa, metió allí las gachas y se quedaron todos sin cenar. Bueno...pues ya estuvo allí toa la santa noche y ya dice: mia chico si es muy tarde pues quédate aquí si quieres. Y él que había visto ya las gachas dice: pues bueno me voy a quedar. Y se quedó, conque... con un hambre que tenía que pa qué. Se pone a soñar a media noche y se acordaba de las gachas.

- Pues como están en la cama, yo voy a ir despacio, cojo el caldero de las gachas y me las como y nadie s'entera.

Eso hizo. Se levantó el hombre y se fue a las gachas, pero, claro como casi no las probaron, estaba la sartén llena y no podía con tantas. Y se va a la habitación que le habían puesto pero en vez de meterse en la suya se metió en la habitación de la abuela y él creía que era su compañero de habitación y va y le dice: - ¡Oye tú!, ¡Oye! ¡Toma gachas!, ¡Toma gachas! -y la otra venga soplar-. ¡Que no soples!, ¡Que están ya frías! y la vieja venga soplar. Conque ya tanto l'hartó que l'echó las gachas en tó...

El echó a correr, él que vio qu'era l'abuela la que... y le había echao las gachas n'a menos qu'en el trasero pues... entonces echó a correr y llegó a su madre y...

— Ay madre lo qu'echo.

— Pues ¿qué has hecho muchacho?

— Me ha pasao eso.

Dice su madre: ¡üy que cacho bruto!, muchacho pues has echao las gachas a l'abuela. Pues...

y ¿dónde se las has echao?

— Pues donde soplaba... pues allí se las h'echao.

Y ya no volvió a ver a la novia, dejó a la novia y se quedó solterón, el tonto el muchacho".

2.2. Tres historias de Bertoldo

Transcripción del etnotexto

"Bueno pues la madre se iba a comprar al pueblo porque vivía en un caserío y dice:

- Mira Bertoldo, hijo, ten cuidau de la llueca (8) que no se salga de los güevos.

Con que ya venga tardar la madre que tardó de hacer las compras y eso y subió a ver la llueca qué hacía y... ¿Qué pintas ahí? ¡Quita! Me pongo yo y lo saco y ya está.

Dio un punterazo a la llueca y la echó por la ventana.

Viene la madre: ¡Bertoldo! ¡Bertoldo! ¿Dónde estás hijo?

- ¡Madre!, ¡estoy aquí sacando los güevos!

- Pero ¿qué dices?

- ¡Questoy aquí sacando los güevos!

- Pos qué has hecho muchacho.

Sube la madre ¡madre! estaba allí empatarrau encima los güevos. Dice la madre: Pero hijo mío ¿qué has hecho? Pues pa qué la quería ahí... pues ya me puesto yo... pos yo saco los güevos.

- ¿Cómo vas a sacar tú los güevos? ¡Muchacho!

- Se tuvo que levantar, lávale darriba abajo al pobre hombre...

Con que le puso al pobre Bertoldino que pa qué y se quedó sin llueca".

"Otro día tenía también pollos y viene y dice: - Mira hijo, ten cuidau que tengo que ir al pueblo para ver. Ten cuidau que no se los lleve el gavilán -que rondaban por allí-.

Pues qué hace: ni corto, ni perezoso como no venía la madre dice: - Mestán dando unas ideas... ya sé lo que voy a hacer: atar a to los pollos de la pata... los ató y tos de la pata y los echó al tejau. El alcotán que los vio...

Viene la madre. Hijo pues ¿y los pollos? Dice: Madre se los ha llevau el alcotán.

- ¿Cómo? Pues ¿cómo te las has arreglan pa que se los lleve el alcotán? Pero muchacho. ¿No te he dejao al cuidao de ellos? Dice: Sí madre pero que le veía con tantas ganas qu'he dicho: ¡Anda y cómetelos! los h'echao al tejao y se los ha llevao".

"El Bertoldo era el gracioso del rey, porque le invitaban. Un día tenían una invitación en palacio y le llamaron como era el querido del rey, el que hacía las gracias... se sentó allí en la mesa y dice:

- Vamos a gastarle una broma. Vosotros ponerle chocolate a Bertoldo cociendo y los demás natural.

Pues bueno... va y se ponen en la mesa a comer y ¡que venga el que se lo coma antes le damos el regalo! -dice el rey- y el otro: ¡Venga yo no soy menos! Se quemó la garganta y al mismo tiempo soltó sus gases y de todo.

- Pero ¿qué has hecho, qué has hecho muchacho?, delante del rey hacer eso...

Dice: ¡Ay mire su majestad es que éste iba huyendo de la quema!".

3. LA MUJER BORRACHA "ALCUCITA" Dentro del capítulo VII, dedicado a "chistes y anécdotas", Espinosa dedica el apartado B a "Cuentos de matrimonios" y en él incluye una versión segoviana de la mujer borracha.

Transcribimos aquí esta historia que trata de una mujer a la que con guasa llamaban "Alcucita".

Transcripción del etnotexto "La llamaban de mote «alcucita» y siempre le gustaba el vino. ¡Madre! ¡Pa qué...!

Y se casó y, claro, el marido pues le escondía el vino y todo...

Y toas las mañanas amanecía borracha. Y decía el marido:

— ¡Uy! Y cómo esta mujer se levanta borracha, si yo guardo el vino en to los sitios? ¡Si es imposible esto...!

- Pues esta noche la voy a espiar, voy a ver q'ues lo que hace.

Y... ¿qué hacía la mujer? Cogía la botella y la echaba en el irrigador del marido y, claro, se acostaba con él, cogía la goma del irrigador y ya el marido vio cómo se emborrachaba por las noches, porque bebía del irrigador".

____________

NOTAS

(1) CAMARENA LAUCIRICA, Julio y CHEVALIER, Máxime: Catálogo Tipológico del Cuento Folklórico Español, Madrid, 1995, pp. 356 y ss.

(2) CURIEL, M.: Cuentos extremeños, Jerez, 1987, núm. 101.

(3) CAMARENA LAUCIRICA, Julio y CHEVALIER, Máxime: Op. cit., pp. 361 y 362.

(4) CAMARENA LAUCIRICA, Julio y CHEVALIER, Máxime: Op. cit., pp. 412 y 413.

(5) Ver BETTELHEIM, Bruno: Psicoanálisis de los cuentos de hadas, 5.ª ed., Barcelona, 1981, p. 331.

(6) ESPINOSA, Aurelio M. (hijo): Cuentos Populares de Castilla y León, Madrid, 1988, 2 vols.

(7) ESPINOSA, Aurelio M. (hijo): Op. cit., p. 171.

(8) Clueca, gallina que incuba los huevos.

La grabación fue efectuada en Guadalajara, en el año 1989 y registrada en una cinta-cassete.

Informante: Dña. Emilia Fernández Fernández-Getino. Nació en Mazuecos (Guadalajara) el día 5 de marzo de 1916. Ama de casa. Aprendió estos cuentos de la tradición oral de Mazuecos. También conocía estos cuentos y relatos su hija, Sara Moratilla Fernández, que la ayudó a reconstruir algún pasaje del cuento "Estrellita de Oro". A ellas, nuestro agradecimiento.

* Hay muchas ediciones españolas del Bertoldo, Bertoldino y Cacagenno de Giulio Cesare Croce.



CUENTOS RECOPILADOS EN MAZUECOS

ALONSO RAMOS, José Antonio

Publicado en el año 1999 en la Revista de Folklore número 226.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz