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Revista de Folklore número

324



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ESTUDIO DE ALGUNOS TEXTOS EN CALÓ EN LA OBRA DE GEORGE BORROW

FUENTES CAÑIZARES, Javier

Publicado en el año 2007 en la Revista de Folklore número 324 - sumario >



La reputación de los gitanos españoles, especialmente, de las mujeres gitanas, como un grupo dedicado a explotar la superstición de la gente mediante el uso de prácticas pseudo–mágicas fue adquirida paulatinamente durante el Antiguo Régimen (siglos XVI, XVII y XVIII). La consulta de los fondos inquisitoriales nos revelan casos de individuos, principalmente mujeres, pertenecientes a la etnia gitana, que fueron denunciados y procesados por el Santo Oficio, precisamente, por haber intervenido en ritos y prácticas hechiceriles. Conviene señalar, a este respecto, que, según Sánchez Ortega (1988, p. 282) «[…] las gitanas actúan utilizando el mismo repertorio que las hechiceras castellanas, valencianas, etc., sin que aparezca prácticamente ninguna diferencia por lo que se refiere al repertorio “técnico”. Los métodos son comunes, pero las gitanas sólo conocen, en muchas ocasiones fragmentos deshilvanados que ellas reconstruyen a su capricho, de las oraciones mágicas, conjuros y otras expresiones […]».

Se tiene constancia del uso, entre las hechiceras gitanas del siglo XVII, del famoso conjuro de Marta “La Mala”:
«Marta, Marta
La que en los infiernos estás,
Tres cabras tienes y las ordeñas
Y tres quesos harás,
El uno es para el diablo mayor,
El otro para su compañero,
Y el otro para el diablo Cojuelo,
O así como estás encadenada,
Así venga este hombre atado y ligado,
Y deje a Ana de Julio
Con quien está amancebado».

Sin embargo, las hechiceras gitanas debían de conocer diferentes versiones de este conjuro y de otros, y creaban sus propias versiones utilizando elementos de unos y de otros. Según Cirac Estopañán (1942, pp. 130–131) los conjuros de Marta “La Mala” y las oraciones de Santa Marta fueron muy usados por las hechiceras castellanas. En realidad, este tipo de conjuros eran muy populares, en toda España, entre los individuos que se dedicaban a prácticas supersticiosas. Las siguiente oración a Santa Marta fue recogida por el tribunal de Toledo, probablemente, en el siglo XVII:

«Señora Sancta Marta,
digna sois y santa,
de mi señor Jesucristo
querida y amada
de nuestra señora la Virgen
huéspeda y convidada,
por los montes de Toroço entrastis,
con la braba serpiente encontrastis,
con el hisopo y el agua bendita lo rociastis,
con vuestra santa faja atastis,
en ella subistis,
y cabalgastis,
a las puertas del rey llegastis,
a los paganos dixistis:
“Paganos, véis aquí os traigo
la braba serpiente
que comía en día y mataba
así como esto es verdad,
liga, lerda y aligada;
así como esto es verdad,
me traigáis aquí lo que os pido»

Esta oración, o una variante de la misma, seguramente era conocida también por las hechiceras gitanas españolas dedicadas a la hechicería durante el Antiguo Régimen. En el proceso contra la gitana María Hernández, también conocida como María Salazar, que fue denunciada ante el tribunal de la Inquisición de Toledo en 1635 (Sánchez Ortega, 1988, pp. 293–294) se puede leer:

«[…] la dicha xitana tomó el papel arriba declarado y le echó más bendiciones llamando a Santa Marta, y dixo de una serpiente no sé qué cosas, y llamó al Diablo Cojuelo […]».

En la primera mitad del siglo XIX, Borrow, en su libro The Zincali (1841), recogió un conjuro mágico en caló (1) que presenta un gran parecido con otros conjuros usados por gitanas del siglo XVII, e incluso con una variante del conjuro de Marta “La Mala” registrado en los archivos inquisitoriales novohispanos del siglo XVII (Campos Moreno, 1999, p. 124):

«Marta, Marta
no la dina ni la santa
la que los polvos lebanta,
la que las palomas espanta,
la que entrando en el Monte Taburón (2),
con tres cabras negras encontró,
tres cucharas de cacha negra cojió,
tres negros quesos quajó,
en tres platos negros los hechó,
con tres cuchillos de cachas negras los cortó,
con tres diablos negros los conjuró,
y así te conjuro yo […]» (3).


Las similitud de este conjuro con los conjuros utilizados por hechiceras gitanas de la misma época (siglo XVII) son enormes, lo que demuestra que si a Nueva España (actualmente México) llegaron estos conjuros se debe, por una parte, a que fueron llevados allí por colonizadores españoles y, por otra, a que gozaban de una gran vitalidad y predicamento entre los individuos que ejercían prácticas supersticiosas en el siglo XVII en España. Los gitanos, a la vez que se convertían en transmisores de este tipo de literatura oral marginal, reelaboraban las versiones que conocían, más o menos fragmentadas, para crear las suyas propias aprovechando los elementos verbales del folklore supersticioso existente.

Según hemos podido comprobar, la mezcla entre religión y superstición resulta muy marcada en los conjuros que acabamos de mostrar. Según Sánchez Ortega (1988, pp. 124–125) «Los elementos utilizados por la Iglesia en sus ritos, las pautas seguidas en los rezos, y/o la forma de dirigirse a Dios y los santos se imitan y reaparecen a cada paso en los conjuros, maleficios, etc., de las mujeres procesadas por la Inquisición».

En el caso del conjuro gitano, hemos visto la apelación a una Marta infernal, la mención del número tres y alusiones a distintos diablos. Según Sánchez Ortega (1988, pp.127–128) «[…] El número nueve y el tres, que se repiten constantemente, recuerdan los novenarios practicados en el seno de la religión oficial o la importancia que debe tener para el creyente la existencia de tres personas distintas en la Divinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo […].Además del nombre de Dios, la Virgen y los santos, las hechiceras toman prestada la creencia en el poder del diablo. Sin demasiados escrúpulos, las reas de 1655 solían invocar también a Barrabás, Satanás y al Diablo Cojuelo siempre que les parecía conveniente».

Pedrosa (2000, pp. 183–185) afirma que «Las oraciones, ensalmos y conjuros que presentan tres personajes, tres objetos o tres acciones mágicas, que deben repetirse tres veces, o que repiten series formulísticas trimembres, parecen haber estado arraigadas desde muy antiguo en el repertorio mágico–religioso español y universal […]. El número tres ha sido siempre –y casi universalmente – considerado como una cifra de valor, significado y función mágicos».

En relación con esta última consideración sobre el significado mágico del número tres, y la contaminación entre superstición y religión, voy a transcribir una traducción en caló de un antiguo cántico religioso que Borrow recogió en el vocabulario gitano de The Zincali, concretamente en la entrada soláres ‘fuertes’:

Majaro Undebél!
Majaro Soláres!
Majaro Merinao!
Listrabános, Erañó,
De o saro bastardo!

A continuación, ofrezco la versión de este mismo cántico que aparece en el vocabulario gitano de Usoz, ya que Adiego y Martín (2006, p. 30) han demostrado que la verdadera autoría de este vocabulario gitano pertenece a Borrow:

¡Majaró Un-Debél!
¡Majaró solarés!
¡Majaró meriano!
¡Líbranos, Erañó,
De o saro bastardó!

majaró “santo”. Cfr. romaní maxaro “santo”.

undebél “Dios”. Cfr. romaní o devel “Dios”.

soláres “fuertes”. Cfr. adjetivo romaní zorale (pl.

masc./fem.) “fuertes”.

merinao “inmortal”. Cfr. romaní mer- “morir” (4).

listrabános “líbranos”. Cfr. español destrabar “soltar o liberar a algo o a alguien que está sujeto con trabas”.

erañó “señor”. Cfr. romaní raj (sg. masc.) “señor, caballero” español señor.
o “el”. Cfr. artículo definido romaní o (sg. masc.) “el”.

saro “todo”. Cfr. romaní saro (sg. masc.) “todo”.

bastardó “mal”. Cfr. participio pasado romaní (finés) baxtardo (sg. masc.) “infeliz”. En caló

bastardó se utiliza como sustantivo abstracto. Cfr. romaní bibaxtardo (sg. masc.) “infeliz” (< bibaxtar- “hacer infeliz” < bibaxt (sg. fem.) “desgracia”).

Este cántico religioso forma parte del conocido trisagio angélico u oración de adoración y alabanza que se utiliza en la liturgia en honor de la Santísima Trinidad: Sanctus Deus, (Santo Dios) Sanctus fortis, (santo fuerte) Sanctus immortalis, (santo inmortal) miserere nobis (ten piedad de nosotros).

Rodríguez Marín (1951) también documenta esta oración, y afirma que «Es de aplicación generalísima esta pequeña oración: al levantarse, al acostarse, en el rosario, en el trisagio, cuando da el reloj, cuando amenaza algún peligro, en todas estas ocasiones y en muchas otras se suele repetir. Hasta hace algunos años cantábanle –con una tonada muy linda, que insertaré en el apéndice musical– los trabajadores del campo, antes de comenzar sus faenas. Se suele ver escrita en los portales de muchas casas de Andalucía».

«Santo Dios,
Santo fuerte,
Santo inmortal,
Líbranos, Señor,
De todo mal».

Borrow afirma que la traducción en caló de este cantarcillo de la iglesia se lo enseñó un gitano cordobés. Según lo expuesto, parece posible pensar que la pervivencia de esta oración entre los gitanos cordobeses de la primera mitad del siglo XIX sea cierta, si, además, tenemos en cuenta lo que Borrow cuenta sobre sus contactos con gitanos cordobeses. En el segundo capítulo de la segunda parte del libro The Zincali (1841), Borrow afirma que los gitanos que conoció en Córdoba se distinguían de otros gitanos andaluces, como los de Triana, en Sevilla, en que habían mantenido, con mayor fidelidad, las tradiciones de sus antepasados. Cuenta, también, que le admitieron sin reparos en sus círculos más íntimos y, como resultado de esta relación amistosa con ellos, pudo proponerles, una noche en la que se encontraban reunidos unos veinte gitanos de ambos sexos, la traducción al caló del Credo de los Apóstoles. No sabemos con certeza si, entre estos gitanos cordobeses, había alguno que supiera la oración antes de producirse el encuentro con Borrow, pero aceptaron con entusiasmo el reto que les propuso el viajero inglés, y fueron traduciendo el Credo al tiempo que Borrow les recitaba en castellano las estrofas de las que se compone esta oración cristiana:

Pachabélo en Un-debel batu tosaro-baro, que
ha querdi el char y la chiqué; y en Un-debél
chinoró su unico chaboró eraño de amangue, que
chaló en el trupo de la Marjarí por el Duquende
Majoró, y abió del veo de la Majarí; guilló curádo
debájo de la sila de Pontio Piláto el chínobaró;
guilló mulo y garabado; se chaló á las jacháris;
al trin chibé se ha sicobádo de los mulés al char;
sinéla bejádo á la baste de Un-debél barreá; y
de oté abiará á juzgar á los mulés y á los que no
lo sinélan; pachabélo en el Majaró; la Cangrí
Majarí bareá; el jalar de los Majaries; lo mecó
de los grécos; la resureccion de la maas, y la ochi
que no maréla.

pachabelo “creo”. Cfr. romaní pa_av (1ª persona singular del presente) (< pat’a- “creer”) -el (morfema flexivo de la tercera persona del singular del presente).

un-debél “dios”. Cfr. romaní o devel “dios”.

batu “padre”. Cfr. caló bato “padre”.

tosaro “todo”. Cfr. español todo pronombre indefinido romaní saro (sg. masc.) “todo”.

baro “grande”. Cfr. adjetivo romaní baro (sg. masc.) “grande”.

querdi “hecho”. Cfr. participio pasado romaní kerdi (sg. fem.) “hecha”.

char “cielo”. Cfr. romaní _eri (sg. masc.) “cielo”.

chiqué “tierra”. Cfr. romaní _ik (sg. fem.) “tierra, suelo”.

chinoró “pequeñito”. Cfr. diminutivo romaní ciknoro (sg. masc.) “pequeñito”.

eraño “señor”. Cfr. romaní raj (sg. masc.) “señor, caballero” español señor.

amangue “nuestro”. Cfr. forma dativa plural del pronombre personal de 1ª persona amenge.

chaló “marchó”. Cfr. romaní d_al (3ª persona del singular del presente) (< d_a- “ir”).

trupo “cuerpo”. Cfr. romaní trupo(s) (sg. masc.) “cuerpo”.

marjarí, majarí “virgen”. Cfr. romaní (letón) masxari (sg. fem.) “la virgen”.

duquende “espíritu”. Se trata de un locativo masculino plural fosilizado del romaní duxende (< duxo “espíritu”).

abió “nació”. Cfr. pretérito romaní avij- (< av- “venir, ser, llegar a ser”).

veo “vientre”. Cfr. romaní bedo. Se trata de una palabra comodín que toma su significado según el contexto en el que se aplique. Nótese la pérdida de /d/ intervocálica.

guilló “fue”. Cfr. pretérito irregular romaní gej- (< d_a“ir”).

curádo “golpeado”. Cfr. romaní kur- “golpear”.

sila “poder”. Cfr. romaní sila (sg. fem.) “fuerza, poder”.

chínobaró “alguacil mayor, gobernador”. Cfr. romaní baro d_eno “persona importante”.

mulo “muerto”. Cfr. participio pasado irregular romaní mulo (sg. masc.) “muerto”.

garabado “enterrado”. Cfr. romaní garav- “enterrar”.

jacháris “infiernos”. Cfr. romaní ha_ar- “quemar”. El significado que da Borrow a esta palabra es “incendio”.

trin “tercer”. Cfr. romaní trin “tres”.

chibé “día”. Cfr. romaní dive(s) (sg. masc.) “día”.

sicobádo “alzado”. Cfr. romaní ikal- “sacar”.

mulés “muertos”. Cfr. romaní mule (pl. masc./fem.) “muert-os,-as”.

sinéla “está”. Cfr. pretérito romaní sin- (< s- “ser”) -el (morfema flexivo de la tercera persona del singular del presente).

bejádo “sentado”. Cfr. romaní be_- “sentarse”.

baste “mano”. Cfr. romaní vast (sg. masc.) “mano”.

barreá, bareá “grande”. Cfr. vocativo singular romaní bare(j)a (< baro (sg. masc.) “grande”) (5).

oté “allí”. Cfr. adverbio romaní othe “allí”.

abiará “llegará”. Cfr. pretérito romaní avij- (< av“venir, ser, llegar a ser”).

cangrí “iglesia”. Cfr. romaní khangeri (sg. fem.) “iglesia”.

jalar “comunión”. Cfr. romaní xal (3ª persona singular del presente) (< xa- “comer”). Se trata de un infinitivo sustantivado.

mecó “perdón”. Cfr. romaní mek- “dejar, permitir”.

grécos “pecados”. Cfr. romaní grexo(s) (sg. masc.) “pecado”.

maas “carne”. Cfr. romaní mas (sg. masc.) “carne”.

ochi “alma”. Cfr. romaní od’i (sg. masc.) “espíritu, corazón”.

marela “muere”. Confusión, debido al parecido fónico, entre los verbos romaníes mer- “morir” y mar- “matar” -el (morfema flexivo de la tercera persona del singular del presente).

Como consecuencia de la participación de la minoría gitana en prácticas que tienen que ver, principalmente, con la hechicería, algunos miembros de esta etnia, sobre todo mujeres, van a ser víctimas de las penas y castigos que contra ellos se aplicarán después de haber sido procesados por el tribunal de la Inquisición. La mayoría de las hechiceras gitanas fueron procesadas durante los siglos XVII y XVIII ya que «[…] Durante estos siglos el tribunal de la Inquisición endureció su actitud hacia los hechos supersticiosos, y no es, por tanto, una casualidad que las penas más graves tengan lugar durante este periodo » (Sánchez Ortega, 1988, p. 61). Según Sánchez Ortega (1988, p. 59) no todos los gitanos acusados de hechicería fueron castigados ya que «[…] Más de la mitad de los 93 acusados de hechos supersticiosos quedaron sin ningún castigo al no poder ser encontrados, ser declaradas suspensas sus causas o no producirse una sentencia por una u otra razón. En los demás casos, igual que para los reos no gitanos, las penas oscilan entre la penitencia espiritual que puede limitarse a una misa oída en la sala del tribunal, el confinamiento “a cargo de una persona docta” –generalmente, un sacerdote– destierro de uno a seis años, azotes entre 50 y 200 y el destierro y la pena de azotes o galeras en los casos más graves […]».

Antes de pasar analizar algunos textos que ejemplifican los recuerdos que de estos castigos quedaron en la memoria colectiva del pueblo que los sufrió, es conveniente recordar que algunos individuos de la minoría gitana en España perseguidos por la justicia recurrían al derecho de asilo: «[…] ya desde mediados del siglo XVII la inmunidad eclesiástica es atacada, precisamente, dentro del marco de la lucha contra los gitanos. Ya en esta época tienen lugar múltiples incidentes entre la justicia ordinaria y los jueces de la Iglesia. Ciertos corregidores son excomulgados por haber sacado por la fuerza a gitanos o gitanas de una iglesia, como en Plasencia en 1695. Según los informes de quienes atacan, con creciente violencia, estos privilegios, los gitanos no sólo son sus principales beneficiarios sino que además el recurso a las “inmunidades frías” se contaría entre sus especialidades. Según el derecho eclesiástico, todo delincuente extraído de un lugar sagrado por la justicia conserva el beneficio de la inmunidad mientras no sea restituido oficialmente a la Iglesia y devuelto al sitio donde se lo detuvo. Es lo que recibe el nombre de inmunidad fría. El mero hecho de ser soltado no equivale a una restitución y, de este modo, gitanos perseguidos por delitos menores, aprehendidos en un santuario y luego dejados en libertad, esperarán a ser arrestados de nuevo y condenados a penas importantes para reclamar la inmunidad que ya tenían adquirida» (Leblon, 1993, p. 42).

Dentro de la colección de canciones gitanas que Borrow recabó en diferentes provincias españolas, voy a centrar mi atención en dos, escritas en caló, que parecen evocar los tiempos difíciles en los que algunos miembros de la minoría gitana en España padecían los castigos que debían cumplir aquellos hombres y mujeres de la etnia gitana procesados por el Santo Oficio. La rima 40 parece hacer alusión a la sentencia que condenaba al acusado/a a salir en auto público por las calles mientras recibía un determinado número de azotes. La rima 95, sin embargo, parece hacer referencia al derecho de asilo en lugar sagrado al que se recurría en caso de persecución por la justicia:

Rima 40:

«De la estaripel me sicobeláron
Blejo un gel;
Por toda la polvorosa
Me zuran el barandel» (6).

Rima 95:

«Retirate á la cangri
Mira que abillela el chinel,
Mira no te jongabe
Y te lleve al estaripel».

estaripel “cárcel”. Cfr. romaní galés stariben (sg.

masc.) “cárcel”.

sicobeláron “sacaron”. Cfr. caló nicabar (Conde) “quitar”, nicabar (Borrow) “quitar, robar” (Cfr. romaní (sinto piamontés) ningav- “quitar”; romaní kaldera_ nikal- “quitar, sacar”).

blejo “sentado”. Cfr. romaní be_- “sentarse”.

gel “burro”. Cfr. romaní xer (sg. masc.) “burro”.

polvorosa “calle”. Cfr. germanía polvorosa “camino”.

zuran “castigan”. Cfr. español zurrar “castigar a alguien, especialmente con azotes o golpes”.

barandel “espalda”. Cfr. romaní gales palande (pl.masc./fem.) “últim-os,-as”. Parece un adjetivo sustantivado.

cangri “iglesia”. Cfr. romaní khangeri (sg. fem.) “iglesia”.

abillela “viene”. Cfr. pretérito romaní avij- (< av“venir”) -el (morfema flexivo de la tercera persona del singular del presente).

chinel “alguacil”. Cfr. romaní d_ene (pl. masc./fem.) “gente”.

jongabe “engañe”. Cfr. romaní xoxav- “engañar”.

Es probable que estas canciones en caló no sean otra cosa que traducciones, más o menos libres, de fragmentos de composiciones que ya existían antes. Resulta interesante reparar en ciertos fragmentos de algunas tonadillas teatrales de la segunda mitad del siglo XVIII en las que se pueden apreciar algunas semejanzas con los textos que acabo de analizar. En la tonadilla teatral a dúo titulada Los gitanos o Caminito de Santander, con música de Rosales, sin año (hacia 1770), se establece un diálogo entre un gitano y una gitana que, después de haber sido ambos condenados por “la santa” (probablemente la Santa Inquisición), se encuentran y se cuentan los castigos que cada uno de ellos recibió:

Escena III

Ella.

¿Qué hay, morenito?

El.

¡Prenda del alma!

Los dos.

¿Cómo te ves
desde el caso de marras?
Di si te duelen
Aún las espaldas.

[…]

El.

Lo primerito, amiguita, que hicieron
Fue llevarme a un chiribitil,
Donde con una maldita guitarra
Cantó un hombre y el la mi.
Salí dentro de pocos días
Montadito sobre un rocín,
Dándome con doscientos pajes
Jairecito en el espaldín.

[…]

Ella.

¡Ah, hombre ruin!
¡Atiende, mira,
si quieres oír,
lo que en la corte
me pasó a mí!
Lo primerito, amiguito, que hicieron
Fue pescarme, y un ministril,
Donde, jonjabeándome la persona,
Me sacaron de la cangrí.
Despojáronme de mis galas
Y con una cosita aquí,
A caballo, encima de un rucio,
Me pasearon bien por Madrid.


En el capítulo séptimo de la segunda parte de The Zincali, Borrow (1902, pp. 242–244) describe cómo los gitanos españoles celebraban una boda a la que asistió. Según su relato, en la celebración que siguió al rito nupcial, observó a un gitano convicto de Melilla, llamado Sebastianillo, haciendo cabriolas al tiempo que rasgueaba la guitarra con rabia y repetía, a intervalos, la versión gitana de la canción de Malbrun:

«Chalá Malbrún chinguerár,
Birandón, birandón, birandéra
Chalá Malbrún chinguerár,
No sé bus truterá,
No sé bus truterá,
No sé bus truterá.
La romí que le caméla,
Birandón, birandón,…».

En un artículo titulado «Los bailes romanceados en España al doblar el milenio», Fraile Gil (2003, pp. 118–119) afirma que «[…] sin ser extremadamente antigua en el repertorio de nuestros bailes y tonadas, la cantinela de Mambrú fue incorporada con gran éxito al repertorio de todas las áreas y clases sociales de la Península […].

Cuando en 1800 Humboldt viajaba por el sur de España, llegó a Lachar procedente de Loja y en la venta de aquel lugarejo pasó una velada cuyas impresiones recoge en su diario:

“Por la tarde nos sentamos alrededor del fuego de la cocina y la gente, especialmente la posadera, cantaba y tocaba a la guitarra seguidillas, entre otras una imitación del “Marlborough s’en va en guerre” a la muerte del infante don Luis […]”.

En pleno Romanticismo, Larra alude a esta cantinela en son de mofa colocándola al lado de las costumbres más populacheras en el sentido que don Mariano quería dar a este término:

“Llevaba el público al teatro la bota y la merienda para pasar a tragos la representación de las comedias de figurón y dramas de Comella, y que no se conocía más ópera que el Marlborough o Mambrú como dice el vulgo, cantado a la guitarra”.

No eran sólo los manolos y chisperos madrileños quienes sabían de carrerilla tonadas y coplas; en la lejana Maragatería leonesa formó parte esta melodía del repertorio que los tamboriteros tenían para animar bailes y fiestas. De ello dejó testimonio Concha Espina: “Roto ya el pálido celaje, apenas brillaron las estrellas de la mañana, salió el tamborilero a tocar el Mambrú a través de las dormidas rúas, anunciando alegremente el día de la boda”».

Según lo expuesto, no resulta extraño que ciertos individuos de la etnia gitana supieran esta cantinela, y además, tuvieran una versión gitana de la misma. La versión en caló que canturrea el gitano Sebastianillo podría ser una versión propia basada en alguna de las muchas variantes peninsulares de este romance burlesco. Años más tarde, Borrow ofrecerá en su libro, Romano Lavo-Lil (1874), lo que, presumiblemente, es la versión gitana completa en caló del romance que se esbozó en The Zincali:

Chaló Malbrun chingarár
Birandón, birandón, birandéra!
Chaló Malbrun chingarár;
No sé bus truterá!
No sé bus truterá!
La romi que le caméla
Birandón, birandón, birandéra!

La romi que le caméla
Muy curepeñada está,
Muy curepeñada está.

S’ardéla á la felichá
Birandón, birandón, birandéra!
S’ardela á la felichá
Y baribu dur dicá,
Y baribu dur dicá.

Dicá abillar su burno,
Birandón, birandón, birandéra!
Dicá abillar su burno,
En ropa callardá
En ropa callardá.

“Burno, lachó quirbó;
Birandón, birandón, birandéra!
Burno, lachó quiribó,
Que nuevas has diñar?
Que nuevas has diñar?”.

“Las nuevas que io térelo,
birandón, birandón, birandéra!
Las nuevas que io terélo
Te haran orobar,
Te haran orobar”.

Meró malbrun mi eráy,
Birandón, birandón, birandéra!
Meró malbrun mi eráy
Meró en la chingá,
Meró en la chingá.

“Sinaba á su entierro,
Birandón, birandón, birandéra!
Sinaba á su entierro
La plastani sará,
La plastani sará”.

“Seis guapos jundunáres,
Birandón, birandón, birandéra!
Seis guapos jundunáres
Le lleváron cabañar,
Le lleváron cabañar”.

“Delante de la jestári,
Birandón, birandón, birandéra!
Delante de la jestári
Chaló el sacristá,
Chaló el sacristá”.

“El sacristá delante,
Birandón, birandón, birandéra!
El sacristá delante
Y el errajai palá,
Y el errajai palá”.

“Al majaro ortaláme,
Birandón, birandón, birandéra!
Al majaro ortaláme
Le lleváron cabañar,
Le lleváron cabañar”.

“Y oté le cabañáron,
Birandón, birandón, birandéra!
Y oté le cabañáron
No dur de la burdá,
No dur de la burdá.

“Y opré de la jestári,
Birandón, birandón, birandéra!
Guillabéla un chilindróte;
Sobá en paz, sobá!
Sobá en paz, sobá!”.

chaló “marchó”. Cfr. romaní d_al (3ª persona del singular del presente) (< d_a- “ir”).

chingarár “pelear”. Cfr. romaní _ingar (sg. fem.) “guerra, pelea”.

bus “cuando”.

truterá “volverá”. Cfr. caló truta “vuelta”, trutar “volver”. Cfr. romaní finés trüst- “volver, dar la vuelta”, “pasear” (cfr. el adverbio trüstal “alrededor”).

romi “mujer gitana”. Cfr. romaní romni (sg. fem.) “esposa, mujer gitana”.

caméla “quiere”. Cfr. romaní kam- “querer” junto con -el (morfema flexivo de la tercera persona del singular del presente).

curepeñada “afligida”. Cfr. romaní (sinti) kurepen “guerra, batalla”. En este caso, el participio pasado curepeñada se ha formado a partir de un sustantivo abstracto.

ardela “sube”. Cfr. caló ardelar “levantar”. Cfr. romaní (sinti/letón) had- “levantar” -el (morfema flexivo de la tercera persona del singular del presente).

felichá “torre”. Cfr. caló felichá “torre”. Cfr. romaní (sinti) filecin (sg. masc.) “castillo”.

baribú “muy”. Cfr. caló baribú “mucho”. En textos anteriores a Borrow, encontramos baribut (Conde) “mucho” (cfr. romaní bari (sg. fem.) “grande” but “muy, mucho”).

dur “lejos”. Cfr. adverbio romaní dur “lejos”.

dicá “ve”. Cfr. romaní dikh- “ver”.

abillar “venir”. Cfr. pretérito romaní avij- (< av“venir”).

burno “paje”. Cfr. romaní buzno (sg. masc.) “hombre no gitano”.

callardá “negra”. Cfr. caló callartdiá (pl. fem.) “negras” procedente del participio pasado romaní kaljardo (sg. masc.), kaljardi (sg. fem.), kaljarde (pl. masc./fem.) “negruzc-o,-a, -os/-as”.

lachó “buen”. Cfr. adjetivo romaní la_ho (sg. masc.) “buen,-o”

quirbo, quiribó “amigo”. Cfr. romaní kirvo, kirivo (sg. masc.) “padrino”. En romaní letón, kirivò significa “padrino” y “amigo”.

diñar “dar”. Cfr. tema de pretérito romaní dinj- (< d“dar”).

terélo “tengo”. Cfr. romaní ther- “tener” -el (morfema flexivo de la tercera persona del singular del presente).

orobar “llorar”. Cfr. romaní rov- “llorar”.

meró “murió”. Cfr. romaní mer- “morir”.

eráy “señor”. Cfr. romaní raj (sg. masc.) “señor”.

chingá “guerra”. Cfr. romaní _ingar (sg. fem.) “pelea”.

sinaba “estaba”. Cfr. pretérito romaní sin- (< s- “ser”) español estaba.

plastani “compañía”. Cfr. romaní prastavni (sg.fem.) “corredora” (< prasta- “correr”).

sará “toda”. Cfr. caló sariá (pl. fem.) “todas” (cfr. pronombre indefinido romaní saro (sg. masc.) “todo”, sari (sg. fem.) “toda”, sare (pl. masc./fem.) “tod-os/-as”).

jundunáres “soldados”. Cfr. caló jundunar (Conde) “soldado”.

cabañar “enterrar”. Esta voz parece ser un préstamo verbal del español cavar adaptado mediante un morfema derivativo de origen griego -anj-, que se emplea en algunas variantes romaníes para la adaptación de préstamos verbales: *cavanjar.

jestári “caja”. Cfr. romaní (sinti) xistari (sg. fem.) “caja, arca, cajón”.

errajai “cura”. Cfr. romaní ra_aj (sg. masc.) “sacerdote”.

palá “detrás”. Cfr. romaní pala “detrás”.

majaro “santo”. Cfr. romaní (sinti) maxaro (sg. fem.) “santo”.

ortaláme “campo”.

oté “allí”. Cfr. romaní othe “allí”.

burdá “puerta”. Cfr. romaní vudar (sg. masc.) “puerta”.

opré “encima”. Cfr. romaní opre “sobre, encima”.

guillabéla “canta”. Cfr. romaní gijav- “cantar” -el (morfema flexivo de la tercera persona del singular del presente).

chilindróte “gorrión”. La terminación -te parece apuntar a que esta forma podría ser un locativo singular masculino fosilizado. La única forma romaní con la que parece guardar un parentesco sería la voz _iriklo “pájaro”, cuyo locativo singular masculino sería _irikleste. Sin embargo, tampoco habría que descartar contaminación de algún dialectalismo peninsular como chilandro o chilandre “gorrión campestre” (voz dialectal que encontramos en zonas de Teruel, Soria y Guadalajara), cuya hipotética forma locativa singular sería *chilandroste.

sobá “descansa”. Cfr. romaní sov- “dormir”.

Esta versión en caló presenta muchas similitudes con otras variantes que aparecen en diferentes territorios peninsulares. Voy a citar varias versiones más o menos completas de este romance que aparecen en el segundo volumen del Romancero general de León II: Antología 1899-1989 preparada por Diego catalán y Mariano de la Campa (1991). La siguiente versión fue recogida en 1980 en Cubillas de Arbas (León), y, a pesar de ser más completa, presenta muchas coincidencias con la versión en caló. El estribillo de esta versión es mirandón, mirandela.

«En Cádiz nació un niño de parto natural
hijo de padres nobles como los hay acá;
al cabo de ocho días le van a bautizar,
con padrino y madrina, con cura y sacristán.
El cura le pregunta: –¿Cómo se ha de llamar?
El padrino responde: –Mambrú, el general.
Y a los dieciocho años le tratan de casar
con una buena chica hija de un general.
Se celebran las bodas con gran solemnidad;
Y al cabo de ocho días para la guerra va.
Mambrú se fue a la guerra, ¡mi Dios!, ¿cuándo vendrá?,
si vendrá por la Pascua, si por la Trinidad.
La dama, que lo espera, muy impaciente está;
ya se subió a la torre por ver si viene ya.
Ya ve venir un paje, todo de luto ya.
–Paje mío, buen paje, ¿qué novedad traerá?
–La novedad que os traigo os ha de hacer llorar,
que Mambrú ya se ha muerto, yo le he visto expirar;
veinticuatro cristianos lo llevan a enterrar.
La caja era de oro, la tapa, de cristal,
y encima de la tapa cuatro mil luces van,
y encima de las luces, un rico romeral,
y encima del romero un ruiseñor cantar;
y en el cantar decía: “Mambrú descanse en paz”».

Otra versión interesante es la recogida en 1908 en Vega de los Viejos (León):

«Mambrú se fue a la guerra, no sé cuando vendrá,
si vendrá por la Pascua, si por la Trinidad.
La trinidad se acaba, Mambrú no viene ya.
Vio venir a un paje vestido de luto ya.
–Mi paje, mi buen paje ¿qué novedad traerá?
–La novedad que os traigo os ha de hacer llorar,
que Mambrú ya se ha muerto, yo le he visto enterrar
entre cuatro oficiales, el cura y sacristán.
Delantales de seda ya los podéis guardar
Hasta el año que viene que cumple el luto ya»


Una versión bastante detallada fue recogida en Riofrío de Aliste (Zamora) en 1989 (Fraile Gil, 2003, pp.119–120):

«En Madrid nace un niño
virundón, virundón, virundela
de padres natural;
por gusto del padrino Mambrú se ha de llamar.
Mambrú se fue criando (y) a quince años llegar.
De quince a veinte años tratóse de casar,
De veinte a veinticinco se metió militar.
Mambrú se fue a la guerra, no sé cuando vendrá,
Si vendrá por la Pascua, si por la Trinidad.
La Trinidad se pasa, Mambrú no viene ya.
Se suben a la torre por ver si viene ya;
Vieron venir un paje cargao de luto ya.
–Qué paje, qué buen paje ¿qué nuevas nos traerá?
–Las nuevas que vos traigo vos han de hacer llorar:
que Mambrú ya se ha muerto que yo lo vi enterrar.
La caja era de oro, la tapa de cristal;
encima de la tapa tres pajaritos van
cantando el pío pío, cantando el pío pá.
Los que le acompañaban pasaban de un millar.
Las luces que llevaba de ciento pasaban.
Terminan de enterrarlo, se fueron a cenar;
terminada la cena se fueron a acostar,
cada uno con la suya como es natural,
y el que no la tenga que la vaya a buscar».

Al igual que otras versiones conocidas de este romance, la versión en caló que ofrece Borrow tiene un argumento más limitado que otras versiones más largas. Según Fraile Gil (2003:, p. 119) «[…] las versiones infantiles de “La mala noticia” han reducido su fábula al germen mismo de la historia limitando su argumento, en versos de siete sílabas, a la descripción de una muerte en campaña y a veces de la pompa fúnebre que acompañó al entierro».

Finalmente, ofrezco al lector un breve excurso sobre el origen de algunos términos del caló en la obra de Borrow:

avertuné “forastero”. Cfr. romaní averutne (pl.masc./fem.) “extrañ-os,-as”.

bardí “cárcel”. Quizá proceda de un participio pasado nominalizado romaní mardi (sg. fem.) “golpeada, encadenada” (< mar- “golpear”).

beda “manera, costumbre”. Cfr. romaní beda. Se trata de una palabra comodín que toma su significado según el contexto en el que se aplique. Cfr. también los verbos formados a partir de beda, tales como bedar, bedelar “enseñar”.

En su vocabulario gitano, Borrow afirma que este verbo tiene muchos otros significados: bedar or yaque “encender fuego”, bedar or chiros “pasar el tiempo” (7).

berilli “avispa”. Cfr. romaní berevl’i (sg. fem.) “abeja”.

berdoche “coche”. Cfr. romaní galés verdo “carro” español coche.

bero “galera, presidio”. Cfr. romaní bero (sg. masc.) “barco” (8).

brosibañá “zarza”. Cfr. romaní (galés) phos’iben “pinchazo, puñalada” (< phosaviben “pinchazo” < phosav“pinchar, perforar”). Es probable que el origen de esta voz se encuentre en una forma plural de un sustantivo deverbal: *phosibenja (cfr. romaní phosavipena (pl. masc.) “pinchazos”) (9).

buquepé “cuenta dada a la justicia”. Cfr. romaní (sinti) phukêpen “confesión, acusación”.

cacabi “caldera”. Cfr. romaní kakavi (sg. fem.) “caldera” (10).

cachimani “taberna”. Cfr. romaní (sinti) ka_ima, kar_ima (sg. fem.) “taberna” (11).

calés “gitanos”. Cfr. romaní kale (pl. masc./fem.) “negr-os,-as” (< kalo “negro”).

cormuñí “alguno”. Cfr. pronombre indefinido romaní komoni, komuni “alguien”.

cherdiño “lucero”. Cfr. romaní _erhi_ (sg. fem.) “lucero” (12).

chiaca “mesa”. Cfr. romaní (lovari) t’aka “sábana”.

chipalo “herrero”. Cfr. romaní (romungro) _ibalo (sg. masc.) “herrero”.

debleschindáy “madre de Dios”. Cfr. romaní devles_i daj “madre de dios”. Cfr. las formas debla quirindía (Borrow) “María Santísima” y deble scrindai (Conde) “virgen santísima”. Ambas formas parecen remontarse a un mismo origen romaní devleskeri daj “madre de Dios”.

dósta “basta”. Cfr romaní dosta “bastante”.

dorotunés “pastores”. Cfr. adjetivo romaní durutne (pl. masc./fem.) “lejan-os,-as”.

drao, grao “veneno”. Cfr. romaní drab (sg. masc.) “medicina, remedio”, “veneno”.

gorobar “aullar”. Posiblemente formado a partir del caló orobár “llorar” (cfr. romaní rov- “llorar”, “aullar”).

gorotuné “extremeño”. Cfr. adjetivo romaní agorutne (pl. masc./fem.) “últim-os/-as”.

joberdí “sesenta”. Cfr. romaní (sinti) _overde_ “sesenta” (< romaní _ovarde_ “sesenta”). El cambio de /_/ a /x/ se debe a la influencia del sistema fonológico del español de los siglos XVI y XVII.

juméri “pan”. Cfr. romaní xumer (sg. masc.) “masa”.

justi “faja”, yustique “ceñidor”. Cfr. romaní ku_tik (sg. fem.) “cinturón”.

larpa, lapa “golpe”. Cfr. romaní daba (pl. fem.) (< dab “golpe”).

lebaté “pedernal”. Esta forma parece presentar prefijación de la forma oblicua del artículo definido le (sg.masc.) y la terminación propia del locativo: -te (en este caso la terminación aparece acentuada). La forma locativa del sustantivo masculino bar “piedra” sería bareste.

lel “mundo”. Cfr. romaní del (sg. masc.) “dios, cielo, universo, cosmos”.

liló “loco”. Cfr. adjetivo romaní dilo (sg. masc.) “loco”.

liri “ley”. Cfr. romaní lil (sg. masc.) “libro, papel, documento” (13).

machingaño, machargarno “borracho”. Cfr. adjetivo del romaní galés matikano (sg. masc.) “achispado”.

mandéla “capa”. Cfr. romaní (sinti) mantla (sg. fem.) “abrigo”; cfr. romaní letón mantel’a (sg. fem.) “abrigo”.

menda “yo”. Cfr. locativo singular romaní del pronombre personal de 1ª persona mande (14).

mermelli “vela”. Cfr. romaní memeli (sg. fem.) “vela”, “cera”.

ninelo “tonto”. Cfr. adjetivo romaní dinelo (sg.masc.) “tonto, loco”.

oben “invierno”. Cfr. romaní o ven (sg. masc.) “invierno”.

Con prefijación del artículo definido romaní o (sg. masc.).

pantaluno “francés”. Tal vez se trate de una forma metatizada del romaní palutno, palatuno (sg. masc.) “ultimo” (15).

pariolar “rabiar”. Cfr. 3ª pers. sing. del presente romaní (arli) phajrola (< phajro- “estar enfadado”).

pele “huevos, genitales”. Cfr romaní pele (pl. masc.) “testículos” (< pelo “testículo”).

postán “piel”, “lienzo”. La polisemia que presenta esta voz es fruto de una confusión, debido al parecido fónico, entre poxtan (sg. masc.) “lienzo, tela” y postin (sg.masc.) “piel”, “abrigo de piel” (16).

prestani “dehesa”. Cfr. romaní ve_t (sg. masc.) “bosque” (17).

quillaba “ciruela”. Cfr. romaní khil’ava (pl. fem./masc.) (< khil’av “ciruela”).

quinguina “cocina”. Cfr. romaní kux_a, kuxina (sg.fem.) “cocina”.

raco “cangrejo”. Cfr. romaní rako (sg. masc.) “cangrejo” (18).

rachar “encontrar”. Cfr romaní ra_h- (< arakh- “encontrar”).

rupa (Usoz) “plata”. Cfr. romaní rup (sg. masc.) “plata” (19).

sirguedes, sirquedis “miércoles”. Cfr. romaní sreda (sg. fem.) “miércoles”.

sonacai “oro”. Cfr. romaní sonakaj (sg. masc.) “oro” (20).

sungló “melón”. Cfr. adjetivo romaní sungalo (sg.masc.) “aromático”.

tatí “calentura”. Cfr. adjetivo romaní tati (sg. fem.) “caliente”. Se trata de un adjetivo sustantivado.

traisné “correo”. Cfr. adjetivo deverbal romaní tradine (pl. masc./fem.) (< romaní tradino “perseguido” < trad“perseguir”). Se observa pérdida de /d/ intervocálica.

tremúcha “luna”. Se trata de una forma metatizada del romaní _humut (sg. masc.) “luna” (21).

ulandí “colgadero”. Cfr. participio pasado sustantivado romaní (letón) umbladi (sg. fem) “horca” (22).

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NOTAS

(1) Véase mi análisis lingüístico de este conjuro mágico en Revista de Folklore, Nº. 321, 2007, pp. 93–100.

(2) La voz Taburón procede del griego Itaburion “Tabor”. Campos Moreno (1999, pp. 119–124) nos ofrece un total de hasta nueve versiones del conjuro de Santa Marta, recogidas de los archivos inquisitoriales novohispanos del siglo XVII. Dos de estos conjuros (versiones A y F) hacen referencia al Monte Olivete: «[…] Señora sancta Marta,/por el Monte Olivete entrastes, […]» (versión A), «[…] En el monte Olibete entrastes,/con la serpiente fiera encontrastes, […]» (versión F). Las versiones D, E y G hacen referencia al Monte Tabor: «[…] Por el monte Tabor entrastes,/con la fiera sierpe encontrastes, […]» (versión D), «[…] Señora mía santa Marta,/en el Monte Tabor entrastes, […]» (versión E), «[…] la que entrando en el Monte Taburón,/con tres cabras negras encontró, […]» (versión G). Hay que resaltar que cuatro de las cinco versiones son conjuros dedicados a Marta “La Santa”, y sólo la versión G es un conjuro dedicado a Marta “La Mala”. El primer verso del conjuro gitano en caló, que Borrow recoge en su libro, The Zincali, puede ponerse en relación con las versiones A/F de Marta “La Santa” ya que este conjuro gitano también comienza con una alusión al monte Olivete: En el bejí d’Olivéte entrisaré “en el monte de Olivete entraré”.

(3) Este conjuro, junto con otros dos, fueron recogidos en la declaración de Andrés Martín de Vargas, que trabajaba en las minas de San Luis Potosí, y que, de acuerdo con su declaración, un mulato se los había enseñado (Campos Moreno, 1999).

(4) Cfr. Adiego y Martín (2006, pp. 16–17) para una aclaración del significado de meriano en este texto.

(5) Cfr. el artículo de Margarita Torrione (1990, p. 119) «Debla: un arcano del cante flamenco (del vocativo romaní al sustantivo caló). Además de este vocativo, existen en caló algunos ejemplos de vocativos fosilizados: aromali (Borrow) “en verdad”, aromáli (Usoz) “voto a tal”, “en verdad” (cfr. vocativo plural romaní romale “¡gitanos!”). Cfr. caló zimalí (Mayo) “de veras, cierto” (cfr. 1ª persona del presente sing. sim “yo soy” < s- “ser o estar”) en la que se observa ceceo, y cuya forma puede deberse a una contaminación analógica con voces como aromali.

(6) Cfr. caló currar por las blichas (Conde) “azotes”, cuyo significado literal es “castigar por las calles”.

(7) En el vocabulario de Conde, encontramos más ejemplos de verbalizaciones a partir de bedo/beda: bear “leer, divertirse”, beelar “encender” “arrastrar”, beelarse “acordarse”, en todos estos casos se observa pérdida de /d/ intervocálica.

(8) Cfr. caló berdo (Borrow) “navío”. Cfr. romaní galés verdo (sg. masc.) “carro” Es probable que este cambio semántico se deba a la polisemia del término galera ‘“embarcación de vela y remo”, “carro grande, con cubierta o toldo de lienzo fuerte y cuatro ruedas, usado para el transporte”. También cfr. caló carcos (Usoz) “navío” (cfr. romaní (sinti) karxo “carro de dos ruedas”).

(9) Cfr. participio pasado nominalizado romaní phosade (pl.) “cardo”, “rastrojera” (< phosav- “pinchar”). También cfr. caló porsapi “espiga”, porsapias “espigas” (Usoz) (cfr. romaní (erli) phosaiba “puntada, puñalada”).

(10) Cfr. caló claby (Borrow) “cazuela” (cfr. romaní kavi (sg.fem.) “caldera”). Cfr. también voces como cascarabi (Trujillo) “caldera” y cascarobo (Trujillo) “caldero”, formadas por contaminación del español caldera.

(11) Cfr. caló bambanícha, banbanícha (Borrow) “botica, bodega”, “horca”. En la forma de esta palabra quizá se haya producido contaminación entre el romaní (letón) pib_ica (sg. fem.) “bar”, “mujer borracha” y el término castellano bamba “columpio” debido, tal vez, al significado “horca” que Borrow recoge en su diccionario ya que el sintagma columpio de valientes significa “horca” en germanía.

(12) Cfr. caló cherdillas (Borrow) “estrellas”. Cfr. caló uchagardí (Borrow), uchurgañí (Jiménez) “estrella” (cfr. romaní _erhe_i (sg. fem.) “estrella”).

(13) Cfr. caló libanó (Conde, Borrow) “escribano” (cfr. romaní lilvarno (sg. masc.) “escritor”).

(14) Cfr. caló man “yo” (cfr. acusativo singular del pronombre personal de 1ª persona man), mangue “yo” (cfr. dativo singular del pronombre personal de 1ª persona mange). Cfr. caló palmandí (Mayo) “retaguardia” (cfr. romaní pal mande “detrás de mí”). También cfr. caló fermentar “penitencia” (cfr. romaní phare mande “lo siento”), en la que encontramos la forma ablativa mandar en lugar de la forma locativa mande del pronombre personal de 1ª persona.

(15) Cfr. caló berenchine (Usoz) “franceses” (cfr. romaní avred_ ene (pl. masc./fem.) “otra gente, otros”). El significado que tiene en caló parece hacer referencia a los franceses como gente forastera.

(16) Cfr. caló postin (Conde) “cutis, piel, pellejo” (cfr. romaní postin (sg. masc.) “piel”). Sin embargo, cfr. la forma bostan (Borrow) “lienzo” (cfr. romaní poxtan (sg. masc.) “lienzo”).

(17) Cfr. caló bisinia (Borrow) “dehesa” (cfr. Romaní *ve_ina “bosque”).

(18) Cfr. caló rascó (Trujillo) “cangrejo”.

(19) Cfr. caló ochirupí (Mayo) “azogue” (cfr. romaní (sinti) o d_idrup (sg.masc) “el mercurio” < d_ido “vivo” rup “plata”).

(20) Cfr. caló sorna (Trujillo) “oro” (cfr. romaní sovna (sg.masc.) “oro”).

(21) Cfr. caló chimutre o trimuche (Conde) “luna”.

(22) Cfr. caló ulandar, luandar (Borrow) “colgar”.

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ESTUDIO DE ALGUNOS TEXTOS EN CALÓ EN LA OBRA DE GEORGE BORROW

FUENTES CAÑIZARES, Javier

Publicado en el año 2007 en la Revista de Folklore número 324.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz