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Revista de Folklore número

363



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Unos mundos de papel: la imaginería popular de Wissembourg

BOTREL, Jean-François

Publicado en el año 2012 en la Revista de Folklore número 363 - sumario >



Coincide la publicación de este espléndido libro de imágenes impresas en la pequeña localidad alsaciana de Wissembourg (1), con la muy sugestiva -y demasiado efímera-exposición de una muestra de la nutrida colección de Jesús María Martínez Leis: "Pliegos de Imaginería popular europea. Ediciones en castellano", en la Fundación Joaquín Díaz (Urueña, 8-VII-31-VIII-2011). Toda una invitación a interesarse, desde España, por el ingente fenómeno premediático de la producción y circulación de imágenes "populares" o de uso popular por toda la Europa del siglo xix.

Wissembourg con sus impresores -los Wentzel y sucesores, a los que Dominique Lerch, el gran especialista de la imagen popular impresa en Francia, dedicó hace años un libro fundamental (Imagerie et société: L'imagerie Wentzel de Wissembourg au xixe siècle, Strasbourg, Istra, 1982, 334 p.) y muchos más estudios- es, tal vez, con Epinal, Estrasburgo, Metz y Nancy en Francia, Neuruppin en Alemania, Bassano del Grappa en Italia y Moscú, uno de los focos de producción más importantes en la Europa del siglo xix. Se calcula que, entre 1850 y 1870, en Wissembourg, se imprimieron 2.4 millones de láminas (1.6 en Epinal y 3 millones en Neuruppin). Estas imágenes destacan por la calidad de la impresión litográfica (también cromolitográfica), con realces aplicados con trepa y parcialmente charolados de intensos y vistosos colores: lo que Jean-Hubert Martin (pp. 13-21) califica como "el despertar de los colores" y llamaba Rubén Darío un "grito de color".

Empezó la producción en los años 1830 con imágenes religiosas católicas, protestantes y también judías, para luego abrirse a la temática de la infancia y hacerse más profana, con clichés de la vida cotidiana, temas de actualidad o morales. Duró hasta los años 1930.

En la parte dedicada al catálogo de la exposición propiamente dicha (pp. 89-297), se presentan y comentan unas como 200 muestras de dicha producción, reproducidas a todo color, con un esmero y un lujo poco usuales, algo muy propio para que cada cual se consuele de no poseer los originales.

Los comisarios de la exposición han optado por una clasificación (más que categorización) muy representativa de las tendencias dominantes, pero también de la variedad de las imágenes de Wissembourg.

El primer apartado (pp. 91-121 es lógicamente el titulado « Les religions », con las estampas y estampitas de historia sagrada, o para el culto de dulía e hiperdulía y la protección, pero también los recordatorios, las fes de bautismo y los muy curiosos cuadritos de laminillas que permiten, según el sitio en que se encuentra el espectador, descubrir hasta tres imágenes. No faltan las tradicionales "edades de la vida", inclusive la edad final, con las aleccionadoras Muerte del justo y Muerte del impío (pp. 136-7). Entre las imágenes decorativas (muchas aluden a la actualidad), se encuentra, por ejemplo, una esplenderosa alegoría de América (p. 140), con la representación de una india de pechos desnudos, con su corona y su pectoral de plumas, sus brazaletes, su arco y su carcaj.

Con las secciones dedicadas a los carteles y a las imágenes de tamaño natural de 166 o 196 cm de altura (en tres o cuatro partes), posiblemente destinadas a ser pegada en las fachadas o las paredes (pp. 83-85), se penetra en el mundo de los establecimientos comerciales, públicos o asociativos (pp. 83-85), con representaciones de monarcas, de tipos costumbristas, de personajes folklóricos (Till Eulenspiegel, Gambrinus, emblemático de los fabricantes y bebedores de cerveza, etc.) o de figuras para el tiro al blanco (p. 181 y ss.). Al mundo infantil -el sector más representado (pp. 209-278 y 287-297)- remiten los soldaditos, los muñecos y recortables las construcciones, los juegos y juguetes ópticos, los juegos del oca y las « petites images à découper » (las loterías, por ejemplo), los cuentos y leyendas, los teatrillos y los cuadros pedagógicos.

Aunque parece que los responsables de la exposición las incluyen en el mundo de la infancia, las suites o historias de cuatro episodios (muy presentes con sus marcos en los inventarios post mortem), remiten más bien -me parece- a unos usos caseros y suntuarios relacionados con una elemental pero eficaz narración (véase al respecto el estudio de Konrad Vanja sobre Genoveva de Brabante, pp. 81-83).

Se completa esta como galería, y las muy precisas cartelas que acompañan, con unos cuantos estudios transversales (pp. 67-85) sobre las imágenes árabes (para el Magreb colonizado entonces por Francia), las vistas o vedute de ciudades, las de temática militar, las construcciones, los recortables, los cuadros para la instrucción de la juventud, la leyenda de Genoveva de Brabante y las imágenes de tamaño natural.

Gracias a los minuciosos y rigurosos estudios de D. Lerch sobre los expendedores de estas imágenes, se sabe que la mitad, más o menos, se destinaba al mercado francés y que un 11% se consumía en Alsacia, con, entre 1861 y 1867, una difusión por los colporteurs (expendedores ambulantes) de un promedio de 100 000 imágenes, nada más que un departamento (una imagen/año para cada hogar en zona rural !). Todo lo demás se exportaba, y del área de difusión contemplada por los Wentzel dan buena cuenta, además de las explicaciones en alemán o francés, las bi, tri o quadrilingües en las que entran muchos idiomas como el inglés, el latín, el hebreo, el portugués, el polaco (en abril-mayo de 1870 se envían ¡nada menos que 60 000 imágenes de Matka Boz'a Konden'ska [Maria Miraculosa Codonens] a Czestechowa!), el húngaro y, por supuesto, el español (2). En el catálogo, se pueden ver imágenes con pies en castellano de perdices, de la primavera y del otoño, de la muerte del justo y del impío, pero sobre todo de temas religiosos: la Pasión del Cristo, San Francisco de Asís, San Juan Nepomuceno, San Pedro, Nuestra Señora de Lourdes, coronada el 30 de julio de 1876, la Inmaculata Conception (sic), con patentes resabios de Murillo, inspirador de la pintora Clémence Dimier y, tal vez, del azul cobalto de la plancha. Según se puede deducir de los tres libros-registros de la casa Wentzel conservados en el Musée Westercamp de Wissembourg, representaría esta producción destinable al mundo hispánico, un 15% de la producción total de láminas. En cuanto a la presencia visual de lo específicamente hispánico parece limitarse a la Virgen de la Soledad, patrona de Badajoz y venerada en Hispanoamérica, a dos imágenes de tamaño natural dedicadas a un bailaor y una bailaora, según consta en el catálogo de Dekoration-bilder, posterior a 1906 (p. 85), y, con motivo de la una curiosa imagen de tamaño natural dedicada a un Turco y al tabaco (p. 191), a unas referencias en las cajas representadas a Havana, Cuba y… Menorca (p. 105).

Como observa Dominique Lerch (p. 47b), para poder estudiar tal fenómeno, es preciso saber manejar muchas herramientas: la historia económica, la historia religiosa, la historia de la música y del arte, pero también la historia de la educación, de la infancia, de la literatura y de las ciencias -muy oportunamente nos lo recuerda Jesusa Vega en un reciente libro (Ciencia, Arte e Ilusión en la España Ilustrada, Madrid, CSIC, 2010)-. Y, por supuesto, mirar las imágenes desde una antropología histórica atenta a la relación supuesta en unos ámbitos más bien rurales con el valor material y simbólico de las imágenes apropiadas, a su función suntuaria de decoración, protectora o mágica, etc., en un mundo donde obran todas las interacciones entre el mundo culto y el del pueblo.

Des mondes de papier es, pues, además de un verdadero encanto visual, una invitación muy seria a seguir inventariando y estudiando, como lo está haciendo la Fundación Joaquín Díaz en su base de datos o con publicaciones como Aleluyas (Urueña, tf! etnografía, 2002) e Imágenes e ideas: La imaginatura (http://www.funjdiaz.net/imagenes/actas/2011literatura.pdf) y la exposición ya aludida, la producción española (catalana, valenciana y madrileña, pero también andaluza y vallisoletana -la de los Santarén) de imágenes populares, para poderla valorar y situar con total legitimidad en el marco, hasta ahora restringido al norte y centro de Europa, del ancho y aún ajeno -pero universal- mundo de las imágenes y de las estampas.





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NOTAS-

1 Des Mondes de Papier. L'imagerie populaire de Wissembourg. Musées de la Ville de Strasbourg. 16. oct. 2010#31.

janv. 2011, Strasbourg, Musées de la Ville de Strasbourg, 2010, 304 págs. 29,5x23,5 cm



2 Conste que a principios de los años 1950, la casa Pellerin de Epinal aún exportaba más de 400 000 láminas anual-

mente... (p. 54).



Unos mundos de papel: la imaginería popular de Wissembourg

BOTREL, Jean-François

Publicado en el año 2012 en la Revista de Folklore número 363.

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