Revista de Folklore • 500 números

Fundación Joaquín Díaz

Si desea contactar con la Revista de Foklore puede hacerlo desde la sección de contacto de la Fundación Joaquín Díaz >

Búsqueda por: autor, título, año o número de revista *
* Es válido cualquier término del nombre/apellido del autor, del título del artículo y del número de revista o año.

Revista de Folklore número

006



Esta visualización es solo del texto del artículo.
Puede leer el artículo completo descargando la revista en formato PDF

ANOTACIONES HISTORICAS SOBRE LA OCARINA

VARELA DE VEGA, Juan Bautista

Publicado en el año 1981 en la Revista de Folklore número 6 - sumario >



I. INTRODUCCION

Vuelve la moda de otro popular instrumento musical: la ocarina. Su origen inmediato tiene poco más de un siglo, si bien el remoto se pierde en el tiempo de la historia.

De acuerdo con la clasificación de Curt Sachs, la ocarina es un instrumento aerófono, de embocadura de flauta y tubo cerrado.

El musicólogo inglés Percy A. Scholes afirma que la ocarina es el único instrumento musical en uso construido siguiendo los principios del resonar de Hermann Helmholtz "Die Lehre von den Tonempfindungen"), es decir, que el aire contenido en una cámara cerrada se hace vibrar por acción exterior.

Por la forma más o menos esférica del tubo o cuerpo de la ocarina (caja de resonancia) ésta es denominada "flauta globular" y como tal es definida por diversos autores, comparándosela a las flautas de terracota africanas u orientales, así como a los silbatos de barro cocido que se encuentran en varias culturas.

Etimológicamente, nuestro Diccionario de la Lengua deriva el vocablo "ocarina" del italiano y a su vez de "oca" y del latín "auca", y lo define como instrumento músico de forma ovoide más o menos alargada y de varios tamaños, con ocho agujeros que modifican el sonido según se tapan con los dedos, siendo su timbre muy dulce.

La forma y el sonido del instrumento coinciden normalmente en diversas áreas de su uso y así, en América, el musicólogo argentino Félix Coluccio nos ofrece una descripción de la ocarina como instrumento de barro, en forma de un matecito largo como pepino, y la embocadura se aparta del costado a modo de asa, nariz o dedo pulgar; es muy suave y agradable en su timbre y, como todos los instrumentos de los indios, algo triste. Esta pintoresca descripción pertenece al folklorista uruguayo Samuel A. Lafone Quevedo, ilustre autor de "Tesoro de catamarqueñismos", un clásico de la literatura folklórica americana: nombre de lugares y apellidos indios con etimologías y eslabones aislados de la lengua "cacana", seguida de palabras y modismos usuales en Catamarca. Vieja publicación de 1898.

Digamos que el "matecito", diminutivo de "mate" (voz quichua), es un calabacín seco y vaciado para usos domésticos, empleado en Chile y Perú.

Mencionemos asimismo la ocarina peruana o "Ayariche" y la ocarina mejicana como uno de los recursos instrumentales de la antigua música azteca, al lado de las flautas, caracolas y conchas marinas, tambores, raspadores y maracas. También se conocen ocarinas hechas con conchas de caracol, según Nicolás Slonimsky "La Música de América Latina"), capaces de producir varios sonidos.

Existen variados tipos de ocarina, con dos, cuatro, seis, ocho y diez agujeros, este último es el actualmente más corriente, que se fabrica en barro cocido o en porcelana.

El tipo que Guido Gatti y Alberto Basso describen es de ocho orificios, cuatro para cada mano, siendo su extensión del LA2 al SI3.

Es sabido que desde mediados del siglo XV hasta el XVIII se emplearon en música las tablas de números, letras u otros signos, llamadas "Tablaturas" o "Cifrado; para el estudio de los instrumentos de la época: laúd, clave, órgano, etc. Hoy subsisten las tablaturas o cifrados -dice Scholes- al margen del arte musical, como en el caso de las cifras para el aprendizaje de instrumentos fáciles y de posibilidades limitadas, por ejemplo, ukeleles, cítaras, ocarinas, mandolinas y similares. En este sentido presentaba un artesano de ocarinas vallisoletano, del que hablaremos más adelante, una tabla de los sonidos obtenidos con la ocarina de diez orificios, de su fabricación, en la que se reflejaban los dieciocho sonidos o notas de una escala cromática (octava y media), de DO a DO y de éste a FA, representándose las notas sucesivamente mediante el número correspondiente de orificios de la ocarina en discos o círculos en blanco (orificios destapados) y en negro los orificios tapados por los dedos. El primer DO se obtiene con todos los orificios del instrumento tapados, los diez: ocho en el anverso de la ocarina (cuatro para cada mano) y dos en el reverso, para los pulgares. El RE se obtiene destapando el primer orificio, el correspondiente al dedo meñique de la mano derecha; el MI destapando los dos primeros orificios (dedos meñique y anular) y así sucesivamente. Digamos que dada la condición de tubo cerrado de la ocarina lo mismo se obtiene un DO destapando un solo orificio cualquiera, pero por necesidades de digitación lógicamente debe mantenerse un orden.

Los semitonos, sostenidos y bemoles, se obtienen tapando medio orificio y en la tabla dicha se representan por un disco mitad negro y mitad blanco, o bien con un disco en negro (orificio tapado) intercalado en el lugar correspondiente entre tapados y destapados.

A esta tabla acompañaban diez fotografías indicando las diferentes posturas y modo de colocar las manos y los dedos sobre los orificios de la ocarina, orificios que en la mayoría de los modelos que se fabrican en el mundo van numerados con el número grabado en relieve, al igual que el nombre de la marca de fábrica, siglas u otro símbolo va en el apéndice de la embocadura.

II. SINONIMIA

Español.-"Ocarina".
Francés.-"Ocarine".
Alemán.-"Ocarina", "Okarina".
Inglés.-"Ocarina", "Ocarine".
Italiano .-" Ocarina " .
Portugués.-"Ocarina".

III. ANTECEDENTES

El prototipo de ocarina, según Scholes, se encuentra en ciertos instrumentos de diversas razas no civilizadas, como por ejemplo, en uno originario de Africa, construido con la corteza desecada de la "naranja cafre". Afirma este mismo musicólogo que el prototipo fue traído a Europa por los italianos entre 1870 y 1880, añadiendo que el nombre del instrumento deriva de "oca", posiblemente en razón de la forma del mismo. ¿ Por qué los italianos y entre dichas fechas? No lo dice el musicólogo inglés.

Asimismo, Curt Sachs afirma que el origen de las flautas globulares se encuentra en Africa del Sur, donde los niños cafres cantan en el interior de una fruta seca, en lugar de soplar .

En cuanto al Continente americano Nicolás Slonimsky, en su obra citada "La Música de América Latina", señala que en el Museo Nacional de Costa Rica existen numerosos ejemplares de instrumentos musicales antiguos que datan hasta de la época precolombina, destacándose especialmente una ocarina de seis agujeros.

En Asia se han encontrado tipos en el extremo Oriente y, en el próximo Oriente, en Asiria, parecidos a la ocarina, como flautas globulares. Varios autores coinciden en comparar la ocarina con la flauta globular china conocida con el nombre de "hiuen". Así, Rizzoli: "E evidente la sua derivacione dai flauti globulari (in particolare dal cinese "hiuen"). En el mismo sentido, Guido M. Gatti. Kurt Jahlen habla de excavaciones de culturas antiguas asiria, egipcia y china, en las que han aparecido tipos de ocarinas.

Finalmente, Alfred A. Goodman constata la existencia de este tipo de instrumentos en Oceanía.

Ya indicamos al principio de este estudio que la ocarina tal como la conocemos actualmente apareció hace algo más de un siglo. Fue ideada, basándose quizá en los prototipos africanos, por el italiano Giuseppe Donati, de Budrio, en Bolonia, en 1867. Crea, pues, un tipo nuevo de flauta globular de barro, o también denominada flauta-vasija o recipiente-flauta, aproximadamente de forma ovoidea con un "pitorro", apéndice o embocadura colocada a dos tercios de su longitud a partir del extremo más estrecho del cuerpo del instrumento, y con ocho orificios o agujeros (cuatro para cada mano).

Dice Sachs que Donati, sin saberlo reunió las dos ramas separadas del silbato globular de arcilla: la ,cavidad sonora y los agujeros .de una con la disposición travesera y el sistema de silbato de la otra.

Inmediatamente la ocarina se hizo popular en toda Italia, extendiéndose por diversos países de Europa ,como Austria, Checoslovaquia, Francia, España, etc.

En 1891, el sucesor de Giuseppe Donati, Alberto Bezzetti patentó en Londres una ocarina que había construido en 1882 muy perfeccionada, presentando la novedad de una especie de regulador de tono u obturador de sonido, hecho en metal, que la ocarina llevaba colocada en la parte más ancha de su cuerpo. Mediante este "tuning plunger" el volumen del aire contenido en la ocarina puede ser alterado, variando el tono del instrumento.

Existen modelos que llevan incorporadas llaves al estilo de ciertos instrumentos de viento.

Una factoría alemana de Meissen fabrica excelentes ocarinas de fina porcelana blanca, que pinta generalmente de negro. En Budrio (Italia), de donde era natural Donati, se producen aún ocarinas en materiales finos.

Finalmente, en España, señalamos la producción que en Valladolid venía realizando un gran artesano, un verdadero artista, allá por los años cuarenta: Toribio Arroyo.

Se han llegado a construir pequeñas agrupaciones de ocarinas de diferentes tamaños y, por tanto, diferentes "voces", tres y hasta cuatro: "soprano", "contralto", "tenor" y "barítono". y también ha formado parte la ocarina de pequeñas bandas de música, junto a instrumentos tan populares como el "kazoo" de las "Jazz-Band".

IV. UNA OCARINA VALLISOLETANA

Uno de los modelos de ocarina más estilizados que hemos visto se debió a las expertas manos de un antiguo orfebre vallisoletano, cuyo nombre ya conocemos: Toribio Arroyo.

Había nacido en Tordesillas, en el lugar conocido por la "Huerta de Santa Marina", el 16 de abril de 1880-: Falleció en Valladolid, el 15 de enero de 1956.

Este gran orfebre vallisoletano, concretamente platero, no sólo fue considerado como un dominador de su oficio, sino también como un gran artista. Llevaba el arte en la sangre. Había estudiado en la Escuela de Artes y Oficios con Luciano Santarén y con Gerbolés.

Repujaba y cincelaba la plata con primor. Según diversos testimonios recogidos por nosotros muy recientemente de personas que conocieron su obra de orfebrería, modelaba con enorme precisión y arte. Era muy minucioso, reflejando en muchas de sus obras hasta el más mínimo detalle de lo que deseaba representar.

Después de trabajar toda su vida como platero, al retirarse del oficio, aprovechando una faceta más de su naturaleza de artista, la de músico dotado de finísimo oído, comenzó por fabricar ocarinas. La razón de este hecho es totalmente desconocida. Ni su propio hijo Félix Arroyo pudo informarnos del porqué de la producción de ocarinas.

Toribio Arroyo tocaba varios instrumentos, entre ellos, la guitarra, la bandurria, el piano y, por supuesto, la ocarina; pero su instrumento favorito fue siempre la bandurria. Seguramente en una ocasión llegó a sus manos una ocarina y pensó que él era capaz de hacer una parecida. Lo que sí nos consta al respecto es que Arroyo había visto trabajar a un íntimo amigo alfarero establecido en aquella nativa plaza de la "Huerta de Santa Marina" de la histórica villa de Tordesillas. El vio manejar el barro y modelarlo en el torno, aprendiendo mil y un secretos. Esto debió decidirle a fabricar la ocarina, de la que llegó a realizar tres diferentes tamaños, dentro de la misma estilizada forma, "alto", "tenor" y "barítono", si mal no recuerda el que esto escribe, testigo directo, pues tuvo la fortuna de conocer al ilustre artista en su propio domicilio (por 1947 o 1948) y comprarle un "juego" de aquellas sus magníficas ocarinas, en fino barro cocido, pintadas en negro y con el borde de los orificios pintado en rojo; en la embocadura, grabado, el nombre de "TEA", siglas alusivas al nombre y apellido de su autor .

Las ocarinas perfectamente preparadas por Arroyo eran cocidas en el horno de un conocido industrial de tubería de gres y otros materiales refractarios, también de la capital vallisoletana: Florencio del Val.

Una vez pintadas las ocarinas, Toribio Arroyo volvía a afinarlas mediante un diapasón y una fina lima, con la que operaba, parece ser , en la escotadura o bisel de la embocadura o flauta de aquéllas.

Hemos querido traer a esta sección de la Revista tan interesante y concreto tema de la historia local vallisoletana por estimarlo importante para la historia de la música, a pesar de su aparente insignificancia.

V. BIBLIOGRAFIA CONSULTADA

APEL, Willi: Harvard Dictionary of Music. The BelKnap Press of Harvard University Press. Mass.1974.

BUCHNER, Alexander: Musik Instrumente der Volker. Verag W. Dausien. Hanau/Main, 1968.

COLUCCIO, Félix: Diccionario Folklórico Argentino. Librería "El Ateneo" Editorial. Buenos Aires, 1950.

GATTI, Guido M., BASSO, Alberto: La Musica. Dizionario. Unione Tipografico-Editrice Torinese Tonese. Torino, 1971.

GOODMANN Alfred A.: Musik von A-Z Südwest Verlag. München, 1971.

MONTAGU, Jeremy: The World of Romantic and Modern Musical Instruments. David and Charles. Newton Abbot. London, 1981.

MUNROW, David: Instruments of the Middle Ages and Renaissance. Oxford University Press. Music Departament. London, 1977.

MUSICAL INSTRUMENTS OF THE WORLD. Paddington Press. London 1976.

PAHLEN, Kurt: Diccionario Universal de la Música. Librería "El Ateneo" Editorial. Buenos Aires, 1959.

PAGANELLI, Sergio: Musical lnstruments from the Renaissance to the 19th Century. The Hamlyn Publishing Group Limited. London, 1970.

RIZOLI RICORDI: Enciclopedia della Musica. Rizzoli Editore. Milano, 1972.

SCHOLES, Percy A.: Diccionario Oxford de la Música. Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1964.



SLONIMSKY, Nicolás: La Música de América Latina. Librería y Editorial "El Ateneo". Buenos Aires, 1947.

THOMPSON, Oscar, SLONIMSKY, Nicolás: The International Cyclopedia of Musica and Musicians. Dodd Mead and Co. New York, 1949.



ANOTACIONES HISTORICAS SOBRE LA OCARINA

VARELA DE VEGA, Juan Bautista

Publicado en el año 1981 en la Revista de Folklore número 6.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz