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La recuperación de una fiesta: la Romería de San Blas en Torreagüera

HIDALGO PEREZ, Alberto

Publicado en el año 2018 en la Revista de Folklore número 431 - sumario >

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Murcia se ha encomendado a San Blas desde la Edad Media. El 3 de febrero de 1265, Jaime I de Aragón conquistó la ciudad de Murcia para el bando cristiano. Un hecho que la ciudad agradeció en adelante cada 3 de febrero, festividad del Obispo de Sebaste, acudiendo a una ermita que se construyó para venerar al santo en una de las puertas de la ciudad, la Puerta del León o conocida más tarde como Puerta de Orihuela.

Un siglo más tarde, en los años comprendidos entre 1386 y 1392[1], Murcia se vio afectada por una epidemia conocida como «garrotillo» o «peste de las anginas», que causó numerosas muertes, sobre todo entre la población infantil. Tanto los ciudadanos como el Concejo de Murcia decidieron encomendarse a San Blas, abogado de los males de garganta. Así contaba en 1747 el religioso trinitario Fernando Pascual Carreras lo que pasó: «perezian muchíssimos Ciudadanos, y no allando remedio ni medicina en lo humano, hizo la Ciudad memoria del glorioso Santo su antiguo devoto, y acudiendo á el como á divino Esculapio, imploró su proteccion y cuasi repetidamente se experimentó la salud»[2]. Este fue el motivo por el que se construyó un santuario en honor de San Blas, utilizando el 3 de febrero para la veneración colectiva del santo.

Así, durante muchos años, murcianos y personas de los pueblos limítrofes se acercaban al santuario ese día. Fue a través de estos rituales que la figura religiosa fue ganando reconocimiento social, impregnando la vida cotidiana de la gente y su forma de interpretar el mundo. Son los comienzos de la festividad de San Blas, que hoy seguimos celebrando. Según Valcárcel (1986, 44):

(…) cada año, fue aumentando el número de visitantes a la ermita, al cuidado de los frailes trinitarios, unos en agradecimiento por haber sanado algún enfermo familiar de garganta, otros en previsión de que tales enfermedades no se enseñasen con los que ponían su manifiesta devoción visitándole el día de su solemnidad. Este incremento de fieles, más allá de las mismas murallas, en extramuros de la ciudad, dio lugar a lo que vino en llamarse romería de San Blas[3].

Acerca de la imagen de San Blas, escribía Pascual Carreras a finales del siglo xviii que «no solo es venerada de los Ciudadanos, sino tambien de su dilatada huerta, y pueblos circumbezinos, allando todos en el Santo el remedio de sus aógos, por los repetidos milagros que obra todos los dias»[4]. Una fiesta que se convertiría, paulatinamente, en una de las más antiguas y populares de Murcia, teniendo siempre «un carácter tradicional de romería y feria: religiosa, en el templo, popular en la calle o plaza de la Trinidad»[5]. Para Valcárcel (1986, 44) «con la romería nació la fiesta profana, que se convirtió en el complemento de la religiosa»[6]. Una romería, por otro lado, en la que se realizaban bailes, como demuestra esta nota local de 1888: «cuando se suprimieron las danzas de negros y gitanos, dejó de haberlas en dicha romería, sustituyéndolas los vecinos con bailes de huertanos»[7].

El santuario que albergaba la imagen tuvo que desalojarse en 1835 y la imagen de San Blas, obra del insigne escultor murciano Francisco Salzillo, se trasladó a la parroquia de Santa Eulalia, donde se encuentra actualmente. De esta nueva ubicación deja constancia una noticia de 1888: «se ocupa la plaza de Sta. Eulalia con multitud de puestos de naranjas, limas, torrados, cascaruja, figuras de barro etc., y cordones de todas clases y precios que tienen la efigie de San Blas ó unas figuritas de angeles»[8]. Se trataba de una fiesta popular abierta a todos los públicos, independientemente de su edad o procedencia social:

Los vecinos de aquella plaza sostienen el fervor de la fiesta; pero les secunda toda Murcia y parte de la huerta. En los dos días que dura la verbena pasa por aquella plaza, precisamente por delante de la iglesia, toda la juventud murciana, de todas las clases, altas, bajas y de enmedio[9].

Como se observa en las noticias anteriores, existe una amplia simbología asociada a la protección que ofrece este santo, por ejemplo, los conocidos como «cordones de San Blas» o sanblases, pequeñas figuras de cerámica adornadas con hilos de colores, o los tradicionales Roscos de San Blas, que te protegen de los males de garganta. Según Mira (2014, 17), con respecto a esto último, hay que remontarse a la época en la que la imagen era custodiada por los religiosos trinitarios, pues fue «una invención que se le ocurrió al Hermano Cocinero para ayudar a la precaria economía del convento, y cuya receta guardaba con gran secreto»[10]. De 1882 es esta nota local sobre los citados cordones: «ningun año hemos visto en Sta. Eulalia, tantos cordones de S. Blas como en el presente. La hilera de puestos presentaba un alegre golpe de vista, por la variedad de colores»[11]; o esta otra, en la que se pone de manifiesto que, además de servir para curar los males de garganta, también era un regalo muy habitual entre las parejas:

La tradicion nos lleva à aquella verbena, ó feria, ó lo que quiera que sea; nos hace comprar el bendito cordon del santo, y hacerlo prueba, testimonio, fineza y regalo de amores ó cariño. El cordon de San Blas dicen que es contra las afecciones de la garganta; pero ello es que sólo se les regala á las jóvenes rozagantes y hermosas que no tienen ningun mal. Ellas se lo ponen al cuello y, sea por devoción, ó por adorno, de todos modos les sienta bien[12].

Pero estas interpretaciones y «poderes» no se depositaron exclusivamente en artefactos simbólicos como los comentados; también la tradición oral, a través de algunos de sus dichos populares, ha depositado en la memoria de los murcianos esta suerte de sentido común en torno a la figura de San Blas: «El primero febrero, el segundo candelero y el tercero gargantero», en referencia al uno de febrero, al día de la Candelaria y, por último, al día del abogado de los males de garganta; o este otro, también muy conocido: «San Blas ahoguete, por salvar a uno, ahogó a siete», dicho cómico que se pronuncia en el día de la festividad.

La devoción a San Blas en Torreagüera

En Torreagüera, una pedanía perteneciente a la Huerta de Murcia y situada a unos siete kilómetros de la ciudad, se formó en torno al segundo tercio del siglo xx un núcleo de población con identidad propia, cuyo eje principal era la zona todavía conocida como Huerto de San Blas. Ibáñez (1998, 106) nos explica la historia de este famoso enclave:

El huerto de San Blas había sido dominio anterior de los frailes de san Juan de Dios, y si sus rentas en tiempos pasados mitigaron necesidades del Hospital de pobres de la Orden en Murcia, lo espacioso de la finca serviría en épocas posteriores, para escondrijo de frailes realistas en los vaivenes fernandinos, centro conspiratorio de progresistas cuando pasó a manos de los señores Rosique y Esbry, logia masónica, con la posesión de Antonete, auténtico dueño y señor de la finca[13].

Referencias a esta zona de Torreagüera ya encontramos en la prensa de finales del xix: «Calamidades por D. Nicolás Zamora Moñino, en Torreagüera, en la hacienda llamada huerto de S. Blas»[14]. Aquí fue además donde estableció su domicilio Antonete Gálvez, el histórico personaje torreagüereño que protagonizaría el famoso levantamiento cantonal de 1873, marcando profundamente la vida política española en el siglo xix. Tanta fue la notoriedad que alcanzó esta parte de Torreagüera que incluso encontramos en alguna coplilla popular observaciones acerca de su situación geográfica y su carácter limítrofe:

Mira el huerto de San Blas,
y allá arriba Torreagüera,
y aquí Beniaján, Los Garres,
más arriba ya no hay huerta.

En lo que concierne al Huerto de San Blas, si bien actualmente se encuentra totalmente integrado dentro del núcleo poblacional de Torreagüera, en principio se trataba de una zona situada en lo que vendrían a ser las afueras. Pero su importancia iba a ganar enteros al ser el lugar elegido para la construcción de una pequeña ermita dedicada al santo Patrón. Allí fue donde se comenzó a celebrar una popular fiesta en los primeros días de febrero, coincidiendo con la festividad de San Blas. La primera referencia histórica que tenemos data del año 1901:

Fiesta en Torreagüera. Ayer en conmemoracion de San Blas, se celebró en el huerto propiedad de don Enrique Guillamon, y del cual es arrendatario Francisco Hernandez, una gran fiesta á la que asistieron todos los vecinos de Beniaján, Torreagüera y Puente Tocinos. La banda de este último pueblo amenizó la fiesta, tocando escogidas piezas. El entusiasmo fué extraordinario, no faltando los bailes populares[15].

En cuanto al arraigo de estas prácticas festivo-religiosas, cabe señalar que en lo que concierne a la festividad de San Blas, tanto lo estaba en la ciudad de Murcia como en Torreagüera y otros pueblos vecinos como Beniaján o Puente Tocinos. Es importante subrayar, además, que la fiesta daba acomodo a la participación de los vecinos a través de «bailes populares» y las bandas musicales de los pueblos, como refiere la nota anterior, lo cual pone de manifiesto la particular integración de lo religioso y lo pagano que revelan estas prácticas, sin duda una de las razones de su consolidación.

De los primeros años del siglo xx, por ejemplo, tenemos esta noticia sobre una riña, precisamente el día de la fiesta, aparecida en El Liberal: «En la fiesta de San Blas, que se celebra en el huerto del mismo nombre del vecino pueblo de Torreagüera, se produjo ayer una riña»[16]. Y unos años más tarde, en el mismo diario, señalando lo que es ya un auténtico programa de fiestas, con tres días de actividades: carreras de burros, cucañas, verbena, concurso de bellezas, los actos religiosos típicos de la festividad y por supuesto, bailes populares, presentes en todas las fiestas que se realizaban en la huerta, y el huerto ya citado como epicentro:

Fiesta de San Blas. La celebrarán con gran solemnidad los pueblos de Torreagüera y Beniajan en la ermita del Santo, que existe en el tradicional huerto del mismo nombre, con el programa siguiente: Día 1º.- Por la mañana, gran diana por la laureada banda de Torreagüera; volteo de campanas, tracas y voladores. Por la tarde, a las cuatro, carrera de burros, adjudicándose un premio al que más corra; a las cinco bailes populares en la explanada de la ermita. Día 2.- Diana por la antedicha banda y misa cantada por el párroco de Torreagüera D. José Cabezón. Por la tarde, cucañas y bailes populares. Por la noche, verbena con iluminación a la veneciana, voladores y tracas. Día 3.- Gran misa de R. Por la tarde, sermón, última novena y adoración de la reliquia, bailes populares y concurso de bellezas; adjudicándose tres premios para los que a juicio del jurado sean merecedoras, finalizando la fiesta con una traca de trescientos metros, que prepara al efecto el afamado pirotécnico D. Juan Pascual[17].

Y en el mismo sentido, esta otra noticia de 1919, un buen indicador de su progresiva y creciente integración en las costumbres y formas de vida de la gente de Torreagüera:

La romería de San Blas. Vienen haciéndose grandes preparativos estos días para la celebración de festejos que el 2 y 3 del próximo febrero dedicarán los vecinos de este antiguo eremitorio a su glorioso titular. En la confección de su monumental programa, trabajan con incansable celo los señores que forman la Junta organizadora de esta tradicional romería (…). Contamos entre otros números no menos importantes, con una solemne función religiosa a toda orquesta en la que cantará las glorias del santo el virtuoso párroco de este pueblo (…); suntuosa procesión, concierto de dulzainas, castillo de fuegos artificiales, juegos populares, vistosas iluminaciones, concurso de tiro, dianas y una divertida velada, en la que pondrá a prueba su vasto repertorio la laureada banda de Alquerías (…)[18].

Hasta dos días de fiesta, por tanto, con actos religiosos en honor al santo, procesión, concierto de dulzainas[19], concursos de tiro o diana, juegos populares y música, interpretada por la banda de música del pueblo de Alquerías, más un castillo de fuegos artificiales con el que se daba por terminada la fiesta. Un escenario que se repite, por ejemplo, tres años después, como se observa en esta otra noticia:

De Torreagüera. En San Blas. Ayer se celebró la tradicional romería al Eremitorio que a extramuros de este pueblo se venera al mártir obispo Sebastino, concurriendo un inmenso número de devotos que participando de la esplendidez del día, acudieron de toda la vega en compacta romería. Los alrededores del Santuario, presentaban durante la tarde el aspecto de una grandiosa feria. (…) los abundantes bares jumillanos, que eran incontables, en lucrativa participación con los modestos expendedores de cascaruja y callejera confitura. Apoteosis. Visita al sufrido santo, bailes populares, mucha mujer bonita con el típico realce de nuestra gentil huertana (…)[20].

La festividad tenía una vitalidad evidente, y es notable la numerosa afluencia de visitantes de toda la Huerta, lo cual propicia su comparación con una grandiosa feria. Y son algunos detalles, como por ejemplo que en los alrededores de la ermita se colocaran bares, puestos de cascaruja y confitura, lo que nos permite, casi un siglo después, visualizar la continuidad que existe entre estas escenas y algunas de las que aún es posible observar en las fiestas patronales de las pedanías de Murcia.

Por tanto, y ateniéndonos a lo que relatan las noticias de la época, la fiesta de San Blas tuvo mucha relevancia en el calendario popular tanto de Torreagüera como de los pueblos limítrofes como Beniaján, Puente Tocinos o Alquerías. Sin embargo, debido a la Guerra Civil la fiesta dejó de celebrarse. Unos años además en los que el eremitorio que estaba ubicado en el famoso Huerto de San Blas sería completamente destruido, dejando sin un espacio específico de culto al santo. Situación que se corrigió pasados los años, cuando un vecino del barrio cedió un terreno propio para la construcción de una nueva ermita, dando nombre así a la calle donde se encuentra: la actual Calle Ermita. Esta ermita, hoy en estado de abandono, albergó el culto a San Blas hasta el año 1993, año en que se inauguró la nueva Iglesia de San Blas.

Fue por estos motivos de orden social, cultural e histórico que en el 2016, la Cuadrilla de Torreagüera, comenzó a plantearse la posibilidad de revitalizar la fiesta. Y de hecho, gracias al apoyo de la Junta Municipal, el 5 de febrero del año 2017 se volvió a celebrar la festividad de San Blas en el pueblo de Torreagüera, como pone de relieve esta noticia aparecida en el diario La Opinión:

La junta municipal de Torreagüera, junto con la Cuadrilla de la pedanía, han organizado para mañana domingo a las 10.00 horas un encuentro que terminará con la romería de San Blas, que no se celebraba desde la Guerra Civil. (…) se ha recuperado con el fin de conservar el patrimonio cultural de la zona[21].

La fiesta comenzó con la celebración de una misa en honor a San Blas, en la que participaron las cuadrillas con su música tradicional, y a lo largo de la cual, además, el párroco impuso los tradicionales cordones de San Blas a todos los niños asistentes.

Después de la misa, al igual que en las fiestas de principios del siglo xx, se realizó la tradicional romería con el santo por las calles del barrio, para acabar en el conocido como Jardín de San Blas, donde las cuadrillas participantes realizaron bailes populares como jotas o malagueñas, más los últimos aguilandos del Ciclo de Navidad. Tras la comida de convivencia, todos los asistentes acompañaron a San Blas en su vuelta a la ermita, dando así por finalizada la fiesta con un castillo de fuegos artificiales.



BIBLIOGRAFÍA

Ibáñez, Gabriel. Torreagüera. Torreagüereños que dejaron huella. Murcia: Librería Salvá, 1998.

Mira, Manuel. «Convento de La Santísima Trinidad y de San Blas de Murcia». En 14º Seminario sobre folklore y etnografía, 6-19. Murcia: Ayuntamiento de Murcia, 2014.

Valcárcel, Carlos. Viejos recuerdos. Gentes, fiestas, cosas y costumbres de la vida de Murcia, hace medio siglo. Murcia: Academia Alfonso X El Sabio, 1986.


NOTICIAS LOCALES

Diario de Murcia, (1880, 23 de septiembre).

Diario de Murcia, (1882, 3 de febrero).

Diario de Murcia, (1884, 3 de febrero).

Diario de Murcia, (1888, 3 de febrero).

Diario de Murcia, (1889, 3 de febrero).

Heraldo de Murcia, (1901, 4 de febrero).

El Liberal de Murcia, (1906, 4 de febrero).

El Liberal de Murcia, (1912, 2 de febrero).

El Liberal de Murcia, (1919, 31 de enero).

La Verdad de Murcia, (1920, 3 de febrero).

El Liberal de Murcia, (1922, 8 de febrero).

La Opinión de Murcia, (2017, 4 de febrero).



NOTAS

[1]La Verdad de Murcia, (1920, 3 de febrero).

[2]Diario de Murcia, (1889, 3 de febrero).

[3] Carlos Valcárcel, Viejos recuerdos. Gentes, fiestas, cosas y costumbres de la vida de Murcia, hace medio siglo (Murcia: Academia Alfonso X El Sabio, 1986), 44.

[4]Diario de Murcia, (1889, 3 de febrero).

[5]La Verdad de Murcia, (1920, 3 de febrero).

[6] Carlos Valcárcel, Viejos recuerdos. Gentes, fiestas, cosas y costumbres de la vida de Murcia, hace medio siglo (Murcia: Academia Alfonso X El Sabio, 1986), 44.

[7]Diario de Murcia, (1888, 3 de febrero).

[8]Diario de Murcia, (1888, 3 de febrero).

[9]El Liberal de Murcia, (1906, 4 de febrero).

[10] Manuel Mira, «Convento de La Santísima Trinidad y de San Blas de Murcia», en 14º Seminario sobre folklore y etnografía (Murcia: Ayuntamiento de Murcia, 2014), 17.

[11]Diario de Murcia, (1882, 3 de febrero).

[12]Diario de Murcia, (1884, 3 de febrero).

[13] Gabriel Ibáñez, Torreagüera. Torreagüereños que dejaron huella (Murcia: Librería Salvá, 1998), 106.

[14]Diario de Murcia, (1880, 23 de septiembre).

[15]Heraldo de Murcia, (1901, 4 de febrero).

[16]El Liberal de Murcia, (1906, 4 de febrero).

[17]El Liberal de Murcia, (1912, 2 de febrero).

[18]El Liberal de Murcia, (1919, 31 de enero).

[19] La dulzaina ha estado presente en los rituales festivos de la Región de Murcia hasta el siglo xx cuando empezó a decaer su uso. En procesiones o romerías se reclamaba su uso por su mayor sonoridad en comparación con la música de cuerda.

[20]El Liberal de Murcia, (1922, 8 de febrero).

[21]La Opinión de Murcia, (2017, 4 de febrero).



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