LOS CUENTOS Y LEYENDAS EN EUROPA

Von der Gerechtigkeit Gottes



La providencia divina



La providencia divina



Un eremita dudaba de la justicia de Dios. Salió de su cabaña y del bosque y se fue por un camino a buscarla. Un joven se le unió y caminaron juntos. Al caer la noche, llegaron a un castillo, donde los recibieron bien. A la mañana siguiente partieron, pero el joven llevaba consigo una copa que se había robado. A la siguiente noche durmieron en la cabaña de un avaricioso que no quería compartir nada con ellos. Al partir, el joven le dejó la copa. Pasaron por un pueblo y el extraño joven pidió de beber en una casa pobre. En cuanto salieron, el joven incendió la casa, que ardió totalmente. Fueron por la montaña y de una cabaña oyeron salir quejidos y lamentos. Venían de unos padres que tenían a su hijo enfermo. El joven preparó una poción y se la dio al niño, y éste al beberla murió. El ermitaño se asustó y dudaba de seguir con el joven, pero la curiosidad pudo más que el rechazo que sus acciones le producían. El padre del muchacho se avino a guiarlos por las montañas. Al pasar por un puente el joven empujó al padre, que cayó al abismo. El ermitaño no pudo más e increpó al joven, que en ese momento se transformó en el arcángel san Miguel y le dijo:
“Dudabas de la providencia divina y ahora has visto parte de ella. La copa que me tomé del castillo estaba envenenada. El avaricioso recibirá su merecido castigo con ella. Los pobres cuya casa incendié encontrarán un tesoro entre los escombros. El niño que envenené habría crecido para llegar a ser un criminal y un ladrón como su padre, a quien empujé al abismo, como justo castigo a sus pecados. Así que a menudo para Dios es justo lo que aparece como injusto a los ojos de los mortales”.
Entonces el ermitaño volvió a su ermita sanado de todas las dudas.

Es un cuento tradicional catalogado como ATU 759 que también aparece en el Corán (18, 65-82). En las diversas versiones, los extraños actos del ángel pueden variar: mata la vaca de una pobre mujer, hace naufragar a un barco porque había un pecador en la tripulación y ofrece buenos deseos a gente inhospitalaria y malos deseos a los hospitalarios. Al final los actos de Dios siempre están justificados.





Exposición