Joaquín Díaz

CON K DE KILO


CON K DE KILO

El Norte de Castilla. Pluma de cristal

Sobre el uso de la K

24-02-2000



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Desde los tiempos del maestro Gonzalo Correas (de cuya inspiración y esfuerzo salieron obras como el Arte de la lengua española castellana y la Ortografia kastellana) hasta hoy, las normas de la lengua española -especialmente a partir del momento en que la Real Academia asumiera la responsabilidad de velar por su pureza- se han encaminado a simplificar la ortografía y la fonética para el provecho de todos y la mejor comprensión entre los hablantes del lenguaje hispano. El mismo Correas, como fonetista radical y seguidor a su manera de las teorías de Nebrija, aunque se muestra intransigente con los idiomas extranjeros y sus nefastas influencias sobre el nuestro, utiliza la K tan frecuentemente, que en su Vocabulario de refranes y frases proverbiales incluye más de trescientos dichos que comienzan por esa consonante, no sin antes haber expuesto ampliamente en los dos tratados citados las razones de su peculiar y novedosa escritura.
Al día de hoy, y tras un congreso sobre etnología y folklore celebrado en Galicia hace unos años al que asistió un académico que se comprometió a elevar a la docta Institución la necesidad perentoria de cambiar la K por C en la palabra Folklore, los correctores de libros y periódicos de toda España han tomado como suya la -al parecer- imprescindible tarea reformadora. Al ser un vocablo de uso restringido y contenido equívoco, y no habiendo encontrado oposición ni protesta alguna (otra cosa hubiera sido la pretensión de poner con Q todos los kilómetros de los indicadores de carretera en Europa, por ejemplo), la tarea ha sido sencilla y bastante eficaz. La ventaja innegable de esta campaña es que cuando hoy día una persona quiere consultar en Internet alguna referencia al tema, encuentra todo lo español en un brevísimo apartado (con lo cual el gasto de conexión es prácticamente una nonada), libre de extranjerismos y ostentando a las claras su pureza ortográfica.