Joaquín Díaz

CANCIONES DE PEREGRINOS Y DE CAMINO


CANCIONES DE PEREGRINOS Y DE CAMINO

Cantos romeros

14-02-1993



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El viaje es, desde los tiempos más antiguos, un impulso que alivia la inquietud del ser humano;una aventura personal en la que una abierta predisposición alerta los sentidos para el descubrimiento.En esa dirección se entiende el concepto de viaje al que voy a referirme:una confirmación de algo intuido antes interiormente.Una actitud ética también, que mueve al individuo a abandonar su hogar y su familia, lo conocido, para andar, sólo por un ideal, un camino incierto y dificultoso, con muchas posibilidades de sufrimiento.Para el individuo de cualquier época siempre tuvieron los padecimientos un significado, fuera éste el de un castigo por alguna posible falta cometida o fuese tal vez la simple aceptación histórica o cultural de la existencia del mal o del dolor, pero a partir del Cristianismo se les empieza a dar un valor específico.El dolor purifica, el sufrimiento es una catarsis por medio de la cual el espíritu se libera de culpas y así el viaje y sus penalidades son un excelente símbolo de la propia vida del cristiano que tiende hacia otra existencia mejor, plena de sentido y absolutamente deseable.Y si es cierto que todos los rituales imitan un arquetipo divino (1) nada mejor para simbolizar este rito de egresión que presentar una figura sagrada en traje de peregrino desarrollando su camino en un tiempo místico e invitando al hombre o a la mujer a realizar el viaje reparatorio.De hecho, dentro del material poético y musical creado sobre la figura del peregrino, su oficio y su andadura, destacan aquellas tonadas y romances en los que un personaje sagrado pasa por algún lugar vestido de romero y repartiendo bienes.Si la figura de un dios peregrino por la Tierra es herencia exclusivamente indogermánica según afirma Jacobo Grimm (2) no lo sabemos, pero la historia de Ceres deambulando en busca de su hija Proserpina o la narración de Júpiter y Mercurio recorriendo la región de Frigia y acogidos generosamente por los ancianos Baucis y Filemón remontan la costumbre de favorecer al peregrino a diferentes mitologías y a etnias diversas.
Sin duda esa visión deificante fue alentada, cuando no creada, por los propios caminantes, que observaron la ventaja que podría reportar al viajero la simple sospecha despertada en sus anfitriones de que pudiesen albergar en su casa a Cristo o a un santo.
Fuese esa la razón o fuese alguna de las otras que voy a ir mencionando, lo cierto es que la canción siempre tuvo utilidad para el caminante que, andando a veces de sol a sol, con su propia sombra como único testigo del paso del tiempo, entonaba algún tema relacionado con su situación o bien alguna evocación sobre su tierra y sobre su gente para aliviar el paso con la nostalgia:
El romero y peregrino/ cansado de caminar
comienza luego a cantar/ por alivio del camino
decía el vihuelista Narváez (3).
Para ordenar todos estos temas romeros o de camino he agrupado el material en cuatro tipos que responden a los siguientes conceptos.

1.Canciones y romances que santifican el oficio o la figura del peregrino y destacan el valor de su acción.Acabo de comentar el interés que siempre tuvieron los vendedores ambulantes, ciegos y viajeros -muchos de ellos portadores de literatura volandera- por desarrollar una corriente de simpatía hacia sus personas y su actividad.Las leyendas sobre la aparición de pobres, mendigos o caminantes que ponen a prueba la generosidad de personas o pueblos y que finalmente desvelan su personalidad divina, son abundantes y no precisamente gratuitas.En el caso de las canciones y romances se insiste en la aureola que rodea al peregrino o peregrina y que parece proceder de una belleza interior.Así, se dice en el texto de "La posadera de Cristo":
Estando la linda Antonia/ en el su corredor nuevo
con un libro entre las manos/ divirtiendo el pensamiento
la ha venido a visitar/ un peregrino romero:
-Si usted me diera posada/ por Dios o por el dinero...
-Suba usted por ahí arriba/ entre usted por ahí adentro
donde yo a todos los pobres/ les doy arrecogimiento.
Luego vendrá mi marido/ pondrá luz y cenaremos.
Estando en estas palabras/ ya venía Juan Moreno:
-Vamos a cenar, mujer/ que yo gana ya la tengo.
-¿No sabes tú, mi marido,/ a quién en casa yo tengo?.
Peregrino más hermoso/ no le he visto en todo el reino...(4)
Es esa belleza o la seguridad de hallarse ante un personaje sobrenatural y favorable lo que tranquiliza a quienes tienen la suerte de observarlo.Tal sucede en el romance de "La devota" al padre de ésta, quien acepta que su hija se vaya en tal compañía:
-Despierte, señor mi padre,/ despierte su señoría
que en el su palacio andaba/ la Santa Virgen María
que me viene a mí a buscar/ para dir en romería.
-Yo bien siento que te vayas/ porque otra hija no tenía
pero si vas con la Virgen/ ve con la bendición mia...(5)
En otro romance, el de "La Virgen romera", vuelve a destacarse el resplandor que dimana del personaje sagrado:
Por las calles de Jaén/ se pasea una romera
blanca y rubia como un sol/ que relumbra de una legua...
En la canción de "La divina peregrina", incluso, ese resplandor tan persistente parece provocar en el narrador, peregrino también, unos inesperados sentimientos humanos hacia la sagrada aparición:
Camino de Santiago/ con grande halago
mi peregrina/ la encontré yo
y al mirar su belleza/ con gran presteza
mi peregrina/ me enamoró...
Sentimientos que se intensifican en el transcurso de la acción hasta el extremo de constituir una auténtica declaración, al estilo de los "Retratos" que en la tradición se utilizan para traducir el amor que expresa el hombre a la mujer:
Tiene rubio el cabello/ tan largo y bello
que el alma en ello/ se me enredó
y en su fina guedeja/ de oro madeja
su amor al mio/ le aprisionó.
La pasión puesta en la descripción, la intensidad del arrebato, se van serenando hasta hacer confesar al poeta en los últimos versos su desmesura:
Perdone su hermosura/ si en la pintura
grosero ha estado / mi fino amor.
Por haberla ofendido/ a sus pies rendido
a mi peregrina/ pido perdón.

Desde el punto de vista de la utilidad del relato, tampoco parece improcedente esa exaltación del sentimiento, pues al final se cumple uno de los objetivos primordiales de toda peregrinación, que es, en suma, el arrepentimiento de algún pecado y la petición de su perdón.Eso al menos espera conseguir el viajero y para ello afronta las penalidades e inquietudes del camino.
Un ejemplo romancístico "La romera perdonada", narra el viaje de una joven, hija del gaditano Pedro Acil de la Fuente, hasta la Ciudad Santa para poder demandar al Papa su absolución a un exceso juvenil.Por el camino se ve obligada a matar a tres bandoleros que intentan forzarla.Por fin, llega ante el pontífice:
El sábado por la tarde/ se puso a los pies del papa
lo primero que confiesa/ que a los tres muertos dejaba.
-Si han querido derribarte/ véngate muy buena pascua.
Lo segundo que confiesa/ que del primo va preñada.
-Mujer preñada de un primo/ merece pena doblada.
Estando en estas razones/ le dio el parto a doña Juana.
Manda el papa que la pongan/ a recado en una cama,
que la dieran de comer/ de lo que tuviera gana
que la dieran de beber/ vino tinto de la Nava.
Al cabo de nueve meses/ salió de salud sobrada,
doscientos maravedíes/ la dio para que gastara
y hasta un paje de los suyos/que la pusiera en su casa.
De penitencia la echó/ de penitencia la echara
que casase con el primo/ aunque pese a quien pesara (6).
La decisión del papa y su dispensa utilizan los mismos términos y tienen el mismo significado que la indulgencia concedida a los primos que viajan a Roma y se postran ante el Padre Santo en este romancillo dieciochesco recogido en Jaén por Kurt Schindler y armonizado y popularizado después en una versión similar por Federico García Lorca:
Caminito de Roma/ van dos romanos
porque han pecado siendo (del aire)
primos hermanos (madre a la orilla)
primos hermanos (niña).
Y el papa les pregunta/ que qué querían
Confesar un pecado/ que ellos tenían.
Y el papa les ha echado/ de penitencia
que no se den la mano/ hasta Valencia (7).
El interés por santificar, por canonizar la figura del peregrino queda patente, por fin, al repasar la hagiografía cristiana donde aparecen nada menos que trece mártires y varones virtuosos que alcanzaron los altares con el nombre de San Peregrino y tres vírgenes y mártires llamadas Santa Peregrina.

2.En segundo término tendríamos el tipo de literatura o poesía que alerta acerca de las dificultades que los caminantes van a encontrar durante su periplo y hasta el regreso a su lugar de origen.Uno de los textos más explícitos en ese sentido es el de las "Hermanas reina y cautiva" o "Las hijas del Conde Flores", que relata el reencuentro de dos hermanas en tierra de moros:
Jarifa, la reina mora,/ señora de gran valía
dice que tiene deseos/ de una cristiana cautiva.
Echaron mares abajo/ echaron mares arriba
y encuentran al Conde Flores/ y a su mujer que venían
de cumplir una promesa/ de Santiago de Galicia
de pedir al Dios del cielo/ que les diese niño o niña.
Al Conde Flores mataron/ y a su mujer la cautivan
y la llevan a entregar/ a la reina de Turquía (8).
El texto parece derivar de antiguos relatos legendarios difundidos por la Península Ibérica que contaban el caso, frecuente durante toda la Edad Media, de que unos peregrinos fuesen asaltados por ladrones, bandidos o piratas.Una leyenda catalana cuenta cómo una dama y sus acompañantes son robados, camino de Montserrat (podría hablarse de igual modo de Guadalupe, de Santiago, de San Salvador de Oviedo, etc), por una partida de bandoleros capitaneada por un tal Raimundo y al llegar al santuario se quejan a grandes voces ante la Virgen de su suerte.Los monjes, con la ayuda de Dios, obtienen el castigo para los salteadores y, más aún, el que se arrepientan de sus errores haciendo penitencia hasta el fin de sus días (9).Una leyenda similar recoge el caso del romero que haciendo el camino de Montserrat se encuentra un muerto cuyo cuerpo, por deber humanitario, carga a sus espaldas y lleva a lugar poblado.Acusado y condenado por ser el causante de ese crimen que él no ha cometido, se encomienda a la Virgen y ésta le libra sucesivamente de ser ahorcado, quemado y ahogado.
Un romance en el que se denuncia otro de los peligros más habituales del camino es el conocido en España como "El Conde Lombardo" o "Conde preso", cuya primera versión, recogida en la Flor de enamorados e incluida después en la Primavera y flor de romances (10), dice así:
En aquellas peñas pardas/ en las sierras de Moncayo
fue do el rey mandó prender/ al conde Grifos Lombardo
porque forzó una doncella/ camino de Santiago
la cual era hija de un duque/ sobrina del Padre Santo.
Quejábase ella del fuerzo/ quéjase el Conde del grado,
allí van a tener pleito/ delante de Carlomagno
y mientras que el pleito dura/ al Conde han encarcelado
con grillones a los pies/ sus esposas en las manos
una gran cadena al cuello/ con eslabones doblados.
La cadena era muy larga/ rodea todo el palacio.
Allá se abre y se cierra/ en la sala del Rey Carlos.
Siete condes la guardaban/ todos han juramentado
que si el Conde se revuelve/ todos serán a matallo.
Ellos estando en aquesto/ cartas habían llegado
para que casen la Infanta/ con el Conde encarcelado.
Donde, sin embargo, se relatan mejor los detalles del hecho y se comprenden perfectamente sus pormenores es en algunas versiones portuguesas como ésta que voy a leer traducida al castellano en la que se apela a la justicia de Dios que llega de mano del apóstol Santiago.
Preso va el Conde, preso,/ preso va y a buen recaudo
no va preso por ladrón/ ni por hombre haber matado,
por violar una doncella/ que venía de Santiago.
No bastó dormir con ella/ sino dióla a su criado.
Acometióla en la sierra/ lejos de lugar poblado
dejándola allí por muerta/ sin darle el menor cuidado.
Lloró tres días, tres noches/ y más habría llorado
si no es que Dios siempre acude/ a amparar al desdichado.
Por allí pasara un viejo/ un pobre viejo soldado
sus barbas blancas de nieve/ y su bordón en la mano,
conchas trae en la esclavina/ sombrero de ellas cercado.
Acercóse a la romera/ con amor y con agrado:
-No llores más, hija mia,/ que ya has por demás llorado
que ese villano de Conde/ preso irá y a buen recaudo.
Llevó con él la doncella/ el buen viejo del soldado,
van a presencia del Rey/ donde el Conde era llevado:
-Yo te requiero, buen Rey,/ por el apóstol sagrado,
que en ésta la su romera/ el fuero sea guardado.
De ley divina es casarse/ de humana, ser degollado,
que no valen hidalguías/ donde Dios es agraviado.
Dijo el Rey a su consejo/ con el rostro demudado:
-Sin más demora este hecho/ quiero yo desembargado.
-Visto está el hecho, visto/ juzgado está y bien juzgado
o ha de casarse con ella/ o si no, ser degollado.
-Pues me place, dijo el Rey,/ el verdugo sea llamado
o casa con la romera/ o aquí será degollado.
-Vengan cuchillo y verdugo,/-respondió el acusado-
antes muriera mil veces/ que vivir avergonzado.
Allí oiríais al viejo/ al buen viejo del soldado:
-Mala justicia hacéis, Rey,/ mal hecho tenéis juzgado;
primero casar con ella/ y después ser degollado.
La honra se lava con sangre/ mas no se lava el pecado.
No había dicho estas palabras/ y la espada había arrojado,
quita insignias de romero/ tira armas de soldado
y en traje de santo obispo/ aparece transformado,
su mitra de piedras finas/ de oro puro su cayado.
La mano de la romera/ con la del Conde ha juntado,
con palabras de presente/ allí los ha desposado.
Lloraban los que lo veían/ lloraba más el culpado,
llorando pedía la muerte/ por no quedar deshonrado.
Lo absolvía el santo obispo/ contrito de su pecado.
De allí lo llevan por muerto/ ni el verdugo fue llamado,
justicia de Dios fue aquella:/ antes de una hora es finado,
pero acogió aquella alma/ el apóstol consagrado
que no era otro que el romero/ el obispo y el soldado (11).
Llaman la atención varias circunstancias que, haciendo un inciso, voy a destacar.La primera, al hilo de lo ya comentado, el peligro del viaje en solitario, particularmente para las mujeres.Sebastián de Horozco escribía en su Teatro Universal de Proverbios la opinión popular sobre el asunto:
Salió muy compuesta Dina/ a ver de Sichen el traje
con matisada esclavina/ y de su honor el ultraje
ganó por ser peregrina.
Por ver cosas forasteras/ quieren ser muchas romeras
y al fin viene a suceder/ que muchas suelen volver
de ser romeras, rameras (12).
La segunda circunstancia es el conflicto que se produce en este caso entre el derecho civil y el derecho eclesiástico.El Fuero Juzgo, el Fuero Viejo de Castilla, el Fuero Real, y Las Partidas hablan claramente del castigo que había de sufrir el violador si era denunciado el hecho:la pena de muerte.Este romance parece haberse originado, sin embargo, en esa fase que los historiadores del Derecho Penal calificaban como "período humanitario" en la que, como reacción a las leyes basadas en la venganza privada y pública, el derecho de la Iglesia abogó por la piedad y la moderación en el uso del castigo.El apóstol descubre la inutilidad de ajusticiar al culpable si no se devuelve la honra a la doncella y, por ello, aboga por una solución que tienda a resolver todos los conflictos producidos por el delito:él mismo casa al caballero y a la doncella y Dios se encarga de castigar al culpable haciéndole morir una hora después de la ceremonia, no sin antes haber confesado su pecado ante Santiago y haberle éste absuelto.Se conjugan pues en el argumento la exposición de unos hechos reales -y se supone que frecuentes- y también la solución a los mismos según una normativa ideal que a todos parecía dejar contentos o al menos aliviados.

3.Volviendo a la tipología sugerida al comienzo de la exposición, nos encontramos con el tercer apartado de textos y melodías que reuniría los ejemplos en que todos los peligros comentados, más cualquier otro que pudiésemos imaginar, son conjurados y resueltos por la mediación sobrenatural.Aunque hemos repasado brevemente la intervención de la Virgen en algunas leyendas catalanas de tradición oral, convendría retroceder al caso paradigmático de las Cantigas para comprobar cómo numerosos poemas resumen las creencias pretéritas.En concreto los números 26, 33, 49, 157 y 159 recogen algún milagro de Santa María en relación a unos romeros.El primero cuenta la historia del peregrino que, antes de emprender el camino de Santiago de Compostela, comete el pecado de acostarse con una mujer;el demonio se le aparece en figura del apóstol, le convence de que debe cortarse el miembro con el que pecó y después suicidarse pues su falta no tiene otra solución.El romero le hace caso, se mutila y muere;de inmediato aparecen los diablos que se llevan su cuerpo, pero al pasar por una ermita sale Santiago protestando de que hayan utilizado su figura para engañar al incauto y propone que la Virgen decida el caso en juicio.Santa María resucita al peregrino aunque sin devolverle aquello "con que fora pecar".Como dice Gonzalo de Berceo al glosar el caso en el Milagro VIII:
Estaba de lo otro sano y aun mejorado
fuera de un hilillo que tenia atravesado
pero de la natura, cuanto que fue cortado
no le creció un punto, quedó en mal estado (13).
La segunda Cantiga cuenta en hermosos versos la peregrinación por mar de ochocientos devotos que, de camino a los santos lugares, pretenden arribar al puerto de Acre.Una gran tormenta provoca el naufragio de la nave, pero un obispo que iba entre la multitud ordena que doscientas personas pasen a un batel.Uno de los que van a saltar calcula mal y cae a las peligrosas aguas hundiéndose rápidamente en su turbulencia.Cuando por fin llegan al puerto, se admiran de encontrar al náufrago y le preguntan cómo pudo salvarse.Su respuesta se puede resumir en el estribillo:
Gran poder a de mandar/ o mar e todolos ventos
a Madre d`aquel que fez/ todolos quatro elementos.
La Cantiga 49, la siguiente en el orden que hemos dado, es el primer documento escrito conocido en que la Virgen aparece con un bastón luminoso que guía a los peregrinos.
Las Cantigas 157 y 159, finalmente, son milagros en los que Santa María vela por sus devotos romeros protegiéndoles de los hurtos en las posadas y casas de huéspedes, hecho bastante común en la Edad Media.En el primer caso, los peregrinos están haciendo unas empanadillas de queso tan apetitosas que despiertan el hambre de la dueña de la casa quien, en un descuido de aquellos, les roba los ingredientes.Cuando ayudándose de un cuchillo va a llevarse a la boca el frito, el arma se vuelve contra ella traspasándole las quijadas con tanta fuerza que ni los médicos puesen extraérsela.La mujer herida acude a Nuestra Señora de Rocamador y, tras confesar el hurto, es perdonada por la Virgen que permite a un presbítero que extraiga limpiamente el cuchillo.En el último ejemplo es un pedazo de carne la vianda, robada y escondida en un arca, que comienza a saltar sola y a dar golpes sobre la madera hasta que es encontrada por sus legítimos dueños (14).
Entre los santos, la Iglesia siempre contó con algunos -el propio Santiago, Santa Brígida, San Amaro, San Geroldo- a quienes el peregrino se podía encomendar con la certeza de que su demanda de ayuda sería elevada de la mejor forma posible hasta Dios o la Virgen.De San Geroldo, a quien la iconografía presenta atravesado por una lanza y vestido de peregrino (a veces también con una palma), hay abundantes leyendas -casi todas centroeuropeas- acerca de sus innumerables viajes y de la autobiografía que se encontró junto a su cadáver.De Santa Brígida o Birgit, que nació con medio siglo de diferencia con respecto al anterior, también hay abundantes relatos de los desplazamientos a Santiago (con su esposo) y, ya siendo viuda, a Roma -acompañada por su hija Catalina- y a Jerusalén y los Santos Lugares.De San Amaro, frencés y nacido en el siglo XIII como San Geroldo, tenemos unos gozos que todavía se cantan en aquellas parroquias que conservan su novena y que dicen:
Más de una vez te encontraron/ esperando en los caminos
a los pobres peregrinos/ que a ti cansados llegaron
y cargártelos miraron/ con un esfuerzo inaudito,
intercede por nosotros/ Amaro, santo bendito.
Casi al final del poema se repite el milagro, tan frecuente en vidas edificantes, de que las campanas doblen solas:
Si en la noche de tu muerte/ las campanas se tañían
y resplandores venían/ desde el cielo a esclarecerte
por tu venturosa suerte/ con mayor gozo repito:
intercede por nosotros/ Amaro, santo bendito.
La iconografía del apóstol Santiago nos revela la indumentaria del peregrino:El bordón o bastón (con el que, según recientes investigaciones, el viajero avezado podía calcular la distancia que le separaba de un punto en el horizonte (15)), el sombrero de ala ancha, la calabaza y el zurrón de piel de ciervo.El rosario y una caja o tubo de hojalata para guardar los documentos completaban el atuendo externo.
En último término, y aquí termino este apartado tercero, es el mismo Dios quien, por intermedio de algún peregrino, se asegura de que se cumpla su justicia en la Tierra para lo cual no duda en enviar una figura como esa, digna de reverencia y respeto.Así se puede ver en este relato legendario que recoge un romance asturiano:
En la ciudad de León/ Dios me asista y no me falte,
vive una fermosa niña/ fermosa de lindo talle.
El Rey namoróse della/ y de su belleza grande,
aún no tiene quince años/ casarla quieren sus padres.
El Rey le prende al marido/ que quiere della vengarse,
ella por furtarse al Rey/ métese monja del Carmen.
Allí estuvo siete años/ a su placer y donaire,
de los siete pa los ocho/ a Dios le plugo llevarle.
Por los palacios del Rey/ peregrina va una tarde
con su esclavina ahujerada/ sus blancos hombros al aire.
Lleva su pelo tendido/ parece el sol cuando sale.
-¿Dónde vienes peregrina/ por mis palacios reales?.
-Vengo de Santiago, Rey,/ de Santiago que vos guarde
y muchas más romerías,/ plantas de mis pies lo saben.
Licencia traigo de Dios: /mi marido luego dadme.
-Pues si la traes de Dios/ excuso más preguntarte.
-Sube, sube, carcelero/ apriesa trae esas llaves
y las hachas encendidas/ para alumbrar a este angel.
Dios os guarde, condesillo/ harto de prisiones tales.
-Dios os guarde, la condesa,/ porque siempre me guardasteis.
-No pienses que vengo viva,/ que muerta vengo a soltarte,
tres horas tienes de vida,/ una ya la escomenzastes,
tres sillas tengo en el cielo/ una es para tú sentarte,
otra para el señor Rey/ por esta merced que hace
y otra será para mí/ pues mi alma de penas sale.
Estando en estas razones/ oyera al gallo cantare.
Adiós, adiós que me voy/ ya no puedo más hablarte
que las horas de este mundo/son como soplo de aire (16).
Una breve reflexión sobre el canto del gallo:en casi todas las civilizaciones se consideró a este animal no sólo como la imagen de la fertilidad -recordemos su asimilación al espíritu del grano y su decapitación como rito que simbolizaba la recogida de la cosecha- sino también como verdadero precursor de la luz, del día, de la vida.Abundantes testimonios nos recuerdan que durante los primeros siglos del Cristianismo, la Iglesia luchó contra la costumbre popular de animar con gritos a la luna para que no se extinguiera, pues su desaparición traería las tinieblas sobre la Tierra y el dominio de los espíritus del mal.Máximo de Turín nos lo recuerda en su sermón sobre el oscurecimiento de la luna:"Hace unos días me había enojado muchísimo contra vuestra excesiva avaricia, cuando precisamente el mismo día, al anochecer, se levantó tal alboroto entre la gente que llegó hasta el cielo.Al preguntar el por qué de tal griterío, se me contestó que aquellos gritos ayudaban a la luna en sus apuros y aquellos alaridos servían para detener su oscurecimiento" (17).Cuentos y leyendas de diferentes culturas abundan sobre la idea de que los demonios siempre trataban de ennegrecer la luna para que las tinieblas se apoderasen de la Tierra.Los paganos, con sus gritos, imitaban el canto del gallo, cuyos cacareos tenían la virtud de ahuyentar diariamente a los monstruos y fantasmas nocturnos y acabar con el sufrimiento de la luna.Por eso Bernardo de Worms, en su Decretorum libri XX, pregunta en confesión a sus feligreses:"¿Has creído lo que suelen creer algunos, que necesitando salir de casa antes de que amanezca, lo dejan para después y no se atreven porque dicen que es peligroso salir antes del canto del gallo, y que los espíritus inmundos de la noche tienen poderes maléficos mayores antes del canto del gallo que después, y tiene más fuerza el gallo para ahuyentarlos y vencerlos con su canto que la divina inteligencia que hay en el hombre con su fe y con el signo de la cruz?" (18).Bernardo de Worms trataba de erradicar esa costumbre porque era práctica común, al igual que cientos de años después lo seguía siendo el que los mozos acabasen sus cantos de ronda nocturnos y los cantos romeros con el grito que imitaba el canto del gallo y que se denominaba ijujú, ujujú, aturuxo, irrintzi, richido, gucín, chipilío, jisquío y de muchas más formas cuyos baladreos a más de un investigador le parecieron el quiquiriquí de un gallo con trémulos escalofriantes (19).

4.Hecho este paréntesis volvamos al tema que nos ocupa y en concreto al cuarto apartado de esta clasificación en donde he incluido algunos de los temas musicales y literarios que presentan al peregrinaje y al viajero como alegoría de la lejanía y a su ropaje como hábito externo y por tanto susceptible de ser utilizado con abuso o engaño.Entre las imágenes más poéticas del primer tipo están las que identifican al peregrino con la lejanía o con la distancia.Una de las más hermosas tonadas del primer Renacimiento español nos trae esa figura:el romero como el mensajero del amor ausente, según Juan del Encina.
Romerico tú que vienes/ de donde mi vida está
las nuevas de ella me da.
Dadme nuevas de mi vida/ así Dios te dé placer
si tú me quieres hacer/ alegre con tu venida.
Que después de mi partida/ de mal en peor me va,
las nuevas de ella me da.
Ya hemos conocido el caso -a través del repertorio romancístico-, de la romera como vocero divino que viene con una orden del cielo.Semejante asunto nos ofrece el tema de "El Palmero", en el que un peregrino (al que la tradición convierte después en una aparición femenina) con el cual se encuentra el protagonista, le comunica la muerte de su enamorada:
Yo me partiera de Burgos/ para ir a Valladolid
encontré con un palmero/ quien me habló y dijo así:
Dónde vas tú, el desdichado/ dónde vas triste de ti,
oh persona desgraciada/ en mal punto te conocí
muerta es tu enamorada/ muerta es, que yo la vi,
las andas en que la llevan/ de luto las vi cubrir
los responsos que le dicen/ yo los ayudé a decir...
Desque aquesto vi, mezquino,/ en tierra muerto caí.
A la lista de viajeros mensajeros habría que añadir el personaje que en el romance dieciochesco titulado "La linda deidad de Francia", tomado de la Victoria y triunfos de Cristo y glosado por el poeta popular Pedro Navarro (20), llega de tierras lejanas a comunicar al Duque de Tolosa -alejado del mundo y convertido en ermitaño- que su sobrina ha seguido un camino de perdición para su alma y anda en malos pasos:
Al fin de los dichos años/ que ya quedan referidos
por la espesura de un monte/ de aquel escusado sitio
huyendo de la inclemencia/ del invierno y de sus fríos
a las puertas de la ermita/ un mísero peregrino
llegó buscando su albergue/ y el ermitaño benigno
diole posada gustoso/donde trataron distintos
misterios que en este mundo/ por experiencia se han visto.
Otro caso de separación es el de la condesita que, vestida de romera, sale a buscar a su esposo tras años de esperar inútilmente su regreso.Después de haber hallado al marido, éste le demanda nuevas de su lugar de origen:
-Dadme limosna, buen conde, /por Dios o por caridad.
-Vete con Dios peregrina/ que no tengo qué te dar.
-Algún día en tu palacio/ limosna solías dar.
-¿De dónde es la peregrina/ de tan hermoso mirar?.
-Soy de Lombardía, buen conde,/ de aquella noble ciudad.
-Dígame usté peregrina/ ¿qué se cuenta por allá?.
-Del señor conde de Lara/ poco bien y mucho mal
porque ha dejado un cariño/ de quince años, poco más (21).
También aparece -no podía ser de otro modo- el atuendo del peregrino como símbolo de penitencia, símbolo que deben ostentar todos aquellos que carguen con una culpa de la que quieran obtener perdón.Un romance neoclásico que actualiza la antigua leyenda de San Julián y Santa Basilisa, narra en octosílabos cómo el santo mata por equivocación a sus padres que han llegado a su casa vestidos de peregrinos y cómo para poder obtener el perdón de Dios viaja a la ciudad santa a postrarse ante el papa ataviado con los mismos hábitos que sus progenitores llevaban al morir:
En fin, fue tanta la pena/ el dolor y desconsuelo
de Julián y de su esposa/ que al instante se partieron
a Roma a que los absuelva/ el pontífice supremo.
En traje de peregrinos/ y con los vestidos mesmos
de sus dos difuntos padres/ toman el camino luego.
Confesaron su pecado/ con el sucesor de Pedro
quien les dio la absolución/ de su llorado defecto.
En un hospital se meten/ para servir de enfermeros
a los pobres de la casa/ la caridad ejerciendo
A veces, como ya hemos tenido ocasión de comprobar en alguno de los casos comentados, la indumentaria pobre del peregrino esconde otra personalidad y otros ropajes.La condesita, por ejemplo,
tenía zapato raso/ se lo puso cordobán
tenía basquiña seda/ se la puso de sayal
y un bordón y una esclavina/ para poder navegar.
Gaiferos y su tío Roldán, en un romance del ciclo carolingio, se van de peregrinos al castillo de la madre del primero, para tomar venganza del padrastro:
A las puertas de mi madre/ pediremos caridad
por dentro iremos de seda/ por fuera roto sayal.
Esta constante de utilizar el sayal y la esclavina como disfraz no es nueva.El propio demonio había tentado de esta guisa a muchos santos y a uno de esos casos nos remitimos: el de San Alejo
Mas el común enemigo/ que frustrar su intento piensa
en traje de peregrino/ con el Santo Alejo encuentra
y después de saludarlo/ con preguntas y respuestas
le vino a decir que en Roma/ había noticias nuevas
y eran que un senador/ y persona de gran cuenta
había casado a un hijo/ con una hermosa doncella
hija del emperador,/ y no haciendo caso de ella
la dejó.Mas ella viendo/ el menosprecio ha hecho entrega
de su sensual apetito/ a hacerle toda la ofensa
posible por deshonrarlo/ y está entregada a torpezas (22).
No es extraño pues que el atuendo (a veces disfraz) despierte de cuando en cuando algún recelo en la gente común.Así lo expresa Doña Mariana cuando en el romancillo hexasilábico de "La dama pastora", se siente burlada por Don Bueso:
Diérale yo el pan/ al falso romero
diérale yo el pan/ cogiérame los dedos.
Y así parece sentirlo también la engañada de aquella cancioncilla que dice:
Aquel romerico palmel,/ soga en él (23).
Todos estos ejemplos parecen dar la razón al refrán que reza:
Los peregrinos, muchas posadas y pocos amigos.
Sin embargo, mucho más ajustada y razonable es la reflexión de Sebastián de Horozco en su Teatro Universal, cuando lejos de la injusta generalización hace a cada peregrino responsable de sus propios actos:
Mire bien quien cuerdo fuere/ en vivir bien cuanto va
que según lo que hiciere/ y en los pasos que anduviere
tal pago en fin sacará.
Si se emplea en burlerías/ hallarse ha después burlado
y de tales romerías/ salen tales venerías
según cada cual ha obrado.

Hemos hecho un breve recorrido a través del material, muy diverso en su origen y en su concepción, que menciona la figura del peregrino dirigiéndose a un lugar sagrado distante de su hogar, sea para solicitar perdón, sea para demostrar su sincera devoción o simplemente para emprender un recorrido que le renueve el cuerpo y el alma.Los desplazamientos son en tal caso, como digo, largos y las distancias se miden entre reinos o paises.Existe, sin embargo, esa otra romería de orden menor y de ámbito local en la que, de forma más colectiva que en el caso anterior, un pueblo se desplaza a un santuario o ermita relativamente cercanos al lugar en que vive para mostrar su afecto o veneración a una imagen sagrada.Ese rito lleva aparejado un ceremonial concreto cuyo proceso suele repetirse con leves variaciones en casi todos los casos:Hay un breve viaje inicial que tiene una preparación previa, hay ofrendas florales o de ramos, hay traslación aunque sea breve o periférica de la imagen, hay comida en común y, por último, regreso al punto de origen.La ida y la vuelta y a veces el día completo estarían además amenizadas por un tipo de canciones de camino que ya eran populares en la Edad Media y el Renacimiento y que incluso han llegado a nuestros días gracias a la Tradición con un sentido no muy lejano al que les dio origen:
Caminad señora/ si queréis caminar
que los gallos cantan/ cerca está el lugar.
En cualquier caso, y a partir del período romántico que tan ligado está al primer interés científico por el estudio de los hechos populares, las recopilaciones de temas locales ofrecen, de muy diversa forma y bajo clasificaciones distintas, canciones de romería.El primero que utiliza la denominación "cantos romeros" -si bien con un concepto muy amplio y significado distinto al que le estamos dando- es, a comienzos de nuestro siglo, Federico Olmeda.En el prólogo a la sección primera de su Folklore de Castilla o Cancionero popular de Burgos explica que, bajo ese epígrafe reúne todos los cantos que "no se usan como bailables ni son religiosos, sino que se cantan en otras ocupaciones sociales".Justifica el título alegando que la música de esos temas acompaña a la gente como "fidelísima compañera para alentarles en sus tareas" (24).La denominación parece tener éxito y, por esa época también, la utiliza Rafael Calleja en sus Cantos de la Montaña creando un apartado titulado "Tonadas de ronda y cantos romeros" (25).Felipe Pedrell, en su Cancionero Musical Popular Español (26)reúne en un capítulo que denomina "Coplas festivas y típicas de costumbres" varios temas de romería y escribe que, según su amigo Arana, remitente del material, esas coplas "forman en Galicia un grupo folklórico curioso y son generalmente improvisadas por la ciega del violín".Naturalmente, no puedo traer a esta conferencia todas aquellas estrofas que podrían improvisarse o echar de repente durante una romería y cuya oportunidad estaría más condicionada por el humor o la alegría de los romeros que por la referencia obligada a nuestro tema.Otro gran colector gallego, Casto Sampedro y Folgar, trae en su Cancionero Musical de Galicia un tema instrumental de romería y un romance estrófico titulado "A palmeira", que más parece un conjuro u oración:
Viñen eu da romeria/da romeria viñen eu
viñen eu da romaria/ co a variña do romeu
cheguei a veira do rio/cheguei a veira do mar
vin vir a Nosa Señora/ c`un ramalliño na man.
Eu pedinll`unha folliña/ y ela doumo seu cordon
que me daba sete voltas/ o redor do corazón.
Puxo o pe na barca d`ouro/ e arrimous`ao seu bordón
un anxel terma do vela/ otro terma do timón.
Leva o meniño no colo/ Jesús qué bonito é
era larguiño de perna/ era cortiño de pé.
Trai escravina de cunchas/ que collera na ribeira
y a cara mesmo parece/ unha pela de manteiga.
Meu amigo San Simón/ bendíceme este cordón
que che me da sete voltas/ o redor do corazón
o doumo Nosa Señora/ n`unha folla de limón (27).
Este tema, sea o no una oración, no hace más que recalcar, sin embargo, la importancia de las romerías cortas en Galicia, cuyo repertorio lírico menciona ya en el siglo pasado José Pérez Ballesteros ofreciendo de él una amplia muestra:
Miña nai e mai la tua/ as duas van na romaria
levan a roupa das festas/ deixan a de cada dia (28).
Aurelio de Llano publica en 1924 una breve selección de cantos de romería en Asturias, entre los cuales yo destacaría uno dedicado a la Magdalena que se venera en Monsacro:
Si vas a la Magdalena/ echa regatón al palo
para que pueda subir/ la del refajo encarnado.
Esta mención al recatón o palo de lanza expresa la importancia que para los romeros de cualquier lugar o destino tenía el uso del bastón largo, pieza que permitía, tanto a los viajeros como a los lugareños (sobre todo pastores), adelantar en su camino utilizando adecuadamente esa pértiga para saltar obstáculos, cortando por atajos y quebradas.Otra costumbre de esta romería, la de que el mozo trajera un cardo a la novia en señal de su cariño, también la recuerda Llano en su colección:
Si vas a la Magdalena/ de Pastrana traeme un cardo
a ti te sirve de alivio/ y a mí me das un recado (29).
Recordemos que ya Pitágoras aseguraba la atracción irresistible que despertaba en otra persona el ofrecerla la variedad de cardo Centum capita, también llamado cardo corredor, cuya principal cualidad, según se decía en el medio rural español, era la de evitar las escoceduras de las grandes caminatas.
Miguel Arnaudas en su Colección de Cantos populares de la Provincia de Teruel, publicada en 1927, añade al repertorio hasta ahora comentado unas "canciones y jaculatorias de romerías", mencionando detalles curiosos y especiales que aportan un tinte localista a la costumbre antigua del peregrinaje.La romería realizada por el vecindario de Mosqueruela a la Virgen de la Estrella, por ejemplo, tiene la particularidad de que " a ella no asiste mujer alguna -dice Arnaudas-, pero en cambio, aunque esté lloviendo en el día que ha de realizarse, van todos o la mayor parte de los hombres de la villa, sin faltar el ayuntamiento, a quienes acompañan muchísimos hombres también de dichos pueblos vecinos.Reunidos previamente todos los romeros en la iglesia a las doce en punto del expresado día último domingo de mayo, después de cantar en ella las citadas preces que anteceden a la letanía de los santos, comiénzase la marcha durante la cual se oyen con mucha frecuencia los toques de una campana de regular tamaño que un hombre lleva unida a una ancha faja" (30).
Don Antonio Rodríguez Moñino recoge, entre sus Dictados tópicos de Extremadura, una copla en la que se recomienda a los romeros extremeños que se dirigen a Guadalupe una ruta determinada:
Si vas a Guadalupe, / ve por Zorita
verás campos hermosos,/ niñas bonitas.
Circunstancia que el propio don Antonio certifica ser cierta por haberla experimentado él mismo en 1928 (31).
Arcadio de Larrea lleva a cabo, entre los años 1947 y 1950, una serie de viajes a Andalucía para recoger canciones y costumbres.Precisamente en uno de esos recorridos, y tras volver de la romería a la Virgen de la Peña, Larrea cambia totalmente su postura con respecto al flamenco a raiz de una impresión indeleble, una especie de "camino de Damasco" que transcribe por escrito:El cantaor Paco Isidro, en la reunión minoritaria que sigue a la cena, empieza a cantar por alegrías y, encontrándose verdaderamente a gusto, sufre una auténtica transformación, una transfiguración que afecta y emociona a todos los asistentes (pocos, según su relato y su final recomendación para tal tipo de cónclaves).Al hablar en ese mismo trabajo (32) de las funciones que podían dar origen a apartados especiales en la canción andaluza, menciona varias, pero se detiene especialmente en los temas de romería y transcribe uno que, según sus palabras, se canta a caballo:
Hay caballos con fortuna/ que van a la Peña y vuelven
el mio es tan desgrasiao:/ de la Balsita se vuelve.
Con el farolé/ arriba caballo mio
Ten con ten/ despasito y buena letra
Olé y olé.
En ese mismo estudio habla de las danzas realizadas en dos romerías concretas, las de Puebla de Guzmán y el Cerro de Andévalo,e incluso menciona -al estudiar brevemente los instrumentos del sur- la carrañaca como instrumento romero que él mismo había visto tocar en el Rocío, cuya ceremonia "abunda en elementos de una vieja cultura de pastores", según sus palabras.
Joan Amades, el infatigable recopilador catalán, publica entre sus materiales de folklore de Cataluña que vieron la luz en forma de Cançoner en 1951, un tema que, procedente de unos gozos decimonónicos, cantaban los romeros que iban a Montserrat:
El romeu i la romera/ van a misa a Monserrat
la romera va descalça/i el romeu va descansat.
El romance repite el hecho legendario según el cual una romera embarazada, camino del santuario catalán, ve llegada la hora del parto.Al ver que está lejos de poblado se encomienda a la Virgen, que baja en persona a ayudarla.Agradecida, la romera le ofrece a su propio hijo para que sea fraile, monje o abad del monasterio.Santa María responde que "sera un angel del cel, assegut al meu costat".Los viejos peregrinos que iban al monasterio, termina diciendo Amades, recordaban una piedra sobre la que vino a posarse la Virgen y ante la cual se arrodillaban los viajeros y la besaban (33).
Un año después, en 1952, Sixto Córdova y Oña saca a la luz el tercer tomo de su Cancionero popular de la Provincia de Santander.Bajo el epígrafe de "cantos romeros"reúne 238 canciones y melodías que, en sentido estricto y ajustándonos a la terminología, constituyen la mayor y más completa colección de temas de romerías locales.Una rápida ojeada sobre el material revela bien pronto, sin embargo, que el anciano presbítero consideraba canto de romería cualquier tonada que pudiera ser escuchada en alguno de los muchos actos que rodeaban la peregrinación:preparación de viaje, traslación de imagen, procesión, comidas campestres con sus bailes correspondientes y regreso del ritual.Hay que reconocer, no obstante, que ofrece abundante información sobre este tipo de costumbres en Santander y que además incluye muchas coplas obligatoriamente cantadas en el trayecto, como la que dice:
De la romería vengo,ole y anda/ y avellanas traigo pocas
para los mozos del pueblo/ buenas son ya las bellotas.
O la otra:
Vengo de la romería/ de la romería vengo
no traigo más que una pera/ y esa me la voy comiendo.
Don Sixto acaba su trabajo con un pequeño sermón, muy acorde con la época, con su talante y con su oficio, en el que no se priva de dar consejos morales:"Por fortuna volvemos al sentido juicioso de la realidad y acertaremos a ordenar ciertas disparatadas modas, como es, por ejemplo, que las mozas vayan a la romería -peor para ellas- a la caída de la tarde, que es precisamente la hora a que antes se volvía de las fiestas" (34).Don Sixto, obsesionado por cosas tan peregrinas como la influencia del seis en su vida (se llamaba Sixto o sexto, había nacido el 6 del VI del 69 y cuando se asomaba a la ventana del seminario, por ejemplo, que era el número nueve de la calle, veía al revés la placa, que ostentaba un hermoso número 6), es sin embargo el único colector -pese a su extravagancia, o tal vez por eso mismo-que se atreve a publicar un cuadro, sobre una encuesta de 1500 canciones, con el número de cantos romeros que están en modo de MI (28 de 174 analizados).Este tomo, junto al publicado por Pedro Echevarría Bravo con el título de Cancionero de los peregrinos de Santiago (35),sería una lectura básica para quien quisiera adentrarse en este tema, al que espero haber contribuído al menos con esta rápida visión histórica.Muchas gracias.

Joaquín Díaz

Notas
(1)Cfr.Mircea Eliade.El mito del eterno retorno. p.75.Alianza Emecé.Madrid,1972
(2)Jacob Grimm:Deutsche Mythologie, 1835
(3)Luys de Narváez:Los seys libros del Delphin de musica de cifra para tañer vihuela. Sesto libro, folio VII.Diego Hernández de Córdova, Valladolid, 1538
(4)J.M.Cossío y Tomás Maza Solano:Romancero Popular de la Montaña. Tomo II, p.217.Librería Moderna, Santander, 1933
(5)Braulio Vigón:Asturias. p.189. Reedición Biblioteca Popular Asturiana, Oviedo, 1980
(6)Cossío.Op.cit..Tomo II, p.54
(7)Kurt Schindler:Folk Music and Poetry of Spain and Portugal.Hispanic Institute, New York, 1941
(8)Cossío:Op.cit. Tomo I, p.357
(9)Vicente García de Diego:Antología de Leyendas.Tomo I, p.391. Editorial Labor, Barcelona, 1958
(10)En Marcelino Menéndez Pelayo:Antología de Poetas Líricos Castellanos.Tomo VIII, nº 137. CSIC, Madrid, 1945
(11)Joao David Pinto Correia:Os Romances Carolingios da Tradiçao Oral Portuguesa. INIC, Lisboa, 1992
(12)Sebastián de Horozco:Teatro Universal de proverbios. Ed.José Luis Alonso Hernández. Universidad de Groningen-Universidad de Salamanca, Salamanca, 1986
(13)Gonzalo de Berceo:Milagros de Nuestra Señora.Ed.J.M.Rozas. Plaza y Janés, Madrid, 1986
(14)Cantigas de Santa María de Don Alfonso el Sabio.Ed.Real Academia Española, Madrid, 1889
(15)Cfr.Fernando Alonso Romero:O camiño de Fisterra. pp. 35 a 37.Xerais, 1993
(16)Juan Menéndez Pidal:Colección de los viejos romances que se cantan por los asturianos. Hijos de J.A.García, Madrid, 1885
(17)Máximo de Turín:De defectione lunae.Sermo XXX
(18)Bernardo de Worms:Decretorum.Libri XX
(19)Sixto Córdova y Oña:Cancionero Popular de la Provincia de Santander. Excma.Diputación, Santander, 1980
(20)En Agustín Durán:Romancero General. BAE (Reed.Atlas), Madrid, 1945
(21)Cossío:Op.cit., nº87
(22)Durán:Op.cit.
(23)Margit Frenk Alatorre:Corpus de la antigua lírica popular hispánica. nº683. Castalia, Madrid, 1987
(24)Federico Olmeda:Folklore de Castilla o Cancionero Popular de Burgos.Librería de María Auxiliadora, Sevilla, 1903
(25)Rafael Calleja:Cantos de la Montaña. Asilo de Huérfanos, Madrid, 1901
(26)Felipe Pedrell:Cancionero Musical Popular Español. Boileau, Barcelona, 1958
(27)Casto Sampedro y Folgar:Cancionero Musical de Galicia. Fund. Barrié de la Maza, La Coruña, 1982
(28)José Pérez Ballesteros:Biblioteca de las Tradiciones Populares Españolas. Reed.Akal, Madrid, 1979
(29)Aurelio de Llano:Esfoyaza de cantares asturianos. Reed.Biblioteca popular Asturiana, Oviedo, 1980
(30)Miguel Arnaudas:Colección de cantos populares de la provincia de Teruel. p.213.Marín, Zaragoza, 1927
(31)Antonio Rodríguez Moñino:Dictados tópicos de Extremadura.
p.195.Antonio Arqueros, Badajoz, 1931
(32)Arcadio de Larrea:La canción Andaluza.Publicaciones del Centro de Estudios Históricos Jerezanos, Jerez, 1961
(33)Joan Amades:Folklore de Catalunya.Cançoner p.643.Selecta, Barcelona, 1951
(34)Córdova:Op.cit.Tomo III
(35)Pedro Echevarría Bravo:Cancionero de los peregrinos de Santiago. Centro de Estudios Jacobeos, Madrid, 1971