Joaquín Díaz

PRESENTACION DEL LIBRO DE LA AGENCIA ICAL SOBRE FOTOGRAFÍA


PRESENTACION DEL LIBRO DE LA AGENCIA ICAL SOBRE FOTOGRAFÍA

Reflexiones sobre la fotografía

04-06-2003



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Entre los cientos de ismos que podrían caracterizar o dar nombre al arte del siglo XX –todavía es pronto para hablar del XXI- yo me quedaría con la instantaneidad. El individuo de nuestra época ha sido capaz de convertir el instante –eso que Aristóteles llamaba el “simple accidente del tiempo”- en un vislumbre de su propia y diversa actividad; el instante deja de ser así el fin del pasado y el comienzo del futuro para entrar, por derecho propio, dentro del universo de lo artístico, ese ámbito que resiste el transcurso de la historia e invita a la admiración o a la reflexión. La fotografía ha entrado ya en los museos de arte contemporáneo desplazando a otras formas y técnicas con facilidad y rapidez. Sin embargo el enemigo más cruel de la instantánea, por extraño que parezca, es la propia prisa: el ojo necesita precisión y la mente serenidad para concretar con talento y oportunidad un momento abstracto...El aliado mayor, la tecnología y el abaratamiento de los costes, que permiten luego seleccionar entre muchos instantes y desechar todos aquellos que no respondan a nuestra intención.
Esta capacidad de seleccionar lo mejor o más trascendente del pasado –los principales hechos sucedidos en el término de un año, por ejemplo- y convertirlo en testimonio para el futuro es, como digo, una cualidad del siglo que acabamos de dejar y al mismo tiempo su atestación más fiel con todo lo que eso significa. Porque la palabra suceso, que solemos aplicar a los especiales momentos retratados, significa tanto la cosa que acontece como el mismo transcurso del tiempo. Hay por tanto en la intención de reflejarlo en imágenes un quehacer fedatario y una aceptación “condicionada” del panta rei: en efecto, todo pasa pero yo, fotógrafo, notario de éste o de aquel acontecimiento, dejo mi visión única e irrepetible de los hechos para


que la historia los analice, los estudie o los interprete. Y no sólo dejo esos hechos reflejados sino que al hacerlo les doy trascendencia. Los pintores del XVIII o del XIX estaban obligados por una especie de ley a retratar personas serias y momentos solemnes. La fotografía –y en particular la fotografía de prensa actual- se salta esa norma y se permite captar sonrisas y ocasiones oportunas. Por eso decía antes que en el siglo XX ha sido más importante el instante que lo que sucedía en él; más destacable la casualidad que la causalidad. Hoy se presenta una selección magnífica de hermosas casualidades –porque no hay preparación en ellas- que tuvieron una causa. Al observador se le incita a interpretar, a imaginar, a juzgar la instantánea; las propuestas son múltiples pero abunda, porque es una necesidad también de nuestro tiempo, el individuo, las personas, los grupos. Todo el mundo sabe que las más apreciadas fotografías convertidas en tarjetas postales a comienzos del siglo XX son las que tienen figuras, las que reflejan a seres humanos en diversas actitudes o simplemente mirando a la cámara con sorpresa o con curiosidad. El XXI inicia su andadura con valores similares: el individuo es el centro de todas las cosas y su actividad el objeto de nuestra atención. Lo que puede haber variado, tal vez, es la intención de la estética; ya no es, desde luego, la belleza la última intención de esa estética, como demostró Aristóteles y se aceptó hasta tiempos recientes, sino la fuerza, el impacto que una imagen pueda tener en nuestra sensibilidad, en nuestra emoción o en nuestro sentimiento. Esta es la impresión que, a vuelapluma, me han sugerido estas instantáneas que la Agencia Ical identifica como esenciales de un año y cuya presentación acoge El Corte Inglés con la generosidad acostumbrada.