Joaquín Díaz

PARA EL DICCIONARIO DE ETNOLOGIA DEL CSIC


PARA EL DICCIONARIO DE ETNOLOGIA DEL CSIC

Sobre las adivinanzas

25-05-2001



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Adivinanza. La adivinanza o enigma es un juego intelectual, en forma de composición breve en verso o prosa, por medio del cual una persona propone una pregunta (cuya respuesta ya conoce) en términos ambiguos, para que otro intente acertarla. El juego y la ambigüedad son componentes inseparables del género; el primero porque tras la metáfora o el concepto oscuro siempre se esconde el deseo de contender o vencer a un contrincante utilizando medio tan lícitos e ingeniosos como puedan serlo la palabra o la frase. La expresión ambigua, que da cierta ventaja inicial a quien pregunta y conoce de antemano la solución, hizo que algunos estudiosos buscaran paralelismos entre el enigma y los oráculos, similitud infundada por otra parte pues, como bien se sabe, las Sibilas contestaban a una pregunta y era esa contestación, formulada en términos crípticos, la que había de ser interpretada. Caso distinto es el de la Esfinge de Tebas vencida por la sagacidad de Edipo o el de Homero puesto en ridículo por los pescadores al ser incapaz por su ceguera de entender el enigma que le proponían. Algún ejemplo más como el de Sansón contenido en la Biblia (Jueces 14, 12-19) sirven para demostrar la antigüedad y difusión del género que ha tenido en España cultivadores tan excelentes como Berceo, el arcipreste de Hita, don Juan Manuel, Juan del Enzina, Sebastián de Horozco, Alonso de Ledesma, Miguel de Cervantes, Cristóbal Pérez de Herrera, Félix Lope de Vega, Luis de Góngora y otros muchos.

Muchas, y no siempre claras, han sido las voces utilizadas para denominar al juego; algunas, como enigma, pregunta o acertijo, tienen un contenido semántico; otras como quisicosa o cosa y cosa se basan en la fórmula inicial con que tradicionalmente se hace la pregunta; las hay, finalmente, que, como adivina o adivinanza combinan ambos modelos. Esta última, por ejemplo, pese a haber sido utilizada ya en el Libro de Apolonio, tiene poco más de un siglo de antigüedad con el sentido que actualmente se le da. Antonio Machado y Alvarez confiesa en 1880 (Colección) no conocer definición alguna del término y él mismo titula su colección, "de enigmas y adivinanzas", dando preeminencia al vocablo tradicional -enigma- que había servido para designar al género durante cuatro siglos largos. Fernán Caballero años antes se había atrevido a utilizar adivinas junto a la palabra acertijos, definida ya en el Diccionario de Autoridades con el sentido de "duda intrincada y oscura que se propone para que se descifre y declare"; este mismo Diccionario, que sí incluye la voz adivinanza, nos da la clave, sin embargo, del por qué no se utilizó tradicionalmente para definir el juego, pues se la equipara con "adivinación" y se advierte que "es un vivio mui grave, opuesto a la virtud de la Religión". A Demófilo, pues, se debe que el Diccionario de la Lengua Española contase con una acepción más que, por otra parte, ya estaba ampliamente difundida y aceptada en idiomas del mismo tronco que el castellano como el catalán (endevinalla), el francés (devinaille, devinette), el italiano (indovinella), etc; este hecho, junto al uso que popularmente se hacía ya de ella como fórmula (recuérdese que Fernán Caballero incluye en la obra citada "adivina adivinanza/¿cuál es el ave que no tiene panza?. El Ave María") vino a determinar que Machado devolviese a la palabra el aspecto lúdico evitando cualquier significación mántica. Fue él mismo, por otra parte, quien primero trató de diferenciar los tres términos más frecuentes con que se conoce este entretenimiento, es decir, enigma, adivinanza y acertijo; según su criterio, el enigma (al que identifica con cosa y cosa) puede ser culto o popular, añadiendo que este último dio origen al primero, al decir del Almirante Don Fabrique y de Cervantes. Al acertijo le da una categoría inferior que a la adivinanza, concluyendo que está más cerca del refrán y que "se expresa en forma prosaica". De la adivinanza, aunque no da una definición clara, defiende que es "hija del ingenio y de una relación puramente exterior y formal" requiriéndose intuición para resolverla y diferenciándola de la charada, que sólo necesita de paciencia para descifrarla. En términos parecidos se expresan Gárfer y Fernández (Adivinancero) quienes encuentran una equivalencia "en la estructura profunda del lenguaje" de acertijo y adivinanza, diferenciándolos "según su expresión formal nos llegue a través de la prosa o del verso". En general, casi todos los autores coinciden en afirmar que la adivinanza, como expresión tradicional viva, se caracteriza por manifestarse a través de versos (isosilábicos o heterosilábicos), alejándose así de cualquier similitud con colmos, acertijos, comparaciones, charadas, etc. Esta precisión, sin embargo, compete sólo a los estudiosos y rara vez a quienes se encargan de crear o transmitir esas ingeniosas fórmulas; de los estudiosos es, asimismo, el sistema para clasificar los diferentes tipos de adivinanzas: Robert Petsch (Volkrätsels) atiende a peculiaridades de estilo, mientras Robert Lehmann-Nitsche (Adivinanzas rioplatenses), Archer Taylor (Riddles) o Stanley L.Robe (Panamá) prefieren establecer una tipología basada en el contenido, creando Taylor doce apartados (1 algo vivo, 2 un animal, 3 animales, 4 una persona, 5 personas, 6 plantas, 7 cosas, 8 enumeraciones, 9 comparaciones, 10 detalles de forma, 11 detalles de color, y 12 actos característicos) y Robe cuatro más (1 la respuesta está contenida en la adivinanza, 2 problemas, 3 preguntas, y 4 cuentos). Gárfer y Fernández inventan una clasificación estructurada en diez grupos (1 antropomórfico, 2 fitomórfico, 3 comparativo, 4 descriptivo, 5 narrativo, 6 trabalenguado, 7 criptomórfico, 8 burlesco, 9 cosificado, 10 doctrinal). Otros autores, finalmente, establecen un orden alfabético según la solución (Demófilo) o según la pregunta (Díaz-Martín).

Desde el momento en que la adivinanza consiste en una pregunta y una respuesta, aglutina dos momentos distintos que requieren un proceso diferente. La pregunta permite enunciar generalmente una proposición de tipo universal que acerca al tema ("muchas damas en un agujero", por ejemplo), a la que sigue otra particular en la que se encuentra la respuesta y que ofrece una disyuntiva cuya solución ha de buscarse a fuerza de ingenio ("y todas visten de negro"). La respuesta debe atravesar por tres etapas: a) asociación de ideas ("damas", luego es femenino; "en un agujero", luego es algo que está en tierra, tal vez un animal); b) eliminación de conceptos u orientaciones superfluos ( si "todas visten de negro" es que son negras de color, tal vez insectos); y c) elección del término adecuado (insectos de color negro, de género femenino, que anidan en grupo dentro de un agujero, inclina a pernsar que puedan ser hormigas).

No ha variado la adivinanza su funcionalidad -lúdica, como comprobación del ingenio, y didáctica- aunque ha visto reducidas las vías de creación culta a partir del siglo XVIII, alterando en buena medida (a partir de los comienzos del XX y con mayor fuerza desde mediados de este siglo) el ámbito de su difusión, pasando de la familia a los centros de educación donde, gracias a sus aplicaciones pedagógicas sobre todo en el campo del lenguaje, mantiene una existencia bastante "natural" no exenta de evolución gracias a las nuevas creaciones que dentro del cauce estilístico ya mencionado, se van produciendo.



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