Joaquín Díaz

LOS MOZÁRABES Y SAN CEBRIÁN


LOS MOZÁRABES Y SAN CEBRIÁN

Sobre la iglesia de San Cipriano

21-09-2012



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Los mozárabes fueron los españoles que, durante la dominación musulmana y en territorio ocupado, conservaron la religión católica. Al mantenerse como tributarios de los gobiernos musulmanes, éstos les permitían tener ciertos derechos y una vida en común. De esa época proceden palabras corrientes que todavía usamos como alguacil o alarife. En el siglo X arreció la persecución y el hostigamiento a los cristianos en ciudades como Córdoba y muchos mozárabes huyeron hacia el norte asentándose en lugares como Wamba o San Cebrián. En la conquista de Toledo por Alfonso VI algunos de los mozárabes que vivían allí le ayudaron decisivamente, concediéndoles posteriormente por ello un fuero con privilegios abundantes. Además conservaron su rito particular en sus parroquias, rito que se hubiera perdido si Cisneros no lo hubiese instaurado en una capilla de la misma catedral de Toledo gracias a una bula del papa Julio II. Ese rito, llamado también romanovisigótico, que había sido abolido en Castilla en 1078 con gran resistencia del pueblo, se mantuvo en una capilla de la catedral hasta nuestros días. Algunos autores refieren la leyenda de que, al conquistar Alfonso VI Toledo en 1085 y ver la resistencia que oponían algunos mozárabes al rito romano, decidió hacer dos pruebas tradicionales, la del duelo y la del fuego, para demostrar ante el pueblo la decisión divina. Un caballero francés –representando al rito romano- y otro español –por el mozárabe- lucharon y ganó el español, con lo que tuvieron que pasar a la siguiente prueba. Arrojaron después dos misales al fuego y el romano saltó fuera de la hoguera ileso mientras que el mozárabe quedó entre las llamas sin ningún daño...Se decidió, por tanto, que el rito romano se extendiera por todas partes y el mozárabe se circunscribiera a algunas parroquias –concretamente seis, de Toledo. En Salamanca, Rodrigo Arias, llamado el doctor de Talavera, hizo una fundación por la que se debían de celebrar seis misas al año según el antiguo rito.
La misa mozárabe tenía tres partes, como la romana: oblación, consagración y sunción. Entre estas dos últimas, el sacerdote fraccionaba la Sagrada Forma en ocho partículas que representaban la corporeidad, el nacimiento, la circuncisión, la aparición en público, la pasión, la muerte, la resurrección, la gloria y el reino de Cristo. Esas partes tenían su representación en la propia forma de la iglesia que tenía la apariencia de la cruz. Se supone que la liturgia mozárabe se celebraba con cierta movilidad por todas las partes del templo, lo que explicaría la existencia de cuatro ábsides en los cuatro extremos de la cruz.
En San Cebrián, iglesia edificada en el siglo X, llama la atención la espléndida nave, los arcos de herradura con entrantes muy cerrados, la reutilización de columnas de edificaciones anteriores y los capiteles, con decoración de influencia bizantina que se extendió por el mediterráneo. Algunos pilares cruciformes recuerdan un tipo de arquitectura asturiana de procedencia romana poco utilizada en esa época en el resto de Europa.
Juan Agapito y Revilla y Vicente Lampérez visitan juntos la iglesia de San Cebrián en 1902 y, a partir de ese momento, se crea una necesidad de declarar monumento nacional a tan particular iglesia, cosa que sucede en 1917. Constantino Candeira hace una restauración antes de la guerra civil, haciendo cubrir el pozo que, según antiquísima tradición se encontraba en el centro de la nave principal, y que servía en la noche de San Juan para el rito de pasar por encima de él a los niños quebrados. En un concurso convocado por la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción a comienzos del siglo XX se dio una mención a un cuadro, hoy perdido, que representaba la escena.