Joaquín Díaz

PRÓLOGO A UN LIBRO DE ARTESANÍA


PRÓLOGO A UN LIBRO DE ARTESANÍA

Sobre la artesanía y sus mantenedores

25-05-2001



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Pedro Tafur en sus Andanças e viajes de un hidalgo español (escrita poco antes de la mitad del siglo XV), es quien primero utiliza en castellano -si no me falla la memoria- la palabra artesano. Viajando por Europa (Viena, Budapest) se encuentra con personas dedicadas a oficios mecánicos o manuales cuya actividad gremial es sinónimo de progreso y riqueza para una ciudad. Poco después Antonio de Nebrija, en su Vocabulario de romance en latín llama artesano al "oficial de alguna arte", lo cual podría traducirse como maestro en algún oficio para cuyo ejercicio son necesarias las manos y unas normas concretas. Covarrubias puntualizaría la significación del vocablo en su Tesoro de la lengua castellana o española aparecido un siglo y pico más tarde, definiendo al artista o artesano como "el mecánico que procede por reglas y medidas en su arte y da razón de ella".
Probablemente el artesano de nuestros días sigue guiado por el mismo espíritu que alentó determinados oficios en el Medievo o el Renacimiento, aunque tal vez no tenga ya la seguridad de que su quehacer va a incidir de forma determinante en la prosperidad o en el desarrollo económico de su país. La Sociedad acepta y destierra modas que colocan sobre la cresta de la ola o sumergen en las profundidades abisales a determinados trabajos y a quienes los practican. Menestrales y menestriles -artesanos y músicos, artistas ambos- se daban las manos en épocas pretéritas (sobre todo en su esfuerzo por realizarse con dignidad,personal y profesionalmente) y coinciden hoy todavía en lo esencial, es decir en la "fabricación" de algo artístico en cuyo proceso intervienen no sólo unas normas, que atañen a la forma y a los materiales y que constituyen la base empírica de su dedicación, sino también el ingenio y la fantasía del artista que firma y sella con su aportación personal la obra realizada. Seguramente es responsabilidad de la propia Sociedad -de todos, en suma- la consideración y el respeto que deben merecer quienes conservan técnicas y materiales milenarios poniéndolos al mismo tiempo al día gracias a su formación específica y actualizada y a su talento.