Joaquín Díaz

Editorial


Editorial

Parpalacio

El mundo rural y las nuevas tecnologías

30-06-2013



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La página web de la Fundación resume, en estos momentos, buena parte de las intenciones y propósitos asumidos desde hace años por nuestra institución: proporcionar todo tipo de facilidades para la consulta de los fondos en ella depositados para pública consulta y que esas facilidades no tengan fronteras ni obstáculos. Muchas de las personas que confían en el trabajo de la Fundación probablemente no la visitarán físicamente nunca y eso nos obliga aún más a estar presentes en los principales buscadores de internet, un mundo que crece y se diversifica por momentos habiendo aportado en los últimos años novedades tan importantes y participativas como la Web 2.0 y la Web 3.0. Dotar de facilidades al usuario y crear un lenguaje comprensible para los ordenadores y quienes los manejan parece ser un reto perfeccionable en el futuro inmediato y en el que ya estamos inmersos por vocación y por necesidad. Nuestra página ocupa aproximadamente -según los diferentes medidores- el número 70.000 entre las URL españolas y el número 900.000 entre las del mundo (¡piénsese que existen cien mil millones de páginas en el planeta!), lo que nos sitúa en un ventajoso lugar con respecto a muchas otras opciones y proyectos similares o aparentemente más ambiciosos.



En cuanto a las visitas físicas al edificio de la Fundación en Urueña estamos preparados para ofrecer información adicional para el visitante con la creación de lectores de códigos QR (de respuesta rápida) con los que cualquier persona podrá recibir en su propio móvil audios o videos complementarios sobre las piezas que está viendo durante la visita. Naturalmente, todo este trabajo, ya realizado y preparado para su difusión, sólo será posible si las grandes empresas –principalmente las de telefonía- clarifican y autentifican sus ofertas. Hace casi siete años el Diario ABC publicaba un reportaje sobre Urueña en el que, además de allegar diversas informaciones sobre el notable crecimiento de la Villa, hablaba de la llegada del ADSL a la población. Pues bien, tras aquel esperanzador anuncio que hubiese situado a Urueña entre las escasas excepciones del medio rural en las que iba a funcionar algo tan necesario y cotidiano en los núcleos urbanos, a día de hoy “ni está ni se le espera” (al ADSL). Es decir, que el hecho de estar situados a 10 kilómetros de la central más próxima y tener nuestras tasas de bajada/subida de datos en 2,30/0,25 Mbps, nos imposibilita para afrontar el futuro como a nosotros nos gustaría.


Nadie sabe explicar por qué desaparecieron culturas o cuál fue la causa de la caída de civilizaciones prósperas. Una de las respuestas podría provenir de un principio que sería aplicable también a los individuos que formaron parte de esas mismas civilizaciones: hay que conocer las fuerzas propias y saber calcular las posibilidades si se quiere ir más allá. Citius, altius, fortius, decía el barón de Coubertin a los deportistas que cifraban en su esfuerzo el avance para sus respectivas marcas pero recomendaba prudencia e inteligencia en el empeño. Cuando Columela quiso explicar por qué escribía un libro sobre agricultura -libro que por otra parte sirvió durante siglos para el aprendizaje de cientos de miles de agricultores- lo primero que se le vino a la mente fue que la culpa de que no hubiese frutos no era de la tierra sino de quien la cultivaba, por haber ido abandonándose y abandonando el cuidado de la misma. ¡Qué razón tenía el escritor gaditano y eso que aún estaba lejos la decadencia del imperio romano! La negligencia y la desidia son los mejores materiales para edificar la ruina, pero reconocerlo y evitar caer en ellas puede ser el mejor antídoto contra la herrumbre y el olvido. En España necesitamos urgentemente una revitalización y una poda a fondo. Las nuevas tecnologías parecen llenar la boca de los emprendedores y de quienes venden el porvenir pero hay que conocer las propias fuerzas. Castilla y León tiene una superficie inconmensurable y esas tecnologías sólo llegan a puntos muy concretos y muy escasos del territorio. Tal vez el progreso vaya por esos derroteros pero antes de embarcarse hay que conocer muy bien los mares que se cruzarán y las tormentas que nos sobrevendrán. El puerto al que nos dirigimos parece ser el futuro, pero si quien puede hacerlo no nos proporciona una nave adecuada y de sólida construcción -léase ancho de banda real para las empresas del medio rural- el futuro será imperfecto y el presente una mentira desesperante.