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Introducción
La comarca de Tierras Altas, en la zona septentrional de la provincia de Soria, ha sufrido los efectos de la despoblación como ninguna otra, dejando sepultadas, debajo de montones de piedras, infinidad de manifestaciones culturales peculiares de esta zona.
De Sarnago, localidad perteneciente al municipio de San Pedro Manrique, como de otras cercanas, salieron los últimos habitantes en la década de 1970.
Unos años después algunos de aquellos que abandonaron su lugar de nacimiento siendo muy jóvenes, y los hijos de éstos, decidieron no resignarse a abandonar para siempre sus propios recuerdos y honrar a los de sus progenitores. Este es el caso de un grupo numeroso de sarnagueses, que crearon la Asociación de Amigos de Sarnago en el año 1980 con el objetivo de reconstruir el pueblo en la medida de sus posibilidades. Así, con mucho esfuerzo han levantado una treintena de casas, mediante hacenderas lograron ampliar los servicios básicos, rescatar algunas tradiciones de antaño y desde hace diez años publican una revista anual que lleva su propio nombre.
Uno de los logros de la asociación es haber recuperado la Fiesta de las Móndidas y el Mozo del Ramo; no quieren resignarse, repiten orgullosos, a ser una generación pasiva que deje morir aquellas prácticas con las que se sienten muy identificados. En la actualidad se afanan por conseguir que se arregle el camino que llega al pueblo y que se les dé permiso para levantar de nuevo la iglesia.
La vistosa celebración de las Móndidas, colofón de la Semana Cultural en la que se realizan diversidad de actos, es cita obligada de los hijos del pueblo, invitados y curiosos, incluyendo profesionales de diversos medios de comunicación, españoles y extranjeros, deseosos de presenciar y relatar el acontecimiento que tiene lugar allí ese día.
Las Móndidas en el norte de la provincia de Soria
La fiesta de Las Móndidas se celebraba antaño en numerosos pueblos de la zona norteña soriana, en los territorios pertenecientes a lo que fue Comunidad de Villa y Tierra de San Pedro Manrique. Se recuerdan este tipo de rituales en Tañine, Valdemoro o Valdenegrillos. Además, con parecidas características se conocen numerosos festejos en tierras riojanas, como en Sorzano o Santo Domingo de la Calzada, que Ruiz Vega (1986: 50) considera hermanas de las sorianas.
Es posible, como indica Goig[1], que también en otros lugares existieran ritos con características parecidas. Es el caso de la zona pinariega, donde según las Ordenanzas de Vinuesa a principios del siglo xvi se regulaba el papel de las «mondas»[2], haciendo alusión a la entrega del «arbujuelo al preboste»..
En la actualidad en Soria quedan cuatro festividades de este tipo, con características similares pero dotadas de ciertas peculiaridades en todas ellas: San Pedro Manrique, Sarnago, Matasejún y Ventosa de San Pedro.
De las cuatro anteriormente señaladas, la única que ha tenido continuidad es la de San Pedro Manrique, el día 24 de junio, en el contexto de las fiestas en honor a San Juan y la Virgen de la Peña. En el resto de pueblos se trata de una fiesta recuperada que ha sufrido algunos cambios, entre ellos el día de su celebración. El primero que tomó la iniciativa de rescatarla fue Sarnago en el año 1982 y posteriormente hicieron lo mismo en Ventosa de San Pedro en 1995 y Matasejún en 2001. Antaño tenía lugar, en estos tres últimos, el día de la Trinidad pero en la actualidad se realiza en agosto. En Matasejún la celebración tiene lugar el día 16, dentro de las fiestas de la Virgen y San Roque. Ventosa de San Pedro rememora el antiguo ritual el día 15, en torno a la festividad en honor a San Roque.
En Sarnago los actos se desarrollan como colofón a la Semana Cultural, el domingo más próximo a San Bartolomé, cuya efeméride es el 24 de agosto. Durante esos siete días se organizan diversas actividades para jóvenes y mayores; algunas de ellas este año 2017 han sido una exposición de pintura, proyección de documental y una película, taller de elaboración de jabón y otro de pan –en el que se aprovechó para elaborar los panes que colgaron del «ramo»– y un tercero de repostería, concierto de música clásica, conferencia sobre historia. En el trascurso de la semana se prepara la ropa que llevarán los protagonistas de la fiesta, se corta la rama de arce y se pinga el mayo. Además se presenta la revista con periodicidad anual que publica la Asociación de amigos de Sarnago.
En los cuatro lugares señalados anteriormente los actos festivos, en los que están presentes las «móndidas», se desarrollan en una jornada, sin embargo en San Pedro Manrique las tres mozas también están presentes la noche anterior en el archiconocido Paso del Fuego, donde acaparan buena parte del protagonismo participando activamente, cruzando por encima de las brasas a hombros de los tres primeros pasadores.
Desarrollo de la Fiesta de las Móndidas y Mozo del Ramo en Sarnago en 2017
La fiesta, en conjunto, tiene similitudes en los pueblos donde actualmente se celebra, sin embargo también existen diferencias notables entre ellos, que se aprecian especialmente en San Pedro Manrique, donde se realizan algunos ritos singulares asociados a la festividad. Particulares son también ciertos actos relacionados con la fiesta en Sarnago, que se describen a continuación.
Los sarnagueses celebraron la fiesta de 2017 el día 27 de agosto, domingo más próximo a San Bartolomé. En un día que presenta el cielo encapotado y amenaza lluvia, los automóviles van subiendo al pueblo por el único camino por el que es posible hacerlo. Se trata de una calzada pedregosa que sale de San Pedro Manrique. No se permite pasar con el coche por las calles del pueblo por lo que es necesario aparcarlo fuera, en un descampado preparado a tal efecto.
A las 9:30 de la mañana los gaiteros -presentes en varios actos durante este día- se encargan de la diana por las calles del pueblo.
Sobre las 10:00 los músicos, junto con el resto de los participantes, acompañan al «mozo del ramo» desde la plaza mayor hasta las casas de las «móndidas» y éste regala una rosa a cada una. Es costumbre que ellas obsequien a los presentes con rosquillos y moscatel.
Posteriormente todos acuden a la plaza a por los cestaños. Una vez que se han colocado éstos sobre las cabezas de las «móndidas» -que han de llevar, no sin dificultad por su peso y altura, agarrado con las dos manos- y el «mozo» ha logrado sujetar el «ramo» -ayudado por tres o cuatro hombres, que en todo momento van a su lado para prestarle asistencia- comienza una procesión cívica subiendo por la calle Tío Eugenio, pasando por las antiguas eras -donde permanece erguido el «mayo»- hasta la entrada de la iglesia. En ese lugar espera el cura con la imagen de San Bartolomé, al que los cuatro protagonistas rinden pleitesía.
A partir de ese momento comienza la procesión religiosa, con el mozo que porta el pendón a la cabeza. Detrás de éste la imagen del santo, llevado en andas por cuatro personas. En tercer lugar va el «mozo del ramo», seguido de las «móndidas» y por último los músicos, rodeados del resto de participantes en la fiesta.
La comitiva termina de nuevo en un pequeño solar anexo a la iglesia. En ese lugar, ya que el templo está derruido, se celebra la eucaristía sobre las 10:30. Durante la ceremonia religiosa la imagen del santo permanece en un lateral del improvisado altar con una ramita que alguien le colocó en la mano. Al lado opuesto se posicionan las «móndidas» tocadas con un pañuelo blanco que tapa su pelo. Con anterioridad el «mozo» habrá retirado cortésmente de sus cabezas los «cestaños», para colocarlos sobre un banquillo, haciendo una inclinación reverencial para situarse después al lado de ellas, próximos al ramo y al pendón. Detrás de cada «móndida» se sitúa su correspondiente «ayudante».
Una vez que termina la misa, los asistentes se dirigen hacia la plaza, donde están las antiguas escuelas. Hoy este edificio, restaurado con la colaboración de los miembros de la Asociación Amigos de Sarnago en numerosas hacenderas, es un lugar de encuentro para realizar diversas actividades. En una estancia del inmueble multiusos tiene lugar, sobre las 12:15, la Asamblea General de Socios y terminada ésta se homenajea al miembro de la asociación de mayor edad. Este año además se descubrió una placa en la fachada de la casa natal del escritor Abel Hernández. Inmediatamente después es el momento de disfrutar del aperitivo, al que están invitados todos los presentes, de saludar y entablar amenas conversaciones.
Por la tarde tiene lugar la segunda parte del evento. A las 18:00 vuelven a salir las «móndidas» hacia el pórtico de la iglesia para cantar la Salve. Se trata de una ceremonia sencilla pero que los asistentes viven con gran emoción.
Una vez terminado este breve acto, el «mozo del ramo» y las «ayudantes de móndida» colocan con parsimonia los cestaños sobre las cabezas de las «móndidas». El «mozo», ayudado por algunos de los asistentes, levanta la gran rama de arce y se coloca a la cabeza de la procesión cívica, que se dirige de nuevo hacia la plaza para comenzar con el «rito del ramo». Esta costumbre, que nadie sabe realmente desde cuándo se celebra ni por qué, forma parte del ceremonial que se celebra en Sarnago, constituyendo un acto peculiar propio de esta localidad. Consiste básicamente en meter el «ramo» por una ventana de las antiguas escuelas por la copa. Para ello es despojado de los pañuelos que lleva atados a las ramas y se coloca una cuerda alrededor del ramo para estrecharlo. El «mozo del ramo» lo levanta para llegar a una de las ventanas del segundo piso. Desde dentro algunos participantes tiran por las ramas y el muchacho termina quedando colgado, hasta que no puede aguantar más agarrado y cae al suelo. Ya en el interior se le quitan los roscos al ramo y se saca de nuevo por la ventana para arrojarlo a la plaza donde se lo disputan, tirando de él, dos bandos que según se cuenta representarían, en origen, dos barrios del pueblo.
Inmediatamente después llega el momento más emotivo de la fiesta. Desde la ventana señalada anteriormente, adornada con un paño blanco, las «móndidas» demuestran sus dotes interpretativas recitando las «cuartetas». El significado de los textos, escritos exclusivamente para la ocasión, y la pasión que ponen en su declamación hace que los asistentes se conmuevan. Algunos terminan manifestando su emoción soltando alguna lágrima y todo culmina con un enérgico aplauso, con abrazos y por último con una despedida que no es más que un hasta luego, un paréntesis hasta su reencuentro.
Protagonistas y elementos fundamentales presentes en la fiesta
El protagonismo principal durante la celebración festiva lo detentan las tres «móndidas» -que dan nombre a la fiesta- y el «mozo del ramo» -en los lugares donde éste está presente-. En Sarnago este año 2017 todos ellos son miembros de la misma familia por lo que comparten el mismo apellido: Julia, Isabel, María y Marcos Carrascosa.
Respecto a la indumentaria que llevan las tres mozas, ésta tiene características distintas en cada uno de los pueblos donde tiene lugar este tipo de celebración. Las de Sarnago llevan un traje con falda -de color azul oscuro para la que tiene la posición central, y negra para las otras dos-; una blusa blanca en la que van colocadas tres escarapelas -hechas con cintas de color azul y rojo- a la altura del pecho, formando un triángulo invertido; una especie de delantal, también blanco, y un mantón de Manila, con tono claro las que se sitúan a los lados, y negro en el caso de la que va en el centro. Durante la ceremonia religiosa, además se colocan sobre la cabeza un pañuelo blanco.
Las «móndidas», como se ha puesto de manifiesto en la descripción, llevan sobre la cabeza unos «cestaños» en algunos actos que forman parte de la fiesta. Se trata de unos cestos de mimbre cubiertos con un paño blanco, adornados con cintas, lazos y flores de colores. Tienen similitudes en los distintos pueblos pero con ciertas peculiaridades en cada unos de ellos. Los que presentan más diferencias son los de San Pedro Manrique, que llevan incorporados unos «arbujuelos», hechos con ramitas de zaragato[3] recubiertas con masa de pan azafranada. Los del resto de pueblos, con sus desemejanzas, se caracterizan principalmente por su forma de cono, con cintas de colores en vertical y un ramo de flores en la parte alta. En Sarnago introducen en su interior un pan azafranado y en el centro de éste una ramita.
Relacionadas con las «móndidas» hay que aludir a las «ayudantes de móndida», que suelen estar en todo momento detrás de ellas para asistirlas en los momentos que lo necesitan. Generalmente son mozas que ya han sido «móndidas» o lo serán. No suelen llevar unas vestimentas que las caractericen.
En cuanto al «mozo del ramo», éste está presente en la fiesta salvo en San Pedro Manrique. Su papel consiste en acompañar en todo momento y auxiliar a las «móndidas». Entre sus cometidos está ayudar a colocar y quitar los cestaños de las tres mozas en los momentos precisos. Su vestimenta característica –excepto en Ventosa de San Pedro– consiste básicamente en pantalón y chaleco oscuros y camisa blanca.
El nombre del apuesto muchacho le viene dado porque lleva consigo un ramo en determinadas ocasiones de la celebración -labor en la que le ayudan algunos asistentes dado su gran volumen y peso-. La gran rama se adorna, según la tradición de cada lugar, con variedad de flores, cintas, pañuelos, panes o algún fruto. En Matasejún se suele cortar de un guindo, y se acostumbra a colgar largas cintas de colores, además de rosquillas. El más llamativo es el de Sarnago, tanto por su tamaño como por la forma de engalanarlo. No faltan en esta rama de arce pañuelos atados que lo circundan, llamativas florecillas silvestres de colores diversos y cuatro roscos azafranados que cuelgan. El tronco también se impregna con azafrán, algo que se mantiene igualmente en Ventosa de San Pedro donde es costumbre, además, añadirle cerezas.
Parece ser que la tradición del «mozo del ramo» pervive en algunas fiestas que tienen otras características bien diferencias. Es el caso de Salduero[4], en la festividad de San Juan Bautista, que lleva asociado un «canto del ramo». En esta localidad son las mujeres las encargadas de adornar esta rama de considerable tamaño, con cintas de colores, una cinta con la bandera de España, roscas, frutas variadas o velas. También en la romería de Cubo de la Solana persiste aún la figura del portador del ramo.
El «ramo» debió ser un elemento común en celebraciones de diversos pueblos de Tierras Altas (Ruiz Vega, 1986: 49). En San Pedro hace años estarían presentes en los festejos «tres mozos, bien vestidos de militares, el del medio con un ramo lleno de roscos». En un momento determinado arroja el ramo y los muchachos le quitan los roscos. En Yanguas se llevaría un ramo similar, cuyos roscos se entregaban como premios a los vencedores en diversos concursos. También en Soria capital el mozo portaba un «arguijuelo» en el que había roscas azafranadas y que presidía una procesión. En Vinuesa, zona de frondosos bosques, las ramitas de pino, denominadas «pinochos», son llevadas actualmente por los cientos de mujeres que protagonizan la fiesta de La Pinochada. En este caso los «ramos» se utilizan como «armas» para recrear una batalla legendaria con el pueblo vecino de Covaleda en la disputa por la imagen de la Virgen del Pino. Esta parte de la fiesta termina con las féminas visontinas de todas las edades golpeando a los hombres presentes mientras expresan la reconocida frase: «de hoy en un año», esperando que el atacado responda: «gracias».
Como puede comprobarse, los elementos vegetales han sido y son habituales en diversas festividades en infinidad de localidades. Su presencia posee diversos significantes como es la regeneración periódica en referencia a la limpieza de malos augurios y con la propiciación de la buena suerte. Asimismo se puede vincular con la fecundidad, en conjunto con otros elementos comestibles, como el pan o las frutas, y en este sentido podría relacionarse con la presencia del «mozo».
Los pañuelos que lo adornan, tradicionalmente, eran donados por las mozas del pueblo y estaban asociados al cortejo. Mediante estas prácticas, los vecinos podían tener información sobre las relaciones que se iban formando entre los jóvenes.
Otro protagonista de tipo vegetal es el «mayo». La tradición de «pingar» el esbelto tronco se mantiene en San Pedro Manrique y Sarnago. En el caso del primero se trata de un árbol de entre 25 y 30 metros de alto. El día de San Pedro se tira y se sortea.
Dentro de parte del ceremonial hay que aludir a la talla religiosa del Santo o de la Virgen, que se saca en todos los casos en procesión sobre andas. En el caso de Sarnago es la figura de San Bartolomé, transportada por el sacerdote desde San Pedro Manrique para la ocasión y devuelta a ese municipio al terminar, para protegerla durante el resto del año.
Un elemento fundamental de la celebración son las «cuartetas». Se trata de unos poemas que las «móndidas» de San Pedro Manrique -en la plaza del pueblo- y Sarnago -desde una ventana de las antiguas escuelas- recitan poniendo en ello todo su sentimiento.
Son composiciones que, por lo general, se encargan a autores que tengan alguna relación cercana y que conozcan las características del entorno y de la fiesta. Su objetivo es exteriorizar recuerdos y exaltar a los presentes por su cierto tono de arenga, lo que suele provocar una desbordante emoción entre los presentes que termina en lágrimas. Este año 2017 una es creación de Gaspar Ruiz Martínez y dos de María del Mar del Rincón Ruiz, profesora en la Universidad de Zaragoza.
Tradicionalmente estas composiciones aluden a la derrota musulmana de la batalla de Clavijo y el final del «tributo de las cien doncellas», leyenda que ha servido popularmente para explicar el sentido de la celebración. Estos relatos largos romanceados, de raíz decimonónica, se han convertido con el tiempo en «panegíricos ramplones las más de las veces» (Martínez Laseca, 1986: 290) sirviendo antaño de tribuna pública para relatar alguna crónica de acontecimientos del pueblo.
Sobre el origen del recitado de las cuartetas, serían un añadido a la fiesta, introducidas por un secretario del pueblo de origen riojano hace algo más de un siglo (Ruiz Vega, 1985: 79). Sin embargo, Cortés (1961: 181) cree que son más antiguas, quizá introducidas en el siglo xvii a imitación de loas y relaciones que tenían lugar en otros lugares.
Por último, se hace necesario aludir a los elementos de tipo comestible presentes en la celebración. No faltan, como se ha indicado anteriormente, roscos de pan azafranado, que cuelgan en el «ramo» -este año se elaboraron en Sarnago en un taller que se organizó durante la Semana Cultural-. Igualmente están presentes en varios momentos y lugares -entre otros en casa de las «móndidas»-, como es tradición, los rosquillos y la mistela para agasajar a los presentes, manifestando con ello que todos los que acuden a la fiesta son bienvenidos.
Origen e interpretaciones sobre los significados de la fiesta
En relación con el posible origen de este tipo de celebraciones se manejan diversas teorías.
Una de ellas es la que las vincula con una batalla legendaria que tendría lugar en Clavijo, en el año 844, en la cual el rey Ramiro I de Asturias vencería a los musulmanes, acabando con el «tributo de las cien doncellas» que les fue impuesto. Esta hipótesis ha sido descartada desde los ámbitos académicos, teniendo en cuenta que en modo alguno ha podido demostrarse que se trate de hechos históricos.
A pesar de lo dicho están bastante extendidas entre la población este tipo de explicaciones que fascinan y que pueden relacionarse con ciertos actos que tienen lugar en el contexto de la fiesta en San Pedro Manrique, como es la «descubierta». En ella, las autoridades, representando a los guardianes defensores, se encargarían de vigilar para que ningún peligro acechara al municipio. En palabras de Cano García (1997: 134) sería para cerciorarse de que las defensas estaban en orden y podían hacer frente a las embestidas de los moros, que estaban por allí para recoger el «tributo de las cien doncellas» que los reyes cristianos debían pagarles.
En todo el norte de Soria y la montaña de Logroño hay un folklore relacionado con la derrota musulmana de Clavijo. El recorrido por el recinto amurallado parece ser un rito de gran tradición que recuerda a los naturales de San Pedro ciertos actos que tenía lugar antaño, cuando se cerraban las puertas simulando que se expulsaba a los enemigos. Sería como un rito purificatorio (Caro Baroja, 1989: 121).
Si bien es cierto que ciertos episodios de la celebración sampedrana pueden servir para argumentar su vinculación medieval, a propósito de batallas que pudieron ocurrir en aquella época, otros elementos como son los «cestaños» y los « arbujuelos» llevarían a pensar que debe desligarse de esa fábula.
Cabe recordar que las contiendas de la Edad Media y la leyenda de las doncellas, que han de ser entregadas como tributo a los musulmanes, son la base de algunas fiestas en distintos lugares de España: Baga (Barcelona), Villa-seca (Tarragona), Sanmartín del Rei Aureliu (Asturias), Betanzos (La Coruña), León, Sorzano (Logroño), Sainza y Rairiz de Veiga (Orense) y Simancas (Valladolid)[5].
Otras teorías asocian estas fiestas con ritos celtibéricos -afirmando que las «móndidas» pudieron ser en principio sacerdotisas que ofrecían frutos a los dioses-, con el período de romanización o con cultos eleusinos.
Cortés Vázquez (1961: 185), no cree que los inicios de los rituales actuales tengan que ver con los celtíberos -incluyendo el rito del «paso del fuego» en San Pedro Manrique-, afirmando que «aún con raíces quizás antiguas, nos basta el mundo clásico para explicarlas».
Para Caro Baroja (1989: 122) podría existir una analogía de las «móndidas» con las doncellas que llevaban Cistae, en el ámbito rural. El nombre podría provenir de munditus, relacionado con mundus -limpio, puro o purificado- o con munditia -limpieza-. Las mozas protagonistas serían, por lo tanto, las purificadas, las puras o las limpias. Este autor asocia las «móndidas» con la «monda», celebración de Talavera de la Reina, que vincula con el mundus Cereris. Por esta razón se pregunta si no tendrán que ver con un ritual de origen romano.
Por su parte Peña García (1969: 439) señala que la fiesta ha de ser muy antigua, anterior a los cultos de los romanos, teniendo en cuenta la casi nula romanización en la zona por la resistencia que se ofreció. En su opinión podría estar relacionado con cultos eleusinos, aludiendo a la escultura de Demeter que presidía los propileos de Eleusis, sobre cuya cabeza lleva una especie de cestaño que recuerda al de las «móndidas». Durante las Tesmoforias, vírgenes vestidas con ropajes de color blanco llevaban sobre sus cabezas -desde Atenas a Eleusis- canastillas que contenían, además de una serpiente de oro y un carnero, algún tipo de alimento. Defiende que podría tratarse, en origen, de una fiesta pagana de ofrenda de primicias y en la actualidad tiene cierto carácter religioso.
Con el mismo argumento del autor citado, Díaz Viana (1981: 7-8) afirma que es poco verosímil vincularlo a ritos romanos, teniendo en cuenta que la zona donde se celebran estas fiestas fue poco romanizada, por lo que es raro que pudiera imponerse y pervivir. Es posible «que hubiera cierta coincidencia previa con rituales clásicos y se superpusieran ciertas costumbres de esta época de aparente dominación de Roma. Existiría un rito remotísimo que se ha ido revistiendo de influencias clásicas, medievales y decimonónicas». Quizá se trate de un conjunto de capas añadidas sucesivamente envolviendo un núcleo inicial. Los «arbujuelos» ofrecidos por las «móndidas» serían un premio, una «comida mística», presente en los antiguos ceremoniales iniciáticos. Todo ello en relación a Isis o Demeter, propiciando la abundancia de los campos.
Manrique (1926: 216) cita a Mariano Íñiguez, quien remonta la celebración de las «móndidas» a tanta antigüedad como los ritos de purificación por el fuego, donde las vírgenes representan a sacerdotisas que ofrecen al astro rey el pan que llevan en los canastos.
En su argumento, Martínez Laseca (1986: 290-291) alude a las «móndidas» –mujeres limpias o puras– asociado con ritos eleusinos, con vestimentas similares. Las tesmoforias llevarían blancas túnicas y sobre sus cabezas canastillas en las que, entre otras cosas había alimentos. Califica la fiesta de San Pedro Manrique en la actualidad como una hermosa sanjuanada donde se superponen el ciclo solsticial, la tradición del mayo y la leyenda medieval.
Según Ruiz Vega (1985: 84) las «móndidas» de San Pedro Manrique y de Sarnago representan tradiciones que son similares a los territorios cercanos de la Rioja, que se han ido asimilando. Serían ritos iniciáticos o de paso. Encuentra en los razonamientos de Mircea Eliade, sobre ceremoniales de iniciación celebrados en distintas partes del mundo, unos vínculos culturales que tendrían que ver con necesidades de carácter universal.
Álvarez García (1995: 13-24) plantea numerosos interrogantes en torno a la fiesta y se cuestiona las conclusiones a las que han llegado diversos autores en distintas épocas. Rechaza las teorías que tienen que ver con un posible origen celtibérico pero también las que aluden a un origen relacionado con el mundo clásico o con aquellas que ponen el enfoque en aspectos mágico-religiosos. Relaciona la fiesta con otras que se celebrarían en Castilla y León en el siglo xv, en honor a los esponsales de la Virgen. Este ritual estaría vinculado con un almuerzo comunal que organizaban las autoridades. Uno de los actos consistiría en la ofrenda de frutos a la Virgen. Celebraciones con estas características tendrían lugar en Soria -el domingo siguiente a San Juan- o en Cea (León) –la víspera de la Virgen, el 15 de agosto-. En Talavera habría perdido el nombre en el siglo xvi, pero quedó como muestra la persistencia de «monda». En San Pedro Manrique es posible que la celebración tuviera similitudes, teniendo en cuenta la persistencia en la actualidad de las «móndidas» y los «arbujuelos». Todas estas fiestas son distintas hoy debido a que evolucionarían de formas diferentes. Si bien no se conoce fehacientemente el comienzo de la celebración, sí existe un texto del siglo xviii que habla de festejos distintos que acabaron fundiéndose en uno. Los actos de San Juan tenían carácter civil, en cambio los del domingo siguiente estarían dedicados a honrar a la Virgen de la Peña, que en origen, como se ha dicho, estaría relacionado con los esponsales de la Virgen. Posiblemente fue en el siglo xvii cuando nació la tradición de las doncellas, que sería aceptado plenamente en el xviii.
Palabras finales
Las fiestas en las Tierras Altas de Soria, que tienen como protagonistas las «móndidas», han sido y son en la actualidad manifestaciones culturales con características muy peculiares en el ámbito de Castilla y León. Estos festejos forman parte de una herencia que configura parte de un patrimonio cultural que proporciona elementos identitarios a los naturales de la zona.
De los cuatro lugares donde hoy tiene lugar la celebración sólo en San Pedro Manrique se ha mantenido año tras año y está garantizada su continuidad dado que es el municipio cabecera de comarca, con un número suficiente de habitantes que permite el relevo generacional. Presenta, por lo tanto, gran fortaleza, vinculada, además, con el Paso del Fuego, que tiene lugar el día anterior y que en conjunto están declaradas Fiestas de Interés Turístico Nacional.
No ocurre lo mismo en Ventosa de San Pedro, Matasejún o Sarnago. En este último pueblo, según afirman sus organizadores, lo más complicado es encontrar personas para representar los papeles protagonistas. Lo cierto es que su persistencia, después de haber sido recuperadas, depende en gran medida de que no decaiga el ánimo sus promotores y colaboradores, ya sean hijos del pueblo que residen en otros lugares o, como en el caso de Sarnago, los miembros de la Asociación de Amigos de Sarnago.
Es evidente que estas celebraciones -fundamentalmente en los tres pueblos anteriormente citados- han ido perdiendo el contexto socio-cultural en el que antaño tenían lugar, cuando vivía gente en ellos todo el año y estaban apegados a unas formas de vida hoy desaparecidas. Actualmente la fiesta se organiza en un ámbito diferente y, en tanto, no puede ser presentada sino como una recreación de ritos, pero que retrotraen a algunas personas a recuerdos de momentos que han vivido y otros han oído contar.
En Sarnago la asociación se ha configurado como un referente para muchas otras por su constancia y su buen hacer. El número de socios sigue creciendo y no faltan las ganas de sus integrantes para seguir mejorando el núcleo urbano y el entorno. Una de las iniciativas ha consistido en la plantación de arces -que servirán en años posteriores para cortar el «ramo» utilizado en la fiesta-, lo que representa el deseo por dar continuidad a su proyecto; el de juntarse en nuevas hacenderas que les permitan revivir y fortalecer las esencias de su identidad individual y compartida.
BIBLIOGRAFÍA
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Goig Soler, I. (2014) «Las Móndidas de Sarnago, 2013». Revista Sarnago, nº 7, pp. 11-12. Asociación Amigos de Sarnago. Soria.
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Anexos. Cuartetas de 2017
Cuarteta de Isabel Carrascosa. Autora: María del Mar del Rincón Ruiz
Tendido en una solana,
Sarnago, cuatro cruces
tu caserío resguardan.
La Alcalama es tu corona,
y el castillo, tu atalaya,
asomado a la vega del Linares,
vigilando el horizonte
de toda la Sierra del Alba…
En el nombre del progreso
llegó «la repoblación»
y nos echaron del pueblo.
¡Años de éxodo y dolor
en las tierras de San Pedro!
Una sangría de gentes,
un cementerio de pueblos…
desde Acrijos a Armejún,
de Buimanco hasta El Vallejo…
¡cuántas casas se cerraron!
¡todas las gentes se fueron!
Y quedaron…
baldíos todos los campos,
las majadas sin ovejas,
las haciendas arruinadas,
y sin parvas en las eras.
Huertas pobladas de zarzas.
Caminos sin caminantes,
Invadidos de maleza.
Lavaderos en silencio…
solitarios carasoles…
Plazas sin niños ni juegos,
sin fiestas y sin cortejos…
espadañas sin campañas,
desplomadas contra el suelo…
¡Dolor y desolación
«la repoblación» dejó!
¡y por vecinos, sólo los muertos!
Un mundo que se perdió.
El mundo de nuestros padres y abuelos
hoy se guarda en el museo
y en la memoria de los
mayores del pueblo…
¡Las vueltas que da la vida,
las vueltas que ha dado el tiempo!
Cincuenta años después
Sarnago no está vacío,
ni vacío, ni desierto.
Está poblado de orgullo,
de amor y reconocimiento.
Está poblado de sueños,
habitado de recuerdos.
¡Cuánto ha cambiado Sarnago
por el tesón y el esfuerzo,
de sus hijos que volvieron!
De unos cuantos valientes
que nunca se resignaron
a la nostalgia y al duelo.
Entre ellos, mi familia,
mis padres y mis hermanos.
¡Cuánto ha cambiado mi pueblo
con el empuje y empeño.
de todos los sarnagueses
y los amigos del pueblo!
¡Hemos llevado entre todos
una lucha contra el tiempo!
Recuperamos las fiestas y tradiciones.
Hemos traído la luz,
y el agua hasta las casas,
la fuente y el lavadero.
desde frescos manantiales
y de humildes riachuelos.
Cuánta pasión hemos puesto
por mantener las raíces
y hacer posibles los sueños
de nuestros padres y abuelos,
que son también nuestros sueños.
Como ejemplo el museo
en la «casa del concejo»,
la calera, esta plaza renovada….
Es largo el camino andado
y aún nos queda un largo trecho.
Redoblaremos las fuerzas
y no cejaremos hasta ver
limpio de piedras,
sin polvo ni baches,
el camino hacia San Pedro.
Hasta tener asfaltado
el camino de San Pedro.
Y en un futuro cercano,
sobre las actuales ruinas,
se ha de levantar la iglesia.
Y sabed que escucharemos,
el voltear de campanas
convocando a los festejos.
¡Nos lo merecemos!
¡Por nuestro esfuerzo!
¡por ser un ejemplo
y por traer un soplo
de aire fresco y de vida
a este amplio desierto!
¡Sarnago no está vacío.
Ni vacío ni desierto.
Es un pueblo vivo
y está poblado de sueños!
Cuarteta de Julia Carrascosa. Autora: María del Mar del Rincón Ruiz
A los aquí reunidos
pido silencio un momento
y escuchéis con atención
estos versos que expresan,
la alegría y la emoción,
por ser móndida, de nuevo,
con mi sobrina y hermana.
Saludamos con cariño,
a los vecinos del pueblo.
Y damos la bienvenida
a los venidos de lejos.
Por llegar hasta Sarnago,
tierra de todos, de nadie,
de nadie y todos a un tiempo.
Siguiendo la tradición
voy a recitar mis versos.
Orgullosa, por sentir
que formo parte de un pueblo,
que supo recuperar
ritos y tradiciones
condenados al olvido.
Un pueblo,
que –contra viento y marea–
ha sabido mantener
una herencia compartida,
legado de sus mayores,
legado de sus ancestros.
Un año más celebramos
las fiestas de nuestro pueblo
en honor a San Bartolo,
felices y bien contentos
por reunirnos de nuevo,
dejando atrás otros tiempos,
tiempos de pena y lamento.
¡Decir Sarnago es decir
trabajo, valor y esfuerzo!
En la era de Internet
el nombre de nuestro pueblo
ha traspasado fronteras
y el mundo entero conoce
que, en este rincón de Soria,
recostado en La Alcarama,
hay gentes que resistieron
y que nunca renunciaron
a hacer posible sus sueños.
Gentes, que con trabajo callado,
impidieron que las ruinas
se adueñaran de su pueblo.
En la era de Internet,
Sarnago hoy es ejemplo…
Desde esta misma ventana,
mientras contemplo la plaza,
vivo con ilusión el presente
y miro con confianza el mañana.
Habrá nuevas hacenderas
para cumplir nuevos sueños.
De los arces que plantamos
se cortarán muchos ramos
para futuros festejos
y habrá mozos
que adornen sus copas
con panes y con pañuelos,
y pinguen un alto mayo
en las eras de este pueblo.
Y móndidas preparadas
a recitar nuevos versos.
Al repique de campanas,
San Bartolomé saldrá,
junto a la Virgen del Monte,
en procesión por las calles,
porque han vuelto a Sarnago
todos los hijos ausentes.
A mis padres decirles
que hoy pueden estar contentos.
Veo el orgullo en sus rostros.
¡Porque habéis sido un ejemplo!
Por habernos inculcado
–desde la más tierna infancia–
el amor por el regreso:
hemos vuelto cada año,
a encontrarnos con los nuestros.
Es largo el camino andado
¡qué rápido para el tiempo!
Veo también la emoción
de los mayores del pueblo.
Porque sus hijos han vuelto,
y los hijos de los hijos
han tomado ya el relevo.
Mi cariño a mis hijos y sobrinos
y a los más jóvenes del pueblo:
habéis tomado las riendas;
¡sois el futuro del pueblo!
También mi agradecimiento
a estas mujeres valientes:
vuestro trabajo y tesón
hacen posible la fiesta.
En dirección al castillo,
donde reposan sus restos,
para nuestra hermana Montse,
van nuestros más sentidos versos.
¡De ella guardaremos por vida,
los más hermosos recuerdos!
A todos aquí presentes,
gracias,
por escuchar tan atentos,
por venir hasta Sarnago,
¡tierra de todos, de nadie,
de nadie y todos a un tiempo!
Cuarteta de María Carrascosa. Autor: Gaspar Ruiz
Me presento con ilusión,
y os doy la bienvenida,
como móndida en Sarnago,
¡mi sueño en este gran día!
Desde la vieja ventana,
aire fresco se respira,
más orgullosa que nunca…
me acompañan mis tías
me custodian en el viaje
mi sueño, en este gran día.
Donde se junta la tierra,
a la luz de la mañana,
abre la puerta Sarnago,
la puerta del Alcarama,
anida en la vieja sierra,
la sierra de la esperanza.
Mis abuelos se marcharon,
hace ya cincuenta años,
mi padre tenía tres,
y aún recuerda aquel verano.
Triste quedaba el pueblo,
la tristeza del pasado,
se llevaron los recuerdos,
lo dejaron recostado.
Pero pasaron los años,
retornamos al pasado,
y celebramos su fiesta,
cortaremos los ramos.
Lo vestiremos de gala,
y llegaran más veranos,
y abriremos bien los ojos,
y estaremos en Sarnago.
Seguiremos soñando,
retornamos al pasado.
Entre la tierra espigada,
la llegada del verano,
con su gente por las calles,
recordamos el pasado.
Retornarán las mujeres,
y sus corros animados,
las sonrisas de los niños,
volverá a cantar el gallo.
A mi padre doy las gracias,
por darme este regalo,
y le digo que le quiero,
por regalarme a Sarnago.
Por reflejarme su fiesta,
por nacer en su regazo,
y también quiero a mi madre,
tudelana y de Sarnago.
La que sujeta los bueyes,
cuando ya se han desbocado,
la que tiene la templanza,
de seguir siempre a su lado.
Ya recogimos el fruto,
que hace tiempo sembramos,
ya segamos la mies,
como todos los veranos.
Y trillamos en las eras,
y recogimos el grano,
ya tenemos el pan,
para los próximos años,
que cogeremos el fruto,
que los abuelos sembraron.
Y volverán las golondrinas,
Y nosotros a Sarnago,
vestiremos sus fiestas,
y sembraremos más grano.
Muchas gracias a todos,
NOTAS
[1]http://soria-goig.com/Etnologia/pag_0915.htm (página visitada el 24 de octubre de 2017).
[2] La asociación de las «mondas» con las «móndidas» fue señalada por Caro Baroja (1989: 122) al aludir la festividad que se celebra en Talavera de la Reina.
[3] Una especie de arbusto que se cría en los ríos y que el depositario va a recoger en el mes de mayo y se deja secar. Resisten el calor del horno.
[4]http://elige.soria.es/arguijuelo-arbujuelo-y-mozos-del-ramo-en-las-fiestas-de-la-madre-de-dios-en-soria/ (página visitada el 25 de octubre de 2017).
[5]http://soria-goig.com/Etnologia/pag_0893.htm (página visitada el 24 de octubre de 2017).