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Artesanía, tradiciones locales y cultura material
La artesanía, como parte de las tradiciones locales, constituye una actividad que une a las colectividades y fomenta la identidad cultural en las comunidades (Benítez s.f.). No obstante, si bien se ha señalado su importancia, pocas veces se reconocen los significados que los seres humanos le otorgan a los objetos en dicho proceso; por lo que la cultura material, es de gran trascendencia para la artesanía.
La cultura material es un ámbito de análisis importante en las ciencias sociales, y algunos/as investigadores/as intentan definirla como los objetos/artefactos que no solo tienen como propósito el análisis de sus aspectos físicos, sino los significados, sentidos y representaciones que los contextos le adjudican (González 2010).
Mediante su operación comunicativa, los objetos muestran dispositivos propios para la conservación que los identifican en culturales y técnicos. Su estudio antropológico, es resultado de un análisis acerca de la relación entre éstos y el contexto sociocultural al que pertenecen (Cid 2002).
La interrelación de la cultura material y la producción artesanal en las comunidades es de gran interés para los/as estudiosos/as en estos temas ya que generalmente, las destrezas y experiencias manuales tienen sus inicios en la familia, donde una de las actividades artesanales culinarias que más se desarrollan en Cuba, lo constituye el turrón.
En 1934, Antonio del Valle Cerra, maestro turronero que nació en Oviedo, ciudad española que pertenece al Principado de Asturias, junto a Felipe Rogelio del Valle Espinosa, su sobrino, comenzaron a realizar el Turrón de Jijona en Taguayabón, localidad que pertenecía por aquellos años a la jurisdicción de San Juan de los Remedios, municipio de la provincia de Villa Clara. El acceso a la almendra era difícil, pues no se cultivaba y el precio de obtención era alto, y tuvieron que buscar una solución para confeccionar el producto. Decidieron elaborarlo con maní (cacahuate) y resultó exitoso.
Acogida de la familia del Valle, antecedentes e interés investigativo
Mis pies plasmaron huellas en el rojo suelo de una ciudad cálida, con habitantes cálidos al encuentro y mucho más al palpar la convivencia. Una familia de tradición dulcera de más de un siglo me preparó habitación para conocer la historia de San Juan de los Remedios, donde todo se enmienda con ternura. La estancia en la villa fue un parpadear, que resumió, aprender y aprehenderme a la vida de habitantes que son realidad en mi corazón y mi mente.
La familia del Valle, como popularmente se conoce, la conforman el artesano Rogelio Felipe del Valle Espinosa, sus hijas Barbara del Valle Martínez e Ileana del Valle Martínez, su nieto Gustavo Rojas del Valle y su yerno Gustavo Rojas García, colaboradores/as durante el trabajo de campo.
En verano del 2014 conviví por primera vez con Felipe del Valle. Al dialogar con él, me interesé en escudriñar su historia de vida y del turrón que elabora, considerada entre las tradiciones más longevas de la villa. En el año 2017, se convocó el premio Memoria Viva, auspiciado por el Instituto Cubano de Investigación Cultural «Juan Marinello», que galardona a las tradiciones y personalidades más destacadas de la cultura cubana. Me postulé con la intención de presentar a Felipe del Valle y la historia de su turrón para reconocer su trabajo (Hernández 2017).
Tuve como iniciativa que la historia narrada debía contener un texto visual y así surgió la idea de grabar, con la colaboración y entusiasmo que caracteriza al artesano, un video que titulé «Felipe del Valle y la producción artesanal del Turrón de Jijona» que muestra la producción desde el descascarado y tostado del maní, la producción (moledura, pulverizado del azúcar) hasta el proceso de envoltura del producto, con el objetivo de plasmar la dinámica de su trabajo (Hernández 2017).
Debido a la convivencia con el artesano y múltiples lecturas al texto visual, me llevaron a otros caminos de interpretación y análisis sobre su historia de vida: su relación con el molino y el delantal (Hernández 2020); sin embargo, en los últimos tiempos (mediados del 2020 y principios del 2021), observé que su vida artesanal y política ha girado alrededor de múltiples objetos/artefactos; por lo que era necesario ahondar más en los inicios de su trabajo artesanal y sobre aquellos objetos que guardan una estrecha relación histórica entre Cuba y España, elementos que no se analizaron en las dos investigaciones que llevé a cabo en relación al artesano.
El presente escrito tiene como objetivo general: analizar la importancia de los objetos en la vida artesanal y política de Felipe del Valle. La investigación se valió del método etnográfico, y se aplicaron las técnicas siguientes: observación participante, entrevistas en profundidad y semiestructuradas, análisis de documentos (oficiales y personales), genealogías, testimonios y la historia de vida.
La antropóloga Janet Hoskins, al hacer referencia a los objetos biográficos denominados por la socióloga Violette Morin, expresa que las capacidades de actuaciones de las personas son determinadas por la interrelación con algunos objetos. La autora sostiene que interrogar sobre los objetos, constituye una excelente manera para reconstruir historias de vida (Hoskins 1998).
Los objetos son inalienables para las personas, donde ambos se constituyen de sus representaciones, significados e interrelaciones (Miller 2005). A partir de lo planteado por Daniel Miller, la interrogante central que alimenta el escrito es: ¿Son los objetos protagonistas de la biografía artesanal y política de Felipe del Valle? El trabajo cuenta con apoyo visual para mejor comprensión de la memoria escrita y tres poemas que surgieron al observar la interrelación del artesano con los objetos.
Inicio de su labor artesanal
Poema 1:
Felipe del Valle,
arcilla del hombre de objetos
que se creó y transformó,
cortado en diminutos segmentos por su picador.
armado en su propio genio y concepto.
Alianza indisoluble…
de objetos para hombre.
Felipe Rogelio del Valle Espinosa, hijo de Ramón del Valle Cerra y Francisca Espinosa López, nació el 26 de mayo de 1925 en el municipio de Remedios, Villa Clara. Corría 1934 y con solo nueve años empezó a fabricar el turrón aprendido de su antepasado para ayudar a mantener a la familia, pues su tío Antonio del Valle Cerra estaba muy enfermo y pretendía dejar en manos de un ser querido la fórmula que desarrolló en su terruño desde 1884, en una industria española que, en ese entonces, era una de las pioneras en la elaboración de dichos dulces.
Cada día, Felipe del Valle se levanta a las 6:00 a.m., desayuna y se dispone a fabricar el maní, para que San Juan de los Remedios y sus visitantes puedan degustarlo. A las 12:00 p.m. descansa y lee el periódico Granma, incorporándose a la 1:00 p.m. en su labor hasta la 6:00 p.m., en que toma un baño y se dispone a ver el Noticiero Nacional de Televisión. Un dato curioso es que sigue trabajando, en ocasiones, hasta muy tarde a la escucha de programas radiales.
¿Cómo era su producción artesanal en los inicios? ¿Cuáles fueron sus primeros objetos?
El turrón lo comenzó a realizar de manera individual en el año 1935 en la primera casa situada a la izquierda de la calle Laguna, en aquel entonces número 16, en San Juan de los Remedios. Toda la elaboración era manual: el proceso del maní se realizaba en un molino Corona, el azúcar se pulverizaba en un pilón, los moldes eran de madera (júcaro negro), se tostaba en una tambora y se mezclaba con azúcar en una paila, y el corte lo hacía con un picador. El artesano comentó:
El molino con que se trituraba el café en casa fue la salida que vio mi tío para hacer el turrón y venderlo para mantenernos económicamente. Él, me contaba de su vida en España y del trabajo como maestro turronero. Con su proyecto me emocioné mucho en ayudarlo en lo que pudiese, siempre fui más maduro de la edad que tenía, y comenzamos a buscar los implementos manuales para realizar la producción. Ya teníamos el molino, necesitábamos el molde y una prensa de extraer aceite para que el dulce tomara la contextura que necesitaba. Mi tío trasladó la idea de la gran empresa española a nuestro pequeño espacio y niveles adquisitivos. Un vecino que era mecánico nos regaló un tornillo de banco, lo adaptamos e hicimos la prensa. Nos faltaban los moldes dónde poner la masa y darle forma; entonces salimos varios días por los alrededores del pueblo y encontramos trozos de palos y una silla, que recuerdo era mejor que la que teníamos en casa, y los moldes nos lo hizo un carpintero, que no cobró, solo quiso que le regaláramos la primera barra de maní y en su momento así fue. Faltaba dónde mezclar los ingredientes y tomamos una cacharra de hierro fundido que mi madre utilizaba en la cocina para hacer el arroz cuando se reunía la familia, la lavé con mucho entusiasmo y ya teníamos todo para hacer el turrón y cuando todo estuvo listo comenzamos la fabricación. Fue muy rápido, en menos de dos semanas ya logramos el primer producto.
En sus inicios compraba el maní en la zona Oriental del país, específicamente en la provincia de Holguín. Fue el primero en vender el turrón en tiendas de la ciudad y a veces también en Sagua la Grande, otro municipio de Villa Clara, desde la década del 30. Cada caja de 13 libras de turrón, picada en 56 trozos, las vendía en 40 centavos, y cada trozo en un centavo.
En el año 1940 comienza a trabajar para la fábrica local Los Atrevidos hasta 1959, a petición del director. El dulcero anterior a él intentó hacer el turrón de Jijona y el producto, repartido por todo el país, se descompuso ocasionando una pérdida de 3000 pesos cubanos. Aunque Felipe tenía un puesto en dicha fábrica, elaboraba el dulce en su propia casa.
¿Qué objetos están presentes aún en su producción artesanal?
El artesano agarrándolos fuertemente planteó: «Todos han sido importantes, pero conservo con mucho cariño aún la balanza, la tambora y el picador, sobre todo este último por su historia familiar».
Al elaborar las historias biográficas de una cosa, los especialistas que se dedican a estas investigaciones, diseñan interrogantes parecidas a aquellas que se establecen a las personas (Kopytoff 1986). Respecto al énfasis que Felipe del Valle hace sobre su picador, formulé las siguientes interrogantes: ¿Cuál es su origen?, ¿Quién lo compró?, ¿Cuál es su edad?, ¿Ha cambiado su uso?, ¿Es el protagonista principal de su biografía artesanal?, ¿Qué particularidades tiene?
El artesano expresó:
Este picador, que tengo en mis manos, ya tiene 128 años en nuestra familia pues mi tío lo compró en el año 1892 en Villaviciosa, y fue el que usó desde sus inicios como turronero para cortar el turrón que hizo en España y además es la única pertenencia que trajo a Cuba. Lo escondió dentro de su ropa durante la travesía con el objetivo de defenderse si le era necesario en caso de ser descubierto, ya que vino dentro de un barril escondido huyéndole a la Dictadura de Primo de Rivera. Hasta hoy lo uso para picar el turrón y lo cuido como si fuese mi tío, y me es un orgullo mantenerlo intacto como la primera vez que lo agarré en mis manos. Conserva el mismo cabo ya desgastado como yo a mis 95 años, pero aún en pie los dos trabajando y cumpliendo una promesa familiar: cuidarlo hasta que cierre mis ojos.
Poema 2:
Corto en dos costas el Atlántico,
en mi cuerpo vibran
las marcas de un hacer,
de 128 años
y mi apellido es del Valle.
Sí, soy el más anciano de la familia,
tengo vida,
… y un alma por contagio
me han impregnado sus manos.
¿La balanza, la tambora y el picador formarán parte de esta tradición de más de cien años? A raíz del énfasis que hicieron varios de los especialistas de la comunidad en las entrevistas, sobre la familia del Valle como portadora de la tradición, el único nieto y heredero del secreto, Gustavo Rojas del Valle, comentó:
La balanza será la misma para pesar los ingredientes, no dejar que muera, componerla siempre que lo necesite y nunca reemplazarla, aunque existan otras mejores. La tambora convertirla de manual a eléctrica porque no quiero pasar el trabajo de tostar el maní en manigueta sino mediante una rueda dentada y un motor. En ocasiones innovar como mi abuelo. El picador, usarlo con mucho amor y delicadeza ya que es parte de mi apellido del Valle pues está en mi familia hace más de cien años. Es nuestro familiar más longevo.
Agencia, vida social y representación
Poema 3:
¡Oh Molino,
hemos terminado nuestra función diaria!
¿Estás cansado?
¡Es tu delantal amigo!
Disculpa el peso impuesto por los años.
Tu intercambio conmigo ha sido,
¿desfavorable?
Mientras nuestro hacedor trabaja,
lo protejo en limpieza pulcra de lo que mueles.
¡No nos cansamos, oh dentado!
Y al terminar nuestra faena
eres mi reposo,
Morfeo.
Amigo…
me duelen las cintas que me ciñen a su cuerpo.
Tengo miedo,
el temblor de posteridad me invade cada tarde.
¿Sientes lo mismo,
o parecido?
¡Ya son 95 años…
tengo miedo despertar y…
no lo tenga,
no me tenga!
Mi aliento es un mañana sin él,
pero un mañana,
tal vez como tapete,
quizás no,
sí parte del ciclo:
uso de los días en su pulso.
Marcel Mauss se empeña en estudiar las etapas de fabricación de un objeto (Mauss 1947). De igual manera, el investigador Pierre Lemonnier, quien analiza los postulados relacionados con la antropología de las técnicas propuestos por André Leroi-Gourhan, expresa la importancia del estudio de la cultura material, el cual analiza tres aspectos en correspondencia con la técnica: procesos, objetos y los conocimientos transmitidos por los autores (Lemonnier 1992).
A partir de los conocimientos técnicos sobre instrumentos y materiales de trabajo, en el año 1939, con catorce años de edad, Felipe del Valle introduce técnicas en los motores para la elaboración del turrón, donde por ser innovador de algunos equipos, como el molino, por ejemplo, es invitado a participar en varios eventos e Iniciativas Municipales de Desarrollo Local (IMDL), entre otros espacios. En relación a este objeto cabe interrogar: ¿Posee agencia? ¿Constituye un actor? ¿Tiene vida social?
Para Bruno Latour, a partir de su Teoría del Actor-Red (TAR), los objetos poseen agencia ya que tienen compromisos, derechos, acciones y valoraciones al igual que los sujetos. El autor les adhiere un papel protagónico a los actores no-humanos, donde cualquier cosa que traiga consigo una modificación, constituye un actor (Latour 2008).
La minindustria local familiar del artesano funciona como una casa escuela al vincularse a los Círculos de Interés compuestos por estudiantes de diversas enseñanzas. Felipe del Valle, a través del molino, transmite las experiencias de la fabricación de dicho producto que sigue el método de elaboración tradicional, cuyos ingredientes: maní, azúcar pulverizada, miel de abejas, canela y huevo aportan la suavidad, el dulzor y el encanto de la vetusta ciudad mítica, llena de leyendas y tradiciones.
Esto demuestra lo planteado por Mauss (1971) al expresar que el objeto, por ejemplo, el molino, tiene características que le posibilita vincularse no solo con demás objetos/artefactos sino con sujetos (Felipe del Valle) y colectivos (integrantes de Círculos de Interés y la comunidad en general).
Los objetos tienen interrelaciones con los sujetos que los/as antropólogos/as deben tomar en consideración (González 2012). La innovación personal del objeto posibilitó un nexo con el artesano; por ello, si bien tiene agencia y es un actor en dicho proceso, posee vida social pues «los objetos guardan profundas implicaciones para las personas y colectivos que los manipulan y realizan transacciones con ellos» (Carenzo 2011, 16).
Del Valle Espinosa fundó el Movimiento de la Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar en Cuba y es reconocido por el Grupo Nacional de este rublo por su trabajo sistemático y logros alcanzados. En aras del desarrollo del movimiento popular y la agricultura urbana, desde la referencia nacional, su minindustria local familiar Jijona del Valle obtuvo en el 2016 la condición de Cuarta Corona o Excelencia, otorgada a manos del Dr. Adolfo Rodríguez Nodals, exjefe del Grupo Nacional de la Agricultura Urbana y Suburbana que argumenta: «La minindustria de Felipe del Valle representa un patrimonio industrial cubano basado en los principios de sostenibilidad y competitividad»
Andrea Saltzman expresa que la vestimenta constituye un sistema de signos. El vestir, trae consigo una mutación y modificación de maneras y contenidos más rápidos que el lenguaje verbal. Es un código visual que permuta de manera sensorial y utilitaria en relación al cuerpo; por ello los tipos de vestimenta tienen características en relación al contexto o cultura específica, los cuales se convierten en signos o símbolos inviolables de los mismos, o permiten distinguir a las personas como parte de una profesión como ejemplo las ropas de trabajo, los diferentes tipos de delantales, entre otras (Saltzman 2007).
¿Qué representa el delantal de Felipe del Valle?
El delantal muestra el accionar del artesano en la minindustria. Dicho objeto comunica información acerca de la edad, el modo de vida y el carácter del artesano.
Experiencias y destrezas en diferentes acciones
¿Qué sucede cuando, a través de experiencias y destrezas, los objetos comienzan a implementarse en diferentes acciones?
La investigadora Frances Liardet al referenciar la obra de Tim Ingold expresa que el concepto de hacer es sinónimo de crecimiento, el cual está en constante relación con el desarrollo y la transformación. Dicho término, es observado por la autora como aquella experiencia, a partir de destrezas, de moverse a través de múltiples herramientas, objetos, artefactos y materiales, el cual exige poner en práctica las emociones y los sentidos para llevar a cabo una correcta acción (Liardet s.f.).
El ingenioso turronero, a través de aprendizajes, experiencias y destrezas con sus objetos, herramientas, materiales y pasos de trabajo, decidió mezclar el maní con chocolate, fresa y vainilla, que se convirtió en fórmula única que pertenece a los dulces más codiciados junto al de guayaba de Los Atrevidos, en paradigma de otros/as dulceros/as de la villa y el país: «A medida que aprendí el secreto y tuve más experiencias y habilidades con mis objetos, incursioné en hacer esta mezcla sin perder la originalidad del mismo».
Un subproducto de la elaboración del turrón, muy valorado por la comunidad, lo constituye el aceite de maní. En estudios llevados a cabo en laboratorios de Villa Clara y La Habana se ha determinado su alto valor sensorial, nutritivo y sanitario. También, es utilizado por la población para otros usos artesanales como la repostería.
Colecciones y fotografías
Jean Baudrillard describe que los objetos tienen como objetivo transformar ya sea en el plano privado/familiar como público (Baudrillard 1969). Según el autor, «los objetos tienen entre sus funciones: personificar las relaciones humanas, poblar el espacio que comparten y poseer un alma» (Baudrillard 1969, 14). A partir de la interrelación de los sujetos con los objetos, éstos adquieren un papel importante que se llama presencia (Baudrillard 1969).
Cuando se le preguntó a Felipe del Valle sobre la importancia para el país que les confiere a los objetos que conforman su minindustria, respondió con lágrimas en los ojos:
Los objetos son mi vida, mi creación, parte mayoritaria del secreto de mi dulce; pues a través de ellos logro hacer el turrón, el cual tiene un lugar importante en la Historia de Cuba ya que dentro de la envoltura ponía propagandas del Movimiento 26 de Julio, organización a la que pertenecía.
A partir de su dedicación por la Revolución Cubana, en la década de 1960, comenzó guiando labores político-administrativas en el territorio remediano. Dirigió la restauración del estadio Heriberto Duquesne y el asfaltado de las carreteras a los poblados de la villa. Hizo el motel de la playa de Jinaguayabo, sus cabañas y sombrillas para convertirla en un espacio sociocultural. Director provincial de Floricultura en la década del 90, convirtió hectáreas de tierras en jardines e introdujo el cultivo de rosas búlgaras en el pueblo. La vinculación estrecha con la historia política del país posibilitó que el combatiente revolucionario obtuviera varias medallas y condecoraciones nacionales. Al respecto, la Licenciada en Filología, Maricela González Monserrat plantea: «Defensor a ultranza de la identidad remediana y de la Revolución Cubana»
La antropóloga y poeta Susan Stewart muestra un enfoque importante sobre la interrelación que los individuos tienen con los objetos/artefactos. Su discusión, a partir de los debates posestructuralistas, se vincula con los diálogos que los sujetos manejan con las colecciones (Stewart 1992).
El 21 de junio del 2020, antes de salir a trabajo de campo, observé que Felipe del Valle puso encima de su cama una maleta de madera llena de fotografías, donde las contempló y me dijo: ¿Puedes ayudarme a poner esta fotografía en mi mural? Cuando le ayudaba a ubicar su foto, me comentó que colecciona fotografías de su vida artesanal y política desde la adolescencia, y le pregunté: ¿Qué importancia posee para usted coleccionar fotografías?
Para mí es muy importante coleccionar fotografías, pues en ellas están plasmados momentos de mi vida y ellas me hacen recordar y vivir. Traen a mi memoria imágenes muy lindas de todo el tiempo que he sido útil a mi país y de los reconocimientos que he obtenido. Recuerdo caras de amigos y amigas, que la mayoría están ya muertos, y me llevan a vivir nuevamente las sensaciones que tuve en el instante que fueron tomadas.
Elizabeth Edwards considera que las fotografías, independientemente de ser imágenes, son objetos que nos hacen recordar, parte de la memoria, lo que en determinadas circunstancias se clasifican, manipulan o cortan (Edwards 2009). A partir de esto, le pregunté a Felipe del Valle: ¿Clasifica sus fotografías? El artesano comentó:
Las clasifico en tres formas: las que tienen que ver con el turrón y las político-administrativas, y dentro de estas dos las reclasifico, y las que considero más relevantes las cuelgo en el mural de la sala para que los visitantes y clientes vean mis reconocimientos y labores en favor de la sociedad, porque el turrón es mi patrimonio para el pueblo, y eso me da mucho placer.
Reyero (2007) menciona las maneras en que los sujetos recuerdan, a través de una o varias fotografías, lo que han vivido y las características de su contexto sociocultural. Ante esto y que «las fotografías hablan de haber estado allí» (Edwards 2009, 334), le pregunté a Felipe del Valle: ¿Qué recuerda cuando observa estas fotografías en las que usted y su contexto sociocultural aparecen representados?
Me trae recuerdos que no puedo enumerártelos. La reconstrucción de la Playa de Jinaguayabo fue la primera gran obra, para que los habitantes de Remedios tuviesen un lugar de diversión en verano. Recuerdo a mis dos amigos que siempre estuvieron apoyándome en mis proyectos, Raúl Jova y Aldo Martínez. La esposa de Aldo aún vive y no dejo de visitarla todos los domingos y llevarle un turrón, aún en medio de este virus covid-19 que a mi edad no había visto uno así tan malo.
Kristine Stiles, en las investigaciones que lleva a cabo sobre la performance, expresa que ésta se desarrolla a partir de documentar las acciones. La documentación se guarda no solo por los museos o los/as coleccionistas, sino por los propios creadores (Stiles citado en Ayerbe 2017). Felipe del Valle privilegia el registro de toda su labor artesanal y sus acciones político-administrativas a través de fotografías. El documento de su trabajo artesanal y político es un gatillo a la memoria, un estímulo a esta para que se haga presente.
Felipe del Valle: una personalidad que ha trascendido en el tiempo
Felipe del Valle es un artesano que ha ganado reconocimiento a nivel nacional. La comunidad remediana lo valora como: «Una persona agradable, cariñosa y honesta; una personalidad de nuestra sociedad; conocido como El alcalde; un remediano nato; amante y preocupado por la cultura del pueblo»
La historiadora de la villa, María Victoria Fabregat Borges comenta:
Ha trascendido y trascenderá. Es un hombre que aunque deje de existir mañana va a seguir viviendo en los corazones de las personas que lo conocieron por haber entregado su vida a causas muy justas en pos de los que tienen menos: las personas de a pie.
La filóloga y especialista en historia local, Marta Flores expresa:
Conocí a Felipe del Valle desde mi niñez, en mi mente siempre vi un caballero de finos modales y trato afable hacia sus semejantes, algo inusual en tiempos donde la rudeza prima. No recuerdo verlo nunca enojado y si en algún momento la ira estuvo en su pecho, la sonrisa de su rostro la borró. Sumado a esto, su entrega al trabajo y especialmente por preservar el arte de la elaboración del turrón que hereda de España. Aún no he encontrado a una sola persona en San Juan de los Remedios que opine diferente. Será uno de los personajes inolvidables al marcar huellas en nuestra ciudad y trascenderá en el tiempo como el rey del turrón en Cuba.
El Turrón de Jijona como elemento representativo de la cultura popular tradicional
El Hijo Ilustre de la villa, bajo el criterio de: «El maní es de Remedios», ha desechado propuestas de empresarios estadounidenses, argentinos, alemanes y laosianos sobre la compra del derecho de la propiedad intelectual del afamado dulce. Cuando se le preguntó sobre la calidad de su turrón, respondió: «Me corresponde hacer el maní, que eso lo responda el pueblo, que es el verdadero evaluador». Tal recomendación posibilitó escuchar la opinión de la comunidad remediana sobre el impacto del dulce en el ámbito comunitario, nacional e internacional:
La Licenciada en Filología Bárbara Hernández Martínez plantea: «Es patrimonio cultural e inmaterial de la comunidad remediana».
El artesano Hernani Hernández Morales, expresa: «Se ha mantenido una estrella en el Turrón de Jijona porque la calidad ha sido inalterable, algo excepcional. Considero que después de La Parranda lo más importante que hay en el pueblo es el turrón que hace Felipe del Valle».
La historiadora de la ciudad antes citada, comenta:
El Turrón de Jijona forma parte de la identidad de una ciudad ya longeva, de estas primeras villas que tienen un acervo en la cultura popular tradicional. Es una arista de ese gran abanico en sus diferentes saberes que posee San Juan de los Remedios, dedicado esencialmente al buen hacer de un alimento con un sello distintivo. Es un saber aprendido y aprehendido, fortalecido a través del tiempo en su cotidianidad, unido a un sello muy personal que le ha incorporado este gran trabajador, caballero, hombre de pueblo y caminante.
Edelberto Rollero Moya, Licenciado en Historia, especialista en Cultura Popular Tradicional y miembro del Comité Internacional Organizador de Festivales Folclóricos (CIOFF) expone:
Dentro de la culinaria, incluyendo la dulcería en Remedios tiene mucha importancia el Turrón de Jijona del Valle, ya que es una tradición familiar que nos llega desde España como muchas otras tradiciones. La familia Del Valle ha mantenido esta tradición por más de un siglo, lo que hace posible que las presentes generaciones puedan disfrutar de este elegante manjar.
En el marco de la Tertulia «Amistad», la metodóloga de Cultura Popular Tradicional en la Casa de Cultura «Agustín Jiménez Crespo», Celia Estela Rojas Hernández refiere:
Es un turrón remediano y cubano. Constituye una familia portadora de esa expresión culinaria en lo que respecta a repostería. Es una linda tradición que seguirá. Felipe ha logrado la excelencia en este tipo de turrón que tiene mucha aceptación popular, por lo tanto, es una expresión de la cultura popular tradicional.
Conclusiones
El Turrón de Jijona del Valle tiene sabor a Remedios y viaja el mundo por su calidad extrema. Constituye un elemento representativo de la Cultura Popular Tradicional y patrimonio de la comunidad remediana y el país, que rebasa las fronteras de un simple deleite alimenticio, para acentuar la tradición fundada por los ancestros radicados en este territorio.
Los objetos son parte inalienable de Felipe del Valle y del Turrón de Jijona; por ello forman un conjunto difícil de separar en un análisis etnográfico. Sin embargo, cuando el artesano no exista, queda para los espíritus inquietos preguntar: ¿Qué pasará con el Turrón de Jijona?, ¿Qué sucederá con sus objetos?
Al respecto, el nieto del artesano planteó:
Cuando las verdes arecas se queden fijas en el marco blanco de la ventana de la dulcería de mi casa y mi abuelo decida limpiar sus manos en el delantal de antaño y como un pájaro breve, sobrevuele la casa, tomaré sus objetos para sentir su olor eterno y la presencia de sus huellas repartidas y serán parte mía indisoluble como los son de mi abuelo, entonces lo sentiré más cercano y nada me será olvido… aunque calle. Es adquirir el peso de gloria de la gobernanza de cientos de estrellas voluptuosas sobre un hacer, un recuerdo.
Yusmany Hernández Marichal
Sociólogo y antropólogo
Universidad Iberoamericana, Ciudad de México
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