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05-05-2018

La hora de las despedidas

José María Íñigo 1942-2018







Es un tópico lo de la tristeza en las despedidas y sin embargo, precisamente por serlo, es una verdad sin paliativos. A José María Iñigo se le notaba especialmente enfurruñado cuando llegaba la hora de decir adiós, especialmente si la despedida se producía después de una buena comida. Era como si le sirvieran un postre en malas condiciones tras haber disfrutado de una mesa espléndidamente dispuesta. Su sentido hedonista de la vida no le permitía distraerse con asuntos menores y molestos. Ese mismo sentido, le convertía a veces en su peor enemigo porque muchas personas aceptan mejor una mentira piadosa que la sinceridad. Pero eso precisamente confería mayor valor a su amistad: jamás recibirías de él una opinión fingida o un halago excesivo. En una conversación muy reciente me abroncaba por haber permitido que la compañía discográfica en que ambos estábamos –en diferentes barricadas, naturalmente– me engañase: “Todos los artistas estabais atontados. Sabíais que os escamoteaban vuestras ganancias con unas cifras de ventas ridículamente falsas y ninguno decíais nada. Tuve que venir yo –recordaba y reñía al mismo tiempo– para poner las cosas en su sitio…”

Iñigo tuvo, entre los miles de encargos que recibió en su vida, la encomienda de poner orden en una compañía discográfica y en una revista juvenil. Ambas cosas le apetecían pero le incomodaban. La revista, “Mundo Joven”, mantuvo sus cifras de ventas e incluso las incrementó gracias a su dirección, en una época en que juventud e inconformismo tenían la misma raíz. Recuerdo que en esos tiempos comenzó a trabajar también en un programa de televisión que se llamaba Directísimo. Justamente lo que tenía mérito –y él había aceptado el reto con todas las consecuencias– era que cualquiera podía decir o hacer algo inconveniente en su programa cuando todavía era costumbre llevar tapabocas en vez de bufanda. Cada vez que nos veíamos en la redacción de Mundo Joven me preguntaba:

–¿Qué personas raras has encontrado esta semana? Mándamelas…

Se refería a las personas con las que me entrevistaba casi a diario para conocer aspectos de su vida y de su cultura, casi siempre de extracción rural, a las que él, aparentemente lejano a sus costumbres y forma de comportarse, sacaba en directo lo mejor y lo más divertido tratando de hacerse el sorprendido. Para dejar claro que pertenecíamos a dos mundos diversos dentro del universo pequeño y lleno de prejuicios del planeta tierra, habíamos compartido un libro –Música Pop, música Folk– en una serie de gran tirada que editó Planeta para la colección de Radio Televisión Española.




Hace poco me recordaba que fue él quien colaboró decisivamente para que en la revista Mundo Joven me dieran una página desde la cual tuve la oportunidad de acercar el mundo de la tradición a tantos jóvenes que hoy son abuelos concienciados y solidarios. Su influencia en el universo de la discografía tendrá que ser analizada y reconocida algún día, cuando haya pasado la hora de los recuerdos inmediatos.

En el último whatsapp que recibí de él, después de una entrañable comida familiar en Urueña con Pepa Fernández, Andrés Aberasturi y José Ramón Pardo –al alabar los callos inenarrables y sabrosos de mi amiga Elena– se obligaba a volver y a repetir el acontecimiento, aunque advertía:

–“Cuando pasen los fríos”…

Tardará mucho en pasarse este frío interior que nos provoca la noticia de su fallecimiento. Descansa en paz, José María…




En un programa de radio de José María Iñigo junto a los cantantes Ricardo Cantalapiedra y Emilio José
https://cancioneroderomances.com/2013/11/13/galeria-fotografica-1972a/